Acerca de los nuevos alcances de la venta de entradas (art. 91 CC)

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Diario Penal Nro 112 – 10.06.2016
Acerca de los nuevos alcances de la venta de entradas (art. 91 CC)
Por Eduardo Riggi 1 y Martiniano C. A. Guerra 2
1. La antigua figura contravencional de la reventa de entradas -tipificada en el art. 91 CC-regulaba un ilícito de resultado (de lesión) por cuanto
distinguía el comportamiento prohibido (el de revender entradas para un espectáculo masivo, de carácter artístico o deportivo) del resultado que
debía producirse para que la contravención alcance el grado de consumación (la provocación de aglomeración, desorden o incidentes). En
consecuencia, entre la conducta prohibida y el resultado típico debía constatarse una relación de causalidad y, por esa razón, la doctrina exigía una
inmediatez temporo-espacial entre el acción prohibida y el resultado típico en el sentido de que la reventa de tales entradas debía efectuarse en el
lugar donde se realizaría el espectáculo deportivo o artístico o bien en sus inmediaciones. 3No obstante, la responsabilidad no quedaba establecida,
vale aclarar, con la mera determinación de una relación de causalidad entre la acción y el resultado, sino que se debía delimitar mediante la
aplicación de la teoría de la imputación objetiva según la cual la imputación al tipo objetivo presupone la realización de un peligro jurídicamente
desaprobado por la norma en cuestión (lo que evidencia el desvalor de acción -la configuración de una tentativa-) y la consecuente verificación de
que el resultado producido es la realización del riesgo jurídicamente desaprobado (extremo que cimentaba la responsabilidad por la consumación).
En esa vieja redacción la verificación del resultado típico adquiría relevancia jurídica puesto que la tentativa es, por regla general, impune en el
derecho contravencional (art. 12 CC).Piénsese, por ejemplo, el caso en el que un policía, afectado a un operativo de seguridad de cierto evento
deportivo, detectaba en las cercanías del estadio a una persona revendiendo entradas para el partido de fútbol de primera división, donde el
revendedor se acercaba amablemente a aquellas personas que venían solas o bien en grupos pequeños ofreciéndoles revenderles las entradas que
tiene en su poder y alejándose rápidamente ante la negativa de éstos o luego de concretada la transacción. Queda claro, entonces, que tales acciones
no provocaban ninguno de los resultados típicos exigidos por el antiguo art. 91 CC(aglomeración 4, desorden 5 o incidentes 6) y es por ello que esa
conducta era atípica para el código contravencional. De allí que en supuestos de ese tenor el MPF se limitaba, a lo sumo, a formar causa para luego
derivar, al fin y al cabo, las actuaciones a la Dirección General de Administración de Infracciones del GCABA bajo el entendimiento de que ese
accionar podía configurar la falta regulada en el art. 5.1.7de la Ley n° 451. 7
En consecuencia, la antigua formulación de la reventa de entradas (como una contravención de resultado) era insatisfactoria, desde el punto de
vista político-criminal, si se tiene en cuenta que el problema subyacente que la norma quería combatir era el de eliminar una de las fuentes de ingreso
de los integrantes de las barras bravas, no sólo porque el control de la reventa genera violencia y disputas entre sus distintas facciones, sino porque
también de esa manera se dificultaría la misma subsistencia de esas organizaciones, que empañan constantemente con su accionar violento los
eventos a los que concurren. Precisamente, el legislador local quiso combatir, con el antiguo art. 91 CC, la violencia que gira en torno al negocio
mafioso de las barras bravas que despliegan su actividad en connivencia con la dirigencia de los Clubes y cierta “tolerancia” de las fuerzas de
seguridad. En ese sentido, en el debate parlamentario se señaló que “de lo que aquí se trata es de evitar algo que, en definitiva, termina vinculándose
con la violencia que se genera en los espectáculos deportivos”. 8 Es conocido por todos el hecho de que algunos dirigentes de entidades deportivas
entregan, voluntariamente o compelidos, una gran cantidad de entradas a algún sector de la barra brava para que éstos cuenten con ingresos propios
derivados de la posterior comercialización de las enteradas. No obstante, la formulación de la figura contravencional era inidónea, como lo evidencia
el ejemplo dado más arriba, para aplacar toda la violencia que se mueve en rededor de dicho negocio ilícito.
En la actualidad el Legislador optó por regulara la reventa de entradas como una contravención de mera actividad y así modificó el texto legal,
prohibiendo la reventa (e incluso la venta) de entradas a espectáculos de concurrencia masiva, prescindiendo de la causación de cualquier resultado
como elemento del tipo (en concreto, modificó el viejo carácter de ilícito de resultado -de lesión- por uno de peligro abstracto). Así, el Legislador
local dio relevancia típica a la tentativa de la anterior contravención de reventa de entradas y superó, así, la impunidad derivada de la regla general
del art. 12 CC. En efecto, el nuevo texto del art. 91 CC castiga a “quien revende, por cualquier medio, con fines de lucro, una o más entradas para
un espectáculo masivo, de carácter artístico o deportivo”. 9
Esa enunciación alcanza al accionar descripto en nuestro ejemplo, es decir, al de la persona que revende entradas en las inmediaciones del
estadio de futbol para el partido de primera división a disputarse allí y toma recaudos para no producir los resultados típicos de aglomeración,
1
Fiscal de Cámara PCyF a cargo de la Unidad Fiscal Norte. Doctor en Derecho por la Universitat Pompeu Fabra, Barcelona, España. Máster de Especialización en
Derecho Penal y Ciencias Penales (Universitat de Barcelona i Pompeu Fabra, Barcelona, España). Prof. de Posgrado de Derecho Penal de la Universidad Austral, UBA,
UCA, UNCUYO, UTALCA y USAL Abogado UCA.
2
Prosecretario Letrado de Cámara, Abogado UBA, Magister Legum en la Universidad de Regensburg, Alemania.
3
Cfr. MOROSI/RÚA, Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Comentado y Anotado, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2010, p. 542.
4
Entendiéndose bajo ese concepto el “amontonamiento de personas” -ver, al respecto, MOROSI/RÚA, Código Contravencional de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires. Comentado y Anotado, Editorial Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2010, p. 544-.
5
Comprendiendo ese elemento a “los disturbios que alteran la tranquilidad pública”. Ídem nota anterior.
6
Con el término incidentes se alude a toda “dispuesta o riña entre dos o más personas que tenga como génesis la conducta tipificada por la norma y en la que
participe el sujeto activo de aquélla”. Ídem nota anterior.
7
Artículo 5.1.7, Ley n° 451. “MANIOBRAS CON ENTRADAS. El/la que venda, reserve u oculte localidades en espectáculos públicos en infracción a las normas que
reglamenten la actividad es sancionado/a con multa de veinticinco (25) a dos mil quinientas (2500) unidades fijas y/o decomiso de las entradas.”
8 Vid en este sentido la intervención del diputado Enriquez en el “Acta de la 8° Sesión Especial”, del 23/09/2004, p. 109.
9
Conforme al nuevo texto sancionar en el artículo 1º de la Ley nº 5174 (BOCBA N° 4564, del 22/01/2015).
desorden o disturbios. Ahora bien, si la conducta produjere “alteraciones al orden público”, la nueva formulación de la figura contravencional eleva
al doble la escala sancionatoria (art. 91, último párrafo, CC).En consecuencia, el resultado de la vieja redacción del art. 91 CC, que funcionó otrora
como una suerte de condición objetiva de punibilidad de esa figura 10, pasó a convertirse, con la nueva redacción, en su subtipo agravado.
Entonces, lejos de tener como propósito el cuidado del patrimonio propio del organizador o titular del espectáculo masivo, 11el art. 91 CC actual
persigue como finalidad conjurar el riesgo abstracto derivado de la puesta a la venta de entradas en tanto suelen generar situaciones de violencia y
permiten el sustento económico de actividades vinculadas con la violencia. Ese riesgo que procura neutralizar la norma prohibitiva es de carácter
“remoto”, es decir, que concurre o se satisface ya con el riesgo general (o abstracto) de que, de una situación como la descripta en el tipo, pueda
derivarse un peligro para la seguridad pública, aunque de hecho ésta no haya quedado si quiera cerca de sufrir un daño(por ejemplo: cuando el autor
no tiene vínculos con la barra brava). 12
2. Por otra parte, la antigua contravención sólo castigaba la acción de revender entradas para espectáculos de concurrencia masiva, deportivos o
artísticos a diferencia de la actual que castiga a quien vende o revende entradas –ya sean las puestas para su comercialización por el organizador
como las gratuitas por ser de cortesía, protocolo u otro tipo de invitación de similares características-. Por ello resulta conveniente comparar ambos
textos legales y recordar los alcances de sus respectivos verbos típicos.
La acción típica revender importaba necesariamente poner a la venta algo que fue comprado previamente, es decir, una misma cosa es primero
objeto de una compraventa y luego de una segunda. A los efectos de definir una reventa resulta indiferente la identidad del sujeto. Así la venta inicial
y la siguiente (esta última es la reventa) podían ser llevadas a cabo por diferentes personas. Sobre esa base era razonable afirmar que no era necesario
que una única persona venda primero y luego revenda la cosa, ni que exista ningún vínculo entre el comprador inicial (el futuro revendedor) y el
dador originario (el vendedor).Así la reventa comprendía la acción de poner a la venta la entrada ya adquirida y la de concretar la respectiva
transacción. 13 Así, por ejemplo, con la anterior redacción del art. 91 CC era atípico el comportamiento de quien vendía, en el sitio Web denominado
Mercado Libre, dos entradas para un partido de fútbol de primera división que lleve la inscripción “Canje Socio. Prohibida su venta”, incluso si al
momento de concretar la transacción –minutos antes de ingresar al estadio– se generase una fuerte pelea entre el vendedor y los dos compradores. La
falta de adecuación típica tenía lugar, básicamente, con base en que no existía una acción de “reventa”, sino una de “venta” de entradas.
En la actualidad, en cambio, el texto legal no sólo prohíbe, en su primer párrafo, la reventa de entradas con fines de lucro, sino también la
conducta del ejemplo descripto; ello por cuanto menciona, en el segundo párrafo, que la prohibición del primero comprende a aquel que “vende al
menos una entrada de las referidas en el párrafo anterior cuando éstas no hubiesen sido puestas a la venta por los responsables de la
organización por ser de cortesía, protocolo u otro tipo de invitación de similares características”. En consecuencia, la figura actual castiga la mera
puesta a la venta de entradas, incluso cuando no hayan sido compradas previamente en la medida en que vender comprende tanto la conducta de
poner a la venta la entrada(cfr. la primera y segunda acepciones del verbo “vender” en el diccionario de la RAE), como también la efectiva
concreción de esa operación. En este punto, vale aclarar que el abordaje sobre la responsabilidad jurídica de las páginas Webs que sirven de
plataforma para ofertar entradas excede el marco del presente trabajo, por lo que si esa intervención en el hecho configura o no una conducta neutral
será materia de otro trabajo. 14
3. Finalmente, teniendo en cuenta la decisión de política criminal que refleja la presente modificación legislativa, debe destacarse que la
formulación típica actual permite abarcar, en su tenor literal, ventas de entradas que carecerían de interés para aquella finalidad político-criminal
como lo sería, por ejemplo, el supuesto de aquel que coloca a la venta, por un medio electrónico, una entrada para un recital de un artista
internacional, que le habían regalado con motivo de su cumpleaños, ya que no podrá asistir por motivos laborales, de salud, o cualquier otra razón.
No obstante, ese alcance de la tipicidad contravencional podría morigerarse si se interpreta que no constituye contravención, por no lesionar en
absoluto el bien jurídico tutelado, las reventas o ventas de entradas que inequívocamente no estén conectadas con la comercialización de entradas
destinadas a sustentar de manera económica actividades de las barras bravas. Así, quien vende una entrada que le obsequiaron con motivo de su
cumpleaños no configura el ilícito en cuestión, pero la citada desvinculación deberá quedar demostrada inequívocamente a través de la prueba
recolectada.
10
En relación con esta cuestión (en la que la producción del resultado es susceptible de ser leído como una condición objetiva de punibilidad), cfr. la exposición de
FREUND, Strafrecht Allgemeiner Teil, Ed. Springer, Berlin 2009, pp. 321 ss.
11
Cfr., al respecto, la opinión de ABOSO en “Código Contravencional y Procedimiento”, Ed. B de F, Buenos Aires 2016, p. 357.
12
En ese sentido, cfr. WESSELS/BEULKE, StrafrechtAllgemeinerTeil, 35. Auflage, C.F. Müller Verlag, Heidelberg 2005, § 1, n.m. 29, p. 8.
13
Cfr., al respecto, la primera y la segunda acepciones del verbo “vender” en el diccionario de la RAE, así como la connotación del sufijo “re” –volver a hacer–.
14
Es decir, si se trata o no de casos en los que un autor (el que vende o revende entradas) desvía hacia lo delictivo el comportamiento de un tercero que per se carece de
sentido delictivo (el aporte al hecho que hace la persona física o jurídica que ofrece la plataforma Web donde aquellos ofertan entradas). Es que, a nuestro juicio,
requiere de un análisis más exhaustivo el determinar si el titular de una página Web que asume con otro este vínculo (es decir, el de permitirle ofertar entradas)
configura un contacto estereotipadamente inocuo. Ello en virtud de la existencia de una prohibición general, contenida en la prohibición del art. 91 CC, que rige en el
ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires de vender o revender entradas, por medios no oficiales, para espectáculos de concurrencia masiva, de carácter artístico
o deportivo. De allí resulta necesario precisar si aquél quebranta o no su rol cuando otro incardine dicho vínculo en una organización no permitida. Al respecto, cfr.
Günther JAKOBS, La Imputación Objetiva en el Derecho Penal, Editorial Ad-Hoc, Buenos Aires, 1997, pp. 30 s.
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