PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMlDiAD MIGUEL BAJO FERNANDEZ ARTíCULO 18 1. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y fa. miliar y a la propia imagen. 2. El domicilio es inviolable. Ninguna entrada o registro podrá hacerse en él sin consentimiento del titular o resolución judicial, salvo en caso de flagrante delito. 3. Se garantiza el secreto de las comunicaciones y, en especial, de las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial. 4. La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos. SUMARIO: I. EL DERECHO AL HONOR Y A LA INTIMIDAD. LIMITACIONES y GARANTfAS.- TI. EL DERECHO A LA INTIMIDAD. 1. El derecho a la propia imagen. 2. Inviolabilidad del domicilio. A) Consentimiento del titular. B) Resolución judicial. C) Flagrante delito. 3. Derecho al secreto. A) Concepto de secreto. B) El secreto de las comunicaciones. C) Las lagunas del Derecho positivo vigente y el Proyecto de Código penal de 1980. a) Los ataques a la intimidad por procedimientos técnicos. b) El secreto profesional. 4. El uso de la informática.TII. EL 1. DERECHO AL HONOR. EL DERECHO AL HONOR Y A LA INTIMIDAD. LIMITACIONES y GARANTíAS El artículo 18 de la Constitución agrupa diversos objetos de protección jurídica no fácilmente distinguibles entre sí. El honor, la intimidad, la imagen, el domicilio y el secreto son conceptos respectivamente imbricados y con significados similares, aunque no idénticos. ALZAGAquiere justificar su tratamiento común en un solo precepto en atención a que «el bien jurídico protegido en última instancia es la intimidad de la persona, que es, a su vez, corolario de su dignidad, proclamada en el artículo 10» 1. 1 ALZAGA,O.: La Constitución española de 1978. Comentario sistemático, Madrid, 1978, pág. 207. 98 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ Ciertamente, el derecho a la imagen, al secreto o al domicilio no son más que manifestaciones concretas del derecho a la intimidad 2. Sin embargo, no ocurre lo mismo, a mi juicio, respecto al honor, que no siempre se presenta como aspecto concreto del derecho a la intimidad, de modo que, aunque reconociendo que los delitos de calumnia e injuria pueden constituir ataque a la intimidad personal, a la vez que ser delitos contra el honor, no siempre es así. De ahí que el artículo 18 de la Constitución gire, a mi entender, alrededor de la protección de dos bienes jurídicos: la intimidad y el honor. La determinación del alcance y contenido de estos objetos de protección jurídica reviste una importancia no desdeñable, no sólo desde la perspectiva de los principios de seguridad y certeza jurídicas del artículo 9, sino también desde el momento en que, según el artículo 53, la ley que desarrolle estos derechos fundamentales «deberá respetar su contenido esencial». El contenido esencial de un bien jurídico sólo puede ser conocido si previamente se ha definido con claridad y precisión el propio bien jurídico. De ahí que sea preocupación prioritaria en las páginas que siguen la de una definición lo más exacta posible de los objetos de protección jurídica a que se refiere el artículo 18 de la Constitución objeto del presente comentario. Los derechos reconocidos en el artículo 18 sólo podrán ser suspendidos en los casos (estado de excepción y de sitio) y con las circunstancias previstas en los artículos 55 y 116 de la Constitución. Dejando aparte las garantías legales, fundamentalmente del Código penal, civil y Ley de Enjuiciamiento Criminal, y, en su caso, las del Proyecto de Ley Orgánica de protección civil del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen (Boletín Cortes de 8 enero 1982), no deben olvidarse las garantías establecidas en la propia Constitución, principalmente en los artículos 20,4, 53, 81 y 161. De estas disposiciones se derivan: 1) Las libertades de expresión y de cátedra quedan limitadas por el respeto al honor, la intimidad y la propia imagen. 2) El desarrollo de los derechos reconocidos en el artículo 18 queda reservado a ley orgánica. -- 2 Así, BASILE,S.: «Los "valores superiores", los principios fundamentales y los derechos y libertades públicas», en La Constitución española de 1978. Estudio sistemático dirigido por A. Pedrieri y E. García de Enterría, Madrid, 1980, página 301, observa que «los constituyentes españoles han considerado tanto la inviolabilidad del domicilio como el secreto de las comunicaciones desde el punto de vista del derecho a la intimidad». En el mismo sentido, SERRANOALBERCA, J. M., en F. GARRIDO FALLA:Comentarios a la Constitución, Madrid, 1980, págs. 237 y 241. PROTECCIÓN DEL HONOR' Y DE LA INTIMIDAD 99 3) La ley que desarrolle los derechos reconocidos en el artículo 18 respetará el contenido esencial de los mismos. Esto significa, a mi juicio, que no podrá modificarse el sentido y alcance del bien jurídico protegido, ni el fin, ni la función de la norma. 4) El control de inconstitucionalidad sentido del artículo 161, 1, a). está garantizado conforme al 5) La tutela de los derechos y libertades reconocidos en el artículo 18 podrá recabarse mediante procedimiento preferente y sumario establecido por Ley 62/1978, de 26 de diciembre, sobre protección jurisdiccional de los derechos fundamentales de la persona, y por Real Decreto 342/1979, de 20 de febrero. 6) Es aplicable el recurso de amparo a los derechos reconocidos en el artículo 18. 7) Los derechos y libertades a que se refiere el artículo 18, como en general los del capítulo n, no son preceptos programáticos que necesiten leyes que los desarrollen, sino que pueden invocarse directamente ante los Tribunales de Justicia y en ellos «puede fundamentarse tanto el petitum de una demanda como una sentencia judicial» 3. n. EL DERECHO A LA INTIMIDAD 1. El derecho a la intimidad es uno de los llamados «derechos de la personalidad». Las dificultades que se reconocen en orden a la conceptualización y concretización de los derechos de la personalidad afectan también a la esfera de intimidad. Los llamados derechos de la personalidad son, en realidad, atributos del propio sujeto de derecho, es decir, de la propia persona. De ahí que no quepa hablar de derechos subjetivos, porque los atributos del titular del derecho, o sea, aquello que le convierte en «persona» (vida, integridad física, libertad, honor, nombre, intimidad) no puede desvincularse de sí mismo. Los atributos de la personalidad no son derechos subjetivos, ni facultades derivadas de la norma objetiva, porque en realidad integran la propia entidad personal del sujeto, a quien se atribuye la titularidad del derecho subjetivo 4. 3 GARRIDOFALLA,F.: Comentarios a la Constitución, Madrid, 1980, pág. 582. Vid. también GARcfADE ENTERRfA,E.: «l.a Constitución como norma jurídica», en La Constitución española de 1978. Estudio sistemático dirigido por A Pedrieri y E. Garcfa de Enterría, Madrid, 1981, págs. 117 y ss. 4 Cfr. LACRUZBERDEJO,J. L.: Elementos de Derecho civil, 1, Parte general, 100 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ Estos bienes o atributos de la personalidad no pueden ser enumerados individualizadamente. Se encuentra «un obstáculo inicial, cual es la divisibilidad indefinida y arbitraria de los componentes del hombre y de los ámbitos de la circunstancia humana» 5. A efectos expositivos, se suele distinguir entre vida, integridad física, libertad, honor, nombre, intimidad, etc. Cada uno de ellos, por su lado, se escapa igualmente a la posibilidad de una clara descripción, lo que explica que no sean las leyes, sino las Constituciones, quienes suelen recoger o enumerar dichos derechos de la personalidad con toda su carga ética, social y política a la vez que jurídica. Estos derechos de la personalidad a que se refiere la Constitución, como el derecho a la intimidad, y que luego no son aclarados por las normas jurídicas de rango inferior, han de ser precisados por la jurisprudencia cumpliendo su tarea de completar el ordenamiento jurídico 6. 2. El derecho a la intimidad se protege a través de diversas normas jurídicas. Éste es el sentido del carácter secreto que se otorga a los protocolos notariales (art. 174 del Reglamento notarial de 2 de junio de 1944 y arts. 18 y 32 de la Ley del Notariado de 28 de mayo de 1962); o el carácter secreto que la Orden de 17 de enero de 1951 otorga a los datos de agencia de investigación. En el Código penal vigente la esfera de intimidad queda protegida a través de la protección de la inviolabilidad de la correspondencia (art. 192), o del secreto, castigando ciertas formas de descubrimiento y revelación (arts. 497 y 498, 360 Y 367-368), protegiendo la intimidad del hogar (art. 191, 1, Y 490 Y sigs.) y, en fin, elevando a categoría delictiva los delitos contra el honor (arts. 453 y sigs.), que, aunque no siempre, pueden afectar a la intimidad personal y familiar. Un último supuesto del Código penal lo constituye el artículo 566, número 2, referido a «los hechos relativos a la vida privada que, sin ser injuriosos, pueden producir perjuicios, o graves disgustos, en la familia a que la noticia se refiera». Todo ello sin olvidar que la propia Constitución, en el artículo 20, 4, limita la libertad de expresión a la salvaguarda del honor, la intimidad y la propia imagen. El estudio de estos preceptos no facilita la tarea de delimitar lo que deba entenderse por esfera de intimidad. A mi juicio, cuando la ConstiBarcelona, 1974, pág. 110; DiEZ PICAZO, L.-GULLÓN, A.: Sistema de Derecho, civil, vol. 1, Introducción. Derecho de la persona. Negocio jurídico, Madrid, 1975, página 313. 5 LACRUZBERDEJO, J. L.: ob. cit., pág. 111. 6 Sobre la labor de la jurisprudencia en el progresivo reconocimiento de la relevancia de distintos derechos de la personalidad en función de normas constitucionales, vid. ScHMIDT, G.: .Zur Problematik des Indiskretionsdelikte», en ZStW. .79, págs. 751 y ss. PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 101 tución o las leyes hablan de esfera íntima se están refiriendo a ese ámbito personal donde cada uno, preservado del mundo exterior, encuentra las posibilidades de desarrollo y fomento de su personalidad 7. Se trata de un ámbito personal reservado a la curiosidad pública, absolutamente necesario para el desarrollo humano y donde enraíza la personalidad 8. Una mayor concreción de esta zona personal no es posible. «Los límites de esta reserva se fijan por la apreciación social» 9, que tendrá que tener en cuenta el legislador a la hora del desarrollo de la Constitución, y el juez, cuando aplica el Derecho. 3. Se ha preguntado la doctrina, fundamentalmente a la hora de determinar si el secreto bancario es o no secreto profesional a efectos de la represión 10,si la intimidad, como bien jurídico protegido, incluye también los aspectos económicos. Un sector doctrinal no ha encontrado reparo alguno en incluir valores patrimoniales como parte de la esfera de intimidad. Así, nuestros comentaristas decimonónicos escribían que «descubrir los secretos de uno es amenguar su individualidad, es atentar contra su honor, contra su propiedad» 11,o, refiriéndose al actual artículo 498 del Código penal vigente, que «los secretos de que se trata son todos aquellos que pueden perjudicar el buen nombre y la fortuna del principal» 12. Habida cuenta de la confusión que se detecta en la literatura Jurídica de la época entre «secreto» e «intimidad», parece que la doctrina incluía en la esfera de intimidad también los aspectos patrimoniales o económicos del individuo. Pero, incluso, en la actualidad, hay quien mantiene esta misma tesis. BATLLE,por ejemplo, entiende que «debido a los cambios de la estructura económica, se ha producido una personalizacián del patrimonio» 13. Y 7 En sentido similar, Entwurf eines Strafgesetzbuches mit Begründung, Bonn, 1962, pág. 236. 8 PÉREZ LUÑo, A.-E.: «La protección de la intimidad frente a la informática en la Constitución española de 1978»., en Revista de Estudios Políticos, 9, nueva época, mayo-junio 1979, págs. 64 y ss., mantiene que el concepto de intimidad se halla vinculado a la aparición de la burguesía. Creó que no debe caerse en la simplificación de considerar que siempre que un bien, un derecho o un objeto haya sido privilegio de la burguesía excluyendo de su disfrute a las llamadas clases subalternas, se trata de un bien, un derecho o un objeto cuyo origen histórico debe vincularse necesariamente al nacimiento de la burguesía. 9 LACRUZBERDEJO:ob. cit., pág. 116. 10Vid. BAJOFERNÁNDEZ, M.: «Límites del secreto bancario: aspectos penales», en Papeles de Economía Española, 4, 1980, págs. 165 y ss. 11VIZMANOS-ALVAREZ: Comentarios al Código penal, 11, Madrid, 1848, página 452. 12VIADA: Código penal reformado de 1870, Madrid, 1890, pág. 337. 13BATLLE,G.: «El secreto de los libros de contabilidad y el secreto bancario. Dos manifestaciones del derecho a la intimidad privada», separata de la Revista de Legislación y Jurisprudencia, julio 1975, pág. 33. 102 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ CAZORLAPRIETO sostiene que «el secreto bancario deja de teñirse ya exclusivamente de interés cercano al beneficio bancario, para emparentarse así con la defensa de lo íntimo, aunque sea económico, del ciudadanoD 1,4. Advierte PÉREZLuÑo que la intimidad, en ocasiones, «ha sido esgrimida con intención conservadora para no proporcionar a los poderes públicos informaciones personales y económicas con el propósito de eludir la presión fiscal» 15.Esta realidad, en cualquier caso, debe de ser valorada teniendo en cuenta, además, que los aspectos patrimoniales de un sujeto pueden estar ligados a esferas muy íntimas de su personalidad. Por ejemplo, en la actualidad puede decirse que los banqueros operan como confidentes necesarios de sus clientes, habiendo sustituido a otros profesionales, como el abogado o el notario, para el asesoramiento de la actividad patrimonial de un sujeto 16. En efecto, a través de las operaciones realizadas, el banquero puede llegar a conocer en profundidad aspectos precisos del patrimonio del cliente, sus actividades profesionales o incluso privadas. De este modo, el Banco conoce la situación financiera y técnica, las intenciones, necesidades inmediatas y perspectivas de futuro del comerciante cliente, datos todos cuya revelación afectaría a su capacidad competitiva. Pero, además, conoce la vida privada del cliente: su contrato matrimonial, constituciones de dote, cantidades pagadas en caso de divorcio, donaciones, compraventa de inmuebles, pago de rentas, indemnizaciones, sanciones pecuniarias, transacciones, relaciones con grupos políticos o religiosos, etcétera... Toda la vida personal, y no sólo las inversiones de capital, puede quedar en conocimiento del banquero. De todo ello debe deducirse simplemente que, si bien es cierto que la intimidad ha sido esgrimida para incumplir deberes fiscales, también es cierto que una desprotección absoluta de la intimidad en este ámbito podría significar abrir una brecha contra el sentido del artículo 18 de la Constitución. El deber de sinceridad fiscal y el derecho a la intimidad deben de mantenerse en equilibrio como, por otra parte, así ocurre en nuestro Derecho y en el Derecho comparado. El interés público de una justa distribución de la presión fiscal no debe caminar a la ligera ignorando el poder que se puede conceder a los funcionarios públicos si se ignora absolutamente la esfera de intimidad del 14 CAZORLAPRIETO: El secreto 15 PÉREZ LuÑo, A.-E.: ob. cit., 16 Cfr. JIMÉNEZ DE PARGA, R.: Revista de Derecho mercantil, 113, bancario, Madrid, 1978, pág. 90. pág. 67. «El secreto bancario en Derecho español», 1969, pág. 380. en PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 103 sujeto que puede ser lesionada por el camino de la revelación de toda minucia de carácter económico. Hay que tener en cuenta que una dili. gente inspección tributaria allí donde se produce el hecho imponible, pue~ de restar importancia a la investigación de otros aspectos patrimoniales del sujeto cuyo conocimiento, aparte de no aportar luz alguna de interés a efectos fiscales, puede lesionar gravemente la intimidad personal. 4. El motivo por el que el constituyente convierte en bien jurídicÓ la, esfera de intimidad es doble. De un lado, po'rque el reconocimiento. de "un ámbito personal libre de lnjerencias extrañas, donde encuentra sus raíces la personalidad, protegido frente a la co.munidad y el Estado, es esencial a una democracia libre 17y es una de las necesidades más vitales de la: libertad individual (sentencia de la Sala segunda del Tribunal Supremo de 8 de marzo de 1974). De otro lado, porque es un modo de proteger, de manerá mediata o indirecta" otros intereses, entre los que se suele enumerar el honor, la fama y la propiedad 18. La publicación de la esfera de intimidad, en suma, puede frustrar esperanzas, deseos o proyectos 19. 5. En la bibliografía jurídica sobre la cuestión de la intimidad, existe una cierta confusión terminológica porque se habla, sin una distinción medianamente aceptable, de esfera privada, esfera íntima y esfera de secreto. La prueba de la diversidad de estas 'expresiones se encuentra en el hecho de que la intimidad puede ser lesionada tanto mediante el descubrimiento de secretos, como a través de injurias, escucha de conversaciones, uso de informática, etc. Y, de otro lado, la revelación de un secreto puede lesionar tanto la intimidad como otros bienes jurídicos sumamente dispares, tales como intereses industriales, militares, políticos, etc. Aunque sobre ello insistiremos más adelante, debe queq.ar claro que el secreto no constituye bien jurídico protegido del artículo 18 de la Constitución ni de ninguna otra norma jurídica 20.Cuando se castiga la revelación de secretos se están protegiendo otros intereses:, políticos, militares, industriales, administrativos o lo que se llama «intimidad personal y familiar». 17 Así, Entwurf, 1962, pág. 326. 18 En ello insisten varios autores. Por ejemplo, SCHMIDT, G.: ob. cit., pág. 79, entiende que los delitos protectores del secreto, sobre todo en el Proyecto alemán de 1962, se explican, en parte, por la insuficiente defensa del honor en el delito de injurias, principalmente por la amplitud de efectos concedida a la prueba de la verdad en Derecho alemán. 19 SCHMIDT, G.: ob. cit., pág. 772. 20 Vid. BAJO FERNÁNDEZ,M.: Derecho penal económico aplicado a la actividad empresarial, Madrid, 1978, págs. 278 y ss. y 187 Y ss. A 104 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ El Proyecto de Código penal que, como ya apunté, trata de colmar las lagunas de nuestro Derecho positivo en cumplimiento de lo dispuesto en la Constitución, cpnserva ciertos equívocos al tratar como expresiones homogéneas «secreto» e «intimidad» 21. Sin embargo, parece distinguir con bastante claridad la defensa de la intimidad contra comportamientos reveladores de secretos (arts. 196 y 197) de aquella defensa realizada frente a otros comportamientos ajenos al secreto, tales como grabaciones o escucha de conversaciones privadas, y grabación, mediante uso de la informática, de datos relativos al honor o a la intimidad personal y familiar (arts. 198 y 199). Esta diferenciación del Proyecto coincide, en cierto modo, con la distinción que hace G. SCHMIDTentre esfera íntima y esfera privada. La esfera íntima se refiere a aquel sector del hombre perteneciente a su ámbito interno, al que no tiene acceso el mundo y sobre el que puede disponer sin ser molestado. La esfera privada, por el contrario, es concepto más amplio refiriéndose al sector de la vida que se manifiesta y es accesible a cualquiera (número de hijos, estudios, viajes, actividades, etc.) 22. La esfera íntima se protegería en los artículos 196 y 197 del Proyecto de Código penal, o en los artículos 497 y 498 del Código penal vigente, a través del castigo de ciertos comportamientos de revelación de secretos. La esfera privada, donde hay que incluir ese ámbito personal no siempre sometido a secreto, se protege más adecuadamente a través de los artículos 198 y 199 del Proyecto. En cualquier caso, al margen de todos los problemas lenguaje, la intimidad, se llame esfera íntima, privada mente, secreta, es ese ámbito personal donde cada uno, mundo exterior, encuentra las posibilidades de desarrollo su personalidad. 1. semánticos del o, inadecuadapreservado del y fomento de EL DERECHOA LA PROPIA IMAGEN El derecho a la propia imagen es una manifestación concreta del derecho a la intimidad. De esta manera, para considerar lesionado aquel derecho, basta con que, sin consentimiento del titular, se haga pública una 21 El artículo 196 del Proyecto de Código penal comienza: «El que, para descubrir los secretos o la intimidad de otro...» 22 SCHMIDT,G.: ob. cit., págs. 770 y 779-780. Una distinción parecida entre zona pública, zona privada y esfera secreta confidencial, atribuye SERRANO ALBERCA, J. M.: ob. cit., pág. 233, a De Castro, si bien es más confuso desde el punto de vista jurídico penal. PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 105 imagen del mismo que signifique intromisión en la esfera de intimidad, es decir, en ese ámbito personal donde enraíza la personalidad. El derecho a la propia imagen no debe considerarse, sin embargo, como una manifestación concreta del derecho al honor, en cuyo caso su alcance sería menor 23.La amplitud con que el Código penal protege el honor en los delitos de calumnia e injuria es tal que incluye sin dificultad las lesiones al honor cometidas mediante la publicidad de una imagen. Por tanto, si el constituyente hubiera pensado en la imagen como manifestación del honor, no hubiera tenido necesidad de referirse a ambos bienes jurídicos conjuntamente (honor e imagen) como hace en el artículo 18. Sólo, como es el caso, al concebir el derecho a la propia imagen en un sentido amplio como derecho a la intimidad, el constituyente se ve en la necesidad de hacer referencia conjunta a ambos bienes (intimidd e imagen) por la razón de que en el Derecho positivo no existen disposiciones suficientemente claras como para considerar incluida, sin discusión, la imagen en la esfera de intimidad. El derecho a la imagen no ha de concebirse como un derecho absoluto del cual se deriva la prohibición, también absoluta, de la publicidad arbitraria de la imagen, salvo consentimiento del titular. Por el contrario, debe entenderse como un derecho derivado de la esfera de intimidad que puede quedar limitado por otros intereses de carácter público o colectivo. Así lo concibe el artículo 96 de la Ley italiana sobre derechos de autor, al permitir la publicación de la imagen cuando se trata de una persona que goza de notoriedad, o realiza una función pública, cuando lo requieren exigencias judiciales o policiales, o se trata de fines científicos, didácticos o culturales, o, por último, cuando la reproducción de la imagen va anudada a la publicidad de acontecimientos, ceremonias o hechos de interés público o desarrollados en público 24. En cualquier caso, la relevancia penal de la reproducción de la imagen de una persona es escasa. En el Derecho positivo dicho comportamiento carece de relevancia por sí mismo, y sólo adquiriría trascendencia criminal si, de forma indirecta, constituyese otra figura delictiva, como revelación de secretos mediante apoderamiento (art. 497) o faltando a la leal23 Cfr. SERRANO ALBERCA,J. M.: ob. cit., pág. 234. 24 Cfr. MORSILLO,G.: La tutela penale del diritto alla riservatezza. Milano, 1966, págs. 175 y ss. El Proyecto de ley español (Boletín Cortes, 8 enero 1982) permite la intromisión en la intimidad cuando lo autorice la ley, predomine el interés histórico, científico o cultural, se trate de personas con proyección pública o cuando la imagen sea accesoria a una información, y permite la caricatura de acuerdo a los usos sociales. 106 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ tad con el principal (art. 498) o como calumnia o injuria si mediante la reproducción de la imagen se lesionara el honor del titular. A mi juicio, no debe otorgarse una protección penal mayor al derecho a la imagen en cumplimiento del principio de «intervención mínima» que debe regir en el Derecho penal. De ahí que el Proyecto de Código penal de 1980 no incluya ningún plus específico de protección del derecho a la imagen y que el Proyecto alemán de 1962 no incluyera tampoco la protección de la imagen (publicación no autorizada de fotografías), pOr en- tender que era suficiente su protección civil 25. 2. INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO Los comentaristas de la Constitución entienden la expresión «domicilio» del artículo 18 en un sentido estricto equivalente a la morada del artículo 490 del Código penal. Y así se dice que «domicilio es... el lugar de habitación, la morada del titular» 26,o que la inviolabilidad de domicilio implica celalibertad en el ámbito espacial elegido por cada persona para vivir con su familia, haciendo lo que juzgue. oportuno, sin ser observado ni molestad()>>27.Este entendimiento es consecuencia de que el artículo 18 gira alrededor del derecho a la intimidad como bien juddico protegido, por lo que no puede entenderse por domicilio el lugar de tra~ bajo o donde se realizan tareas extradomésticas (como, por ejemplo, la sede de uJ?aasociación)28, ni el lugar que, según el artículo 40 del Código civil, se entiende por «domicilio civil». El artículo 18 sólo admite tres excepciones al principio de inviolabilidad del domicilio: el consentimiento del titular, re~olución judicial o flagrante delito. Esto no significa, sin embargo, ni que sea ilícita toda entrada en domicilio ajeno no concurriendo ninguna de estas tres circunstancias, ni que haya de castigarse con una pena a quien así lo haga. No debe olvidarse que, por razones de economía, el constituyente.no hace referencia expresa a las causas de justificación, como la legítima defensa o el estado de necesidad (uno de cuyos supuestos recoge expresament~ el artículo 492 del Código penal), por entender que las causas de justificación encierran una lógica y una fundamentación tales que no es necesario reconocerlas expresamente a nivel constitucional para confirmar su eficacia. 25 Entwurf, 1962, pág. 237. 26 SERRANOALBERCA, J. M.: ob. cit., pág. 238. 27 ALZAGA, O.: ob. cit., pág. 208. 28 Así, BASILE, S.: ob. cit., pág. 301. 107 PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD La inviolabilidad del domicilio queda garantizada por el Código penal frente a los funcionarios en el artículo 191, 1, Y frente a los particulares en el artículo 490. A) Consentimiento del titular Cuando el artículo 18 de la Constitución se refiere al consentimiento del titular como excepción al principio de la inviolabilidad del domicilio, se está refiriendo al consentimiento expreso sin que quepa el presunto 29. El problema ,de quién puede dar válidamente consentimiento para la entrada en el domicilio, carece de una solución pacífica entre los penalistas. Se conviene en que sólo el ((morador» puede dar un consentimiento eficaz para eliminar la tipicidad del delito de allan,amiento de morada del artículo 490 del Código penal, entendiendo la expresión ((moradorJ> como una situación de hecho, de modo que es indiferente su situación jurídica como propietario, arrendatario, subarrendatario e incluso precarista (así, sentencia de la Sala segunda del Tribunal Supremo de 30 de octubre de 1970)3°. Ahora bien, en la medida en que lo común es la existencia de una pluralidad de moradores en cada domicilio, la dificultad más importante surge cuando hay colisión de voluntades en el sentido de que mientras uno de ellos consiente el otro se opone. Abandonada la pretensión de otorgar un derecho preferente al que ostente una mejor situación (el cabeza' de' familia, el director del centro, el de mayor edad, el de mayor rango) 31,la doctrina española mantiene el criterio de otorgar mejor derecho al que prohíbe 32. B) Resolución judicial En nuestro Derec}¡.2 positivo, los supuestos en los que el juez puede, por resolución, ordenar la entrada en el domicilio de un particular contra su consentimiento, están legalmente descritos. El artículo 545 de la Ley 29 ALZAGA, o.: ob. cit., pág. 208. 30 Cfr. SUÁREZ MONTES, R.-F.: «El delito de allanamiento de morada», en Revista de Legislación y Jurisprudencia, diciembre 1968. 31 Ésta viene a ser la tesis de QUINTANO RIPOLLÉS, A.: Tratado de la Parte especial del Derecho penal, 1, vol. 2, Infracciones contra la personalidad, 2.a ed., puesta al día por E. Gimbernat, Madrid, 1972, pág. 977, al distinguir entre ius permittendi, que detenta cualquiera, y ius prohibendi, reservado «al titular cabeza de familia o quien hiciese sus veces». , 32, RODRfGUEZ DEVESA, 1980, pág. 320. Se atribuye J. M.: Derecho penal español. Parte especial, Madrid, a Binding: melior est condictio prohibentis. 108 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ de Enjuiciamiento Criminal establece que «nadie podrá entrar en el domicilio de un español o extranjero residente en España sin su consentimiento, excepto en los casos y en la forma expresamente previstos en las leyes», desarrollando en los artículos siguientes los casos en que el juez puede decretar la entrada y registro. Tradicionalmente en materia de contrabando monetario y de mercancías se han establecido reglas específicas sobre registro y entrada en lugares cerrados referentes a los funcionarios especializados. En este sentido, el Real Decreto 2.391/1980, de 10 de octubre, regula las facultades concedidas a los miembros de la Comisión de Vigilancia de las Infracciones de Control de Cambios. C) Flagrante delito Cabe la entrada o registro en domicilio ajeno, sin consentimiento su titular ni previa resolución judicial, «en caso de flagrante delitoll. de El concepto de «delito flagrante» aparece en el artículo 779 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal con el siguiente tenor: «Se considerará delito flagrante el que estuviere cometiendo o se acabara de cometer cuando el delincuente o delincuentes sean sorprendidos.» Esta definición legal no resuelve las innumerables dudas que surgen sobre el alcance de la salvedad constitucional. La primera cuestión va referida a la significación de la palabra «delito» que, a mi juicio, ha de entenderse en el sentido restrictivo de infracción criminal castigada con pena grave, según la distinción del artículo 6 del Código penal, por lo que deben excluirse los casos de comisión de simples faltas. La razón debe encontrarse en el hecho de la especial protección que la Constitución quiere dar a los derechos fundamentales de la sección primera del capítulo 2 del Título l. Pero, además, habrá de tenerse en cuenta que la salvedad constitucional, mediante la cual es posible entrar en domicilio ajeno contra el consentimiento del morador, se fundamenta, en este caso de delito flagrante, en la necesidad social de persecución del delincuente, necesidad que no aparece suficiente en caso de comisión de faltas. La segunda cuestión consiste en saber con qué alcance la concurrencia del «delito flagrante» permite el «registro» del domicilio. De la letra del texto constitucional parece derivarse la posibilidad de registrar el domicilio en caso de flagrante delito, sin distinguir los fines de dicho registro, sean éstos los de hallar al delincuente o conseguir pruebas de su culpabilidad. A mi juicio, el artículo 18 de la Constitución se está refiriendo al FERNÁNDEZ PROTECCIÓN que «nadie podrá entrar en el do~sidenteen España sin su consentiforma expresamente previstos en las siguientes los casos en que el juez ontrabando monetario y de mercanicas sobre registro y entrada en lu,ariosespecializados. En este sentido, ~octubre, regula las facultades conón de Vigilancia de las Infracciones micilioajeno, sin consentimiento 1, «en caso de flagrante delitoJl. de aparece en el artículo 779 de la Ley :uientetenor: «Se considerará delito o o se acabara de cometer cuando rprendidos.» Esta definición legal no surgen sobre el alcance de la sal:tiónva referida a la significación de ha de entenderse en el sentido reslda con pena grave, según la distinpor lo que deben excluirse los casos ón debe encontrarse en el hecho de lción quiere dar a los derechos fun~apítulo2 del Título 1. Pero, además, ;alvedad constitucional, mediante la ajeno contra el consentimiento del I de delitoflagrante, en la necesidad necesidad que no aparece suficiente ¡ber con qué alcance la concurrencia ,istro» del domicilio. De la letra del la posibilidad de registrar el domilistinguir los fines de dicho registro, ~o conseguir pruebas de su culpabila Constitución se está refiriendo al DEL HOr¡ registro con el fin de hallar al de] interpretación restrictiva se deriva, dada a los derechos fundamentales la Ley de Enjuiciamiento Criminal; to, este precepto de la Ley procesé ción de que el delincuente sea «SO sorprendido en el acto no sólo el momento de estar cometiendo el inmediatamente después de comet€ suspendiere mientras el delincuente cance de los que le persiguen». Es ( de la escena de la persecución elin cuando la Constitución entiende é de entrada o registro, está pensan( cuente. La tercera cuestión es saber si refiere sólo a «delitos flagrantes» c bilidad se levanta, o deben incluil cual sea el lugar d~ comisión. En ( yen los casos de persecución del ¿ transcrito últimamente del artícuk cluyen los casos de tenencia de in sospecha de haber cometido el delil mo, el citado artículo 779 (<<Tamb ganti" aquel a quien se sorprendien el delito con efectos o instrumento de su participación en él»). A efectos de la resolución de es concepto de delito flagrante del al juiciamiento Criminal con el fin d aplicable el procedimiento de urg planteado en el artículo 18 de la C Podemos complicar aún más 1 cuenta de 10 dispuesto en el artícu Criminal, que permite que un par ganti», el artículo 18 de la Consti cepto permitiendo también la dete sario entrar en domicilio ajeno con no MIGUEL BAJO J'ERNÁNDEZ No parece ser el sentido de la Constitución ampliar los supuestos en los que, conforme al Derecho positivo, puede un particular privar de la libertad a otro. De ahí que deba resolverse la cuestión planteada en el sentido de que, para que opere la salvedad constitucional de modo que sea posible entrar en domicilio ajeno, es preciso que el delito flagrante se haya cometido en dicho domicilio. 3. DERECHO AL SECRETO El artículo 18 de la Constitución sólo se refiere de modo expreso al secreto de las comunicaciones. Sin embargo, de. modo tácito incluye también otra clase de secretos en la medida en que hay- una referencia general al derecho a la intimidad. No sólo la revelación ,de los secretos de las comunicaciones lesiona el derecho de intimidad, sino que existen otros supuestos de revelación cuya trascendencia jurídica está en función de la lesividad de la intimiciad. Tal es el caso, sin duda, del descubrimiento y revelación de secretos mediante apoderamiento de papeles o cartas (art. 497 del Código penal) o la divulgación de secretos rompiendo la confianza depositada por .el principal (art. 498 del Código penal). También afectan a la intimidad personal la prevaricación del abogado o procurador revelando secretos del cliente (art. 360), el delito cometido por el funcionario descubriendo secretos de particulares (art. 368) o deteniendo, abriendo o sustrayendo correspondencia (art. 192). Todos estos supuestos de secreto, y no sólo el secreto de las comunicaciones, tienen rango constitucional al garantizar el artículo 18 de la .constitución el derecho a la intimidad, con las pertinentes consecuencias en orden a las garantías que recoge el artículo 53 del mismo texto normativo. A) Concepto de secreto El secreto es el conocimiento reservad.,o a un círculo limitado de personas y oculto a otras 33. Pocas cosas se han discutido tanto, y quizá en estéril disputa, como el concepto de secreto. Ante la evidencia de que no puede ser protegido jurídicamente todo lo que es desconocido para alguien, se ha querido en33 Sobre la polémica del concepto de secreto vid. BAJO FERNÁNDEZ, M.: Derecho penal económico, cit., págs. 278 y ss.; GÓMEZ SEGADE: El secreto industrial, Madrid, 1974. PROTECCIÓN DEL HONOR y DE LA INTIMIDAD 111 contrar en el concepto de secreto un elemento definidor que lo limite a sus justos términos. La" doctrina penal discute si el último elemento estructural del concepto de secreto lo es el elem.ento psicológico, es decir, la voluntad de otorgar al conocimiento reservado el carácter secreto (concepción subjetiva), o el elemento valorativo, es decir, el interés al mantenimiento del secreto (concepción objetiva) 34. La discusión parte de una base cierta: la simple indiscreciól}. no puede ser objeto de protección jUrídica ni menos jurídico-penal, porque, advierte QUINTANO,la criminalización de tal comportamiento daría al traste o difiéultaría no pocos aspectos de la vida social 35.Lo cual indica que no es tanto el concepto de secreto lo que debe cuestionarse, como su relevancia jurídica. Lo problemático no es saber si es secreto el número y clase de las relaciones epistolares que mantiene una joven casadera, sino en saber si ese secreto (conocimientq reservado a unos y oculto a otros) merece una protección jurídica y, en concreto, si se trata del secreto al que quiere referirse el artículo 18 de la Constitución. Reducida la cuestión a la relevancia jurídica del secreto, renace de nuevo la doble visión objetivo-subjetiva. Para los partidarios de la teoría subjetiva, la revelación del secreto sería relevante si fue voluntad de su titular mantenerlo en sigilo; para quienes siguen la teoría objetiva, la relevancia dependería de si existe un interés objetivo para que el conocimiento se mantenga reservado. Pero, ni siquiera referida la polémica doctrinal a la relevancia jurídica del secreto (y no a la determinación de su concepto) sirve para resolver los problemas planteados, en virtud de la equivocidad de su planteamiento al oponer voluntad e interés, siendo así que son expresiones equívocas y no excluyente s entre sí. En este sentido, se observó que decir: yo tengo interés en que algo no sea conocido, equivale a decir: yo quiero que algo no sea conocido. Con lo que desaparece la pretendida alternatividad de las dos posiciones doctrinales. En mi opinión, el criterio para delimitar la tipicidad del secreto no es otro que el que se deriva del bien jurídico que la norma trata de proteger. El hecho de que un determinado conocimiento reservado (un secreto) deba por imperio del Derecho quedar oculto, depende del objeto de protección de la norma que puede ser la seguridad del Estado, intereses públicos de la Administración, intereses comerciales o industriales, o, como 34 Así plantean la cuestión, p. ej., CRESPI, A.: La tutela penale del segreto, Palermo, 1952, pág. 7; KOSTORIS, S.: II segreto come oggeto della tutela penale, Padova, 1964, pág. 10; SCHMIDT, G.: ob. cit., págs. 782 y ss. 3S QUlNTANO, A.: ob. cit., pág. 1005. 112 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ ~ ocurre en el artículo 18 de la Constitución, la intimidad personal y familiar. El secreto sólo es relevante jurídicamente cuando su descubrimiento o revelación implica lesión de aquello que la norma trata de proteger. Si un conocimiento reservado (secreto) es tan baladí que su descubrimiento no puede lesionar la esfera de intimidad (tal sería el caso de la simple indiscreción), entonces decimos que se ha revelado un secreto sin trascendencia jurídica, por no quedar afectado el bien jurídico protegido. Del mismo modo, y por poner un ejemplo donde el objeto de protección no sea la intimidad, la revelación de un movimiento de tropas militares realizado en sigilo con conocimiento de un círculo limitado de personas, sólo sería subsumible en el artículo 122, 6, del Código penal (delito de traición) cuando tal revelación afecte a la seguridad exterior del Estado o, dicho de otra forma, al interés del Estado en limitar a un círculo reducido de personas el conocimiento de situaciones que afectan a su existencia, incolumidad o independencia frente a otros Estados. Si el movimiento de tropas se hace en tiempo de paz, aunque sea secreto (por mera fortuidad o porque así se ha querido a efectos de ejercicio práctico), no hay secreto típico, y su revelación sería impune, porque no afecta a la seguridad exterior. del Estado. Entendiendo el secreto como un concepto prejurídico que se delimita en el ámbito del Derecho en función del objeto de protección de la norma jurídica que lo contempla, no sólo hemos simplificado la estéril polémica sobre el concepto de secreto, sino que además hemos encontrado una vía más idónea para resolver otros problemas, como pueden ser los que afectan al titular del secreto, a la diferencia entre secreto, notoriedad y descubrimiento y al secreto que versa sobre objeto ilícito. Por lo que respecta al titular del secreto, eludimos la inútil polémica entre las concepciones objetiva y subjetiva para quienes la titularidad del secreto la detentaba quien poseía el conocimiento reserva~o o quien resultaba perjudicado en sus intereses. La cuestión planteada de este modo insatisface, porque crea una figura, la del titular, que carece de interés jurídico. A mi juicio, el titular del secreto no es otro que el titular del bien jurídico protegido, es decir, el sujeto pasivo. En un caso de revelación de secretos que lesionan la intimidad de otro, titular del secreto lo sería aquel cuya intimidad ha sido profanada 36. Un secreto pierde su carácter y se convierte en notorio, no en función del número de personas conocedoras del secreto, cuya determinación cuan36 Vid. BAJO FERNÁNDEZ,M.: Derecho penal económico, cit., pág. 282. PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 113 titativa sería imposible, sino cuando participan del secreto tal número de personas que la adición de alguna otra en el ámbito de conocimiento deja de implicar lesión del bien jurídico protegido 37. Discute la doctrina si cabe él deber jurídico del sigilo cuando el secreto versa sobre objeto ilícito. En otras palabras, si el secreto al que se refiere la leyes tanto el que tiene un objeto lícito como ilícito. A mi entender, la postura generalizada a todos los comportamientos, según la cual los secretos cuyo objeto atente al Derecho o a la Moral no están protegidos, no puede ser mantenida. Una postura de esta índole sostiene ALAMILLOal decir que «no pueden considerarse como secretos meritorios de protección jurídica los intereses inmorales» 38.Pienso, por el contrario, que sólo cabe responder a la cuestión según el bien jurídico protegido en cada norma. Si el descubrimiento del secreto sigue lesionando el bien jurídico protegido, pese a que incide sobre un objeto ilícito o inmoral, no será posible negar su relevancia jurídica. I Es indudable que el deber de mantener el secreto persiste, v. gr., frente al delito de traición del artículo 122, 4, del Código penal, aunque el objeto sea ilícito, si su descubrimiento lesiona la seguridad exterior del Estado. Lo mismo habrá de decirse en los casos en que la ley protege la esfera de intimidad personal, como es el caso de los artículos 497-498 del Código penal y, en general, el artículo 18 de la Constitución. En este sentido, observa CRESPI que la revelación de un hecho contrario a Derecho o a la Moral puede ser idóneo para lesionar el honor, las relaciones familiare o las de comercio, añadiendo que no suele haber interés en mantener reservado un hecho que redunda en propia alabanza y honor 39. De ahí que las sentencias de 5 de diciembre de 1958 y 8 de marzo de 1974 hayan castigado conforme al artículo 497 del Código penal a quienes lesionaron 111esfera de intimidad ajena mediante la apertura de cartas, pese a que en el primer caso eran objeto del secreto las relaciones amorosas, entonces ilícitas, entre un hombre casado y una mujer soltera, y en el segundo estaba referido a expresiones ofensivas para la nación española y su régimen político. En otras ocasiones, el descubrimiento de secretos que versan sobre objeto ilícito, carece de trascendencia jurídica, bien porque tales secretos 37 Vid. BAJO FERNÁNDEZ,M.: Derecho penal económico, cit., págs. 282 y ss. 38 ALAMILLO: «El secreto médico profesionah, en Anuario de Derecho penal, 1950, pág. 85. 39 CRESPI, A.: ob. cit., págs. 32-33. 114 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ carecen de protección (tal sería el caso de una fórmula secreta de adul- teración de alimentos) 40, bien porque concurre una colisión de deberes41. B) El secreto de las comunicaciones El artículo 18 de la Constitución expresamente dispone que se garantiza el secreto de las comunicaciones, poniendo como ejemplos de tales las postales, telegráficas y telefónicas, salvo resolución judicial. La doctrina ha llamado la atención sobre el hecho de que la Constitución garantiza sólo el secreto de las comunicaciones, pero no su libertad. BASILEexplica esta limitación en razón de que en la práctica el riesgo de violación se da casi exclusivamente con relación al secreto y no a otros aspectos de la libertad de las comunicaciones. En definitiva, para BASILE,la libertad de las comunicaciones también se encuentra implícitamente garantizada en el artículo 1842. En la medida en que se entienda incluida la libertad a las comunicaciones, hemos de reconocer que la Constitución otorga una garantía de inviolabilidad, ya que el particular no sólo tiene derecho a que no se conozca el contenido de la comunicación (secreto), sino también a que no se le detenga o intercepte 43. El Derecho positivo completa la garantía constitucional en algún aSpecto, si bien en otros resulta de más corto. alcance. El secreto de las comunicaciones no tiene un reflejo completo en el Derecho positivo, pues si bien el artículo 497 del Código penal castiga el descubrimiento de secretos mediante apoderamiento de cartas y el artículo 192 castiga al funcionario público que detenga, abra o sustraiga cualquier c1ílse de correspondencia privada, no existe referencia alguna al secreto de las comunicaciones telegráficas y telefónicas. Sin embargo, al contrario que en la Constitución, el Código penal garantiza la libertad de las comunicaciones al castigar en el artículo 249 las interceptaciones de las comunicaciones y la correspondencia. El Proyecto de Código penal de 1980 tratará de completar estas garantías, como veremos más adelante. 40 Sobre el secreto industrial del artículo 499 del Código penal, vid. BAJO FERNÁNDEZ,M.: Derecho penal económico, cit., págs. 301 y ss. 41 La sentencia de 22 de marzo de 1962 condenó por delito de descubrimiento de secretos a dos empleados contables por denunciar las anomalías de la contabilidad de su principal a la Hacienda Pública. A mi juicio, este secreto ilícito carece de protección, si bien no es éste el lugar para el estudio del tema, por lo que remito al lector a mi comentario en Anuario de Derecho penal, 1978, págs. 771 y ss. 42 BASILE,S.: ob. cit., pág. 303. 43 Cfr. SERRANOALBERCA,J. M.: ob. cit., pág. 241. . PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 115 Por correspondencia (telefónica, telegráfica, epistolar, etc.) ha de en. tenderse toda comunicación de ideas, sentimientos, propósitos o noticias entre una o más personas determinadas, de forma distinta a la conversación en presencia 44.En consecuencia, la comunicación ha de tener un destinatario concreto y específico, diferenciándose así de las comunicaciones públicas o colectivas que enlazarían más bien con la libertad de expresión 45. Por lo que se refiere a la comunicación postal, hay que tener en cuenta que cuando se trata de garantizar la libertad, es decir, el derecho a no ser interceptado, el artículo. 18 se está refiriendo no sólo a las comunicaciones escritas, sino también a otros envíos postales, como los paque- tes y los giros monetarios 46. La cuestión adquiere un matiz distinto cuando se trata de garantizar el secreto de esa correspondencia postal. En primer lugar, la carta, por ser correspondencia (postal) se caracteriza por tener un destinatario con- creto 47, como ya hemos apuntado. No es necesario, sin embargo, la concreción del remitente cupiendo las comunicaciones anónimas. Si el destinatario es colectivo o indeterminado (misiva dirigida a todos los propietarios de una zona de viviendas) no sería correspondencia epistolar. En segundo lugar, la carta o correspondencia epistolar a efectos de garantizar el secreto, se caracteriza por tener carácter personal. No hay correspondencia postal si, por el transcurso del tiempo, sólo tiene valor retrospectivo, afectivo, coleccionable, histórico, artístico, científico o probatorio 48. Consecuencia de ese carácter personal es la exigencia de que la carta esté cerrada, es decir, que se envíe de forma confidencial o reservada, porque no puede protegerse el secreto de una comunicación, como la llamada tarjeta postal, cuyo contenido el autor no defiende de la indiscreción pública 49. Seguiría protegida en su contenido de secreto, sin embargo, la carta o correspondet1cia epistolar cerrada en origen pero abierta ya por el destinatario. No hay razón para que la correspondencia postal quede limitada a la comunicación enviada por Correo, siendo indiferente la forma en que se 44 ANTOLISEI, F.: Manuale di Diritto penale. Parte speciale, l, 5.a ed., Milano, 1960, pág. 167. 45 ALZAGA, O.: ob. cit., pág. 209. 46 ALZAGA, O.: ob. cit., pág. 209. 47 RIERA AfsA, J.: voz «Carta)), en Nueva Enciclopedia Jurídica, llI, Barcelona, 1951, pág. 698. 48 ANTOLISEI, F.: Manuale, cit., pág. 168. En el sentido del texto discurre el Proyecto Boletín Cortes, 8 de enero de 1982. 49 RIERA AfSA, J.: ob. cit., pág. 699. 9 116 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ haga llegar al destinatario. A efectos de protección del contenido secreto, es indiferente el idioma en que se escriba la carta o si está escrita en lenguaje cifrado, aunque ignore ambos quien trata de lesionar el derecho al secreto so. Cuando se trata de proteger el derecho al secreto, tenemos que referimos a correspondencia epistolar escrita, al contrario del supuesto en que se protege la libertad de la comunicación, en cuyo caso cabe la correspondencia no escrita. En cualquier caso, sería posible incluir también, en materia de secreto, las fotografías enviadas en sobre cerrado 51. En resumen, podemos decir que el secreto protegido en el artículo 18 de la Constitución cuando se trata de comunicaciones postales, va referido a un objeto que denominamos «carta» y que puede definirse como toda comunicación escrita, cerrada, dirigida a destinatario concreto, determinado y existente, de carácter personal, con comunicación de ideas, sentimientos, propósitos o noticias. Un objeto de estas características siempre está protegido en su contenido de secreto. El Tribunal Supremo, manifestando quizá una especial sensibilidad jurídica de protección hacia la carta como comunicación por antonomasia, protección que aparece con profusión en la historia del constitucionalismo y que recogen los artículos 192 y 497 del Código penal, ha sentado la tesis de que «el contenido de una carta particular, sea el que quiera, es por su carácter, secreto, y consiguientemente quien lo comunica a otros, no siendo el destinatario de la carta, divulga secretos ajenos» 52. Esta tesis implica el reconocimiento de que determinados objetos contienen siempre secretos, siendo uno de ellos la carta tal y como la acabamos de definir. Podría decirse, sin embargo, que hay comunicaciones postales (cartas) que no contienen secretos típicos, porque su contenido es notorio o absolutamente baladí y, por tanto, su descubrimiento no lesiona el bien jurídico protegido del derecho a la intimidad. En este sentitio es sugestiva la sentencia de 10 de diciembre de 1908, en cuyos hechos probados no se relata el contenido de la carta, pero se deduce que su contenido era absolutamente baladí. Sin embargo, se lesionó sin duda la intimidad personal por ser carta de una mujer dirigida a un sacerdote que permitió al autor rodear el tema de «cierto misterio, suponiendo en ella concepto que 50 Cfr. problema similar en el delito de revelación de secretos industriales en BAJO FERNÁNDEZ,M.: Derecho penal económico, cit., pág. 307. 51 Cfr. ANTOLISEI. F.: Manuale, cit., pág. 168. 52 Sentencia de 10 de diciembre de 1908. En idéntico sentido sentencias de 19 de junio de 1923 y 8 de marzo de 1974. Aunque no expresamente, opera con la misma tesis la sentencia de 10 de diciembre de 1957. PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 117 no contenía, con el propósito que obtuvo de crear una atmósfera nada favorable, tanto para la señora... como para d párroco». El simple hecho de conocer el contenido de las relaciones de dos personas (aunque las relaciones sean conocidas y el contenido de la carta sea notorio) es suficiente para lesionar su intimidad. En ese sentido, podemos decir que el hecho desconocido (la índole de las relaciones) es secreto digno de protección jurídica. El secreto de las comunicaciones puede ser levantado por medio de resolución judicial, como expresamente establece el artículo 18 de la Constitución. Es preciso advertir, como en otras ocasiones, que esta salvedad no tiene el valor de única excepción. La legítima defensa, d estado de necesidad, d cumplimiento de un deber o d ejercicio de un derecho, pueden excluir también la responsabilidad de quien lesiona la intimidad de otro mediante d descubrimiento de sus secretos. La simple ilicitud del objeto del secreto no es motivo suficiente que faculte a terceros a su revelación. La esfera de intimidad, como ya se puso anteriormente de relieve, sigue siendo digna de protección frente a secretos que versan sobre objetos ilícitos. Algún autor 53 interpreta restrictivamente la expresión «resolución judicial» defendiendo la tesis de que sólo el juez penal puede restringir el derecho al secreto de las comunicaciones. A mi juicio, este entendimiento debería ser más convenientemente fundamentado para que pudiera darse por válido. La Ley de Enjuiciamiento Criminal regula en los artículos 579 y siguientes las limitaciones judiciales dd derecho a la libertad y secreto de las comunicaciones. Habrá que tener en cuenta también las limitaciones que imponen los artículos 55 y 116 de la Constitución (estados de excepción y sitio) y la'Ley Orgánica 11/1980, de 1 de diciembre, que desarrolla el párrafo segundo del artículo 55 de la Constitución. Por lo que respecta a las limitaciones al derecho del secreto en las comunicaciones que pesan sobre los reclusos véanse los artículos 51 y siguientes de la Ley Orgánica General Penitenciaria 1/1979, de 26 de septiembre, y los artículos 89 y siguientes dd Reglamento penitenciario, Real Decreto 1.201/1981, de 8 de mayo. La Ley 21/1978, de 30 de junio, faculta al ministro del Interior a coPceder autorización para la realización de escuchas telefónicas. Esta Ley 53 BASILE, S.: ob. cit., pág. 303. 118 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ ha sido criticada por STAMPA,quien cree que tales facultades deberían de quedar exclusivamente en manos de los jueces 54. C) Las lagunas del Derecho positivo vigente y el Proyecto de Código penal de 1980 a) Los ataques a la intimidad por procedimientos técnicos El desarrollo de la moderna técnica ha hecho muy difícil la defensa de la esfera de intimidad personal frente a ciertos ataques. Dejando aparte el espionaje industrial, que no nos atañe en este momento, podríamos poner como ejemplo cierto periodismo agresivo que, amparado por la coartada del derecho a informar, carece de mecanismos de inhibición ética y, haciendo gala de insensibilidad, lesiona gravemente la intimidad personal. Pues bien, no suelen ser de calumnia e positivo penal en la medida de que estos ataques a la esfera de intimidad lesivos del honor, tal y como se entiende en los delitos injuria, ha de reconocerse la existencia en nuestro Derecho de una laguna. El Proyecto de Código penal trata de colmar esta deficiencia de la legislación vigente castigando en su artículo 198 a «el que, fuera de los casos permitidos por la ley, utilizando aparatos o artificios técnicos, escuchare o grabare las conversaciones privadas de otro»; y en el artículo 199 se castiga a «el que, faltando a las prescripciones legales sobre el uso de la informática, grabare datos relativos al honor o a la intimidad personal o familiar de terceros, o en perjuicio de los mismos manipulare la información legítima o ilegítimamente procesada». El Proyecto de Código penal limita la protección penal a los supuestos de conversaciones privadas e informática. Ya pusimos ,de relieve con anterioridad que otras manifestaciones de la intimidad, como el derecho a la imagen, tienen suficiente protección en el ámbito civil sin necesidad de recurrir a la pena. En cuanto al uso de la informática, nos referiremos a ello más adelante. b) El secreto profesional La doctrina ha reconocido la existencia de una importante laguna en el Derecho penal por lo que respecta al secreto profesional y, particular54 STAMPA BRAUN, de 15 de septiembre J. M.: «Escuchas telefónicas», artículo en el periódico El País, de 1978. PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA' INTIMIDAD 119 mente, al secretO' médicO'55.Indica cierta excepciO'nalidad, ya que el castigO' de la revelación del secretO' prO'fesiO'nales cO'mún en el DerechO' cO'ntinental eurO'peO'. Esta laguna se padece en nuestra legislación penal desde que, inexplicablemente, el CódigO' penal de 1870 excluyera de su ámbitO' el delitO' de revelación de secretO's prO'fesiO'nales que, sin embargO', se recO'gía en lO'sCódigO's de 1822 y 1848. El PrO'yectO'de CódigO' penal de 1980 recO'ge la tradición truncada en 1870, creandO' el delitO' de revelación de secretO's por parte del prO'fesiO'nalen el últimO' párrafO' del artículO' 196, cuYO'tenO'r es el siguiente: «el prO'fesiO'nal que revelare lO's secretos de su cliente, de lO's que tuviere cO'nO'cimientO'pO'r razón de su prO'fesión u O'ficiO',será castigadO' cO'nla pena de suspensión de dicha prO'fesión u O'ficiO'por tiempo de dO's a cuatro añO's». UnO' de los prO'blemas más importantes que plantea la regulación de la prO'tección jurídicO'-penal del secretO' prO'fesiO'nales determinar qué se entiende por prO'fesiO'nala estO's efectO's. NO' se trata sólO' de un prO'blema exegéticO', cO'mO'lO' prueba el hechO' de que trascienda a la O'pinión pública y se discuta cO'n argumentaciO'nes éticas, sO'ciO'lógicasO' deO'ntO'lógicas, si determinadO's prO'fesiO'nales(pO'r ejemplO', lO's periO'distas) quedan O' nO'sujetO's a dichO' deber. Es necesaria sentar las bases, en atención a lO's artículO' 18 y 24, últimO' párrafO', de la CO'nstitución, para un adecuadO' entendimientO' del tema que sirva para cO'rregir falsO's entendimientO's, cO'mO'la extendida O'pinión, sin duda errónea, de que el prO'fesiO'nalsO'metida al deber jurídico-penal de secretO' recibe, a cambio, ciertas prerragativas, cO'mO'quedar dispensadO' de denunciar O' declarar testificalmente ante lO's Tribunales de Justicia O' de revelar ante la Hacienda pública 56. La O'bligación de guardar secretO' impuestO', mO'ral O' jurídicamente, a quien realiza c~rtas actividades, tiene un fundamentO' variada. El sigilO' a que O'bliga la función sacerdO'tal se basa en la libertad de cO'nciencia, el del abO'gadO'en la necesidad de la defensa, el del médicO' en la salud pública, etc. PerO' el mO'tivO'cO'mún a tO'das las prO'fesiO'nes que explica el delitO' de revelación del secretO' prO'fesiO'nal,se puede cO'ncretar en las 55 Cfr. BAJO FERNÁNDEZ,M.: «El secreto profesional en el Proyecto de Código pena!», en Anuario de Derecho penal, 1980, págs. 595 y ss.; DfAZ PALOS, F.: «El secreto médico», en Revista Internacional de Derecho comparado, 1958; DEL TORO MARZAL: «Estudio penal sobre el secreto médico», en Anuario de Derecho penal, 1961; ALAMILLO: «El secreto médico profesiona!», en Anuario de Derecho penal, 1950. 56 Sobre los límites del secreto profesional referido al secreto bancario, vid. BAJo FERNÁNDEZ,M.; Límites, cit., págs. 165 y ss. 120 MIGUBL BAJO FBRNÁNDBZ siguientes consideraciones. De un lado, la defensa de la intimidad como derecho de la personalidad que constituye el bien jurídico protegido. Dado que en la base de toda relación profesional se produce un depósito de confianza por parte del cliente, que da lugar a desvelar aspectos de la vida privada, la obligación de mantener sigilo no es más que la lógica consecuencia de la defensa de la esfera de la intimidad. En segundo lugar, motivo de esta obligación de discreción es la necesidad a que cada uno se ve sometido de recurrir a los servicios profesionales. Esto ocurre, como dice MANZINI,cuando el sujeto no puede obtener el servicio por sí mismo por carencia de conocimientos técnicos, peligrosidad del servicio, imposibilidad natural, prohibición jurídica de proveerse por sí mismo, necesidad de someterse a determinados controles, deberes del culto religioso, etc... 57. En tercer lugar, motiva la obligación de mantener secreto el interés público que, en ciertas profesiones, como la del médico, abogado o sacerdote se acentúa por la alta misión moral encomendada que ha hecho apreciar el secreto, no ya sólo como una carga, sino como un verdadero título de nobleza que explica la reivindicación del secreto por los pro- fesionales más variados como vanagloria y autoestima 58. En este sentido, cita CHAvANNEla pretensión de los veterinarios de someterse al secreto profesional y rehusar la obligación de testificar en los juicios 59. En cuarto lugar, y por último, hay que citar como motivo de la obligación jurídica de sigilo, el interés del propio profesional en mantener la confianza del cliente en el sentido de que su secreto no va a ser revelado. La exposición de estos motivos político-criminales para la elevación a delito de la revelación de los secretos profesionales, cumple la función de servir de base para la determinación del concepto de profesional. Téngase en cuenta que, a pesar de que el concepto de profesional tiene una plural trascendencia jurídica (fiscal, administrativa, procesal, penal, etc.), . no existe en nuestro ordenamiento jurídico una definición legal de profesional. 57 MANZINI,V.: Trattato di Diritto penale italiano, 4.& ed., por Nuvolone-Pisapia, VIII, Delitto contro le persone, Torino, 1964, pág. 957. 58 WAREMBOURG-AuQUB, F.: «Reflexions sur le secret professionnel», en Revue de Science criminelle et de droit pénal comparé, 1978, pág. 238. 59 CHAVANNB, A.: La violation du secret professionnel, voz de Juris-Classeur pénal, 6, 1957, pág. 8, ap. 62. PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 121 A mi juicio, el profesional que debe quedar sometido al secreto bajo garantía penal, es «aquella persona que ejerce públicamente un empleo, facultad u oficio cuyos servicios se requieren por razones de necesidad y que, por su interés público, están jurídicamente reglamentados". De ahí se derivan los siguientes requisitos: 1) Ejercicio de un empleo, facultad u oficio. 2) Ejercicio público jurídicamente reglamentado (investidura pública, y 3) necesidad de requerir tales servicios (confidente necesario). No son profesionales quienes ejercen un empleo, facultad u oficio que no requiere ninguna reglamentación pública o cuyos servicios no obligan necesariamente a prestar confidencias 60. 4. EL uso DE LA INFORMÁTICA Se ha dicho que este párrafo último del artículo 18 es innecesario, como lo sería también una referencia expresa a las limitaciones de las publicaciones escritas, a quienes hacen fotografías o ruedan películas cinematográficas, etc.61, siendo así que todas estas limitaciones ya se encuentran recogidas en el párrafo primero. Probablemente el constituyente sólo quiso hacer en el párrafo último una consideración expresa de algo que ya consideraba implícito en el párrafo primero y, en este sentido, le sobra la razón a quien ha realizado esta crítica de innecesariedad. Pero, en los textos jurídicos suele ocurrir que toda expresión innecesaria adquiere de inmediato un sentido y alcance que no estaba en la mente de su autor. Y esto ocurre también con el párrafo último del artículo 18 de la Constitución, en el que no sólo el derecho al honor y a la intimidad se protegen frente al uso indebido de la informática, sino que se añade algo más: se establece una reserva de ley para limitar el uso de la informática y no se limita al reconocimiento de los derechos, sino también al reconocimiento de su ejercicio 62. I Sea como fuere, hay que reconocer que el hombre moderno no sale de su asombro frente al fenómeno técnico de la informática. «La dimensión cuantitativa de las informaciones que pueden ser almacenadas y transmitidas es de tal magnitud que ha dado lugar a un auténtico cambio cualitativo» 63.De ahí que no sea de extrañar que la referencia al uso de la informática aparezca en las dos Constituciones más modernas (la por60 Un desarrollo y justificación de este concepto secreto profesional., cit., págs. 606 y ss. 61 ALZAGA, O.: ob. cit., págs. 209-210. 62 Así, BASILE, S.: ob. cit., pág. 300. 63 PÉREZ LUÑo, A.-E.: ob. cit., pág. 61. en BAJO FERNÁNDEZ,M.: .EI 122 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ tuguesa y la española) y que el artículo 18 de esta última haga referencia expresa, y no tácita, a ello. Incluso no sería equivocado lamentar la inexistencia de una mejor regulación constitucional de la cuestión. Vivimos una época en que las modernas técnicas electrónicas permiten se cumpla ese desarrollo «magnífico) del poder público sobre el que irónicamente expresaron sus temores GEORGE ORWELLy ALDOUS HUXLEY.En los momentos actuales, un Estado tecnificado o una gran empresa bancaria están en disposición de poder rastrear la intimidad más profunda de una persona mediante la utilización de los llamados «bancos de datosD, en donde podrá encontrar desde sus calificaciones escolares, hasta sus actividades en el curso del servicio militar, sus vinculaciones políticas, sus visitas hospitalarias, sus relaciones económicas, sus vínculos familiares, amistosos o eróticos, sus pretensiones profesionales, sus relaciones epistolares, sus problemas con la policía o con la Hacienda pública, etc... Ante la importancia de la cuestión en defensa de la intimidad personal, resulta más atractiva la disposición del artículo 35 de la Constitución portuguesa, que recoge: 1) un derecho de acceso a las informaciones; 2) un derecho a exigir su rectificación y acutalización; 3) la prohibición de utilizar datos referentes a las convicciones políticas, fe religiosa y vida privada, salvo datos no identificables para fines estadísticos; y 4) la prohibición de la atribución de un único número nacional para cada ciudadano. Nuestra Constitución, por el contrario, sólo contiene una remisión a la ley para limitar el uso de la informática (art. 18) y la concesión de un derecho a los ciudadanos de acceso a los archivos y registros administrativos (art. 105, bY). El derecho a no ver lesionada la intimidad personal mediante el uso indebido de la informática, no queda garantizado penalmerite conforme al Derecho vigente. Sin embargo, el Proyecto de Código penal de 1980 castiga en su artículo 199 a «el que, faltando a las prescripciones legales .sobre el uso de la informática, grabare datos relativos al honor o a la intimidad personal o familiar de terceros, o en perjuicio de los mismos manipulare la información legítima o ilegítimamente procesadaD. En resumen, se trata de castigar la lesión del honor o la intimidad mediante comportamiento de grabar o manipular datos. En la medida en que este precepto del Proyecto se concibe como una norma penal en blanco, de modo que el presupuesto delictivo depende PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD 123 de lo establecido en otra norma (<<faltando a las prescripciones legales sobre el uso de la informática»), no puede aún determinarse el alcance del hecho delictivo. Lo cierto es que este precepto penal del Proyecto puede dar cobertura a los derechos que, relativos a la defensa de la intimidad frente al uso de la informática, se consideren necesarios. Sin embargo, cabe la duda de si el precepto penal cubriría, en su caso, un futuro derecho de acceso a la información y de rectificación y actualización, en el sentido de castigar la obstaculización o incumplimiento de tales derechos. Produce dudas difíciles de salvar determinar, por ejemplo, si la expresión ((manipulare» puede abarcar supuestos de omisión consistentes en no rectificar o no actualizar los datos. En cualquier caso, comparto la observación de PÉREZLuÑo en el sentido de que no debe ser objeto exclusivo de preocupación la defensa individual frente al uso de la informática, sino también ((el control democrático y el ejercicio social de la tecnología informática» 64. III. EL DERECHO AL HONOR El derecho al honor es el primero que se garantiza en el artículo 18 de la Constitución. A nivel legal, el derecho al honor viene reconocido y garantizado por el Código penal, cuyo Título X del Libro II recoge las figuras delictivas de calumnia e injuria. Fuera del ámbito criminal, el artículo 1902 del Código civil ha servido de base para que la justicia civil condenara a diversas formas de indemnización por lesión del honor 65. Los delitos contra el honor son una de las figuras delictivas tradicionales más ajenas a las exigencias de precisión y certeza derivadas del principio de legalidad. Si bien el delito de calumnia descrito en el artículo 453 del Código penal, se presenta como un tipo cerrado, por cuanto la ley describe 4e forma cierta el comportamiento prohibido «((escalumnia la falsa imputación de un delito de los que dan lugar a procedimiento de oficio»), el delito de injurias peca de absoluta falta de precisión (artículo 457: ((es injuria toda 'expresión proferida o acción ejecutada, en deshonra, decrédito o menosprecio de otra persona»). La importancia de esta observación aumenta desde el momento en que los supuestos de atipicidad de la calumnia, por ser veraz la imputación delictiva realizada, pueden reconducirse al delito de injurias. Ahora bien, es necesario reco64 PÉREZ LuÑo, A.-E.: ob. cit., págs. 68 y ss. 65 Vid. SERRANOALBERCA: ob. cit., pág. 235. De lege ferenda cu.enta el Proyecto de ley Boletín Cortes de 8 de enero de 1982. hay que tener en 124 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ nocer que no es posible, en los delitos contra el honor, una descripción más exacta del hecho punible por la enorme circunstancialidad del propio concepto de honor. Prueba de ello es que el meditado Proyecto de Código penal de 1980 no ha considerado oportuno ni necesario modificar la regulación actual de estos delitos. La Constitución no define qué se entiende por honor, y corresponde al intérprete determinar el alcance que el constituyente ha querido dar al honor cuando lo ha convertido en derecho fundamental de la persona. Apunta SÁINZCANTEROque desde un punto de vista cultural, el honor se viene entendiendo como el resultado de un juicio de los miembros de la comunidad sobre el comportamiento de una persona en relación a sus deberes 66.La preocupación del jurista no debe ser tanto el logro de un concepto mejor elaborado, dado que estamos frente a un concepto prejurídico de muy amplios límites, cuanto determinar los límites de la protección jurídica del honor. e La discusión doctrinal en la literatura jurídico-penal se ha movido principalmente en torno a dos opciones, según la distinción de FRANK. A un lado se encontraría la concepción objetiva del honor, que lo define como la representación que del valor o los méditos de una persona tiene la comunidad, y al otro, la concepción subjetiva que hace equivaler honor y auto estima o sentimiento de la propia valía. Quienes se inclinaban por la concepción objetiva del honor tenían que negar protección jurídica cuando el sujeto carecía de reputación social por no haber estimación pública de los valores del individuo o, habiéndola, cuando el ataque al honor se hacía en privado. Estos resultados serían, sin duda, anticonstitucionales, no sólo porque atentan contra la dignidad de la persona como «fundamento del orden político y de la paz social» (art. 10 de la Constitución), sino porque, además, lesiona lo dispuesto , en el artículo 14 de la Constitución, donde se declara la igualdad de los españoles ante la ley, «sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». En la medida en que la estimación pública está en ocasiones en función de las circunstancias personales o sociales del sujeto, hacer depender la defensa jurídica del honor de la existencia o no de la estimación pública, lesionaría lo dispuesto en el artículo 14. 66 Cfr. SÁINZCANTEROI J. A.: «El contenido sustancial del delito de injurias., en Anuario de Derecho penal, 1957, pág. 88. 125 PROTECCIÓN DEL HONOR Y DE LA INTIMIDAD Por otro lado, tampoco es sostenible una concepción subjetiva del honor. En este caso, no se trata tanto de lesionar algún principio constitucional, como de una imposibilidad derivada de la propia naturaleza de las cosas. Proteger jurídicamente la propia auto estima del individuo, sin ulteriores exigencias, conduciría a inundar de bagatelas la actividad judicial criminal 67. La doctrina española ha preferido una posición intermedia, y así SÁINZCANTEROobserva que nuestro Código penal recoge tanto el honor objetivo como el subjetivo: «el honor objetivo se tutela al hablar de la acción ejecutada o expresión proferida en descrédito de otra persona; el honor subjetivo, al decirse deshonra)) 68.Ahora bien, a mi juicio, esta posición intermedia no es útil en muchas ocasiones desde el momento en que el honor objetivo y el subjetivo pueden no coincidir (una prostituta o un marginado con una alta representación de su propia valía, un sujeto públicamente estimado con un enorme autodesprecio personal) y, por otra parte, opera en definitiva con la reputación social, lo que puede conducir a negar protección jurídica al honor por razones que el artículo 14 de la Constitución pro~ De ahí que comparta la opinión de quienes abandonan totalmente cualquier concepción del honor que haga referencia a la estimación de una persona en función del cumplimiento de sus deberes, y conciben el honor como «derecho a ser respetado por los demás; a no ser escarnecido ni humillado ante uno mismo o ante otros. Es un derecho sin el que no se concibe la dignidad inherente a la condición humana, y de ella derivado, con independencia de la capacidad física o psíquica, de la fortuna, raza, religión, posición social o de los méritos o demérito s contraídos con los propios actos» 69. Sólo una concepción como ésta es coherente con lo dispuesto en los artículos 10, 14 y 18 de la Constitución. Se trata de una concepción que parte del corolario de la dignidad humana y del principio de la igualdad de todos ante la ley. Ya había advertido QUINTANOque la valoración ético-social juega un papel importante en el concepto del honor, pero señaló que esta valoración ,tiene que partir no tanto de la posición social, méritos, raza o religión del sujeto, cuanto del simple hecho de ser persona, independientemente de que las circunstancias del hecho y las relaciones entre autor y 67 Cfr. SÁINZ CANTERO, J. A.: ob. cit., pág. 94. 68 SÁINZ CANTERO,J. A.: ob. cit., pág. 99. 69 RODRíGUEZ DEVESA, J. M.: Derecho penal español. 1980, pág. 223. Parte especial, Madrid, 126 MIGUEL BAJO FERNÁNDEZ víctima puedan determinar el grado de ilicitud del comportamiento enjuiciado. Por otra parte, estas necesarias valoraciones no deben obedecer exclusivamente a consideraciones éticas, porque ciertas virtudes morales pueden ser altamente injuriosas, como, por ejemplo, atribuir esplendidez a un banquero o calificar de virgen a una mujer casada 70. El respeto al honor es uno de los límites (art. 20, 4) de la libertad de expresión y de la libertad de cátedra. 70 QUINTANa, A.: Tratado, cit., pág. 1148.