Aproximación diagnóstica del adulto con diarrea crónica

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TEMA MONOGRÁFICO
DIARREA CRÓNICA (I)
Aproximación diagnóstica del adulto con diarrea crónica
M.I. García Lozano, M.P. Pérez Unanua y J.C. Roiz Fernández
Centro de Salud Ciudad de los Periodistas I. Madrid
L
a evaluación de cualquier paciente con diarrea crónica debe
comenzar por establecer su gravedad, según el estado de hidratación y nutrición, e identificar el principal mecanismo fisiopatológico subyacente o la región intestinal mayoritariamente afectada, lo que nos guiará en la correcta selección de las pruebas diagnósticas1,2.
Cualquier diarrea crónica, particularmente la secretora, puede
causar deshidratación (debilidad generalizada, hipotensión postural, taquicardia, pulso débil, sequedad de piel, letargia) que debe
corregirse mientras se estudia al enfermo, lo mismo que la posible
malnutrición, que afecta negativamente a la secreción pancreática
y a los enterocitos (atrofia vellositaria), con maldigestión y malabsorción secundarias y empeoramiento de la diarrea.
El estudio etiológico del paciente con diarrea crónica puede ser
complejo1,3-9 pero, realizado de modo sistemático, proporciona el
diagnóstico hasta en el 90% de los casos: un tercio con la historia,
exploración y pruebas básicas, y al menos otro tercio ampliando estos estudios3. Para el tercio restante algunos autores proponen ingreso hospitalario, descubriéndose así diarrea orgánica en el 30%
de pacientes, facticia en el 20% y funcional o idiopática en el 50%,
que suele autolimitarse en 7 meses-3 años10.
Aunque la mayoría de las diarreas crónicas son funcionales y dependen de un síndrome del intestino irritable (SII), establecer este
diagnóstico requiere descartar razonablemente una causa orgánica
subyacente, que debe sospecharse ante diarreas de duración corta
(menos de 3 meses), comienzo súbito, predominio nocturno, cuadro crónico más que intermitente, pérdida de peso superior a 5 kg,
aumento de la velocidad de sedimentación globular (VSG), descenso del hematócrito o de la albúmina y peso fecal superior a 400
g/día11-14. La sensibilidad para detectar organicidad de al menos tres
de estos criterios es baja, pero su especificidad supera el 90%. Aisladamente, ninguna prueba diagnóstica tiene sensibilidad suficiente
para ser aceptada como buen test para el cribado de organicidad3.
Antes de iniciar el estudio, el paciente debería seguir una dieta
sin lactosa durante varios días, ya que la diarrea crónica que sigue a
un episodio agudo, a menudo es secundaria a déficit de lactasa3. Los
estudios baritados alteran los resultados de otras importantes pruebas diagnósticas en heces por lo que, en general, deben realizarse
después de recogidas éstas (véase en esta monografía). “Pruebas
diagnósticas útiles en el estudio del paciente con diarrea crónica”.
Historia clínica (tabla I)
Además de la edad y el sexo, es importante investigar sobre1,4,5: a)
comienzo y duración de la diarrea, determinando si ésta es congénita o adquirida y si su inicio fue abrupto o gradual; b) patrón, estableciendo el número de deposiciones/día, si la diarrea es continua
o intermitente, si es o no nocturna (las diurnas sugieren afección
funcional y/o intolerancia a lactosa; las que son también nocturnas
indican problema orgánico) y su posible alternancia con estreñimiento (SII, cáncer de colon, diabetes mellitus); c) identificación
de los factores que agravan el cuadro, como alimentos (sobre todo
leche, azúcares o aditivos alimentarios) y estrés; d) identificación
de factores que mejoran la diarrea, como fármacos o dietas con exclusión de determinados productos, y respuesta tras ayuno de 4872 h (si la diarrea cesa estamos ante una osmótica); e) características de las heces, especificando si son sanguinolentas, acuosas o
grasientas, o si contienen restos de alimentos no digeridos; f) dolor
abdominal (SII, enfermedad inflamatoria intestinal [EII], isquemia mesentérica); g) incontinencia fecal, que el enfermo suele
confundir con diarrea y que, además, aparece hasta en el 50% de
las diarreas crónicas; h) pérdida de peso, cuya presencia –que debemos intentar objetivar– puede depender del proceso causal (malabsorción, isquemia, neoplasias avanzadas) o de la dieta establecida para controlar los síntomas (en este caso suele ser de menos del
5%); i) deben investigarse posibles causas iatrogénicas de la diarrea, como medicamentos (p. ej., antibióticos en las 6-8 semanas
previas), radiación o cirugía; j) determinados factores epidemiológicos pueden sugerir la causa del cuadro, como el consumo habitual de cafeína, etanol o productos con hidratos de carbono no absorbibles en forma de alimentos dietéticos o como edulcorantes en
caramelos, chicles, refrescos o medicamentos; la exposición a
agentes patógenos específicos a través del agua o alimentos consumidos de modo habitual o durante un viaje (p. ej.: Aeromonas y
Pleisiomonas, parásitos); el tipo de residencia (la rural facilita la exposición a Salmonella y Brucella); el ambiente epidemiológico laboral (Giardia en trabajadores con niños) o familiar (defectos malabsortivos congénitos, EII, SII, celiaquía, neoplasia endocrina
múltiple); los hábitos y conductas sexuales (gonococo, herpes simple, Chlamydia, sífilis y amebiasis, en caso de sexo anal; causas de
diarrea asociadas a infección por el VIH en caso de promiscuidad
sexual y consumo de drogas por vía parenteral; k) el consumo subrepticio de laxantes o diuréticos debe tenerse en cuenta en todos
los pacientes, sobre todo si se asocian trastornos de la conducta alimentaria, comportamientos rentistas o simuladores; l) siempre que
sea posible debemos revisar los estudios previos; si no detectamos
cambios en las características de la diarrea y las evaluaciones anteriores han sido correctas, revaluaciones posteriores no suelen modificar el diagnóstico, y m) debemos investigar cuidadosamente la
presencia de síntomas sugestivos de enfermedades sistémicas como diabetes mellitus, hipertiroidismo y neoplasias, entre otras.
Las enfermedades de intestino delgado y colon proximal provocan generalmente cuadros malabsortivos. Las heces pueden contener restos no digeridos. Cuando hay dolor, suele ser cólico, periumbilical o en el hipocondrio derecho y se acompaña de borborigmos audibles. En las enfermedades de recto y colon izquierdo
las deposiciones son frecuentes y poco abundantes, a veces con
productos patológicos como sangre, pus o moco. Con frecuencia
aparecen urgencia y tenesmo rectal. El dolor abdominal suele predominar en el hipogastrio y la región sacra y mejorar con la defecación o al expulsar gases. Estos dos patrones no son mutuamente
excluyentes y pueden darse en el mismo paciente en diferentes
momentos evolutivos de la diarrea crónica.
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DIARREA CRÓNICA (I)
Aproximación diagnóstica del adulto con diarrea crónica
M.I. García Lázaro, M.P. Pérez Unanua y J.C. Roiz Fernández
TABLA I Asociaciones útiles para el diagnóstico de la diarrea crónica
Datos asociados
Comienzo
Congénito
Abrupto
Gradual
Fiebre
Pérdida de peso
Dolor abdominal
Características de las deposiciones
Sangre
Grasa
Blanquecinas
Nocturnas
Flatulencia excesiva
Crisis de enrojecimiento
Diarrea nocturna e incontinencia
Deposiciones aisladas con mucho moco
Asociadas con la ingesta
Ritmo intestinal alternante
Drogas i.v., promiscuidad sexual
Problemas inmunidad
Enfermedades asociadas
Hepáticas
Conectivopatías
Enfermedad pulmonar
Ulcus péptico
Infecciones repetición
Artritis
Arteriosclerosis
Linfadenopatía
Eritema
Hiperpigmantación
Eritema nudoso
Acantosis nigricans
Hipotensión postural
Neuropatía
Fístulas perianales
Eosinofilia
Proteinuria
Hiponatremia, hipopotasemia
Hipoproteinemia
Sangre en heces
Respuesta a los tratamientos
A los esteroides
A los antibióticos
Colestiramina
Enzimas pancreáticos
Dieta sin lactosa
Diagnósticos posibles
Clorhidrorrea congénita, malabsorción de Na+
Infecciones, diarrea crónica secretora idiopática
Cualquiera
EII, hipertiroidismo, linfoma, amebiasis, tuberculosis, enfermedad de Whipple
Malabsorción, EII, hipertiroidismo, cáncer colorrectal (estadios avanzados)
SII, EII, obstrucción, isquemia mesentérica
Cáncer, EII, isquemia mesentérica
Malabsorción, maldigestión
Celiaquía, déficit de sales biliares
Organicidad
Malabsorción de hidratos de carbono
Síndrome carcinoide, VIPoma
Alteraciones neurológicas (p. ej., diabetes mellitus)
Adenomas vellosos
Diarrea osmótica, déficit de lactasa, alergia a alimentos
SII, neuropatía diabética, cáncer colorrectal
Sida
Sida, deficiencias de inmunoglobulinas
EII, metástasis hepáticas de tumor abdominal
Vasculitis mesentérica
Fibrosis quística
Síndrome de Zollinger-Ellison (gastrinoma)
Deficiencias de inmunoglobulinas
EII, enfermedad de Whipple, yersiniosis, proctitis gonocócica
Colitis colágena, derivación intestinal, conectivopatías
Isquemia mesentérica
Linfoma, sida, enfermedad de Whipple
Mastocitosisi sistémica, glucagonoma
Celiaquía, enfermedad de Whipple, enfermedad de Addison
EII, tuberculosis
Cáncer
Diabetes mellitus, amiloidosis, enfermedad de Shy-Drager
Diabetes mellitus, amiloidosis
Enfermedad de Crohn
Parásitos intestinales (excepto Giardia)
Gastroenteritis eosinofílica, linfoma
Amiloidosis, conectivopatías
Enfermedad de Addison
Malabsorción, enteropatía pierdeproteínas
Hipogammaglobulinemia
EII, infecciones invasivas, cáncer
EII, enfermedad de Whipple, enfermedad de Addison, gastroenteritis eosinofílica
Celiaquía, conectivopatías
Sobrecrecimiento bacteriano, enfermedad de Whipple, giardiasis
Malabsorción sales biliares
Insuficiencia pancreática exocrina
Intolerancia lactosa
EII: Enfermedad inflamatoria intestinal; SII: Síndrome del intestino irritable.
Examen físico (tabla I)
Aunque suele ser normal en la mayoría de los pacientes, es necesario para evaluar la gravedad del cuadro y puede aportar signos que
sean indicativos de la etiología del proceso. El examen anorrectal
es imprescindible para valorar el esfínter (tono y contractilidad) y
la presencia de fístulas o abscesos perianales.
Pruebas complementarias iniciales (tabla I)
Se recomienda solicitar en todos los pacientes4 hemograma, VSG,
bioquímica de sangre completa (incluidos proteinograma, calcio,
hierro, ácido fólico, vitamina B12 y protrombina), orina elemental,
coprocultivo, examen para detección de huevos y parásitos en heces (test para detectar Ag de Giardia, si se dispone de él), determinación de sangre aculta, leucocitos y grasa (SUDAN)15 en heces.
El hemograma puede detectar la presencia de anemia (ferropénica, por pérdidas hemáticas o déficit de absorción; macrocítica, por
déficit de vitamina B12 o folatos), leucocitosis (inflamación) y eosinofilia (infestación por parásitos, linfoma, colagenosis, gastroenteritis eosinofílica y alergias). Puede haber hipocolesterolemia (malabsorción grasa), hipoproteinemia (malabsorción o pérdida de
proteínas), hipocalcemia (malabsorción de vitamina D) o hipoprotrombinemia (malabsorción de vitamina K). La VSG es un marca-
dor de inflamación activa. El resto de las pruebas se discuten en el
artículo “Pruebas diagnósticas útiles en el estudio del paciente con
diarrea crónica”.
Pruebas específicas
Su selección depende de la sospecha diagnóstica establecida según
el mecanismo fisiopatológico (fig. 1), la porción de intestino afectada o el diagnóstico específico sospechado2-4.
SOSPECHA DE DIARREA OSMÓTICA
(MALABSORTIVA)
Se caracteriza por desaparecer tras 48-72 h de ayuno o al cesar la
ingesta del soluto no absorbible responsable de ésta, y por la existencia de una brecha osmótica amplia de más de 125 mOsm/kg.
Los casos graves pueden cursar con deshidratación hipernatrémica
e hipopotasémica.
Diarrea osmótica con esteatorrea (fig. 1)
En caso de malabsorción establecida las heces son voluminosas,
grasientas y malolientes, difíciles de eliminar con chorro de agua
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Diarrea secretora
Excluir infección
Excluir enfermedad
estructural
Test
Bacteriana
“Habituales”
Aeromonas, plesiomonas
Sigmoidoscopia
o colonoscopia
con biopsias
Péptidos plasmáticos
gastrina, calcitonina,
VIP, somatostatina
Otros patógenos
Parásitos, Giardia
cocos, Cryptosporidium
Radiografía de
intestino delgado
Orina
5-HIAA
metanefrinas, histamina
TAC abdominal
Biopsia de
intestino delgado
y cultivo líquido
luminal
Otros tests
TSH, ACTH,
proteinograma,
inmunoelectroforesis
Ensayo terapéutico
con colestiramina
si hay sospecha
de diarrea biliar
Diarrea inflamatoria
Excluir enfermedad
estructural
Excluir infección
Radiografía de
intestino delgado
Bacteriana
“Habituales”
Aeromonas, plesiomonas
Sigmoidoscopia
o colonoscopia
con biopsias
TAC abdominal
Biopsia de intestino
delgado
Otros patógenos
Parásitos, virus
Diarrea osmótica
sin esteatorrea
Análisis de heces
pH bajo
Malabsorción de
hidratos de carbono
Elevada concentración
de magnesio
Laxantes
Revisión dietética,
test de hidrógeno espirado,
retirada de lactosa
Diarrea osmótica
con esteatorrea
Excluir enfermedad
estructural
Excluir insuficiencia
pancreática exocrina
Radiografía de
intestino delgado
TAC abdominal
Biopsia de
intestino delgado
y cultivo líquido
luminal
Test de secretina
Test de bentiromida
Quimotripsina fecal
Figura 1 Evaluación del paciente con diarrea crónica. TAC: tomografía axial computarizada; TSH: hormona estimuladora del tiroides y ACTH: hormona
adrenocorticotropa.
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(flotan) y dejan cerco graso en el WC que sólo desaparece tras el
cepillado. Se acompañan de pérdida de peso sin reducción del
apetito. Estas características no siempre son tan claras; así: a) hasta
en el 50% de los casos las heces son más acuosas, por el componente secretor debido a la presencia en el colon de sales biliares y
ácidos grasos no absorbidos; b) la tendencia de los enfermos a reducir la ingestión de grasas disminuye la esteatorrea, y c) diarreas
crónicas de cualquier origen generan esteatorrea leve (< 14
g/día)16.
Los síntomas tempranos de cualquier diarrea osmótica suelen
ser sutiles (cambios leves en el normal ritmo intestinal) y pueden
pasar desapercibidos. En el caso de la enfermedad celíaca del
adulto son frecuentes los cuadros oligosintomáticos cuya única
manifestación depende del déficit generado por la malabsorción
de un nutriente específico (anemia, tendencia al sangrado, osteopenia, hiperqueratosis folicular, amenorrea).
La esteatorrea se confirma cuantificando la grasa de las heces
mediante el test de Van de Kamer. La historia y el grado de la esteatorrea permiten centrar la sospecha diagnóstica.
La insuficiencia pancreática exocrina provoca esteatorrea más
grave (frecuentes > 30 g/día y excreción fraccional de grasa ≥ 9,5
g/100 g heces17) que la secundaria a deficiencia de sales biliares
(hepatopatías, obstrucción biliar, enfermedad del íleon distal, sobrecrecimiento bacteriano) o a enfermedades de la mucosa intestinal (infecciones, celiaquía y síndrome del intestino corto, en las
que suele haber flatulencia y distensión abdominal por maldigestión de hidratos de carbono).
Para el estudio del páncreas medimos su secreción exocrina
(quimotripsina en heces, entre otras pruebas) y realizamos tomografía axial computarizada (TAC) abdominal. Los ensayos
terapeúticos con lipasa pueden ser útiles. Para el estudio de
los déficit de sales biliares son útiles la ecografía abdominal, el
tránsito de intestino delgado, el cultivo del aspirado duodenal,
las pruebas del aliento con glucosa o D-xilosa marcadas con
14
C, y la prueba terapéutica con antibióticos orales. Si la sospecha se centra en la mucosa intestinal son útiles los estudios
microbiológicos (en heces o en aspirado de intestino delgado),
la serología (la presencia combinada de anticuerpos antigliadina y antiendomisio en suero tienen un valor predictivo positivo del 99,8% y negativo del 99,3%) y la biopsia de duodenoyeyuno proximal, que puede no ser diagnóstica en caso de
afección parcheada de la mucosa o de presentar lesiones inespecíficas.
Diarrea osmótica sin estatorrea (fig. 1)
La mayoría son consecuencia de malabsorción de hidratos de
carbono o de sales de magnesio y pueden ser intermitentes. En
las primeras, la diarrea cursa con dolor cólico abdominal, flatulencia e hinchazón abdominal (puede no haber diarrea si el hidrato de carbono responsable es ingerido en cantidades moderadas) y las heces son ácidas (pH < 5,3). Hay que descartar: a)
ingestión de hidratos de carbono no absorbibles (laxantes como
lactulosa o fibra, edulcorantes como fructosa o sorbitol: ingestas
de sorbitol superiores a 10 g, equivalentes a 4-5 caramelos sin
azúcar, provocan malabsorción en el 48% de los casos), y b) intolerancia a la lactosa, congénita o adquirida (generalmente tras
enteritis viral), que se confirma midiendo el incremento de H2
en el aire espirado después de ingerir 50 g de lactosa, o midiendo la concentración de lactasa en una biopsia de mucosa intestinal.
Concentraciones elevadas de magnesio en las heces (> 90
mEq/l o > 30 mEq/día) obligan a investigar su posible ingestión en
forma de suplementos vitamínicos, antiácidos y laxantes.
SOSPECHA DE DIARREA SECRETORA (fig. 1)
Las heces son acuosas y muy abundantes, a veces superiores a 1
l/día. La diarrea, aunque puede mejorar, generalmente persiste
tras 48-72 h de ayuno. Puede provocar deshidratación hiponatrémica y acidosis hipopotasémica. La pérdida de peso no es usual,
salvo en los casos de tumores neuroendocrinos muy avanzados,
que deben sospecharse ante la presencia de manifestaciones sistémicas como flushing cutáneo episódico, hipotensión paroxística,
etc. Las heces presentan una brecha osmótica pequeña (< 50) y su
pH es neutro.
En estos pacientes debemos descartar la ingestión de sustancias
exógenas (cafeína, etanol y laxantes, entre otros), infecciones, enfermedades gastrointestinales estructurales (malabsorción de sales
biliares, colitis microscópica y colitis colágena) y tumores neuroendocrinos, que son muy raros.
Aunque las bacterias intestinales no suelen provocar diarrea
crónica en sujetos inmunocompetentes, deben excluirse mediante
coprocultivos (incluyendo medios especiales para Pleisiomonas y
Aeromonas cuando proceda) y deben examinarse las heces al microscopio buscando huevos y parásitos, especialmente de Giardia,
Cryptosporidium y Microsporidium. El test más sensible para la
giardiasis es la detección de su antígeno en heces.
En caso de sospechar malabsorción de sales biliares debemos
excluir, sobre todo, enfermedades del íleon distal. Son útiles los estudios baritados de intestino delgado (tránsito o enteroclisis), la
biopsia endoscópica de la mucosa del intestino delgado proximal,
la TAC abdominal, el ensayo terapéutico con colestiramina o, si está disponible, el test del ácido selenahomotaurocólico. La sigmoidoscopia o la colonoscopia con toma de biopsias múltiples (aun
con mucosa colónica normal) se requieren para el diagnóstico de
colitis colágena y microscópica.
Los tumores neuroendocrinos secretores de hormonas peptídicas son muy raros y sólo debemos medir la concentración del posible péptido responsable cuando exista fundada sospecha por la clínica o los hallazgos radiológicos4.
SOSPECHA DE DIARREA INFLAMATORIA (fig. 1)
Su característica esencial es la presencia en las heces de sangre,
macro o microscópica, y leucocitos. Puede haber leucocitosis, aumento de la VSG o hipoalbuminemia. El cáncer de colon es la
causa más frecuente cuando no hay deterioro del estado general,
que sólo ocurre en estadios avanzados. Debemos sospechar EII
cuando la diarrea crónica se acompañe de fiebre y dolor abdominal, con o sin manifestaciones extraintestinales (artritis, exantema,
síntomas oculares). La enteropatía pierdeproteínas, que provoca
aumento del aclaramiento de la alfa1-antitripsina en heces, se
acompaña de hipoalbuminemia en ausencia de síndrome nefrótico
o hepatopatía, y, en casos graves, edemas, ascitis o anasarca.
La evaluación de la diarrea inflamatoria requiere descartar la
presencia de lesiones estructurales de la mucosa y de infecciones.
Para ello realizaremos estudios endoscópicos con biopsias diagnósticas (gastrointestinal superior o colonoscopia, según los datos de la
historia clínica) y estudios radiográficos baritados de intestino delgado.
La identificación de las infecciones que causan diarrea crónica
requiere coprocultivos y determinación en heces de huevos y parásitos (o del antígeno de Giardia) de la toxina de Clostridium difficile. En pacientes infectados por el VIH el 80-85% de las diarreas
crónicas son infecciosas, por lo que antes de proceder a estudios
más agresivos o complejos debemos tomar múltiples muestras pa-
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DIARREA CRÓNICA (I)
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ra cultivo de gérmenes, habituales y oportunistas18-23 (véase “Definición y etiopatogenia” tabla II, y “Pruebas diagnósticas útiles en el
estudio del paciente con diarrea crónica”, en esta monografía).
SOSPECHA DE DIARREA POR ALTERACIÓN DE LA
MOTILIDAD INTESTINAL (fig. 1)
Este tipo de diarrea suele cursar con un volumen de heces moderado (< 300 g/día), con o sin relación con la ingesta, sin cambios
electrolíticos sistémicos ni repercusión ponderal. Su diagnóstico se
basa en la sospecha clínica y en la exclusión de otras posibles etiologías. Así, el cumplimiento de los criterios de Roma II24 y la exclusión de patología orgánica presentan alta especificidad diagnóstica
del síndrome del intestino irritable (valor predictivo positivo cercano al 100%). En los pacientes diabéticos con disfunción autonómica la diarrea crónica suele acompañarse de síntomas como hipotensión postural o impotencia, y es frecuente el sobrecrecimiento
bacteriano asociado, por lo que son útiles los ensayos con antibióticos.
SOSPECHA DE DIARREA FACTICIA
(AUTOINDUCIDA)
Los pacientes con diarrea facticia se automedican con laxantes, a
veces mezclados con diuréticos, o simulan diarrea agregando agua,
orina u otro líquido a las heces. Es una causa frecuente de diarrea
crónica de origen desconocido, que suele derivarse al gastroenterólogo. El diagnóstico es esquivo y requiere un alto índice de sospecha, ya que la alteración emocional subyacente a menudo no es
obvia25-29.
Suele tratarse de mujeres, con frecuencia relacionadas con la
profesión médica, que inducen su diarrea o la de sus hijos. Consultan por diarrea acuosa, dolor cólico abdominal, edema cíclico y
gran debilidad (pérdida de agua y electrólitos, sobre todo K+). Debemos sospecharla ante trastornos en la conducta alimentaria,
comportamientos rentistas o simuladores.
Las pruebas útiles para su diagnóstico incluyen: a) alcalinización
de orina o del sobrenadante fecal, para detectar fenolftaleína; b)
análisis específicos en orina o heces para fenolftaleína, emetina, bisacodilo y derivados antraquinónicos; c) rectosigmoidoscopia, para
detectar melanosis colli por antraquinonas; d) determinación de la
osmolalidad y electrólitos en líquido fecal. Si la brecha osmótica es
baja (< 50 mOsm/kg) la diarrea, de tipo secretor, se asocia al uso
de laxantes con sulfato sódico o fosfato sódico, por lo que la concentración de Na+ suele ser mayor que la de Cl–. Si la brecha es de
más de 125, debemos sospechar ingesta subrepticia de laxantes osmóticos. En este caso es útil medir la concentración de magnesio
fecal (normal < 90 mEq/l o < 30 mEq/día), y e) el registro de la casa o hábitat del paciente en busca de los laxantes es una práctica altamente rentable para diagnosticar diarreas facticias, aunque algunos autores dudan de si es éticamente correcta.
PACIENTE CON DIARREA CRÓNICA SIN SOSPECHA
ESPECÍFICA
En estos casos resulta adecuado el estudio detallado de las heces,
recogidas durante 72 h (véase “Pruebas diagnósticas útiles en el estudio del paciente con diarrea crónica” en esta monografía). Bibliografía
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