Reportaje a Darío Aranda

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Reportaje a Darío Aranda
En la Radio La Retaguardia en el programa “Tengo una idea”, hicieron un reportaje al
periodista Darío Aranda que se ha destacado por publicar noticias alrededor del negocio de
la soja y los transgénicos en Página 12, como puede y cuando lo dejan. Allí argumentó
acerca de por qué cree que la cuestión de los agrotóxicos no la maneja el Estado sino
directamente por las empresas del sector.
—Tengo una idea: ¿Por qué en la Argentina los transgénicos son atendidos porsus dueños,
como planteás?
—Darío Aranda: Es bastante común el discurso de los medios del sector del agronegocio,
de las empresas, e incluso de los funcionarios que suelen hablar de la supuesta seguridad de
los transgénicos. Los transgénicos a nivel internacional son muy cuestionados porque son
modificaciones genéticas que se les hacen a los vegetales, y no está probado a ciencia cierta
qué implicancias podrían tener tanto ambientales como sanitarias en las personas. En la
Argentina se suele hablar como un alumno modelo de los transgénicos, que está
hiperprobado, que son seguros y demás. Hay una cosa bien interesante para marcar y por
qué decimos que son atendidos por sus dueños. En nuestro país existe desde 1991 la
CONABIA (Comisión Nacional de Biotecnología), que depende del Ministerio de
Agricultura. Desde ese año hasta fines del año pasado, de los integrantes de la CONABIA,
los que firman, los que aprueban técnicamente los transgénico, nunca se hicieron públicos
los nombres, nunca se supo quiénes eran. Y el año pasado, a raíz de una filtración que
hubo, y con algunos compañeros desde el periódico de la CTA, obtuvimos el listado de
esos integrantes. Ahí confirmamos que son 47 personas y 27 son directamente de las
empresas, Monsanto, Bayer, BASF, etc. Y si no son científicos que tienen publicaciones
científicas y que dependen o tienen trabajos hechos con las mismas empresas. Más de la
mitad de esa comisión está integrada por las propias empresas que piden la liberación y
autorización de los transgénicos. Es, sin duda, incompatible, un conflicto de intereses o,
como se dice en el barrio, que están de ambos lados del mostrador. Imaginemos que la
autorización dentro de la Secretaría de Ambiente el que estuviera autorizando distintos
cateos sea Barrick Gold o Chevron. Si bien podemos discutir cómo se autorizan las
petroleras o las mineras, no se comete algo tan alevoso como ser que las propias empresas
se autoricen.
—TUI: Los transgénicos en determinados países europeos están prohibidos.
—DA: Acá hay dos cosas que también tienen que ver con la supuesta seguridad. El Estado
argentino no hace estudios propios sobre los transgénicos. Esto es: llega el señor Monsanto
o el señor Syngenta y le dice al Estado argentino: "Esta soja, este maíz, este algodón
transgénico es maravilloso y no le va a hacer nada al ambiente ni a la población", y el
Estado argentino no replica ese estudio, o ese supuesto estudio, sino que firma,
autoriza. También se agrega a esto, que muestra una situación aún más regular, es que los
expedientes de aprobación, estos propios estudios que presentan y el expediente de
aprobación, son confidenciales. Si mañana fuera un científico independiente o una
institución independiente y quisiera ver cómo se aprobó ese transgénico, no puede
acceder. Se suma que se aprueban las propias empresas su semilla transgénica dentro del
Estado, que son confidenciales los estudios y que el Estado argentino no hace ningún
estudio para confirmar que lo que dice la empresa es verdad. En ese sentido, es muy
alevosa, muy obscena la situación de enorme irregularidad y que deja al descubierto la
falsedad que dicen que los transgénicos en la Argentina son muy seguros.
—TUI: La atención en el artículo que las empresas aparecen con otro nombre. Él ingenio
Ledesma aparece como una huerta experimental. La gente de esa huerta es la gente del
ingenio.
—DA: Ahí se da la mezcla que solemos escuchar en los últimos años, que el Gobierno
nacional puntualmente lucha contra las corporaciones, y vemos que todas las
corporaciones, tanto internacionales como nacionales, están metidas en la aprobación de
transgénicos. Nada más ni nada menos que Ledesma —lo conocemos bien: las denuncias y
pruebas que hay con su complicidad con la dictadura cívico-militar— es uno de esos
actores. En el listado oficial, en ninguno dice exactamente quiénes son, pero, por ejemplo,
hay un nombre que circula ahí que es ASA, la Asociación de Semilleros Argentinos. Pero si
uno pone ese nombre, en internet o en los curricula on line— enseguida salta que son altos
directivos de Monsanto que incluso tienen en su mail, el mail de Monsanto, el lugar laboral
es Maipú, frente a la Plaza San Martín, la sede central de Monsanto. Está bastante solapado
o hay científicos que aparecen como que son del INTA, que es verdad que pertenecen al
INTA. Ahora, cuando uno se pone a buscar a estos científicos y los entrecruza con
empresas, enseguida saltan numerosas charlas, viajes con las empresas y publicaciones
científicas. Un dato final que me parece la frutilla del postre es que el máximo responsable
de la CONABIA y de la dirección de Biotecnología del Ministerio de Agricultura, el
máximo responsable de transgénicos en la Argentina, Martín Lema, en noviembre pasado
publicó un trabajo científico con las empresas que debe controlar: con Monsanto, Syngenta,
Bayer, BASF y Dow... Esto lo presentó en un congreso de biotecnología en Sudáfrica. Ni
siquiera se cuidan las formas. Martín Lema, el máximo responsable de los transgénicos, va
y escribe un paper científico con las empresas que debe controlar. Lo mínimo que se le
puede pedir es una renuncia. Y acá pasa como si nada. Los grandes medios, los medios
comerciales, por un lado, los que están ligados al agro —La Nación y Clarín—, no cuentan
nada porque obviamente es su negocio. Y por otro lado los medios más ligados al Gobierno
no cuentan nada de esto porque muestra a las claras que el Gobierno es cómplice en este
tema de las corporaciones.
—TUI: Para dar una lucecita de esperanza, hay resistencia. Podemos citar el ejemplo de
Malvinas Argentinas en Córdoba, que ha luchado contra la empresa que quería introducir
Monsanto dentro de sus campos.
—DA: La semana que viene estoy visitando a los compañeros de Malvinas Argentinas.
Hace un año y medio que han frenado al monstruo. Era difícil imaginar que lo hubieran
podido frenar. Tenían en contra a Monsanto, al Gobierno nacional, al Gobierno provincial
de De la Sota y al Gobierno municipal de Arzani.
—TUI: Además, allí reprimieron.
—DA: Han sufrido seis represiones en los últimos dos años. Así y todo, hace un año y
medio que Monsanto está frenada. No se ha ido, es cierto, pero al menos en este momento,
de no haber sido por la resistencia, en este momento estaría funcionando. Si Monsanto no
se va, es porque habría significado perder una batalla y sería un mal ejemplo que se podría
repetir en otros lugares del país y de América Latina. Dentro de esa batalla, la de Malvinas
Argentina es una de las últimas y nos llena de esperanza.
La voz de Darío Aranda está más que autorizada para opinar acerca de estos temas. Sus
opiniones se basan en investigaciones sólidas. Es de aquellos que permiten pensar que el
periodismo es todavía una profesión para abrazar.
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