¿Es sano ser "normal"? - Asociación Libertad Emocional

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El 18 de mayo de 2013 se publicó el DSM V. Quinta edición del "Manual
diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales", de la Asociación Estadounidense de
Psiquiatría, y las respuestas críticas han sido importantes por parte de los propios psiquiatras.
Publicamos hace unos meses un artículo sobre el TDAH en el que incluíamos las opiniones
del famoso psiquiatra estadounidense Leon Eisenberg y de Allen Frances, presidente del
grupo de trabajo que creó el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales
(DSM-IV) de 1994, que afirmaba:
El primer borrador de la próxima edición del DSM, publicado para el comentario con bombos y
platillos el mes pasado, está lleno de sugerencias que podrían multiplicar nuestros
errores y ampliar el alcance de la psiquiatría de una forma profundamente
dramática en el dominio cada vez más pequeño de lo normal. Esta imperialización
médica de la normalidad podría crear decenas de millones de personas inocentes que
serían mal etiquetadas con un trastorno mental. La industria farmacéutica tendría un
día de fiesta - a pesar de la falta de pruebas sólidas sobre los tratamientos eficaces
para estos diagnósticos propuestos recientemente.
Se decía que el 80% de la población de Nueva York entraría dentro de algún trastorno del
DSM IV. Lo más seguro es que ahora toda la población mundial esté mentalmente enferma
según el DSM V. Para aportar más luz sobre esta realidad queremos difundir la postura del
psiquiatra español Joseba Achotegui, que apunta una posible razón para este
sobrediagnóstico:
Ni que decir tiene que un individuo así, el normópata, el ciudadano que traga con buena cara
lo que le echen, que no da problemas, hace las delicias de cualquier sistema de poder,
ya que nunca lo cuestionará. Pero además, este modelo de conducta se presenta ahora
supuestamente avalado por la ciencia y por lo tanto como irrefutable. Todo el mundo
debe callar.
Finalmente, te dejamos el documental: "La Psiquiatría: Industria de la Muerte", una visión muy
crítica de la historia de la psiquiatría. Como siempre te recomendamos que contrastes la
información y saques tus propias conclusiones.
Artículo original (Público digital)
El normópata. ¿Modelo a seguir o peligro público?
Por Joseba Achotegui.
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La adaptación a las normas socialmente establecidas es el criterio fundamental por el
que la psiquiatría actual define qué es la salud mental. Esta es la filosofía en la que se
basa la clasificación norteamericana de los trastornos mentales, el famoso DSM (del que
justamente acaba de salir ahora la quinta edición) que se pretende convertir, tal como se ha
dicho con frecuencia, en la biblia de la psiquiatría y la psicología clínica. Al definir de este
modo la salud mental, se entroniza la figura del normópata, la persona perfectamente
adaptada a su sociedad, como ideal, como modelo a seguir.
Sin embargo, si se plantea este criterio de que la salud mental se basa en el cumplimiento de
las normas sociales, surgen inmediatamente toda una serie de preguntas. ¿Cuáles son esas
normas? ¿Cómo podemos conocer cuáles son las apropiadas? ¿Quien tiene la
potestad de dictarlas? La respuesta es que en el DSM, la delimitación de esas normas se
realiza a través del consenso, del acuerdo entre los profesionales que hacen la clasificación.
Dicho esto, se nos plantean de entrada al menos dos cuestiones inquietantes:
-¿Cómo se escoge de modo apropiado a los profesionales que dictaminan las normas a
seguir, en un área como la de la salud mental, inmersa en un gran debate, con multitud
de enfoques? La respuesta es que los profesionales que redactan el DSM están lejos de ser
una representación del saber de los psiquiatras y psicólogos clínicos. Más bien son
profesionales escogidos de modo sesgado, entre los que además no son infrecuentes, por
ejemplo, los conflictos de intereses con la industria farmacéutica, las multinacionales de la
sanidad, las aseguradoras, etc.
-¿Qué validez puede tener una clasificación psiquiátrica que se fundamenta en el
consenso entre profesionales pero que no se basa en sólidos principios conceptuales y
teóricos? Obviamente una validez limitada. Pero lo más inquietante es que se considera que
tener en cuenta lo conceptual es algo que por lo visto, hoy en día, resulta demasiado
complicado, poco práctico, anticuado, por no decir una soberana pérdida de tiempo. Así, el
DSM hace gala de ser ateórico.
Se ha de señalar, de todos modos, que en el área de la salud mental existe un serio problema
de fondo para hacer clasificaciones, sean del tipo que sean. La realidad es que no
poseemos definiciones válidas de lo que son la salud mental o el trastorno mental,
porque en ellas inciden numerosos aspectos sociales, culturales, biológicos... muy
difíciles de delimitar. Pero ante este hándicap, en vez de asumirlo e intentar resolverlo, o por
lo menos plantearlo, se rehúye el análisis y se considera que sano es el que cumple las
normas sociales, el normópata, y asunto arreglado.
Ni que decir tiene que un individuo así, el normópata, el ciudadano que traga con buena
cara lo que le echen, que no da problemas, hace las delicias de cualquier sistema de
poder, ya que nunca lo cuestionará. Pero además, este modelo de conducta se presenta
ahora supuestamente avalado por la ciencia y por lo tanto como irrefutable. Todo el
mundo debe callar.
Sin embargo, este planeamiento de considerar que la persona sana es la que funciona "con
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normalidad" en la sociedad, contraviene una ley básica de la evolución: la diversidad, una
estrategia que ha sido escogida por la selección natural porque constituye una garantía de
supervivencia del grupo ante los continuos cambios que van teniendo lugar en la
naturaleza y en la sociedad. Si todo el mundo funcionara igual, si todos fuéramos normópatas,
nos extinguiríamos al tener un repertorio de conductas muy limitado. Así pues la evolución
selecciona la psicodiversidad, lega, de generación en generación, un enorme número de
posibilidades de conducta.
En la psiquiatría standard, si el sujeto cumple las normas, está sano, si no las cumple, está
enfermo, y todos tan contentos. Así si un niño es movido, da guerra, lógicamente se le
considera problemático y por lo tanto enfermo. (Recuerdo el caso de un niño que nos llegó al
SAPPIR por el motivo de "se porta mal en clase"). O si un señor está triste y no cumple la
norma social de producir y consumir se le considera enfermo. No se puede negar que el
procedimiento es sencillo y fácil de aplicar, que simplifica muchísimo las cosas. La vieja
psiquiatría europea, llena de disquisiciones y matices, de debates conceptuales, se ve hoy
como algo pesadísimo, estéril, una etapa felizmente ya superada.
Obviamente esta definición de la salud como cumplimiento de las normas deja fuera a
muchísima gente, dado que existe una gran psicodiversidad, y tal como se va viendo, cuanto
más se profundiza y desarrolla este criterio de la normopatía para definir la salud mental, cada
vez hay más enfermos, cada vez hay más patologías. Lo cual, obviamente, no es difícil
deducir que hay a quien le va que ni pintado.
Documental - La Psiquiatría: Industria de la Muerte
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