_ LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES Y EL CAMBIO NORMATIVO EN ANDALUCÍA _ PROVINCIAL COUNCILS AND THE REGULATORY CHANGE IN ANDALUSIA Alfonso Yerga Cobos Profesor asociado de Derecho Constitucional Universidad "Pablo de Olavide" de Sevilla sumario//summary 1 DE CÓMO HEMOS LLEGADO AL ESCENARIO PREVIO / ON HOW WE REACHED THE PREVIOUS SCENE 2 EL ESCENARIO QUE DIBUJAN LAS DOS NUEVAS LEYES / THE SCENE OUTLINED BY THE TWO NEW LAWS 3 LOS TEMAS PENDIENTES / UNRESOLVED ISSUES 153 NUEVAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Anuario multidisciplinar para la modernización de las Administraciones Públicas LA ADMINISTRACIÓN LOCAL RENOVADA DE ANDALUCÍA resumen//abstract Las Diputaciones provinciales se han convertido en un tema recurrente por cuanto se ha puesto en cuestión tanto su funcionalidad como su propia necesidad. Las leyes recién aprobadas en la Comunidad Autónoma de Andalucía brindan la oportunidad para reflexionar sobre el sentido y alcance de las mismas y sobre la posición que se deduce de ellas para las Diputaciones provinciales. El desafío al que deben responder las leyes que, regionalmente, afecten a los entes locales de la Comunidad Autónoma es dar una respuesta a la demanda de gobernabilidad del territorio en términos que, efectivamente, sigan avanzando en la cohesión y el equilibrio territorial. No deja de sorprender el tratamiento que se da a las Diputaciones en la Ley 6/2010, ya que, al aplauso que debe suscitar la participación municipal en parte de los ingresos autonómicos y que el beneficio lo sea de manera incondicionada, debe acompañar la certidumbre de que, en la práctica, contribuirá a reducir la importancia del papel de las Diputaciones. Provincial Councils have become a recurrent topic since both its functionality and need have been questioned. The new Andalusian laws give the opportunity to reflect, firstly, on the sense and reach of these laws as well as, and more specifically, on the position deduced for Provincial Councils. The challenge the laws which may affect the Andalusian Autonomous Region local entities must respond to the request for territory governability in such a way that they allow their progress regarding territorial cohesion and balance. It is still surprising the way the Provincial Councils are dealt with in the Law 6/2010 since, to the praise caused by municipal participation in a part of the autonomous income and the fact that these benefits would have unconditional character, it must be added the certainty that, in practice, it will contribute to reduce the importance of the role of Provincial Councils. “...es perfectamente inútil cansarse pidiendo nuevas reglas o delineando escenarios imaginarios de radicales transformaciones estructurales si, después, ese poco que ya se ha innovado no halla terreno fértil para echar raíces”1 1 DE CÓMO HEMOS LLEGADO AL ESCENARIO PREVIO 1.1.- El mundo local en nuestro país ha estado presidido por diferentes realidades singulares: por un lado, y desde la perspectiva del territorio, el creciente proceso de urbanización vivido2; por otro, el desarrollo del sistema institucional en torno a esas ciudades. Sin embargo, y sería la tercera realidad a señalar, no puede decirse que el marco normativo de aplicación haya evolucionado a la par. Al menos si atendemos a determinados principios de referencia –subsidiaridad, autonomía, corresponsabilidad fiscal,...– y a las propias demandas de quienes han ocupado puestos de responsabilidad en el gobierno de los asuntos municipales. Bastaría remitirse a las reivindicaciones de mayores recursos presupuestarios, con especial énfasis en las transferencias desde las otras Administraciones, para ejemplificar la afirmación anterior; pero también podríamos mencionar cuestiones como el sistema de elección de alcaldes o el desarrollo de fórmulas 1 Luciano Vandelli: ALCALDES Y MITOS. SÍSIFO, TÁNTALO Y DAMOCLES EN LA ADMINISTRACIÓN LOCAL. Madrid, Fundación Democracia y Gobierno Local/Centro de Estudios Politicos y Constitucionales, 2006. Palabras Clave: - Mundo local. - Gobernabilidad. - Territorio. - Diputaciones. - Autonomía financiera. ESTUDIOS 154 Key Words: - Local world. - Governability. - Territory. - Provincial Councils. - Financial autonomy. 2 Véase los diferentes trabajos que, al respecto, viene publicando la Fundación BBVA (LA POBLACIÓN EN ESPAÑA: 1900-2009. Número 51 de la colección Cuadernos de Población, marzo de 2010; que actualiza la información de otros como 'ACTIVIDAD Y TERRITORIO. UN SIGLO DE CAMBIOS', publicado en 2007 y del que son autores principales Francisco J.Goerlich Gisbert y Matilde Mas Ivars). LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES Y EL CAMBIO NORMATIVO EN ANDALUCÍA Alfonso Yerga Cobos de gobierno del territorio que superen la actual planta municipal en consonancia con el crecimiento de las aglomeraciones metropolitanas. No cabe duda de que estas cuestiones podrían interrelacionarse haciendo mención a que, en definitiva, de lo que estamos hablando es de la posición de lo local en un Estado autonómico permanentemente en desarrollo. 1.2.- Y en ese contexto, las Diputaciones provinciales se han convertido en un tema recurrente por cuanto se ha puesto en cuestión tanto su funcionalidad como su propia necesidad. Su consideración en las sucesivas reformas que se han planteado desde los poderes legislativos ha ido enfatizando que la respuesta a esa cuestión debía hacerse desde la perspectiva política para, finalmente, articularla normativamente, fuese cual fuese la opción que se acordase. Ahora, las leyes recién aprobadas en la Comunidad Autónoma de Andalucía 3 brindan la oportunidad para reflexionar, en primer lugar, sobre el sentido y alcance de las mismas, así como, de manera específica, sobre la posición que se deduce de ellas para las Diputaciones provinciales. 1.3.- Con la perspectiva del tiempo transcurrido en la historia reciente de la Administración local española, una vez que el nuevo ciclo democrático echa a andar, las modificaciones legislativas que hemos vivido conocen dos grandes momentos. Por un lado, la década de los ochenta del siglo pasado con la elaboración de las dos grandes normas que afectan al ámbito local, tanto en lo que hace a competencias y servicios como en lo que se refiere a su hacienda, y que establecen un marco normativo que, lógicamente, también es político, al definir unos principios rectores y, sobre todo, fijar unas reglas del juego. Y, por otro, ya a principios del siglo XXI, cuando, tímida- mente, intenta darse una respuesta a la realidad evidente de que el mundo local no podía verse de manera homogénea y las grandes ciudades requerían un tratamiento singular. En cierto sentido, ese momento es el reconocimiento de la necesidad de respuestas, no sólo a las demandas de los operadores institucionales afectados, sino, y sobre todo, al cambio profundo que se había producido en nuestras ciudades y la necesidad de acompasar la norma a esa realidad. Pero, como era de prever en un Estado como el español, instalado en un acusado proceso de cambio y transformación, a la par que todo el aparato institucional iba renovándose o apareciendo de nueva planta, toda su arquitectura legislativa vivía el mismo proceso, lo cual, de una u otra manera, iba afectando al día a día de los gobiernos locales. De eso modo iban apareciendo reivindicaciones desde el ámbito local que reclamaban un encaje legislativo que le diese la institucionalidad que garantizase su continuidad y mejora en el tiempo. Así, van surgiendo, por un lado, el denominado “Pacto Local” y, por otro, multitud de impulsos políticos bajo la forma de proyectos y programas de políticas públicas, al haberse convertido el mundo local en el mejor laboratorio de pruebas para el desarrollo del Estado del Bienestar. Pero mientras en las políticas sociales los gobiernos locales van paulatinamente convirtiéndose en una prolongación de las agendas institucionales de otras Administraciones, los grandes temas, como el peso porcentual en el gasto público del Estado4, van quedándose aparcados y convirtiéndose en temas pendientes. Y, como un proceso inherente a lo antes apuntado, las Comunidades Autónomas van precisando su papel en la descentralización del Estado, ganando unas posiciones que los convierten en los verdaderos protagonistas del Estado del Bienestar5, y, por la vía de los hechos, ejerciendo esa 3 Ley 5/2010, de 11 de junio, de Autonomía Local de Andalucía (LAULA en lo sucesivo) y Ley 6/2010, de 11 de junio, reguladora de la participación de las entidades locales en los tributos de la Comunidad Autónoma de Andalucía. 4 En este caso, es necesario recordar que lo importante no es el debate nominal de cuánto es el porcentaje, sino de cuánto significa el porcentaje en razón a los servicios públicos que se prestan. 5 Aunque se haya reiterado, conviene recordar la evolución desde un porcentaje inicial mínimo al inicio de los ochenta del siglo pasado en la distribución del gasto público español hasta el casi 40% en el que se sitúa actualmente el de las Comunidades Autónomas y contrastarlo con el, casi, permanente 13% de la Administración Local durante el mismo período de tiempo. ESTUDIOS 155 NUEVAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Anuario multidisciplinar para la modernización de las Administraciones Públicas LA ADMINISTRACIÓN LOCAL RENOVADA DE ANDALUCÍA parte de la bifrontalidad que afecta a los gobiernos locales en lo que hace a establecer reglas del juego. De eso modo, paulatinamente han ido las Comunidades Autónomas haciendo el traje normativo del alcance de la autonomía local a punto para dar el gran salto de lo que puede ser la interiorización del régimen local por parte de aquéllas. 1.4.- Si esta cuestión la vemos desde la perspectiva de Andalucía, nos encontramos que, en paralelo a lo que es el discurso reivindicativo que introduce la I Asamblea Extraordinaria de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP)6, la Junta de Andalucía comenzó a moverse en la línea de responder a las peticiones de los gobiernos locales enmarcadas en el “Pacto Local”7. De ese modo, se convirtió en pionera al establecer un marco de acuerdo y avanzar un desarrollo de medidas. Era obvio que esa ventana de oportunidad daba pie a elevar el nivel de la respuesta en razón de esas necesidades: se necesitaba un nuevo marco normativo que, por un lado, encajase, aunque sólo fuese en clave de cooperación, con el desarrollo de las competencias autonómicas y, por otro lado, que diese forma a lo que el modelo constitucional prefijaba8 a las Comunidades Autónomas en la vida de los gobiernos locales. Pero el proceso político no fue acompañado del proceso legislativo o, dicho de otra manera, la política no pudo convertirse en norma. De hecho, el discurso que en su momento el Consejero de Gobernación planteó9 de una relación entre la Junta de Andalucía con los gobiernos locales de la Comunidad –consistente, de manera general, en que no fuese a remolque de los acontecimientos y que, consecuentemente, se predicase de una estrategia–, fue pronto frenado, precisamente, por la tensión no resuelta acerca del papel de los entes locales en el Estado autonómico, algo que el comportamiento departamental de las distintas Consejerías revelaría. Baste recordar cómo una iniciativa10 que apostaba por la descentralización, por un lado, y mayor poder de asociación a los propios gobiernos locales, por otro, no consiguió superar el Consejo de Gobierno para que pudiese convertirse en anteproyecto de ley, revelando claramente, más que un problema de negociación entre diferentes intereses de las Consejerías afectadas, un problema de visión acerca del referido papel. En este sentido, tal hecho vendría a ser paradigmático de lo que, en términos generales, estaba ocurriendo en el conjunto del Estado: tanto el nivel central como el regional eran conscientes de que había reivindicaciones, que en su momento se reputaron como justas, procedentes de las entidades locales pero no era posible encontrar el encaje para atenderlas11. 6 La Coruña, noviembre de 1993. 7 Consejo de Gobierno del 13 de abril de 1999, donde la Consejera Carmen Hermosín presentó el documento de “propuestas para el desarrollo del Pacto Local” 8 Baste recordar el artículo 142 de la Constitución española. 9 Véase, por ejemplo, en el Diario de Sesiones del Parlamento de Andalucía (DSPA 87/VI LEGISLATURA. 12 de septiembre de 2002. Página número 5367 y siguientes) la interperlación 6-02/I-000026, relativa a la política general en materia de Administración Local que realizó el Partido Popular al Consejero de Gobernación Alfonso Perales Pizarro. 10 La denominada, en su momento, “ley de cooperación territorial”, cuyo fundamento puede encontrarse en la siguiente afirmación del entonces Consejero de Gobernación: “...nuestra respuesta a los debates comarcales o supramunicipales...es buscar fórmulas de carácter voluntario con el fin de que los ayuntamientos decidan libremente sobre la necesidad de formar territorios funcionalmente coherentes”. Alfonso Perales Pizarro: COOPERACIÓN Y DESCENTRALIZACIÓN EN ANDALUCÍA. PROPUESTA PARA UNA RESPONSABILIDAD COMPARTIDA. Anduli: Revista andaluza de ciencias sociales. Número 1, 2002 (páginas 9 -20). Página 16. 11 Resulta interesante recordar, en línea con lo anterior, y mezclado con las diputaciones la valoración que, a partir de sus declaraciones, y cuando ya no era Consejero, hizo el periódico EL PAÍS el 2 de octubre de 2004 (firma la noticia Pedro Espinosa): “El Consejo Municipal del PSOE había apostado en su reunión constitutiva por despejar cualquier posición dubitativa sobre el mantenimiento de las diputaciones. Una postura que contrasta con la mostrada en la anterior legislatura por Perales, quien llegó a aprobar el anteproyecto de una ley que preveía hasta nueve fórmulas de coordinación entre municipios. Ayer, Perales reconocía que "quizás" sus planteamientos de entonces fueran "demasiado avanzados", pero negó que la estrategia socialista sea ahora diametralmente opuesta a la suya. "No ha sido un pendulazo. El Consejo Municipal reconoce el papel de las diputaciones y yo nunca abogué por su desaparición". ESTUDIOS 156 LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES Y EL CAMBIO NORMATIVO EN ANDALUCÍA Alfonso Yerga Cobos 2 EL ESCENARIO QUE DIBUJAN LAS DOS NUEVAS LEYES 2.1.- A la hora de analizar, desde una perspectiva politológica, unas normas hay que comenzar por un análisis de contexto; es decir, qué se les debería pedir en razón de las necesidades detectadas y de las posiciones existentes por parte de los operadores. Es evidente que esto remite, a su vez, a cuestiones tales como cuál es la posición de los partidos políticos al respecto, quién define esas necesidades, cómo es la memoria institucional con la que contamos, cómo es la demanda expresada, si es el caso, por la ciudadanía, … Se trata, en definitiva, de darle un contexto de agenda pública a la ley a fin de que, efectivamente, sea una respuesta a algo y no meramente un ejercicio de rutina legislativa que, en definitiva, no venga a aportar nada. Como nos recuerda Virgilio Zapatero, el arte de legislar comporta unas condiciones previas si queremos huir de leyes bajo sospecha12. Con esas premisas, creo necesario subrayar algunos hitos que, para mí, actúan de manera explicativa hasta llegar a la situación actual en Andalucía, y que van prefigurando un modelo, y sirven de contexto para argumentar las consideraciones posteriores. 2.2.- Así, convendría recordar cómo, en marzo de 2001 se entregó a la Comisión Ejecutiva de la Federación Andaluza de Municipios y Provincias (FAMP) un documento, titulado “Medidas para el desarrollo de la cooperación municipal en Andalucía”, que suponía el punto de partida para un proceso de negociación que, bajo el marco del denominado “Pacto Local”, cubriese tanto las expectativas de los entes locales andaluces como el compromiso del gobierno regional con el proceso de descentralización en Andalucía. Este documento venía a concretar el que en el anterior mandato, con fecha de abril de 1999, había sido utilizado como un primer intento de negociación. En los meses posteriores, por parte de la FAMP se procedió, en algunos apartados (Comisión de Servicios Sociales, Comisión de Medio Ambiente, Comisión de Deportes, Comisión de Urbanismo, Comisión de Promoción Económica y Comisión de Recursos Hidráulicos), a responder al referido documento, en términos generales de manera positiva, expresando la voluntad de avanzar en el referido proceso de descentralización competencial. Con posterioridad13, la Junta de Andalucía solicitó a la FAMP la constitución de un equipo de trabajo estable encargado de, a partir del documento remitido en su momento a esa asociación, concretar los ámbitos funcionales susceptibles de ser descentralizados, tasar los costes que comportarían para las Administraciones afectadas y establecer los instrumentos de descentralización pertinentes. La posición de la Consejería de Gobernación, responsable del desarrollo de la negociación con la FAMP, era, por un lado, plantear que el tema de la financiación –dado los intentos de reducir el tema a ese estricto aspecto– era una cuestión que desbordaba el ámbito competencial autonómico y que, consecuentemente, debía remitirse a los eventuales acuerdos que al respecto se adoptasen a nivel del Estado. Y, por otro, ofertar a la FAMP un procedimiento de negociación que, a partir de aquellas comisiones de la misma que se habían manifestado acerca del documento que se les propuso, permitiera avanzar en la concreción de las propuestas que en el mismo se contenían y en los aspectos a tener en cuenta en lo tocante a la materialización de una eventual descentralización de la competencia. En paralelo, la Consejería de Gobernación había desplegado un paquete de iniciativas de cooperación municipal14 en el 12 “Posiblemente la redacción propiamente dicha de un texto normativo no requiere tanto tiempo ni esfuerzo para un redactor experimentado como los trabajos previos. Y entre éstos, la determinación de los objetivos que se persiguen es el primero y más importante”. Virgilio Zapatero: EL ARTE DE LEGISLAR. Navarra, Editorial Aranzadi, 2009. Página 245. 13 24 de septiembre de 2002. 14 Véase el LIBRO BLANCO DE LA ADMINISTRACIÓN LOCAL EN ANDALUCÍA. Consejería de Gobernación, Junta de Andalucía, 2002. ESTUDIOS 157 NUEVAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Anuario multidisciplinar para la modernización de las Administraciones Públicas LA ADMINISTRACIÓN LOCAL RENOVADA DE ANDALUCÍA entendimiento de que lo estaba en juego es lo que tendría que ser lo que con intencionalidad mediática se denominó “el municipalismo del siglo XXI”. Pues bien, ya en esos momentos el tema Diputaciones provinciales no estaba sobre la mesa; obviamente cualquiera podría pensar que porque no había motivos para que tal cosa ocurriese. Sin embargo, a la vez que nadie cuestionaba públicamente su papel, nadie planteó la pertinencia de que jugase un papel activo en el proceso negociador. En otras palabras, en esas circunstancias, se estaba conviviendo con un modelo institucional que se había movido, entendiendo por tal el existente hasta finales de la década de los noventa del siglo pasado. En ese modelo, las diputaciones provinciales jugaban un papel singular en la, por seguir la expresión que se emplea en la LAULA, comunidad política local15. Ahora ya no. 2.3.- ¿Qué había ocurrido? Sin duda, que el escenario de partida había cambiado; ni la realidad social y económica era la misma, ni la percepción de los operadores institucionales igual. Y, por tanto, los desafíos diferentes. Los intentos que en la etapa del Ministro Jordi Sevilla se hicieron por avanzar en la modificación de las bases del régimen local quedaron en el aire, pero, creo, respondían a una firme voluntad de dar respuesta a las nuevas necesidades. El esfuerzo que se ha hecho desde Andalucía es loable, pero, desde la perspectiva de las Diputaciones provinciales, su papel como actor ya había cambiado y eso es demasiado perceptible: cuando comienza a hablarse de modificaciones legislativas del ámbito local, las Diputaciones ya se habían convertido en un problema16. Cuando se hace el análisis comparado por las diferentes Comunidades Autónomas nos encontramos con que el mundo local, en clave política, ya no es mínimamente homogéneo y que es difícil mantener posiciones únicas desde la perspectiva estatal17. Con desigual nivel de desarrollo desde el nivel autonómico, nos encontramos con que los problemas no son normativos, sino políticos, pero las respuestas deben ser políticas y normativas. Me estoy refiriendo a áreas metropolitanas, al sistema de elección de alcaldes, a la racionalización del mapa municipal, a la reforma de las Administraciones en un contexto de crisis económica,... 2.4.- En estos momentos, si intentamos situarnos en cuál era la situación política previa a las nuevas leyes, nos encontramos con la misma pregunta, es decir, definir cuál es el desafío al que hay que responder en Andalucía. ¿Lo es de organización del territorio? ¿Los es de definición de servicios a prestar? ¿Lo es de coordinación con la Junta de Andalucía? Cada una de esas cuestiones remite, obviamente, a una visión previa de cómo deben ser las relaciones intergubernamentales en Andalucía. En mi opinión el desafío a la hora de abordar un proceso normativo que afecte al mundo local sigue siendo, precisamente, la superación de la ordenación del territorio, como ejercicio de articulación viaria y de comunicación física, posibilitando el gobierno del territorio. Lo cual nos lleva al aprendizaje de la cooperación territorial. Es decir, la contribución entre todos para una nueva definición de la gobernabilidad de los territorios que contemple, por un lado, la cooperación con la Junta de Andalucía y, por otro, la relación con las restantes entidades locales. Por tanto, avanzar hacia un modelo de 15 Ver la Exposición de Motivos de la Ley. Esta expresión, sin duda comprometida con el mundo local, es más afortunada en la forma que en el acierto a la hora de reflejar la realidad de los entes locales que deben integrarla ya que mientras unos tienen problemas políticos propios de instituciones legitimadas –los ayuntamientos, por ejemplo– otros –caso de las diputaciones provinciales- tienen problemas de reconocimiento social y de puesta en cuestión de su legitimidad, como indicaré posteriormente. 16 Véase, por ejemplo, la proposición de Ley, 122/000206, de modificación de la Ley 7/1985, sobre racionalización del régimen de las Diputaciones Provinciales, presentada por el Grupo Parlamentario Mixto en el Congreso de los Diputados (Boletín Oficial de las Cortes Generales, Congreso de los Diputados, IX Legislatura, de 5 de marzo de 2010, número 230-1, páginas. 17 Comarcalización en Aragón, veguerías en Cataluña, ... ESTUDIOS 158 LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES Y EL CAMBIO NORMATIVO EN ANDALUCÍA Alfonso Yerga Cobos gobierno del territorio que sea acorde con los grandes flujos –de personas, de mercancías, de información,...– que en el momento presente marcan las pautas del comportamiento social y económico. Si ése es el desafío, es posible que, a pesar de que pueda parecer un planteamiento fundamentalista, innovar legislativamente no tiene que implicar mejorar; es más, puede que hayamos hecho un ejercicio, sin duda plausible, pero en términos de las necesidades reales, prescindible. Porque, traducido al ámbito que tratamos, el desafío significa contemplar un esquema de entidades que actúen sobre el territorio con una eficacia, una eficiencia y una economía en la actividad pública que impidan la duplicidad de actuaciones cuando no la competencia entre las mismas. Y esto, que es válido desde la perspectiva interadministrativa, debe ser completado con la apuesta por parte del Gobierno regional de aquellas iniciativas que, con una clara vocación supramunicipal, den una respuesta más eficaz y eficiente a las demandas ciudadanas. Dicho de otra manera, el desafío al que deben responder las leyes que, regionalmente, afecten a los entes locales de la Comunidad Autónoma es dar una respuesta a la demanda de gobernabilidad del territorio en términos que, efectivamente, sigan avanzando en la cohesión y el equilibrio territorial. Dado que estos dos ejes de política pública no pueden alcanzarse sólo vía inversiones públicas, sino que se requiere un compromiso de los agentes que intervienen en el territorio y unos mecanismos de cooperación entre Administraciones que faciliten ese compromiso. En este sentido, por parte de los entes locales debe haber, a su vez, el compromiso con su territorio de puesta en marcha de los instrumentos que repercutan de manera indefectible en una mejora de las condiciones sociales y económicas del mismo. Es decir, corresponde a los propios gobiernos locales la determinación de la puesta en marcha de iniciativas de cooperación, y al gobierno regional actuar como agente facilitador para que tengan lugar. 2.5.- Pues bien, creo que esas premisas no se contemplan en las leyes aprobadas, en las que se ha situado la reforma del Estatuto de Autonomía como el punto de inflexión en la garantía y protección de la autonomía local18, lo cual se convierte en el eje central de la misma. Tal hecho, en su desarrollo, se aleja de los temas estructurales que afectan, en el caso de las Diputaciones, a su realidad actual –fundamentalmente competencias y sistema electoral– ya que, de partida, hay una determinación de ámbito al no estar en la esfera de potestad legislativa de la Comunidad. Alabando el esfuerzo que se ha hecho por intentar avanzar en clarificar y adecuar el marco normativo a necesidades actuales, creo que la respuesta debería haber venido de las reflexiones previas que la propia Consejería había realizado y no tanto en un planteamiento que, en términos políticos, no creo que nos mueva de la posición en la que nos encontrábamos. Desde la perspectiva de las Diputaciones provinciales, la ley tiene forzosamente que mirarse en su antecedente, específico en este caso, que constituye la Ley 11/1987 que regula las relaciones entre la Comunidad Autónoma de Andalucía y las Diputaciones provinciales de su territorio y que hablaba claramente de articulación competencial y de relaciones interadministrativas como objetivo primordial 19. Es cierto que aquella ley ya situaba el espacio preferente de actuación en la garantía de la prestación de los servicios municipales en las entidades locales de población inferior a los 20.000 habitantes20. Ésta, por su parte, incardina21 a las Diputaciones en la organización territorial de Andalucía y las incorpora a la comunidad política local, algo que, en el artículo 6, se indica que debe ser tomado en su conjunto a la hora de determinar las 18 Ver la Exposición de Motivos de la LAULA. 19 Ver la Exposición de Motivos de la Ley 11/1987. 20 Artículo 6 de la Ley 11/1987, de 26 de diciembre. 21 Artículo 3. ESTUDIOS 159 NUEVAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Anuario multidisciplinar para la modernización de las Administraciones Públicas LA ADMINISTRACIÓN LOCAL RENOVADA DE ANDALUCÍA competencias locales. Se dedica la Sección 3ª del Capítulo II a las competencias22 de la Diputaciones provinciales, que se subdividen en competencias de asistencia a los municipios, asistencia técnica de la provincia al municipio, asistencia económica de la provincia al municipio, asistencia material de la provincia al municipio y competencias materiales de la provincia23 intentando, creo, resolver una cuestión limitada por la legislación superior: la práctica ausencia de competencias materiales que tienen las Diputaciones y que determina su posición como institución al no clarificar cuál deba ser su misión. 2.6.- Resulta destacable la posición de presidente de la FAMP al valorar el tratamiento que la LAULA da a las Diputaciones provinciales, al considerar 24 que tienen, a partir de la aprobación de la LAULA, un papel "mucho más claro" que en el resto del país. Hizo estas declaraciones al hilo de la reflexión que había lanzado el vicesecretario general del PSOE, José Blanco, sobre si tiene sentido que existan las Diputaciones. "Sin duda, hay una situación distinta en Andalucía que en el resto de las autonomías, puesto que existe una nueva Ley de Autonomía Local que se ha elaborado sabiendo cuál es la realidad de las diputaciones y de los municipios andaluces y, en este sentido, la norma ha contemplado como una sola comunidad local la suma de los municipios y de las diputaciones", afirmó, sin precisar algo más concreto acerca de la tal comunidad política. A su juicio, las reflexiones del vicesecretario general del PSOE "están en la cabeza de todas aquellas personas con experiencia local", apuntando que en Andalucía, afortunadamente, hay un camino abierto sobre el papel que deben jugar las Diputaciones 25.Añadió que, desde esa óptica, la LAULA contempla el reconocimiento de competencias a todos los municipios, con independencia de su tamaño, y potencia a las Diputaciones como entidades que complementan a los municipios, modalidad que no concretó. Eso sí, reconoció que antes de la LAULA había una situación de cierto "limbo jurídico en todo lo local tanto en materia de municipios como de diputaciones". Lejos queda, por tanto, aquella afirmación del Informe de la Comisión de Expertos sobre Autonomías que sostenía que “...nada avala el que se pueda prescindir o no utilizar profusamente los servicios administrativos de las Diputaciones provinciales, que deben sostener el peso principal de la acción pública en el marco de cada Comunidad autónoma” 26 o esta otra igualmente rotunda: “Las Diputaciones deben quedar convertidas en el escalón administrativo intrarregional básico: es preciso fortales sus servicios, dotarlas mejor, integrar en su organización los servicios periféricos de que se ha de desprender la Administración del Estado...”27. Posiblemente, el Informe de la Comisión de Expertos sobre Autonomías llevaba toda la razón en 1981 para defender ardientemente que las Diputaciones deberían de ser las administraciones periféricas de las Comunidades Autónomas. Entre el Estado y los municipios solo hay espacio para una administración y era lógico optar por la que tenía una experiencia de más de ciento cincuenta años y una eficacia probada más que aceptable. Pero el tiempo no sólo no ha dado buena cuenta de sus recomendaciones, sino, 22 Artículos 11 al 15. 23 Que lo serán en las siguientes materias: carreteras provinciales, los archivos de interés provincial y los museos e instituciones culturales de interés provincial. 24 Recogido por EUROPA PRESS, Sevilla, 7 de junio de 2010. Los entrecomillados son de la agencia de noticias. 25 Algo que, hasta donde sé, no especificó. 26 INFORME DE LA COMISIÓN DE EXPERTOS SOBRE AUTONOMÍAS. Centro de Estudios Constitucionales. Colección Informe, número 32. Madrid, 1981. Página 66. 27 Idem, página 28. ESTUDIOS 160 LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES Y EL CAMBIO NORMATIVO EN ANDALUCÍA Alfonso Yerga Cobos como es conocido, las ha puesto en cuestión. Todas las nuevas Autonomías no sólo se dotaron de sus propios servicios periféricos nada más dar sus primeros pasos, sino que lejos de fortalecer a sus Diputaciones el desarrollo de la Administración autonómica las ha ido debilitando. La explicación podría buscarse en la lógica de las burocracias nacientes que deben reflejar la necesidad que tienen las nuevas élites políticas de hacerse visibles para su ciudadanía y de no verse mediatizados por otras instancias si jerárquicamente, en términos de competencias, no es necesario. 2.7.- Así las cosas, treinta años después de la creación del Estado autonómico, las Diputaciones de régimen común sobrevivientes han perdido el grueso de sus tradicionales competencias (especialmente sanidad y gestión de carreteras, reducida al mínimo) y han debido reinventarse, apoyándose en el artículo 36 de la Ley de Bases de Régimen Local e interpretando los “intereses peculiares de la Provincia” que en él se les atribuyen. De ahí que no deje de sorprender el tratamiento que se da a las Diputaciones en la Ley 6/2010, ya que, al aplauso que debe suscitar la participación municipal en parte de los ingresos autonómicos y que el beneficio lo sea de manera incondicionada, debe acompañar la certidumbre de que, en la práctica, contribuirá a reducir la importancia del papel de las Diputaciones. Dicha ley crea un fondo que en 2014 alcanzará los 600 millones de euros y que los ayuntamientos se repartirán en función de su población, extensión, dispersión poblacional, necesidades de gasto... De esta forma, se cumple la obligación constitucional de que los municipios participen de los citados tributos, pero las Diputaciones provinciales quedan fuera de ese reparto28, aunque los entes provinciales podrán obtener alguna partida en caso de asumir la gestión de municipios de menos de 20.000 habitantes o si los propios ayuntamientos lo autorizan29. En el marco andaluz, por tanto, los municipios ganan autonomía financiera en detrimento de las Diputaciones, que se quedan recibiendo prioritariamente las aportaciones del Estado para apoyar a los ayuntamientos de menor tamaño. Las Diputaciones, por tanto, ya no serán tan decisivas como hasta ahora30. Si el efecto demostración–ése que sirve para explicar la evolución del papel de las Comunidades Autónomas y la ampliación de su techo competencial– se extiende, el modelo podría ser emulado por otras Comunidades dejando prácticamente fuera de esta fuente de financiación a las provincias. 3 LOS TEMAS PENDIENTES 3.1.- De cara al futuro, es necesario comenzar indicando una evidencia: la ausencia de estudios locales suficientes31 y, sobre todo, de análisis politológicos que nos permitan saber más de temas tales como las políticas públicas que despliegan las Diputaciones provinciales y su evaluación, la alternativa al hecho de una legitimidad democrática indirecta y, consiguiente- 28 No deja de sorprender que, en todo el proceso legislativo de aprobación de la norma, no haya constancia pública de un posicionamiento por parte de las Diputaciones provinciales respecto a la restricción que introducía, especialmente en un contexto de crecientes limitaciones presupuestarias. 29 Ver el artículo 18 de la Ley 6/2010. 30 La ley andaluza cuenta con un elemento determinante ya que garantiza la cuantía de los ingresos por ley, pero plantea el problema de que el sistema de reparto de los fondos resulta complejo para tratar con los 771 ayuntamientos y, además, crea un sistema de anticipos a cuenta en función de la previsión de los ingresos. Es cierto que estas cuestiones requieren de su puesta en práctica para ver en qué medida su rendimiento es satisfactorio o no. 31 Ese espacio ha sido tradicionalmente ocupado por el mundo del Derecho y de los hacendistas, y, salvo contados ejemplos, hay ausencia de investigación en el ámbito de la Ciencia Política. ESTUDIOS 161 NUEVAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Anuario multidisciplinar para la modernización de las Administraciones Públicas LA ADMINISTRACIÓN LOCAL RENOVADA DE ANDALUCÍA mente, su régimen electoral, la dedicación de los alcaldes y concejales diputados a la gestión de las políticas públicas de la institución provincial, el estudio del modelo organizativo,... De poder contar con tales investigaciones, se alimentarían espacios para la reflexión, el debate y la propuesta sobre estas cuestiones que nos remitan a cómo pasar de un modelo de gobierno territorial que nace en el siglo XIX al que se requiere para el siglo XXI. Modelo, ciertamente, conformado por instituciones con una larga tradición histórica, fuertemente arraigada todavía, tanto en términos operativos como de conciencia colectiva32, pero que posiblemente no sea suficiente para una época como la actual de características sociales y tecnológicas diferentes a las que se daban cuando nacieron. De ahí la necesidad de replantearnos, entre todos, las competencias, funciones y organización de los operadores institucionales que actúan en el territorio andaluz a fin de contribuir, mejor, al bienestar de nuestra Comunidad. Con esas premisas, no creo que el articulado de la LAULA venga a contribuir de manera singular y tendremos que estar a la espera de lo que el legislador estatal decida; pero mientras tanto, creo que se podría haber avanzado más, precisamente en el ámbito en el que la Comunidad sí podía hacerlo, en el de las técnicas de coordinación y cooperación. 3.2.- Como he mencionado anteriormente, estamos avanzando por un proceso de interiorización del régimen local en beneficio de las decisiones de las Comunidades Autónomas. De ser así, el efecto práctico consistiría en corresponder las Comunidades Autónomas la determinación de las bases competenciales de lo que tenga que ser la oferta de políticas públicas que vayan a desarrollar los gobiernos locales. Si esta situación que comienza a percibirse en alguna de las iniciativas autonómicas de legislación de régimen local puestas en marcha va a ser el tono general que adoptarán el conjunto de ellas -y el Estado dejando hacer– habríamos culminado un proceso que trae causa de la pérdida de poder que los gobiernos locales han tenido en la descentralización del Estado. Pero tal hecho vendría, por otro lado, a clarificar el escenario: por un lado, los grandes partidos han llevado el modelo de Estado compuesto hasta el nivel subcentral inmediato y más allá de eso, por ahora, no está planteado. Algo así como si se cerrase el ciclo federalizante en ese nivel. ¿Y tiene importancia desde la perspectiva local? Pues sí, porque el recorrido que podrían seguir los gobiernos locales limitaría mucho sus posibilidades de agentes facilitadores de otros procesos que se mueven en el ámbito de lo que aquí consideramos: entonces estaríamos acotando su papel en la oferta de bienes públicos al nivel de la prestación de servicios al estar cada vez más condicionados por la vía de los principios de coordinación que se deducirían del de planificación que realizase la Comunidad Autónoma correspondiente. La cuestión no es baladí: dado que ir dotando de poder a las ciudades medias y grandes no parece el horizonte33. Imaginar lo que la lógica territorial y social dibuja ya, como son los procesos asociados a la aglomeración metropolitana y, sobre todo, lo que podrían implicar, en clave de desarrollo democrático, para experimentar iniciativas de descen- 32 Véase, por ejemplo, en el apartado de confianza en las instituciones andaluzas, la respuesta que se da –siendo una pregunta que normalmente no se contempla- cuando se pregunta por las diputaciones provinciales en el Estudio General de Opinión Pública de Andalucía (EGOPA), edición verano 2010. 33 A modo de ejemplo, menciono una atinada reflexión respecto al fenómeno metropolitano y su relación con las Comunidades Autónomas: “Más preocupadas por salvaguardar su espacio de poder propio, las Comunidades Autónomas parecen haber asumido la competencia para crear Áreas Metropolitanas con la vista puesta en no crearlas, o, incluso, en eliminarlas, allí donde éstas pudieran suponer un contrapoder político local generador de enfrentamientos con las instancias autonómicas”. Francisco Toscano Gil: EL FENÓMENO METROPOLITANO Y SUS SOLUCIONES JURÍDICAS. Madrid, Iustel, 2010. Página 285. ESTUDIOS 162 LAS DIPUTACIONES PROVINCIALES Y EL CAMBIO NORMATIVO EN ANDALUCÍA Alfonso Yerga Cobos tralización con todos los ingredientes de federalización (cooperación, subsidiaridad, autonomía, economías de escala,…) no se barrunta, en el momento presente, como prioritario. 3.2.- Hay una realidad que ha pasado de cierto posicionamiento académico al mediático y que pone en cuestión el sentido de las Diputaciones34; posición que se subraya en el actual contexto de crisis. No es éste el lugar para ir detallando todo ese proceso mediático que, siendo producto del tono general de puesta en cuestión de nuestra arquitectura institucional, adquiere especiales tintes al referirse a las Diputaciones provinciales. Lo evidente es que se está esperando una respuesta, que puede ir desde la refundación hasta la desaparición, esta última por la vía normativa o, sencillamente, por la paulatina disminución de sus recursos presupuestarios. Pronunciamientos como el del Patronato de la Fundación Democracia y Gobierno Local35 o el estudio producido por el grupo de trabajo sobre “la financiación local de los gobiernos locales intermedios” de la FEMP36, a modo de ejemplos, vienen a reflejar que, frente a la idea de que hay un “pecado original” al no haber, prácticamente, competencias materiales en la actividad de las Diputaciones provinciales, lo cual da pie a tantos modelos como Diputaciones hay, no es obstáculo para, al menos, repensar la institución. Por eso, llaman la atención declaraciones que, reiteradamente, tienden a adscribir la funcionalidad de las mismas al mundo rural: “...con el fin de asegurar que los ciudadanos del medio rural reciban los mismos servicios que los habitantes de las ciudades”37. Creo que harían mal las Diputaciones adscribiéndose a un discurso ruralista que va contra la lógica de la globalización y que, en última instancia, siempre corre el riesgo de servir para alimentar unas relaciones clientelares De ahí que sea importante el discurso argumentativo que se utilice38, pero no puede olvidarse que hemos entrado en un ciclo en el que se está pidiendo rigor presupuestario y se está poniendo en cuestión casi todo el gasto público39. 3.3.- Andalucía es un territorio urbano suficientemente consolidado y sus ciudades, por sus problemas y potencialidad, suponen un desafío político que requiere una política con ambiciones de globalidad 34 “...una parte de la ciudadanía que considera —quizás por desconocimiento— que sus funciones son innecesarias o superfluas. La responsabilidad de esta percepción es en gran medida de las propias diputaciones, porque debemos reconocer que hay muchas diferencias entre unas y otras, que desempeñan un papel muy desigual y que su misión y sus objetivos se han desvirtuado o desdibujado en algunos casos”. Antonio Hernando Vera, Secretario federal de Ciudades y Política Municipal del PSOE. Revista Democracia y Gobierno Local, número 11, cuarto trimestre 2010.Página 19. 35 Madrid, 9 de septiembre de 2010. La Fundación Democracia y Gobierno Local agrupa a 19 diputaciones, cabildos y consejos insulares. 36 Barcelona, 23 de febrero de 2010. 37 Declaraciones de Juan Manuel Moreno, Coordinador de Política Autonómica y Local del Partido Popular, la Revista Democracia y Gobierno Local, número 11, cuarto trimestre 2010. Página 19. 38 Como nos recuerda Virgilio Zapatero a la hora de diferenciar entre retórica y evidencia: “Las declaraciones genéricas...no pasan de ser pura retórica si no se puede comprobar su grado de realización: declarar que el objetivo es la defensa de los consumidores, por ejemplo, no es más que un eslogan; determinar cuáles deben ser las informaciones relevantes que deben acompañar a un producto es un objetivo” páginas 245 y 246. EL ARTE DE LEGISLAR. Virgilio Zapatero. Navarra, Editorial Aranzadi, 2009. 39 “El diseño de políticas fundamentadas en los hechos puede ayudar a los gobiernos a trazar un camino de rendimiento hacia un crecimiento sostenible. Las políticas coherentes y de hecho, las políticas y las normativas más eficaces requieren que los gobiernos tengan en cuenta toda la información pertinente para tomar decisiones con un mayor conocimiento de causa. En particular, esto implica que los gobiernos traten los beneficios de las propuestas políticas en relación a los costes futuros y las interacciones entre las políticas de reformas estructurales”. OCDE: PANORAMA DE LAS ADMINISTRACIONES PÚBLICAS 2009. Madrid, INAP, 2010. ESTUDIOS 163 NUEVAS POLÍTICAS PÚBLICAS. Anuario multidisciplinar para la modernización de las Administraciones Públicas LA ADMINISTRACIÓN LOCAL RENOVADA DE ANDALUCÍA por parte de los restantes niveles administrativos. Política que debe tratar de garantizar que el desarrollo regional se produce con unos mínimos básicos –es decir, garantizando el principio de igualdad–, el margen de respeto a la autonomía local –es decir, garantizando el principio de libertad– y unas actuaciones equilibradoras y redistributivas –es decir, garantizando el principio de solidaridad–. Se trata, por tanto, más de una cuestión de cooperación política que legal. En ese terreno, creo, es en el que debería haberse movido el nuevo marco normativo. Y sin duda, pendiente de lo que la legislación básica marcase, las Diputaciones provinciales podrían haber encontrado un anclaje, a pesar de la objetiva dificultad, en torno al concepto de cooperación interterritorial e interadministrativa y el reconocimiento de su funcionalidad por la vía de su participación en las políticas públicas del gobierno regional destinadas a los ayuntamientos. Para que efectivamente exista la tal comunidad política local se requieren, en el momento en el que nos encontramos, un marco de cooperación que, en términos normativos, regule las condiciones de creación de instrumentos, así como los requisitos para la constitución y gobierno de los mismos y las propuestas que propicien, vía apoyo presupuestario, su consti- tución y desarrollo. Sin embargo, parece que se ha vuelto a incidir en algo que no es nuevo: “... una opinión (o, mejor, una dolencia) sí es observable con carácter general: desde siempre, y aún hoy, la cooperación ha sido más un deseo a alcanzar que una realidad vivida. Puede sostenerse que, en los veintidós años transcurridos desde la aprobación de los primeros Estatutos de Autonomía, la historia de la cooperación en España ha sido (y es) la historia de una patología, o al menos de una insuficiencia”40. Sigo considerando que, en actual ciclo histórico, y especialmente para los gobiernos regionales, o se promueve la conexión a la red urbana global de crecimiento, o se paga el precio de la exclusión. El papel que cada ciudad va a desempeñar en la red de ciudades dependerá, por tanto, del grado y del modo de integración en la misma. Ahora bien, integrarse o no en esa red, y el modo en cómo se haga, no depende enteramente de la voluntad política del territorio en cuestión. Pero debe existir una visión política, que, en todo caso, debe contemplar la cooperación del gobierno regional con los gobiernos locales como garantía de la articulación territorial, entendiendo por tal cohesión y vertebración social. En ese escenario, quizá, sea ya tarde para las Diputaciones provinciales 40 Antonio Jiménez-Blanco Carrillo de Albornoz: “Reflexiones sobre la cooperación: normativa general y sectorial”. REVISTA DE ESTUDIOS AUTONÓMICOS, número 1, enero-junio de 2002. ESTUDIOS 164