Discordias: Califica un agente de la medicina pública Dr. Ricardo Solla MAAAC. Jefe de Cirugía, Hospital Interzonal “Dr. Diego Paroissien” Isidro Casanova, La Matanza, Provincia de Buenos Aires [email protected] Agradezco la invitación para aportar mi opinión sobre equidad y justicia en salud. Me considero un lego en el tema. Me asomo por curiosidad personal y motivado por el conflicto ético cotidiano que enfrento a diario en el desempeño de mi función como jefe de servicio de cirugía del Hospital Diego Paroissien de La Matanza, conurbano bonaerense. Queda bajo mi responsabilidad el futuro de cientos de pacientes, en su mayoría carenciados o de bajos recursos. A menudo no puedo responder a sus demandas por la escasez de recursos materiales o humanos. Entonces, soy consciente de que causo un serio daño a la salud de las personas. Pensé mucho en cómo abordar el tema. Me pareció que lo mejor sería analizar algunos casos frecuentes que ejemplifican las dificultades que tenemos para decidir de manera justa y ecuánime. También me pareció justo, valga la redundancia plantear las fortalezas y oportunidades del hospital público y los esfuerzos por lograr resultados en condiciones de equidad sin abandonar la excelencia científica y utilizando todos los recursos tecnológicos que estén a nuestro alcance. El universo del hospital público es amplio y altamente dependiente de la zona en la que está emplazado. El hospital de La Matanza es el de mayor envergadura de la zona más populosa del conurbano bonaerense con una población de casi 2 millones de habitantes. La pirámide poblacional del público que atiende refleja alto porcentaje de la población entre 10 y 25 años lo que luego se transforma en poca población por encima de los 60 años. El conurbano muestra con claridad un primer cordón cercano a la capital y que utiliza los hospitales públicos de la ciudad con un mayor porcentaje de cobertura social, y un segundo cordón con una población más carenciada y sin cobertura que concurre mayoritariamente a los hospitales (municipales y provinciales) de su zona. El Hospital Paroissien es un ejemplo válido de hospital público ubicado en área de alta demanda que atiende a población vulnerable desde el punto de vista social y sanitario. Las dificultades observadas en la práctica son múltiples, desde falta de recurso humano hasta problemas edilicios graves, mala coordinación entre instituciones que dependen de distintos estamentos públicos, falta de reposición de cargos que quedan vacantes por cuestiones de salud o jubilaciones, deterioro físico y psíquico del personal con consecuencias en la salud y en la cobertura de cargos sobre todo en guardia y en algunas especialidades criticas como pediatría, neo, terapia y otras, falta de recurso humano en enfermería y personal administrativo. Valgan como ejemplo dos situaciones muy ilustrativas pues son frecuentes en la práctica diaria y afectan en forma directa a la población: 1- Patología biliar. Tanto en consultorio externo como en la guardia, la patología biliar es la causa de consulta más frecuente después del trauma. La sintomatología biliar obliga a 120 a 140 personas a concurrir cada mes a consultorios. Entre 50 y 60 personas se internan por urgencias derivadas de esta patología, sobre todo colecistitis agudas. Todos requieren solución quirúrgica. Ante la imposibilidad de satisfacer la totalidad de los casos, se prioriza al portador de complicaciones agudas o a otros patologías graves (como el cáncer). Esto provoca demora en la resolución de los casos no urgentes y genera lo que denominamos lista de espera. Esta demora puede alcanzar hasta 8 meses desde el episodio agudo; Indefectiblemente esta conducta permite que la enfermedad continúe su evolución natural y posibilita eventuales complicaciones entre las que se incluyen cuadros de colecistitis agudas, abscesos vesiculares, litiasis coledociana o pancreatitis de diversa gravedad. En los últimos tiempos notamos un aumento de la prevalencia de esta patología en personas jóvenes, entre 15 y 20 años, seguramente consecuencia de mala alimentación, poca información y retraso terapéutico por falta de medios. Cualquiera de estas formas complicadas se acompaña de morbilidad y mortalidad francamente mayores a las esperables de tratamientos electivos o al menos más precoces, con mayor tiempo de invalidez, costos exorbitantes en insumos médicos practicas radiológicas, procedimientos intervencionistas y sobre todo imposibilidad laboral para el paciente. Todo implica profundo daño social para la vida familiar un: 90 % de los damnificados son adultos en edad productiva y 70 % de ellos tienen familias numerosas. Un 20 a 25 % de los pacientes presenta pancreatitis aguda con diferentes formas clínicas. De ellas, un 10 % consulta con formas graves que requieren múltiples cirugías, estancias prolongadas en Terapia Intensiva, múltiples secuelas irreparables y una mortalidad que alcanza el 30 %. Cabe aclarar que esta cascada puede evitarse simplemente con una cirugía programada en tiempo prudencial de 45 a 60 días como es la colecistectomía laparoscópica o abierta, que presenta un promedio de internación de 36 hs con una morbilidad del 1% y una mortalidad de 0,3%, rápida recuperación y regreso a la actividad laboral en un promedio de 10 días. Es llamativo y siempre nos preguntamos porque en nuestro servicio es alto el porcentaje de litiasis coledociana en pacientes jóvenes. Supera el 15 a 20 % cuando en la población general no pasa del 4 a 6 %. Concluimos que además de los factores socioalimentarios innegables, influyen las dificultades para resolver la enfermedad en etapas más tempranas. Para satisfacer la demanda descripta deberían resolverse quirúrgicamente aproximadamente unos 15 a 20 casos semanales de esta patología, cifra lejana a la actual. Esto requeriría más recursos humanos y económicos pero estoy convencido de que aparejaría un notable ahorro de complicaciones y, por supuesto, beneficiaría a gran número de pacientes. Este caso ejemplifica una carencia o dificultad relacionada con disponibilidad de recursos más que con problemas de organización. 2- Apendicits aguda. Representa el 30 % de las consultas de guardia y es la cirugía de urgencia más frecuente, con unos 300 casos anuales. También es una patología evolutiva que librada a su evolución se agrava severamente por complicaciones locales y generales. Las estadísticas generales indican entre un 10 a 15 % de formas complicadas. En nuestro caso supera el 20 % con aparición de abscesos, gangrena apendicular o peritonitis generalizada. Por supuesto, esto demanda cirugías más dificultosas, de mayor envergadura, postoperatorios más largos e internaciones prolongadas. Es difícil calcular el costo en el ámbito público, pero sin duda los gastos que provoca su atención aumentan exponencialmente por uso de medicamentos, material descartable, alimentación, métodos diagnósticos, extensión de internación, etc. Al igual que con la patología biliar esta cadena se puede interrumpir con cirugía precoz. Hecho el diagnóstico sólo cabe la intervención. Esta situación no se cumple en un 20 a 30 % de los casos, que son remitidos de un centro a otro sin resolver el problema hasta presentar formas complicadas. A diferencia del anterior, este ejemplo se relaciona con la deficiente organización sanitaria y falta de conexión entre sistemas. Otros casos de patología de pared abdominal, cierres de colostomías, insuficiencia venosa y obstrucción arterial de miembros inferiores presentan idénticos inconvenientes. No hemos podido cuantificar los costos que implican en el área laboral, el lucro cesante de cada individuo, impedido de realizar tareas normales. A mi juicio esto representa una situación clara y cotidiana de injusticia e inequidad. Quienes también desempeñamos labores en el área de la medicina prepaga o de obras sociales sabemos perfectamente que allí las cuestiones se resuelven de otra manera. En la medicina prepaga la demora para una intervención programada raramente supera el mes y las situaciones de relativa urgencia se resuelven en 48 horas como máximo. Lo mismo ocurre en el caso de obras sociales y aunque pueda registrarse algún retraso este es siempre mucho menor que en el sistema público. El análisis de cuestiones médicas de índole pediátrico, clínico o incluso neuroquirúrgico excede mi experiencia cotidiana y por ello obvio las comparaciones y ejemplos que de su observación podría derivar. Al respecto, cabe destacar que la situación se enmarca dentro de las variables descriptas y por tanto, los retrasos son una constante. Aunque me comprometí a hablar sobre las dificultades que observo, debo ser justo y comentar las fortalezas y oportunidades que ofrece y contiene el hospital público. El hospital atiende las 24 hs del día los 365 días del año a todos los que consulten. Atiende todo tipo de patología sin discriminación, con rigor científico y aceptable oferta de tecnología. Las urgencias por trauma en la vía pública, los accidentes graves, los casos de violencia, los embarazos de primigestas adolescentes huérfanos de controles médicos previos, innumerables casos sociales complejos de todo tipo social y alto componente psiquiátrico reciben atención inicial inmediata. Aquí confluyen víctimas y victimarios de todas las variantes de violencia doméstica, peleas entre familiares, vecinos, violencia de género, adicciones, intentos de suicidio etc. La guardia del hospital colecta entre 10 a 15 internaciones permanentes de pacientes de estas características. En general, concurren personas de escasos recursos económicos, aunque también acuden beneficiarios de obras sociales y de algunos prepagos que prefieren el hospital por la cercanía con su domicilio. Presenta un plantel de profesionales altamente capacitados, con certificación otorgada por las distintas entidades profesionales autorizadas. Una elevada proporción corresponde a médicos que se iniciaron en el mismo hospital como residentes de las distintas especialidades y continúan su carrera desarrollando distintas subespecialidades dentro de cada área. Estos agentes desempeñan trabajo multidisciplinario de cooperación entre distintas especialidades, algo muy difícil en la práctica privada salvo en hospitales privados de comunidad y algunos grandes sanatorios que han copiado el modelo público. En la actualidad está totalmente demostrado que el trabajo multidisciplinario es un indicador preciso de calidad de la atención medica que se traduce en un beneficio para los pacientes. Este sistema se expresa mediante reuniones periódicas, ateneos conjuntos, interconsultas o simplemente cambios de opinión. Es un centro de capacitación permanente tanto de médicos como de personal auxiliar, y brinda su estructura para la formación de pregrado. Es bueno remarcar esta función de alta importancia, poco valorada en general y mal retribuida. Históricamente el hospital público ha formado la gran mayoría de los profesionales que se desempeñan en todos los sistemas de salud. En general cuenta con la tecnología necesaria para resolver sus problemas, aunque resulte, finalmente, insuficiente ante la alta demanda. En este punto pondría un llamado de atención en la deficiente organización de los recursos, especialmente tecnológicos sin conexión entre los distintos sistemas, provincial, municipal o nacional. En el hospital, se trata a los pacientes de manera equitativa, se respetan sus costumbres y sus raíces y en la medida en que se puede se les soluciona los problemas de salud que los aquejan. Entre otras labores, nuestro hospital cuenta con verdaderos espacios de extensión a la comunidad, como el grupo de salud intercultural, reuniones periódicas de operados cardiacos, alcohólicos anónimos, adicciones, pacientes oncológicos Es habitual recibir personas o grupos de personas de países limítrofes que concurren al hospital traídos directamente desde países limítrofes con patologías complejas totalmente libradas a su evolución durante años. Las encuestas hechas en el servicio muestran más de 80% de satisfacción con la atención médica, 60% con la atención de enfermería y 30% con las condiciones de higiene y confort. Aquí creo que hay una deuda de la salud pública que debe mejorar condiciones edilicias, de confort y comodidad que en muchos casos son sumamente precarias, por ponerle un nombre piadoso. Esto no es precisamente secundario cuando allí se alojan y tratan personas enfermas. Existe una conducta aprendida de discusión y debate de casos complejos y de verdaderas encrucijadas éticas que demanda a todos los miembros del equipo actualizar permanentemente los conocimientos sobre todo en lo que hace a derechos de los pacientes. Esta cuestión, merece atención. CONCLUSION Se expusieron situaciones de clara deficiencia de atención en el hospital pública que genera injusticias e inequidades profundas para la población que asiste y que muestra diferencias con respecto a la atención que reciben quienes acceden a sistemas privados o de cobertura social. Es muy difícil en el ámbito público modificar conductas y estructuras ya anquilosadas y que resisten el paso del tiempo. Hay una dificultad para considerar a la población como parte mas activa y a pesar de muchos cambios, sigue predominando el criterio del hospital del personal. Es útil y reconocer y destacar las fortalezas del sector público que en los tiempos de mayor desocupación y crisis económica contuvo y contiene al sector más vulnerable de la sociedad y responde, como mejor puede a las necesidades planteadas. Dejo para el final una reflexión sobre justicia. La justicia podría ser dar a cada uno lo que necesita, otros lo relacionarán con la justicia divina, pero yo creo que lo justo tiene que ver con el ajuste a una definición política y las definiciones políticas son las que pueden mejorar esta situación.