La Comunicación - Instituto de Terapia Gestalt

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CURSO DE FORMACIÓN DE
TERAPEUTAS GESTALT
Material de Consulta del Taller:
FUNDAMENTOS DE PROGRAMACIÓN
NEUROLINGÜÍSTICA (PNL)
LA COMUNICACIÓN
Autor:
Maria Antonia Sala
Psicóloga Clínica / Terapeuta Gestalt
Miembro del Equipo Docente y Terapéutico del ITG
Material revisado y editado por: Pierina Moreno
Curso de Formación de Terapeutas Gestalt. La Comunicación
TTaabbllaa ddee CCoonntteenniiddoo
Pág.
I. Resumen ……………………………………………………………………………………………………
4
II. Justificación …………………………………………………………………………………………….…
8
III. Objetivos ……………………………………………………………………………………………………
10
3.1 Objetivo General ………………………………………………………………………………….
10
3.2 Objetivos Específicos …………………………………………………………………………….
10
IV. La comunicación …………………………………………………………………………………………
11
4.1 Elementos que intervienen en la comunicación ………………………………….......
11
4.2 Aportes de la Teoría de la Comunicación Humana …………………………………..
12
V. Axiomas exploratorios de la comunicación humana ………………………………………..
17
5.1 La imposibilidad de no comunicar …………………………………………………………
17
5.2 Toda comunicación tiene una dimensión referencial o de contenido y otra
de relación o connativa, de modo que la segunda clasifica a la primera y
es, por lo tanto, una metacomunicación …………………………………………………
20
5.3 La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias
de comunicación entre los comunicantes ……………………………………………….
28
5.4 Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente ………
30
5.5 Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o
complementarios, según que estén basados en la igualdad o la diferencia
34
VI. La comunicación paradójica …………………………………………………………………………
44
6.1 Instrucciones paradójicas ………………………………………………………………........
44
6.2 Predicciones paradójicas ……………………………………………………………………....
48
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VII. Estilos comunicativos según Virginia Satir ……………………………………………………..
50
7.1 Aplacador …………………………………………………………………………………………...
51
7.2 Acusador o Inculpador ………………………………………………………………………...
52
7.3 Calculador …………………………………………………………………………………………..
53
7.4 Distractor …………………………………………………………………………………………...
53
7.5 Nivelador …………………………………………………………………………………………….
55
VIII. Niveles de comunicación ……………………………………………………………………………..
59
IX. La comunicación en Terapia Gestalt: Comunicación responsable y congruente …
63
9.1 La comunicación verbal ………………………………………………………………………..
64
9.2 La comunicación no verbal …………………………………………………………………...
72
X. Referencias Bibliográficas ……………………………………………………………………………
75
XI. Anexos ………………………………………………………………………………………………………
76
Anexo 1. Bibliografía recomendada para la consulta ……………………………………..
76
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La comunicación es a las relaciones,
lo que el aire es a la vida
V. Satir
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), el estudio de la comunicación humana puede
subdividirse en tres áreas:
a. Sintáctica: estudia los problemas relacionados con la transmisión de información; como se
codifica y decodifica, los canales de transmisión, redundancia, etc.
b. Semántica: Estudia el significado. Toda información que es compartida presupone una
conversión semántica entre los comunicantes
c. Pragmática: Estudia los efectos que la comunicación tiene sobre la conducta del individuo
Además de esto es importante resaltar el contexto en el que tiene lugar la comunicación. Bateson
citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), afirma: toda comunicación exige un contexto, que
sin contexto no hay significado y que los contextos confieren significado porque hay una
clasificación de los contextos. De modo que, el contexto determina de alguna manera qué se
comunica y cómo se comunica. Toda persona mantiene interacciones en contextos diferentes:
contexto familiar, profesional, de amistad, etc.
Igualmente para el estudio de la comunicación humana se tienen en cuenta cinco axiomas
postulados por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987):
i.
La imposibilidad de no comunicar: No hay nada que sea lo contrario de conducta, no hay
no-conducta, es imposible no comportarse. Si se acepta que toda conducta es una
situación de interacción (incluso de autointeracción) que tiene un valor de mensaje, es
decir, es comunicación, se deduce que por mucho que las personas lo intenten nunca
dejan de comunicar. Actividad o inactividad, palabra o silencio, tienen siempre valor de
mensaje; influyen sobre los demás, quienes, a su vez, no pueden dejar de responder a
tales comunicaciones y por ende, también comunican.
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ii.
Toda comunicación tiene una dimensión referencial o de contenido y otra de relación o
connativa, de modo que la segunda clasifica a la primera y es, por lo tanto, una
metacomunicación: Toda comunicación implica un compromiso: Yo, te estoy diciendo algo,
a ti, en ésta situación, y por tanto define el modo en que el emisor concibe su relación con
el receptor: una comunicación no sólo transmite información sino que al mismo tiempo
impone conductas. Siguiendo a Bateson citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987),
estas dos operaciones se conocen como los aspectos referenciales o denotativos y
relacionales o conativos, de toda comunicación.
iii.
La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de comunicación
entre los comunicantes: Esta característica de la comunicación se refiere a la interacción
(intercambio de mensajes) entre comunicantes. Para un observador, una serie de
comunicaciones puede entenderse como una secuencia ininterrumpida de intercambios. Sin
embargo, quienes participan en la interacción siempre introducen una puntuación de la
secuencia de hechos.
iv.
Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente: debido a que son los
únicos que utilizan un sistema de comunicación binario: analógico-digital, en sus diversos
niveles de comunicación. Íntimamente vinculado con los descubrimientos neurofisiológicos
acerca del funcionamiento diferencial y característico de los hemisferios cerebrales
humanos, se encuentra este axioma de los dos lenguajes.
v.
Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios, según que
estén basados en la igualdad o la diferencia: Según Nares (1991), en todo intercambio
interpersonal, los mensajes analógicos invocan significados a nivel relacional y por lo tanto,
constituyen propuestas o solicitudes acerca del tipo de relaciones que se pretenden
establecer con el otro (ya sea odio, amor, amistad, competencia, etc.), y las reglas que se
seguirán en el futuro; el otro a su vez, va a atribuir valores positivos o negativos a las
propuestas según la imagen de la naturaleza de la relación que se forme, partiendo de la
totalidad de los mensajes intercambiados y de su experiencia personal.
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Sobre la base de los mensajes intercambiados por dos personas, se pueden distinguir
diferentes tipos de relación: Complementaria, Simétrica, Recíproca de Bateson o paralela
de Jackson, Metacomplementaria y Pseudosimétrica.
Por otra parte, se estudia la comunicación paradójica, Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997),
la paradoja es una contradicción que resulta de una deducción correcta a partir de premisas
congruentes. Las paradojas pragmáticas surgen en el curso de las interacciones y determinan allí
la conducta y se dividen en: instrucciones paradójicas y predicciones paradójicas.
Otro aspecto de interés cuando al tratar de profundizar en el tema de la comunicación, son los
diferentes estilos comunicativos. Satir (1991) afirma que hay ciertos patrones, que rigen la forma
como la gente se comunica. Estos patrones se presentan cuando una persona responde a la
tensión y al mismo tiempo, siente que disminuye su autoestima. Los cuatro patrones universales
que utiliza la gente para resolver la amenaza de rechazo son:
i. Aplacar, para que la otra persona no se enfade
ii. Culpar, para que la otra persona la considere fuerte
iii. Calcular, para enfrentar la amenaza como si fuese inocua y así la autoestima personal se
oculta detrás de impresionantes palabras y conceptos intelectuales
iv. Distraer, para ignorar la amenaza, actuando como si no existiera
Sin embargo, los cuatro estilos limitativos de comunicación mencionados anteriormente, no son los
únicos que existen. Existe otra respuesta denominada niveladora o fluida; en ella, todas las partes
del mensaje siguen una misma dirección: las palabras hacen juego con la expresión facial, la
postura corporal y el tono de la voz. Las relaciones son más fáciles, libres y sinceras y la gente
percibe menos amenazas para su autoestima.
Con respecto a los niveles de comunicación se pueden evaluar a través del modelo Psicodinámico
postulado por Fritzen (1987), conocido como La Ventana de Johari. Según esto, se puede
considerar a la persona dividida en cuatro áreas o zonas (naturalmente, el hombre es un todo y
funciona como una unidad, la división es didáctica) a saber:
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i.
Yo abierto o público: lo que la persona sabe de sí misma y los demás saben. Es también
denominada área de la libre actividad. Es lo obvio (sexo, raza, trabajo, militancia, aficiones,
ideología, etc.).
ii.
Yo oculto, secreto o evitado: lo que la persona sabe de sí misma y los demás no saben.
Aquí está todo el mundo de los sentimientos, los secretos, las experiencias íntimas.
iii.
Yo ciego o desconcertante: Lo que la persona no sabe de sí misma y los demás saben. Aquí
está todo lo que los demás ven en el individuo y él no. Es la impresión que causa en los
demás, el impacto de su conducta en ellos.
iv.
Yo desconocido, inconsciente: Lo que ni la persona, ni los demás saben. Impulsos
profundos, motivaciones ocultas, etc. Aquí los individuos se encuentran en el terreno de la
ignorancia compartida, que interfiere cualquier posible comunicación.
En la Terapia Gestalt se considera a la que la persona que consulta (paciente) sabe mucho (sea
consciente de ello o no) de sí misma y el terapeuta sabe o posee, unos conocimientos acerca de sí
mismo, de la naturaleza humana, de la manera satisfactoria o no en que las personas manejan su
energía para formar figuras claras que posibiliten la satisfacción de sus necesidades o, por el
contrario, de la manera en cada persona bloquea esa energía interrumpiendo de ese modo el fluir
natural de la energía en el ciclo de satisfacción de necesidades.
De modo que, cuando el terapeuta se encuentra con la persona que le consulta, es necesario que
no olvide que cualquiera manifiesta algo de sí mismo en cualquier acción, gesto, palabra, etc., ya
que el ser humano se plasma en cualquiera de estos actos. Por esto los terapeutas gestalt se
entrenan en la observación en el Aquí y Ahora, en lo fenomenológico, por tanto y en lo referente a
comunicación, se tiene en cuenta la comunicación verbal y la comunicación no verbal.
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En palabras de Satir (1991):
“Una vez que el individuo llega al planeta, la comunicación es el factor determinante de las
relaciones que establecerá con los demás, y lo que suceda con cada una de ellas en el mundo. …
La comunicación abarca la diversidad de formas como la gente transmite información: qué da y
qué recibe, cómo la utiliza y cómo le da significado”
Aprender a comunicarse de una manera eficaz, congruente y responsable, es algo que la persona
puede conseguir en su desarrollo. La comunicación eficaz puede aprenderse y enseñarse, la forma
en que las personas se comunican no es innata, es algo que se aprende de niños en la relación
con las personas con quienes se ha vivido.
Esta forma en que las personas se comunican, puede afectar lo que sienten respecto de sí
mismos, los otros y de la situación en la que se encuentran. En cualquier momento el individuo
tiene pensamientos, sentimientos y respuestas corporales que expresan de manera diferente ante
condiciones diferentes, así mismo, reacciones ante la forma en que otros expresan sus
pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales.
Para desarrollar un estilo de comunicación responsable, congruente y eficaz, el primer paso es que
las personas sean conscientes de cómo se comunican, en el nivel verbal y no verbal de la
comunicación. Si todo ello es importante para desarrollar relaciones satisfactorias, lo es aún más
en la labor como terapeutas, tanto para ofrecer un modelo de comunicación sana y funcional como
para ser capaces de observar el propio estilo comunicativo y el de la personas con quienes
interaccionan. Puesto que es imposible no comunicar, los seres humanos muestran algo de sí
mismos con sus palabras, silencios y el cuerpo.
En la labor terapéutica es necesario encontrar un modo de decir las cosas que permita pasar de la
comprensión del paciente, a expresar con palabras dicha comprensión. El terapeuta ha de saber
decir para contribuir al proceso de cambio y de curación. El propósito es decir las cosas de tal
forma que la confrontación con las dificultades reales y los deseos temidos resulte terapéutica, sin
que ello dañe la autoestima del paciente ni precipite un trastorno innecesario, ni una resistencia.
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La psicoterapia es un método de curación en el que el habla constituye una parte importante del
mismo. Construir comentarios que ayuden en la terapia es una habilidad educable, existen modos
de decir las cosas que significativamente producen una menor resistencia y un mayor respeto a la
autoestima del paciente. Y el respeto es un valor que puede estar presente en los terapeutas sea
cual fuere su orientación teórico-práctica, y su particular manera de ser.
Cada mensaje abierto que los terapeutas comunican a un paciente acerca de la comprensión de su
experiencia o de su dinámica personal, mensaje focal (contenido del mensaje), lleva consigo un
segundo mensaje, un meta-mensaje (aspecto relacional de la comunicación), que trasmite una
actitud sobre lo que se dice en el mensaje focal y es a menudo en este meta-mensaje donde
descansa el mayor potencial para el cambio terapéutico.
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3.1 Objetivo General
Adquirir conocimientos teóricos y prácticos acerca de: axiomas de la comunicación humana,
estilos comunicativos, comunicación responsable y comunicación terapéutica
3.2 Objetivos Específicos
•
Facilitar el Darse Cuenta de los participantes con respecto a la forma que usan para
comunicarse a nivel verbal y no verbal
•
Describir distintas maneras de utilizar la comunicación en el contexto terapéutico
•
Realizar actividades prácticas con el propósito de potenciar las habilidades de
comunicación de los participantes
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muunniiccaacciióónn
Según la Real Academia Española (sin fecha) la comunicación es:
“Hacer participe a otro de lo que uno tiene; descubrir; hacer saber a otro alguna cosa; conversar o
tratar con alguno de palabra o por escrito. Trasmitir señales mediante un código común al receptor
y al emisor; consultar; tomar el parecer a otro sobre un asunto; transmitir; contagiar”
4.1 Elementos que intervienen en la comunicación
Según Shannon y Weaver (1949) en todo proceso de comunicación intervienen una serie
de elementos que además de posibilitarla, determinan que ésta sea adecuada o no. Estos
elementos son:
a. El emisor: Es la persona que quiere expresar un mensaje, en él se produce en
principio una necesidad o carencia de algo, que genera una motivación, que le
impulsa a emitir o expresar este mensaje. El emisor es el que influye de forma
intencional en el tipo de estrategia que utilice a la hora de trasmitir el mensaje, es
decir, en el contenido, frases a utilizar, canal, etc.
b. Canal: Es el medio de transporte de la comunicación. Pueden ser: verbal, gestual,
visual, etc.
c. Mensaje: Comprende tres elementos importantes:
•
Contenido: material elegido por el emisor
•
Código: idioma, elección de palabras, mímica, etc.
•
Tratamiento: las decisiones que toma el emisor al estructurar el código y el
contenido
d. Receptor: Es la persona a quien va dirigido el mensaje, el cual esta formado por
una variedad de aspectos que en gran medida influyen a la hora de recibirlo. Es esta
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variedad de aspectos, valores, normas, expectativas, estados de ánimo, estado
físico, conocimientos, etc., lo que tiñe, filtra o cambia el mensaje recibido.
Aparte de estos elementos formales de la comunicación, según Satir (1991) en cualquier
momento todos los individuos aportan los mismos elementos al proceso de comunicación:
•
Sus cuerpos: se mueven, tienen forma y figura
•
Sus valores: los conceptos que representan el estilo personal para sobrevivir y tener
una buena vida (los debiera y debería para sí mismo y los demás)
•
Sus expectativas del momento, influidas por las experiencias pasadas
•
Sus órganos de los sentidos: ojos, oídos, nariz, boca y piel, los cuales les permiten
ver, escuchar, oler, gustar, tocar y ser tocados
•
Su capacidad para hablar: palabras y voz
•
Su cerebro: los almacenes de conocimiento, que incluyen los hechos que aprendidos
de experiencias pasadas, lo que se ha leído y asimilado mediante el aprendizaje y lo
que ha quedado registrado en los hemisferios cerebrales. Todo esto dota de
significado al mensaje que el otro envía, de manera que el significado está en la
mente del receptor
4.2 Aportes de la Teoría de la Comunicación Humana
La terapia sistémica y de la información que fundamentan la psicoterapia familiar, se derivan
de la Teoría Pragmática de la Comunicación Humana desarrollada por Watzlawick, Beavin y
Jackson entre 1967 y 1968, siendo enriquecida más tarde por miembros del Instituto de
Investigaciones Mentales de Palo Alto, quienes integran los datos clínicos observados en
familias con pacientes esquizofrénicos, con las ideas de Bateson y Erickson.
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), el estudio de la comunicación humana puede
subdividirse en tres áreas:
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d. Sintáctica: estudia los problemas relacionados con la transmisión de información;
como se codifica y decodifica, los canales de transmisión, redundancia, etc.
e. Semántica: Estudia el significado. Toda información que es compartida presupone
una conversión semántica entre los comunicantes
f.
Pragmática: Estudia los efectos que la comunicación tiene sobre la conducta del
individuo
Toda conducta es en sí misma una comunicación, ya que en una situación de interacción,
palabras, silencios, movilidad corporal, inmovilidad corporal, etc., tienen valor de mensaje.
Es importante resaltar el contexto en el que tiene lugar la comunicación, ya que esta sufre
su influencia. Bateson citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), afirma: toda
comunicación exige un contexto, que sin contexto no hay significado y que los contextos
confieren significado porque hay una clasificación de los contextos. De modo que, el contexto
determina de alguna manera qué se comunica y cómo se comunica. Toda persona mantiene
interacciones en contextos diferentes: contexto familiar, profesional, de amistad, etc.
Introducir el contexto en la observación y estudio de las dificultades de algunas personas que
desarrollan una serie de síntomas y/o trastornos psiquiátricos, posibilita pasar de la linealidad
causa-efecto, de buscar las causas del trastorno en el interior de la persona, a la circularidad,
es decir, a la observación de qué efectos tiene en los demás la conducta de esa persona, las
reacciones de estos últimos frente a aquéllas y el contexto en que todo ello tiene lugar; de
esta manera, el foco se desplaza desde el individuo hacia la relación entre las partes de un
sistema más amplio. Y es aquí donde la observación de Bateson, mencionada anteriormente
adquiere pleno significado, ya que un fenómeno (por ejemplo una conducta sintomática)
puede permanecer inexplicable, en tanto el marco de observación no es suficientemente
amplio como para incluir el contexto en el que dicho fenómeno tiene lugar.
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4.2.1 Retroalimentación:
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), todo proceso de comunicación lleva consigo
una interacción y un intercambio de información y por ende una retroalimentación. Este
concepto permite superar la linealidad determinista para pasar al carácter circular de las
relaciones: la conducta de cada persona afecta a la de cada una de las otras y es a su
vez, afectada por estos.
La retroalimentación en el proceso comunicacional permite la auto-regulación de las
relaciones. De acuerdo con estos autores la retroalimentación puede ser:
a. Positiva:
Cuando
produce
una
pérdida
de
estabilidad
o
equilibrio
y
consecuentemente lleva a un cambio. Por ejemplo: una persona esta hablando con su
hijo en tono alto y cortante y de momento, el niño empieza a llorar, entonces él
padre se calla o baja el tono de su voz, se disculpa, dialoga
b. Negativa: Cuando caracteriza un estado constante u homeostasis. Desempeña un
papel muy importante en el logro y mantenimiento de la estabilidad de las relaciones.
Cada individuo posee información acerca de las personas con las que se relaciona,
saben como les gusta que les hablen, de qué, a cuales de sus conductas responden
con agrado y a cuales no etc. Este tipo de retroalimentación adquiere mayor
importancia en aquellos sistemas cuyas relaciones entre sus miembros son
disfuncionales y cualquier cambio hacia la autonomía e independencia de algunos de
sus miembros es vivido como amenazante y el sistema se moviliza de alguna forma
para que todo siga igual.
En una interacción tanto el emisor como el receptor de la comunicación emiten
señales que actúan como reguladores de la comunicación: de allí que alguien suba o
baje o cambie el tono de voz, aumente o disminuya el ritmo del habla, se calle o
sigue hablando, cambie de tema, etc.
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4.2.2 Redundancia:
La redundancia ha sido ampliamente estudiada en dos de las tres áreas humanas de la
comunicación, la sintáctica y la semántica. De acuerdo con Beavin, Jackson y Watzlawick
(1987), una de las conclusiones que pueden extraerse de esos estudios, es la de que
cada persona posee vastos conocimientos acerca de la legitimidad y la probabilidad
estadística inherentes tanto a la sintáctica como a la semántica de las comunicaciones
humanas: se sabe si una frase está o no bien construida, si alguna de las palabras es
inadecuada para el contexto de la frase, se pueden completar frases y palabras
incompletas, etc. Desde el punto de vista psicológico, ese conocimiento resulta
particularmente interesante por el hecho de hallarse casi por completo fuera de la
percatación consciente.
No resulta demasiado difícil comprender que la redundancia pragmática es esencialmente
similar a la redundancia sintáctica y semántica. También aquí se cuenta con
conocimientos que permiten evaluar, modificar y predecir la conducta. En esta área se es
particularmente sensible a las incongruencias: la conducta que está fuera de contexto o
que muestra algún otro tipo de comportamiento al azar o de falta de restricción,
impresiona de inmediato como mucho más inadecuada que los errores meramente
sintácticos o semánticos en la comunicación, como por ejemplo, que una persona ande a
gatas por la calle.
Sin embargo, es precisamente en esta área donde menos se perciben aquellas reglas que
se siguen en la comunicación eficaz y se violan en la comunicación perturbada. Los seres
humanos están en comunicación constante y a la vez, son casi por completo incapaces
de comunicarse acerca de la comunicación.
La redundancia aplicada a las relaciones se refiere a las reglas que regulan esas
relaciones: lo que se puede y no se puede decir a alguien, lo que puede y no puede
hacer en la relación con alguien, etc.
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4.2.3 Metacomunicación:
Cuando las personas usan la comunicación para comunicar algo acerca de la
comunicación, (cosa que es inevitable cuando se investiga sobre ésta), utiliza
conceptualizaciones que se refieren a ella. Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987),
esto se entiende por metacomunicación.
Los seres humanos están básicamente limitados al lenguaje natural como vehículo tanto
para la comunicación como para la metacomunicación. Utilizan el lenguaje y las palabras
que lo constituyen, tanto para comunicarse, como para hablar acerca de cómo se
comunican. En las relaciones funcionales se observa que las personas en interacción se
comunican acerca de cómo se comunican, esta característica no está presente en
aquellas relaciones que son disfuncionales.
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La palabra axioma viene del nombre latino effatum –i, que significa proposición lógica, axioma,
predicción; a su vez, effatum es el participio pasado del verbo effor, que significa: decir, hablar,
pronunciar, fijar determinar. En el campo de la lógica, un axioma es una verdad que no necesita
ser demostrada. Antes de exponer los axiomas fundamentales de la comunicación humana
conviene definir algunos términos:
•
Mensaje: Cualquier unidad comunicacional singular
•
Interacción: Serie de mensajes intercambiados entre personas
•
Pautas de interacción: Reglas que definen la relación entre los comunicantes
•
Comunicación: unidad de conducta (verbal, tonal, contextual, gestual, etc.).
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), algunos de los axiomas fundamentales de la
comunicación humana son:
5.1
La imposibilidad de no comunicar
No hay nada que sea lo contrario de conducta, no hay no-conducta, es imposible no
comportarse. Si se acepta que toda conducta es una situación de interacción (incluso de
autointeracción) que tiene un valor de mensaje, es decir, es comunicación, se deduce que
por mucho que las personas lo intenten nunca dejan de comunicar. Actividad o inactividad,
palabra o silencio, tienen siempre valor de mensaje; influyen sobre los demás, quienes, a su
vez, no pueden dejar de responder a tales comunicaciones y por ende, también comunican.
No se puede afirmar que la comunicación sólo tiene lugar cuando es intencional, consciente o
eficaz, esto es, cuando se logra un entendimiento. Que el mensaje emitido sea o no igual al
mensaje recibido depende de muchos factores propios de cada sujeto y del contexto.
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De acuerdo con Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), del intento de transgredir este axioma
se derivan una serie de distorsiones en el proceso comunicacional que se plasman en
diversas interacciones patológicas:
i. Negar que se ha comunicado: Por ejemplo: cuando una persona niega a otra que le ha
dicho algo, en este contexto. Los pacientes esquizofrénicos enfrentan un doble dilema: se
comportan como si trataran de negar que se comunican y luego necesitan negar que esa
negación constituye en sí mismo una comunicación. El esquizofrenés es un lenguaje que
obliga al interlocutor a elegir entre muchos significados posibles que no sólo son
distintos, sino que incluso pueden resultar incompatibles entre sí. Así se hace posible
negar cualquier aspecto de un mensaje o todos sus aspectos.
ii. Hacer como sí se comunica: Es posible que el paciente dé la impresión de querer
comunicarse aunque sin aceptar el compromiso inherente a toda comunicación. En este
contexto comunicacional pueden darse las siguientes reacciones de evitación:
a. Rechazo de la comunicación: Puede variar desde el mensaje directo de no quiero
comunicarme contigo ahora, hasta un total silencio verbal que implica una cierta
tensión e incomodidad y una necesidad de metacomunicarse. No se logra evitar la
relación
b. Aceptación de la comunicación: las personas se comunican de tal forma que la
propia comunicación y la del otro quedan invalidadas. Esto se conoce como
Descalificación Transaccional
Para Sluzki citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), la Descalificación
Transaccional se produce cuando los indicadores metacomunicativos están ausentes
y el contenido no se adecua al contexto, o bien cuando aún estando presentes
estos indicadores, el contenido no concuerda; de modo que, el mensaje a es
descalificado por el mensaje b. La descalificación puede producir risa o cólera,
aunque lo más probable es que produzca confusión dado que la persona A no
puede saber si B está de acuerdo o en desacuerdo con el contenido del mensaje a,
o lo rechaza o lo toma a mal, o si ya lo conoce.
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Selvini citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987) la descalificación es un tipo
de respuesta a la definición que el otro intenta dar de sí en una relación. Esta
definición no es una confirmación ni un rechazo. Es una respuesta crítica,
incongruente, que conlleva el siguiente mensaje: no estás, no existes.
La descalificación abarca muchos fenómenos comunicacionales como:
•
Incongruencias: Mensajes no adecuados al contexto o que transmiten
información diferente y/o contradictoria en distintos niveles comunicativos
•
Autocontradicciones: Enviar mensajes opuestos en el mismo nivel de
comunicación anulándose mutuamente
•
Cambios de tema: Fraccionamientos o transacciones bruscas o inesperadas,
oraciones cortadas y/o incompletas
•
Tangencializaciones: son una especie de sordera específica, que lleva a eludir
ciertos mensajes evitando al mismo tiempo el esclarecimiento de la situación.
Desde el punto de vista de los participantes en la interacción se crea un muro
que separa lo que cada uno necesita corroborar y lo que el otro le confirma.
La respuesta tangencial no ofrece ni aprobación ni desaprobación directa a la
acción evocadora, por el contrario puntualiza algo secundario en lo que no se
había reparado y por ello carece de importancia inmediata
•
Estilo oscuro: Indirecto, interpretación metafórica de las expresiones literales
e interpretaciones literales de las expresiones metafóricas
•
Malos entendidos intencionales, confusiones
iii. Utilización de tretas comunicacionales: Fingir sueño, sordera, ignorancia del idioma o
cualquier otra deficiencia o incapacidad que justifique la imposibilidad de comunicarse.
Puede llegar al uso de síntomas neuróticos, psicóticos y psicosomáticos: la persona se
convence a sí misma de que se encuentra a merced de fuerzas que se escapan a su
control, librándose de la censura por parte de los otros significativos y de los
remordimientos
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5.2 Toda comunicación tiene una dimensión referencial o de contenido y otra de
relación o connativa, de modo que la segunda clasifica a la primera y es, por lo
tanto, una metacomunicación
En términos generales de la comunicación humana este axioma se puede describir así:
Toda comunicación implica un compromiso: Yo, te estoy diciendo algo, a ti, en ésta situación
(ver Ilustración 1), y por tanto define el modo en que el emisor concibe su relación con el
receptor: una comunicación no sólo transmite información sino que al mismo tiempo impone
conductas. Siguiendo a Bateson citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), estas dos
operaciones se conocen como los aspectos referenciales o denotativos y relacionales o
conativos, de toda comunicación.
Ilustración 1. Compromiso de la comunicación
Yo
te estoy diciendo algo, a ti
(emisor)
(mensaje)
Tu
(receptor)
En esta situación
(contexto)
Fuente: Moreno, P. (2009)
5.2.1 Aspecto referencial o denotativo:
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), el aspecto referencial o denotativo de un
mensaje, transmite información acerca de un tema específico y por esto en la
comunicación humana es sinónimo de contenido del mensaje. Puede referirse a cualquier
cosa que sea comunicable, al margen de que la información sea verdadera o falsa, válida,
no válida o indeterminable.
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5.2.2
Aspecto relacional o conativo:
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1987), el aspecto conativo o relacional se refiere al
significado afectivo, a qué tipo de mensaje debe entenderse que es. Son las instrucciones
que se dan para usar la información, los mensajes enviados para definir la naturaleza de
la relación existente entre los comunicantes.
Esta segunda dimensión de la comunicación corresponde a un tipo lógico superior y
constituye una modalidad de metacomunicación porque dice algo más acerca de lo
comunicado: la actitud, los sentimientos y las intenciones del emisor hacia el receptor y
hacia sí mismo. Es como si el participante A dijera al participante B: es de esta forma
como yo necesito verte, porque es de esta otra forma como yo me veo a mi mismo, por
lo tanto, tienes que entender así lo que te digo. Según Beavin, Jackson y Watzlawick
(1987), el participante B puede responder de tres maneras a la autodefinición de A:
i. Confirmación: B puede aceptar (confirmar) la definición que A da de sí mismo. Esta
confirmación es el factor que más pesa en el desarrollo y la estabilidad mentales. Sin
este efecto autoconfirmador la comunicación humana no se habría desarrollado más
allá de los estrechos límites de los intercambios indispensables para la protección y la
supervivencia.
Gran parte de las comunicaciones tienen el propósito de la autoconfirmación. Las
emociones que las personas experimentan los unos con respecto de los otros no
existirían y vivirían en un mundo vacío de todo lo que no fueran las actividades más
utilitarias, un mundo carente de belleza, poesía, juego y humor. Parecería que, aparte
del mero intercambio de información, el hombre tiene que comunicarse con los otros
a los fines de su autopercepción y percatación; basta con pensar las dificultades que
se experimentan para mantener una estabilidad emocional si solo se comunican
consigo mismos.
Es a partir de esta necesidad que cobra pleno sentido el encuentro, así mismo
cualquier otra forma de conciencia incrementada de sí mismo que sobreviene como
resultado de establecer una relación con otro individuo. Como sostiene Buber (1958):
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“La base de la vida del hombre con el hombre es doble, y es una sola: el deseo de
todo hombre de ser confirmado por los hombres como lo que es, e incluso como lo
que puede llegar a ser y la capacidad innata en el hombre para confirmar a sus
semejantes de esta manera. El hecho de que tal capacidad esté tan
inconmensurablemente descuidada constituye la verdadera debilidad y
cuestionabilidad de la raza humana: la humanidad real sólo existe cuando esa
capacidad se desarrolla”
ii. Rechazo: la segunda respuesta posible de B, frente a la definición que A propone de
sí mismo, consiste en rechazarla. Por penoso que resulte, el rechazo presupone por lo
menos un reconocimiento limitado de lo que se rechaza y por tanto, no niega
necesariamente la realidad de la imagen que A tiene de sí mismo (vendría a ser yo no
te veo así, pero si tu te ves así tú sabrás). En algunos casos es hasta constructivo,
por ejemplo, cuando un terapeuta se niega a aceptar la definición que un paciente da
de sí mismo en la situación transferencial y con la que el paciente puede tratar de
imponer al terapeuta su propio juego relacional (el paciente se define como
dependiente, pasivo, torpe y trata de que el terapeuta le diga lo que tiene que hacer,
lo guíe, etc.).
iii. Desconfirmación: Esta respuesta por parte de B, es la más importante desde el punto
de vista pragmático y de la psicopatología. La desconfirmación no se refiere a la
verdad o falsedad (si existen tales criterios) de la definición que A da de sí mismo,
sino más bien niega la realidad de A como fuente de tal definición. Es decir, mientras
que el rechazo equivale a estás equivocado, la desconfirmación afirma el hecho tú no
existes. Un individuo sujeto sistemáticamente a esta desconfirmación tiene muchas
posibilidades de experimentar una perdida de la mismidad (alienación).
Conviene aclarar que las relaciones rara vez se definen deliberadamente o con plena
conciencia, se podría decir que cuanto más sana y espontánea es una relación, más
se pierde el aspecto de la comunicación vinculado con la relación. En las relaciones
enfermas, se produce una constante lucha acerca de la naturaleza de la relación,
mientras que el aspecto de la comunicación vinculado con el contenido se hace cada
vez menos importante.
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El aspecto relacional de una comunicación resulta idéntico al concepto de
metacomunicación. La capacidad para metacomunicarse en forma adecuada
constituye no sólo la condición sine qua non de la comunicación eficaz, sino que
también está íntimamente vinculada con el complejo problema concerniente a la
recepción del self y del otro. Las ambigüedades en la metacomunicación y las
confusiones entre los dos niveles comunicativos (comunicación y metacomunicación)
pueden llevar a impasses idénticos en su estructura a la de las famosas paradojas en
el campo de la lógica.
El aspecto relacional comprende:
a. La comunicación no verbal o paraverbal que abarca:
•
Gestos, movimientos corporales (manos, brazos, cabeza, pies y piernas)
•
Expresiones faciales (sonrisas, llantos, suspiros, bostezos, estornudos,
ronquidos)
•
Tonos, ritmos, intensidad e inflexiones de la voz
•
Conducta de los ojos (parpadeo, dirección, duración de la mirada y dilatación
de la pupila)
•
Manejo del espacio (proximidad, distancia íntima, personal, social y pública)
•
Postura y actitudes corporales (la forma y aromas del cuerpo, la altura, el
peso, el color o la tonalidad de la piel y el cabello, la ropa, el calzado y el tipo
de arreglo en conjunto; accesorios, adornos y en general, el atractivo global
de la persona)
El significado de la conducta paraverbal varía de una persona a otra por lo que
sólo se puede interpretar con certeza en el contexto total del patrón de conducta
de una persona.
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b. El contexto o marco de referencia: En el que se produce la interacción y que
indica cómo se debe entender y evaluar la conducta verbal y paraverbal. Los
distintos contextos interaccionales están regidos por reglas de conducta diferentes
que definen la naturaleza de la relación. Así, por ejemplo, la relación padre-hijo
está regida por un conjunto de reglas diferentes de las que rigen la relación entre
ese mismo padre y su propio padre.
Para que la comunicación fluya sin dificultad, una de las condiciones es el acuerdo
entre los comunicantes acerca de cual es el contexto admitido en el momento
dado. Esto posibilita la adecuación de las reglas válidas para ese contexto. Esto
sólo se consigue definiendo con claridad la naturaleza de la relación con el otro,
por medio de marcadores de contexto o a través de señales que son emitidas y
recibidas generalmente a nivel preconsciente y que determinan las reglas
interaccionales adecuadas para ese contexto, los roles y expectativas permitidos,
para cada uno de los participantes. Si esto no se da, los interacuantes no saben
cuales son las reglas que tienen que seguir en un momento dado, generando una
confusión que puede resultar en una interacción patológica.
De este axioma comunicativo se deriva la importancia de considerar la
sintomatología del paciente, como adecuada al contexto familiar en que se
produce, ya que es en este marco de referencia donde adquiere un sentido y un
significado ya que obedece a determinadas reglas.
Las reglas según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997): son acuerdos de relación
que prescriben y limitan la conducta de los individuos en una amplia variedad de
esferas, organizando su interacción en un sistema razonablemente estable de
secuencias reiterativas.
Las reglas encuadran la forma en que realizan las funciones de un sistema cada
uno de los elementos que lo componente.
Cuando se crea una familia, las reglas aún no están establecidas con claridad,
cada uno de los miembros de la pareja aporta sus experiencias y aprendizajes de
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los modelos de interacción de sus respectivos sistemas familiares de origen, junto
con ello ponen los deseos y expectativas que cada uno de ellos tienen, de allí que
con todos estos componentes van paulatinamente definido la naturaleza de su
relación con el otro.
Estas
reglas
pueden
establecerse
a
diferentes
niveles
de
conciencia
simultáneamente:
•
Nivel de las reglas conocidas: Son aquellas que se establecen explícitamente,
de forma directa y abierta, aún antes de formalizar el vínculo. Estas reglas son
claras y fáciles de cambiar adaptándose de forma natural a las necesidades
individuales y sistémicas para garantizar una óptima individualización conexa
de los participantes en el proceso de la coevolución.
•
Nivel de las reglas implícitas: Son las que existen en la dinámica familiar
aunque
no
se
hayan
verbalizado.
Constituyen
formas
de
funcionar
sobreentendidas acerca de las cuales el sistema considera innecesario hablar
de un modo explícito, directo y abierto. Debido a ello estas reglas pueden
convertirse en fuente de tensión y de conflicto. Un ejemplo podría ser la regla
de que si un miembro de la pareja baila con un desconocido, no lo haga
mejilla con mejilla.
•
Nivel de las reglas secretas: Este tipo de reglas resultan difíciles de descubrir
en la dinámica familiar, a veces se encuentran en hechos aparentemente
intranscendentes. Se suelen manifestar a través de modos de actuar con los
que una parte del sistema (uno o más miembros) bloquea de manera
enmascarada los intentos de libertad, autonomía iniciativa, etc., respecto de
nuevas acciones, cambios y transformaciones de otra parte del sistema. Se
bloquea todo lo que implica crecimiento, diferenciación y evolución y resulte
peligroso para la morfosintaxis familiar.
Son actos que tienden a provocar y mantener actitudes temidas y deseadas a
la vez en el otro. Son una especie de jugadas homeostáticas en un sistema de
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programación mutua, en que cada participante estimula al otro para que
desempeñe un papel específico: el rol complementario interno patológico más
acorde con la definición de la relación.
•
Nivel de las metareglas: Estas reglas son transmitidas por medio de la
metacomunicación y bien sirven para cuestionar las reglas que ya no son
útiles y cambiarlas o bien crean nuevas prohibiciones que aumentan la rigidez
de las reglas originales, impidiendo el cambio y la evolución del sistema. En la
medida en que un sistema familiar es funcional y sano, posee una amplia y
flexible variedad de reglas que posibilitan diferentes cambios.
En los sistemas familiares disfuncionales se observa que la gama de posibles
reglas es reducida y las que existen son rígidas e inflexibles imposibilitando la
transformación del sistema. Este tipo de sistemas carece de metareglas que
sirvan para cambiar las reglas ya inoperantes. Cuando estos sistemas se
enfrentan a situaciones para las cuales sus reglas son inadecuadas tampoco
tienen la capacidad de generar reglas nuevas a partir de las metareglas que
les ayude a solucionar la situación conflictiva. La resolución que adoptan les
sumerge en lo que se ha llamado juego sin fin o ciclos de interacción
autoperpetuadores.
Los mensajes que se comunican a nivel denotativo y conativo pueden
calificarse entre sí de manera congruente cuando no hay contradicción entre
ellos, formando una armónica gestalt comunicativa o incongruente cuando se
contradicen o descalifican mutuamente.
El mayor peso en la calificación lo posee la dimensión relacional, ya que una
persona suelen reaccionar de manera automática e inconsciente no tanto a lo
qué le dicen sino a cómo se lo dicen, pues en ello va implícita la naturaleza de
la relación que el otro le propone establecer.
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5.2.3 Variaciones posibles entre los aspectos de relacionales y referenciales de
la comunicación:
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997) estas variaciones son:
a. En el mejor de los casos, los participantes concuerdan con respecto al contenido de
sus comunicaciones y a la definición de su relación
b. En el peor de los casos, los participantes están en desacuerdo con respecto al nivel
del contenido y también al de relación
c. Entre ambos extremos hay varias formas mixtas:
•
Los participantes están en desacuerdo en el nivel del contenido, pero ello no
perturba su relación. Quizás esta sea la forma más madura de manejar el
desacuerdo: acordamos estar en desacuerdo (una regla de la relación puede
ser ésta)
•
Los participantes están de acuerdo en el nivel de contenido, pero no en el de
relación; la estabilidad de la relación se ve amenazada en cuanto deje de
existir la necesidad de acuerdo en el nivel de contenido. Por ejemplo, el
problema que presenta un niño que une a los padres que tienen una crisis en
su relación de pareja
•
Confusiones entre los dos aspectos, el de contenido y el de relación. Puede
consistir en un intento por resolver un problema relacional en el nivel del
contenido (donde no existe). Por ejemplo, un miembro de una pareja invita a
cenar a un amigo que está de paso ese día por la ciudad, el otro miembro lo
ve adecuado pero no el que lo haya decidido sin contar con él. También puede
consistir en una reacción frente a un desacuerdo objetivo con una variación
del reproche básico: si me amaras no me contradecirías, de modo que si se
tiene una pareja que discute acerca de quien es el autor de un libro y logran
averiguar quien de los dos tiene razón, esto no soluciona el problema, porque
el verdadero problema no es realmente quién es el autor del libro (contenido),
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sino que para uno de ellos una regla de la relación puede ser: dos personas
que se quieren no discuten
•
Por último, y de particular importancia clínica, son todas aquellas situaciones
en las que una persona se ve obligada de un modo u otro a dudar de sus
propias percepciones en el nivel de contenido, a fin de no poner en peligro
una relación vital con otra persona (relaciones donde está presente lo que
Bateson citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1997) denomina el doble
vínculo) y que se detallan más adelante.
5.3 La naturaleza de una relación depende de la puntuación de las secuencias de
comunicación entre los comunicantes
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), esta característica de la comunicación se refiere
a la interacción (intercambio de mensajes) entre comunicantes. Para un observador, una
serie de comunicaciones puede entenderse como una secuencia ininterrumpida de
intercambios. Sin embargo, quienes participan en la interacción siempre introducen una
puntuación de la secuencia de hechos.
Las puntuaciones se refieren a la forma como cada uno de los participantes de una relación
estructura y organiza una secuencia continua de sucesos y conductas, que tienen lugar entre
ellos. El modo en que es puntuado un proceso de comunicación o una secuencia de
interacción, determina el significado que se le asigna a la manera en que se evalúa la
conducta del otro, en relación a quien es el culpable o responsable y quien simplemente
reacciona.
Con todo, es indudable que en una secuencia prolongada de intercambios, las personas de
hecho puntúan la secuencia de modo que uno de ellos o el otro tiene iniciativa, predominio,
dependencia, etc. Es decir, establecen entre ellos patrones de intercambio (acerca de los
cuales pueden o no estar de acuerdo) y dichos patrones constituyen de hecho reglas de
contingencia con respecto al intercambio de esfuerzos.
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La falta de acuerdo con respecto a la manera de puntuar la secuencia de hechos es la causa
de muchos conflictos en las relaciones. (¿Qué fue primero el huevo o la gallina? ¿Me enfado
por qué te callas o te callas por qué me enfado?) . Este axioma evidencia la necesidad de
captar y romper la apariencia de la causalidad lineal, para introducir la visión sistémica y
circular, tanto para el diagnóstico de las relaciones familiares, como para planificar las
intervenciones terapéuticas.
Las discrepancias no resueltas en la puntuación de las secuencias comunicacionales pueden
llevar directamente a impasses interaccionales en los que, eventualmente, se hacen
acusaciones mutuas de locura o maldad.
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), las complicaciones potenciales inherentes a este
fenómeno son:
i.
Las discrepancias en cuanto a la puntuación de la secuencia de hechos, tienen lugar en
todos aquellos casos en que por lo menos uno de los comunicantes (o ambos) no
cuenta con la misma información que el otro, pero no lo sabe. Por ejemplo: A manda
un correo electrónico a B, entonces B le responde pero lo manda a una dirección
equivocada, con lo cual A se enfada y no intenta contactar de nuevo con B y B también
se enfada y también decide no contactar con A. De allí en adelante, esta disputa
silenciosa puede durar eternamente a menos que comiencen a averiguar que paso con
sus comunicaciones, es decir que metacomuniquen.
ii.
Para casi todas las personas, resulta gratuito suponer no sólo que el otro cuenta con la
misma información, sino también que el otro debe sacar de dicha información, idénticas
conclusiones. Un conflicto de puntuación presupone de alguna manera la convicción
firmemente establecida y por tanto no cuestionada, de que sólo hay una realidad, el
mundo tal como la persona lo ve, y que cualquier visión que difiera de ésta, tiene que
deberse a irracionalidad o mala voluntad. Por ejemplo: A lleva a su bebé al médico
cuando tiene fiebre de 38º, un día llega a casa por la noche y B ha estado toda la tarde
con el bebé sin notar la fiebre del bebé o habiéndola notado pero sin darle mucha
importancia, entonces A le acusa de irresponsable, perverso, inconsciente, etc. En casi
todos estos casos de comunicación patológica se constituyen vínculos viciosos de
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comunicación, que no se pueden romper hasta que los comunicantes metacomuniquen.
Para poder lograr esto tienen que salirse del círculo.
iii.
En estos casos de comunicación discrepante se observa un conflicto acerca de cual es
la causa y cual el efecto, aunque en realidad ninguno de estos conceptos resulta
aplicable debido a la circularidad de la interacción. Las puntuaciones discrepantes llevan
a visiones distintas de la realidad que incluye la naturaleza de la relación y por ende
aun conflicto interpersonal. Todo esto lleva al concepto de la profecía autocumplidora,
la cual se trata de una conducta que provoca en los demás, la reacción frente a la cual
esa conducta sería una reacción apropiada. El individuo muestra una conducta
redundante que ejerce un efecto complementario sobre los demás forzándolos a asumir
ciertas actitudes específicas. Lo que caracteriza la secuencia y la convierte en un
problema de puntuación en que el individuo considera que él está reaccionando ante
estas actitudes y no que las provoca. Por ejemplo: un individuo parte de la premisa:
todos me gritan y se enfadan conmigo, se comporta como si fuese sordo, no presta
atención a los demás y no contesta cuando se le habla.
5.4 Los seres humanos se comunican tanto digital como analógicamente
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), los seres humanos son los únicos que utilizan
un sistema de comunicación binario: analógico-digital, en sus diversos niveles de
comunicación. Íntimamente vinculado con los descubrimientos neurofisiológicos acerca del
funcionamiento diferencial y característico de los hemisferios cerebrales humanos, se
encuentra este axioma de los dos lenguajes.
Cada hemisferio cerebral maneja un lenguaje diferente pero complementario, siendo el
digital propiedad casi exclusiva del hemisferio cerebral izquierdo y el analógico, propiedad del
hemisferio cerebral derecho. El lenguaje digital cuenta con una sintaxis lógica sumamente
compleja y poderosa, pero carece de una semántica adecuada en el campo relacional y
afectivo pues existe una conexión arbitraria y convencional entre lo designado y la
designación. Tal como resulta, por ejemplo, con la secuencia de signos escritos que se les
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conoce como letras, a las cuales se les atribuye un sonido y significado diferente por
consenso socio-cultural.
El lenguaje analógico posee la semántica pero no una sintaxis adecuada para la definición
inequívoca de la naturaleza de las relaciones.
En la comunicación humana es posible referirse a los objetos de dos maneras distintas: se les
puede representar por un símil (por ejemplo, un dibujo) o por un nombre.
Estos dos tipos de comunicación (uno mediante una semejanza autoexplicativa y el otro,
mediante una palabra) son equivalentes a los conceptos de las computadoras analógicas y
digitales. Puesto que se utiliza una palabra para nombrar algo, resulta obvio que la relación
entre el nombre y la cosa nombrada está arbitrariamente establecida. Las palabras son
signos arbitrarios que se manejan de acuerdo con la sintaxis lógica del lenguaje. Como
señalan Bateson y Jackson citados por Beavin, Jackson y Watzlawick (1997): No hay nada
parecido a cinco en el número cinco; no hay nada particularmente similar a una mesa en la
palabra mesa.
En la comunicación analógica hay algo particularmente similar a la cosa en lo que se utiliza
para expresarla. Es más fácil referir la comunicación analógica a la cosa que representa. Este
tipo de comunicación tiene sus raíces en periodos arcaicos de la evolución y por tanto
encierra una validez más general que la comunicación verbal.
El hombre utiliza tanto los modos de comunicación analógicos como los digitales. El aspecto
relativo al contenido se transmite en forma digital, mientras que el aspecto relativo a la
relación es de naturaleza predominantemente analógica.
El material del mensaje digital es de mucha mayor complejidad, versatilidad y abstracción
que el material analógico. La comunicación analógica no tiene nada comparable a la sintaxis
lógica del lenguaje digital, no posee equivalentes para determinados elementos del discurso
si, luego; o, y la expresión de conceptos abstractos resultan especialmente difícil, no posee el
negativo simple de una expresión para no (por ejemplo: se puede dibujar una mesa, pero no
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una no-mesa); cuando hay significados dispares (ejemplo: lágrimas de alegría o tristeza)
carece de calificadores para indicar a que significado se refiere.
Como el hombre combina estos dos lenguajes, ya sea emisor o receptor, debe traducir
constantemente de uno al otro y al hacerlo enfrenta ciertos dilemas: pérdida de información
cuando traduce del modo digital al analógico, dificultad de expresar con palabras un tipo de
relación, un sentimiento, etc.
El lenguaje analógico lo constituyen toda la gama de lenguaje paraverbal, representaciones
gráficas, sonoras, olfativas, gustativas y kinestésicas; los afectos, sentimientos y lenguajes
figurados. Sigue sus propias leyes y reglas que se conocen como analógicas y que son
similares a las formas del funcionamiento inconsciente: condensación y desplazamiento. Ellos
le dan a su contenido un carácter peculiar como el que encontramos en los sueños,
fantasías, chistes, fábulas, psicosis, etc.
El hecho de que existan dos lenguajes fundamentales basados en el funcionamiento
diferencial de los hemisferios cerebrales conlleva a que cada uno de estos hemisferios
elabora una versión diferente y en su propio lenguaje de la realidad objetiva. De forma que
la realidad interna subjetiva queda constituida en dos versiones diferentes, congruentes o
incongruentes entre sí (la versión analógica y digital).
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), la integración armónica de ambos resulta
indispensable para la construcción de una realidad interna, subjetiva o de segundo orden lo
más cercana posible a la realidad externa, objetiva o de primer orden.
Cuando existe incongruencia entre los mensajes transmitidos en los patrones de interacción
habitual, el modelo subjetivo del mundo suele ser disarmónico, confuso y conflictivo ya que
ambas versiones se descalifican entre sí. En estos casos se le concede mayor poder al
testimonio analógico por estar más ligado a contenidos afectivos, esto favorece conductas
comunicacionales específicas que mantienen la confusión, incongruencia y caos contextual,
anulando al mismo tiempo las tendentes al esclarecimiento; se crean de esta manera
complejas redes de retroalimentación, que perpetúan la incongruencia interna y externa.
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Como se ha comentado anteriormente, pueden existir errores de traducción entre material
analógico y digital. Traducir mensajes analógicos al lenguaje digital resulta muchas veces
impreciso, ya que se presta a interpretaciones muy distintas y a menudo incompatibles.
No sólo resulta difícil al emisor verbalizar sus propias comunicaciones analógicas, sino que si
surge una controversia interpersonal en cuanto al significado de una comunicación analógica
particular, es probable que cualquiera de los dos participantes introduzca, en el proceso de
traducción al modo digital, la clase de digitalización que concuerde con su imagen de la
naturaleza, de la relación. Incluso cuando la traducción parece adecuada, la comunicación
digital en el nivel relacional puede seguir resultando poco convincente.
Según Bateson citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), otro de los errores básicos
es el supuesto de que un mensaje analógico es por naturaleza afirmativo o denotativo, tal
como lo son los mensajes digitales y quizás convendría considerarlo como similar a una
pregunta o una propuesta digital. Todos los mensajes analógicos invocan significados a nivel
relacional y por tanto constituyen propuestas acerca de las reglas futuras de la relación. Por
ejemplo: una persona puede proponer o mencionar a otra, amor, odio, etc., pero es esta
otra, la que le atribuye futuros valores de verdad positivos o negativos a su propuesta.
Al traducir el material analógico al lenguaje digital, deben introducirse las funciones lógicas
de verdad, pues estas faltan en el modo analógico. Tal ausencia se vuelve notable en el caso
de la negación, ya que falta el equivalente del no digital. La única solución para poder
transmitir una negación consiste, primero, en demostrar o proponer la acción que se quiere
negar y luego en no llevarla a cabo.
El ritual puede ser el proceso intermedio entre la comunicación analógica y digital, ya que se
asemeja al material de un mensaje pero de una manera repetitiva y estilizada ubicada entre
la analogía y el símbolo.
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5.5 Todos los intercambios comunicacionales son simétricos o complementarios,
según que estén basados en la igualdad o la diferencia
Según Nares (1991), en todo intercambio interpersonal, los mensajes analógicos invocan
significados a nivel relacional y por lo tanto, constituyen propuestas o solicitudes acerca del
tipo de relaciones que se pretenden establecer con el otro (ya sea odio, amor, amistad,
competencia, etc.), y las reglas que se deben seguir en el futuro; el otro a su vez, va a
atribuir valores positivos o negativos a las propuestas según la imagen de la naturaleza de la
relación que se forme, partiendo de la totalidad de los mensajes intercambiados y de su
experiencia personal.
De aquí que cuando una persona se comunica con otra, esta maniobrando para definir la
naturaleza de la relación, mantener el control y confirmar su identidad. En este sentido,
Haley citado por Nares (1991) considera que la definición de la relación se refiere
fundamentalmente: a la manera y el grado en que las partes de una relación llegan aun
consenso sobre lo que es aceptable para el otro en la relación, o sea las reglas que son
válidas para la relación.
De modo que cuando una persona comunica un mensaje a otra, está maniobrando para
definir la naturaleza de la relación. El otro puede aceptar o rechazar la definición del primero
y conforme van definiendo la relación deciden conjuntamente, qué tipo de comunicación
existe entre ellos. Una vez que la relación se estabiliza, se crea una regla que establece un
rango de tolerancia para la desviación, de tal forma que cuando existe la amenaza de salirse
de él, ya sea hacia arriba o hacia abajo, se activan sistemas de retroalimentación negativa
que contrarrestan la desviación y mantienen la estructura del sistema comunicacional.
Entonces, el tipo de relación que se mantiene bien definido por la clase de mensajes que se
ponen de acuerdo en considerar mutuamente aceptables. El acuerdo no es fijo, sino que
evoluciona conforme uno u otro proponen nuevos tipos de mensajes o cambios del medio
ambiente que producen transformaciones en su conducta.
Ahora bien, la relación se define claramente cuando los mensajes se califican
congruentemente; cuando se hace una afirmación que indica un tipo de relación y se califica
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negándola, esto implica una comunicación incongruente que impide la clara definición de la
relación.
Nadie puede dejar de calificar sus mensajes, aunque a veces esto se haga sutilmente, por
ejemplo: a través del silencio, la postura y el contexto. Pues la ausencia de un mensaje en
cualquier nivel puede calificar a otro. De tal forma que cuando alguien responde con su
propia definición de la relación, lo hace a los múltiples niveles de comunicación del otro.
Una persona indica el tipo de relación que tiene con otra mediante lo que dice y la forma en
la que lo dice. Así según Nares (1991), la otra persona puede:
i. Dar validez al mensaje, aceptando la definición de la relación del otro
ii. Responder con una contramaniobra para definirla de forma diferente
iii. Aceptar la maniobra del otro, pero condicionando su aceptación con un mensaje
adicional, que indique que se le esta permitiendo su maniobre momentáneamente;
esto es, que él mantiene el control del tipo de relación
Un mensaje enviado se puede dividir en cuatro elementos fundamentales:
i. Yo
ii. Estoy diciendo algo
iii. A ti
iv. En ésta situación
Las personas pueden evitar definir su relación negando cualquiera de estos o todos ellos. Así
puede dejar de afirmar (ver Ilustración 2):
i. Que haya dicho algo
ii. Que algo fue comunicado
iii. Que fue comunicado a la otra persona
iv. En un contexto determinado
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Elementos del
Mensaje
Ilustración 2. Modos de evitar definir la relación al negar elementos del mensaje
I
II
III
IV
Yo
Estoy
diciendo algo
A ti
En esta
situación
Que haya
dicho algo
Que algo fue
comunicado
Que fue comunicado a
la otra persona
En un contexto
determinado
Evitar definir
la relación
Negación
Fuente: Moreno, P. (2009)
En consecuencia, en el encuentro entre dos personas, ambas se enfrentan a dos problemas:
primero: ¿Que tipo de relación existirá entre ellos?, y segundo: ¿Quién va a controlar el tipo
de relación, o sea, a definirla?. Esto implica que las personas están constantemente
ocupadas definiendo sus relaciones o contrarrestando las definiciones de los demás. Una
quinta parte de toda comunicación humana sirve para el intercambio de la información,
mientras que el resto corresponde al interminable proceso de definición, confirmación,
rechazo y redefinición de la naturaleza de sus relaciones con los demás.
Esto, lleva a una regla básica de la teoría de la comunicación humana: nadie escapa a la
necesidad de definir su relación con el otro e intentar el control de la misma, por lo tanto,
ningún mensaje es puramente informativo, sino que todos imponen conductas. Aún cuando
alguien no quiera controlar la definición de la relación, controla necesariamente porque se
establece una paradoja con los mensajes siguientes:
a. Dime lo que debo hacer (te obedezco)
b. Obedece mi orden y dime lo que debo hacer
Como cualquier paradoja, hay que dividirla en sus dos niveles; uno manifiesto que implica el
deseo de someterse, contradicho por el otro oculto, la orden implícita o explícita (según el
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acompañamiento paraverbal), de que se obedezca al que habla. El mensaje de mando es de
tipo lógico superior al mensaje informe, porque especifica quien fija las reglas para la
subclase de comportamiento permisible.
Según Nares (1991) sobre la base de los mensajes intercambiados por dos personas, se
pueden distinguir diferentes tipos de relación: Complementaria, Simétrica, Recíproca de
Bateson o Paralela de Jackson, Metacomplementaria y Pseudosimétrica, como se describen a
continuación:
5.5.1 Relación Complementaria:
Se refiere al modelo de relación en el que la conducta y las aspiraciones de los
individuos o grupos, difieren pero se ajustan mutuamente en un equilibrio dinámico. En
este tipo de relación se puede distinguir, siguiendo a Haley citado por Nares (1991),
dos posiciones que pueden resultar intercambiables entre los participantes; uno arriba
que le pertenece al que tiene control o está a cargo de la relación y uno abajo que le
corresponde al que acepta el mando o es cuidado.
Como en una relación complementaria, las conductas sumisas y dominantes de las dos
partes interactuantes difieren pero encajan mutuamente, ésta puede resultar sana y
confirmadora de la identidad de cada uno; o patológica y desconfimadora, según el
contexto, la etapa evolutiva de cada uno, las áreas en que se da y la flexibilidad o
rigidez con que se establezca.
En conexión con lo anterior Laing citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1997),
afirma que:
“…si a través de mi relación con el otro, ambos obtenemos confirmación, decimos que
entre nosotros existe una complementariedad genuina, que es aquella función de las
relaciones personales mediante la cual el otro satisface y completa al yo. Una persona
puede complementar a otra en muchos sentidos diferentes. Esta función se halla
determinada biológicamente en un nivel y es materia de elección altamente
individualizada en el otro extremo. Es una relación auténticamente recíproca, donde el
tomar acompañará al dar. El acto de tomar será simultáneamente un dar y el de dar
simultáneamente un tomar”
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Cuando la relación se cristaliza, hasta el punto de buscar la máxima diferencia entre los
participantes, a costa de lo que sea, sin importar las circunstancias, el área de
especialización y los cambios inherentes al proceso de la vida en general, surge lo que
Laing citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), llama falsa complementariedad y
Ackerman, también citado por los autores anteriormente mencionados, denomina
complementariedad negativa.
La falsa complementariedad, se caracteriza por la presencia de colusión y
confabulación. Según Nares (1991) la colusión es: un juego sin fin, entre dos o más
personas, mediante el que se engañan a sí mismas, un juego que es juego del
autoengaño mutuo, donde cada uno juega el juego del otro; pseudoconfirmándolo en
su identidad, aunque no es indispensable que se den plena cuenta de ello.
Característica esencial de este juego, es no admitir que lo es.
La confabulación, es también un juego inconsciente que se basa primordialmente en el
proceso interpersonal de delegación estudiado por Stierlin. Según Nares (1991), la
delegación es un proceso interpersonal por medio del cual, se remite o envía a alguien
como representante para cumplir una misión. El miembro enviado, está ligado por
fuertes vínculos de lealtad, abiertos o encubiertos hacia el grupo que representa y
prueba su valor y fidelidad cumpliendo la misión a toda costa.
En términos psicoanalíticos pueden diferenciarse tres tipos o clases de misiones, según
estén destinadas a satisfacer el Ello, Yo o Superyó (por lo general parentales), como se
describe a continuación:
a. Ello: estas misiones buscan satisfacer necesidades afectivas elementales, que los
padres no pueden satisfacer por sí mismos. Por ejemplo, se puede enviar al
delegado a tener aventuras sexuales, experimentar con drogas, etc. Para excitar a
los padres y ayudarlos a vivir lo que no fueron capaces de vivir
b. Yo: El delegado a este nivel, ayuda a los padres a superar aspectos prácticos de
la vida. Les da apoyo, busca información por ellos, etc.
c. Superyó: El delegado puede ser Autoideal, Auto observador o de Conciencia:
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•
Autoideal: si los delegados son puestos al servicio de esta parte del
superyó de los padres, deben llegar a ser los famosos atletas, científicos,
artistas, etc., es decir, los que los padres no han podido llegar a ser
•
Auto observación: si los delegados son puestos al servicio de esta parte
del superyó parental, deben de incorporar en su personalidad los aspectos
negados y rechazados, deseos, necesidades, motivaciones, etc., de la
personalidad de los padres; para que estos puedan tener sus proyecciones
a una distancia segura y observable. Los delegados a este nivel son algo
así como, los botes de basura de los demás y suelen ser, por lo general,
depresivos o delincuentes
•
Conciencia: cuando los delegados se vinculan en este nivel, las misiones
asignadas sirven para expiar la culpa de los padres (o delegantes), reparar
sus pecados. Este tipo de delegado presenta con frecuencia conductas
autodestructivas en muchos niveles.
La delegación en sí, no es necesariamente patológica, se vuelve tal, cuando contiene
exigencias excesivas e inadecuadas para la edad del delegado y son conflictivas.
Podemos distinguir siguiendo a Stierlin citado por Nares (1991), tres niveles de
conflicto:
a. Entre dos o más misiones que resultan incompatibles. Por ejemplo, cuando a una
persona se le pide que actúe como bebé y adulto simultáneamente
b. Entre dos o más vínculos de lealtad: cuando la misión de un delegante, choca con
la misión de otro igualmente significativo para el sujeto delegado. Por ejemplo,
cada uno de los padres encarga al hijo la misión de aliarse con él para destruir al
cónyuge
c. Diferencias irreconciliables de valores entre los delegantes parentales y el medio
social circundante. Por ejemplo, cuando los padres encomiendan la misión de
cuídame para siempre y no me dejes nunca, en un contexto que exige
independencia y autonomía creciente
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Las delegaciones, generalmente se transmiten al niño a edad muy temprana, por medio
de modalidades analógicas de comunicación, profundamente inconscientes; lo que crea
un programa de vida internalizado, guión o rol complementario interno patológico,
prepara el camino de la profecía autorrealizadora, de Watzlawick.
La delegación, es favorecida por los mecanismos de identificación proyectiva,
introyección, internalización, identificación, atribución y transferencia intrafamiliar.
Según Nares (1991), en general, se distinguen cuatro tipos de delegados:
i. Delegados vinculados: Deben cumplir misiones que los mantienen en el centro del
campo de la tensión familiar. Por ejemplo, dar significado a la vida de un padre que
envejece, permitiendo que este cuide al hijo primogénito, generalmente,
renunciando a la paternidad o maternidad
ii. Delegados expulsados: Tienen su vínculo laxo con la familia. Aprenden desde
pequeños, que la poca atención y aprobación que se les da, tienen que ganársela
cumpliendo las expectativas perfeccionistas de los padres. Los delegados de esta
modalidad, suelen sufrir enfermedades psicomáticas graves, como por ejemplo el
cáncer o la artritis deformante. A menudo se les ha encomendado personalidades
conformistas y sin carácter; son capaces de formular quejas y tienden a idealizar a
los padres a pesar de haber sido rechazados por ellos
iii. Delegación recíproca: Aquí entran en juego con mucha intensidad los mecanismos
de colisión y confabulación que ya mencionamos, dando origen a intrincadas redes
de lealtad que son difíciles de desentrañar
iv. Delegados multivinculados: En este nivel se encuentran todas las formas de
triangulaciones ya sea para estabilizar una díada, enfriarla o desviar los conflictos
en ella
El proceso de delegación es circular, lo que significa que el delegado a su vez se
engancha y mantiene el juego porque se beneficia en múltiples niveles del rol central
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en la familia, pudiendo por ejemplo, castigar a los delegantes con su conducta
sintomática cerrando el circuito una vez más.
Resumiendo, entonces se tiene que en la confabulación, los jugadores se delegan
mutuamente partes de sí mismos que han sido reprimidas por producir intensa
ambivalencia. La atracción hacia el otro se basa en gran medida en estas relaciones, en
que se le ve encarnando el Yo rechazado. En el transcurso de la relación, lo que en un
principio resulta atractivo vuelve a ser catectizado con ambivalencia y se experimenta
como un elemento de conflicto y lucha interpersonal porque los deseos y necesidades
delegados, se vuelven cada vez más amenazantes.
5.5.2 Relación Simétrica:
Según Nares (1991), este tipo de relación interpersonal, se caracteriza por el esfuerzo
constante que los involucrados realizan para igualar su conducta recíproca, eliminando
al mínimo las diferencias. La búsqueda simétrica, puede darse en áreas muy diversas;
debilidad o fuerza, bondad o maldad, salud o enfermedad, capacidad o incapacidad,
etc. Llegando a ser sana o patológica, según el contexto, el momento evolutivo
personal y familiar en que se de, y la rigidez o flexibilidad con que se maneje.
En todos los casos, el mensaje implícito es un rechazo a la definición del propio self,
que puede o no ser confirmador, ya que la declaración: así es como yo me veo,
encuentra la respuesta: estás equivocado, pues así es como te veo yo.
Cuando se crea una situación de competitividad excesiva y constante, donde ninguna
de las dos partes interactuantes pueden aceptar en el mismo nivel, sino que se
esfuerzan por mantener la posición dominante en la relación, se produce una escalada
simétrica, que rompe el equilibrio dinámico de la simetría sana. Dando lugar a una
lucha de poder, donde cada uno trata de ser un poco más igual que el otro.
La guerra puede ser abierta o encubierta, con aliados o sin ellos, pero siempre
matizada por el sentimiento mutuo de no estar seguro más que en el rol dominante. En
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este punto se genera también una escalada de rechazo y descalificación recíproca de la
autodefinición, con el mensaje adicional: tú no existes, eres nada.
5.5.3 Relación Recíproca de Bateson o Paralela de Jackson:
Según Nares (1991), este término ha sido usado para referirse al modelo interaccional
sano, funcional o maduro; que combina flexiblemente pautas complementarias y
simétricas en alternancia mutua y deferentes áreas. De tal forma que se logra un
equilibrio dinámico, donde se impide el proceso de escalada, puesto que cada una de
las pautas actúa como circuito autocorrector y estabilizante del otro. Así por ejemplo,
un exceso de rivalidad, en un área determinada de la relación, desencadena pautas
complementarias en otras áreas y viceversa.
En este tipo de relación, cada uno de los participantes acepta la propia mismidad y la
del otro, lo que conduce a la confirmación auténtica y recíproca de la propia identidad
en un proceso de mutualidad positiva, con su espiral de crecimiento y satisfacción
bidireccional, que conduce en cada giro a niveles superiores de individualización
conexa, que enriquecen la identidad y abren nuevas posibilidades de relación.
5.5.4 Relación Metacomplementaria:
Según Nares (1991), este modelo relacional resulta más complejo y en ocasiones difícil
de captar. Consiste esencialmente en que uno de los participantes, permite y de hecho
obliga al otro a tener, en apariencia, el control de la relación, pero definiéndola y por lo
tanto, controlándola en un nivel superior, como complementaria. Usando pautas de
comunicación paradójica para lograr esto.
5.5.5 Relación Pseudosimétrica:
Según Nares (1991), este modelo de interacción implica un grado de elaboración, pues
también se basa en paradojas y consiste en que uno de los comunicantes, invita a la
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simetría en la superficie, pero obliga en el fondo al otro, pidiéndole que lo trate como
igual, en un contexto que define la relación claramente como complementaria.
Para evitar malos entendidos con respecto a lo dicho hasta ahora, hay que señalar que
si bien es cierto que nadie escapa a la necesidad de definir su relación con el otro, o
intentar el control de la misma, también lo es, que las relaciones rara vez se definen
deliberadamente con plena consciencia. De hecho, parecería que cuánto más
espontánea y sana es una relación, más se pierde en el trasfondo el aspecto de la
comunicación, vinculado con la definición de la relación.
Del mismo modo, las relaciones enfermizas se caracterizan por una lucha constante
acerca de la naturaleza de la relación, mientras que el aspecto de la comunicación
vinculado con el contenido, se hace cada vez menos importante. Normalmente, un
cierto consenso práctico acerca de la naturaleza de la relación, se consigue por medio
de la negociación, ratificación y renegociación. Pero en las relaciones trastornadas, las
tentativas de negociación son tan ineficaces y groseras, que ninguno de los
participantes puede permitirse un acuerdo; el foso entre las definiciones dadas de la
relación, es demasiado ancho y amenaza la supervivencia psicológica de cada uno. Esto
conduce a soluciones de compromiso, que Wynne citado por Nares (1991), ha llamado
pseudomutualidad y pseudohostilidad.
La pseudohostilidad, tiene como base el miedo a la intimidad, la proximidad y
comunión. Se manifiesta como la lucha o desacuerdo crónico, sin separación genuina;
siendo el enganche maligno su modelo más representativo y patológico.
La pseudomutualidad, en cambio, tiene sus raíces más profundas en el temor al
conflicto, el desacuerdo y la separación intrafamiliar, por lo que se manifiesta
generalmente, como una fachada de armonía, siendo la complementariedad negativa,
el ejemplo más claro y extremo de esta modalidad.
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VVII.. LLaa ccoom
muunniiccaacciióónn ppaarraaddóójjiiccaa
Según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), la paradoja es una contradicción que resulta de una
deducción correcta a partir de premisas congruentes. Las paradojas pragmáticas surgen en el
curso de las interacciones y determinan allí la conducta. Se dividen en instrucciones paradójicas y
predicciones paradójicas, tal como se describen a continuación.
6.1 Instrucciones paradójicas
Los efectos de la paradoja en la comunicación humana son descritos por primera vez por
Bateson, Jackson, Haley y Weakland, citados por Lucerga (2003), el trabajo de este grupo de
investigadores supone un cambio radicalmente distinto de aquellas hipótesis según las cuales
la esquizofrenia constituye un trastorno intrapsíquico que afecta a las relaciones del paciente
con las demás personas y a las de éstas con él.
Estos investigadores se preguntan que secuencias de la experiencia interpersonal provocan
(en lugar de ser el efecto) una conducta capaz de justificar el diagnóstico de esquizofrenia.
Suponen que el esquizofrénico: debe vivir en un universo donde las secuencias de hechos
son de tal índole que sus hábitos comunicacionales no convencionales resultan en cierto
sentido adecuado. Esto los lleva a postular e identificar ciertas características de tal
interacción para las cuales crearon el término doble vínculo.
Las características de un doble vínculo son:
a. Dos o más personas participan en una relación intensa que posee un gran valor para la
supervivencia física y/o psicológica de una, varias o todas ellas, como por ejemplo las
relaciones entre padres e hijos
b. En este contexto se da un mensaje que está estructurado de tal modo: la persona
afirma algo y luego afirma algo de su propia afirmación, sin embargo ambas
afirmaciones son mutuamente excluyentes. La incongruencia suele darse entre los dos
niveles de comunicación, el verbal y el no verbal, por ejemplo: decirle a una persona te
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quiero y al mismo tiempo que con la cabeza hace un gesto de negación, decirle a una
persona acércate mientras se extienden los brazos hacia delante como impidiéndolo.
Así, si el mensaje es una instrucción, es necesario desobedecerlo para obedecerlo; si es
una definición del self: lo es, si no lo es y no lo es, si lo es.
Por último, se impide que el receptor del mensaje se evada del marco establecido por
ese mensaje, sea metacomunicandose (comentando) sobre él o retrayéndose. En los
ejemplos anteriores sería algo así como no poder decirle al emisor de la comunicación:
¿a qué hago caso, a qué me dices que me quieres o a tu cabeza que lo niega?, ¿a qué
atiendo, a tus palabras que me dicen ven o a tus brazos que me dicen vete?.
De modo que, aunque el mensaje carezca de sentido desde el punto de vista lógico,
constituye una realidad pragmática: el receptor no puede dejar de reaccionar a él, pero
tampoco puede reaccionar a él en forma apropiada, pues el mensaje mismo es
paradójico. Por lo tanto, es probable que una persona en una situación de doble vínculo
se vea castigada (o al menos se sienta culpable) por tener percepciones correctas, y
sea definida como mala o loca incluso por insinuar que pueda haber una discrepancia
entre lo que realmente ve y lo que debería ver. Para un niño vivir en un universo así
de manera continua, puede influirle en su desarrollo psíquico y en la construcción de su
self.
Según Bateson, Jackson, Haley y Weakland, citados por Lucerga (2003), esta es la
esencia del doble vínculo:
“Se sostiene que el problema de la patogenicidad del doble vínculo no puede
resolverse en términos de una relación causa-efecto tomada del modelo médico; el
doble vínculo no causa esquizofrenia. Todo lo que puede decirse es que, cuando el
doble vínculo se ha convertido en el patrón predominante de comunicación y cuando la
atención diagnóstica está limitada al individuo manifiestamente más perturbado, la
conducta de este individuo, según se comprobará, satisface los criterios diagnósticos
de la esquizofrenia”
c. Cuando el doble vínculo es duradero, posiblemente crónico, se convierte en una
expectativa habitual y autónoma con respecto a la naturaleza de las relaciones
humanas y el mundo en general, una expectativa que no requiere refuerzo ulterior.
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d. La conducta paradójica impuesta por el doble vínculo es, a su vez, un doble vínculo y
lleva a un patrón de comunicación autoperpetuador. La conducta del comunicante más
manifiestamente perturbado, satisface los criterios clínicos de la esquizofrenia si se la
examina en forma aislada.
Los dobles vínculos no son tan sólo instrucciones contradictorias, sino verdaderas paradojas.
El pensamiento del ser humano, la estructura lógica del lenguaje y su percepción de la
realidad, en general están tan firmemente basados en la ley aristotélica de que A no puede
ser al mismo tiempo no-A, que este tipo de contradicciones es demasiado evidente, errónea,
como para tomarla en serio.
Incluso las contradicciones impuestas por el diario vivir no son patógenas. Cuando un
individuo enfrenta dos alternativas mutuamente excluyentes, es necesario elegir; la propia
elección puede no tardar en demostrar que ha sido errónea o bien se puede vacilar
demasiado y así fallar. El conflicto surge de lo que, en realidad, equivale a una contradicción
entre las alternativas ofrecidas o impuestas. Los efectos de tales experimentos sobre la
conducta pueden ir desde la indecisión, hasta una elección errónea o hasta morirse de
hambre para escapar al castigo, pero nunca a la patología peculiar que puede observarse
cuando el dilema es auténticamente paradójico.
El principal distingo entre las instrucciones contrarias y las paradójicas consiste en que,
frente a una instrucción contradictoria, se elige una y se pierde, o se sufre, la otra
alternativa. El resultado no es feliz. Pero frente a una instrucción contradictoria, la elección
es lógicamente posible. La instrucción paradójica, por otro lado, impide la elección misma,
nada es posible y se pone así en marcha una serie oscilatoria autoperpetuante.
Frente al insostenible absurdo de la situación, es probable que:
•
Una persona llegue a la conclusión de que debe estar pasando por alto indicios vitales,
ya inherentes a la situación, ya que le ofrecen los interactores significativos. Este
supuesto se vería fortalecido por el hecho evidente de que, por los demás, la situación
parece muy lógica y congruente. La posibilidad de que tales indicios vitales sean
retenidos deliberadamente por los demás sólo constituiría una variación sobre el mismo
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tema. En cualquiera de los dos casos, y esto es de importancia básica, se ve
obsesionado por la necesidad de encontrar esos indicios, de conferir sentido a lo que
sucede en él y a su alrededor y eventualmente se encuentra obligado a extender esta
búsqueda de indicios y de sentido a los fenómenos más improbables y dispares
•
Esa persona puede elegir lo que los reclutas consideran como la mejor reacción posible
frente a la lógica desconcertante, o a la ausencia de lógica, de la vida militar, es decir,
obedecer a todos los mandatos en forma completamente literal y abstenerse
manifiestamente de todo pensamiento independiente. Así, en lugar de lanzarse a una
búsqueda interminable de significados ocultos, a priori la posibilidad de que exista otro
aspecto en las relaciones humanas aparte del más literal y superficial, o bien, de que
un mensaje debe tener más significado que otro
•
La tercera reacción posible es apartarse de toda relación humana. Ello puede lograrse
mediante el aislamiento físico en la medida de lo posible y además, cerrando los
canales de entrada de la comunicación cuando el aislamiento no basta por sí sólo para
lograr el efecto deseado. Una persona que se defiende de esta manera le parecería
retraída, inabordable y autista aun observador. Es posible concebir un resultado
virtualmente idéntico (escapar a la participación en un doble vínculo) mediante una
conducta hiperactiva tan intensa y persistente que ahogue la mayoría de los mensajes
que entran.
Estas tres formas de conducta frente a la indeterminabilidad que plantean los dobles vínculos
reales o habitualmente esperados sugieren, como lo señalan en su trabajo original los
autores de la teoría, los cuadros clínicos de la esquizofrenia, esto es, de los subgrupos
paranoide, hebefrénico y patatónico (estuporoso o agitado), respectivamente.
La comunicación esquizofrénica es en sí misma paradójica, por lo cual impone una paradoja
a los otros comunicantes y ello completa el ciclo vicioso.
La forma más frecuente en que la paradoja interviene en la pragmática de la comunicación
humana, es a través de una instrucción que exige una conducta específica, que por su misma
naturaleza sólo puede ser espontánea. El prototipo de este mensaje es: Sé espontáneo. Todo
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aquel que enfrenta esta instrucción se encuentra en una posición insostenible, pues para
obedecerlo tendría que ser espontáneo dentro de un marco de sometimiento, de noespontaneidad. Algunas de las variaciones de este tipo de instrucción paradójica pueden ser:
•
Ámame o debes amarme
•
Quiero que me domines (se le pide a una persona pasiva)
•
Tú mandas
•
No seas tan obediente (se le pide a alguien que es dependiente)
•
Debería gustarte…
•
Eres libre para…
En todos estos ejemplos, en el peor de los casos, el otro se niega a obedecer o, en el mejor
de los casos, hace lo adecuado pero por motivos erróneos, siendo los motivos erróneos la
obediencia. En términos de simetría y complementariedad, estas instrucciones son
paradójicas, porque exigen simetría dentro del marco de una relación definida como
complementaria. La espontaneidad florece en la libertad y desaparece con la restricción.
6.2 Predicciones paradójicas
Una predicción paradójica consiste en avisar o anunciar algo, por ejemplo: el capitán de un
regimiento dice a sus soldados: Voy a pasar revista sin avisar la próxima semana. De modo
que:
i. El anuncio contiene una predicción en el lenguaje de los objetos (Voy a pasar
revista)
ii. Contiene una predicción en el lenguaje que niega la posibilidad de predecir (sin
avisar)
iii. Ambas predicciones son mutuamente excluyentes
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Lo que nos hace a las personas vulnerables a este tipo de predicciones paradójicas es, por
un lado, el empleo del pensamiento lógico y por otro, la confianza que se deposita en el otro.
En el caso de los pacientes esquizofrénicos la cuestión se agrava, ya que además de lo
anteriormente dicho, comunican mensajes que son indeterminados.
Merlich citado por Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), ofrece un excelente resumen de
esta situación:
“Una manera de no decir nada consiste en contradecirse a uno mismo, y si uno logra dicha
contradicción diciendo que uno no dice nada, entonces, finalmente, uno no se contradice en
absoluto. Uno puede comerse el pastel y conservarlo al mismo tiempo”
Si el esquizofrénico intenta no comunicarse, entonces la solución para este dilema, es el uso
de mensajes indeterminables que afirman con respecto a sí mismos, que no afirman nada.
Las predicciones paradójicas aparecen cada vez que la persona A es objeto de la confianza
implícita del otro, B y amenaza a B con hacer algo que convierta a A, en alguien que no
merece confianza. En este tipo de situaciones, sólo uno de los participantes tiene información
mientras que el otro lo único que puede hacer, es confiar o no confiar en la comunicación de
tal información. La confianza siempre está relacionada con resultados futuros y con la
posibilidad de predecirlos.
En aquellas situaciones donde ninguna de las dos personas posee información de primera
mano, ambas deben basarse en su confianza mutua, en una evolución tentativa de su propia
confiabilidad ante los ojos del otro y en sus intentos de predecir el procedimiento de decisión
de éste, que depende en gran medida de las predicciones de este con respecto a las propias.
Estas predicciones invariablemente se vuelven paradójicas, como es el caso del Dilema de los
Prisioneros, el cual según Beavin, Jackson y Watzlawick (1997), es un juego de suma no
nula, donde la meta de cada jugador es su propia ganancia absoluta al margen de la
ganancia o pérdida del otro.
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VVIIII.. EEssttiillooss ccoom
muunniiccaattiivvooss sseeggúúnn VViirrggiinnaa SSaattiirr
Satir (1991) afirma que hay ciertos patrones, al parecer universales, que rigen la forma como la
gente se comunica. Las personas resuelven de cuatro maneras los efectos negativos del estrés o
tensión: aplacando, culpando, calculando y distrayendo. Estos patrones se presentan cuando una
persona responde a la tensión y al mismo tiempo, siente que disminuye su autoestima.
Cuando existe una discrepancia entre la comunicación verbal y no verbal se producen dobles
mensajes: las palabras dicen una cosa y el resto del cuerpo comunica algo distinto. Estos dobles
mensajes pueden advertirse cuando una persona tiene pensamientos como por ejemplo:
•
Tengo una baja autoestima y creo que soy malo cuando me siento así
•
Tengo miedo de lastimar los sentimientos de los demás
•
Me preocupan las represalias de los demás
•
Temo la ruptura de nuestra relación
•
No quiero imponerme
•
No me doy cuenta de nada que no sea yo y no quiero dar significado alguno a los demás o
a la interacción misma
Cuando en la comunicación de una persona están presentes los dobles mensajes, el que escucha
tiene que enfrentarlos y el resultado de la comunicación esta muy influido por su respuesta. Ante
esto, según Satir (1991), las posibilidades son:
•
Elegir las palabras e ignorar lo demás
•
Elegir el aspecto no verbal e ignorar las palabras
•
Ignorar la totalidad del mensaje cambiando el tema
•
Comentar sobre la doble naturaleza del mensaje (metacomunicación)
Los cuatro patrones universales que utiliza la gente para resolver la amenaza de rechazo son:
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i. Aplacar, para que la otra persona no se enfade
ii. Culpar, para que la otra persona la considere fuerte
iii. Calcular, para enfrentar la amenaza como si fuese inocua y así la autoestima personal se
oculta detrás de impresionantes palabras y conceptos intelectuales
iv. Distraer, para ignorar la amenaza, actuando como si no existiera
El cuerpo ha aprendido a reflejar los sentimientos de valía personal, sin que las personas se den
cuenta. Si la autoestima está en duda, los cuerpos expresan mediante alguna manifestación física.
A continuación se describen con más detalle cada uno de los patrones según Satir (1991).
7.1
Aplacador
El Aplacador habla con un tono de voz congraciador, trata de agradar, se disculpa y nunca se
muestra en desacuerdo, sin importar la situación. Es el hombre si, que habla como si nada
pudiera hacer por él mismo; siempre tiene que recurrir a la aprobación de los demás.
Para un buen papel aplacador, es muy útil que quien lo interprete piense que nada vale; que
tiene suerte de que le permitan comer; que debe gratitud a todos y que es responsable de
todo lo que salga mal; sabe que podría hacer cualquier cosa si utilizara el cerebro, pero
reconoce que no lo tiene: Por supuesto, acepta cualquier crítica contra él y se muestra
agradecido de que alguien quiera dirigirle la palabra, sin importar lo que diga o cómo lo haga.
No piensa en pedir algo para sí; después de todo, ¿quién es él o ella para pedir nada?.
Además, si es bueno, las cosas llegan por sí solas.
Quien interprete este papel debe adoptar una actitud melosa, de mártir y humilde. Tiene que
imaginar que se encuentra arrodillado, encorvado y levantando una mano con ademán
suplicante. Debe conservar la cabeza erguida hasta que le duela el cuello, tenga los ojos
tensos y le duela la cabeza.
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Al hablar en esta postura, su voz es aguda y chillona, porque no tiene suficiente aire para
proyectar una voz rica y profunda. Dice sí a todo, sin importar lo que sienta o piense. La
actitud del aplacador requiere de la postura que haga juego con la respuesta aplacadora.
Se puede reconocer por las características siguientes:
7.2
•
Palabras: Aceptación: Lo que quieras me parecerá bien. Solo vivo para hacerte feliz
•
Cuerpo: Apacigua: Soy un desvalido (reflejado en la postura de víctima)
•
Interior: Siento que soy nada; sin ti no vivo. No tengo valor alguno
Acusador o Inculpador
El Acusador o Inculpador es aquél que encuentra defectos, un dictador, un jefe que adopta
una actitud de superioridad y parece decir: Si no fuera por ti, todo estaría bien. El sentimiento
interno tensa músculos y órganos; entre tanto, la presión arterial aumenta. La voz es dura,
tensa ya menudo aguda y ruidosa.
Para mejor inculpar es necesario ser tan ruidoso y tiránico como sea posible. Acabar con todos
y todo. Pensar que se señala con un dedo acusador y empezar la frase diciendo: Nunca haces
esto; Siempre haces aquello; ¿Por qué siempre?; ¿Por qué nunca? y demás. Al tratar con estas
personas, no es necesario molestarse en dar una respuesta, eso no tiene importancia. Al
acusador le interesa más maltratar que descubrir algo.
Un individuo que inculpa, respira con inhalaciones cortas, o aguanta la respiración, tensa los
músculos del cuello. Su postura suele ser de pie con una mano en la cadera y la otra
extendida, con el índice apuntando hacia adelante. Su rostro esta contraído, los labios
curvados en una mueca, las aletas nasales distendidas al tiempo que grita, insulta y critica
todo lo que tiene a la vista. Tampoco considera tener valor alguno, así que si puede lograr que
alguien le obedezca, siente que representa algo. Dada la conducta de obediencia recibida, se
siente eficaz.
Los rasgos característicos son:
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•
Palabras: Desacuerdo: Nunca haces algo bien. ¿Qué te sucede?
•
Cuerpo: Acusa: Yo soy el que manda aquí
•
Interior: Me siento solo e inútil
7.3
Calculador
El Calculador es un individuo muy correcto, razonable, que no muestra sentimiento alguno.
Esta persona parece tranquila, fría, contenida y es posible compararla con una computadora o
diccionario. El cuerpo se palpa seco, frío y tiene una actitud distante. La voz es seca y
monótona y las palabras suelen ser abstractas. Utiliza las palabras más largas que ha
escuchado, aun cuando desconoce su significado; así, al menos, piensa que parece inteligente.
En una persona calculadora su voz se apaga de manera natural, debido a que no hay
sensaciones por debajo del cráneo. Su mente se concentra en impedir el movimiento y se
encuentra muy ocupado en buscar palabras adecuadas. Después de todo, nunca debe cometer
errores. Lo triste de este papel es que representa el ideal de muchas personas, se resume en
la frase: Di lo correcto, no muestres emoción. No respondas.
Se pueden reconocer por los siguientes aspectos:
•
Palabras: Superrazonables: Si alguien observara con detenimiento, podría notar que
uno de ustedes tiene las manos maltratadas por el trabajo
7.4
•
Cuerpo: Calcula: Soy sereno, frío y controlado
•
Interior: Me siento indefenso
Distractor
Cualquier cosa que haga o diga el distractor es irrelevante a lo que los demás hagan o digan.
Esta persona no responde a la situación. Su sentimiento interno es de aturdimiento; la voz
puede ser un sonsonete que, a menudo, no armoniza con las palabras y puede volverse aguda
o grave sin razón porque está enfocada en el vacío.
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El distractor mueve continuamente la boca, el cuerpo, los brazos y las piernas. Nunca va al
grano con sus palabras. Ignora las preguntas de los demás; o responde con otra relacionada
con un tema distinto. Retira una pelusa imaginaria de la ropa de alguien, desamarra sus
zapatos y cosas así. Su cuerpo se desplaza en distintas direcciones al mismo tiempo. Junta las
rodillas de manera exagerada; esto hace que resalten las caderas y que encorve los hombros,
a la vez que sus brazos y manos se mueven en direcciones opuestas.
Si una persona decide comenzar a usar este papel, es posible que al principio sienta alivio,
pero después de unos minutos, siente la aparición de una terrible soledad y falta de propósito;
aunque, si se mueve con suficiente rapidez, no lo nota.
Las características más resaltantes de este estilo son:
•
Palabras: Irrelevantes: Las palabras carecen de sentido o no tienen relación alguna con el
tema
•
Cuerpo: Angulado: Voy a otra parte
•
Interior: A nadie le importo. Aquí no hay sitio para mí
Las personas aprenden estas formas de comunicación desde la infancia. A la vez que los niños se
abren camino en el mundo complejo y a menudo, amenazador en el que se encuentran, prueban
uno u otro de estos patrones de comunicación. Después de utilizarlo con frecuencia, el niño ya no
puede distinguir la respuesta, de los sentimientos de valía.
Al utilizar estas cuatro respuestas, el individuo favorece el estado de baja autoestima o de olla
vacía. Estos métodos de comunicación están reforzados por la manera como se asimila la
autoridad en la familia y por las actitudes imperantes en nuestra sociedad, que se pueden
observar en mensajes como:
•
No trates de imponerte; es egoísta que pidas cosas para ti (refuerza la conducta
aplacadora)
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•
No permitas que los demás te humillen; no seas cobarde (refuerza al acusador o
inculpador)
•
7.5
No seas tan serio. iAlégrate! ¿A quién le importa nada? (refuerza la actitud distractora)
Nivelador
Los cuatro estilos limitativos de comunicación mencionados anteriormente, no son los únicos
que existen. Existe otra respuesta denominada niveladora o fluida; en ella, todas las partes del
mensaje siguen una misma dirección: las palabras hacen juego con la expresión facial, la
postura corporal y el tono de la voz. Las relaciones son más fáciles, libres y sinceras y la gente
percibe menos amenazas para su autoestima.
Esta respuesta alivia cualquier necesidad de aplacar, culpar, ocultarse en una computadora o
permanecer en movimiento perpetuo. De las cinco respuestas, sólo la niveladora permite
resolver rupturas, abrir los callejones sin salida o construir puentes de unión entre las
personas.
La persona niveladora, se disculpa al darse cuenta de que hizo algo no intencionado; se
disculpa por un acto, en vez de hacerlo por su existencia. Del mismo modo, puede criticar y
evaluar de manera niveladora al valorar un acto y no culpar a la persona. A menudo, también
puede ofrecer una alternativa.
A veces, habla de cosas intelectuales, da sermones, explicaciones o indicaciones cuando sean
fundamentales los significados precisos de las palabras. Al nivelar en esta área, muestra sus
sentimientos y se mueve con libertad al ofrecer una explicación; no actúa como máquina
(muchos individuos que se ganan la vida con el cerebro -científicos, matemáticos, contadores,
maestros y terapeutas- a menudo están motivados por el deseo de ser objetivos, se conducen
como máquinas y ejemplifican la respuesta calculadora). Además, a veces desea cambiar el
tema; en la respuesta niveladora, dice lo que realmente quiere en vez de dar saltos por la
habitación.
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El efecto de la nivelación es la congruencia. Cuando el nivelador dice: Me agradas, su voz es
cálida y mira a los ojos. Si sus palabras son: Estoy furioso contigo, su voz es áspera y tiene el
rostro tenso. El mensaje es único y directo.
La respuesta niveladora también representa la verdad de esa persona en un momento
específico. Esto contrasta, por ejemplo, con una respuesta inculpadora, en la que la persona se
siente indefensa, pero actúa con ira o está lastimada y se conduce con valentía.
Un tercer aspecto de la respuesta niveladora es que es total y no parcial. El cuerpo, los
pensamientos y las emociones se hacen evidentes, a diferencia de la respuesta calculadora,
por ejemplo, en la que nada se mueve excepto la boca, y sólo un poco. La gente niveladora
muestra integración, fluidez y apertura. La nivelación permite vivir con intensidad, en vez de
sólo existir. Todos confían en estos individuos, pues saben qué esperar de ellos y se sienten a
gusto en su presencia. Su postura es de libertad de movimientos.
Para facilitar la diferenciación de cada una de estas modalidades de expresión, a continuación
se presentan, a modo de ejemplo, cinco formas de disculpa en el caso en el que una persona
acaba de tropezar:
i. Aplacador: (bajando la mirada y retorciendo las manos) Por favor, discúlpame. Soy muy
torpe
ii. Acusador (Inculpador): iPor Dios, acabo de golpearte el brazo! ¡La próxima vez, ten más
cuidado para no darte un codazo!
iii. Calculador: Quiero ofrecerte una disculpa. Sin percatarme de lo que hacía, golpeé tu
brazo al pasar. Si te he causado algún daño, por favor, comunícate con mi abogado
iv. Distractor: (mirando a otra persona) Caramba, ese tipo parece furioso. Alguien debió
golpearlo
v. Nivelador: (mirando directamente a la persona) Tropecé contigo, lo lamento. ¿Te
lastimé?
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Para la mayoría de las personas a veces es muy difícil renunciar a los antiguos patrones para
convertirse en niveladores. Una manera de alcanzar este objetivo, es averiguar cuáles son los
temores que impiden adoptar una actitud niveladora. Para acabar con el rechazo que tanto
teme, el individuo tiende a auto-amenazarse de alguna de estas formas:
a. Podría cometer un error
b. Alguien tal vez se sienta disgustado
c. Alguien podría criticarme
d. Tal vez se convierta en una imposición para los demás
e. Él/Ella pensará que no sirvo para nada
f. La gente podría pensar que no soy perfecto
g. Él/Ella podría abandonarme
Para vencer estos temores es útil desarrollarse como personas hasta lograr responder a los
argumentos anteriores con las siguientes respuestas:
a. Sin duda cometeré errores si emprendo cualquier acción, en particular una nueva
b. Seguramente alguien estará inconforme con lo que haga. No todos gustamos de las
mismas cosas
c.
Sí; alguien me criticará. En realidad, no soy perfecto y las críticas son útiles
d. ¡Claro! Cada vez que hablo e interrumpo a otra persona, ¡trato de imponerme!
e. Bien, tal vez ella piense que no sirvo para nada. ¿Podré sobrevivir al comentario? Tal vez
a veces no sea el mejor; a veces la otra persona me echa la culpa. ¿Puedo distinguir la
diferencia?
f.
Si pienso siempre que debo ser perfecto, es muy posible que siempre encuentre alguna
imperfección
g. Y bien, tal vez me abandone. Quizá sea lo mejor y de cualquier modo, no voy a morir por
eso
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Estas actitudes brindan la oportunidad de la auto-dependencia; aunque esto no es sencillo e
indoloro. Si la persona aprende a reírse de sí mismo, hace esta tarea algo más grata. Es
posible crecer y sentirse bien, el resultado bien vale el esfuerzo.
La respuesta niveladora no es una receta mágica. Es una forma de responder a personas
reales en situaciones reales. Permite a la persona estar de acuerdo, porque lo está en realidad
y no porque, quiera ganar el aprecio de los otros. La nivelación posibilita utilizar el cerebro
libremente, pero no a costa de los sentimientos o el ánimo propio. También hace facilita
cambiar el curso, no para escapar de la situación, sino porque eso es lo que se desea y
necesita hacer.
La respuesta niveladora permite vivir de forma íntegra: verdadera, en contacto con la cabeza,
corazón, sentimientos y cuerpo. Un nivelador tiene integridad, compromisos, sinceridad,
intimidad, competencia, creatividad y la capacidad para resolver problemas verdaderos de una
manera real. Los cuatro patrones de comunicación restantes conducen a una dudosa
integridad, aun compromiso negociado, a la falta de honestidad, a la soledad, un mal
desempeño, a la estrangulación tradicional y a la resolución de problemas imaginarios con
medios destructivos.
Se requiere de valor, arrojo, algunas nuevas creencias y habilidades para convertirse en un
individuo nivelador. No es posible fingir.
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VVIIIIII.. N
Niivveelleess ddee ccoom
muunniiccaacciióónn
Según Fritzen (1987), la propia realidad personal, el Yo consciente, la imagen de sí mismo, está
conformada por la composición integradora de los siguientes elementos endovivenciales:
•
Lo que el individuo cree ser: La propia consciencia de sí mismo, que ha adquirido a lo largo
de las experiencias de su vida, que han creado esa autoimagen personal que se llama el
Self
•
Lo que el individuo desea ser: La imagen con la que se compara, a partir de modelos
referenciales, de valores sociales y culturalmente aceptados, de exigencias y expectativas
parentales. Es la imagen idealizada que constituye lo que se llama Ideal del Yo y que actúa
directiva y correctivamente en su comportamiento
•
Lo que los demás ven en el individuo: Lo que le reflejan, como en un espejo, en sus
actitudes hacia éste, sus reacciones, sus comportamientos de aceptación o de
desaprobación. Es el tercer elemento constituyente de la conciencia del propio Yo, se
denomina Imagen en Espejo
•
Lo que se conoce por Estereotipo Social: El último elemento para la identificación de la
propia imagen. Es la imagen con la que de algún modo se identifica al individuo por: como
son la gente de tal edad, los de tal sexo, los de tal profesión, o de cualquiera de los
distintos grupos de pertenencia en los que socialmente se integran las personas
Los niveles de comunicación se pueden evaluar a través del modelo psicodinámico postulado por
Fritzen (1987), conocido como La Ventana de Johari. Según este esquema, se puede considerar a
la persona dividida en cuatro áreas o zonas (naturalmente, el hombre es un todo y funciona como
una unidad, la división es didáctica), como se representa en la ilustración siguiente:
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Desconocido
para otros
Conocido
por otros
Ilustración 3. Ventana de Johari
Conocido
por mi
Desconocido
por mi
Área Abierta:
(I)
Yo abierto o
público
Área Ciega:
(III)
Yo
desconcertante
o ciego
Área Oculta:
(II)
Yo oculto,
secreto o
evitado
Área
Desconocida:
(IV)
Yo desconocido
(inconsciente)
Fuente: Fritzen (1987). Adaptado por: Moreno, P. (2009)
i. Yo abierto o público: lo que la persona sabe de sí misma y los demás saben. Es también
denominada, área de la libre actividad. Aquí se incluye todo lo que es de fácil acceso para
el individuo y para otras personas. Comprende todo el mundo de datos, temas e ideas
que normalmente no hay por qué ocultar. Es lo obvio (sexo, raza, trabajo, militancia,
aficiones, ideología, etc.) o lo conocido porque el sujeto lo comunica con facilidad en
cualquier conversación. Todo lo que entra dentro de esta área se puede compartir con
facilidad. La comunicación a este nivel es fácil, abierta, relajada y libre. Es en el terreno
de la confianza. Cada uno sabe cuál es el terreno que pisa. Cada uno se siente seguro de
sí mismo y de los demás en este terreno. En este nivel el contenido de la comunicación
es superficial, no puede exceder mucho de los lugares comunes, de las circunstancias
más externas de cada persona o de algunos sucesos o temas de interés común.
ii. Yo oculto, secreto o evitado: lo que la persona sabe de sí misma y los demás no saben.
Aquí está todo el conjunto de los sentimientos, los secretos, las experiencias íntimas. En
principio es algo que solamente la propia persona conoce y que comunica con dificultad.
Son datos, sobre sí mismo o sobre cualquier problema o tema, que se mantienen ocultos
para los otros. Es el terreno del recelo y del secreto. La comunicación a este nivel tiene
que ser necesariamente cautelosa, fría, distante, evasiva. En ocasiones, contenidos de
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esta zona pasan al área I (Yo abierto o público) cuando son comunicados. Los
sentimientos que más fácilmente se comunican son aquellos que no tienen que ver con la
situación presente, ya que sin duda a las personas les cuesta más expresar los
sentimientos relacionados con el Aquí y Ahora, aunque sean mas triviales, por ejemplo,
puede ser mas fácil decir: odio a mi padre, que tú me estas aburriendo ahora
iii. Yo ciego o desconcertante: Lo que la persona no sabe de sí misma y los demás saben.
Aquí está todo lo que los demás ven en el individuo y él no. Es la impresión que causa en
los demás, el impacto de su conducta en ellos. La comunicación es sobre todo a través
de las actitudes, signos no verbales, etc. Ejemplos de contenidos en esta área, pueden
ser sentimientos de inferioridad, necesidad de controlar, algo que la persona no ve o no
quiere ver, porque no está de acuerdo con su propia imagen, con lo que cree que es. Se
llama también Yo desconcertante porque cuando alguien le devuelve esta impresión al
sujeto, se desconcierta y tiende a defenderse. Sus mecanismos de defensa se encargan
de que no haga consciente lo que hay allí (racionalización, proyección, etc.). Es el terreno
de la inseguridad frente a los demás. Los sentimientos de perplejidad, suspicacia,
incertidumbre, aversión y las actitudes defensivas, afloran necesariamente cuando la
comunicación se entabla directamente a este nivel
iv. Yo desconocido, inconsciente: Lo que ni la persona, ni los demás saben. Impulsos
profundos, motivaciones ocultas, etc. Aquí los individuos se encuentran en el terreno de
la ignorancia compartida, que interfiere cualquier posible comunicación
Cuando dos o varias personas se ponen en contacto y se interrelacionan, las cuatro clases de
contenidos interactúan y los sentimientos y actitudes correspondientes se suscitan, obstaculizando
e imposibilitando la comunicación.
Estas cuatro zonas están relacionadas entre sí. Un cambio en una afecta a las otras, por ejemplo,
si la zona I aumenta, la zona II disminuye. Cuanto más grande es la zona I, existe un mayor
autoconocimiento, menos barreras y la comunicación es mas profunda.
Tomando en cuenta esta relación entre las zonas, se pueden destacar los siguientes niveles de
comunicación:
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a. De Yo abierto a Yo Abierto: La mayoría de relaciones de dan a este nivel. Se prescinde del
mundo de los sentimientos: no se reconocen los propios, ni se hacen eco de los del otro,
sobre todo si están referidos al momento presente
b. De Yo Secreto a Yo Abierto: Cuando deliberadamente la persona comunica conocimientos o
hace confidencias. La comunicación en esta área no es fácil, sobre todo si se trata de
sentimientos presentes, muchas veces porque cuesta reconocerlos y aceptarlos. Ignorar
esta área, impide el crecimiento o madurez de la relación interpersonal. Muchos problemas
interpersonales no se resuelven porque no se descubren los propios sentimientos
c. De Yo Secreto a Yo Secreto: Contagio emocional o confluencia, por ejemplo: Yo estoy muy
tensa y hago que tu te sientas tensa
d. De Yo Ciego a Yo Abierto: Este es un nivel constante de comunicación: desde el propio Yo
ciego al Yo abierto de los demás. Los otros reciben un mensaje sobre la persona que ésta
desconoce o no quiere conocer. Cuando alguien dice algo sobre una cosa, dice mas sobre
sí mismo que sobre esa cosa.
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Geessttaalltt:: CCoom
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ccoonnggrruueennttee
Si bien una persona es básicamente la misma en los diferentes contextos de su vida, cuando
interacciona con otras personas desde un rol de terapeuta, esta ante una relación que es por sí
misma de naturaleza complementaria: la persona que consulta (paciente) sabe mucho (sea
consciente de ello o no) de sí misma y el terapeuta sabe o posee, unos conocimientos acerca de sí
mismo, de la naturaleza humana, de la manera satisfactoria o no en que las personas manejan su
energía para formar figuras claras que posibiliten la satisfacción de sus necesidades o, por el
contrario, de la manera en cada persona bloquea esa energía interrumpiendo de ese modo el fluir
natural de la energía en el ciclo de satisfacción de necesidades.
Si el terapeuta, tiene unos conocimientos acerca de cómo practicar la psicoterapia, esos
conocimientos guían lo que percibe y que significado le da. Lo que no tiene que olvidar es que la
persona con quien esta en una sesión de terapia es un ser particular, único, por tanto cualquier
significado que de a sus palabras y gestos lo debe cotejar con ella.
Para el terapeuta es muy difícil escapar a la interpretación, lo importante es que se dé cuenta que
esta interpretando y que no confunda esa interpretación, con la realidad de la otra persona.
Cualquier percepción e intuición pueden ser expresadas y comprobar si se ciñe o no a lo que la
otra persona experimenta, piensa o siente.
Bettelheim (1997) afirma que la psicoterapia es el arte de lo obvio, que se manifiesta en el Aquí y
Ahora, en lo que se experimenta y se percibe en el momento presente.
Cabe destacar que en este apartado se utiliza el término persona al mencionar a la persona que
consulta, ya que es difícil encontrar un término adecuado. La palabra paciente, no es apropiada
porque remite demasiado al modelo médico y la palabra cliente evoca a lo mercantil, al
intercambio comercial. En cambio, la palabra persona se considera mas acorde, al fin y al cabo, en
un contexto terapéutico se produce el encuentro entre una persona y otra persona y cada una de
las cuales, como se menciona anteriormente, posee unos conocimientos y un rol diferente.
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Bien, cuando el terapeuta se encuentra con la persona que le consulta, es necesario que no olvide
que cualquiera manifiesta algo de sí mismo en cualquier acción, gesto, palabra, etc., ya que el ser
humano se plasma en cualquiera de estos actos. Por esto los terapeutas gestalt se entrenan en la
observación en el Aquí y Ahora, en lo fenomenológico, por tanto y en lo referente a comunicación,
se tiene en cuenta la comunicación verbal y la comunicación no verbal.
9.1
Comunicación verbal
En la comunicación verbal se puede observar qué palabras usa la persona: si hay alguna que
aparece con frecuencia en su discurso, teniendo en cuenta que a veces una sola palabra
puede ser la palabra-síntesis de una experiencia. Si este el caso el terapeuta puede pedirle a
la persona que exprese qué quiere decir para ella esa palabra. Por ejemplo, cuando alguien
emplea a menudo la palabra lucha para referirse a la relación que mantiene con sus hijos,
cuando emplea la palabra depre o deprimido, etc. Las palabras que una persona escoge no
son azarosas, puede que no sea consciente de la palabra escogida, pero escoge esa palabra
y no otra.
Hay palabras cuyo significado está tan cargado afectivamente que solo pronunciarlas
producen evocaciones y asociaciones, por ejemplo: mamá, papá, miedo, odio, amor,
vergüenza, furia, etc. Saberlas utilizar en el momento oportuno en el contexto terapéutico,
puede contribuir a que la persona realice una formación de figura vinculada al significado de
esa palabra.
Por ejemplo: un terapeuta en una sesión con una mujer de mediana edad, que le habla de
las relaciones significativas desarrolladas a lo largo de su vida, comenta que se da cuenta de
que se agarra a las personas. Mientras pronuncia la palabra agarrar su mano izquierda coge
a la derecha y los dedos se curvan como garras. Ante esto el terapeuta le pide que tome
conciencia de ese movimiento mientras repite interiormente la palabra agarrar. Así, esta
persona ha logrado pasar de experimentar un insigth (Darse Cuenta) intelectual, a saber que
se agarra a los otros, a experimentar un insigth (Darse Cuenta) emocional, es decir, a
experimentar la conciencia que es parte de una experiencia afectiva.
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Cuando la persona emplee palabras que hagan referencias a conceptos abstractos (amor,
dolor, malestar, etc.), es necesario que el terapeuta le solicite que explique lo que eso
significa para ella.
La manera en que cada uno habla, indica que sistema representacional del mundo utiliza.
Existe una diferencia irreductible entre el mundo y la experiencia que cada individuo tiene de
él. Cada quien crea una representación del mundo en el que vive, es decir, un mapa o un
modelo que sirve para generar la conducta. La representación personal del mundo determina
lo que es la experiencia de él, el modo de percibirlo y las opciones de que se disponen al vivir
en el mundo.
Los modelos que crea cada sujeto son diferentes y estas diferencias vienen dadas por ciertas
limitaciones de tipo neurológico, social e individual.
Los sistemas representacionales del ser humano son el visual, el auditivo y el kinestésico. Se
utilizan los tres, aunque es posible que cada individuo utilice preferentemente alguno de
ellos. Las personas cuando hablan dan determinadas claves que permiten discernir que
sistema representacional esta utilizando. Así los sujetos con un sistema representacional
básicamente visual utilizan frases del tipo: así es como lo veo, echando un vistazo y palabras
que denotan cualidades visuales como brillante, claro, oscuro, difuminado, etc. Las personas
que utilicen un sistema auditivo utilizan expresiones como: me suena, me digo. Las que
utilicen uno kinestésico me siento, me toca.
Si un terapeuta logra Darse Cuenta de que sistema representacional utiliza una persona,
puede sintonizar en la misma frecuencia usando las mismas claves que esta.
Es importante que el terapeuta observe si la persona utiliza frases impersonales (que incluye
los pronombres él, la o lo), porque cuando utiliza este tipo de frases, el sujeto se externaliza,
la cosa en cuestión está allí fuera y no es ni suya, ni del otro, por ejemplo: lo extraño es que
queramos estar juntos (¿dónde está ese lo que resulta extraño?). Una frase que comunica
más directamente es: yo me siento extraño estando contigo.
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El terapeuta puede observar también que persona gramatical utiliza: la primera persona del
singular (yo, me, mi) o en segunda persona (tú, te, ti). Si alguien comienza una frase en
segunda persona del singular es más frecuente que su interlocutor se sienta a la defensiva,
lo más probable es que esté eludiendo la responsabilidad de sus afirmaciones. La mayoría de
afirmaciones que hace acerca del otro, en realidad son afirmaciones disimuladas acerca de sí
mismo, por ejemplo: cuando alguien dice: eres sorprendente, no es lo mismo que diga: yo
me sorprendo contigo, o si dice: eres horrible, puede encubrir tú me caes fatal y eso es culpa
tuya, quiero que cambies para que me caigas bien.
El uso de la segunda persona facilita el juego de echarse la culpa el uno al otro. Si dos
personas tienen una diferencia o una disputa, es fácil que uno inculpe al otro al hablar de él
y no de sí mismo, así evita su propia responsabilidad ante la diferencia. En cambio si habla
en primera persona, reconoce su parte de la responsabilidad en la diferencia entre ambos, y
resulta más difícil inculpar al otro. Una persona puede expresar su disgusto, malestar, etc.
ante algo que hace o dice el otro, asumiéndolo como algo que le ocurre a sí misma y eso es
distinto que pedirle a los demás que sean o actúen de otra manera.
Si una persona utiliza la primera persona del plural: nosotros. Este nosotros puede ser
cualquier persona o todo el mundo. Las declaraciones nosotros, tienen por lo menos dos
aspectos: pueden unir a la gente señalando lo que tienen en común, aquello en lo que están
de acuerdo y en lo que se parecen. Pero también pueden tender a hacer difusa la
experiencia, es decir, no es la persona, ni la otra a la que se dirige quien siente o piensa,
sino un nebuloso nosotros, que de alguna manera es nosotros dos y sin embargo, ninguno
de los dos. Nosotros también puede encubrir las diferencias reales entre dos personas, e
intentar atrapar al otro según el propio interés, por ejemplo: una persona puede decir:
estamos de acuerdo, sabiendo que no lo están, pero queriendo hacer prevalecer su punto de
vista.
Como expresa Perls citado por Oldham, Key y Starak (1992):
“cada vez que usted emplea el lenguaje apropiado del Ego, se expresa así mismo. Contribuye
al desarrollo de su personalidad. Por eso, primero debe darse cuenta de si escapa al empleo
del “yo” y cuándo lo hace. Después traduzca el lenguaje impersonal en lenguaje del “yo”,
primero en silencio y posteriormente en voz alta. Muy pronto percibirá la diferencia entre los
dos tipos de lenguaje al oír a alguien decir “se me escapó la taza de la mano” en vez de decir
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“yo deje caer la taza”; “se me fue la mano” en lugar de decir “yo le di una bofetada”, o
“tengo tan mala memoria” en vez de “yo olvide”, o aún con más verdad “yo no quería
recordar, yo no quería que me molestaran”
Si una persona coloca llueve y me sucedió que..., en el mismo plano, su capacidad para
establecer diferencia entre el mundo interior y el exterior no parece muy acertada. Si habla
en segunda persona del singular, primera del plural, con la forma reflexiva se, o de manera
impersonal, el terapeuta le puede pedir que diga esa frase utilizando el pronombre Yo y que
tome conciencia de si nota alguna diferencia.
Para esto el terapeuta debe Darse Cuenta de que la pregunta es: ¿notas alguna diferencia? y
no; ¿qué diferencias notas?, ya que está segunda pregunta sería utilizar una presuposición
implícita (la de que obviamente hay diferencias) y si la persona no percibiese en principio
diferencias, podría sentirse un tanto inepta. A veces no presuponer contribuye a cuidar la
autoestima y la imagen del Yo, sobre todo al inicio de la relación terapéutica.
En otras ocasiones, si se recomienda que el terapeuta utilice presuposiciones implícitas, éstas
a veces van unidas a la sugestión, como por ejemplo cuando le pregunta a la persona: ¿qué
necesitas?, en lugar de: ¿necesitas algo?, ¿qué cambios quieres realizar? en lugar de:
¿quieres cambiar?.
También es útil que el terapeuta observe cómo la persona construye las frases, si sigue o no
las reglas sintácticas esperadas para el idioma que utiliza. Este dato informa acerca de la
forma en que construye sus pensamientos, si hay déficits cognitivos, confusión, etc. Los
seres humanos usan el lenguaje de dos maneras: para representar el mundo (pensar,
razonar, fantasear, etc.) y para comunicarle a otros su representación del mundo (hablar,
discutir, escribir, etc.).
Es conveniente afinar el oído a las palabras: tengo, debo, hay que, me toca, es lo que hay
que hacer. Estas palabras pueden ser indicadoras de las exigencias que cada uno se hace. En
general, se tiende a asumir que esa demanda es razonable, legítima y no cuestionable y no
se comprende que es posible elegir entre aceptar la exigencia o no. También la persona
puede perder conciencia de su propia respuesta a la exigencia, es decir, de su resentimiento,
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disgusto, resistencia, etc. El tengo que y modalidades afines, se permutan por elijo, ya que
cuando se toma conciencia de que es posible tomar una decisión se observa el propio poder,
aún en el caso de que esa decisión sea entre alternativas desagradables.
Igualmente observar si la persona usa palabras y conceptos al uso cotidiano o por el
contrario, utiliza términos y conceptos muy elaborados: posible indicador de una excesiva
racionalidad, lo que puede llevar asociado una dificultad para establecer contacto con el
sentir, con las sensaciones y con las emociones.
Por otra parte, la presencia de la palabra pero entre dos oraciones puede servir para señalar
contrastes y diferencias y también puede ser usada para negar la primera parte de una frase.
Por lo general, en las oraciones que incluyen esta palabra, la primera parte es un intento de
negar la responsabilidad de la afirmación que se expresa en la segunda parte. Por ejemplo, si
alguien afirma: me gustas mucho, pero…
Una frase que contiene la palabra pero puede ser tan autonegadora que pierde todo sentido
y no expresa nada en absoluto. Algunas personas ponen un pero en casi todas las frases; de
modo que ofrecen la apariencia de estar hablando, sin embargo, todo lo que dicen es
anulado por alguna otra cosa que también dicen y así el resultado es cero.
La palabra pero también es un disociante, por ejemplo: me gusta tu sonrisa pero me
desagrada que te estés moviendo todo el rato. Aquí el pero, tiene el efecto de disociar dos
experiencias y esta disociación puede ser un primer paso hacia una alienación y negación de
parte de la experiencia del sujeto. En este caso la palabra pero, se permuta por: y. De este
modo, ambas experiencias están unidas en lugar de separadas, en el ejemplo anterior sería:
me gusta tu sonrisa y me desagrada que te estés moviendo todo el rato.
Muchas preguntas, especialmente aquellas que empiezan con ¿por qué?, son afirmaciones
enmascaradas o demandas disfrazadas. Pueden formar parte de un convencionalismo social
que esconde algunos de los sentimientos que podrían manifestarse si las afirmaciones se
formularan en forma directa. Este tipo de hacer preguntas dirigen la atención sobre la otra
persona y frecuentemente, tienden a ponerla a la defensiva, por ejemplo la pregunta: ¿por
qué usas laca de uñas?, puede ocultar una crítica respecto al empleo de la laca de uñas, la
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persona a la que va dirigida la pregunta probablemente responde de modo defensivo,
explicando y justificando el simple hecho de hacerlo. Por tanto este tipo de preguntas se
permutan por declaraciones que comienzan con yo, a mí, pienso que.
En otras ocasiones las preguntas que comienzan por ¿por qué…?, enmascaran una petición,
por ejemplo: ¿por qué no has puesto el jarrón en la mesa?, puede ser la manera de no pedir
directamente: pon el jarrón en la mesa.
Preguntas obsequiosas también pueden utilizarse como adulaciones, para la propia persona
y/o para el otro, por ejemplo: ¿Has visto qué bien me ha salido este informe?, ¿Cómo puedes
ser tan inteligente?. Este tipo de preguntas hacen sentir al otro, importante e inteligente.
Otra forma de emplear las preguntas es utilizarlas continuamente para pedir ayuda, por
ejemplo: ¿Cómo puedo hacer para traer las sillas?, ¿Cómo haces para organizarte?. Por lo
general, cuando hay alguien que siempre hace este tipo de preguntas, genera en el otro un
sentimiento de frustración porque, al igual que un niño, está demandando constantemente
su atención.
A este respecto afirman Levitsky y Perls, citado por Oldham, Key y Starak (1992) afirman lo
siguiente:
“Escuchando con atención, usted podrá descubrir si la persona que pregunta realmente no
necesita información; si la pregunta no es necesaria, o bien si cuestionar es un indicio de
su flojera. Es importante distinguir las preguntas genuinas de las que son hipócritas, éstas
tienen como intención manipular o conseguir, por medio de halagos, que el otro vea o
haga las cosas de una manera particular. Por otro lado, preguntas tales como: ¿Qué tal te
va?, y ¿Te has dado cuenta de que..?, realmente proporcionan apoyo”
Muy pocas preguntas son pedidos honestos de información. No obstante, hay algunas
preguntas reales que pueden ser formuladas con por qué. Una pregunta del tipo ¿por qué?
que es un verdadero pedido de información, puede ser fácilmente cambiada por una
pregunta
encabezada por: ¿cómo?, ¿qué?, ¿cuál?, ¿dónde?, ¿cuándo?, etc. El dúo ¿Por
qué?, antes de aumentar el entendimiento, lleva a una interminable cadena de preguntas
fútiles y respuestas infructuosas, racionalizaciones y explicaciones que alejan a la persona
cada vez más de vivenciar y de darse cuenta.
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Por otra parte las preguntas ¿cómo? y ¿qué?, son útiles para lograr un mayor entendimiento.
Si alguien pregunta ¿cómo? esta preguntando acerca de la cualidad y proceso de lo que
ahora ocurre, en lugar de dejar el presente y conjeturar acerca del pasado, por ejemplo, la
pregunta: ¿Por qué te sientes mal? es, en el mejor de los casos, la demanda de una
explicación y de una justificación y en el peor de los casos, la exigencia de que el otro niegue
el hecho de que se sienta mal si no puede justificarlo. En cambio, ¿Cómo te sientes mal? o
¿Qué es lo que sientes?, son verdaderos pedidos de información respecto de la experiencia
del otro y la posible respuesta a esta pregunta lleva a un mayor contacto con la experiencia.
Cuando se pregunta ¿por qué? solamente se piden explicaciones interminables: la causa de
la causa, de la causa de la causa. Cuando se pregunta ¿cómo? y ¿qué? se esta pidiendo
información sobre hechos y procesos.
Muchas preguntas son trampas que piden al otro compromiso y una vez que lo ha hecho
puede ser castigado por ello o persuadido de hacer lo que no quiere. Por ejemplo, dos
personas han quedado en que cuando una de ellas visite la ciudad donde la otra vive, le
llame por teléfono para quedar. La persona llega a la ciudad pero no avisa a su amigo y su
amigo se entera por otra persona de que está en la ciudad. Ambas se encuentran en casa de
un amigo común. El que vive en la ciudad pregunta: ¿cuándo viniste?, aparentemente es una
pregunta inocente, pero si ya sabe cuando vino el otro y está enfadado porque no se lo ha
comunicado con él, la pregunta es una trampa que puede encubrir la manifestación honesta
del sentir de ambos.
Igualmente es necesario agudizar el oído a la frase: no puedo. Una manera de que la
persona evite la responsabilidad, es la de que se comporte como si no fuera capaz de
responsabilizarse de ella misma y aunque es obvio que a nivel de comportamiento algo es
posible, parece que sienta que para ella no lo es. Cada vez que alguien dice: no puedo, se
debilita y se acobarda, conecta con su impotencia. El no puedo se permuta por no quiero, si
una persona dice: no quiero, afirma su poder de negación y frecuentemente, toma
conciencia de su energía, la que necesita para resistir.
También esta la palabra: necesito, la cual es utilizada a menudo cuando una persona quiere
referirse a algo que le gusta o le agrada, pero que no es algo que necesite realmente. Se
permuta por: Quiero. Cuando el individuo dice: quiero, puede comprender que aunque
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muchas cosas que desea podrían ser muy agradables y cómodas, son conveniencias y no
necesidades y que puede arreglarse sin ellas: incluso puede darse cuenta de que
satisfacerlas le cuesta un gran esfuerzo.
Cuando la persona dice: esto, suele ser una manera de no comprometerse, esto es a
menudo Yo-Tú. Por ejemplo, si alguien dice: esto es un rollo, no es lo mismo que: no quiero
ir al cine contigo.
Otro aspecto a observar es cuando la persona está leyendo el pensamiento, por ejemplo:
cuando dice: sé lo que piensas o sé lo que te gustaría. Ante esto, es necesario confrontar
esas afirmaciones con preguntas del tipo: ¿Cómo lo sabes?, e invitarla a que las permute
por: me imagino o fantaseo. De este modo, se favorece su Darse Cuenta de que se está
moviendo en la zona de fantasía y de que no es posible saber lo que otra persona piensa o
siente, si esta no lo dice.
La frase: tengo miedo de, suele enmascarar la satisfacción de muchos deseos; a menudo los
miedos impiden a las personas lograr deseos y ganancias posibles. Se permuta por: me
gustaría. Cuando la persona dice me gustaría, es posible que se de cuenta de que
experimenta atracción, tanto como miedo. Entonces puede estimar y valorar las posibles
ventajas y los posibles perjuicios de aquello que teme intentar, y darse cuenta de que cada
riesgo tiene aspectos positivos y negativos.
Un aspecto del crecimiento es descubrir que muchas cosas son posibles y que hay muchas
alternativas para enfrentarse con el mundo y satisfacer las distintas necesidades. El
verdadero problema es que la mayoría de las personas creen que no son capaces y que no
hay más alternativas que las que contemplan. Más a menudo están conectadas con sus
creencias y desconectadas de su realidad. En lugar de interactuar con la realidad presente y
correr riesgos, se hipnotizan con sus fantasías de lo que no es posible, y con las catástrofes
que ocurrirían si intentan otra cosa.
Todo lo expuesto anteriormente acerca del uso del lenguaje y las palabras, puede
considerarse como contribuyentes a la hipnosis personal y las formas de permutarlos, como
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algo que permite a las personas tomar conciencia de ello, asumir responsabilidades y aceptar
o no, el riesgo de actuar de otra manera.
9.2 La comunicación no verbal
Normalmente las personas expresan sus sentimientos y experiencias a través de su actitud
física y movimientos. En algunas experiencias de alto nivel emocional, todo el cuerpo está
implicado, por ejemplo, cuando se experimenta alegría, miedo o ira. En cambio, con otras
experiencias, sólo partes del cuerpo expresan lo que sienten: sólo la boca sonríe, los puños
se cierran o el estomago se encoge.
La mayoría de la gente evita experimentar ciertos sentimientos y otros aspectos de su
existencia que son incómodos, dolorosos o que puedan ocasionar una respuesta
desagradable de parte de otras personas de su medio. Cuando se evita la conciencia de lo
que se esta sintiendo, también se tiene que evitar la conciencia de cómo el propio cuerpo
expresa el sentimiento.
Generalmente esto implica una interrupción parcial o total de los movimientos que
normalmente expresarían el sentimiento y esa interrupción suele provocar la tensión y
contracción de algunos músculos. Esa tensión resultante todavía es una señal de algo que
procura expresarse, de modo que también se puede evitar ser consciente de esta tensión
dirigiendo la atención a cualquier otra cosa y perdiendo conciencia de estas partes del
cuerpo.
Si se quiere recuperar la conciencia de lo que se siente, es necesario dirigir deliberadamente
la atención a las partes del cuerpo que se encuentran tensas o tienen muy poca sensibilidad,
es decir, contactar con la zona interna. Cuando las personas en terapia expresan: una
tensión en alguna parte de su cuerpo o una insensibilidad, es útil que el terapeuta les pida
que dirijan su atención a ellas.
La observación de este aspecto de la comunicación es muy importante en el contexto
terapéutico. La totalidad de la persona comunica, está presente en la comunicación. Es más,
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el cuerpo suele ser honesto y sincero en lo que comunica, ya que escapa al control
consciente y voluntario. En una situación de interacción, el peso de la comunicación no
verbal es de un 93% sobre la comunicación total. De modo que para el terapeuta es
necesario observar:
•
Cómo camina (erguido, con los hombros y la cabeza agachada, deprisa, con lentitud,
etc.)
•
Cómo se sienta (cómodo y relajado, en el borde de la silla, cómo si fuese a saltar de
un momento a otro, etc.)
•
Cómo se mueve y cuando se mueve (mucho, poco, con desasosiego, con calma
estudiada, etc.)
•
Sus gestos (cómo mueve las manos, los brazos, las muecas de la cara, etc.)
•
Sus expresiones (sobre todo, observar si sus expresiones faciales son congruentes
con el contenido de su discurso verbal)
•
Las diferencias de movimiento entre la parte superior e inferior de su cuerpo (a veces
las diferencias en este plano horizontal pueden ser la expresión de una polaridad)
•
Las diferencias de movimiento entre la parte izquierda y derecha de su cuerpo (como
en el punto anterior, las diferencias en el plano vertical pueden ser la expresión de
una polaridad)
•
La congruencia e incongruencia entre su comunicación verbal y no verbal. Cuando
aparezcan incongruencias entre ambos aspectos comunicacionales, la intervención se
encamina a llevar la conciencia de la persona hacía ese hecho y a pedirle que repita
la comunicación de una manera congruente. En ocasiones esta incongruencia es
expresión de una ambivalencia interior ante lo que está comunicando, una falta de
conciencia acerca de algún aspecto de lo que está expresando.
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La observación en el Aquí y Ahora de la comunicación no verbal cuando se trabaja con
parejas, familias o grupos es apasionante. Es increíble como un leve movimiento o un gesto
de una persona puede desencadenar acciones en las demás.
Se recomienda en las primeras sesiones con una persona, observar su comunicación sin
intervenir, para favorecer que esta comunicación sea fluida y personal. Intervenir
prematuramente puede tener un efecto inhibitorio sobre la otra persona, que pasa a estar
más pendiente de decir las cosas correctamente, prefiere callarse para no equivocarse o
decide contentar al terapeuta.
Es importante destacar en este punto, lo importante que es cuidar la autoestima y la imagen
del Yo de la persona. De cualquier manera no es terapéutico convertirse en perseguidores
del lenguaje de la persona con quien se trata, es mejor seleccionar cuando intervenir en este
nivel. En la medida en que la terapia progresa, la comunicación de la otra persona varía,
siendo más congruente, introduciendo de una manera natural lo aprendido sobre sí misma y
su forma de comunicarse y experimentarse. En la medida en que la relación terapéutica se
establece y consolida se puede ir mostrando lo observado, de manera que se pueda ir
frustrando los intentos de la otra persona por evitar la conciencia y el contacto con sus
experiencias.
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XX.. RReeffeerreenncciiaass BBiibblliiooggrrááffiiccaass
•
Beavin, J., Jackson, D. y Watzlawick, P. (1987). Teoría de la Comunicación Humana.
Editorial Herder. Barcelona.
•
Bettelheim, B. (1997). El Arte de lo Obvio. Editorial Grijalbo. Barcelona.
•
Buber, M. (1958). Yo y Tú. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires.
•
Fritzen, S. (1987). La Ventana de Johari. Editorial Sal Térrea. Sexta edición.
•
Key, T., Starak Y. y Oldham, J. (1992). El Riesgo de Vivir. Editorial Manual Moderno.
México.
•
Lucerga, M. (2003). Gregory Bateson. Lectura en Clave Semiótica de Una Aventura
Epistemológica del Siglo XX.
Obtenido
de
la
red
Revista Electrónica de Estudios Filológicos. Numero 5.
mundial
el
20
de
julio
de
2007.
Disponible
en
http://www.um.es/tonosdigital/znum5/perfiles/bateson.htm.
•
Nares, D. (1991). Terapia Familiar con Técnicas Vivenciales. Instituto de Terapia
Familiar Vivencial. México.
•
Real Academia Española (sin fecha). Diccionario de la Lengua Española. Obtenido de la red
mundial
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Disponible
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http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=comunicación
•
Satir, V. (1991). Nuevas Relaciones Humanas en el Núcleo Familiar. Editorial Pax
México. México. Segunda edición.
•
Shannon, C. y Weaver W. (1949). The Mathematical Theory of Comunication.
Urbana. Universidad de Illinois.
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XXII.. AAnneexxooss
Anexo 1. Bibliografía recomendada para consulta
•
Teoría de la Comunicación Humana. Autor (es): Paul Watzlawich, Janet Bavelas Beavin
y Don Jackson
•
Terapia Gestalt: Excitación y Crecimiento de la Personalidad Humana. Autor (es):
F. Perls, R. Hefferline y P. Goodman
(Volumen II, capítulo 7: Verbalización y Poesía)
•
Buscando las Palabras Para Decir. Autor (es): Carmen Vázquez
(Capitulo 16: ¿Cantan las sirenas? o El lenguaje verbal como herramienta del terapeuta gestáltico)
•
Psicoterapia de la Gestalt. Autor (es): Margherita Spagnuolo
(Capítulo 2: Una comparación con Gadamer: para una epistemología hermenéutica de la Gestalt,
apartado 7: Gestalt y lenguaje: la poesía como paradigma del contacto)
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