Dones,ministerios y operaciones

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Dones, ministerios y operaciones
DONG YU LAN
(1 Co 12:4-6)
El ministerio Neotestamentario y su comisión
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre,
y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mt 28:19)
Trataremos principalmente el origen y el resultado de los ministerios. En cuanto al origen
veremos cómo se forma un ministerio y cuál es el resultado final cuando ese ministerio es
ejercido continuamente.
En la primera semana hablamos sobre el ministerio Neotestamentario, que fue iniciado por el
Señor Jesús. Después de que Juan el Bautista Lo bautizó, el Espíritu Santo vino sobre Él en
forma corpórea como de paloma (Lucas 3:22) y Él llegó a ser “el Ungido”, es decir, el Cristo. En
el Antiguo Testamento eran ungidos principalmente los sacerdotes y reyes para ejercer su
función y cumplir el encargo que estaba sobre ellos (Ex 28:41; 1 S 9:16).
En el Nuevo Testamento, el Señor Jesús después de ser ungido comenzó Su ministerio no sólo
para solucionar el problema de nuestros pecados, sino también para establecer el reino de
Dios en la tierra. De esta manera, Su reino en la tierra manifiesta el reino de los cielos. El hecho
de que Él haya sido ungido le dio una doble función: sumo sacerdote (a fin de resolver el
problema de los pecados, para que el hombre pueda recibir la vida de Dios) y Rey (a fin de
traer el reino de los cielos a la tierra).
El Señor Jesús fue el primer ministro Neotestamentario. Como el Ungido de Dios, un aspecto
de su comisión era salvar al pueblo. Después que el hombre pecó, lo primero que el Señor
Jesús necesitaba hacer era solucionar el problema de los pecados. Por eso fue necesario que Él
fuese muerto en la cruz y derramase Su sangre. De este modo, Él solucionó el pecado de la
humanidad, a fin de que el hombre pudiese otra vez volverse a Dios y fuese calificado para
recibir la vida divina.
En Su ministerio terrenal, para redimir al hombre, el Señor Jesús estaba limitado por el tiempo
y el espacio. Por eso fue necesario que de entre los discípulos, Él escogiese a doce apóstoles
sobre los cuales colocó un encargo (Mt 10:1-5a). La salvación viene de los judíos (Jn 4:22) y la
Palabra nos muestra que el Señor quería traerla primeramente a los judíos (Mt 10:1-5b), para
después expandirla a todas las naciones (Ro 1:16).
Después de Su muerte, resurrección y ascensión, el Señor, en Su ministerio celestial, ya no
estaba limitado por el tiempo y el espacio y así, comisionó a Sus discípulos para que fuesen e
hiciesen discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
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Espíritu Santo (Mt 28:19). No obstante, vimos al inicio del libro de los Hechos, que el evangelio
quedó restringido sólo a los judíos. Por eso más tarde el Señor levantó a Pablo y le dio un
encargo: El ministerio de llevar la salvación a los gentiles (Hch 9:15-16). Al invocar el nombre
del Señor ellos serían salvos y recibirían la vida divina. Los doce apóstoles recibieron las
palabras del Señor durante Su ministerio terrenal. Pablo, por su parte, no conoció al Señor
Jesús en persona, sino que recibió las palabras inefables que vinieron directamente del Dios
Triuno, cuando en una visión fue arrebatado al tercer cielo (2 Co 12:1-4). Entonces, Él se
propuso practicar lo que oyó.
El ministerio de Pablo estaba lleno de verdades y de revelaciones, y él realmente esperaba que
sus palabras fuesen practicadas, especialmente las que hablaban sobre la importancia de vivir
en el espíritu. Por eso habló mucho sobre la práctica de invocar el nombre del Señor.
En Efesios 6, Pablo nos muestra también la manera de tomar la espada del Espíritu, que es la
palabra de Dios: por medio de la oración. Así que, además de invocar el nombre del Señor,
debemos leer-orar la Palabra de Dios para entrar y permanecer en el espíritu. De esta manera,
la recibimos como Espíritu y vida y podemos practicarla. ¡Alabado sea el Señor!
El origen y el resultado de los ministerios
“[Dios] nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu;
porque la letra mata, más el espíritu vivifica” (2 Co 3:6)
Dios deseaba que Su Palabra, como Verdad, fuese practicada por todos; esto traería la
expresión de Dios a la tierra por medio de Sus muchos hijos y manifestaría el Cuerpo de Cristo
a través de Sus miembros. Pero, por causa de la naturaleza humana caída y por ser aún
anímicos, los santos tomaron las palabras de Pablo de manera doctrinal, sólo para el debate y
el estudio.
El apóstol les había dejado bien claro que la letra mata, pero que el Espíritu vivifica (2 Co 3:6).
A pesar de haber hablado esas palabras, las iglesias las recibieron como mera doctrina, como
un simple conocimiento bíblico y no las practicaron. El ministerio inicial de los doce apóstoles
no fue suficiente para cumplir el plan del Señor; luego el ministerio de Pablo no fue puesto en
práctica y, como resultado de ello, la edificación de la iglesia sufrió un gran daño. ¡Gracias al
Señor! porque en Su sabiduría y soberanía levantó al ya anciano apóstol Juan, con su
ministerio ulterior, que llamamos: el “ministerio orgánico”, porque su énfasis es la vida que
proviene del Espíritu.
Por medio de su ministerio, Juan trajo: Espíritu y vida a la iglesia. Trató de conducir a los
hermanos, especialmente a los de la iglesia en Éfeso, ciudad donde vivió después de su exilio
en Patmos, para que practicaran las palabras que recibieron del apóstol Pablo a través de
invocar el nombre del Señor y leer-orar la Palabra. Su deseo era introducir y mantener a los
santos en la esfera del Espíritu, donde podrían crecer en vida y madurar. Este es el ministerio
ulterior de Juan. A pesar de que la iglesia en Éfeso no estaba en la esfera tradicional, pero
estaba en la esfera judicial; es decir, que hacia todo según el concepto de lo correcto o
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equivocado, del bien y del mal, pero no consideró lo más importante, que es la vida que había
en la Palabra. Por eso Juan trató de llevarlos de regreso al principio.
Podemos decir que, de ese modo, la iglesia en Éfeso cambió de condición. Juan también
percibió que el ministerio Neotestamentario no estaba sólo con los doce discípulos, no estaba
sólo con Pablo o con él mismo. De acuerdo con la revelación que Pablo recibió, registrada en el
libro de Efesios, todos los santos también tienen parte en el ministerio de la edificación del
Cuerpo de Cristo (Ef 4:11-12). Él recibió esa luz de acuerdo con Efesios 4 y tomó el encargo de
perfeccionar a los santos para la obra del ministerio.
Seguramente Juan también prestó atención a 1 Corintios 12 que habla muy claramente acerca
de los dones, ministerios y operaciones y lo aplicó en Éfeso. Este capítulo nos habla
exactamente de esos tres puntos, que nos muestran de dónde provienen los ministerios y para
qué sirven. Los ministerios provienen de los dones y el resultado de su aplicación en la iglesia,
es decir, los ministerios, son para las operaciones. Si queremos ejercer nuestro ministerio, si
deseamos conocer de dónde proviene y saber cuál es su objetivo, el primer y principal punto
es volvernos al espíritu.
Para practicar nuestro ministerio necesitamos ser personas espirituales. Una persona anímica,
que vive en el alma, no puede ejercer su ministerio, porque esto es algo totalmente de vida.
Creemos que la intención de Pablo en Primera Corintios 12:1-3 es introducirnos en el Espíritu.
El versículo 1 literalmente dice: “No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los espirituales”.
¿Sabe usted lo que es ser espiritual? ¿Quiere ser espiritual para recibir un ministerio? ¿Quiere
ser un ministro del Nuevo Testamento? Entonces necesita estar en el espíritu.
En el espíritu podemos conocer eso, por eso invocamos el nombre del Señor. Pablo afirma y
confirma que quien dice “Jesús es el Señor” habla por el Espíritu Santo. Si no podemos abrir la
boca y decir “Jesús es el Señor”, esto demuestra que tal persona está en la esfera del alma. En
otras palabras, quien invoca el nombre del Señor es alguien que está en el Espíritu, quien no lo
invoca, sin duda es una persona anímica.
Dones, ministerios y operaciones
“Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de
ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que
realiza todas las cosas en todos, es el mismo” (1 Co 12:4-6)
Para saber de dónde proviene nuestro ministerio y cuál es su objetivo no debemos usar sólo la
mente; necesitamos principalmente estar en el espíritu. ¡Alabado sea el Señor! Entonces, al
concluir los tres primeros versículos de 1 Corintios 12, Pablo nos expone la necesidad de
invocar el nombre del Señor, para ser llevados al Espíritu. Los tres versículos siguientes, que
son bien cortos y simples dicen: “Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el
mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de
operaciones, pero Dios, que realiza todas las cosas en todos, es el mismo.” (1 Co 12:4-6 - VR).
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Esto nos muestra claramente que aquí aparecen el Espíritu, el Hijo (el Señor) y el Padre (Dios).
Los dones están relacionados con el Espíritu; los ministerios están relacionados con el Señor y
las operaciones están relacionadas con Dios.
Podemos dividir estos versículos de modo bien claro en tres partes. La primera, los versículos 7
al 11, que hablan con respecto a los dones y están relacionados con el versículo 4: “Ahora bien,
hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo”. Estos dones son distribuidos a todos los
santos, conforme el Espíritu quiere. La tercer parte, los versículos 28 al 30, nos hablan de las
operaciones que Dios estableció en la iglesia, y está relacionado con el versículo 6 que dice: “Y
hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” Los
versículos restantes, del 12 al 27, son la segunda parte y nos hablan de los ministerios. Esta
parte corresponde al versículo 5 que dice: “Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el
mismo.”.
Sin embargo, Pablo no usa la palabra ministerios en los versículos 12 al 27, sino que habla de
los miembros de un Cuerpo, el Cuerpo de Cristo. Aquí es demostrado que los ministerios
tienen relación con el Cuerpo, algo que es lleno de vida. No hay un solo ministerio, sino
muchos, y todos son para la edificación del Cuerpo de Cristo. Antes, cuando se hablaba de los
ministerios, algunos tenían este concepto: “eso es algo muy elevado e inaccesible y sólo los
que son muy espirituales pueden llegar a tener un ministerio”. La Biblia compara los
ministerios a la función de los miembros del cuerpo. Hay diversidad de miembros, así como
hay diversidad de ministerios. El versículo 14 dice: “Además, el cuerpo no es un solo miembro,
sino muchos”. Por tanto, queda claro para nosotros que los versículos 12 al 27 explican los
ministerios mencionados en el versículo 5.
Los ministerios vienen de los dones y tienen por objetivo llegar a ser operaciones en la iglesia.
Así que, con relación a la porción de 7 al 11, el versículo 11 da la palabra conclusiva: “Pero
todas estas cosas las hace uno y el mismo Espíritu, repartiendo a cada uno en particular como
él quiere”. A partir del versículo 7 hay una lista de elementos que se relacionan con los dones
distribuidos cada uno individualmente por el Espíritu, como a Él le place. Para entender qué
son los dones veamos los versículos 8 al 10: “Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de
sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y
a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a
otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación
de lenguas”. Los dones son dados por el Espíritu. Si el Espíritu ya no los da, las personas no los
tienen.
Con relación a los ministerios es diferente: estos son comparados a los miembros de un
cuerpo. Cada uno de nosotros es miembro del Cuerpo de Cristo. Aunque haya diversidad de
ministerios, el Señor es el mismo, como leemos en los versículos 14 al 15: “Además, el cuerpo
no es un solo miembro, sino muchos. Si dijere el pie: Porque no soy mano, no soy del cuerpo,
¿por eso no será del cuerpo? El pie es un miembro. Si usted es un pie, y está unido al cuerpo,
tiene utilidad. Pero si el pie no está vinculado al cuerpo es una cosa extraña y temible. Imagine
un pie suelto en un lugar cualquiera: usted lo miraría y quedaría aterrorizado. Pero un pie en el
cuerpo es bonito y útil. Y ninguno puede decir: “Porque no soy pie, no soy del cuerpo”. Todos
nosotros somos miembros del Cuerpo.
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La edificación del cuerpo de Cristo
Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo” (1 Co 12:20)
Primera Corintios 12:16 dice: “Y si dijere la oreja: Porque no soy ojo, no soy del cuerpo, ¿por
eso no será del cuerpo?”. Este versículo nos muestra que ningún miembro del Cuerpo de
Cristo, ya sea un hermano o una hermana, no debe menospreciarse ni considerarse fuera del
Cuerpo. Un ojo fuera del cuerpo es tan extraño y amedrentador. Sin embargo, ¿Para qué sirve
un ojo en el cuerpo si no puede ver? ¡Necesitamos estar en el Cuerpo y tener la visión!
Los versículos 17 al 19 dicen “Si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese
oído, ¿dónde estaría el olfato? Mas ahora Dios ha colocado los miembros cada uno de ellos en
el cuerpo, como él quiso. Porque si todos fueran un solo miembro, ¿dónde estaría el cuerpo?”
En el cristianismo, de modo general, hay solamente dos tipos de miembros: boca y oídos. Hay
sólo una gran boca que es el predicador que habla, y muchos oídos, que es la platea que
solamente oye. ¡Esto es anormal!
El versículo 20 dice: “Pero ahora son muchos los miembros, pero el cuerpo es uno solo”. Hay
muchos miembros así como en la iglesia hay muchos ministerios. Cuando se habla que hay un
único ministerio es correcto, siempre y cuando tengamos la claridad de que este ministerio es
el ministerio para la edificación del Cuerpo de Cristo. Pero en cuanto a las funciones de los
miembros del Cuerpo no podemos decir que haya solamente un tipo de ministerio ni admitir el
hecho de que el ministerio es exclusivamente de un solo miembro.
Sin los ojos, ¿Cómo podría la boca ejercer su función? La boca necesita de la ayuda de los ojos.
Cuando hablo necesito ver la reacción de los oyentes. Los que dicen que hay un solo tipo de
ministerio no tienen una total claridad de las verdades bíblicas. Todos somos miembros del
Cuerpo, así como también todos tenemos ministerios. El ministerio de la mano es sostener las
cosas; el ministerio de la boca es hablar, el ministerio del oído es oír; el ministerio de la nariz es
oler. Cada miembro tiene su función, su utilidad; por tanto, ningún miembro puede dejar de
funcionar.
Veamos los versículos 22 al 27: “Antes bien los miembros del cuerpo que parecen más débiles,
son los más necesarios; y a aquellos del cuerpo que nos parecen menos dignos, a éstos
vestimos más dignamente; y los que en nosotros son menos decorosos, se tratan con más
decoro. (…) pero Dios ordenó el cuerpo, dando más abundante honor al que le faltaba, para
que no haya desavenencia en el cuerpo, sino que los miembros todos se preocupen los unos
por los otros. De manera que si un miembro padece, todos los miembros se duelen con él, y si
un miembro recibe honra, todos los miembros con él se gozan. Vosotros, pues, sois el cuerpo
de Cristo, y miembros cada uno en particular”. ¡Aleluya! Aquí está el Cuerpo. Sin “vosotros” no
existe el Cuerpo. No se puede decir que este Cuerpo está en una región y no en otra. ¡Esto es
imposible! Nosotros somos miembros de este Cuerpo. Si el Cuerpo está en una región y no en
otra, ¿Qué son los hermanos de aquella región? ¿Qué nombre podríamos dar a esto? Las
palabras de la Biblia explican la Biblia misma. Los hermanos Watchman Nee y Witness Lee
muchas veces nos hablaron sobre la manifestación y expresión del Cuerpo. El Cuerpo de Cristo
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se manifiesta en cada ciudad. Una iglesia es la manifestación del Cuerpo en aquella ciudad. El
Cuerpo tiene una sola cabeza, que es Cristo; no tiene una segunda cabeza con sede en algún
otro lugar. ¡Aleluya! ¡Cristo es nuestra cabeza!
Entonces, ¿Qué son los ministerios? Son exactamente la función de cada uno de nosotros
como miembros del Cuerpo de Cristo. El ministerio de los ojos es mirar, el del oído es oír. Los
ojos necesitan de la coordinación de los oídos y también de la cooperación de la boca. Todos
los miembros necesitan estar entrelazados, coordinados, entremezclados (v. 24). Por tanto, los
ministerios corresponden a los miembros de nuestro cuerpo.
El ministerio es el ejercicio del don
Con respecto a las operaciones, 1 Corintios 12:28 dice: “Y a unos puso Dios en la iglesia,
primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros,
después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas”.
Esto explica el versículo 6 que dice: “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace
todas las cosas en todos, es el mismo.” El versículo 28 muestra que Dios estableció
operaciones en la iglesia. Los que las ejercen son aquellos que tienen un ministerio. A cada uno
de nosotros nos corresponde ejercitar nuestros dones para que se transformen en ministerios.
Efesios 4:7 dice: “Pero a cada uno de nosotros le fue dada la gracia conforme a la medida del
don de Cristo”. Cuánto usamos nuestro don, determina cuánta gracia nos será concedida. Si
queremos recibir más gracia, necesitamos usar más el don. Cuando más lo usamos, más gracia
recibimos. Creo que todos queremos más gracia.
Si aplicamos Efesios 4:7 al don de ofrendar veremos que cuanto más ofrendamos, más gracia
recibimos. Todos los que fueron salvos tienen el sentir de ofrendar. Aun su hijo en casa tiene
también el concepto de la ofrenda. Si usted le da una cantidad para comprarse un refresco, él
le dice: “voy a separar una parte para ofrendar al Señor, o mejor, ofrendo este dinero para el
Señor. Si tengo sed, voy a beber agua”. Algunos tienen ese sentir. ¿Qué es esto? Es el don. Así
pues, cuando ejercitamos el don de ofrendar, lo que recibimos es gracia. Si continuamos
ofrendando recibiremos más gracia. No nos referimos a cantidades específicas, sino al acto de
ofrendar y continuar practicando; de esa manera recibiremos gracia y más gracia. Todos
esperan recibir gracia: cuanta más gracia, mejor. Entonces necesitamos usar más el don.
En 1 Corintios 12 se nos dice que el Espíritu concede gracia no sólo en lo concerniente a las
ofrendas; en realidad nos habla mucho también sobre el don de la palabra: palabra de
sabiduría, palabra de ciencia o de conocimiento. Esto se refiere a hablar por el Señor. Cuando
usamos el don de hablar por el Señor la gracia viene. Cuanto más hablamos, más gracia
recibimos.
En los grupos familiares leemos la Biblia, compartimos y cada vez que hablamos por el Señor
usamos nuestro don, sean palabras de sabiduría, sean palabras de conocimiento. Cuando
usamos el don, la gracia viene. Cuando compartimos por segunda vez, más gracia recibimos;
compartir nuevamente trae gracia y más gracia. Sin embargo, si no compartimos, la gracia
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cesa. No disminuye, pero se estanca porque dejamos de usar el don; el fluir de la gracia cesa.
Pero cuanto más usamos el don, más gracia nos es concedida.
Cuando usamos nuestro don recibimos gracia, que es algo de vida. Gracia, en realidad, es Dios
mismo dado a nosotros gratuitamente en Su Hijo. No es necesario hacer un esfuerzo ni dinero
para comprarla; es dada a nosotros gratuitamente. Lo que podemos comprar con dinero, ya no
es gracia (Is 55:1-2). Cualquier cosa que compramos o por la cual pagamos un precio para
obtenerla, un día se acaba. Pero hay algo que no necesitamos comprar, es gratuito: ¡La gracia!
No es necesario pagar un precio por ella. Para obtenerla; inicialmente sólo debemos creer y si
queremos continuar obteniéndola, debemos usar el don.
Cuando usamos el don, la gracia nos es añadida y el don llega a ser un ministerio, que debe ser
operado en la iglesia. Los ministerios operados en la iglesia son las operaciones de Dios.
Cuando fui recién salvo en Taiwán, fuimos a predicar el evangelio en una marcha con chalecos
de evangelización tipo carteles, usando además bombos y platillos. Un extranjero que estaba
allí nos vio y cuando supo que estábamos evangelizando pensó en ofrendar dos omnibuses,
entonces, conversó con los hermanos responsables sobre esto. Lo primero que le preguntaron
fue si creía en el Señor; él respondió que no. Entonces le dijeron: “Ante todo, usted necesita
creer en el Señor Jesús. No necesitamos de dos omnibuses. Pero necesitamos de usted”. Este
no es el tipo de gracia que queremos, sino la aplicación de los dones en la iglesia. Esa persona
podía tener dinero, pero para ofrendar necesitaba ser un miembro del Cuerpo; así ejercería su
función, su operación.
El origen de los ministerios son los dones
Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”
(Ef 4:7)
En el pasado conocimos a grandes predicadores que hablaban bien debido a que usaron su
don de hablar de manera frecuente y, en consecuencia, la gracia les fue añadida. Así que, el
don se transformó en un ministerio. Este ministerio tiene que ser usado en la iglesia, sino no es
contado por Dios. Pero cuando lo usamos en la iglesia, para la edificación de todos los
miembros, Dios lo toma en cuenta. Primera Corintios 12:28 nos muestra que todos los
ministerios tienen que ser usados en la iglesia.
Los ministerios son producidos por el uso continuo de los dones, así más la gracia es añadida.
Por tanto, el origen de los ministerios son los dones. Cuanto más usamos los dones, más gracia
viene y estos se transforman en ministerios. Los ministerios tienen como objetivo las
operaciones en la iglesia. Un hermano puede tener dinero y ofrendar para una entidad de
beneficencia, pero si eso no forma parte de la operación de Dios no será contado delante de
Él.
Con respecto a los ministerios, ¿Cómo podemos clasificarlos? ¿Cuántas categorías de
ministerios hay? En toda la Biblia podemos distinguir tres categorías: el ministerio de la
Palabra, el de los servicios y el de las ofrendas de riquezas materiales. La primera categoría es
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el de la Palabra. La primera operación que Dios establece en la iglesia es la de los apóstoles; en
segundo lugar, la de los profetas, y en tercer lugar los maestros. Estos tres están directamente
relacionados con el ministerio de la Palabra. Después viene el ministerio de los servicios,
representado por los que hacen milagros, los que tienen dones de sanidad, los que ayudan, los
que administran, variedad de lenguas. Los que administran se refieren a los ancianos; los que
ayudan se refieren a los diáconos.
Varios hermanos están en el servicio de la música, por eso están en el ministerio de los
servicios. Cuando un hermano toca determinado instrumento, tal vez al principio sea
solamente un don, pero por aplicarse y ejercitarse recibe gracia. Luego, al tocar el
instrumento, llega a ser su ministerio. Por tanto, todos los servicios tienen la capacidad de ser
un ministerio. Así que, hay diversidad de servicios, tomemos como otro ejemplo la
cooperación en determinados servicios: alimentación, seguridad, limpieza. Por el hecho de
servir con los santos tienen la posibilidad de llegar a ser ministros en ese servicio. Por lo cual,
hay varios hermanos que tienen el ministerio de los servicios en la iglesia y algunos que tienen
el ministerio de la Palabra.
También hay otro ministerio, el de ofrendas de riquezas materiales. Ofrendar es un don dado
por el Espíritu Santo a cada uno. Cuando existe una necesidad específica de la iglesia
ofrendamos y recibimos gracia. Al recibir gracia, algunos llegan a ser ministros en ese
ministerio. Hay muchos con la posibilidad de ser ministros de la Palabra, pero al final sólo hay
un número limitado. Es necesario que ellos se ejerciten. En cuanto al ministerio de los
servicios, muchos hermanos pueden tenerlo. Sin embargo, no todos tendrán las condiciones
para servir. Pero hay un tipo de ministerio del cual, podemos decir, todos pueden participar, se
trata del ministerio de ofrenda de riquezas materiales.
Por tanto, podemos repartir todos los ministerios en las iglesias en tres categorías. La primera
categoría, el ministerio de la Palabra, que no es para todos, sino para un cierto número de
hermanos. La segunda, el ministerio de los servicios, que tiene una mayor amplitud si lo
comparamos con el de la Palabra; sin embargo no todos pueden ejercer este servicio como
ministros. Un hermano puede incluso tener un buen corazón de servicio, pero por causa de su
empleo no logra separar un tiempo para ejecutarlo, así que no puede ejercer su ministerio.
Hay otras limitaciones, como en el caso de las hermanas ancianas: son pocas las que tienen el
ministerio de la Palabra y, por su edad avanzada, se ven restringidas de ser ministras de
servicio. Pero hay un ministerio del cual estas hermanas pueden participar, se trata de la
tercera categoría: el ministerio de ofrendas de riquezas materiales. Cada uno de nosotros
puede practicar esto.
A cada uno de nosotros, después de ser salvos, el Espíritu nos concedió el don de ofrendar.
Cuando la iglesia tiene una necesidad específica todos podemos participar, además de la que
ya es hecha comúnmente. Cuando practicamos esto continuamente se convertirá en un
ministerio para ser operado en la iglesia.
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Los ministros de ofrendas de riquezas materiales
Que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad” (2 Co 8:2)
En los últimos dos meses, al visitar varios lugares dando conferencias, tuve el encargo de
practicar el perfeccionamiento de los santos para el ejercicio de sus ministerios, tomando
como base lo que está escrito en Efesios 4:12. Este versículo nos habla sobre: “perfeccionar a
los santos” y no sobre el perfeccionamiento de un cierto grupo de hermanos responsables o
“ceppevistas”. Somos santos, entonces necesitamos ser perfeccionados para la obra del
ministerio. ¿Acaso todos tienen el ministerio de la Palabra? Ciertamente que no. Por ventura,
¿Tienen todos el ministerio de los servicios? obviamente, el número de los que tienen es
mayor, sin embargo, no todos lo tienen. No obstante, ¡todos pueden tener el ministerio de
ofrendas de riquezas materiales! A pesar de ello, algunos no lo han desempeñado
adecuadamente. Ahora quiero ayudarles: no importa cuál sea el ministerio que usted tenga:
de la Palabra, del servicio o de las ofrendas de riquezas materiales, estoy aquí para
perfeccionarlos para el ejercicio de su ministerio, porque en el día que nos encontremos con el
Señor en Su venida, Él nos preguntará: “¿Fuiste perfeccionado?” si no lo fue, entonces la
responsabilidad recaerá sobre el hermano responsable de su localidad. Por eso, los hermanos
responsables de las iglesias necesitan perfeccionar a todos los santos para el desempeño de su
ministerio.
Para perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, primeramente necesitamos ser
ministros. Cada uno de nosotros, como un ministro, puede perfeccionar a otros para la obra
del ministerio. ¿Podrán todos ustedes ser ministros de la Palabra? Es un poco difícil. ¿Podrán
todos ser ministros de los servicios? No es posible. Pero sí es posible perfeccionar a todos los
santos para que sean ministros de ofrendas de riquezas materiales. Ofrendar el diezmo en el
día del Señor es un don. Cuando participamos de las ofrendas especiales cuando la iglesia o la
obra tienen una necesidad específica, esto hace de nosotros unos ministros. Segunda Corintios
8:1 dice: “Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las
iglesias de Macedonia”. Gracia es lo que viene cuando usamos el don. La gracia de las iglesias
de Macedonia fue ofrendar.
En el versículo 2 leemos: “que en grande prueba de tribulación, la abundancia de su gozo y su
profunda pobreza abundaron en riquezas de su generosidad”. Es decir, esto los transformó en
ministros de ofrendas. El versículo 4 dice: “pidiéndonos con muchos ruegos que les
concediésemos el privilegio de participar en este servicio para los santos”. El término servicio
aquí, según el original es ministerio. Es decir que los santos de Macedonia le insistieron a Pablo
para ofrendar riquezas materiales, esto es gracia. Ellos no querían poca gracia, sino
abundantemente; querían continuar ofrendando. Pablo pudo haber pensado: “Pero ustedes
están en profunda pobreza”. Y ellos tal vez le insistieron: “Pablo, no importa nuestra profunda
pobreza. Aunque tengamos sólo una moneda, queremos ofrendarla”. Esto no es un asunto de
valor o cantidad, se trata si desempeñamos o no nuestro ministerio.
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