El Rosario y el Carisma Dominicano

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El Rosario y el Carisma Dominicano
No hace mucho, en una reunión de amigos, una señora me confesaba
cándidamente que había dejado de rezar el rosario hacía ya varios años porque
no sacaba nada de la continua repetición del "Avemaría". Varias de las personas
allí presentes se sumaron a esta opinión, especialmente los jóvenes, mientras
otros defendían vehementemente esta devoción mariana y prometían
mantenerla viva durante toda la vida. Y todos ellos me miraban a mí, esperando
una respuesta.
Al enfrentarme con la dificultad de responder con una homilía de 5 minutos o
con un seminario de 3 horas, me decidí a hacerlo con una respuesta muy
simple: el Rosario es más una expresión viva del carisma dominicano que una
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devoción.
Mi respuesta les sorprendió y me pidieron que explicara más detalladamente el
Rosario y el carisma dominicano. Hoy quiero compartir con vosotros parte de
esa reflexión, porque puede responder algunas de las preguntas que tú o tus
amigos habréis preguntado muchas veces sobre el Rosario.
Centraré mi reflexión en esta pregunta: "¿Por qué los Dominicos están tan
implicados en la propagación de esta devoción?"
Permitidme que responda con una explicación simple. Santo Domingo de
Guzmán es el fundador tanto de la Orden Dominicana como de la devoción del
Rosario. Ambas, los Dominicos y el Rosario, encarnan la visión y misión de
Santo Domingo: Contemplari et contemplata aliis tradere (contemplar y
compartir con los demás el resultado de la contemplación).
Esta visión y misión de Santo Domingo se refleja en la espiritualidad
dominicana, que se caracteriza por ser cristocéntrica; por su devoción a la
Sagrada Eucaristía; devoción a María, especialmente en el misterio de la
Anunciación, y a la Iglesia, especialmente a la Iglesia sufriente por la
preocupación por la almas del purgatorio. No podía ser de otra manera, porque
Jesucristo, la Sagrada Eucaristía y el misterio de María inspiran al fraile o la
monja dominica a ser auténticos Dominicos: predicador y proclamador.
¿Cómo expresa el Rosario esta espiritualidad?. El Rosario debe ser entendido
como una expresión del carisma Dominicano, concretamente la contemplación
del misterio de Dios, y una vez que el Dominico se llena de Dios, debe compartir
esta experiencia de Dios con los demás. Un auténtico predicador debe imitar a
María, que concibió a Jesús, el Hijo de Dios, para la salvación de la humanidad.
El Dominico debe llenarse de la Palabra de Dios, Jesucristo (contemplari). Pero
un predicador, como María, no debe guardar a Jesús para sí mismo. Debe llevar
este Jesús a otros; debe dar este Jesús, el Salvador, a otros (Contemplata aliis
tradere).
El Rosario es una devoción mariana, una oración y una alabanza a María como
la Madre de Dios. Nos lleva a Jesús. Por medio de la meditación de los
misterios, María nos da a Jesús. Es un modo por medio del que los creyentes
siguen y se unen a María en la meditación de los sucesos de la vida de
Jesucristo por cuanto, como el Evangelio nos dice, "María guardaba todas estas
cosas en su corazón". Así, Jesucristo está detras de cada Avemaría del Rosario.
En la recitación del Rosario, María no es el fin, sino el camino hacia Jesús. Ad
Jesum per Mariam (a Jesús por María). La Virgen del Rosario es María como la
Madre de Dios (la Theotokos); la Virgen del Rosario es María con el niño Jesús.
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María que no se guardó a Jesús para sí misma, sino que nos lo dió a la
humanidad. María es la dadora de Jesucristo a los cristianos por medio de la
meditación de los misterios de su rosario.
El Rosario tiene una inspiración litúrgica y es por sí mismo una oración bíblica.
Tiene inspiración litúrgica porque su estructura sigue la del libro bíblico de Los
Salmos, que está comuesto de 150 salmos. Los salmos constituyen el elemento
fundamental del Oficio Divino que los monjes, frailes, sacerdotes, monjas,
hermanas de vida activa y otros muchos cristianos recitan en nombre de la
Iglesia. En tiempos antiguos, muchos religiosos y religiosos no podían leer, y
por lo tanto no podían unirse a la comunidad en la alabanza a Dios por medio
de los Salmos. Estos monjes y monjas que no podían unirse a la comunidad en
la recitación del Oficio Divino, se unían a la comunidad en la alabanza a Dios
recitando 150 Padrenuestros. Un Padrenuestro por cada salmo. En los
comienzos de la Orden, los hermanos cooperadores Dominicos siguieron la
tradición de los monjes. Recitaban 150 Padrenuestros en lugar del Salterio
cantado por los sacerdotes. Santo Domingo, que era muy devoto de María,
mandó a sus frailes que recitaran el Salterio Mariano, que sigue la misma forma
que el Oficio Divino; está compuesto de salmos y lecturas, pero más coras.
Cuando los hermanos cooperadores preguntaron cómo podían cumplir ellos esa
obligación, Santo Domingo les enseñó el Rosario. Sería una oración a María, y
no hay mejor oración que el Avemaría. Por eso, mandó a los hermanos
cooperadores decir el Avemaría 150 veces. Pero Domingo infundió su carisma
en ello, pidiéndoles que meditaran en los misterios de la vida de Cristo y de
María, los misterios de nuestra redención. ¿Qué misterios? Domingo lo dejó a la
discreción de cada uno, pero el principio era: "Sujeta el cuerpo, deja el espíritu
libre". La Familia Dominicana siguió el ejemplo de los hermanos cooperadores.
De este modo, el Rosario pasó de los conventos de frailes a las casas de los
miembros de la Familia Dominicana, y después a toda la Iglesia Católica.
El Rosario es una oración bíblica. Las oraciones básicas del Rosario son el
Avemaría y el Padrenuestro, que han sido tomadas de la Biblia. En la Biblia
encontramos muchas oraciones, incluso oraciones que el mismo Señor Jesús
oró al Padre, pero el Padrenuestro es la oración que nos enseñó. Es la respuesta
de Jesús a sus apóstoles, cuando ellos le pidieron: "Señor, enséñanos a orar
como Juan enseñó a sus discípulos". El Avemaría está compuesto de dos partes.
En la primera parte, los saludos del ángel Gabriel y de Isabel a María como
Madre de Dios se unen para formar una unidad. Gabriel como mensajero de
Dios trajo a María el mensaje que recibió de dios: "¡Alégrate, llena de gracia! El
Señor está contigo". De este modo podemos decir que el saludo de Gabriel era
el saludo de Dios a Su madre; mientras que el saludo de Isabel era el saludo de
la humanidad a la madre del Salvador de los hombres.
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En la primera parte del Avemaría, se recuerdan y se alaban el misterio de la
encarnación y el papel de María en dar Jesús a la humanidad. Los Dominicos
vieron en este misterio el ejemplo y el paradigma de su carisma. Las
Anunciaciones de Fra Angelico nos lo recuerdan.
La segunda parte es una "oración" pidiendo que María, la Madre de Dios,
interceda por nosotros que somos pecadores, para que la redención y la
salvación de la humanidad que comenzó en la Anunciación se complete en
nosotros en el cielo.
Naturalmente, María y la reflexión de los misterios de Cristo en el Rosario nos
lleva a Dios, Uno y Trino. El Gloria que pronunciamos al final de cada misterio
es una expresión de alabanza y gracias del alma cristiana que está llena de
amor y de gracia.
El Rosario lleva al hombre a la consideración de su destino final por medio de la
contemplación de la vida de Cristo. Cada misterio representa un suceso en la
vida de Cristo y María que sirve como ejemplo para una circunstancia particular
o momento especial en la vida del hombre. Puede ser meditado como separado
y aplicado a la situación particular en que se halle una persona, o como una
parte integral del misterio total de Cristo.
Los misterios del Rosario nos animan a buscar las cosas de arriba, a entender
que la vida se proyecta más allá del sepulcro, y que nuestra glorificación vendrá
después de llevar a cabo nuestra misión en la tierra; tal como Jesús y María
obtuvieron su glorificación después de completar su misión en esta vida.
De esta manera, los misterios del Rosario se convierten en un programa para la
vida cristiana. Como devoción mariana, el Rosario nos une a María por la
alabanza de su máximo misterio: ser Madre de Dios. María continuará llevando
a cabo su misión de encarnar a Cristo dándonos a Cristo tal como aparece en
los misterios. Como devoción mariana, el Rosario nos invita a imitar a María,
concretamente, a encarnar a Cristo en nuestra vida comprendiéndole, amándole
y deseándole. Una vez que nos hemos llenado de Cristo, nosotros, imitando a
María, debemos ser también capaces de llevarle a los demás, convirtiéndonos
así en "portadores de Cristo".
Reina del Santo Rosario, ruega por nosotros.
Fr. Maximiliano Rebollo, OP
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El Rosario y el Carisma Dominicano
Este artículo ha sido publicado en Life Today, Octubre 1997
[ Sto. Domingo y sus símbolos ] [ El Rosario y el Carisma Dominicano ]
[ Dominicos en la Restauración ]
PProvincia de Nuestra Señora del Rosario - Orden de Predicadores
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