“YO, MI PRIMER LIBRO”: REFLEXIONES INICIALES DE LUIS

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“YO, MI PRIMER LIBRO”: REFLEXIONES INICIALES DE
LUIS CERNUDA SOBRE LA POESÍA
Adriana Rodríguez Torres
El Colegio de México
E
n sus primeros poemas, Luis Cernuda desarrolla algunos de los
temas esenciales y constantes de su obra futura. Incluye en ellos
un conjunto breve pero significativo de reflexiones sobre la
escritura, la razón, el origen y el destino de la poesía: lo que podría
llamarse, con las palabras que utilizó el mismo Cernuda a propósito de
Paul Éluard, “el problema poético” 1, que constituye, me parece, un intento
de teorizar sobre la subjetividad del poema, aun utilizando criterios
subjetivos. La inquietud por la reflexión sobre la propia obra parte sobre
todo de la actitud de los poetas románticos, tan atractivos para Cernuda;
pero el uso del discurso poético como el mecanismo para desentrañar el
mismo discurso se convierte también en una propuesta estética y
renovadora entre varios poetas modernos en lengua hispánica. Sorprende
que el joven Luis Cernuda haya reunido la conciencia de su vocación con
la observación lúcida y sutil del fenómeno poético.
Perfil del aire aparece en 1927; circula como el primer libro de un
joven cuyo talento es ya reconocido por el pequeño círculo literario que
frecuentaba y que incluía importantes figuras de la época, como Pedro
Salinas, a quien estaba dedicado. Casi diez años después, la primera
edición de La realidad y el deseo fijó ese primer volumen con el título de
Primeras poesías. Los cambios operados de uno a otro título fueron
1
vol.
“Paul Éluard” (1929), incluido en Prosa II, ed. Derek Harris y Luis Maristani, Obra completa,
Siruela, Madrid, pp. 15-17.
III,
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sustanciales 2: Cernuda suprime diez poemas, los numera y añade dos
sonetos, en contraste con las décimas y cuartetas del resto del libro, uno
de aquellos rasgos que tanto lo acercaron a Jorge Guillén 3. El hecho de
que el autor haya vuelto a ese primer libro conservando y aun extendiendo
los versos dedicados a la reflexión sobre la poesía, sugiere que ésta sea la
síntesis entre la visión juvenil y la madura en cuanto a dicho tema; para
entonces, además, Cernuda ya había iniciado su faceta de crítico literario,
lo cual permite un diálogo entre las ideas del poeta y las del ensayista.
Conviene que sea ésta la edición más apta para discutir el tema
planteado. 4
Los primeros poemas de este libro contienen una serie de imágenes
de corte purista, cuya concisión deja lugar a la percepción inmediata y
sugerente, y a la introspección emocional limitada a la conciencia
individual 5. Así, cada poema incide en la revelación, casi siempre
pesimista de la soledad contemplativa del individuo; por ello, tales
imágenes aluden a momentos de reposo o de sueño, en un sentido más
romántico que surrealista, como una forma de lucidez desesperanzada,
como en el poema
IV,
en el que la imagen del reposo es la de una forma de
muerte:
2 Véase Luis Cernuda, Perfil del aire, ed. y estudio de Derek Harris, Tamesis Books Limited,
London, 1971.
3 Como señala Philip W. Silver, casi todas las críticas a Perfil del aire (F. Ayala, E. Salazar y
Chapela) tendían a remarcar la influencia de Jorge Guillén en el “discípulo fiel” que sería Luis
Cernuda, según Juan Chabás (otros autores, como José Bergamín, se opusieron a este juicio),
quien conservó ciento resentimiento manifestado todavía en 1948, con el artículo “El crítico, el
amigo y el poema”, en el que discute la influencia de Guillén y responde a A del Arroyo (Ángel del
Rió) por la supuesta imitación (Luis Cernuda: el poeta en su leyenda, Castalia, Madrid, 1995, pp.
28-29).
4 Luis Cernuda, Primeras poesías, 1924-1927, en La realidad y el deseo [1924-1956], Fondo de
Cultura Económica, México, 2002, pp. 11-24 (edic. facs. de la de 1958). Cito sólo el número del
poema y de versos entre paréntesis.
5 Véase el artículo de Guillermo Carnero, “Luis Cernuda y el purismo poético: Perfil del aire”, en
el cual sostiene que este libro “Se gesta en un ambiente literario presidido por orientaciones
puristas o compatibles con el purismo; que en España […] tiene una vigencia mayor, reforzada por
la valoración del barroco y de la poesía tradicional” (“Homenaje a Luis Cernuda”, Vuelta (México, D.
F.), núm. 144 (noviembre 1988), pp. 63-65).
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Morir cotidiano, undoso
Entre sábanas de espuma (vv. 1-2)
Estos elementos se incorporan en el poema
VIII
para reforzar una idea más
compleja, precisamente la de la reflexión poética, la cual parece necesitar
una forma poética elaborada como el soneto. Cabe recordar que forma
parte de Primeras poesías, no de Perfil del aire, aunque recurre a una serie
de imágenes plásticas utilizadas en el volumen de 1927. Del primer verso,
destaca la metáfora de las nubes que el viento dirige hacia la ciudad,
puesta en una imagen asociada a lo mineral: “Vidrio del agua en mano del
hastío” (v. 1) 6. El vidrio y el agua, minerales y pauta de la ausencia de
vida, se mueven por una mano también ajena a lo vital por dos causas: por
ser viento y por aludir al hastío, ese sentimiento de disgusto general o
saturación y hartazgo. Así, la elección de las palabras iniciales conduce la
lectura hacia una percepción sombría.
Las imágenes se suceden. La gente debe resguardarse en sus casas para
protegerse de la lluvia y del viento frío que recorre las calles adquiriendo la
forma de una serpiente:
Y la fuga hacia dentro. Ciñe el frío
Lento reptil, sus furias congeladas.
La ciudad es el espacio para lo colectivo. La casa, en cambio, para lo
individual:
La soledad, tras las puertas cerradas,
Abre la luz sobre el papel vacío.
6 “Otro tema de Mallarmé, cuya significación no quiero, ni puedo ahora, desentrañar, está
simbolizado por el salón desierto donde en la penumbra se entrevé un fulgor solitario, de oro, de
cristal, de astro. Vea los poemas: «Quand l’ombre menaça de la fatale loi; Ses purs ongles tres haut
dédiant leur onyx; Tout Orgueil fume-t-il du soir». Y en relación con ellos, los de Cernuda: «Morir
cotidiano, undoso»; «Dónde huir? Tibio vacío»; «Vidrio de agua en mano del hastío»”. En “El crítico, el
amigo y el poeta” (1948) en Prosa I, ed. de D. Harris y L. Maristany, Siruela, 1994, p. 617.
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La soledad se impone con el encierro causado por la lluvia, y obtiene un
efecto único, privado, abrir la luz sobre el papel. La idea de vacío se aplica
al espacio —se habla con mayor frecuencia de “papel en blanco” 7—; así
que la elección de ese adjetivo abre un sentido especial a la escritura: las
palabras serán materia que ocupa un espacio. Sin embargo a pesar de su
materialización, en vez de descubrir, ocultan:
Las palabras que velan el secreto
Placer, y el labio virgen no lo sabe (vv. 9-10)
¿Sabe el poeta cuál es ese placer secreto y decide no revelarlo o es suyo
el labio virgen? En esta imagen, enunciado incompleto, se produce un
juego de espejos en que la escritura se refleja a sí misma del papel al labio
con la fatalidad de no acceder a un secreto reconocido como su fin último.
Y se sucede la imagen del sueño romántico, revelador e inefable, tan
cercano a la poesía:
El sueño, embelesado e indolente,
Entre sus propias nieblas va sujeto,
Negándose a morir. Y sólo cabe
La belleza fugaz bajo la frente. (vv. 11-14)
En ese estado de despreocupado letargo y semi-inconsciencia surge una
percepción nueva, la de una belleza fugaz y abstracta que se contempla: el
momento exacto de la poesía. El poema tiene, entonces, dos puntos de
vista: es la descripción de un proceso y el resultado del mismo, por lo que
incrementa sus posibilidades de interpretación.
La escritura es imperfecta por su incapacidad para alcanzar la belleza
inasible, apenas intuida en estados particulares al exterior e interior de la
conciencia. Si el momento fugaz de la belleza no es percibido y capturado,
el intento poético fracasa. La opinión del poeta coincide con la del
“Un tema recurrente en Mallarmé es la fascinación y el horror del poeta ante la cuartilla blanca, le
vide papier que la blancheur défend” Loc. cit.
7
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ensayista, quien considera “el poema como algo cuya causa, a manera de
fugacísima luz entre tinieblas eternas o sombra súbita entre la luz
agobiadora, permanece escondida” 8. El hombre es apenas, aunque el único
capaz de serlo, un “buen conductor de poesía… En este sentido, el
resultado o residuo poético, tentativa de alguien que creyó en la poesía, es
fatalmente romántico. Ella, pues, es el destino de esos alguien que dicen
«tú me escogiste para ti, yo ¿qué había de hacer sino seguirte?»” 9
Junto con el descubrimiento de la poesía y la soledad, el joven Cernuda
descubre que “el amor mueve al mundo” (X, v. 1), y observa cómo, al igual
que la poesía, este sentimiento también puede ocultarse “perdido / a la
mirada” (vv. 2-3). Entre el cúmulo de imágenes del poema, el atardecer,
como la lluvia del poema
VIII,
hace que la gente se resguarde:
Ya las luces emprenden
El cotidiano éxodo
Por las calles, dejando
Su espacio solo y quieto. (vv. 5-8)
En su ensayo “El espíritu lírico”, Cernuda parte del hecho de que “un
poeta crea su atmósfera”, y describe justo su preferida: “la niebla se forma
primero, luego se diluye vagamente, dibujando […] una figura, unos
objetos, unos muros” 10. La similitud entre los ambientes del poema y del
ensayo no es la única coincidencia entre ambos textos, como se lee a
continuación:
Sólo en la vacación del amor las fuerzas líricas se aplican para
tender a la poesía el pobre lazo del verso. En tal sentido el poeta
escribe sus versos cuando no puede hallar otra forma más real a
su deseo. Por ello un poema es casi siempre un fantasma, algo
que se arrastra lánguidamente en busca de su propia realidad. 11
Cernuda, “Paul Éluard”, ed. cit., p. 15.
Ibid., p. 16.
10 “El espíritu lírico”, fechado en 1932, Prosa II, ed. cit., pp. 47-49.
11 Loc. cit.
8
9
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Así, la atmósfera sombría, solitaria e íntima del poema es un ambiente
creado específicamente para que la poesía surja, en forma de un espíritu
—más bello, creo, que el fantasma o el duende de García Lorca— que se
oculta con timidez:
Y el ángel aparece;
En un portal se oculta.
Un soneto buscaba
Perdido entre sus plumas. (vv. 9-12)
El ángel constituye una visión esperanzadora de la poesía:
La palabra esperada
Ilumina los ámbitos;
Un nuevo amor resurge (vv. 13-15)
Pero sólo el poeta (“buen conductor” de la poesía) es capaz de percibir a
ese ángel, en su sentido simbólico de mensajero: “la criatura en la cual
aparece ya realizada la transformación de lo visible en invisible que
nosotros cumplimos” 12. Una vez más, la escritura para Cernuda es una
realidad frágil y ligera, capaz de permanecer en las alas de los ángeles
(graciosamente, hasta a ellos se les puede perder) que el poeta atrapa y
con la cual la realidad del amor permanece sobre la tierra; de lo contrario,
Olvidados los sueños
Los aires se los llevan. (vv. 17-18)
Puede observarse una paradoja en el arte poética de Luis Cernuda: la
escritura, actividad humana, es imperfecta; sin embargo, existe el poema
perfecto. Esta paradoja se reconstruye en otros textos del autor, con
12
R. M. Rilke, Apud Chevalier-Gheerbrant, s.v. ángeles.
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diferentes matices. Leo, por ejemplo, en el artículo “Palabras antes de una
lectura” que hay una “percepción más aguda de la realidad”, que es el
origen del instinto poético, en tanto que, señalará más “la realidad exterior
es un espejismo”. La escritura, a la luz de las reflexiones seguidas hasta
aquí, forma parte de la realidad exterior, perceptible; si el poema es una
objetivación del instinto poético, la poesía es una tenue frontera entre la
realidad y el espejismo.
Junto con el ángel o el fantasma, la música se toma en Cernuda
como equivalente de la poesía:
En este pecho sonoro y vibrante, idéntico a un laúd,
Donde la muerte únicamente,
Puede hacer resonar la melodía prometida (Invocaciones)
o bien, “Es breve la palabra como el canto de un pájaro” (Las nubes).
También alude el autor a la poesía en relación con la música y el canto en
el cierre del poema
XX,
para concretar el sentido de las imágenes y
cuestionar a su misma poesía:
Los árboles al poniente
Dan sombra a mi corazón.
¿Las hojas son verdes? Son
De oro fresco y transparente.
Buscando se irá el presente,
De rosas hecho y de penas.
Y yo me iré. Las arenas
Han de cubrirme algún hoy.
Canción mía, ¿qué te doy,
Si alma y vida son ajenas (vv. 1-10)
Para el joven Cernuda la poesía, como la música, es uno de los primeros
fenómenos en los que observa la fugacidad del tiempo; la contemplación de
las hojas secas le recuerdan que el presente siempre se va, justo cuando él
ha comenzado su afán por eternizar el instante. Los últimos versos dejan
en suspenso la incertidumbre de reconocer la independencia entre el Yo y
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su poema. Sobre esa movilidad, Cernuda afirmó años después: “Las
palabras están vivas, y por lo tanto traicionan; lo que expresan hoy como
verdadero y puro, mañana es falso y está muerto” 13.
La noción de poesía que desarrolló Luis Cernuda durante sus
primeros años de creación favorece la idea de una identificación entre el
poeta y la poesía: “yo, mi primer libro” 14 y explicará mucho de su obra
posterior, “como un poeta dijo: «el niño es padre del hombre»” 15. Por eso, él
mismo propone los criterios con los que ha de ser juzgado; criterios según
los cuales la perfección del verso es perfección del instante poético que lo
inspira.
Al hacer recuento de su obra con ocasión de La realidad y el deseo,
Cernuda afirmó:
Perfil del aire es el libro de un adolescente, aún más adolescente
de lo que lo era mi edad al componerlo, lleno de afanes no del
todo conscientes, melancólico, precisamente por la impotencia en
que me hallaba para satisfacer esos afanes […]; pero, al mismo
tiempo, libro de un poeta que, desde el punto de vista de la
expresión, sabía más o menos a donde iba […]. “Aquello que te
censuren, cultívalo, porque eso eres tú”. 16
En verdad, hay mucho de adolescente en Perfil del aire y Primeras poesías,
como la capacidad de percibir el fenómeno de la creación poética como
resultado de las primeras percepciones de una de las experiencias más
profundas que enfrenta el individuo (profundidad que puede también dar
pie a obras de madurez poética en otros autores). El aislamiento era una
cuota casi ineludible. Con el tiempo, Cernuda tendió hacia una poesía más
vitalista y menos contemplativa que redujo —sin desaparecerla del todo—
la reflexión “metapoética” cuya discusión quedó restringida a su obra
“Palabras antes de una lectura”, ed. cit., p. 605.
“A mis paisanos” en Desolación de la Quimera, L. Cernuda, Poesía completa, vol. I, ed. de D.
Harris y L. Maristany, Siruela, Madrid, 2002, p. 546.
15 Cernuda, “Historial de un libro (La realidad y el deseo)” en Prosa I, ed. cit. p. 625 (ensayo fechado
en 1958; el poeta en cuestión, desde luego, es Wordsworth).
16 Ibid., pp. 630-631.
13
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crítica. Finalmente, la reflexión sobre la escritura se desplazó hacia el
papel social del poeta en un mundo hostil que lo amenazaba directamente
con sus mecanismos de exclusión. Con todo, el primer Cernuda es en
buena medida el posterior, por ello quizá comenzó su obra delineando el
perfil de su arte poética, al que volvería de cuando en cuando. Sin
embargo, en esa primera obra la juventud se impuso, con más melancolía
que amargura, con mayor ingenuidad que recelo, con más deseo que
realidad.
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