CONSIDERACIONES ACERCA DEL USO DEL PASADO CLASICO

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CONSIDERACIONESACERCA DEL USO DEL PASADO CLASICO EN LOS
ESCRITOS EN PROSA DE MACEDONIO FERNÁNDEZ
LÍ.4 GALÁN
UniversidadNacional de La Plata (Argentina)
El estudio de la obra en prosa de Macedonio Fernández aparece afectado por la heterogeneidad y el desorden en apariencia innato de una producción escrita que sólo durante estos Últimos años se ha publicado aproximadamente completa. Los editores han debido vérselas con papeles guardados casi al azar, escondidos u olvidados en rincones de la casa,
hojas sueltas que se abandonan o casualmente se reencuentran, y una gran cantidad de escritos periodísticos, en variados tipos de publicaciones. Así, cuando a los cuarenta y cuatro
años - en 1918 -,completa su primer libro, a f m a que se trata de una obra "que he empezado muchas veces habiendo extraviado o desaprobado los originales"'. Macedonio Fernández es uno de los escritores argentinos con más intensa y sostenida inclinación hacia la especulación filosófica, por lo que ha sido saludado como "metafisico" desde Güiraldes
(1927) a César Fernández Moreno, quien titula la primera parte de su estudio preliminar a la
edición venezolana "Un metafísico en el Plata"
Macedonio está lejos de ser un enamorado de lo clásico. Conoce los escritores antiguos
por educación y por el medio cultural en el que vive, pero es fundamentalmente moderno,
de modo que el pasado - esa "literatura teocrática" según los esquemas de ~ l o o m- le~ interesa como punto relativo de referencia extrema ya que los antiguos, en términos de Macedonio, "tienen fama de inteligentes". En tal sentido, su perspectiva no difiere de la percepción del mundo clásico que encontramos en una gran parte de nuestros escritores argentinos, particularmente escritores del siglo XX como Borges o Cortázar, para los que esta antigüedad remota aparece poblada por un conjunto de bisabuelos ilustres y superficialmente
conocidos.
Su conocimiento de lo clásico es escolar, y llena la base de "cultura general" que compete a un graduado universitario con aspiraciones a escritor. Recurre a él con motivo de
enumeraciones - algo muy del gusto de Macedonio -, por lo que no faltan referencias a Sócrates y Aristóteles cuando se trata de recordar filósofos, o a Homero y Virgilio cuando se
trata de escritores antiguos, o de mencionar rasgos curiosos. Los enunciados acerca de sus
propios escritos e ideas se recortan, en algunos casos, sobre estas civilizaciones del pasado:
'
M.'FERNÁNDEZ, Museo de la Novela de la Eterna, Selección, prólogo y Cronología de César Fernández Moreno. Caracas, 1982, p. 96. El material es cedido por Adolfo de Obieta, que ha organizado la obra difundida de su
padre.
M. FERNÁNDEZ, Museo de la Novela de la Eterna, P . E .
H. BLOOM, El Canon Occidental.Bercelona, 1995 ( The Western Canon. New York, 1994).
"Yo no he usado ninguna de las impertinencias, más bien candideces, de artista, a
saber:
No he hecho arte explicado, es decir, poema o chiste o sonata con aclaración de
las intenciones y recursos puestos (...)
Ni he hallado mi novela en un manuscrito, embotellado y flotante; ni he usado
aquello de "por la copia" antes de la f m a del autor; ni usé nunca vernácula para
convencer de la autenticidad local que el autor no estuvo en la Pampa que describe.
Ni he incurrido en la obra doctrinaria en diálogo (Platón, Berkeley, Malebranche, Schelling, Fichte, Proudhon, Comte) donde se ve temblando al discípulo, en
adoración del maestro que gasta una modestia que no soporta objeciones, decirle
balbuceando '¿No le parece, Maestro, que no es de noche sino de día?'
Ni he escrito poemas didascálicos, enseñando agricultura como Virgilio o zonas
geográficas como Andrés ello"^.
Estas menciones suelen estar acompañadas del humor característico de Macedonio, que
constituye una constante de su prosa:
"Juro: 'por Jantipa', que no tendré a oscuras de lo que sé a la gente como ella lo tenía de todo en la casa al sometido Sócrates hasta hacerle exclamar que sólo sabía
que no sabía nada (¿estaría seguro de ello?; a lo mejor sabía algo y por llevarse la
contra a sí mismo o por miedo a Jantipa decía no saber nada); lo Juro también: 'por
el arribo grandilocuente de la Ciencia de Comer a una humanidad desesperada por
conseguir comida'. Y pensar que hubo gente que sin haber leído tres tomos de Dietética seguía viviendo y hasta pudo producir lo que lograron Aristóteles, Newton,
Voltaire, Goethe, Spencer, de longevidad y de genio! Conforme yo aprenda a comer
se lo voy a enseñar a los pájaros. No hay que dejar que por ignorantes mueran las
arañas, las gallinas, las tortugas, los elefantes, a veces sin haber cumplido los 150
Nos interesan, pues, estas relaciones del escritor argentino con la Antigüedad porque
también muestran lo que llamm'amos una opinión media de la intelectualidad nacional que
se extiende a todo el siglo.
Antes de entrar en estas consideraciones, haremos unas breves referencias al autor y a su
obra, que nos permitirán contextualizar nuestro análisis de los dos textos que proponemos.
Macedonio nace en 1874, pero a la literatura "llega tarde", después de abandonar en 1920
su carrera judicial. Sólo a partir de 1922 comienzan sus publicaciones regulares, compiladas
después de su muerte por su hijo, Adolfo de Obieta, haciendo ese extraño favor que significa publicar todo lo que escribió un autor, incluso su correspondencia más doméstica, que
puede en ciertos casos interesar al erudito pero pocas veces entusiasma al simple lector.
La profusa variedad de escritos de Macedonio, una gran parte catalogable como "miscelánea", tiene que ver con su colaboración y participación en revistas y periódicos, para lo
que ha escrito centenares de notas sobre cuestiones incidentales y temas del momento. Entre
1908-1909,todavía alejado de preocupaciones estrictamente literarias, mantiene correspon4
5
M.'FERNÁNDEz, 0p.cit. p.76.
M.'FERNÁNDEz, 0p.cit. p.61.
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dencia con William James sobre Teoría de la Emoción. Por aquel tiempo se dedica a las
profesiones más prestigiadas de la sociedad: jurisprudencia por oficio, medicina y psicología por vocación, ciencia y filosofia por el fervoroso entusiasmo en lo sistemático y organizado, con el modelo no depuesto del hombre ilustrado. Así resume esta parte de su vida:
En cuanto al pasado creo que hasta los 18 años (1874 a 1892) mi existencia fue buena,
es decir modestamente mejor que no existir, y en ciertos momentos de intensa felicidad;
desde los 18 años hasta los 31 ( de l o de junio de 1892 a l o de junio de 1905) (13 años) fue
mala, es decir, modestamente peor que no existiP6.
La parte "buena" de su vida coincide con los escritos de Hernández, Mansilla, O. V.
Andrade y la generación del ochenta, con el auge de los nacionalismos, las luchas americanas por la independencia y la vertiginosa industrialización europea (inglesa y alemana).
Permanece constante, desde entonces, su admiración por la ciencia y la filosofia europeas,
que lo impulsan al ejercicio del pensamiento, en especial a la elaboración de "teorías", en
las que la aspiración de rigor y especulación abstracta se proclaman rasgos de la inteligencia
americana y argentina, capaces de discutir en pie de igualdad los postulados extranjeros. Su
7
declarado ingreso en el oficio de escritor ocurre en un mundo conmocionado por guerras y
conflictos sociales, en el complejo escenario de la entreguerra sobre el que se asientan los
totalitarismos. Mientras en nuestro país se funda el Partido Comunista Argentino (1921) y
se reprimen los movimientos obreros en la Patagonia, en Italia surge el Partido Nacional
Fascista y en Alemania Hitler asume la presidencia del Partido Nacionalsocialista.En el orden intelectual, la psicología y el psicoanálisis (Freud, Jung, Rorschach y el psicodiagnóstico), las filosofias de Hartmann, Husserl, Wittgenstein, Ortega y Gasset, empiezan a circular
por Buenos Aires al tiempo que crece la fascinación por el cinematógrafo y todos se maravillan con El Pibe de Charles Chaplin. Contemporáneamente, se constituye la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, y Joyce escandaliza el mundo europeo y americano con su
Ulysses.
Para esta época se inician las "Tertulias" de los sábados a las 11 en la confitería "La
Perla del Once" en las que Macedonio dialoga sobre temas de metafísica con los hermanos
Dabove, Jorge Luis Borges y Enrique Fernández Latour, que luego serán seguidas por las
"Tertulias" en el café "Roya1 Keller", en Esmeralda y Corrientes, y junto con el joven Borges, funda la revista Proa de la que aparecen tres números entre 1922 y 1923 (primera
época). En 1925, Martin Fierro - publicación quincenal fundada un año antes por Evar
Mendez que seguirá hasta 1927, y que centraliza el movimiento ultraísta - redescubre la
poesía de Macedonio Fernández y Ricardo Güiraldes lo invita a ser colaborador regular. En
1926 participa como "redactor escritor" en la Revista Oral y varios de sus poemas aparecen
en el Indice de la Nueva Poesía ~mericana', una antología de los vanguardismos de los
años veinte en América Latina. Después de haber lanzado, como humorada, su campaña
presidencial hacia el fm de la presidencia de Marcelo T. de Alvear (1927), una farsa dedicada a criticar la improvisación política, publica No toda es vigilia la de los ojos abiertos
-
6
M.'FERNÁNDEz, 0p.cit.p. 101.
-
'Macedonio "llega" a la literatura en la década del veinte, con más de cuarenta años
'Publicada en Bs.As. por la Editorial El h a .
(1928), obra por la que Scalabrini Ortiz lo saluda como "nuestro primer metafísico".
Durante los siguientes años, Macedonio se dedicará con especial énfasis a teorizar sobre
la nueva novela, que busca "irritar un poco al pasatismo y promover discusión".
Hasta su muerte, en 1952, Macedonio seguirá escribiendo sus cuentos, novelas, teorías,
artículos periodísticos y poemas, en un caos de escritos que complica a editores y estudiocon ocurrencias eventuales,
sos, ya que una gran parte de su obra consiste en
aparentemente improvisadas. Todo destila extravagancia,y en este orden de cosas se inscriben las conocidas anécdotas que lo caracterizan: hipocondríaco, distraído (poemas olvidados dentro de una lata de galletitas), disperso, con manías extrañas como la de encerrarse en
un cuarto de pensión en pleno verano de Buenos Aires completamente a oscuras o sólo con
luz eléctrica, o permanecer en cama por autoprescripción durante semanas.
Los "tiempos" de Macedonio van desde las últimas décadas del siglo XIX hasta 1952,
testigo de dos guerras mundiales y de los profundos cambios producto de la ciencia y la
tecnología. La generación de Güisaldes lo saluda como poeta, pero antes ha pretendido ser
científico o epistemólogo, para después convertirse en metafísico, poeta y novelista.
Su percepción del pasado clásico implícitamente se integra al repertorio de las preocupaciones por "lo argentino" como búsqueda de lo distintivo y propio en un país diseñado
por inmigraciones europeas, y tal como ocurre en muchos de sus contemporáneos, los resultados suelen ofrecer aspectos paradójicos. Como señala ~arlo"las afirmaciones de R.
Rojas en 1909" abren una etapa en la literatura argentina en la que "el imaginario republicano, que fundaba la nueva nación sobre las exclusiones del pasado hispánico y americano
pero que admitía, como pieza central, a la cultura europea y sus lenguas como elementos
ineliminables de una nueva síntesis cultural, encontraba, en las vueltas de la historia, que
Europa no era una. En efecto, la inmigración ya no era un programa a aplicar en el iuturo
sino una política que había modificado de manera irreversible a la nueva sociedad argentina: el estado había sido eficaz y los resultados de esa eficacia convertían a las calles de
Buenos Aires en un escenario donde la Babel de la cual Alberdi no esperaba ningúnpeligro,
mostraba su cara amenazadora".
Macedonio asiste al cambio entre la versión decimonónica de lo europeo como referente
cultural de privilegio y paradigma de la educación nacional, y la realidad del inmigrante
iletrado o analfabeto que inumpe en la Argentina del nuevo siglo, situación pronto agravada
por la proliferación de los confiictos bélicos en Europa, que obligan a repensar los fundamentos de la identidad nacional y a rede& la ejemplaridad europea. Agrega Sarlo:
"En la década del treinta, el ensayo toma nuevamente la pregunta sobre qué somos,
en verdad, los argentinos para definir, con alguna esencia que nunca se manifiesta
Bajo esta denominación aparece la primera antología post-mortem editada por A.DE OBIETA, Papeles de Recienvenido, Bs.As.,1966.
'O Cf B. SARLO, "Oralidad y lenguas extranjeras. El conflicto en la literatura argentina durante el primer tercio
del siglo X X , en: Berg, Walter B.- Schaffauer,M. (Ed.), Oralidady Argentinidad, Tübingen, 1997, p.32
l ' Rojas llama a defender "nuestra lengua en la propia casa, y defenderla de quienes vienen, no sólo a corromperla,
sino a suplantarla"; citado por B. SARLO, ibidem.
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del todo, una nacionalidad siempre amenazada o in~om~leta"'~.
En esta búsqueda idiosincrática que ahonda en el reconocimiento de lo "propiamente"
argentino como distinto de ( y en ciertos casos superior a ) lo europeo, se comprenden
enunciados como éste:
"La menor inteligencia promedia de algunos europeos fiente a la nuestra se revela en
juicios errados, injustos acerca de nosotros; y nuestra mayor benevolencia ñ-ente a la
de ellos, se revela en la tolerancia con que los dejamos decir. Si los diez millones de
habitantes de la Argentina produjéramos intelectualmente lo que un promedio de
diez millones de habitantes de Europa, no produciríamos nada y llamaríamos la
atención del mundo como una sociedad humana singularmente escasa de mentalidad. Pero los 450 millones de moradores de Europa tienen una productividad mental
conjunta que fácilmente impresiona, sin embargo de ser proporcionalmente exigua
acaso hoy. Ya hicimos la salvedad de lo pasajero de las superioridades y sus causas"13.
Macedonio se forma con los programas decimonónicos, en una generación y clase social para la que ser escritor o ser poeta no es una actividad del todo seria. En su gesto de
dejar el "servicio cívico" de la Jurisprudencia, Macedonio se acerca a la generación siguiente - poetas, ensayistas y escritores por oficio y convicción, como Borges y Güiraldes -;
él, como se dice de Tibulo, abandona el cursus honorum forense - como el latino el cursus
honorum militar - para dedicarse a la profesión de la poesía, y "llegar tarde" a la literatura,
ser un "Recienvenido" y no un nativo, como lo será después Borges o lo fue, junto a Tibulo, Ovidio. En el conocido apodo de "Recienvenido" juegan los códigos sociales de Macedonio, con varias generaciones argentinas y, antes, el linaje de los colonizadores que, aunque con la prepotencia de una monarquía europea, representan el primer intento de introducir la civilización en el Río de la Plata. Macedonio pertenece, pese a su actuación en círculos literarios más jóvenes, a una generación que contrasta su situación social de nativo - de
ascendientes hispánicos con varias generaciones de asentamiento en el país - con la de la
inmigración nueva, pobre y casi analfabeta que en un cuarto de siglo empieza a aparecer en
la escena profesional, económica y social de Buenos Aires, para la que se genera el apelativo de "recienvenido", alguien con mermado derecho a estar por ser, como lo fuera Cicerón,
horno nouus, y no tener los derechos largamente adquiridos del patriciado porteño.
El periodismo y sus posibilidades comunicativas le abren la posibilidad de circular por
los distintos sectores de la realidad, abordar temas variados y ejercer el oficio de escritor de
ciudad0 estilo, experimentador del lenguaje como lo han sido sus colegas modernistas. Macedonio profesa la fe liberal en lo moderno, en lo original, en las aventuras intelectuales sin
precedentes fijos o programáticos que, sin embargo, toman puntos de partida en las vanguardias europeas o norteamericanas, y adhiere a un cosmopolitismo progresista que aspira
al diálogo con la ciencia, el arte y la filosofia.
No es posible hablar, en el caso de Macedonio, de un tratamiento sistemático del mundo
l2 B.
SARLO, Zbidern.
l3 M. FERNÁNDEZ,Opcit. p.14.
antiguo. Ni siquiera de una concepción seria, y esto atañe con exclusividad a su especial vena humorística, particularmente entrenada en juegos intectuales. Sólo sus reflexiones sobre
la Tragedia tienen un tono severo, que prolonga en prosa muchos de los conceptos poetizados en el ciclo de Helena Bellamuerte. Aparecen entonces afirmaciones que toman la sombra difusa del concepto clásico y operan con reformulacionespersonales:
"Tragedia, única aspiración del Arte y justificación de la vida indi~idual"'~.
Esta Tragedia ( que se transformará de inmediato en tragedia-idilio) será una forma
completamente nueva, con escasos puntos de contacto con su expresión griega.
Sin embargo, como antes dijimos, es en los escritos humorísticos donde aparece con
mayor nitidez la perspectiva macedoniana de la antigüedad clásica. Consideraremos dos
breves ejemplos de la incorporación este pasado en Macedonio, que ofrecen una elocuente
muestra de su tratamiento.
El primero es una "Carta" periodística en la que Macedonio aborda el tema de la literatura obligatoria, directamente asociada aquí a la impresión de un estruendoso y absurdo
choque de trenes. Esta literatura, a la vez, remite a la "juventud crédula" de "El Bobo de
Buenos Aires", apelativo que emplea para firmar esta serie de cartas, y que implica una re15
tórica de ingenuidad y ocurrencias muy característica de Macedonio :
"...cuando en la juventud crédula me asomaba por allí, por la Odisea, o la Ilíada, a
las pocas páginas ya estaba tan atemorizado por la furia de golpes y ferreterías que
en cada capítulo ocurre y hace temblar los montes vecinos, que me agachaba con tan
invencible miedo como el valor de Ulises. Creía necesario atajarme de algún feroz
golpe desocupado que pudiera tocarme e inclinaba tanto la cabeza que el que llegaba
me encontraba dormido. Muy lejos de dormir, estaba vigilante mi espíritu para no
irritar la cólera de Aquiles, atisbando la más modesta oportunidad de escapar y alejarme de tanto y tan enceguecido héroe: después confundía un poco el furor de
Aquiles con el talón de ~ ~ u i l e s " ' ~ .
Luego afirma no haber vuelto a leer una palabra, en adelante,
"de aquellas magm'ficas pócimas, para no desmejorar el encanto de la primera impresión, y aun ya entonces fui tan prudente que no pasé del primer capítulo".
Macedonio presenta un gesto básico y ambiguo con respecto al pasado: nuestro pasado
se remonta a 1492, momento en el que nace, por así decirlo, este Nuevo Mundo. Antes no
hay historia para América, que se siente "nueva" porque percibe con progresiva nitidez que
la historia plus ultra, la quiebra oficial de las columnas de Hércules, la historia en América
empieza, para bien o para mal, en el momento del descubrimiento.
Para Macedonio el pasado remoto no es problemático: basta y sobra con las revoluciones y guerras de la modernidad, europeas y americanas. Sin embargo, se trata del reconocil 4 M. FERNÁNDEZ,
op.~it.p.60.
Resuena aquí el humor surrealista a lo Jany, que más tarde reencontraremos en escritos de Cortázar (Historias
de Cronopiosy de Famas) y de BorgesíBioy Casares (Crónicasde Bzlstos Domecq).
l6 M. FERNÁNDEZ, 0p.cit. pp. 149-150.
l5
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miento "obligatorio" del pasado, y como tal, resulta fatigoso y extraño.
El imaginario se establece sobre el sentido romántico-renacentista de la ruptura según
una noción de identidad que puede entenderse en parte como máxima diferencia.
En tal sentido, el pasado de los argentinos no es el pasado de Europa. Interesa más como decorado que como campo de estudio y de reflexión. Por su convicción cientificista,
Macedonio adhiere al evolucionismo; y así habla de "los pasajes siderúrgicos y atronantes"
de las obras homéricas, o de la "candorosa narrativa de un supuesto griego". Macedonio
cierra así su nota:
"... he llegado a la desconfianza de que algún pícaro francés del siglo XIX, probablemente, inventó la candorosa narrativa de un supuesto griego de 3.000 años atrás,
por travesura de artista moderno pero con cálculo descuidado del tiempo de evolución que debe transcurrir entre una factura estrepitosa como la de la Ilíada de su invención y el pianísimo decir de Remy de Courmont: 300, al menos, y no 30 siglos
han pasado"'7.
En el siguiente texto que consideramos, titulado "Las linternas diurnas de los atenienses", Macedonio Fernández exhibe su humor característico que puede combinar la exprehacia la generación de Unamuno, Gómez de la Serna- con un husión castiza -ad-ación
mor europeo, entre la sátira social - Bernard Shaw, Saki - y los juegos de la lógica, la abstracción y el absurdo.
El cuento tiene un epígrafe a modo de advertencia:
"Previamente perdóneseme que para que fuese auténticamente Cuento este relato tan
estrictamente verdadero, lo meché de unas cronologías todas transtornadas porque
tanta verdad lo echaba a perder"'8.
El narrador nos dice que ciertas situaciones se reflejan apropiadamenteen "fábulas" y le
atribuye a Esopo el "cuento" que narrará, para el que hay una "ocasión" y un exemplum (el
"ejemplo al caso" del Conde Lucanor): cierto abogado, asistente habitual a la Primera Revista Oral fundada por Alberto Hidalgo, los censura porque pretenden iluminar el mundo
desde un sótano -lugar donde funcionaba la revista-; según el abogado, esto no es posible
ya que "los sótanos no pueden procurar más iluminación que la que poseían las linternas
que usaban los atenienses de día"19. Se le pide explicación, y entonces se presenta el cuento.
Los atenienses, explica, se burlan cotidianamente de Diógenes, pues busca el sol con su
linterna. Pero, como ha olvidado encenderla, no lo encuentra y anda a los tropezones. La
situación queda planteada sobre el absurdo, y todo el "cuento" trabajará sobre este presupuesto. Diógenes se presenta con un humor aristofanesco, un filósofo de Las Nubes perdido
aparentemente en empresas disparatadas. Sin embargo, de inmediato el narrador ofrece un
aspecto insólito y desconocido del personaje: Diógenes es "tan vengativo como embustero"
Aquí el narrador interrumpe para apuntar
20,"y además terriblemente avaro y mer~ader"~'.
17
M. FERNÁNDEZ, @.cit. p. 150.
Opcit. p. 225.
l 9 M. FERNÁNDEz, Opcit. p. 226.
Miente porque dice que ha haiiado, llevando la linterna apagada, un hombre honrado.
21
M. FERNÁNDEz, @..cit. p. 227.
18. M. FERNÁNDEZ,
que es él el único literato biógrafo que detalla los defectos y estafas de sus próceres y santos
biografiados. Estaba olvidando a Suetonio.
A continuación el absurdo se ahonda. Diógenes sale un día con la linterna apagada, esta
vez caminando derecho e incluso rápidamente. Ante el asombro de los atenienses, Diógenes
explica que se trata de un nuevo invento: la lámpara que no necesita combustible, con lo
que hace un gran negocio vendiendo miles de sus nuevas linternas apagadas. Diógenes se
burla de la estupidez y el ridículo de los atenienses, por lo que interviene entonces el propio
narrador, diciendo:
"¡Qué audacia decir esto de los atenienses: mimados de la Historia y adorados por
los ffanceses!"
Y agrega:
"Los griegos ganaron esa fama de inteligentes que tienen porque en un instante advirtieron que sólo es necesaria la linterna, no su luz, para andar de díavz2
En un saludo póstumo, Diógenes incita a los atenienses a dejar las lámparas en sus casas
ya que son inútiles. Así, hace que primero los atenienses tiren sus lámparas y hagan rico a
Diógenes comprando la de su invención, para después burlarse por segunda vez declarando,
antes de morir, la inutilidad de la compra.
Macedonio recurre a la fábula para ilustrar su situación y la de sus compañeros de la
Primera Revista Oral, y pone en boca de "cierto abogado" - su propia profesión - una crítica que involucra personajes intelectualmente prestigiosos: el filósofo y los atenienses, con
los que son comparados los miembros de la revista. De este modo, tras el burlesque y la sátira, permanece la imagen de los griegos como referente de una excelencia aceptada sin reverencia, una ejemplaridad plástica sobre la que se puede bromear sin que se ensombrezca
su prestigio.
En el torbellino intelectual de sus escritos, la Antigüedad grecolatina está siempre a la
mano si bien Macedonio pocas veces se detiene a meditar sobre ella, ya que constituye un
problema menor ante las nuevas e inmediatas problemáticas que presenta las cuestión de la
identidad argentina £tente a América, y la americana frente a Europa. El remoto pasado de
griegos y latinos forma parte funcional del presente y, en este sentido, la Antigüedad Clásica se integra sin violencias, en el continuum lingüístico del castellano y en el sistema de
educación y transmisión de la cultura euroamericana.
Macedonio manifiesta una sencilla e irreverente familiaridad con los antiguos, que £tecuentemente - como también ocurre con los modernos - se refleja con la retórica del humor
y toma aspecto de sátira. El pasado remoto - restringido, como se ha visto, a lo griego y lo
romano - constituye una polaridad referencia1 extrema, cuyo valor se resume en una afirmación de 1937 que, tratándose de Macedonio, puede ser incluso un "chiste dudoso":
la Antigüedad, el tiempo de las cosas bien hechas.
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