ESPACIO SOCIAL DIFERENCIADO: UN ANÁLISIS A PARTIR DEL PAISAJE SONORO Juan Mario Morales de la Torre En el presente trabajo se llega a la premisa de que con el paso del tiempo la tecnología permite en mayor medida acceder de forma recreativa a aparatos de audio cada vez más personales, así como de mayores decibeles, por lo que las personas interfieren en la dinámica de su espacio social y los límites se tornan confusos. Por lo tanto, las capacidades tecnológicas de los aparatos de audio influyen en la percepción de límites de los sujetos y en la regulación de la utilización del sonido. Entonces, surgen dos principales preguntas. La primera es si es posible que el sonido sea una forma que plantee espacialidades diferentes a las nociones de límites en el espacio social tanto de sujetos, autores y teóricos sociales, así como de leyes y reglamentos. La segunda es si esta espacialidad sonora se transforma a través del cambio de los objetos productores de sonido. El objetivo general es discutir a partir del paisaje sonoro urbano, cómo se confrontan las nociones de límites (subjetivas, teóricas y oficiales). El objetivo específico es distinguir las nociones de límites a través de un análisis teórico (para la parte de autores), y análisis de políticas y leyes (para la parte oficial). La justificación de esta investigación es abrir una discusión sobre las nociones de límites en el espacio social, al usar no sólo autores dentro de la disciplina sociológica, sino bajo el contraste con otras disciplinas a fin de crear un diálogo interdisciplinario. Asimismo, enfatizar que el sonido, así como otras fuentes de estímulos y elementos en el espacio, sirve como punto de análisis de la realidad cotidiana que pueden replantear ideas precedentes del espacio en las ciencias sociales. En principio, mis ideas provienen tanto del concepto de “marcos” de Georg Simmel ([1908] 1986), como también de los “frames” por Erving Goffman (1974). Otro concepto, especialmente el “campo”, proviene tanto de Kurt Lewin (1988), como de Pierre Bourdieu (Bourdieu y Wacquant, 1995). De igual forma, Niklas Luhmann (1998) también tiene una noción semejante al espacio delimitado en su concepto de “entorno” bajo la teoría de sistemas. Finalmente, las ideas se concretan y discuten propiamente con la “producción del espacio” de Henri Lefebvre (1986). Estos autores, a través de sus conceptos, refieren a ciertos espacios sociales abstractos o características que rigen un espacio social. 1 De igual manera incluyo a David Harvey (2007), quien habla del cuerpo humano como escala mínima de referencia, retomando a Henri Lefebvre (1980) y su concepto de ciberantropo, una simbiosis hombre-máquina; y las prolongaciones, concepto de Edward T. Hall ([1966] 2003). Éste último aspecto será contrastado con planteamientos de la Teoría Actor-Red, de la cual Bruno Latour (2008) es uno de los principales exponentes. Asimismo, la Teoría Actor Red mantiene estrechos lazos de influencia con la obra de Gabriel Tarde ([1898] 2011) y un diálogo con la teoría de las Esferas de Peter Sloterdijk (2003, 2004, 2009), quienes comparten una visión de espacio social particular. La categoría del espacio diferenciado se forma también a través de las distancias y desde su concepción pública y privada. Finalmente condenso las ideas expuestas en el caso del paisaje sonoro y cómo armar un modelo explicativo de la diferenciación del espacio por diversas nociones de límites, utilizando el paisaje sonoro como ejemplo principal y las entidades (híbridos entre humanos y artefactos tecnológicos) como punto de partida. CONCEPTOS Y CATEGORIAS Figura 1: Modelo de espacio social diferenciado por límites y espacialidad sonora. El presente modelo tiene como objetivo esquematizar la propuesta de análisis del cambio de nociones de límites a partir de la transformación de los objetos como productores de sonido. La transformación es vista desde los objetos hacia un cuerpo de dimensiones, pero no se niega la 2 existencia de otros puntos de referencia. Es decir, el esquema solo tiene como propósito explicar el cambio del espacio social a partir de los objetos, nombrados en este trabajo como artefactos, como un nivel de la realidad, tomando como ejemplo el paisaje sonoro, y como parte del mismo, la problemática del ruido. Existe un marco regulatorio que diferencia, designa y engloba espacios. La percepción de los límites entre esos espacios delimita solamente su existencia por la regulación (por ejemplo, la delimitación de propiedad por las paredes de un inmueble), pero su “distancia” a partir de los objetos. La distancia es percibida por los sujetos, así como por las instituciones en su marco regulatorio, es decir, hay cierto grado de subjetividad dependiendo del objeto. Por ejemplo, si el sonido cruza los limites oficiales (paredes) la percepción de distancia de un espacio con referencia a otro cambia, que si hubiese un ambiente con poco ruido que difícilmente se introduce a otros espacios. Otra forma de verlo es cuando, por ejemplo, el objeto que produce sonido mejora su potencia en decibeles, la regulación de su uso, así como la percepción que se tiene de su calidad en sonido y molestia producida cambian de igual manera, trayendo consigo un cambio en las interacciones que giran alrededor del artefacto (calidad de vida, interacciones entre vecinos, comunicación en el interior de la vivienda, etc.) Existe un espacio social diferenciado, que consta del conjunto de relaciones sociales en el espacio que se distinguen al marcar límites en él. La fragmentación de tal espacio le da un carácter de parcialidad con respecto a un espacio social total o general; se diferencia con respecto a otros espacios igualmente fragmentados. La idea está basada en la concepción de la teoría de campo de Lewin, así como de la fragmentación del espacio de Lefebvre. En ello se ve una distinción que va más allá de público o privado, referente a aquellos espacios cuyos límites previos a la intervención de un artefacto estaban delimitados en cierta escala, sea territorio o espacio personal. Por ejemplo, los limites entre viviendas dentro de un área habitacional (se extiende a oficinas, salones y cualquier espacio de actividad), e incluso el cuerpo humano como espacio o escala mínima de referencia. Ligado al espacio social diferenciado, hay un marco regulatorio, basado en los frames de Goffman. El marco regulatorio consiste en un conjunto de códigos que designan los límites. Éstos pueden ser objetivos si están inscritos en un marco institucional y son aceptados oficialmente, por ejemplo reglamentos, políticas públicas e incluso tecnología que se utiliza para regular el sonido como lo son obstructores de señales de teléfono celular; también pueden ser subjetivos al ser impuestos por 3 una figura de autoridad, por ejemplo, la percepción de un sujeto puede volverse discurso oficial si ese es representante de la regulación, como un policía, gerente, jefe de vecinos, etc. Los sujetos conforman fundamentalmente a seres humanos (en calidad de individuos como de grupos de individuos), que poseen una subjetividad ligada a percepciones, así como juicios de valor que tienen con respecto a los objetos. Por ejemplo, la percepción de “fuerte” o “débil1” del sonido y la molestia o agrado que se tenga. El paisaje sonoro es un espacio social diferenciado cuyos límites no se encuentran circunscritos a aquellos del espacio social designados por los sujetos o por un marco regulatorio, es decir, al de otros espacios sociales diferenciados. Se conforma de estímulos sonoros, que son factores que provocan una respuesta en los sujetos o entidades sonoras. El sonido (ondas sonoras) es un estímulo y en su valoración negativa es el ruido, mientras que en su valorización de aparente ausencia, tranquilidad o baja intensidad es el silencio. Existe una temporalidad que influye en la percepción del ruido como invasor o contaminante tanto en los individuos a los que no les causa molestia, así como en el marco regulatorio cuando éste es producido por personas dentro de su territorio. Con otras palabras, los marcos regulatorios (y por ende, los límites) poseen una duración que puede ser larga o corta, mientras que los eventos son cortos. El evento2 conforma parte de esta temporalidad del paisaje sonoro en la cual existe una variación perceptible no prevista de un espacio diferenciado, pero de temporalidad corta, pues implica una variación suficientemente rápida en el intervalo de la percepción. El estímulo es aquel factor que provoca una respuesta en los sujetos o entidades interactivas. Los estímulos como eventos transcienden los límites sociales (los designados por los sujetos o entidades sonoras) y se restringen en los límites que la ciencia física puede describir de ellos con o sin la interferencia de sujetos o entidades sonoras. Los artefactos, es decir, aquello material o tecnológico que produzca sonido, así como la voz humana (donde el sujeto se convierte en objeto productor de sonido), han cambiado con el paso del tiempo y cada vez permiten mayormente su uso individual y mayor alcance en intensidad y volumen. El sonido producido por los artefactos desata aspectos subjetivos expresados en Se distingue “débil” de “bajo”, para diferenciarlo de los sonidos bajos o graves dentro del espectro de ondas sonoras, y enfatizando en la cuestión de pocos decibeles. 2 La idea de evento se basa en las categorías propuestas por Abraham Moles y Elizabeth Rohmer, quienes comentan que son “variaciones perceptibles de un medio ambiente [sic], que no han sido previstas por el ocupante del centro de ese ambiente. […] Un evento es un „fenómeno‟, es decir, cualquier cosa que aparece al individuo y, entre otras, que varía suficientemente rápido en el intervalo de percepción” (1983: 23). 1 4 percepción (sonidos fuertes y débiles) y juicios de valor (molestia o agrado). Incluye la relación de distintas variables: de forma física (malestar ante altos decibeles, interrupción de tareas, de sueño), así como de un grado afectivo (preferencias musicales). El sonido interfiere en la percepción de límites entre espacios, es decir, el sonido puede no ser detenido por las barreras físicas con las que fueron construidas muchas viviendas, vehículos e instalaciones; por lo que puede ser un elemento intrusivo. Cuando el ser humano utiliza los artefactos para crear sonido, se crea una nueva entidad, la entidad sonora, que conforma una interacción entre una persona y un artefacto. Esta interacción forma parte de su enlace más fundamental y por lo tanto es interna (sujeto-objeto). No obstante, la entidad sonora interactúa, directa o indirectamente, con otros sujetos, objetos y entidades sonoras, y lo hace de forma externa. Las entidades sonoras cambian también de acuerdo al avance tecnológico de los artefactos y esta condición provoca que los límites entre los espacios sociales diferenciados se confundan. Los límites y la distancia fluctúan de acuerdo a la percepción. Los límites son aquellos donde se designa la zona limítrofe del espacio diferenciado, donde aquello que tiene efecto al interior del espacio no tiene más fuera de él, de acuerdo a la designación de un marco contra lo que un sujeto designa. Por otra parte, la distancia es la relación que existe entre un sujeto, artefacto o entidad sonora con respecto a otros, así como con los límites, dependiendo de su posición y percepción (la percepción sólo es posible por sujetos o entidades sonoras, pero pueden asignar distancia no sólo a ellos mismos, sino a objetos y al espacio). En resumen, la propuesta es que los objetos se transforman, al hacerlo, la noción de límites cambia en los sujetos (y los sujetos en calidad de entidades sonoras), por lo cual se cuestiona la idea de espacio y marcos comunes a los sujetos debido a la existencia de otras espacialidades. Se eligió la transformación de los objetos como punto de partida, y no como análisis causa-efecto para explicar ésta dinámica en el espacio. El paisaje sonoro es la forma de explicarlo como un ejemplo de la realidad cotidiana. Bibliografía: Bourdieu, P.; Wacquant, L. J. D. (1995). Respuestas. Por una antropología reflexiva. México: Grijalbo. Goffman, E. (1974). Frame Analysis: An Essay on the Organization of Experience. New York: Harper & Row. Hall, E. T. ([1966] 2003). La dimensión oculta. México: Siglo XXI. Harvey, D. (2007). Espacios de esperanza. Madrid: Akal. 5 Latour, B. (2008). Reesamblar lo social : una introducción a la teoría actor-red. Buenos Aires: Manantial. Lefebvre, H. (1980). Hacia el ciberantropo. Barcelona: Gedisa. Lefebvre, H. (1986). La production de l’espace. Paris: Anthropos. Lewin, K. (1988). La Teoría del Campo en la Ciencia Social. Barcelona: Paidós. Luhmann, N. (1998). Complejidad y modernidad: de la unidad a la diferencia. Madrid: Trotta. Moles, A.; Rohmer, E. (1983). Micropsicología y vida cotidiana: Soledad individual y universo colectivo. México: Trillas. Simmel, G. ([1908] 1986). Sociología: estudios sobre las formas de socialización. Madrid: Alianza Editorial. Sloterdijk, P. (2004). Esferas II: Globos. Macrosferología. Madrid: Siruela. Sloterdijk, P. (2009). Esferas III: Espumas. Esferología plural. Madrid: Siruela. Soterdijk, P. (2003). Esferas I: Burbujas. Microsferologia. Madrid: Siruela. Tarde, G. ([1898] 2011). Las leyes sociales. Athenea Digital. 11(1), 255-272. 6