Diálogos Víctor Hugo Morales “Cuando mi hija lee un libro, me dan ganas de regalarle el mundo” Con un discurso sereno y pausado, Víctor Hugo Morales escoge cada palabra que utiliza en sus respuestas. Su oratoria fluye con naturalidad. Según explicará en la charla con ABC, los bienes culturales “enriquecen y cargan la mochila con más elementos para que cuando se necesite una palabra, una idea o cuando se quiera construir un discurso, salga embellecido por esta influencia”. Esta entrevista es un acabado ejemplo. La lectura ha signado su vida. Los libros le han regalado imaginación, metáforas y tiempo para estar consigo mismo. Leer un libro es “incorporar algo que vos no sabés en qué lugar y en qué momento va a surgir como un enriquecimiento que uno se ha permitido tener”, asegura. ABC: ¿Cuál es la importancia que se le da a la cultura general y al conocimiento en la sociedad actual? Víctor Hugo Morales: Yo creo que mucho. A veces estamos un poco decepcionados por lo que se critica a la televisión, a la que se le da un peso muy fuerte en la sociedad. Y creo que la visión debe ser un poquito más global. Hay muchísimas actividades culturales. El país tiene mucho aprecio por el valor cultural y hay muchísima gente que trabaja en función de esos valores. Quizás el mayor drama lo tenemos en lo que llamamos la educación. La gente que no tiene buena formación accede con más dificultades a la vida cultural. Pero creo que tenemos oferta y mercado cultural que no debería apesadumbrarnos ni en el número ni en la calidad. ABC: El conocimiento da más valor al trabajo de cada uno… V. H. Morales: Naturalmente. Una persona que tenga curiosidades e inclinaciones muy fuertes hacia los aspectos culturales –sean los libros, el cine, el teatro o el mundo plástico- se enriquece y carga la mochila con más elementos para que cuando necesite una palabra, una idea o cuando quiera construir su discurso, salga embellecido por esa influencia. Si uno tiene un apoyo de esa naturaleza, está más sólido, más fuerte. ABC: ¿Qué objetivo persigue cuando describe o narra? V. H. Morales: Yo no busco nada. Lo hago, simplemente. Nunca he pensado que voy a modificar la vida ni la formación de nadie. Lo hago porque creo que en la medida que nosotros mejoremos nuestra estética y nuestra ética, apuntamos a un mundo mejor. Por ahí, pensado después de hacerlo y buscando una razón en mí mismo, yo soy de las personas que quisiera el mundo embellecido. Nunca estoy pensando, en el momento de hacer mi trabajo, que lo estoy haciendo con un objetivo determinado. ABC: ¿Cómo ve a los jóvenes en este contexto? V. H. Morales: Uno de los errores que cometemos en la Argentina es ser demasiado abarcativos en las definiciones. Yo he conocido a jóvenes increíbles a partir de un programa de televisión que hice. Eso me puso en movimiento hacia unos muchachos maravillosos que no tienen el poder mediático de los que la sociedad encuentra más seguido entre los que desordenan la vida de la sociedad, los que no tienen amor por la cultura, amor por la solidaridad. Hay largamente más de un millón de muchachos, de diversas edades, que trabajan solidariamente por valores culturales. Entonces, cómo ponés a esos muchachos en el contexto de una juventud a la que no le interesa nada, que se la pasa con la PlayStation, mirando televisión, desinteresada de la política. No hay ningún aspecto, en un lugar tan vasto y tan diferenciado como la Argentina, de poder atrapar en definiciones a todas las personas. ABC: ¿Son injustas esas verdades que dicen que los jóvenes no leen o que son una generación perdida? V. H. Morales: Tiene mucho poder mediático cuando te anuncian que los jóvenes no salvaron los exámenes masivamente; tiene mucho poder mediático el mal comportamiento de un muchacho en la escuela. El mundo de la información televisiva nos ha hecho pensar en una percepción estadística muy equivocada. El hecho de que te pasen 20 veces una pelea de muchachos en el colegio o un chico que se comporta mal con una profesora y es agresivo con ella, parece que implicaría el comportamiento de todos los jóvenes, cuando estamos hablando apenas de uno. Quizás haya miles como ellos, pero también hay millones que no son como esos chicos, que estudian, que se relacionan correctamente con los demás jóvenes y que son respetuosos con los mayores. Yo no encuentro para nada una juventud perdida. Encuentro, en los ámbitos que yo me desenvuelvo con los jóvenes, unas ganas, unas ilusiones y también dificultades, porque es más difícil hoy poder insertarte en el mundo laboral. Cuando yo tenía 15 o 16 años no imaginaba que iba a tener la mínima dificultad de conseguir trabajo. El futuro es muy incierto para los jóvenes y eso provoca una gran inquietud y un desencanto prematuro. Muchas veces he conocido jóvenes que se preguntan: Estudio, me mato y para qué, para trabajar en dónde. Pero la mayoría igual hace una apuesta. Los jóvenes que yo conozco de cerca –y los que he conocido a través de este programa- me hablan de una juventud en la que de ninguna manera es justo sintetizar diciendo que la juventud no quiere saber de nada, está vacía. Yo discrepo con eso. ABC: También muchas veces hay críticas injustas hacia la escuela y se dice que el pasado siempre fue mejor… V. H. Morales: En aspectos educacionales creo que el pasado puede haber sido mejor. A veces me comparo con los muchachos jóvenes y yo, a 40 años de haber terminado el secundario, observo que hay un conocimiento general de la historia, de los valores culturales de la historia, de los movimientos de las artes o de los grandes movimientos políticos que hubo en la historia y veo que en aquella época lo estudiábamos mejor. Lo notable, y que es una cosa que a mí me amarga, es ver que los chicos se quedan sin tiempo para jugar porque están ocho o nueve horas en los colegios, y yo lo hice todo con cuatro horas. La calidad de los docentes me parece que en una época fue superior. Había un tipo de profesional que tenía la tendencia a completar su relación con la sociedad siendo un catedrático; era importante serlo. Yo crecí en un pequeño pueblo de 6 mil habitantes y cuando pienso en los profesores que tuve, digo que es un milagro, pero después reviso y veo que el mejor médico nos daba Biología, el gran químico de la ciudad nos daba Química. Había una continuidad del profesional vinculándose a la enseñanza. Le daba un status que ahora posiblemente mucha gente, que podría ser útil en la enseñanza, no lo encuentra. ABC: También es cierto que el tema de la inclusión es un factor que ha cambiado la realidad del sistema educativo. V. H. Morales: Ése es un tema. Por eso a mí me preocupan más los temas educacionales que los vinculados a la cultura. En educación estamos quedándonos un paso atrás, como si el tren de la educación necesaria avanzara a un ritmo y nosotros fuéramos caminando y alejándonos de los ideales. Y la educación es un gran disparador para ir hacia los bienes culturales. ABC: Al igual que los medios... V. H. Morales: Los medios terminan influyendo enormemente en los que están menos preparados. Una persona que tiene defectos en su educación, tiene las defensas más bajas. El que está bien educado, por más frivolidad que le tiren en la vida, por más elementos negativos desde el punto de vista del manejo de la información o de la calidad de los programas, tiene las defensas altas y por eso es tan importante la educación. Yo creo que esta preocupación que muchas veces existe por la cultura en la Argentina, es desmedida. Deberíamos poner el acento y el énfasis en la cuestión educacional. ABC: ¿Se sobreexige a la escuela? En muchas oportunidades ha cumplido roles que no le correspondían... V. H. Morales: Eso tiene sus méritos, pero no es la función primordial. Se va mucha energía detrás de esa necesidad, pero son los males de los países emergentes. ABC: ¿El programa realizado en Canal 7 le ha dado una visión diferente de los jóvenes? V. H. Morales: Absolutamente. Ha reafirmado mi intuición. Conozco a través de mis hijos y de los muchachos que trabajan conmigo, a muchos jóvenes. De vez en cuando veo alguno desarraigado, sin contención familiar y observo que en la calle hay problemas, pero los jóvenes que ha mí me toca conocer son chicos que están en el buen camino. Lo que consiguió este programa fue afirmarme en esta convicción y darle un número, y saber que todo eso que mostramos en el programa es una realidad que no atañe a chicos excepcionales y que no son 200 o 400 en el país, son más de un millón. No se machaca sobre eso. Nadie te va a mostrar 20 veces en la televisión por cable, que es la que domina la información en el país, chicos que están haciendo solidaridad. Van a mostrar los chicos que están descarriados. Este programa me ha embellecido la vida. Estoy feliz de haberlo hecho. Ha sido un contacto muy provechoso para mí y me sirvió para corroborar ciertas cosas que yo percibía, pero que a veces tenés miedo de estar dentro de una burbuja. Yo conozco, de una manera más directa, a mi hijo que tiene 23 años y a sus amigos. Me he pasado con adolescentes en mi casa, siempre los vi queribles y bien orientados. Después conozco a los jóvenes de 20 o 22 años que entran a trabajar en la radio y son maravillosos todos. No puede ser casualidad. Y veo a los más de 800 chicos que me han acercado un currículum llenos de ilusiones buscando trabajo. Son chicos queribles y que merecían lo mejor. La materia del buen ciudadano ABC: ¿Sería importante que los medios ingresen más a las escuelas? V. H. Morales: ¿Los medios insertados en la vida educacional? No hay tiempos. Los chicos tienen que aprender Matemática, Historia, Geografía, Ciencias Sociales. Algo que incorporaría y que es una materia que hace mucha falta –y que no entiendo por qué no se incorpora-, es la materia del buen ciudadano. Una materia en la que estudiemos qué es ser racista, qué es ser discriminador, qué es ser un buen peatón, qué es ser una persona prudente conduciendo, que los chicos aprendan a convivir con las ciudades, con las rutas y con todo desde su formación. ABC: En la Provincia de Buenos Aires hay una materia que se llama, justamente, Construcción de Ciudadanía. V. H. Morales: Maravilloso, no lo sabía. Me das una excelente noticia porque es algo que hace muchísima falta desde chico. El uso del agua y de los bienes que tenemos, como la electricidad. Que los chicos desarrollen una conciencia del buen ciudadano. Eso me parece el mejor aporte que el Estado podría hacer para el futuro, porque si uno no es bueno en Matemática o en Historia, pero tenés una buena formación ciudadana, hace a la cultura personal. Cómo uno se relaciona con el medio, eso es cultura también. ABC: Pero muchas veces hay que contar con el apoyo de la familia, porque si un padre no hace las cosas que la escuela intenta enseñar, se hace difícil. V. H. Morales: La escuela tiene mucho poder. El chico se va a ir dando cuenta y se convierte en crítico de lo que hace su papá. Los chicos son muy frontales, muy honestos y tienen una gran frescura. La influencia de los medios ABC: ¿Los medios educan? V. H. Morales: No. Ni siquiera tengo demasiado claro que tengan esa responsabilidad. Cada profesional es responsable de saber que, a través de un medio de comunicación, también participa de la construcción del buen ciudadano, de la capacidad de pensar de esa gente, del gusto por pensar y reflexionar y no quedarse con las ideas primarias, que son las primeras que recibimos en todos los órdenes de la vida y que a veces asimilamos como propias sin discutirlas. Yo advierto que hay muchos programas que tienen mucho valor en la televisión. No veo televisión porque mis hábitos y mis horarios me lo impiden, hago un zapping muy modesto a la medianoche y alguna vez cuando voy a dormir la siesta, para tomar sueño, pero jamás me engancho. No miro televisión, pero leo mucho sobre lo que se dice sobre la televisión. Creo que hay muchísimos programas que son sólo de entretenimiento y que apuntan a jugar y nada más, y no está mal si eso está compensado por otro tipo de ficciones que te hagan pensar. De esos hemos tenido unos cuantos ejemplos este año. ABC: ¿No cree que se ha estigmatizado un tanto a la televisión? V. H. Morales: No me gusta tanto estigmatizar la televisión. Por supuesto que hay una influencia que es muy negativa. Creo que lo más negativo que tenemos son los canales de cable informativos, que son muy vistos y que como no tienen manera de llenar las 24 horas, son muy repetitivos. Entonces toman este caso desgraciado de este chico secuestrado y asesinado, y lo usan como un espectáculo. No tienen un límite, es la necesidad. Toman un asalto con rehenes y ponen la cámara y la dejan cinco horas. Esas cinco horas estuviste masticando violencia. Eso, en cualquier parte del mundo, es una información de 30 segundos en un noticiero. Yo les tengo mucho temor a los canales de cable informativos. A los noticieros centrales no los veo y alguna vez pesco los de la medianoche, que son rápidos e informativos y que no se entretienen con ninguna información. Creo que son los correctos noticieros y que los de las 7 o las 8 hacen un poco más la búsqueda del espectáculo. Pero los noticieros de ese tipo y los canales de cable informativo son los que a mí me preocupan desde el punto de vista de la creación de una percepción de la realidad que no se corresponde. Me preocupo por las noticias que mi hija capta: te angustiás por el mundo, le temés al mundo, te llena de incertidumbres y de preguntas prematuras, de un desencanto prematuro. Yo era un chico que leía los diarios fanáticamente, bien informado, y que escuchaba programas políticos a los 13 o 14 años, pero no estaba saturado de esa información espectáculo que hoy día se da. Un cambio digno de estudiarse en la vida de la Argentina es la influencia que han tenido los canales de cable informativos. La lectura ABC: ¿Los jóvenes leen mucho en nuestro país? V. H. Morales: Yo creo que leen menos que antes. Pero también hay que analizar cuáles son las acechanzas y la vida. Yo no tenía internet. Esas horas que se van con internet o con la televisión, son horas que se le quitan a la lectura. La lectura exige tiempo, aunque sea dos o tres horas; tiempo y ejercitación. Ése sí que es un valor que me preocupa. Yo creo que la cantidad de libros que leen los jóvenes está por debajo de lo que leíamos antes. ABC: La Provincia ha planteado una biblioteca básica de libros de autores argentinos para que sean leídos obligatoriamente en las escuelas secundarias… V. H. Morales: Todo lo que se haga para favorecer la lectura, es bueno. Todo es imperfecto, pero es bueno. Nada es suficiente, pero hay que sumar. Yo sumo desde mis programas de radio y tengo varias secciones en las que hablo de libros, varios momentos en los que menciono títulos, autores, hago reportajes a autores de libros. Todos tenemos la obligación de entusiasmar a la gente con la lectura. Los grandes también han dejado de leer. Los tiempos que tenemos son muy diferentes a los tiempos de los años 60. ABC: ¿Qué cosas le ha dado la lectura? V. H. Morales: Imaginación. Metáforas. Estar conmigo mismo. Fascinarme con una historia como si la estuviera viendo. Hay escenas de lecturas que yo tengo que son como si las hubiese visto en cine, y las he leído. Creo que la lectura mejora al hombre de una manera excepcional. Fijate lo bien que te sentís cuando terminás un libro. Es como que has incorporado algo que vos no sabés en qué lugar y en qué momento va a surgir como un enriquecimiento que uno se ha permitido tener. ABC: El gran problema que ha surgido para la lectura ¿es la competencia que tiene con el mundo de la imagen? V. H. Morales: La imagen ha sido tremenda, un rival pavoroso. Los que venimos desde antes como lectores, sabemos que no hay nada de la televisión que pueda tener más imágenes que un libro. Un libro está ilimitadamente lleno de imágenes. Es un poder muy grande. Pero la necesidad de abstracción que crea un libro, comparado con la necesidad de distracción que te propone la televisión, por ejemplo, es una derrota si no se ejercita la lectura. Creo que esto es tarea de los padres. Yo paso al lado de mi hija de 11 años, que es muy lectora, y cada vez que está leyendo un libro le digo –como si fuera en serio- que me dan ganas de regalarle el mundo, que me pida lo que quiera. La estimulo. Ahora se está preparando para mostrarme la biblioteca de lo que ya ha leído, para que la vea, para que pueda recurrir a ellos y para que vea el capital que ha ido acumulando. Cuando uno tiene 20 revistas de algo, las quiere tener todas; cuando uno tiene 10 discos de rock, después quiere tenerlos todos. Cuando uno ha leído muchos libros, le gusta seguir incorporando, se convierte en una persona voraz. ABC: Una imagen no vale más que mil palabras… V. H. Morales: Depende. En publicidad sí, pero en cultura no.