1 MELERO Y PIÑA: EL INSURGENTE TOLUQUEÑO Por: Sergio

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 MELERO Y PIÑA: EL INSURGENTE TOLUQUEÑO Por: Sergio Naime Fares Este artículo gira en torno al insurgente toluqueño Melero y Piña, quien participó en la lucha por la Independencia, al lado del cura Miguel Hidalgo y Costilla, el Padre de la Patria y que años más tarde, ya consumada la independencia, en 1843, murió a la edad de 69 años en el Convento del Carmen de Toluca. Cabe mencionar, por cierto, que en la ciudad de Toluca se encuentra la calle de Melero y Piña que atraviesa la avenida Isidro Fabela. Sin embargo, muy pocos habitantes de esta ciudad saben quién fue realmente, este importante personaje, de nombre Gregorio Medero o Melero y Piña. Antes de que les comente sobre quien fue este ilustre toluqueño, a continuación daré algo del contexto, en donde se desarrolló la vida de nuestro personaje. Fray Gregorio de la Concepción, mejor conocido como Melero y Piña, había nacido en la ciudad de Toluca, en 1773, sus padres fueron don Bernardo Melero y doña María Ana Herrera, ambos hijos de españoles. Sin embargo, es posible que, haya nacido un año antes o un año después. Como en el resto de América Latina, las conspiraciones por la Independencia no se hicieron esperar en la Nueva España, como fue el hecho de la deposición del Virrey Iturrigaray, y el asesinato del Licenciado Primo de Verdad, en 1808; un año después, se llevó a cabo en Valladolid, otra conspiración encabezada por los hermanos Michelena, pero esta fue descubierta y sus líderes fueron encarcelados. Poco tiempo después, en la ciudad de Querétaro, las reuniones literarias o tertulias, donde asistían personas como el cura Miguel Hidalgo y Costillla, el corregidor de la ciudad, Miguel Domínguez y su esposa, Josefa Ortiz Domínguez, además de los militares Mariano Abasolo, Ignacio Aldama y su hermano Juan, y el capitán Ignacio Allende; en estas tertulias literarias desembocaron en una conspiración, que tiempo después fue descubierta, por lo que a Hidalgo no le quedó otra que iniciar el movimiento independista con el “famoso y mítico grito de Dolores el día 16 de septiembre de 1810. Con respecto a los primeros años de vida de Melero y Piña, no se sabe mucho, sin embargo se conoce que al interesarse por la vida religiosa, en 1793 ingresó a la Orden de los Carmelitas Descalzos de Puebla, a la edad de los veinte años y, desde entonces, según la costumbre de esta Orden, cambió su nombre de Gregorio Melero y Piña por el de Fr. Gregorio de la Concepción. Cuenta el historiador Dionisio Victoria Moreno que cumplido el año exigido y aprobado por la comunidad, Fray Gregorio fue admitido en la profesión religiosa en el convento poblano de esa orden. Pasado ya de los veinte años de edad, Fray Gregorio, se ordenó, en la Ciudad de México, el día 18 de diciembre de 1795; más tarde, el día 10 de junio de 1797, se recibió de subdiácono y el día 23 de diciembre de ese mismo año, ya fue diacono. En 1798, fue ordenado sacerdote por el arzobispo don Alfonso Núñez de Haro y Peralta, quien años después también seria virrey de la Nueva España. 1 Más tarde, estuvo en el convento de Oaxaca hasta 1807, por lo que permaneció ahí cerca de tres años, donde renovó sus licencias ministeriales para ejercer nuevamente el sacerdocio el día 8 de julio de 1806 al 28 de marzo de 1807. De esta ciudad, paso al Convento del Santo Desierto de los Carmelitas de Tenancingo, que pertenencia al Arzobispado de México, donde estuvo poco tiempo. Comenta en sus Memorias, Fray Gregorio de la Concepción, que en el Convento de Tenancingo permaneció sólo un año, pues contra su voluntad y por ser una persona conflictiva, lo pasó su provincial, al Convento de San Luis Potosí, el día 9 de julio de 1808, donde fue procurador en este lugar. En su camino a esa ciudad conoció a Ignacio Allende en San Miguel el Grande, ( hoy de Allende, Guanajuato); también en ese lugar conoció a Juan Aldama y Mariano Abasolo; por estas personas, Fray Gregorio de la Concepción se dio cuenta que se estaba realizando una conspiración para llevar a cabo un movimiento de Independencia. A Miguel Hidalgo, lo conoció en Dolores, (hoy Dolores de Hidalgo), en el mismo estado, este lo invitó a formar parte de la conspiración y le dio a conocer que solamente cinco personas sabían de esta: Allende, Abasolo, Joaquín Arias y Ignacio Aldama, y el mismo Hidalgo. A partir de este momento “En sus “memorias” Fray Gregorio menciona que el Señor Cura que-­‐ conoció en mí tal patriotismo que allí me descubrió todo lo que se estaba haciendo, y tuve la satisfacción de ser el sexto combinado para libertar a mi amada Patria”. De tal manera que Allende le había encargado que le entregara una carta al cura Miguel Hidalgo, conociendo de esta manera los planes de la insurrección. Al llegar a San Luis, Gregorio comenzó a cartearse con Hidalgo. En sus “memorias”, Fray Gregorio de la Concepción recuerda su encuentro con Miguel Hidalgo de la siguiente manera: Entre once y doce del día llegué a dicho pueblo (de Dolores) y estando el curato pregunté por el señor cura, y él mismo salió y me pregunto con un modo serio y algo extraño: ¿A quién busca Ud. Reverendo? Yo le dije que al señor cura, y así me dijo que él era, le entregué la carta (que le habían enviado Allende y Aldama) y luego que la leyó, con una cara muy halagüeña me abrazó y me dijo que dispensara el modo que me había puesto, que pensaba que yo era gachupin. Además Hidalgo le dio el encargo de preparar en San Luis Potosí la insurrección. Después de estar tres días en Dolores, Fray Gregorio siguió pues su camino a la ciudad de San Luis Potosí, dejando al cura Miguel Hidalgo, quien se había convertido en su nuevo amigo y con quien coincidía en las ideas de libertad. Ya instalado en el convento de San Luis, le dieron el cargo de procurador, que era un empleo por ser una persona de fácil trato social y capacidades para conducir los negocios extraconventuales de la comunidad. A pesar de que San Luis Potosí era cuna de la contrainsurgencia, la mayor parte de la población se mostró partidaria de la insurrección, según el historiador Juan Ortiz de Escamilla. Por otra parte al darse el comienzo de la lucha por la Independencia, el 16 de septiembre de 1810, Fray Gregorio de la Concepción participó en la rebelión insurgente de San Luis Potosí del 10 de 2 noviembre de 1810 al tomar esta ciudad, junto a los juaninos Herrera y Villerías, así como en el encarcelamiento de religiosos españoles de ese convento donde residía, y asimismo oficiaba misa y liberó a insurgentes que estaban presos en ese mismo lugar, como Lanzargorta, Zapata, y Herrera el juanino; a pesar que estos estaban presos, conspiraron contra el mal gobierno desde la prisión del convento carmelita potosino. Un poco más tarde, al tener problemas con el jefe insurgente Rafael Iriarte, porque este quería poner en libertad a religiosos españoles y tenía intenciones de apresar a los juaninos Herrera y Villerías, por lo que el fraile carmelita dejo la ciudad potosina y ya teniendo el grado de General, se unió al ejército insurgente que mandaba Mariano Jiménez, donde participó en el saqueo de la hacienda del Pozo, que era propiedad del convento de la Orden de los Carmelitas de San Luís, con objeto de cubrir las necesidades alimenticias de tropa. Posteriormente con el ejército insurgente marchó a Saltillo, Coahuila, no sin antes ocupó brevemente Monterrey. El movimiento de Independencia iniciado en septiembre de 1810, por Hidalgo, inició como una protesta contra el “mal gobierno”, debido a que en el ejército insurgente estaban sus filas o huestes, trabajadores mineros, campesinos indígenas, lo que dio como resultado una contienda social o guerra civil, lejos de la idea original de la conspiración. Al principio, el ejército insurgente comandado por Hidalgo y Allende tuvo una campaña exitosa en el Bajío, a raíz del triunfo en la Alhóndiga de Granaditas, en la ciudad de Guanajuato. Hidalgo y su ejército llego inclusive a las fueras de la ciudad de México, sin embargo, tras el triunfo insurgente en el Monte de las Cruces, se retiraron hacia el Bajío y Occidente, que tuvo como consecuencia el inició de derrotas insurgentes en Aculco y Puente de Calderón. Tiempo después, el ejército insurgente comando por Mariano Jiménez y Fray Gregorio de la Concepción fueron recibidos por los habitantes de esa villa de Saltillo; sin embargo, cabe mencionar, según relata fray Gregorio, ya estando en Monterrey, Jiménez y el fraile carmelita toluqueño, saquearon casas de comerciantes y supieron del desastre insurgente en la batalla del Puente de Calderón, cerca de Guadalajara, y de que los jefes insurgentes venían en fuga hacia Saltillo. Para ayudarles salieron de Monterrey. Por otra parte, en su libro, “Memorias” de 1831, Fray Gregorio de la Concepción detalla de manera puntual los hechos, que se presentaron desde el levantamiento insurgente en San Luis Potosí, hasta la captura de él y de los demás insurgentes, en Acatita de Baján, en Coahuila, y el periodo de la Independencia de 1808 a marzo de 1811. Con la derrota en el Puente de Calderon, cerca de Guadalajara, en enero de 1811, Ignacio Allende le quitó el mando militar de Generalísimo a Hidalgo, en la Hacienda de Pabellón, lo que actualmente Aguascalientes. Más tarde, Miguel Hidalgo y su ejército marcharon a buscar ayuda a los Estados Unidos y en el camino, cerca de Saltillo, se encontró con Ignacio Allende, quien había sido derrotado en noviembre de 1810 por el general Félix María Calleja en la ciudad de Guanajuato, y con Fray Gregorio de la Concepción quien escribió lo siguiente en su libro “Memorias”: Como a la media noche-­‐ escribe-­‐ lo encontramos con casi nada de gente, pero si luego que me vio nos abrazamos con la mayor ternura. Por el camino me fue contando el motivo de la pérdida de la batalla de Calderón: que habiendo sido ganada por nosotros se había perdido por un equívoco y otras muchas cosas… 3 Se dice que desde ese día, hasta la captura de ambos en Acatita de Baján, el fraile carmelita convivió con el cura Hidalgo, también se sabe que en Saltillo, el Padre de la Patria ratificó en la Junta de Generales el nombramiento de máximo grado militar el de, Generalísimo, a Allende. Con ello, éste se convirtió en jefe supremo de la insurrección, por lo que el pueblo de Saltillo le organizó una gran fiesta; esto es lo que dice Fray Gregorio de la Concepción: Al otro día, empezaron los toros (que de antemano se tenían prevenidos)… Desde que llegó allí el señor Hidalgo siempre lo acompañe a la mesa y como ni uno ni otro asistimos a los toros y fiestas, nos íbamos sobre tarde al alto y entonces acabé de conocer que todo cuanto decían de él era falso, pues conocía yo la gran religión que tenía y una ciencia muy grande, y como decían los gachupines y chaquetas, andaba con tantas mujeres y otras mil picardías, cuando salí a recibirlo esperaba yo entonces encontrarlo con gran comitiva de mujeres y me quedé absorto a ver mi pobre viejecito solo. Y todo el tiempo que estuvimos juntos hasta caer prisionero no vi otra cosa sino buenos ejemplos… Dice Fray Gregorio, en sus “Memorias”, que el 15 de marzo de 1811, los insurgentes salieron de Saltillo y cinco días después él día 20 salió a Monclova y siendo uno de los primeros en caer junto con Jiménez, en la emboscada que Ignacio Elizondo les tendió en la Acatita de Baján; por ello no pudo avisar a Hidalgo la trágica suerte que les esperaba y el día 21 caerían en ella Hidalgo, Allende, Abasolo, y los demás insurgentes. Se comenta por otra parte que Ignacio Elizondo, el captor de los insurgentes, molesto por no haber conseguido de Ignacio Allende los ascensos militares en el ejército insurgente, se unió a la contrarrevolución que era organizada en el norte por el obispo de Monterrey, comenzando así la traición desde el día 17 de marzo de 1811 en Monclova, en nombre del rey Fernando VII, al aprender al insurgente Aranda en una fiesta. Hidalgo, Allende, y otros insurgentes fueron capturados por Elizondo, al engañarlos a la Acatita de Baján, haciéndoles saber que los esperaba con los brazos abiertos a su llegada. El día 21, ya en manos del traidor Elizondo, Fray Gregorio de la Concepción comenta en sus “Memorias”, como fue testigo del arresto de Miguel Hidalgo: … oímos un tropel de soldados y nos asomamos un poco a la puerta del (cuarto donde estaban los presos) y vimos que traían en triunfo a nuestro amado Hidalgo, Aldama Y Abasolo; y a todas las esposas de nuestros generales las llevaron a un cuarto que estaba algo cerca del nuestro, así que dejaron ahí, nos llevaron a nuestros compañeros a donde estábamos y vimos que la banda de generalísimo de nuestro Hidalgo la llevaba puesta un indio apache… Al señor Hidalgo y a mí nos llevaron después de la oración a un cuarto aparte en donde estaban ya presos otros 17 sacerdotes de todas las órdenes y clérigos, y allí nos encerraron… Después de ser aprendidos en Baján, los jefes insurgentes los condujeron a Monclova, llevando a estos, en las mismas diligencias que les habían quitado en el momento de la aprehensión. En la de Hidalgo iba Fray Gregorio, el padre Conde y un cura apellidado Velarde. Cabe mencionar que a la entrada de los pueblos los insultaban sus habitantes por lo que les hicieron sufrir un verdadero calvario. Fray Gregorio comenta ese pasaje en sus “Memorias”: 4 Todo esto nos afligía demasiado y más nos consternaba ver a nuestro amado Hidalgo que moría del estómago, y sin poderlo auxiliar en nada. Y lo único que hicimos fue ponerlo sobre una mesita que estaba allí para que respirara algo porque ya nos ahogábamos… Al día siguiente, el día 22 de marzo de 1811, los contrarevolucionarios intentaron engrillar a los principales jefes insurgentes, pero se opuso la tropa realista, entonces los amarraron por la espalda. Fray Gregorio dice sobre este momento en sus “Memorias”: Por delante de nosotros iba una guerrilla de 25 hombres y luego un soldado que tiraba una mula en la que iba el señor Hidalgo y luego otro soldado por atrás que le iba apuntando con la lanza a la espalda y luego otro que tiraba la del señor Allende y después otro soldado apuntándole y con el mismo orden se seguía Jiménez… y una fila de soldados a la derecha e izquierda. Así nos sacaron sin darnos el más mínimo bocado y los más de los sacerdotes y paisanos sin sombrero… De los cuarenta presos, algunos de ellos como Hidalgo, Allende, Aldama, Jiménez, se les condujo a Chihuahua, donde se les fusilaría tiempo después; al mismo tiempo, Melero y Piña y otros nueve religiosos fueron conducido a Durango, donde se les inició un proceso por delito, el primero de junio de 1811 y Fr. Gregorio cuenta en sus “Memorias” este doloroso desenlace”: ¡Oh y cómo nos afligimos todos de aquel apartamiento! Nunca vi llorar tanto al señor Allende como ese día, ni a mi viejecito… Yo caí al suelo privado y apenas volví en mí cuando me montaron en mi mula… llorando les decía en medio de tanta multitud: ¡Adiós mis amados compañeros... ; acuérdense que he sido su fiel compañero hasta la muerte… La Gaceta de México, del jueves 25 de abril de 1811, dio conocer la aprensión de los principales jefes insurgentes en el paraje llamado Acatita de Baján el día 21 de marzo de 1811, por las tropas del rey de la provincia de Coahuila, comandas por Ignacio Elizondo, estos eran: Religiosos: Fr. Bernardo Conde, franciscano Fr, Gregorio de la Concepción, carmelita Fr. Pedro Bustamante, Mercenario Clérigos: D. Miguel Hidalgo, ex generalísimo D. Mariano Balleza, teniente general D. Francisco Olmedo D. Nicolás Nava 5 D. José María Salcido D. Antonio Ruiz D. Antonio Belan D. Ignacio Hidalgo Militares o seculares D. Ignacio Joséf Allende, generalísimo D. Mariano Jiménez, capitán general D. Juan Aldama, teniente general D. Manuel Santa María, mariscal D. Mariano Abasolo, mariscal D. Ignacio Camargo, mariscal D. Nicolás Zapata, mariscal D. Francisco Lanzargorta, mariscal D. Vicente Valencia, director de ingenieros D. Manuel Ignacio Solís, intendente del ejército, con 22 de servicio D. Onofre Portugal, brigadier D. Juan Bautista Carrasco D. Juan Ignacio Ramón D. Josef Santos Villa, coronel D. Manuel Chico, coronel retirado D. Pedro Leon, mayor de plaza D. Vicente Saldierna, teniente coronel retirado D. Josef Miguel Arroyo D. Antonio Alvarez Vega, sargento mayor retirado D. Vicente Acosta, sargento mayor D. Mariano Olivares teniente coronel D. Josef María Echais 6 D. Carlos Zepeda coronel D. Josef de los Angeles teniente D. Carlos Zepda coronel D. Josef de los Ángeles, teniente D. Mariano Hidalgo D. Valentín Hernández, alférez D. Ignacio Chavez, capitán honorario D. Josef Antonio Navaez, alfarez Lic. D. Ramón Garcés D. Manuel Garcés D. Antonio Nieva D. Gerónimo Balleza D. Joaquín Jiménez D. Teodoro Chabell D. Francisco Pastor D. Josef María Canal D. Vicente Frías D. Pedro Taboada D. Juan Echais D. Sebastián Conejo Además en marzo de 1811, el ejército realista comandado por Calleja tomo la Ciudad de San Luis Potosi, por lo que muchos insurgentes habían sido fusilados, y algunos estaban escondidos, según el Doctor Juan Ortiz de Escamilla. Al separarse de sus compañeros, Fray Gregorio de la Concepción, estuvo preso y engrillado en el convento Franciscano, en Durango ya estando en ese lugar, tuvo un proceso eclesiástico largo y fue llevado, tiempo después, a San Luis Potosí donde fue procesado por el delito de traición al rey, el día 22 de noviembre de 1815, y por ello, estuvo prisionero en San Juan de Ulúa y tiempo después, en 1818 desterrado a un convento carmelita en Cádiz, España. Ya consumada la Independencia en 1821, regresó a México, donde vivió en su ciudad natal, y en la que murió a la edad de 69 años, en el Convento del Carmen de Toluca el día 5 de abril de 1843. Años antes ya estando en Toluca, firmó los libros en calidad de superior hasta 7 septiembre de 1840, y se le dio una pensión de un peso diario y se secularizo en marzo de 1828, además, se le reconoció el grado de coronel en el ejército, y se le dio el nombramiento de Vicario General Castrense, que le había dado Allende en 1811; sin embargo, no se le otorgó el sueldo correspondiente. Cabe mencionar que, su muerte está registrada en el “Libro Nuevo de difuntos de la orden del Santo Desierto de Tenancingo”, y dice lo siguiente:” El día 5 de abril de 1843, murió en nuestro convento de Toluca el padre Fr. Gregorio de la Concepción. Era natural de dicha ciudad, tenía 69 años y de hábito que tomó y profesó en nuestro convento de Puebla. Se aplicaron los sufragios que ordenan nuestras sagradas leyes”. 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