Nicolas Arbelaez Garcia FORMACION POR COMPETENCIAS En estos tiempos es difícil participar en un debate sobre formación sin que surja la palabra "competencias" como una varita mágica que soluciona los problemas y cuestionamientos que el cambio de la tecnología y la globalización económica han impuesto a las antiguas maneras de vincular las calificaciones con la formación profesional. LA ARTICULACIÓN ENTRE APRENDIZAJES: DÓNDE Y CÓMO SE APRENDEN LAS COMPETENCIAS Algunos autores (Castro y Carvalho, 1988; Ropé y Tanguy 1994) señalan que no basta con una formación profesional de algunos meses, ni una formación especializada de varios años pero localizada en una sola ocupación o familia de ocupaciones, sino que el tipo de competencias requeridas exigen una formación prolongada en la educación formal, nueve o diez años de escolaridad que además de las habilidades básicas, den una capacidad de captar el mundo que los rodea, ordenar sus impresiones, comprender las relaciones entre los hechos que observan, y actuar en consecuencia. Para ello es necesario no una memorización sin sentido de asignaturas paralelas, ni siquiera la adquisición de habilidades relativamente mecánicas, sino saberes transversales capaces de ser actualizados en la vida cotidiana, que se demuestran en la capacidad de resolución de problemas de índole diversa de aquellos aprendidos en la sala de clase. Un ejemplo de esto es la transformación del sistema educativo francés a fines de los años ochenta, que se basó en el pasaje de una formación y evaluación basadas en disciplinas a otras basadas en competencias verificables a través de su utilización en una situación dada. Pero si bien lo anterior es suficiente para aquellas que llamábamos competencias generales básicas, cuando se habla de competencias más específicas, otro tipo de formación es necesario. En éstas aparece como valiosa la formación modular que permite acumular el aprendizaje de habilidades concretas en tareas específicas, adquiridas en distintos tiempos y a través de cursos de menor duración que los antiguos programas vocacionales. Es importante, en este sentido, la alternancia entre períodos de trabajo y períodos de aprendizaje escolar, sean sistemáticos como en el sistema dual, sean organizados por el propio protagonista a partir de su balance de competencias. Muchas de las actuales tendencias atestiguadas en el mundo, no excluyen de sus efectos prácticamente a ningún país. La búsqueda de mejores niveles de bienestar y de un mayor grado de desarrollo es ahora un factor en el que coinciden los países firmantes de tratados de libre comercio y de creación de áreas comunes y uniones (NAFTA, MERCOSUR, CARICOM, UNION EUROPEA). El motor para la integración se enciende con el interés común de elevar las condiciones de la competitividad y productividad. En el transcurso de este documento se mostrará como estas condiciones requieren de adecuados niveles de formación para el trabajo y como estos niveles, necesarios para mejorar la empleabilidad, se pueden alcanzar mediante sistemas de formación profesional. Iniciará analizando las tendencias que más directamente impactan hoy día a los países y por tanto, en un ambiente globalizado, son obligatorias referencias para mejorar la empleabilidad. Luego abordará un breve repaso a la evolución en la institucionalidad de la formación profesional; pasará enseguida a proponer los retos básicos para mejorar la empleabilidad y finalmente, perfilará algunas propuestas sobre el tema de formación profesional como instrumento para mejorar la empleabilidad. 1. LA FORMACION ANTE LAS TENDENCIAS ACTUALES. La globalización, la rápida sucesión de eventos en el ámbito de la tecnología, la nueva configuración de la arquitectura empresarial y los impactos en la organización del trabajo conforman un paquete interesante de tendencias que vale la pena revisar brevemente. Globalización: cada vez más, un solo mundo. La globalización ha ocasionado que cualquier evento, sin importar el lugar de la tierra en el que se presente, tenga repercusiones casi inmediatas en todo el globo. Los acontecimientos económicos, políticos y sociales se asemejan cada vez más a la “Aldea Global” de McLuhan. Son progresivamente más tenues las diferencias en la estructura económica; se difunde rápidamente la información, se eliminan las barreras proteccionistas y aparecen categorías de “clase mundial”. Los países han reconstruido el paradigma de sus formas de relacionamiento y se asiste a una mayor integración en lo económico que contrasta con la dispersión geográfica propia de la nueva forma de producir. Se ha configurado una nueva división internacional del trabajo. El capital también se ha globalizado, de forma que se han localizado en sitios diferentes las actividades de investigación y desarrollo, diseño y fabricación. Los productos ya no tienen identidad nacional, la identidad de marca se ha transnacionalizado. La ubicación que cada país tenga en la nueva división internacional va a depender mucho de su dotación de talento humano, que ya no de sus recursos naturales o de riqueza material. El mundo ha entrado rápidamente en la era de la información, esta época se ha caracterizado por una verdadera revolución en el uso de la información como fuente de desarrollo. Los procesos de producción, la organización del trabajo, la provisión de servicios y cada vez más actividades cruciales giran, para su exitosa ejecución, en torno al manejo de información. 2. LA FORMACION POR COMPETENCIAS Y LA EMPLEABILIDAD Los tradicionales esquemas organizativos y conceptuales de la formación profesional han sido rebasados por las nuevas tendencias de la organización del trabajo, el surgimiento de nuevas demandas hacia los trabajadores y el nuevo papel que juegan, ante la formación, los actores sociales. La posibilidad de que el empleo se convierta en un medio de mejorar las condiciones de vida de los países y favorezca su inserción en la economía mundial, modernizando sus economías locales, ampliando la calidad y oferta de bienes y servicios disponibles y promoviendo el desarrollo, se juega en buena medida con la actualización de los sistemas de formación profesional. Disponer de trabajadores adecuados, competitivos y competentes, con los conocimientos, habilidades y comprensión necesarios para ejercer sus empleos está muy ligado a la modernización de la formación profesional. Modernizar los programas: Hacia la formación por competencias. Muchos programas de formación actualmente utilizados están obsoletos o son anticuados en su concepción. En el fondo, los nuevos programas de formación deben comportar transformaciones en su estructura que tiende a ser de carácter modular, en sus contenidos que se mueven hacia conceptos de amplio espectro y de fortalecimiento de principios básicos y finalmente, en sus formas de entrega que comportan nuevas estrategias pedagógicas para el proceso de aprendizaje. La rapidez del cambio en los contenidos de las ocupaciones así como la necesidad de profundizar en nuevas habilidades, han facilitado el nacimiento de una nueva concepción de la formación profesional centrada más en ocupaciones, ampliamente definidas, que en puestos de trabajo y orientada hacia el desarrollo de competencias laborales. También, la actividad pedagógica, las metodologías de formación y la gestión educativa, han cambiado y están aprovechando decididamente las ventajas de la informática y el potencial que se abre con un nuevo papel que pueden jugar los instructores. Hay que definir parámetros estratégicos para la empresa y las ocupaciones, no descripciones detalladas de tareas. Al trabajador debe enfocársele hacia el desarrollo de su capacidad de aprender. De este modo podrá ejecutar su trabajo sin que se le deba decir exactamente cada paso de lo que se debe hacer. Así, el trabajador calificado es el eje de la estrategia de competitividad. La formación basada en competencias parte de reconocer todos los cambios y necesidades descritos. Se acerca más a la realidad del desempeño ocupacional requerido por los trabajadores. Pretende mejorar la calidad y la eficiencia en el desempeño, permitiendo trabajadores más integrales, conocedores de su papel en la organización, capaces de aportar, con formación de base amplia que reduce el riesgo de obsolescencia en sus conocimientos. El concepto de competencia laboral envuelve una capacidad comprobada de realizar un trabajo en el contexto de una ocupación. Implica no solo disponer de los conocimientos y habilidades, hasta ahora concebidos como suficientes en los procesos de aprendizaje para el trabajo, ya que define la importancia de la comprensión de lo que se hace y conforma un conjunto de estos tres elementos totalmente articulados. Formar por competencias implica “ir más allá”, sobrepasar la mera definición de tareas, ir hasta las funciones y los roles. Facilitar que el individuo conozca los objetivos y lo que se espera de él. El método de una formación por competencias debe conllevar a un aprendizaje integral que ha de englobar cuatro tipos de formación distintos: La formación temático-técnica y tecnológica se ciñe a las capacidades cognitivas y facultades motrices prescritas por los nuevos estándares formativos: aspira a la formación de COMPETENCIAS TÉCNICAS y tecnológicas. La formación metodológico-resolutoria tiende a impartir técnicas básicas de aprendizaje de trabajo: aspira a obtener COMPETENCIAS METODOLÓGICAS. La formación social-comunicativa pretende dotar al alumno de técnicas básicas para la comunicación y la cooperación: aspira a crear COMPETENCIAS SOCIALES. La formación ético-afectiva se centra en la relación con uno mismo y pretende enseñar a conocerse a sí mismo, a actuar bajo responsabilidad propia (social y política), y a crear los propios sectores de interés y planes vitales: aspira a la construcción de COMPETENCIAS INDIVIDUALES. El papel de la formación exige un enfoque integrador que logre atender lo económico y lo social. Se reconoce que ahora se exigen personas con mayor movilidad e iniciativa, capaces de desempeñarse en varias disciplinas dentro de un esquema de producción flexible y adaptable a los cambios del mercado. La formación profesional incorpora el desarrollo de valores, de habilidades de relación y de comunicación, para contribuir al fortalecimiento de la convivencia y la participación en una sociedad en conflicto, con diferencias étnicas, económicas y sociales. Esto significa que la formación profesional debe acompañar las habilidades, destrezas y hábitos para dominar las funciones en una ocupación, con la formación para las nuevas competencias requeridas, con la generación de capacidades para el auto-aprendizaje y la comprensión de los por qué de los instrumentos y los procesos, el avance hacia el conocimiento tecnológico y organizativo y hacia la capacidad para adaptar, innovar y tomar decisiones en organizaciones cada vez más planas y en las cuales prima el trabajo en equipo. Se entiende ahora por competencias de empleabilidad un conjunto de capacidades esenciales para aprender y desempeñarse eficazmente en el puesto de trabajo, incluyendo capacidades de comunicación y relacionamiento interpersonal, de resolución de problemas y manejo de procesos organizacionales y de organización de los propios comportamientos en función de los requerimientos del puesto de trabajo. Pueden caracterizarse como: Genéricas -no ligadas a una ocupación en particular. Transversales -necesarias en todo tipo de empleos. Transferibles -se adquieren mediante procesos sistemáticos de enseñanza y aprendizaje. Generativas -permiten un desarrollo continuo de nuevas capacidades. Medibles -su adquisición y desempeño puede evaluarse de manera rigurosa-. La función de la escuela: permitir que un grupo de alumnos o alumnas en dinámica confrontación y cooperación recíproca, junto con docentes competentes, en un lugar adecuado, desarrollen a los máximos niveles posibles las capacidades de cada uno, elaborando sus propias experiencias y utilizando todos los lenguajes y todas las dimensiones de su propia personalidad. La escuela obligatoria debe ser capaz de poner a disposición de todos sus alumnos los instrumentos fundamentales para un conocimiento consciente, actualizado y crítico de la realidad. Debe saber ofrecer las motivaciones, las competencias y los instrumentos que servirán también mañana, en un futuro que nosotros hoy día no podemos conocer, y en el cual no viviremos y en donde los niños de hoy deberán poner a prueba los beneficios de la escuela. Los contenidos actuales serán inútiles o, en el mejor de los casos, superados, pero los instrumentos adquiridos serán necesarios para construir nuevos conocimientos nuevos contenidos si las generaciones del futuro las formamos en base a competencias. COMPETENCIAS TRANSVERSALES ENTRE SECTORES Y RAMAS DE ACTIVIDAD El informe de la Secretary´s Commission on Achieving Necessary Skills (SCANS) consultó informantes de empresas, sindicatos y sector educativo para identificar los cambios a hacer en las escuelas a fin de mejorar su pertinencia respecto a las necesidades de las empresas para ser competitivas y productivas. Fundamentación básica: Habilidades básicas: Lectura, redacción, aritmética y matemáticas, expresión y capacidad de escuchar. Aptitudes analíticas: pensar creativamente, tomar decisiones, solucionar problemas, procesar y organizar elementos visuales y otro tipo de información, saber aprender y razonar. Cualidades personales: responsabilidad, autoestima, sociabilidad, gestión personal, integridad y honestidad. Competencias transversales: Gestión de recursos: tiempo, dinero, materiales y distribución, personal. Relaciones interpersonales: trabajo en equipo, enseñar a otros, servicio a clientes, desplegar liderazgo, negociar y trabajar con personas diversas. Gestión de información: buscar y evaluar información, organizar y mantener sistemas de información, interpretar y comunicar, usar computadores. Comprensión sistémica: comprender interrelaciones complejas, entender sistemas, monitorear y corregir desempeño, mejorar o diseñar sistemas. Dominio tecnológico: seleccionar tecnologías, aplicar tecnologías en la tarea, dar mantenimiento y reparar equipos. Nuevo Modelo Educativo La propuesta de este Modelo Curricular está configurada en dos instancias, una de carácter general o diseño de nuevos programas.. El diseño de programas. Los programas académicos se definen desde el hacer (qué), la finalidad (para qué) y la razón (por qué); se refiere a la caracterización de las profesiones a través de la determinación de sus problemas esenciales, de la determinación del objeto de la profesión y de los modos de actuación en el campo laboral. Desde allí se determinan las competencias profesionales requeridas para lograr la formación integral propuesta desde la Misión institucional; adicionalmente desde el PEI se especifican claramente las acciones (estrategias) que se han de poner en juego. Estas competencias tienen estrecha relación con los ejes de formación que se han definido institucionalmente y, todo ello, evidencia la necesidad de establecer los mecanismos adecuados para la evaluación integral de las competencias alcanzadas, en referencia a las esperadas, dentro de cada uno de los ejes formativos. Podemos determinar que existen tres momentos. Primero. Las competencias, que están referidas a los ámbitos del saber, del hacer y del ser. Las del saber son del tipo cognitivo, tecnológico, científico, formativo e investigativo; las del hacer son de tipo social, comunicativo; las del ser son ciudadanas, sociales, individuales y éticas. Segundo. Los ejes de formación, que para el caso de la Institución son cuatro: humanístico, investigativo, científico y tecnológico específico. Tercero. El sistema de evaluación, como aquel que soporta el proceso formativo y evidencia la eficacia del modelo, acorde con el modelo pedagógico integrador. En relación con lo anterior, los planes de estudio se construyen manteniendo lo establecido en el PEI y articulando las temáticas y actividades de aprendizaje para el logro de los perfiles profesionales propuestos. Así mismo se estructuran y cuantifican en créditos académicos y se fortalecen con la implementación de estrategias pedagógicas que permitan el acceso al conocimiento y a la formación en las competencias definidas por la Institución de educación, todo esto sustentado en el desarrollo curricular. El diseño de programas. Teniendo claro lo relacionado para el diseño, se pasa a describir las áreas de formación, pertinentes de cada programa, distribuidas en el tiempo, por asignaturas, que aportan a la asimilación de las competencias profesionales. Como resultado de este proceso sistémico, las asignaturas que conforman el programa académico de las diferentes carreras se clasifican según su contribución a la formación profesional. Bibliografía Maldonado García, Miguel Ángel. Las Competencias, una opción de vida. Metodología para el diseño curricular. ECO Ediciones. Santafé de Bogotá, D. C. Septiembre de 2002. 173 Pág. Bedoya Maldonado, Daniel; Vinent Solsona, Manuel; Restrepo Forero, Gabriel; Torrado Pacheco, María Cristina; Jurado Valencia, Fabio; Pérez Abril, Mauricio; Acevedo Caicedo, Myriam; García Oliveros, Gloria; Sarmiento Parra, Fernando; Cárdenas Salgado, Fidel; Granés Sellares, José y Díaz Monroy, Luis Guillermo. Competencias y Proyecto Pedagógico. Universidad Nacional de Colombia. Santafé de Bogotá, D. C. 2001. 245 Pág. Barrantes, Esteban. La evaluación por competencias ¿Un asunto Educativo? En: Políticas educativas. Pág. 42 a 47. Sarmiento Castro, Alberto. Un acercamiento a la evaluación por competencias. En: Evaluación. Pág. 59 a 69.