Caído en desgracia

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LATERCERA Sábado 27 de abril de 2013
Deportes
COLUMNA
Caído en desgracia
Marcelo
Simonetti
Periodista y
escritor
RR Uli Hoeness, en el estadio Allianz Arena, durante
E
l 17 de febrero de
1982, Uli Hoeness
viajaba plácidamente arriba de
una avioneta Piper Seneca.
Estaba ansioso por llegar a
Hannover para ver el amistoso, previo a la Copa del
Mundo de España, entre
Alemania y Portugal. Sin
embargo, esa ansiedad no
le impidió quedarse dormido cuando volaban sobre
Nuremberg. Junto a él iba
su entrañable amigo Helmut Simmler y los dos pilotos. No volvió a despertar
sino hasta el día siguiente, a
las cinco de la mañana, en
el hospital de Hannover. Su
esposa y Paul Breitner -el
gran Paul Breitner- se hallaban sentados a su lado.
Hoeness no recordaba
nada. Ni los árboles del bosque contra el que la avioneta se estrelló cuando estaba
cerca de aterrizar, ni el cazador que lo encontró
mientras deambulaba alrededor de los restos de la aeronave, ni la trágica suerte
que habían corrido los otros
ocupantes. Ser el único sobreviviente de ese accidente
no hizo más que acrecentar
la leyenda que Hoeness ya
había construido en la cancha y fuera de ella.
Su participación fue vital
para que Alemania consiguiera el título de campeón
mundial en 1974 y también
para que los germanos alzaran la Copa de Europa dos
años antes. Goleador, defendió por ocho años la camiseta del Bayern Munich,
colores con los que anotó 86
tantos. Una lesión en una
rodilla lo obligó a colgar los
botines cuando sólo tenía
27 años. Tras eso, Hoeness
inició una exitosísima carrera como director general
del club bávaro. Revolucionó la gestión institucional,
apeló a la austeridad y a la
trasparencia, y transformó
la goleada de Bayern Munich sobre Barcelona. FOTO: AFP
al Bayern en uno de los clubes financieramente más
sólidos del mundo, condición que mantiene hasta el
día de hoy. No hace mucho,
sentenció: “Cuando otros
clubes van al banco, lo hacen para pedir préstamos y
aprovecharse de ese tipo de
servicios. Cuando nosotros
vamos, es para depositar
dinero”.
Una vez que Franz
Beckenbauer dimitió como
presidente del club, hace un
lustro, pocos dudaron de
que el hombre que podía relevarlo fuera el mismísimo
Hoeness. Tomó la posta con
autoridad y determinación
y, hasta hará unos días, nadie echó en falta la figura
del “Káiser”. Claro, estaba
Hoeness. Su fama y leyenda
llegaron tan alto que, luego
de declararse merkeliano, la
primera ministra alemana
le devolvió la mano declarándose hincha suyo.
La semana que acaba de
pasar, Alemania estuvo de
fiesta: el Borussia Dortmund y el Bayern Munich
golearon, respectivamente,
al Real Madrid y al Barcelona en las semifinales de la
Champions League. Sin embargo, el festejo no fue com-
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pleto. Al intachable Uli
Hoeness lo acusan de fraude
al Fisco. Desde hace 10 años
habría estado evadiendo
impuestos, y prueba de ello
es una cuenta en Suiza que
registra 20 millones de euros. El escándalo es tema de
conversación en los cafés y
en las sobremesas del domingo, y los diarios alemanes no dejan de titular con
su nombre las portadas. El
prohombre ha caído en desgracia y hasta la propia Angela Merkel se ha dado el
tiempo para pronunciarse a
través de su portavoz: “Mucha gente está decepcionada de Uli Hoeness, entre
ellas la canciller”.
Hoeness ha negado el
fraude y anunció que se irá
al campo unos días, antes
de responder oficialmente a
esas acusaciones. Hay quienes ya lo imaginan deambulando alrededor de sus
animales, sin demasiada
conciencia, tratando de salir del estado de shock, tal
como lo hiciera hace poco
más de 30 años, cuando su
avioneta se estrelló contra
el bosque. Aquella vez, zafó
del episodio como un héroe; ahora, nadie pronostica tamaña suerte.
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