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ÚLTIMA PARADA: DON ENRIQUE SÁNCHEZ
“Era una persona muy amable, siempre preocupada por el pueblo de Carballo y el
bienestar de sus vecinos. Un pueblo al que él dio tanto y no le supo devolver nada a
cambio”.
Así describe uno de los empleados de la empresa Trolebuses Carballo-Coruña, a su
fundador y posterior jefe, Enrique Sánchez, o como es conocido en el pueblo, Don
Enrique. Seguramente no es el único que piensa así, pues el recuerdo que ha dejado en
Carballo se asemeja mucho a las palabras de Francisco Fidalgo, que continúa:
“Él no entendía de clases, se relacionaba y trataba a todo el mundo por igual, daba igual
que fuéramos trabajadores de la empresa, viajeros o cualquier persona con la que se
encontrase en el pueblo”.
Un hombre amable y sociable, que a pesar de su elevada posición no hacía distinciones
entre unos y otros, eses quizás son los adjetivos más acertados para acercarnos a una
persona que aportó su granito de arena para componer la historia de la capital de
Bergantiños.
Enrique Sánchez, no solo llegó a Carballo para poner en marcha la historia que ahora
mismo nos ocupa, los trolebuses. El ingeniero eléctrico también logró en 1915 que en
Carballo <<se hiciera la luz>>, y nunca mejor dicho, pues puso en marcha la central
hidroeléctrica de Entrecruces, una aldea cercana, que dotó a la villa de luz eléctrica.
Esta fue su primera empresa afincada en Carballo, Electra Bergantiños.
Esta no era la primera vez que el protagonista llevaba a cabo un proyecto de estas
características, en el continente americano, más concretamente en Cuba, donde también
puso en pie una central. Como tantos otros gallegos, Enrique Sánchez no se libró de la
emigración y aunque su estancia fue corta pues solo permaneció allí un año, de 1910 a
1911, no por eso fue menos productiva y con la puesta en marcha de la Central Eléctrica
de Pinar del Río, dotó también a los cubanos de luz eléctrica y de su sabiduría.
“Su ir y venir y su afición por los viajes, hicieron que Don Enrique, conociera este tipo
de medio de transporte eléctrico, que tanto le llamó la atención. Cuentan que ya en los
años veinte, después de haber visto un tipo de transporte similar en las colonias
británicas, a Don Enrique ya le rondaba por la cabeza la idea de construir algo
semejante”.
Xan Fraga, historiador carballés y autor de los libros que documentan la historia de la
línea, explica de esta forma que es así como al fundador se le ocurrió la idea de poner en
marcha este proyecto.
Pero no solo es él quién destaca ese carácter viajero de Enrique Sánchez, sino que
también algunos de los que más lo conocieron hacen especial hincapié en esta faceta y
cuentan que numerosas eran las veces en las que el ingeniero desaparecía del pueblo. A
pesar de ello, todos apuntan, que pocas fueron las ocasiones en las que lo hacía por
placer, sino para seguir avanzando en su profesión y para nutrirse de otras tecnologías
que hicieran más fácil la vida de su empresa.
Esa empresa que tanto le costó levantar, en primer lugar buscar financiación para algo
tan novedoso, recordemos que esta fue la primera línea de trolebuses de España.
“Era un hombre de ideas fijas, cuando se le metía algo en la cabeza no paraba hasta
conseguirlo, un gran luchador”. Cuenta Xan Fraga, que así es como se lo describieron
los que más lo conocieron.
Y así lo demostró, animado por su hermano Aurelio que era interventor del Estado en
ferrocarriles y que admiraba profundamente los conocimientos de su hermano en el
sector eléctrico, finalmente Enrique Sánchez se decidió a presentar el proyecto de
Trolebuses Carballo-Coruña en 1940 ante el Ministerio de Obras Públicas (MOPU), que
firmó Víctor Solórzano, ingeniero del Ayuntamiento de A Coruña en ese momento y
amigo personal del protagonista.
Pero no todo fue un camino de rosas, conseguir financiación para poder llevar a cabo
este novedoso proyecto no fue tarea fácil para Enrique Sánchez, ya que al tratarse de
algo tan nuevo y de tal magnitud, unir la distancia que une Carballo y A Coruña
mediante treinta y cuatro kilómetros de tendido eléctrico, era una inversión de capital
muy arriesgada para cualquier empresario de la época.
Pero el ingeniero no cesó en su empeño y a pesar de que fueron muchas las puertas que
se le cerraron en sus narices, al final, consiguió lo que tanto ansiaba.
“En 1942 se constituye en la ciudad herculina la empresa Trolebuses Coruña-Carballo
S.A con un capital social de ocho millones de las antiguas pesetas, lo que equivale en la
actualidad a unos cuarenta y ocho mil euros, que aunque ahora se pueda ver como una
pequeña inversión, en la época se trataba de una inversión de gran envergadura”.
Declara Xan Fraga, además el historiador en sus libros cuenta cómo se realizó la
distribución del capital. “Se dividió en ocho mil acciones, de mil pesetas cada una de
ellas”.
Los accionistas eran personajes destacados no solo de la vida social coruñesa, sino
también de las finanzas y grandes empresarios, destaca entre ellos Pedro Barrié de la
Maza, Conde de Fenosa. Además también contaba con parte de la plana mayor del
Banco Pastor.
Es en julio de 1943, cuando Enrique Sánchez, comienza a ver su sueño casi cumplido,
momento en el que se le adjudica la línea, con un presupuesto de unos seis millones de
las antiguas pesetas, lo que equivale a unos treinta y seis mil euros y treinta años de
concesión. Por fin, el ingeniero ve todo su esfuerzo comienza a dar sus frutos y que el
sueño de construir la primera línea interurbana del Estado español, está a punto de salir
a la luz.
El comienzo de las obras, tuvo lugar en 1944, estas no solo suponían la colocación del
tendido eléctrico, sino que también incluían la construcción de las subestaciones y las
estaciones tanto de Carballo como de Arteixo. Durante todo este tiempo el ingeniero no
descuidó en ningún momento la supervisión de las mismas.
“Don Enrique, supervisó en todo momento lo que tanto le había costado conseguir, así
lo contaban siempre los compañeros que trabajaron ya en la colocación del tendido.
También es cierto que se tuvo que ausentar en alguna ocasión para realizar alguno de
sus viajes, en los que compró los doce trolebuses con lo que comenzó a funcionar la
empresa” .Cuenta Francisco Fidalgo.
Uno de esos viajes que el ex trabajador menciona, fue a Alemania durante el transcurso
de la II Guerra Mundial, estando aún Hitler en el poder, cuando Enrique Sánchez,
compra los doce trolebuses marca MAN-AEG.
Pero el ingeniero siempre preocupado e involucrado en fomentar la industria en Galicia,
seguía dando trabajo no solo a la provincia de A Coruña, sino que también a la limítrofe
provincia lucense. “Siete de ellos fueron carrozados en Galicia, concretamente en la
fábrica de Barro en Chavín, Viveiro, un pueblecito en la mariña lucense” Afirma Xan
Fraga en una de sus publicaciones.
Así es como este gallego, tras seis largos años de duras obras, logró poner en marcha
una de las empresas más importantes de la época, Trolebuses Coruña-Carballo, que tras
varios ensayos para probar el funcionamiento de la línea, quedó oficialmente inaugurada
el 23 de febrero de 1950.
Durante los treinta años que duró el servicio, Enrique Sánchez no descuidó en ningún
momento su empresa, son muchos los usuarios que afirman que era fácil verlo con
asiduidad en las instalaciones de la Estación de Trolebús de Carballo gestionando y
supervisando el trabajo.
Sus trabajadores lo recuerdan de una manera amigable y recuerdan de su manera de
trabajar que “aunque nos gritaba mucho pronto se le pasaba”.
Francisco Fidalgo, recuerda con cariño que se dirigía a ellos diciéndoles “neno” y como
era habitual en él supervisar en el taller mecánico los desperfectos que sufrían los
trolebuses. Declara que era frecuente que les preguntara a los trabajadores en tono
jocoso “¿Qué hiciste?” como si fuera culpa de ellos el fallo mecánico, a la afirmación
que siempre proseguía una sonrisa, que se convertía en una carcajada cuando Benjamín,
unos de los choferes más veteranos de la empresa siempre le respondía “¿Qué quería
que me matara yo?”.
Pero Enrique Sánchez no solo forma parte de la historia de este país por implantar este
tipo de transporte público, accesible para todo el mundo. Sino que también puso en un
aprieto a la Real Academia Española, cuando con la llegada de este nuevo medio de
transporte no existía ningún nombre que lo definiera dentro del diccionario español. Y
aunque en un primer momento se iba a llamar filobuses atendiendo a cómo eran
llamados en la vecina Italia. Terminó por llamarse trolebuses e incorporando un nuevo
sustantivo más al diccionario de la Academia y el léxico de los españoles.
Sin embargo, y a pesar de todo lo que este ingeniero gallego natural de Santiago de
Compostela pero afincado en Carballo desde muy joven hizo no solo por la capital de
Bergantiños sino que también por la ciudad de A Coruña, ninguno de sus esfuerzos se
han visto recompensados de manera pública. Su nombre y su historia, han caído en el
olvido a pesar de lo numerosos esfuerzos e intentos que desde el Centro de Estudios de
Bergantiños y la agrupación cultural Lumieira han realizado para mantenerlo vivo. Para
ello han realizado diversos actos conmemorativos, han pedido que se ponga una calle a
nombre del protagonista en el pueblo e incluso han apoyado la idea de fundar el Museo
de Trolebuses, que el Ayuntamiento de Carballo en 2001 descartó por no realizar el
pago de 1202.2 euros, que si pagó una empresa catalana para construir el primer Museo
de Trolebuses de España.
Pero la figura de Don Enrique, nunca podrá ser borrada de la memoria de todos aquellos
que lo conocieron o incluso de aquellos que solo conocen su historia, y aunque parezca
que A Costa da Morte se haya tragado su historia, hay que recordar que el mar siempre
saca a flote todo lo que no es suyo, por lo que su figura resurgirá para ocupar el puesto
que se merece en un lugar al que no solo ha proporcionado muchos puestos de trabajo
sino del que también ha ayudado para escribir su historia. Y dejará de formar parte de
la Historia de los olvidados.
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