El Recreo de la Infancia, argumentos para otro comienzo

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IV. RESEÑAS
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IV. RESEÑAS
El recreo de la infancia.
Argumentos para otro comienzo
Eduardo Bustelo, Ediciones Siglo XXI, Buenos Aires,
Argentina, 2007, 197 páginas.
Las publicaciones de Eduardo Bustelo se sitúan en temas de infancia y
se ubican en el terreno de la planificación y el desarrollo. En “El recreo
de la Infancia”, el autor realiza una reflexión filosófica-política para
vislumbrar desde allí, caminos de emancipación efectivos para los niños y jóvenes, en una época donde se proclaman sus derechos.
El libro “El recreo de la infancia”, constata lo que ha sido la expansión
del capitalismo y su tendencia globalizadora impuesta desde el mercado. Al influjo de esta lógica, vendría a operar un proceso de debilitamiento de la capacidad socializadora de instituciones como la familia y
la escuela, en una dinámica, como lo señala la sociología de avanzada
de “destradicionalización”.
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En lo que atañe a la infancia y adolescencia, el proceso de mutación
cultural vendría a incentivar una dinámica creciente de individuación,
donde lo central, estaría en la búsqueda identitaria, desde donde, el
poder hegemónico buscaría incrementar sus grados de influencia.
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En este escenario, y en contrapunto con las formas inéditas de conducta de los jóvenes, adolescentes, y también de manera creciente
de los niños, donde caben, la violencia, las nuevas sociabilidades y
las formas de habitar la urbe, Bustelo, busca develar la lógica en que
opera este orden de lo social, y de esta forma desentraña los condicionamiento a los que son objetos los niños y las familias. Así propone el
autor, que los niños no constituyen en primer lugar una amenaza para
el orden estatuido, sino a la inversa, el sistema vendría a restringir y
restar libertad a su desarrollo.
En el centro de su preocupación, se articula por una parte; la irradiación del poder y la dominación, y desde otra, la conformación de la
ciudadanía y los espacios democráticos en la constitución del protagonismo de la infancia, vista como una auténtica emancipación. García
Méndez, prologuista del libro y en sintonía con el autor, señala que el
potencial emancipatorio de la infancia, tiene relación con avanzar en
una vida acorde con las aspiraciones y potencialidades de los sujetos.
Es allí donde se proyecta el nuevo comienzo y se anticipa el nuevo
recreo de la infancia.
Asumiendo la originalidad de la infancia como etapa de vida, pero haciendo hincapié en su condición subordinada, Bustelo desde la lectura
de la biopolítica, postula que el poder actúa en la regulación de los
cuerpos y en la construcción de la subjetividad, y es capaz de absolutizar un dominio por encima del consentimiento de los sujetos. Desde
esta fisonomía, levanta como hipótesis central, que el sistema vigente
interviene sin resistencias, para plasmar una mirada hegemónica de
la infancia, donde la docilidad del niño nos habla, no de su voluntad,
sino de su subordinación.
La categoría de nuda vida, (la vida desnuda abandonada a si misma)
anticipada por Walter Benjamin, sirve al autor para entender el estado
de máxima precariedad. Bustelo se referirá a la cruel condición, en la
que se condena a la muerte, a una infancia carente de futuro, pero
donde prevalece la impunidad de una sociedad que conoce las causas,
pero carece de la voluntad para removerlas. Los “niños de la guerra”,
como se ha llamado, representan, en este sentido, la extrema instrumentalización de la infancia, explica el autor.
Frente al estado de necesidad, Bustelo, examina los dispositivos ideológicos, entre ellos el uso de la “compasión organizada”, como un
mecanismo tendiente a ocultar la preexistencia de las relaciones de
exclusión y desigual acceso que definen la pobreza. En consideración
a esto, es en el terreno de la política donde tiene lugar la reversión de
un cierto statu quo que en apariencia incluye a quienes efectivamente
se encuentran excluidos. Crítica el ejercicio de una solidaridad egoísta, a la base de las acciones de responsabilidad social, las que según
el autor culminan en una voluminosa práctica de recaudación, que
no cambiaría la suerte final de los niños. Lo que el autor busca comprender es la lógica del ejercicio de una “dictadura de la filantropía”
que deja en manos de unos pocos, lo que una sociedad democrática
debiera resolver participativamente.
También hace referencia al caso de la compañía del rubro de entretención “Disney”, planteando cómo afecta la expansión del sistema
capitalista y el impacto de la industria cultural en la subjetividad de
los niños y niñas.
En su análisis, el mercado es el actor que construye para la infancia
una amplia zona de proyección de necesidades estereotipadas. Se juega en este terreno, según Bustelo, el mayor despliegue del influjo del
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mercado operando desde la estética y de los valores, un sentimiento
que busca doblegar a la infancia a una condición de consumidores,
y condicionar sus códigos alterando el valor del amor paternal, para
transformarlo en un provisor de objetos. Siguiendo a Guy Debord, estaríamos todos, pero de preferencia los niños, inmersos en una sociedad del espectáculo, parodiando a Jean Baudrillard, en una sociedad
de lo desechable. Es aquí, según Bustelo, donde la cultura mediática
se vuelve una “máquina de fabricar frustraciones”.
En este contexto, la familia desordenada en su lógica interna, oprimida desde la economía y colonizada por los medios, no es capaz de
resistir el paso de la reproducción del sistema.
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En el terreno de la socialización secundaria, que encuentra en la escuela su principal agente, el condicionamiento biopolítico; (aquel que
engendra disposiciones para la obediencia y desaloja las razones para
su explicación) termina sustituyendo al alumno por el consumidor, lo
que vuelve irrelevante la experiencia escolar. En esta instancia, el niño
en cuanto alumno, no aparece como sujeto de aprendizaje, sino como
objeto de enseñanza.
En la misma esfera el autor analiza la entronización de la visión economicista en el desarrollo de la educación, en tanto, soslaya la riqueza
de la interlocución pedagógica, en aras del incremento de la empleabilidad. Con ello, los niños en cuanto alumnos, verían mermadas las
posibilidades de un desarrollo armónico y menos unilateral.
En el capítulo tres, Bustelo retoma la génesis de la ciudadanía. Vuelve
a las categorías de la política griega, de zoé, como expresión que reconoce la vida pura, el simple hecho de vivir, y el desarrollo del bios,
como construcción relacional de la ciudadanía, donde cabe entender
la política como transformación. En esta perspectiva, apunta el autor,
se ofrece un programa genuino en materia de derechos como un nuevo horizonte en la contienda política, en tanto búsqueda permanente
de espacios para la emancipación de los niños, en que ellos consigan
efectivamente ser tales.
En el capítulo final, tras examinar las nociones teóricas que buscan
comprender la infancia como construcción socio - cultural, reafirma la
idea de entender la infancia como una categoría histórico – política.
Desde aquí señala las coordenadas para una lectura apropiada: la idea
del otro comienzo, por tanto de la consideración de la presencia de la
infancia como un referente ético; la visión diacrónica del niño de hoy
en día, relativa al diagnóstico de su condición real; la tensión en que
este se instala, entre la autonomía y la heteronomía, es decir la tensión presente en la construcción de sus propios motivos e intereses;
y la apuesta política de la infancia como categoría emancipatoria, que
permita también mirar la vida de los adultos en términos de la realización de sus proyectos de vida originales.
Así, estaríamos ante la posibilidad de salir de la somnolencia de la
modernidad tardía. Desde la algarabía infantil, (del bullicio, el juego,
los gritos, las risas, el movimiento acelerado y la libertad), se ubica
para el autor del libro “la posibilidad recreadora de un nuevo orden
social”.
Hernán Medina Rueda
Sociólogo, Unidad de Estudio, Sename.
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