LAS CONSECUTIVAS EN LA ORACIÓN COMPLEJA

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TEORÍA GRAMATICAL III. IDIOMA ESPAÑOL
Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil
UNIDAD 10
LECTURA Nº35
Alfredo I. Álvarez
LAS CONSTRUCCIONES CONSECUTIVAS
Arco Libros, S.L. Madrid, 1995
CAPÍTULO I
LAS CONSECUTIVAS EN LA ORACIÓN COMPLEJA
Con pocas excepciones, las descripciones efectuadas por nuestras gramáticas de las
consecutivas han pivotado sobre dos consideraciones fundamentales: su tratamiento
conjunto con las estructuras comparativas y su ubicación en el seno de las
subordinadas adverbiales llamadas «impropias» o «no circunstanciales» de la mano de
condicionales, concesivas y causales.
Si, como se irá viendo a lo largo de estas páginas aquella queda avalada por un
conjunto de rasgos de los que la afinidad léxico-semántica es sólo una parte, su
inclusión entre las adverbiales, basada en la consideración de su posible simetría con
los «oficios» o funciones oracionales del adverbio en la oración «simple», no sólo se ha
mostrado. como modelo de análisis, incapaz de resolver las diferencias entre las que
llama adverbiales «propias» –temporales, locativas y modales– y las que, por no hallar
el oportuno correlato ni en el paradigma de los adverbios reconocidos ni en el modelo
de sus «oficios», resultan «impropias», sino totalmente inadecuada tanto para dar
cuenta de las peculiaridades que estas estructuras manifiestan respecto de
condicionales, causales o concesivas como para determinar su «lugar» dentro de la
sintaxis oracional.
1.1. LA CONSTRUCCIÓN TANTO / TAL… QUE
1.1.1. La significación consecutiva
Ciertas gramáticas, no obstante, las recogen dentro de las adverbiales
cuantitativas, haciéndose eco, por otra parte, de la evidente proximidad de dos
enunciados como Juan tiene tantos discos como quiere y Juan es tan alto que llega al
techo a aquellos grupos sintagmáticos nominales que encierran algún procedimiento
de cuantificación o intensificación de su núcleo: Juan tiene algunos/pocos/muchos
discos, Juan es muy alto (altísimo).
Con independencia de otros paralelismos funcionales (§ 1.1.2.2), comparativas
cuantitativas y consecutivas parecen constituirse en instrumentos lingüísticos no
menos aptos para “medir” el grado o la cantidad en que se considera lo referido desde
un cierto lexema ve rbal o nominal. Unas y otras permiten, de este modo, su
explicación como procedimientos analíticos de cuantificación o intensificación
alternativos a la síntesis que representan los cuantificadores léxicos o, si de la
intensificación se trata, otros mecanismos como la afijación, composición, reiteración
léxica, etc.
1.1.1.1. Comparativas y cuantificación
En las comparativas la cuantificación es el resultado de la triple referencia de los
fóricos más, menos, tan(to) hacia un segmento oracional transpuesto (el «segundo
término de la comparación», con verbo elíptico o explícito) en el que, como si de una
especie de «norma» o «baremo» se tratase, descansa la expresión referencial absoluta
del grado o cantidad en que se considera aquél: es así como en la comparativa es más
alto que su padre, el segundo término –que su padre– asume como significados de
construcción no sólo la “cantidad” de su «antecedente» (más) sino también la
significación léxica de la «base» que determina (alto): esto es, en virtud de su relación
con el cuantificador comparativo que su padre significa unta cierta cantidad de altura,
de ahí la equivalencia entre las dos variantes de la comparación: es más alto que su
padre = es más alto de lo [alto] que es su Padre.
En tales condiciones, la comparación con más y menos se registra como la
indicación del grado de “desviación” respecto a dicha “norma” (más/menos alto que su
padre), mientras que con tanto se resuelve en la indicación de su “adecuación” o
igualdad: tan alto como su padre.
1.1.1.2. Consecutivas e intensidad
En las consecutivas, la cuantificación se torna en la ponderación o intensificación
propia del superlativo merced a la referencia catafórica de los intensivos tan(to), tal,
etc. (§ 1.1.2.3.1) hacia un proceso verbal conformado como «efecto» o «consecuencia» en
la «oración» transpuesta por que: en ella se expresa, como ya advierten algunos de
nuestros gramáticos, cierta consecuencia que se deduce de la intensidad con que
manifestamos una cualidad, circunstancia o acción.
Al igual que el comparativo, el «segundo término» consecutivo asume también como
contenidos de construcción la expresión referencial de la misma circunstancia o
cualidad aludida en el término “medido”: cantidad de altura; a diferencia de aquel, sin
embargo, el “baremo” consecutivo constituye para el hablante, desde su subjetiva –
pero lingüísticamente objetivada– estimación, el máximo grado de lo representado en el
término intensificado; con independencia de las diferencias referenciales objetivables
en cada “efecto” (tan alto que llega al techo, tan alto que llega a la mesa, tan alto que
usa pantalones, tan alto que se sale de la cuna), este representa en cada situación de
habla el exponente superlativo con el que, desde su afectiva valoración, se iguala e
identifica la base intensificada. En cualquiera de los casos, resultará, pues,
equivalente a otras conformaciones del superlativo: es muy alto, es altísimo, es
requetealto, es alto de narices, es alto con ganas; es alto, alto; etc.
Si la cuantificación comparativa es sensible a la desviación expresada por más y
menos, la determinación consecutiva encierra como valor subyacente la “igualdad” de
la comparación con tanto –no en vano coinciden en el uso no sólo de esta unidad sino
también de otras como tal, o así–, entendida ahora como la equivalencia del grado en
que se considera la base (la “altura” en el ejemplo anterior) con aquel que exige la
consecución del proceso-efecto expresado en el «baremo» (‘llegar al techo’).
Igualdad y superlativo son, pues. las dos notas de contenido que definen la llamada
intensidad consecutiva, contenido, que, como luego veremos, define la pertinencia
significativa de este tipo de construcciones frente a las más próximas comparativas y
que en determinadas condiciones se manifiestan analítica y formalmente desglosadas
en la expresión de ciertas construcciones a medio camino entre comparativas y
consecutivas: no es tan alto como para que llegue al techo (§ 1.4.2).
Desde la expresión de intensidad se explican algunos hechos harto ilustrativos del
carácter de estas construcciones, en las que repetidamente la expresión de múltiples y
variados matices emotivos relega a un segundo plano la mera representación de la
realidad objetiva; en primer lugar el uso y hasta el abuso con el que las consecutivas
se ponen al servicio de la expresión hiperbólica (y hasta histriónica) de actitudes y
cualidades estereotipadas en secuencias de por sí tan expresivas como los chistes de la
lengua coloquial: era un loco tan, tan, tan que se volvió campana, era tan feo que hacía
los recados por la noche, era tan suyo que no salía de sí, era tan bueno que no quería
nacer para no molestar.
En segundo lugar, la frecuente sustitución en registros coloquiales de la oración
transpuesta por simples unidades de valor exclamativo: llegué tan cansado que…
¡buff!, está que… ¡caramba con el niño!, estoy que… ¡jo, con la espalda!
Por último, y sobre todo, la siempre posible alternancia del segundo miembro
consecutivo con el tonema de suspensión en oraciones de modalidad exclamativoadmirativa, respecto de las cuales las consecutivas constituyen un desarrollo léxico de
la intensidad que en estas se presenta en estado «puro», desnuda de toda concreción (§
1.1.2.3.1): ¡es tan alto…!, ¡dice tales cosas…!, ¡llegué tan cansado…!
1.1.2. Las consecutivas como construcción nominal
1.1.2.1. Oración y construcción
La inadecuación ya apuntada de las habituales caracterizaciones de las oraciones
consecutivas se nos revela ya en la propia denominación de oraciones, y se torna en
contradicción cuando la descripción que sigue señala a la correlación existente entre
una suerte de antecedente encarecedor o intensivo tan, tanto o tal y una oración
introducida por que como estructura responsable de las que el Esbozo académico
llama consecutivas de «segundo tipo». En efecto, si el concepto de oración resulta
inapropiado para designar el estatus funcional de la oración encabezada por que,
integrada en el texto como un segmento transpuesto y adaptado a función nominal,
más aún para caracterizar al conjunto del enunciado que la contiene, cuya estructura
no coincide necesariamente con la oracional, de suerte que, en contextos adecuados, la
secuencia consecutiva sobrevive aislada como sustituto de oración sin la presencia
formal de verbo alguno y sin merma por ello de sus valores originarios:
Limpia-hornos Centella; ¡tan potente, que limpia en frío!
¿Corrieron mucho? –Tanto, que llegaron exhaustos.
¿Llegaron sus amigos? –Y tales, que mejor no molestarlos.
1.1.2.2. La correlación y las subordinadas adverbiales
Las consecutivas no son, pues, oraciones sino construcciones nominales contenidas
generalmente como constituyentes propios de un enunciado más amplio que, al mismo
tiempo, las supera; de ahí la segunda imprecisión de nuestras gramáticas al
agruparlas con causales, concesivas o condicionales como adverbiales igualmente
impropias. Si estas constituyen junto con sus transpositores una unidad de función
autónoma en el esquema oracional –no de modo distinto de como las subordinadas
sustantivas o adverbiales de tiempo, lugar o modo funcionan como complementos
autónomos respecto del núcleo verbal–, las oraciones transpuestas por que
consecutivo, y como ellas las comparativas, se integran en la oración a través de su
peculiar correlación con los intensivos tan(to), tal, etc. (§ 1.1.2.3), –o con los
cuantificadores más, menos, tan(to), respectivamente–, con los que constituyen un
grupo sintagmático de naturaleza nominal y cuyo valor determinan, pero nunca como
segmentos adverbiales de función oracional independiente, esto es, como términos
directamente dependientes del núcleo verbal; así se explica que la elusión del elemento
encarecedor desencadene secuencias tan improbables como las que siguen:
Es tan alto que llega al techo à *es alto que llega al techo
Habla con tal vehemencia que convence à *habla con vehemencia que
convence
Tiene cada ocurrencia que te partes à *tiene ocurrencia que te partes
Tiene unos humos que no se le aguanta à *tiene humos que no se le aguanta.
En estas condiciones, las consecutivas, como las comparativas, se nos revelan más
cercanas a las «subordinadas adjetivas» o de relativo, oraciones transpuestas –como es
sabido– sin función oracional autónoma, que se integran en el enunciado merced a su
dependencia respecto de otro sintagma –el llamado «antecedente»– con el que
constituyen un grupo de categoría nominal y funciones diversas dentro de la oración.
1.1.2.3. Estructura interna
En cualquier caso, como grupo sintagmático, el consecutivo no está exento de
ciertas particularidades que lo diferencian tanto de las con construcciones de relativo
como de las más cercanas comparativas.
1.1.2.3.1. Consecutivas de solidaridad
En primer lugar la que se refiere al tipo de relación establecida entre los dos
miembros del grupo; en las construcciones comparativas la oración introducida por
que o como –frecuentemente con verbo elidido– funciona sistemáticamente como
término subordinado que se limita a completar la experiencia expresada en él
«antecedente» comparativo –más, menos, tanto–, núcleos, por ello, de la construcción y
cuya función y significado no se ven alterados por la elusión de aquella:
Es más alto que [es] su padre à es más alto
El patrón trabaja menos que manda à el patrón trabaja menos
No es tan bebedor como su hermano à no es tan bebedor.
El mismo comportamiento se observa en las construcciones de relativo: ni el valor
ni la función del núcleo antecedente dependen de la oración de relativo: no le gustan
las flores que huelen à no le gustan las flores.
Por el contrario, el correlato consecutivo, lejos de permitir la simple elusión de la
oración transpuesta, encuentra en ella el sustento de su propio valor intensivo: valor
que, en ausencia del segundo miembro de la estructura, daría paso a los contenidos
léxicos originales de cada unidad –deixis cuantitativa en tanto, modal en tal, indefinido
en un o distributivo en cada–, perdiéndose toda referencia superlativa o encarecedora
(§ 1.2) y, en algunos casos –como en los de cada y un–, generando secuencias de
dudosa aceptabilidad:
Es tan alto
Tales son sus deudas
(?) Dice unas cosas
(?) Cuenta cada chiste.
Así pues, la oración de que consecutivo no sólo no se limita a completar el
significado de su correlato como un simple adyacente sino que constituye la garantía
de su valor intensivo; frente al endocentrismo de comparativas y relativas, los dos
términos de la construcción consecutiva se exigen mutuamente como términos
interdependientes; es esta solidaridad la que garantiza no sólo su viabilidad gramatical
sino también semántica: lo peculiar de la significación consecutiva, al contrario de la
comparativa, no depende tanto del valor léxico de alguno de sus miembros como de la
construcción considerada en su conjunto; no es la intensidad un valor conformado en
entidad léxica alguna, sino una significación de estructura cuya subsistencia no
permite la supresión de ninguno de los términos.
En condiciones favorables, no obstante, la supresión es posible si viene
compensada por una curva exclamativo-suspensiva (§ 1.1.1.2): ¡Es tan alto...!, ¡Son
tales sus deudas...!, ¡Dice unas cosas..., ¡Cuenta cada chiste...! Las oraciones
resultantes no son, en rigor, consecutivas –para ello seria necesario que se
desencadenase la correlación sintáctica– pero constituyen enunciados no menos
intensivos que los anteriores o que ¡Corre... !, ¡Llovía...!, ¡Me puso…! –ahora sin
correlación y sin intensivo; estamos, pues, ante dos procedimientos formalmente
diferenciados –uno de naturaleza sintáctica y otro de carácter entonativo– pero
semánticamente equivalentes, donde la objetiva aserción de sus contenidos es
sustituida por la subjetiva estimación afectiva en la que termina por resolverse el
encarecimiento, la intensificación o, si se prefiere, la «superlativización» de contenidos
proporcionada por los diferentes medios.
1.1.2.3.2. Consecutivas de subordinación
También las consecutivas conocen la subordinación como función que explica su
estructura interna, precisamente en aquellas secuencias donde la presencia del
segmento de que no es imprescindible para el sostenimiento del valor intensivo en su
antecedente; tal ocurre en enunciados que, como los dos tipos que siguen, se
desarrollan ineludiblemente bajo contorno exclamativo y con la forma verbal
generalmente asociado a una forma de futuro o condicional (por algunos autores
llamados de «sorpr esa») como expresión referencial y cronológicamente presente de
“intensidad”:
¡Qué tomaría, que no podía ni hablar!
¡Quién habrá venido, que hay tanta policía!
¡Cuál habrá sido el resultado, que andan todos eufóricos!
¡Cómo será de feo, que es más feo que Picio!
¡Dónde lo habré metido, que no lo encuentro!
¡Cuándo serán los comicios que andan todos revueltos!
¡Cuánto les habrá pedido, que se volvieron atrás!
¡Si será necio, que ha vuelto a jugar!
¡Lo feo que será, que hace los recados por las noches!
¡Las cosas que le habrán contado, que no quiere saber nada de nosotros!
¡Lo bien que le habrá venido, que aún no se lo ha devuelto!
En las primeras el papel de intensivo queda confiado ahora al si consecutivo o a los
tónicos exclamativos que, con frecuencia, ven reforzado este carácter con expresiones
exclamativas propias sólo de un lenguaje afectivo: ¡Qué demonios tomaría que...!,
¡Quién narices habrá venido, que...!, ¡Dónde diablos lo habrá metido que...! En las
segundas, son, sin embargo, los adjetivos, sustantivos o adverbios extrapolados de sus
oraciones de relativo (§§ 1.1.4.2, 1.5.1.2) los que actúan como correlatos; pero en
ambas unos y otros aseguran por sí mismos, en combinación con la curva exclamativa
y el futuro de énfasis, el encarecimiento que en las anteriores requería de la oración
transpuesta: el resultado es, por ello, que su libre elusión –como la de cualquier
elemento adyacente– no varía un ápice el efecto encarecedor de aquellos: ¡Qué
tomaría!, ¡Quién habrá venido!, ¡Cuál habrá sido el resultado!, ¡Cómo será de feo!,
¡Dónde demonios lo habré metido!, ;Cuándo serán los comicios!, ¡Cuánto les habrá
pedido!, ¡Si será necio!, ¡Lo feo que será!, ¡Las cosas que le habrán contado!, ¡Lo bien
que le habrá venido!
La peculiaridad de esta variante consecutivo-exclamativa alcanza también al
segundo miembro de la construcción, que sólo ahora resulta conmutable no sólo «por
cero» –como acabamos de ver– sino también por segmentos oracionales transpuestos
por otros medios, permitiendo así que el consecutivo se sincretice en esa posición con
otros valores como el explicativo-temporal o el final:
¡Qué tomaría, para que/cuando no pudiese/podía ni hablar!
¡Quién habrá venido, para que/cuando haya/hay tanta policía!
¡Cuál habrá sido el resultado, para que/cuando anden/andan tan eufóricos!
¡Lo feo que será, para que/cuando haga/hace los recados por las noches!
¡Las cosas que le habrán contado, para que/cuando no quiera/quiere saber
nada de nosotros!
¡Lo bien que le habrá venido, para que/cuando aún no se lo haya/ha devuelto!
………………………………………………………………………………………………………………..
1.1.4. Función y contenido del que consecutivo
1.1.4.1. Los transpositores del verbo a función «suboracional»
El otro extremo de la construcción es por lo general una oración transpuesta y
capacitada para contraer una función nominal por el llamado que consecutivo. Junto
a los relativos y los comparativos que y como, constituye la clase de los transpositores
del verbo capaces de insertar la oración en el interior de un grupo sintagmático
nominal en funciones ya de término subordinado a otro sintagma ya de término
solidario con él:
Le fascinan las luces que brillan
( RELATIVO –
SUBORDINACIÓN )
Lo perdimos todo el año que granizó
( RELATIVO –
SOLIDARIDAD )
Nos sorprendió lo vieja que estaba
( RELATIVO –
SOLIDARIDAD )
El patrón trabaja menos que manda
No es tan bebedor como su hermano
( COMPARATIVO –
SUBORDINACIÓN )
Es tan alto que llega al techo
( CONSECUTIVO –
¡Lo alto que es, que llega al techo!
( CONSECUTIVO –
SOLIDARIDAD )
SUBORDINACIÓN )
Como tal clase se oponen a la de las llamadas «conjunciones subordinantes»,
capacitadas para (y definidas por) habilitar al verbo como segmento de función
autónoma dentro del esquema oracional, es decir, como término dependiente en
primera instancia de su núcleo; a esta clase pertenecen no sólo los sustantivadores
que «conjunción» y si «completivo» sino también el relativo cuanto (cuya oración nunca
se subordina como término suboracional) y todos cuantos transpositores a categoría
adverbial capacitan al verbo para funcionar ya como aditamento del verbo ya como
complemento incidental a toda la oración: si «condicional», como, aunque, puesto que,
pues [que], con que, según, conforme, mientras, apenas, etc.
Dentro de su clase, los transpositores comparativos y el consecutivo se distancian
de los relativos por la evidente incapacidad para contraer función en el interior del
segmento transpuesto. La ausencia entre sus rasgos del valor pronominal no les
permite actuar como unidades conmutantes con su antecedente, lo que, sin embargo,
sí les es dado a los relativos una vez que se invierte la relación de subordinación entre
sus respectivas oraciones:
Ya había leído el libro que le regalaron à le regalaron el libro que ya había
leído
Le regalaron tantos [libros] que no sabía cuál leer à *no sabía leer tantos que
le regalaron
Podía elegir entre tantos que no supe con cuál quedarme à *no supe elegir con
cuál quedarme tantos que había.
Aun cuando remiten anafóricamente a sus respectivos correlatos no los representan como unidad lingüística categorizada, como sintagma capaz de contraer
función en el interior del segmento transpuesto; se limitan a referir su significación
cuantitativa o intensiva.
1.1.4.2. Valores anafóricos de que
En el contenido de las respectivas anáforas, por último, es donde nace la oposición
entre el que consecutivo y los transpositores comparativos; en estos el común valor
transpositor a función «suboracional» se combina con la significación cuantitativa del
«antecedente» (más, menos, tanto) referida de forma autónoma e independiente de las
que este contraiga en la oración, sintetizando así los mismos valores que en las
construcciones comparativas con de son reproducidos explícita y analíticamente por la
combinación artículo más que relativo:
Es más/menos alto que su padre à Es más/menos alto de lo {alto} que es su
padre
Es tan alto como decía su padre à Es tan alto como lo {alto} que decía su
padre.
En el transpositor consecutivo, sin embargo, la anáfora del valor intensivo se suma
al causal, de modo que esta unidad reproduce la intensidad de tanto, tal, etc., como
causa de lo expresado en su oración; esta síntesis de valores es analíticamente
expresada mediante la preposición de (causa) más la estructura de relativo con
extraposición de sintagma nominal (intensidad), estructura a la que sistemáticamente
se llega al invertir la relación de subordinación entre oración «principal» y oración
«subordinada» consecutivas (§ 1.5.1.2) y con la que es correferente el transpositor
consecutivo:
Es tan alto que llega al techo à Llega al techo de tan alto como/que es
Tiene tales deudas que no podrá pagarlas à No podrá pagarlas de tales
deudas que tiene
Dice unas cosas que te mueres à Te mueres de las cosas que dice
Cuenta cada chiste que te partes à Te partes de los chistes que cuenta.
1.2. CONSECUTIVAS ELÍPTICAS
1.2.1. La elipsis del intensivo
La ausencia en el sistema de unidades que den expresión como entidad léxica a la
intensidad consecutiva no sólo hace de esta, como ya vimos, un valor de estructura y
de la oración de que su garante solidario sino que convierte a las significaciones
cuantitativa, modal, distributiva, etc., con las que necesariamente se combina en los
intensivos al uso en compañeras ineludibles; por ello, el deseo o la necesidad de
expresar la intensidad corno contenido puro acaba por transformar estas
significaciones en un lastre no deseado del que la construcción sólo puede liberarse
prescindiendo del correlato. El resultado es un tipo de construcción generalmente
reconocido por nuestras gramáticas como consecutivas «sin intensivo» o elípticas donde
la oración transpuesta se presenta como segmento directamente dependiente del
núcleo verbal en alguna de las funciones de aditamento o atributo:
a)
b)
c)
d)
e)
Llueve que es una bendición
Viene que echa humo
Lleva la chaqueta, que da pena verlo
Está que se come solo
Es que no quiero ni verlo.
No incluimos entre las construcciones elípticas las del tipo de cuenta cada chiste
que te partes, tiene unas ocurrencias que es tremendo, puesto que, en ausencia de tal –
con el que inicialmente se combinarían–, son un y cada los que asumen su valor y
función de intensivos y, por lo tanto, los que se muestran como unidades solidarias
con la oración transpuesta.
1.2.2. Configuración melódica
En líneas generales, la configuración melódica de estos enunciados no difiere de
la que caracteriza a las consecutivas «plenas» va descritas: como en ellas, el
esquema tonal sufre una inflexión ascendente –de anticadencia o semianticadencia–
antes de que, de manera que en unas y otras la oración transpuesta suele constituir
una unidad fónica independiente.
En condiciones de homofonía con distintos esquemas sintagmáticos, esta
configuración adquiere una evidente función diacrítica capaz de preservar la
secuencia consecutiva de su confluencia con las estructuras de relativo explicativas
o especificativas, evitando así que la referencia de que se efectúe sobre el sustantivo
como si de un relativo se tratase:
Tan grande es la deuda que no podremos pagar (relativa) / Tan grande es
la deuda (↑), que no podremos pagar[la] (consecutiva)
Tales son los objetivos que no podremos cumplir (relativa) Tales son los
objetivos (↑), que no podremos cumplir[los] (consecutiva).
Por ello, la elipsis del elemento intensivo, lejos de deshacer la estructura, le
confiere a la pausa y a la entonación –como señal inequívoca de la significación
intensiva– el cometido de factor correctivo que no sólo suple su ausencia sino que
también puede evitar la confusión de estas secuencias –sobre todo las del tipo c) y
d)– las que algunos autores llaman “relativo consecutivas”, en realidad, oraciones
de relativo explicativas –pausa de semicadencia o suspensión antes ,de que– o
especificativas –sin pausa– pero de cuyos valores léxicos y referenciales pudiera
percibirse un cierto sentido consecutivo:
# Lleva la chaqueta, que da pena [verlo] #
(consecutiva)
# Lleva la chaqueta, [la] que da pena
(explicativa)
# Lleva la chaqueta que da pena
#
#
(especificativa)
Construcciones que sin intensivo no serían aceptables se preservan en el coloquio
gracias a una mayor duración de la pausa y a un aumento de la amplitud del ascenso
tonal; concomitantemente, el sintagma intensificado suele registrar una mayor
intensidad acentual acompañada del alargamiento de la vocal tónica:
–Qué tal la niña? ¡La niña…! Una mujer hecha y derecha, y guapa... que no te
la imaginas
No volvían hasta el lunes. Borrachos… que daba gloria verlos
Está cambiado... que no lo reconocería ni su madre.
1.2.3. La restitución de intensivos
El registro de la solidaridad consecutiva exige en estas secuencias la restitución de
los elementos elididos, restitución que sólo alcanza al intensivo en su forma más
simple (tanto, así, tal o de tal modo), de suerte que la función del conjunto catalizado
no difiera de la que contrae por sí sola la oración transpuesta, toda vez que entre una y
otra ha de existir sustitución, es decir, libre alternancia:
Llueve [tanto ≡ de tal modo ≡ así] que es una bendición
Viene [tanto ≡ de tal modo] que echa humo
Lleva la chaqueta [de tal modo] que da pena verlo
Está [tal ~ de tal modo] que se come solo
Es [tanto ≡ tal ≡ así] que no quiero ni verlo.
Aunque razones de sentido pudieran hacer preferible en algunos de estos ejemplos
la interpolación de tan + adjetivo o adverbio (viene tan irritado que echa humo, lleva la
chaqueta tan sucia que da pena verlo, está tan rico que se come solo, es tan pesado que
no quiero ni verlo), no creemos, sin embargo, que el registro de la cohesión o
solidaridad consecutiva lo permita, puesto que el resultado modificaría la función
inicial de la oración transpuesta, que ahora pasaría a funcionar en el interior de un
grupo sintagmático nominal que es segmento adyacente de un adjetivo, vulnerando así
la exigencia de sustitución (y no conmutación) entre la entidad reponente y la entidad
repuesta, esto es, que el conjunto formado por la entidad presente en el texto y la que
se repone debe mantener el valor y la función de aquella.
Así, pues, el carácter más afectivo que en secuencias como está que se come solo o
lleva la chaqueta que da pena expresan los atributos consecutivos respecto de otras
secuencias con simples adjetivos (está rico, lleva la chaqueta sucia) obedece a razones
de estructura y función gramatical, es decir, a la naturaleza consecutiva del
transpositor que, y no a simples razones léxicas o de contexto; no olvidemos que en
una oración con adjetivo o adverbio «normales» (está enfadado, está bien, la lleva bien)
la mayor expresividad del atributo es potestativa, y depende, en todo caso, de factores
externos a la propia estructura: está enfadado / ¡está enfadado…!; sin embargo,
cuando se trata, por ejemplo, de la secuencia estar + que… no cabe elección posible; el
mencionado valor afectivo no sólo surge como algo consustancial con su estructura,
sino que esta tampoco se presenta con un carácter «neutro», no enfático; la mayor
afectividad de estos enunciados no es algo potestativo, de uso, sino que está ligada a la
naturaleza consecutiva de su atributo.
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