Los terroristas yihadistas no están locos, saben muy bien lo

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Ideal, 25 11 15
«Los terroristas yihadistas no están locos,
saben muy bien lo que hacen, cuándo lo hacen
y para qué lo hacen»
El profesor Humberto Trujillo, a la derecha, durante la entrevista. / Alfredo Aguilar
Humberto Trujillo, catedrático de Psicología de la UGR y experto
en violencia yihadista
«No creo que tengamos el derecho a tenerles miedo: tenemos el
derecho a ser precavidos. El miedo te incapacita y eso es lo que
ellos van buscando. Matando a uno meten miedo a un millón. Esa
es su estrategia»
CARLOS MORÁN |
La imagen más aterradora de los atentados de París es aparentemente inocua.
Es esa grabación en la que se ve a uno de los supuestos terroristas paseando
delante de uno de los bares que tenía previsto atacar horas después. Cuando
descubre la cámara, el tipo esboza una sonrisa torcida. Parece que está de
broma. Nadie diría que está a un paso de convertirse en un asesino múltiple. Él
sabe lo que va a pasar, pero reacciona como si fuera un juego. Se siente
impune e inmune. Es como si fuera un adolescente a punto de cometer una
simple travesura. Su comportamiento hiela la sangre. ¿A qué se debe tanta
insensate z? «Son personas jóvenes e inmaduras que por primera vez en su
vida tienen una identidad. Ahora son ellos los que mandan, cuando antes todo
el mundo les mandaba a ellos. Y este estado de altanería mata el miedo y hace
que se sientan como triunfadores. Lo que sí debe quedar claro es que no están
locos. Hay quien les ha puesto la etiqueta de psicópatas..., pero no han roto
con la realidad. Saben muy bien lo que hacen, cuándo lo hacen y para qué lo
hacen». Lo dice Humberto Trujillo Mendoza, catedrático de Psicología de la
Universidad de Granada y experto en el estudio de la violencia yihadista desde
el 11-S, que fue cuando el mundo asistió espantado al apocalipsis televisado
que borró del mapa las Torres Gemelas de Nueva York.
Antes de concentrarse en la investigación del llamado terrorismo
internacional, el profesor Trujillo analizó en Centroamérica el comportamiento
de los miembros de 'las maras', las peligrosas bandas callejeras que han
llegado a poner en jaque a los gobiernos de El Salvador, Guatemala y
Honduras.
En esta entrevista, Trujillo reflexiona sobre la ofensiva terrorista del Estado
Islámico y defiende la necesidad y la urgencia de incidir en la prevención para
minimizar los riesgos.
¿La matanza de París es la demostración de que el riesgo cero no existe o
es que ha fallado algo?
Yo no hablaría de fallos. Las fuerzas de seguridad y los servicios de
inteligencia de todos los países europeos son muy buenos. Y los españoles
están entre los mejores del mundo. Puedo dar fe por experiencia propia. Lo que
pasa es que no hay forma de controlar este fenómeno del terrorismo yihadista
en su totalidad. La mayoría de los miembros de estos grupos son desconocidos
y, por tanto, el seguimiento policial es muy difícil. No se puede seguir a todo el
mundo que da algún indicio de radicalización. Necesitaríamos multiplicar por
diez las plantillas de las fuerzas de seguridad.
Lo que parece evidente es que no basta sólo con la respuesta policial y
militar, porque la historia ha vuelto a repetirse.
No, no basta. Aunque el Estado Islámico fuera derrotado mañana, el problema
seguiría existiendo. Ya lo hemos visto con Bin Laden. La actitud reactiva que
estamos viendo en Francia es necesaria porque hay que contener a los
terroristas. Es que si no, nos matan. Pero tenemos que concentrarnos en la
prevención del fenómeno. A nivel político, la mayoría de los países centran su
atención en quiénes son los terrorista y, en función de esa pregunta, se
movilizan y montan sus esquemas de inteligencia para pillarlos. Pero la
cuestión no es quiénes son, sino cómo llegan a ser terroristas. Si sabemos qué
es lo que causa el comportamiento de esta gente, podremos tomar decisiones
y prevenir. Lo que hay que saber es cómo se les recluta, cómo se les adoctrina,
cómo se les moviliza después hacia la muerte...
¿Y cómo se convierte a una persona en una bomba?
Todo parte de personas en crisis a nivel anímico y emocional, lo que hace que
sean fácilmente adiestrables. No tienen un mínimo de autonomía psicológica
que les permita decidir por ellos mismos y son vulnerables. Están en un
desequilibrio continuo. Tienen unos niveles de frustración y de exclusión social
tremendos. Son personas que están en los márgenes de la sociedad y esto
hace que se muevan en unos circuitos muy cerrados, prácticamente en guetos.
Y un gueto lo único que prolifera es la frustración, que es un determinante de la
agresividad. Y de la agresividad a la agresión sólo hay un paso. Una vez que
han sido adiestrados, sólo queda ponerles un arma en las manos para que se
realicen personalmente , que es algo que nunca habían conseguido en su vida.
Se sienten apoyados socialmente por sus iguales, saben combatir y se toman
la revancha por todos los males que entienden que la sociedad les ha causado.
Pero interrumpir esa dinámica no es algo que se consiga de un día para
otro, ¿no?
No, hay que trabajar a medio y largo plazo. Tenemos que diseñar programas
de intervención social y empezar atajar el problema desde la niñez. La solución
es la integración. Pero una verdadera integración. No hay que confundir
integración con legalización. Entendemos que dar a una persona un permiso de
residencia ya es integrarla y eso no es así.
Habrá quien diga que lo único efectivo es la mano dura, que lo demás son
monsergas.
La mano dura es un parche, una solución a corto plazo. Podemos blindan las
fronteras, pero no es posible ponerle puertas al campo sistemáticamente. Eso
es algo que surtirá efecto temporalmente y, además, estaríamos generando
una narrativa de odio hacia nuestro país. Este fenómeno trasciende las
fronteras. Y, lo más importante, la gente de ese colectivo que estuviera ya
en España quedaría en una situación de exclusión, en el gueto, en la
marginalidad social, con lo cual algunos que no fueran inicialmente radicales,
acabarían siéndolo con el tiempo. No, la mano dura no es útil a la larga.
En alguno de sus estudios ha apuntado la necesidad de exigir una
formación previa a los imanes para conjurar el riesgo de que contribuyan
a la radicalización de los fieles.
La mayoría de los imanes contribuyen con sus discursos a moderar y modular,
pero no siempre es así. Hay algunos que incluso echan más leña al fuego
porque ellos mismos son unos radicales. Y no siempre se les impide que
impartan sus sermones. En España ya se está trabajando en ese sentido, pero
durante unos años no ha sido así. Nosotros hicimos un estudio en las prisiones
españolas, que se publicó en 2006 en una revista extranjera, y quedó al
descubierto que había procesos de radicalización en al menos 25 cárceles.
Pero no es algo excepcional. Eso ha pasado en España, pero también en
Francia o el Reino Unido.
¿Y se puede 'desradicalizar' a un yihadista?
Eso es una utopía. Instaurar un comportamiento violento es fácil, pero no es
tan fácil modificarlo una vez instaurado. Estaríamos hablando de una terapia de
años.
¿Hay islamistas radicales en Granada?
Ni más ni menos que en el resto de las ciudades importantes de España.
¿Y existe más peligro aquí que en otros lugares?
Ni más ni menos que en otros lugares. Es un fenómeno imprevisible.
¿Tenemos que tener miedo?
Yo no diría miedo, porque el miedo te incapacita. Y eso es lo que ellos van
buscando. Matando a uno meten miedo a un millón. Esa es su estrategia. Lo
que tenemos que hacer es tener una cierta precaución y estar un poco atentos
a ciertos circuitos por los que nos movemos en algunos momentos. Insisto, no
creo que tengamos el derecho de tener miedo a los terroristas yihadistas,
tenemos el derecho de ser precavidos.
¿Qué nos deparará el futuro?
A no ser que cambiemos nuestra forma de entender el fenómeno, pienso que
más de lo mismo. Vuelvo a lo que ya he dicho antes: vamos a centrarnos en
cómo llegan a ser terroristas. Y luego hay otra cosa. Tradicionalmente, las
personas que han trabajado en el estudio de estos fenómenos proceden del
campo de la Ciencia Política, que lógicamente tiene mucho que decir. Pero no
podemos olvidarnos del análisis del comportamiento de las personas porque
nos faltarán elementos de juicio para elaborar programas de intervención social
enfocados a la prevención. En este sentido, estamos cometiendo un error
grave porque, al final, lo que hacen los terroristas es comportarse. La
prevención pasa por describir bien el fenómeno. Y eso lo puede hacer la
Psicología.
Ver artículo en su lugar original
http://www.ideal.es/granada/201511/25/terroristas-yihadistas-estan-locos20151122011448.html
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