Nanciyaga, el encanto de la selva al desnudo

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fin de semana
vista desde la laguna.
A lo lejos se puede
observar la isla de
los changos.
méxico
Nanciyaga, el encanto
de la selva al desnudo
En este rincón de selva veracruzana preservar el medio ambiente es lo primero:
alimentos locales, energía solar y sólo productos biodegradables.
fotos: alamystock/otherimages (arriba izquierda).
Texto y fotos: Marck Guttman
A
trás dejamos al pueblo. Y
también a la señal del celular. Una lanchita se acerca
hasta donde estoy parado,
en el colorido malecón de
Catemaco, y entonces es tiempo de dejar
la civilización. Vamos a Nanciyaga, promesa de selva en estado puro.
Normalmente 10 minutos bastan para
cruzar la laguna, pero como nos hemos
detenido en dos ocasiones, tardamos un
poco más. Primero paramos para ver las
islas de los changos y después cuando vemos a tres jóvenes que se sumergen en el
agua como si hubieran perdido algo. Les
pregunto que qué se les cayó y me responden “nada, sólo estamos pescando
tegogolos”, unos caracoles de agua dulce que recolectan uno por uno y después
venden junto con la mora silvestre y los
topotes, una especie de charal, está fusión forma parte de la peculiar gastronomía de la región.
Un muelle improvisado y angosto me
da la bienvenida a la reserva donde alcanzo a ver una docena de kayaks, una
bandera mexicana y un montón de aves
diferentes. Bajo de la lancha y me
Haciendo uso exclusivo de magia blanca,
Norma hace limpias con la tradición de Catemaco.
Julio/Agosto
2012
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fin de semana
La comida en Nanciyaga se prepara con ingredientes producidos en sus
tierras. El pan está relleno con mermeladas de fruta de temporada y las
entomatadas se preparan con el jitomate silvestre de Los Tuxtlas.
encuentro con una chica que, sin decir
una palabra, me indica que no haga ruido mientras señala hacia su derecha. Estoy un poco desconcertado y no dejo de
mirar en esa dirección pero no veo nada,
así que vuelvo a ver a la chica que ahora
señala hacia el otro lado. Debajo de mí,
cruzando el muelle, alcanzo a ver un cocodrilo enorme que no me da la oportunidad de acercarme cuando rápidamente
ya se ha sumergido.
Lo primero que hago cuando estoy en
tierra firme es buscar comida. Me dirijo al
restaurante y pido unas entomatadas. El
menú no es muy grande, pero la comida
sabe exquisita, tiene ese sabor casero que
ya no se encuentra fácilmente. La frescura se debe a que cocinan con las verduras
y frutas de su propio huerto y con los pollos de su granja. Incluso hacen su propio
pan en horno de leña, ¡los rollos con mermelada de calabaza están buenísimos!
Es tiempo de dar un recorrido y adentrarse en la selva. Caminamos entre senderos estrechos y, disfrutamos aquel olor
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National Geographic Traveler
característico e inconfundible a tierra húmeda y plantas mojadas.
Cada tanto se ve que el hombre ha metido un poco de mano, primero en el
área de los temascales, luego en el manantial que funciona como alberca natural, después en la cabaña donde puedes
consentirte con tratamientos de fango,
y finalmente, más lejos, en la choza del
brujo donde puedes hacerte una limpia.
También pasamos por el criadero de cocodrilos e iguanas y, para terminar, luego
de una demostración de cómo hacer un
vaso con una hoja de la planta Oreja de
Elefante para tomar agua del manantial,
terminamos en una de las cabañas. Dentro sólo hay una cama y una repisa con
una canasta ecléctica que contiene frutas, bicarbonato para lavarse los dientes y
jabones de pachuli hechos en casa; con
el fin de cuidar el medio ambiente no se
permite el uso de otros productos que no
sean biodegradables.
Ya casi oscurece. El campamento se
alimenta de energía solar, así que por ahí
de las 11 de la noche hay que conformarse con la luz de un par de linternas. A
falta de costumbre cuesta un poco de
trabajo dormir cuando apenas ha anochecido, pero cuando no hay electricidad
seguir al sol es un movimiento astuto.
Sobre todo porque al día siguiente nos
espera tempranito.
más información
Cómo llegar
Desde el puerto de Veracruz hay
que tomar la carretera federal 180
con dirección al pueblo de Catemaco. Una vez ahí existen dos alternativas: seguir el recorrido en auto, o
tomar una lancha desde el malecón
de Catemaco que te deja en el
muelle del campamento.
Para los menos intrépidos
Si quieres conocer Nanciyaga, pero
eres de los que prefieren dormir
en un cuarto de hotel y contar con
luz eléctrica las 24 horas, puedes
hacerlo, en Catemaco hay muchas
opciones, una es el hotel La Finca
(lafinca.mx).
Más información: nanciyaga.com
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