La sorpresa del amor

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Una Buena Noticia
para la semana
Año II Nº 63
SUMMA
Aldapeta
Asterako berri ona
La sorpresa del
amor
A Jesús se le encuentra allí donde se alivia el sufrimiento humano. El reino de Dios que proclama es ante todo eso: curar
enfermedades, aliviar sufrimientos, dar vida. Jesús nos revela
un Dios con entrañas, compasivo. Anuncia la salvación eterna
sanando la vida actual. “No existe un Dios cuya vida transcurre,
por así decir, al margen de nuestras penas, lágrimas y desgracias… Este Dios nos pone mirando al sufrimiento y el abandono
de tantos crucificados por las injusticias y las desgracias” (José
Antonio Pagola)
Ante tantas enfermedades y males, el teólogo y filósofo
Manuel Fraijó ha llegado a decir: “Parece imposible, a la vista de
tanto sufrimiento, que exista Dios; y sería terrible, a la vista de
tanto dolor, que no existiera Dios”.
En aquel tiempo, al salir Jesús de
la sinagoga fue con Santiago y Juan a casa de
Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba
en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se
acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le
pasó la fiebre y se puso a servirles. Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos
los enfermos y poseídos. La población entera
se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó muchos demonios; y como los demonios lo conocían no
les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón
y sus compañeros fueron, y al encontrarlo le
dijeron: “Todo el mundo te busca”. Él les respondió: “Vámonos a otra parte, a las aldeas
cercanas, para predicar también allí; que para
eso he venido”.
Dios no modifica nuestra condición humana, que muestra
su impotencia y su capacidad de progreso, sus aciertos y sus
desaciertos, sus grandes logros y sus trágicas locuras. Sería
contradictorio con nuestra misma naturaleza que no estuviéramos sometidos a todo lo propio de nuestra condición.
Pero Jesús nos enseña que podemos luchar contra la
enfermedad y contra las esclavitudes que nos encadenan. Con
sus gestos sanadores, se propone que el mal no se haga dueño
de la humanidad. Se dirige a las personas practicando la compasión. A uno de los teólogos alabado por el Papa actual, Walter Kasper, le llama la atención el hecho de que, “como criterio
del juicio, Jesús mencione exclusivamente obras de amor al prójimo, no otras obras de piedad”. Como dice Andrés Torres Queiruga, “no ha habido desde el comienzo del mundo un solo hombre o una sola mujer que no hayan nacido amparados, habitados y promovidos por la acción reveladora y por el amor incondicional de Dios. Que, por tanto, no tengan derecho a la esperanza”.
Y esperanza es lo que infunde Jesús cuando cura. Cura
al ser humano desde el interior, desde el corazón. La curación
es un gesto de acogida que da aliento para vivir. Es la “sorpresa
del amor”.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando los demonios.. (Mc 1, 29-39)
Jesús empieza su jornada poniéndose a orar. Emprende
su actividad diaria tratando de ver a los demás con los ojos
compasivos de Dios Padre. Los otros no serán manipulados ni
reducidos a los propios intereses.
Emailgelio 63 del 8 de febrero de 2015
Desde muy temprano, todo el mundo le busca. Jesús no
cae en la borrachera autocomplaciente de la popularidad sino
que se va a otra parte para seguir predicando y haciendo el
bien.
Quinto domingo del tiempo ordinario (B)
Ignacio Otaño SM
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