Ser apóstol es ser testigo de la resurrección del Señor y, por lo mismo, continuador de los signos de Jesús; este es el tesoro del Apóstol. (Hch 4,33). Pero este tesoro se lleva en vasija de barro, para que se vea que esta fuerza tan extraordinaria es de Dios y no procede de ningún ser humano (2 Co 4,7). Por eso, el que quiera ser el primero en el Reino que sea el servidor de todos como Jesús que ha venido para dar su vida en servicio y rescate por todos (Mt 20,28). Apóstol Santiago, amigo del Señor: escondes la fuerza y el ruido del trueno, la audacia de quien, sabiendo que lo tiene todo, deja tierra y familia por causa del Evangelio. Desprendes el fuego del Espíritu un Espíritu que te mueve, te lanza y te lleva por todos los caminos, camino de Compostela. Apóstol Santiago, peregrino del evangelio: Tú nos muestras el gozo de la fe de quien cree hasta el final, la seguridad del que se fía de Jesús, la esperanza de quien ve más allá de las nubes, la intrepidez de quien, dándolo todo por Dios, intuye que algo grande en el cielo le espera…, por todos los caminos, camino de Compostela. Apóstol Santiago, amigo del Señor: Tus caminos siguen siendo semillas de fe; tus caminos siguen conservando tus huellas. Los albergues, los puentes y las iglesias, que se levantaron a la vera de tu camino siguen recordando tu historia generosa, pregonan tu fidelidad de discípulo y cantan tu amor y tu entrega por todos los caminos, camino de Compostela. Apóstol Santiago, peregrino del evangelio: Ofreces la respuesta de Dios al hombre que pregunta. Imaginas y dibujas los caracteres de un nuevo mundo, inspirando un modelo de nación, de país que todos queremos y anhelamos en paz. Santiago, sigue siendo faro que ilumine a nuestras generaciones. Santiago, sé guía que ilumine a Europa, cristiana gracias a ti. Santiago, sé aliento que empuja y levanta a todo peregrino que va en busca de Dios como razón de su existencia por todos los caminos, camino de Compostela. Santiago apóstol, peregrino del evangelio, amigo del Señor, condúcenos por los caminos que nos llevan a Dios. Amén.