autor : Mario Ortiz El bosque de signos Mataderos y catedrales Persistencia retiniana de algunas imágenes: las negras y la carne Como todos saben, un texto fundacional de la literatura argentina –“El Matadero” de Esteban Echeverría– se funda en la violencia y el desprecio hacia los sectores populares. Con mucho asco, describe la escena del faenado y la pelea entre los carniceros y las negras que intentaban aprovechar lo que podían. Cito: -Ahí se mete el sebo en las tetas, la tía -gritaba uno. -Aquél lo escondió en el alzapón -replicaba la negra. -Che, negra bruja, salí de aquí antes de que te pegue un tajo -exclamaba el carnicero. -¿Qué le hago, ño Juan? ¡No sea malo! Yo no quiero sino la panza y las tripas. -Son para esa bruja: a la m... -¡A la bruja! ¡A la bruja! -repitieron los muchachos-: ¡Se lleva la riñonada y el tongorí! - Y cayeron sobre su cabeza sendos cuajos de sangre y tremendas pelotas de barro. Hacia otra parte, entretanto, dos africanas llevaban arrastrando las entrañas de un animal; allá una mulata se alejaba con un ovillo de tripas y resbalando de repente sobre un charco de sangre, caía a plomo, cubriendo con su cuerpo la codiciada presa. En 1883 Simón Gastón Sansinena, asociado con capitales británicos, instaló en Avellaneda un matadero y grasería que con el tiempo después se llamó Compañía Sansinena de Carnes Congeladas, que elaboraba los conocidos productos "La Negra". Más tarde, Sansinena compró a Ernesto Tornquist 2.000 hectáreas en cercanías del “Fortín Cuatreros" (hoy General Cerri) y en 1903 inauguró su planta frigorífica (a partir de 1952 se conocería como la planta “C.A.P. Cuatreros”). Imagino a Echeverría mirando esta lata de jamón cocido. antigua lata de jamón cocido Entre las galletitas y los diablos Me propuse investigar el origen de la marca “Lincoln” aplicado a las famosas galletitas de Terrabusi. No encontré gran cosa, salvo que se trataría no tanto de un nombre comercial sino de una tipo de galletita (de las llamadas shortcake). La fábrica escocesa Mc Vitie’s produjo unas variantes de Lincoln con su clásica trama de puntos pero redondas, cuyas imágenes pueden verse en la web. No parece tener mucha referencia con el presidente yanki Abraham Lincoln, sino más bien con la ciudad inglesa. La catedral de Lincoln fue terminada definitivamente en 1.185. Sobre el capitel de una de las columnas cercana al crucero existe una pequeña escultura de un duende o diablito sentado con las piernas cruzadas. Es el Lincoln Imp (duende de Lincoln) y encierra una maravillosa leyenda popular que se remonta al siglo XIV. Dos duendes fueron enviados por el Diablo para causar molestias en la tierra. Llegaron a Lincoln y comenzaron a volcar sillas y mesas y a incomodar al obispo. Un ángel salió de un libro de himnos y los enfrentó. Uno de los duendes se acobardó y se escondió bajo una mesa, pero el otro subió a una columna y le arrojó objetos al ángel. Entonces éste lo transformó en la figura de piedra que se puede ver hoy, dando una oportunidad a su compañero para que escapase y no hiciese más mal. Estos son los fenómenos que encierra el lenguaje: la deriva del significante, el recorrido sobre la trama de las palabras, el juego de las homonimias nos llevan de las dulzuras crocantes a historias de seres sobrenaturales. Las palabras también son esas criaturas que se levantan de los libros y dejan sus marcas en el mundo, historias que pasaron de boca en boca como palabras-galletitas, textos escritos en la piedra. el diablo de la catedral de Lincoln (Actualización julio - agosto 2013/ BazarAmericano)