Rafael Domínguez, Consejero Comercial de la

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Carta de Asia-Economía
Experiencias de internacionalización en Asia
Rafael Domínguez, Consejero Comercial de la
embajada de España en Bangkok
-“ Tailandia debe ser vista como un centro desde donde hacer
negocios con otros países de la ASEAN“.
- “Asia, y Tailandia no es una excepción, es un mercado a medio y
largo plazo”.
- “El esfuerzo por hacer de Tailandia el `Detroit Asiático`debería
ser aprovechado por los productores de componentes de
automóvil o de máquina herramienta de España”.
Por Sergio Martín
Iberglobal
Rafael Domínguez Pabón es Consejero Económico y Comercial de España en
Bangkok, desde donde se encarga, aparte de Tailandia, de las relaciones comerciales
con Laos, Camboya y Myanmar. Anteriormente había sido Consejero Comercial en
China. En esta entrevista para Carta de Asia-Economía, Rafael Domínguez nos habla de
las relaciones comerciales bilaterales, las características del mercado tailandés, los
aspectos claves para el empresario español que quiera trabajar en ese mercado e
impresiones generales de interés.
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¿Cuál ha sido la evolución reciente y cuál es el estado actual de las relaciones
económicas y comerciales entre España y Tailandia?
La historia reciente de las relaciones económicas y comerciales entre España y Tailandia
viene marcada por la crisis económica y financiera que afectó a Tailandia en 1997. Como
es bien sabido, la crisis asiática se originó en Tailandia cuando se hizo evidente que el
endeudamiento de buena parte de las empresas era a todas luces excesivo. Hasta
entonces Tailandia había crecido a ritmos superiores al 10% anual, gracias a la
financiación extranjera.
Estos años coinciden con un aumento en la exportación española, gracias al esfuerzo
promocional de España (en 1995 se realizó una Expotecnia) y a una venta puntual de un
portaaviones de la empresa española Bazan, de forma que la exportación española se
situó en 542 millones de dólares en ese año.
Desde entonces, y tras el brusco parón que supuso la crisis, las relaciones comerciales
han tendido a recuperarse, y el comercio bilateral se sitúa en cerca de 1.000 millones de
dólares, con un déficit para España de más de 500 millones, que poco a poco parece
menguar. En 2002 las exportaciones españolas se situaron aproximadamente en 200
millones de dólares.
Ambos países firmaron un protocolo financiero en 1999, pero este expiró sin que las
autoridades tailandesas, inquietas ante la posibilidad de aumentar de nuevo su
endeudamiento, decidieran utilizar las facilidades crediticias concedidas.
En cuanto a las inversiones, éstas se han mantenido en un nivel bastante modesto,
destacando tan solo una inversión española de 12 millones de euros en 2001.
¿Hasta qué punto ha afectado la crisis de la neumonía atípica las relaciones
comerciales con España?
Aunque Tailandia apenas se ha visto afectada directamente por el SARS, en el sentido de
que tan solo se han conocido 7 casos desde el inicio de la epidemia, lo cierto es que su
economía sí se ha visto afectada, restando quizás entre uno y dos puntos porcentuales
a su crecimiento del PIB para el presente año 2003.
El principal modo en el que el SARS ha afectado a la economía española ha sido vía el
turismo. Así, varias agencias turísticas con capital español y/o que daban servicio a
turistas españoles se han visto perjudicadas.
También se han producido numeroso cancelaciones de misiones y viajes individuales a
ferias, si bien desde hace un mes se vislumbra una mayor confianza de las empresas
españolas en la situación sanitaria de Tailandia, y para la segunda mitad del año, la
agenda de misiones de la Oficina Comercial está ya prácticamente completa.
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¿Cuáles son las perspectivas para el futuro en el comercio bilateral?
Las perspectivas han de ser forzosamente buenas teniendo en cuanta que se trata de un
mercado en rápida expansión, que si bien ya no conocerá tasas de dos dígitos, si que
puede situarse en una senda estable de un 4 a un 5%. Es un país políticamente estable e
influyente en el sudeste asiático, y goza de una posición geográfica privilegiada y de
buenas infraestructuras en transporte (en particular una vez que se inaugure en el 2004
el nuevo aeropuerto de Bangkok), lo que le convierte en una base logística para hacer
negocios que ya está compitiendo con Singapur y Hong Kong en muchos aspectos.
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Todo dependerá de que las empresas españolas se decidan a invertir el tiempo y
recursos que cualquier mercado asiático merece. Evidentemente, son mercados más
incómodos, por desconocidos, para los españoles, pero que ofrecen ventajas a medio y
largo plazo.
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¿En qué sectores puede España tener mejores posibilidades?
Las autoridades tailandesas, conscientes de que frente a China el país está dejando de
ser competitivo en aquellos productos intensivos en mano de obra, han elegido una
serie de nichos de mercado que coinciden en ocasiones con los sectores más
avanzados en España.
Así, el esfuerzo por hacer de Tailandia el “Detroit asiático” debería ser aprovechado por
los productores de componentes de automóvil o de máquina herramienta de España.
Otro ejemplo es la industria agroalimentaria: Tailandia se autodenomina la “cocina de
Asia”, y sus exportaciones de alimentos en parte lo corroboran, pero no siempre cuenta
con la tecnología adecuada y debe importar una parte importante de los insumos. Las
empresas españolas relacionadas con el sector primario (maquinaria de envases y
embalajes, fertilizantes y otros químicos, maquinaria para la agricultura, etc.) que se
atreven a venir a Tailandia, normalmente se vuelven satisfechas de sus viajes.
También hay muchas oportunidades aún no exploradas en el sector de materiales de
construcción y muebles, si bien en algunos casos las barreras arancelarias y no
arancelarias (en mármol y granito, por ejemplo) dificultan la exportación.
Finalmente, Bangkok es un centro de consumo. Los grandes “malls” se ven inundados
de japoneses, taiwaneses, coreanos o australianos que aprovechan sus vacaciones o
sus viajes de negocios para comprar en un país relativamente barato. Las empresas de
cosméticos o de moda han sabido ver la oportunidad, pero de nuevo, y salvo muy
contadas excepciones, faltan las españolas.
¿Cuáles son en su opinión los principales obstáculos que deben afrontar las
empresas españolas en este mercado?
Al margen de algunos obstáculos comerciales que ya hemos mencionado, como
licencias a la importación en mármol y granito o altos aranceles en algunos productos
de consumo como el vino o los automóviles, no existen grandes obstáculos. En algunos
productos químicos o alimentarios es necesario realizar registros algo costosos en
términos de tiempo, y tal vez las aduanas tailandeses no sean las más limpias y
transparentes del mundo, pero los exportadores españoles están acostumbrados a lidiar
con burocracias similares o peores en este u otros continentes.
Los canales de distribución son cortos, aunque en ocasiones como en vinos o
alcoholes, dominados por pocas empresas.
Quizás el mayor obstáculo, como en toda Asia, sea la falta de imagen de los productos
españoles. En cuanto a bienes de equipo y proyectos, la experiencia reciente ha llevado
a las autoridades tailandesas a limitar mucho los proyectos abiertos a empresas
extranjeras, por lo que muchas ingenierías han optado por buscar otros mercados.
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¿Cómo deben abordar las empresas españolas el mercado de Tailandia?
Siempre se dice lo mismo, pero no por ello deja de ser cierto: Asia, y Tailandia no es una
excepción, es un mercado a medio y largo plazo. Los importadores, los consumidores,
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necesitan ir conociendo los productos españoles, y la empresa que no esté preparada a
recibir negativas al principio no debe acudir a Tailandia.
Tailandia por otra parte debe ser vista sobre todo como un centro desde donde hacer
negocios con otros países de la ASEAN: es un país relativamente barato y tiene buenas
comunicaciones, por lo que hay que pensar, a medio plazo, en la posibilidad de invertir.
Finalmente, hay dos Tailandias: Bangkok es un centro de consumo a la altura de los más
importantes de Asia. Vestidos, zapatos, joyas, perfumes son comprados por una clase
alta y media muy importante a pesar de que el país no ha recuperado los 2300
dólares/habitante previos a la crisis. El resto del país, y fundamentalmente el Norte
(Chang Mai), mantiene unos costes laborales moderados que le permiten producir aún
textiles, muebles, artesanía y juguetes a precios competitivos, pero con una industria
que va buscando más tecnología y diseño.
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¿Cuál es, en su opinión, la imagen que ofrece España en Tailandia?
Prácticamente inexistente en muchos productos, si bien en otros se alaba la buena
calidad a precios competitivos. España es comparada en casi todos los productos a
Italia, pero lamentablemente la presencia de empresas italianas es mucho mayor y
mucho más antigua que la de las empresas españolas. Como de costumbre, los únicos
que llegan a apreciar de verdad la tecnología española son aquellos que tienen
oportunidad de visitar nuestro país. De ahí la importancia que damos a promover entre
las empresas tailandesas las ferias españolas.
Su Oficina Comercial se encarga también de las relaciones económicas y
comerciales con Laos, Camboya y Myanmar. ¿Cuál es el estado de nuestras relaciones
con esos países? ¿Qué posibilidades existen de un incremento de la presencia
económica española en esos mercados?
Myanmar es un país con el que la UE aconseja no promover los contactos oficiales o los
negocios mientras no varíe su política. La situación de indefensión que se vive hace
desaconsejable acudir a este país. Si en principio los costes pueden parecer bajos,
posteriormente aparecerán infinidad de costes ocultos y pagos más o menos lícitos que
pueden arruinar cualquier negocio, sin citar los costes en materia de derechos humanos.
Laos es un país aún muy subdesarrollado, con un PIB per cápita de 330 dólares y sin
salida al mar. Las oportunidades de negocio deben venir sobre todo vía licitaciones del
Banco Asiático, Banco Mundial o Unión Europea, en educación, sanidad o
infraestructuras.
De los tres países, el que ofrece más oportunidades es Camboya. Por una parte está
creciendo a buen ritmo y las elecciones de este verano pueden estabilizar la vida política
de forma definitiva. Por otra, las negociaciones para el acceso a la OMC están
ultimándose, lo que da mayor transparencia y previsibilidad al comercio. Finalmente, las
autoridades camboyanas estás promoviendo algunas áreas especiales de inversión
cerca de la frontera con Tailandia, con el objeto de que las empresas de textiles,
juguetes o electrónica intensivas en mano de obra, que ya no pueden beneficiarse del
Sistema de Preferencias Generalizadas otorgado a Tailandia, crucen la frontera y
produzcan en Camboya, pudiendo sin embargo beneficiarse de las facilidades logísticas
y puertos de Tailandia.
Los tres países tienen en común unas posibilidades turísticas ilimitadas, sobre todo en
el subsector cultural, que las empresas hoteleras españolas deberían ser capaces de
aprovechar.
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Usted ha trabajado de manera especial en China y ahora en Tailandia. ¿Qué
comparación haría entre estos dos mercados desde el punto de vista de oportunidades y
dificultades para la empresa española?
El mercado chino es, en cierto sentido, mítico: se habla de su futuro, y las empresas que
van a vender a China lo hacen pensando más en la renta per cápita futura de los chinos
que en la actual. De hecho, aunque hay una feroz competencia por China, en realidad
hay relativamente pocas empresas que estén haciendo grandes beneficios con sus
ventas en China. En parte porque el poder de compra es aún insuficiente, con excepción
de ciertas ciudades costeras, y en parte por las dificultades del mercado en términos de
logística, falta de transparencia, copias ilegales , etc.
En cuanto a producir en China, los costes son extremadamente bajos pero de nuevo
existen problemas logísticos, de corrupción, de falsificaciones, de escasez de mano de
obra a nivel medio y alto, condicionamientos legales a la inversión extranjera...
Otra de las dificultades viene por la necesidad de tener que aliarse en ocasiones con
socios chinos, que muchas veces aportan poco al negocio o tienen poca visión de largo
plazo y buscan el beneficio rápido a costa de la empresa extranjera.
Todo lo anterior es cierto y, sin embargo, las empresas españolas con cierto tamaño no
deberían dejar pasar un día más sin acudir a China: es el momento de hacerlo; es un
país donde todavía se puede crear una imagen de marca, encontrar un espacio en el
mercado, que está progresando vertiginosamente y que indudablemente será el campo
de batalla de las grandes empresas en cualquier sector durante los próximos 15 o 20
años. Dicho de otro modo: aunque sea un mercado muchas veces incómodo, la única
alternativa a la inversión es, a largo plazo, perder terreno frente a la competencia y
limitar el negocio.
Tailandia, por el contrario, es un país que ha estado mucho más expuesto a la inversión
extranjera y al comercio. Cuenta con un mayor número de expatriados, existe mayor
cultura empresarial y en general es más receptiva a los productos e ideas foráneos.
Aunque no promete tanto de cara al futuro como China, es más amigable tanto en el
trato personal como en la forma de hacer negocios.
El mercado tailandés es mucho menos extenso que el chino, pero es más real y más
concentrado. Exige menos esfuerzos. Eso sí, las oportunidades son más limitadas:
algunos sectores ya están saturados y es difícil entrar en ellos.
En definitiva, Tailandia puede ser una buena primera experiencia para acometer el
mercado asiático.
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