Dictámen Nro: 0182/07 - - Expediente Nro: 22417/07 Fecha Dictámen: 2007-09-26 Carátula: “Z., J. L. Z., R. H. c/ P., R. s/ Querella por calumnias e injurias s/ Casación Materia: Casación- - Fuero: Penal TEXTO DICTAMEN Excmo. Tribunal: I Los Defensores Alicia B. Garayo y Jorge M. Bernardi, en representación de R. P., interpusieron recurso de casación contra la resolución del Juzgado Correccional Nº 18 de General Roca, de fecha 28 de febrero de 2007 obrante a fs. 84 y vta. que -en lo pertinente- resolvió no hacer lugar a la excepción de falta de acción planteada por inexistencia de delito (arts. 310 y 399 del CPP) y rechazar asimismo el planteo de la parte querellada respecto a la inmunidad parlamentaria, continuando los autos según su estado. Dicho recurso, que fuera inicialmente declarado inadmisible por el aquo, motivó la presentación directa en queja ante ese Cuerpo, la que fuera receptada de acuerdo a la constancia obrante en copia a fs. 160/161. Asimismo, y si bien se trata el caso de una acción privada de calumnias e injurias (art. 73 del CP), V.E. dio intervención a esta Procuración General en los términos del art. III b) de la Acordada N° 70/92 STJ “[e]n atención a la cuestión que se ventila en autos” (fs. 162). II Que en virtud de esto último señalado, he de ceñir mi opinión a la temática que involucra lo atinente a la inmunidad. Ello así, toda vez que este Ministerio Público no tiene interés alguno en las acciones privadas ni mucho menos en la pretensión punitiva, sino que su intervención se encuentra limitada exclusivamente a cuestiones -como sucede en autos- en las que pueda verse involucrado el orden público. Aclarado ello, comenzaré señalando que el art. 235 de la Constitución Provincial estipula que: “Los funcionarios municipales elegidos directamente por el Pueblo no pueden ser molestados, acusados ni interrogados judicialmente en causa penal por las opiniones o votos que emitan en el desempeño de su mandato, sin perjuicio de las acciones que se inicien concluido éste o producido el desafuero, según el procedimiento previsto en la ley” (el destacado me pertenece). Se establece así una inmunidad asimilable a la que se estipula para los legisladores (parlamentaria), miembros del Poder Ejecutivo y Magistrados y Funcionarios Judiciales en los arts. 128, 129, 177, 184, 199 y cdtes. de la Constitución Provincial, sólo que a diferencia de aquellos el texto prevé acciones ocurrido el cese del mandato o el desafuero respectivo. A pesar de esto último, más adelante me ocuparé de brindar los motivos que me llevan a considerar tan sólo aparente esta hipotética diferencia. Ocupándome ya del caso en cuestión, he de destacar primeramente que no parece estar controvertido en autos que los dichos del Sr. P. han sido opiniones en el desempeño de su mandato (art. 235 del CP), ya que independientemente de la entidad o no para constituir calumnias o injurias -cuestión ésta que no corresponde que sea por mí evaluada de acuerdo a lo que aclarara ab initio-, los hechos reprochados tratan fundamentalmente acerca de conceptos vertidos por el Intendente (no el hombre particular) en el “espacio institucional” que tiene la Municipalidad de Lamarque en una emisora radial. Aspecto que tanto querellante como querellado no discuten, tan es así que la querella está dirigida al propio Intendente y en tal sentido contesta el querellado. Más aún, nótese que a pesar que en el escrito inicial trató la querellante de desvirtuar que los dichos fueran en tal desempeño, a fs. 83, al momento de contestar la excepción planteada por la contraparte, la apoderada de tal parte refiere “… si bien es cierto que los dichos de P. fueron vertidos en un llamado espacio radial institucional, ello no lo autoriza a excederse de manera tal de agraviar a personas en particular. Es decir por más que detente la calidad de Intendente y el espacio radial sea de carácter institucional, el accionar del querellado fue más allá de lo que le permite la función, toda vez que desbordó sus facultades transformándose su alocución en una serie de hechos injuriosos y calumniosos contra personas particulares”. De tal modo, la discrepancia en el fondo parece versar más que nada sobre la entidad de los dichos en sí mismos, cuestión en la que más allá de recalcar mi prescindencia de opinión al respecto, no se avizora como susceptible de afectar la inmunidad señalada. Pongo énfasis en los dichos de las partes, puesto que -como ya advirtiera-, estamos en presencia de una querella de acción privada, siendo una de sus diferencias con los restantes procesos, que les corresponde a las partes instar el mismo -como lo expone la Magistrada a fs. 53-, como así también que la misma puede ser desistida expresa o tácitamente. Ahora bien, volviendo al tema de la inmunidad de opinión, estimo como ya manifestara, que el art. 235 de la Constitución Provincial establece lo que a primera vista pareciera ser una diferencia en el texto con las situaciones previstas para los restantes cargos. No obstante esto último, entiendo desacertada una interpretación en tal sentido, toda vez que una correcta hermenéutica no puede desentenderse de las prescripciones del art. 68 de la Constitución Nacional y del alcance que le ha dado al mismo la Corte Suprema de Justicia de la Nación, sobretodo considerando que quien ejerce la función ejecutiva en el Municipio respectivo -actual querellado-, es aquél concejal electo con mayor cantidad de votos (vid fs. 75 in fine y vta.). En efecto ha expresado v. gr. el Alto Cuerpo en la causa: “R., J.” del 07/06/2005 (LA LEY 12/12/2005, 8, con nota de Félix Loñ - LA LEY 2005-F, 724, con nota de Félix Loñ - DJ 2005-2, 1226 - LA LEY 11/11/2005, 7) en la que un ex funcionario público querelló a un diputado nacional por calumnias e injurias que habrían ocurrido en un reportaje radial, refiriéndose a otro fallo: “…8°) Que en dicho precedente también se enfatizó, reiterando lo afirmado en el considerando 7° de Fallos: 248:462, el carácter absoluto de la inmunidad en examen, en atención a su propia naturaleza, como requisito inherente a su concreta eficacia. La atenuación de ese carácter mediante el reconocimiento de excepciones a la prohibición del art. 68, que esta norma no contiene, significaría, presumiblemente, abrir un resquicio por el cual, mediante el argumento de que cabe distinguir entre las opiniones lícitas e ilícitas de un legislador, podría penetrar la acción sojuzgadora, intimidatoria o simplemente perturbadora de otros poderes del Estado o aun de particulares, con desmedro del fin constitucional perseguido. Así lo entendió esta Corte al declarar, en uno de sus primeros pronunciamientos, dictado el 19 de septiembre de 1864, que la inmunidad del art. 68 ‘debe interpretarse en el sentido más amplio y absoluto; porque si hubiera un medio de violarla impunemente, se ampliaría él con frecuencia por los que intentasen coartar la libertad de los legisladores’ (Fallos: 1:297).” “Tampoco puede soslayarse que el retraimiento de ese carácter absoluto, mediante el reconocimiento de excepciones a la prohibición del art. 68, haría peligrar el aseguramiento del más amplio debate respecto de las cuestiones que involucran a personalidades públicas o materias de interés público, como garantía esencial del sistema republicano. De no ser así, se atentaría contra la formación de una opinión pública vigorosa, en razón de la fuerza paralizadora y disuasiva de la obligación de resarcir (Fallos: 327:138 ya citado, disidencia parcial del juez Fayt, considerando 7°)”. “Es cierto que el Tribunal ha reconocido que ‘puede resultar difícil decidir judicialmente si un acto determinado se encuentra o no comprendido dentro de la esfera que la inmunidad abarca", pero también ha afirmado que "toda duda que pudiera existir al respecto, con motivo de la forma en que ha sido concebida la norma constitucional, desaparece si a ésta se la examina a la luz de sus antecedentes y del sistema institucional a que pertenece" (Fallos: 248:462), estableciendo una regla hermenéutica que debe ser rigurosamente seguida por los magistrados del Poder Judicial a fin de evitar que con el sostén conceptual de que aquel examen sólo se trataría de una mera cuestión fáctica, de apreciación, que por su naturaleza está reservada a la discrecionalidad de la jurisdicción a cargo de este poder, se frustre el excepcional alcance que los constituyentes de 1853 asignaron, de modo inequívoco, a la cláusula constitucional en juego a fin de garantizar la independencia funcional del Congreso de la Nación”. Pero además señaló la CSJN en la misma: “…10) Que, en virtud de ello, no son materia justiciable las demasías en que pudiera incurrirse al amparo del art. 68 de la Constitución Nacional, pues aquéllas sólo generan responsabilidad en el ámbito propio en el que el legislador ejerce sus funciones”. Es que, los posibles abusos -que establece el privilegio- deben ser reprimidos por los mismos legisladores, sin afectar la esencia de aquél. En otras palabras: las opiniones calumniosas o injuriosas proferidas desde una banca parlamentaria no constituyen delito pero sí pueden comportar ‘'desorden de conducta en el ejercicio de la función' y son susceptibles de originar sanciones deferidas a la decisión del cuerpo legislativo (art. [66] de la Constitución Nacional), en las que debe verse el medio idóneo para contener posibles extralimitaciones en resguardo del decoro de ese cuerpo y para impedir que el honor de los particulares sea impunemente vulnerado’ (Fallos: 248:462, considerando 10, reiterado en causa ‘C.,R. J. c/ V., H.’ (Fallos: 327:138), considerando 14)” (Conf. CSJN, causa “R.” supra citada). He de destacar asimismo que el rito procesal penal estipula el trámite de información sumaria (arts. 181 y 182 del C.P.P.), para aquellos supuestos en los que es necesario remover el obstáculo de procedibilidad que representa la existencia de inmunidad en razón de la función que desempeña el sindicado. Además nuestra Constitución Nacional (arts. 68 y 69) como la carta provincial en el ya mencionado art. 235, establecen por un lado la inmunidad parlamentaria y por otro la inmunidad de arresto. Solamente cuando se trate de la inmunidad de arresto, corresponde efectuar la indagación sumaria en pos de reunir elementos que acrediten la existencia de un ilícito y la autoría en cabeza del funcionario responsable. Para luego, en caso de ser necesaria alguna medida de coerción personal, remitir al Cuerpo Colegiado (léase: Congreso de la Nación, Legislatura Provincial, Consejo Deliberante) dichos antecedentes, solicitando el desafuero del involucrado; salvo el caso del delito sorprendido “in fraganti”. La inmunidad parlamentaria no habilita ningún tipo de información ni indagación sumaria. Ello así, simplemente, porque dicha inmunidad posee la cualidad de despojar de reproche penal a los dichos, opiniones o votos. Las constituciones se encargan de postular que todo aquello que se diga (o se vote) no puede ser acallado bajo amenaza de imputación delictual. Trátase de la inmunidad total, absoluta y vitalicia, que no es renunciable por el legislador (CSJN causa “M.”, Fallos 317-1814), porque ha sido prevista a favor del Cuerpo, para salvaguardar el normal funcionamiento dentro del esquema republicano de gobierno (Bidart campos, II-89, Ekmekdjian, IV-401); o dicho de otro modo “para proteger el libre ejercicio de los poderes” (CSJN, causa I., L.L. 1995-A-494). De ello se deriva que la inmunidad no tiene efecto tuitivo de las personas sino de las instituciones (ver en igual sentido Oyhanarte J. “Las inmunidades parlamentarias” L.L. 51-1066; Ramella 548). Citado como ha sido el art. 68 de la Constitución Nacional y la interpretación que el mismo merece, va de suyo que la normativa provincial (y hasta la Municipal) merecen idéntica interpretación, aplicación y alcance. Vale señalar además en similar sentido, que el Tribunal de Casación ha señalado con fuerza de doctrina legal obligatoria en el voto del Vocal que comandara el acuerdo respectivo que: “No puedo dejar de destacar algunas circunstancias de hecho afines a este razonamiento, relevantes también para la solución del caso toda vez que admiten que se les aplique el régimen de inmunidades para legisladores, previsto por el artículo 235 de la Constitución Provincial.Este régimen no fue observado para resolver la querella, y en esta instancia casatoria lo menciono porque coadyuva de modo insoslayable a la solución desincriminatoria. Tal régimen sería decisivo -por sí- para absolver a la querellada.Así, la sentencia tiene por acreditado -lo que se encuentra firme y consentido- que las ‘... declaraciones [fueron] emitidas por [la querellada] en su carácter de Presidente del Concejo Deliberante local y en el marco de la crisis económica, financiera y administrativa que afectaba el municipio... En esa entrevista la accionada da respuesta a los cuestionamientos efectuados por la querellante sobre la deuda del Municipio...’ (fs. 170). Ello se dio en el marco contextual de la sanción de una ordenanza de emergencia económica y financiera, como fue referido supra.A tenor de tales extremos fácticos, digo que el artículo 235 de la Constitución Provincial establece el régimen de inmunidades para funcionarios municipales elegidos directamente por el pueblo, los que ‘... no pueden ser molestados, acusados ni interrogados judicialmente en causa penal por las opiniones o votos que emitan en el desempeño de su mandato, sin perjuicio de las acciones que se inicien concluido éste o producido el desafuero, según el procedimiento previsto en la ley’.De tal modo, nuestra constitución provincial consagra en el ámbito municipal el régimen originario de inmunidades y privilegios de los legisladores nacionales, conforme la normativa constitucional respectiva.Así, in re ‘T.’ (Se. 112/02), este Tribunal de Casación, citando otro precedente del Cuerpo (‘M.’, Se. 60/00), expresa:‘La Constitución Nacional, en su artículo 68, reconoce a los miembros del Congreso Nacional una inmunidad que impide que sean acusados, interrogados judicialmente o molestados por opiniones o discursos emitidos en el desempeño de su mandato. Se trata, dice Clariá Olmedo en 'Derecho Procesal Penal' (Tomo I, págs. 338 y sgtes.), de un impedimento absoluto, que no desaparece aun cuando el legislador haya cesado en sus funciones por desafuero o por terminación del mandato. Contra este tipo de opiniones o de actividad legislativa resulta improcedente la solicitud de desafuero, la que -en caso de ser interpuesta- debe ser rechazada 'in límine'. Así, contrario sensu, la Corte Suprema de Justicia de la Nación dice que es improcedente el rechazo in límine de la denuncia contra un diputado, 'si ella no tiene por objeto responsabilizarle por opiniones vertidas en el ejercicio de su cargo' (ver JA, Vol. 7, pág. 43, según cita de Jiménez de Azúa en su 'Tratado de Derecho Penal', pág. 1344).- En este orden de ideas, el más alto Tribunal también sostuvo que, '... [c]on respecto a las expresiones emitidas por un diputado nacional como «opiniones o discursos» en el desempeño de su función de legislador o con motivo de un informe, una resolución, un voto emitido en ejecución de los deberes y responsabilidades del empleo para el que ha recibido mandato popular... resulta de estricta observancia lo dispuesto en el art. 60 [actual 68] de la Constitución Nacional que determina que esos concretos hechos no pueden ser enjuiciados ante los tribunales de justicia y sólo pueden ser pasibles de las sanciones por abuso y desorden de conductas previstas por el art. 58 de la Constitución Nacional...' (ver ED-150-323).- Luego, además de la inmunidad mencionada, el texto constitucional agrega, en su artículo 70, lo que la doctrina denomina un simple privilegio, que se acuerda a los legisladores por el solo hecho de ser tales.- Expresa Clariá Olmedo (op. cit., pág. 368) que ésta ya '... no se trata de una inmunidad o inviolabilidad impuesta como absoluto y definitivo impedimento para la actuación de los órganos judiciales; se está frente a un obstáculo a la realización de la justicia penal, tendiente a impedir que el Poder Judicial, o la simple voluntad de un particular, pueda afectar física o moralmente el cuerpo legislativo por intermedio de sus componentes, mientras forman parte de él...'.- Este ámbito protectorio -inmunidad y simple privilegio- ha sido receptado de modo esencial por nuestra Constitución Provincial en sus artículos 128 y 129, según lo ha sostenido este Cuerpo in re 'P.' (Se. 59/91)...’.Así, el artículo 235 de la Constitución de la provincia reseñado supra consagra tanto la protección denominada ‘inmunidad’ como el ‘simple privilegio’. La primera está expresamente referida en el texto y la segunda surge de modo implícito, al establecerse el mecanismo del desafuero como remoción del obstáculo. Dijimos que el desafuero procede sólo en los supuestos de simple privilegio.Conforme con las razones que anteceden, las expresiones motivo de reproche no pueden ser -en absoluto- ocasión de persecución penal, toda vez que fueron realizadas en el marco de la actuación funcional de quien entonces tenía el cargo de Presidente del Concejo Deliberante de San Carlos de Bariloche -cargo obtenido por elección directa y democrática (art. 228 incs. 1º y 2º)-, como respuesta a otras, con el objetivo de lograr la sanción de una ordenanza de emergencia económica y financiera para tal municipio. Este impedimento no finaliza con la terminación de mandato de la Concejal, cesación o desafuero (por otro motivo).- El precedente ‘T.’, además, da cuenta de la postura amplia de este Cuerpo en torno a la delimitación que permite la aplicación de tal tipo de inmunidad a la actividad funcional del legislador; desecha así la otra restrictiva que la circunscribe a un ámbito de localización físico -vg. el recinto legislativo, aquél propio de las comisiones de trabajo, etc.-. Lo decidido guarda entonces total concordancia con lo dispuesto por el art. 26 de la Constitución Provincial en lo que hace al derecho de información y expresión.De este modo, ‘... la inmunidad alcanza las expresiones formuladas fuera del recinto y de todo debate legislativo, en tanto la opinión halle adecuado contexto dentro del marco de actuación funcional parlamentaria... el reconocimiento al Poder Judicial de la potestad de indagar el móvil que tuvo un miembro del Congreso al emitir un juicio u opinión en el ejercicio de sus funciones inherentes a su cargo o para averiguar si obró o no dentro de los límites de una racional necesidad para el desempeño de su mandato, importaría anular el privilegio funcional de que se trata y volverlo ineficaz para el objeto que persigue: asegurar la independencia del Poder Legislativo...’.En tal orden de ideas, el criterio para determinar dicho ámbito de actuación es funcional y flexible, en donde lo relevante es el contenido normativo del mandato de la Concejal y su finalidad. Según lo dispuesto por la Carta Orgánica Municipal, son deberes y atribuciones municipales gobernar y administrar los asuntos públicos e intereses locales, dirigidos al bien común, para promover el desarrollo humano y social (art. 7º inc. 1º). El Concejo Municipal -por su parteentre sus deberes y atribuciones sanciona ordenanzas y declaraciones (art. 17 inc. 1º); las primeras son disposiciones con virtualidad de leyes y no se admite acción alguna para impedir su cumplimiento (arts 36 y 37).Por lo tanto, es del todo cierto afirmar que la actuación de la querellada se encontraba amparada por la inmunidad constitucional referida, pues efectuó sus declaraciones en una discusión propia de su tarea legislativa y para el logro de la sanción de una ordenanza que le competía funcionalmente” (Conf. STJRNSP, Se. 142 del 10-09-03 in re "S., E. s/Querella c/ M. D. D. B., G. por Calumnias e Injurias s/Casación", Expte.Nº 17812/02 STJ). III Que en suma, lo apuntado me lleva a considerar que siendo los Intendentes Funcionarios Municipales, electos por el sufragio popular, no pueden ser molestados, acusados ni interrogados judicialmente en causa penal por las opiniones que emitan en el desempeño de su mandato, con un alcance similar al establecido por los arts. 128 y ccdtes. de la Constitución Provincial para otros cargos, y en consonancia con la interpretación dada por la CSJN al art. 68 de la Constitución Nacional y por la doctrina de ese Cuerpo supra reflejada. En este mismo orden, estimo que la mención final del art. 235 de dicha Carta provincial debe entenderse en el sentido de asegurarse un medio idóneo para que las opiniones sean “susceptibles de originar sanciones” administrativas “en las que debe verse el medio idóneo para contener posibles extralimitaciones en resguardo del decoro” del cargo “y para impedir que el honor de los particulares sea impunemente vulnerado” tal como surgiera del fallo de la CSJN referenciado y en consonancia con la doctrina reflejada por V.E., lo que en el caso concreto podría significar someter a la consideración del Consejo Municipal respectivo tal cuestión; mas estimo que ello no puede implicar que quien deba emitir opiniones en el ejercicio de su función, se vea constreñido con la posible amenaza futura de afrontar acciones como las que actualmente nos ocupan. En virtud de lo señalado, considero que las expresiones aludidas no pueden ser objeto de persecución penal, en tanto deben ser entendidas ellas dentro del marco de la actuación funcional (como inmunidad parlamentaria, absoluta y vitalicia, no como mero privilegio) conforme fuera descripto anteriormente. Tal circunstancia amerita la corrección por parte del Tribunal de Casación. IV Que, los fundamentos expuestos, me llevan a concluir que corresponde que ese Superior Tribunal proceda a hacer lugar al remedio impetrado en cuanto al tópico aquí tratado concierne, resolviendo a la luz de la doctrina supra expuesta y en los términos del art. 439 del CPP la absolución del querellado. Es mi dictamen. Viedma, 26 de septiembre de 2.007. Dra. Liliana Laura Piccinini PROCURADORA GENERAL DICTAMEN Nº 0182 /07.