Voces: MANDATO – CESACIÓN

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MM&G
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Voces: MANDATO – CESACIÓN - ALCANCE RESPECTO DE TERCEROS DAÑO MORAL - INCUMPLIMIENTO CONTRACTUAL – INTERPRETACIÓN
Tribunal: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Rosario, Sala 1ª
Fecha: 17/10/08
Partes: Esperon, Mario A. c/Chiatti, Stella M. y otros s/Daños y perjuicios
SUMARIO:
I – La renuncia como causal de finalización del mandato debe ser expresa y
tempestiva, bajo pena de responder el mandatario por los daños y perjuicios, por
lo que para producir efectos, aunque no requiera la aquiescencia del mandante,
debe ser conocida por éste.
II – La indemnización del daño moral originado en el incumplimiento de los
contratos reconoce base legal en el artículo 522 del Código Civil.
TEXTO COMPLETO:
Sobre la cuestión, si es nula la sentencia impugnada, la Dra. Serra dijo:
Los recursos de nulidad interpuestos a fs. 251 y 253 no han sido mantenidos en
esta instancia y tampoco se observan vicios de procedimiento que justifiquen un
pronunciamiento oficioso, por lo que corresponde desestimarlos.
Voto, pues, por la negativa.
Sobre esta cuestión, el Dr. Ariza, a quien le correspondió votar en segundo lugar
dijo: que coincide con los fundamentos expuestos por la Dra. Serra y vota en el
mismo sentido.
Concedida la palabra al Dr. Silvestri, a quien le correspondió votar en tercer
término, y a esta cuestión dijo: que habiendo tomado conocimiento de los autos y
advertir la existencia de dos votos totalmente concordantes, invoca la
aplicabilidad al caso de lo dispuesto por el art. 26 de la Ley 10160, absteniéndose
de emitir opinión.
Sobre la cuestión si, en su caso, es justa, la Dra. Serra dijo:
1. La sentencia de primera instancia.
-2-
1.1. La actora promovió demanda ordinaria de daños y perjuicios contra las
abogadas Stella M. Chiatti y Alicia C. Bolatti por incumplimiento de mandato y
contra Rubén A. Esquivel y Javier A. Krapez en su calidad de fiadores de las
anteriores, por aplicación del art. 306, inciso 1, del Estatuto del Colegio de
Abogados, reclamando los montos que detalló en concepto de resarcimiento del
daño emergente ($1.131,32) integrado por las sumas que desembolsó como
adelanto de gastos y pago de sellados y los gastos derivados del tratamiento
psiquiátrico al que estaba sometido; pretendió el reintegro a título de lucro
cesante de la suma de los pagarés referidos ($52.100) y la que estableciera el
Tribunal por daño moral.
Relató que en fecha 28/4/98 otorgó un poder especial a las Dras. Chiatti y Bolatti
para que iniciaran juicio ejecutivo contra Rubén C. Roldán y Norma B. Tirabasso
a fin de efectivizar la deuda generada por la falta de pago de dos pagarés (uno por
la suma de $25.000 con vencimiento el 28/2/98 y otro de $27.000 con
vencimiento el 15/4/98) mediante los que instrumentó el préstamo que les
otorgó a las personas mencionadas por la suma de $52.000; que el día 28/4/98
el actor abonó a las abogadas la suma de $623 en concepto de adelanto de gastos
por el pagaré de $27.000; que en fecha 10/8/98 concurrió con la Dra. Chiatti a la
Administración Provincial de Impuestos donde firmó un convenio de pago del
sellado del documento por $508,32.
Expresó que si bien las mencionadas profesionales le manifestaron que habían
iniciado el juicio encomendado y ante la imposibilidad de comunicarse con ellas
para ser informado acerca del estado del proceso -el que no fue promovido
conforme a la información que recabó ante la Mesa de Entradas Única de
Tribunales- pese a las intimaciones cursadas, les revocó el mandato para iniciar el
juicio ejecutivo en fecha 27/5/99 mediante carta documento; que los documentos
cartulares prescribieron y la situación se tornó más grave al enterarse el actor que
los deudores fueron declarados en quiebra, sin haber podido verificar
tempestivamente el crédito en cuestión. Señaló que como consecuencia de la
situación traumática que relató debió someterse a un tratamiento psicológico, por
lo que promovió la demanda contra las mencionadas profesionales y contra los
fiadores de éstas que debían responder por el obrar culposo de las abogadas que
afianzaron.
Los codemandados comparecidos, Chiatti, Krapez y Esquivel respondieron en
forma particular la demanda, oponiéndose al reclamo.
1.2. Mediante el fallo Nº 910 del 8/5/06, el Juez de Grado resolvió hacer lugar a
la demanda y condenó a Stella M. Chiatti y Alicia C. Bolatti a pagar al actor una
indemnización que estableció en la suma total de cinco mil ciento treinta y un
pesos con treinta y dos centavos ($5.131,32), comprendiendo la suma de
seiscientos veintitrés pesos ($623), y quinientos ocho pesos con treinta y dos
centavos ($508,32) en concepto de daño emergente proveniente de la suma
abonada por el actor en concepto de adelanto de gastos y pago de sellado de
-3documentos; y la suma de cuatro mil pesos ($4.000) en concepto de daño moral,
con más los intereses calculados desde la mora -computada desde la notificación
de la demanda- hasta el efectivo pago, según la tasa pasiva promedio mensual
sumada del Banco Central de la República Argentina; rechazó el resarcimiento en
concepto de lucro cesante e impuso las costas a las codemandadas. Hizo
extensivos los efectos de la condena, en los términos de la fianza otorgada, a
Rubén A. Esquivel y Javier A. Krapez.
Para decidir de ese modo considero en primer lugar, que de acuerdo a lo
establecido en los arts. 1875, 1899, 1900 y siguientes del Código Civil, surgía de
autos la aceptación tácita del mandato otorgado a las demandadas Chiatti y
Bolatti (fs. 68) al encontrarse agregada a fs. 65 la carta documento remitida por
aquéllas a los deudores del actor, invocando la representación de éste
(documental que fue reconocida a fs. 90 vta.); que no se trató como postuló
Chiatti de la simple inclusión de su nombre en el texto del poder, si no que existió
un acto jurídico propio y jurídicamente basado en el contrato que niega.
Respecto de la codemandada Bolatti, expresó que resultaba de aplicación lo
dispuesto en el art. 143 del Código Procesal, en cuanto a que la falta de
contestación de la demanda implica el reconocimiento de los hechos en ella
articulados, sin perjuicio de la prueba en contrario que pudiera producirse y de la
tarea que incumbe al Juez de subsunción de la proposición de hecho en la norma
aplicable.
Sostuvo entonces que el actor probó la existencia del contrato mediante el cual le
encomendó a las abogadas coaccionadas el cobro judicial de los dos pagarés por
la suma de $52.100; que las referidas profesionales no iniciaron proceso judicial
alguno para cumplir con las obligaciones que asumieron durante el lapso de su
otorgamiento (28/4/98) y la revocación del mandato (27/5/99); que la
responsabilidad del abogado era de naturaleza contractual y de medios con
respecto a su cliente y que había infracción al deber impuesto cuando no se
cumplió con los actos procesales apropiados.
En cuanto al factor de atribución de responsabilidad, juzgó que el actor demostró
la antijuridicidad de la conducta de las demandadas y la culpa al no haber
desplegado la actividad encomendada; que no resultaban atendibles los
argumentos invocados por la coaccionada Chiatti para exculpar su
responsabilidad, toda vez que la inacción posterior a la intimación cursada era
negligente, contaba con título de abogada obtenido dos años antes de los hechos,
sin que obstara a ello el que sólo hubiera sido asistente del estudio jurídico.
En cuanto a los rubros reclamados, estimó procedente el reclamo por daño
emergente por resultar acreditada la erogación patrimonial de las sumas
desembolsadas por el actor en concepto de adelanto de gastos para un juicio que
nunca se inició.
-4El resarcimiento en concepto de lucro cesante -constituido por el importe de los
pagarés cuyo cobro se encomendó- fue rechazado, ya que si bien el actor no
percibió capital alguno por no haberse iniciado el juicio en cuestión, la
declaración del estado de falencia de los deudores existió con independencia de la
actuación de las mandatarias; que la posibilidad de ejecutar directamente la
eventual sentencia que se obtuviera en el juicio ejecutivo era nula y que el actor
no verificó su crédito; que se trataba de un daño eventual y no resarcible; que los
pagarés no se encontraban prescriptos y que no había quedado demostrada la
pérdida de chance.
El daño moral fue justipreciado teniendo en cuenta el dictamen pericial
psiquiátrico y fijado en la suma de $4.000, determinándose los réditos aplicables
a la indemnización establecida y la imposición de costas en su totalidad a las
codemandadas.
Finalmente, juzgó acreditado el carácter de fiadores de las demandadas que
asumieron Rubén Esquivel y Javier Krapez en los términos del art. 306, inciso 1,
del Estatuto del Colegio de Abogados de Rosario.
2. La decisión fue apelada por los codemandados comparecidos a fs. 251 y 253.
Radicada la causa en esta Sala, expresaron agravios Chiatti a fs. 279/284; Krapez
fs. 286/291 y Esquivel a fs. 295/297, los que fueron respondidos por la apelada a
fs. 302/308. Habiendo quedado firme la providencia de autos, la causa se
encuentra en estado de resolver.
No se han efectuado objeciones al relato de los antecedentes del caso que ha
reseñado el fallo, por lo que en este aspecto corresponde remitirse a la sentencia
por razones de brevedad.
3. Los agravios que sustentan el recurso de apelación.
3.1. La crítica que formula la apelante Chiatti a los fundamentos de la decisión
pueden enunciarse en estos términos:
3.1.1. Inexistencia de los presupuestos del daño resarcible y de la obligación de
indemnizar el daño moral por falta de autoría. Sostuvo que no resultó acreditado
que más allá de su inclusión en un poder para iniciar un juicio ejecutivo -que
considera insuficiente para responsabilizarla profesionalmente- hubiera sido la
abogada contratada para llevar el caso y confeccionar la demanda ejecutiva, que
fuera ella la que decidía en el estudio su promoción y que tuviera poder para
resolver llevar adelante o no el juicio.
Expresó que el Juez no ponderó que las pruebas aportadas por la demandante
demostraban que Chiatti no era la abogada que llevaba en forma personal la
causa del actor.
-53.1.2. Inexistencia del nexo de causalidad. Sostiene que la inacción profesional no
le era imputable a su parte y que al momento de revocar el mandato el actor pudo
haber promovido y no lo hizo, la demanda ejecutiva contra los deudores.
3.1.3. Se condena a pagar la indemnización en concepto de daño moral sin que
existan los presupuestos que justifiquen su procedencia y por un monto excesivo.
3.1.4. La sentencia dispuso condenar a Chiatti a pagar el resarcimiento del monto
abonado por el actor como adelanto de gastos sin que existan pruebas, ya que el
presupuesto de gastos fue confeccionado por Bollatti; cuestiona también la
condena correspondiente al sellado de documentos, ya que se trata de una
obligación fiscal que debe cumplir todo beneficiario de pagarés.
3.2. El codemandado apelante Javier A. Krapez da por reproducidos los agravios
expuestos por Chiatti de la cual es fiador.
3.3. Las críticas del apelante Rubén A. Esquivel reiteran los anteriores agravios
en cuanto a la inexistencia de los presupuestos de daño resarcible, del nexo de
causalidad y la improcedencia de la devolución de los gastos de sellado y gastos.
4. Sobre la procedencia del recurso de apelación.
Debe aclararse inicialmente que los tres codemandados apelantes exponen
argumentos sustancialmente similares para sostener sus recursos. Por ello, a fin
de evitar reiteraciones innecesarias, corresponde su tratamiento conjunto.
Por otra parte y como marco conceptual, también conviene destacar que es
mayoritariamente aceptado por la doctrina judicial y de los autores, que el
contrato que vincula a un cliente con su abogado es de naturaleza multiforme o
variable, de modo que no puede ser encasillado en un tipo, si no que a veces se
presenta como una locación de servicios, otras bajo la forma del mandato o de la
locación de obra, de acuerdo a las características de la tarea que se haya
encomendado al letrado (Trigo Represas, Félix: "Responsabilidad civil del
abogado", Ed. H., Buenos Aires, 1991, pág. 119 y siguientes).
En el caso, la relación habida entre las partes fue examinada por el Juez anterior
desde las normas que regulan la figura del mandato, lo que no ha sido motivo de
cuestionamiento por los apelantes.
4.1. Entrando en el examen de los agravios, las consideraciones que se formulan
aduciendo la inexistencia de la obligación de indemnizar, falta de autoría y
exigencia de cumplimiento de un deber que no le estaba impuesto a la
demandada, no constituyen una crítica razonada y concreta -en los términos
exigidos por el art. 365 del Código Procesal- de los argumentos de derecho en los
que el Juez anterior basó su pronunciamiento.
En efecto, en este tramo, las apelaciones reiteran, en síntesis, que la
codemandada Chiatti no efectuó personalmente actos que pudieran haber
-6perjudicado al actor, que no fue contratada directamente por él, que no estaba a
su alcance decidir la promoción del juicio o concretar por sí sola las tareas
supuestamente encomendadas.
Sin embargo, como se ha referido, esas alegaciones no resultan eficaces para
refutar lo afirmado en la instancia de grado en cuanto a que, conforme surge de
los arts. 1899 y 1900 del Código Civil, el mandato fue extendido a favor de Chiatti
y Bolatti para que las abogadas actuaran conjuntamente ("No se trata, como
postula Chiatti -dijo el Juez- de la simple inclusión de su nombre en el texto del
poder, existió un acto jurídico propio y jurídicamente relevante, basado
precisamente, en ese contrato que niega") y que con arreglo a lo dispuesto por el
art. 1875 de ese cuerpo normativo, la actuación de la codemandada en la gestión
extrajudicial de cobro evidenció la aceptación del susodicho mandato.
Luego, si como se afirmó en la resolución, el mandato había sido acordado y
aceptado, no resulta atendible que se diga que la mera inclusión de la
mencionada abogada en el poder no posibilita responsabilizarla, ya que por la
aceptación quedaba obligada a cumplir el mandato o a reparar los daños
causados por la inejecución (art. 1904 del Código Civil). Luego, para eludir la
imputación, debió explicar satisfactoriamente cuándo se tuvo por finalizada la
relación contractual y por qué medio ese hecho se puso en conocimiento del
mandatario, no resultando suficiente para tal cometido que se alegue que Chiatti
había dejado de trabajar con Bolatti, instalándose en otro domicilio.
Con relación a esto último, la renuncia como causal de finalización del mandato
(art. 1963, inciso 2, del Código Civil) debe ser expresa y tempestiva, bajo pena de
responder el mandatario por los daños y perjuicios (art. 1978 del Código Civil);
por lo que para producir efectos, aunque no requiera la aquiescencia del
mandante, debe ser conocida por éste (Benseñor, Norberto: "Código Civil y leyes
complementarias", Belluscio, Augusto -director-, Zannoni, Eduardo coordinador-, T. 9, Ed. A., 2004, pág. 414 *2).
Análoga consideración corresponde formular si se entiende que por disposición
del art. 1870, inciso 6, del Código Civil, deben aplicarse las normas del Código
Procesal, por tratarse de una procura judicial. Ello, ya que en el rumbo señalado,
el art. 46 de la ley local establece que mediando renuncia del apoderado, éste
debe continuar en sus gestiones hasta el vencimiento del plazo fijado para
reemplazarlo, bajo apercibimiento de responder por los daños y perjuicios que
causare.
En consecuencia, habiéndose extendido un mandato con una encomienda
claramente determinada (v. fs. 68) no resultan procedentes las objeciones de los
apelantes que aluden al hecho que Chiatti habría cesado su relación con Bolatti y
mudado su oficina, pues no habiendo renunciado al mandato, esas circunstancias
no resultan oponibles al mandante.
-7De igual modo, dado que, según las fórmulas usuales, el poder se extendió para
que las abogadas "…conjunta o separadamente inicien o prosigan hasta su total
terminación…" (fs. 68), tampoco resulta admisible que se alegue que la omisión
que se achaca a la codemandada Chiatti como causante del daño, no puede serle
atribuida a título personal. Conforme a la regla del art. 1922 del Código Civil, no
obstante que se diga que el mandatario sólo responde de las faltas o de los hechos
personales, debe atribuírsele la responsabilidad por los daños ocasionados
cuando por culpa o dolo no ha obrado ajustándose a lo encomendado. Dado que
como se ha expuesto, se ha probado el otorgamiento de un poder judicial a favor
de la apelante, que fue aceptado por ésta, que no fue cumplido y que no medió
renuncia expresa, el perjuicio que eventualmente pudiera ser consecuencia de la
omisión, resulta atribuible a ambas demandadas a título personal.
Ello es así, ya que retomando la naturaleza multiforme del contrato celebrado
entre un abogado y su cliente, según fue expuesto al comienzo, también se acepta
mayoritariamente, que en virtud de esa naturaleza variable, la obligación que
pesa sobre el abogado es a veces de medios y otras de resultado. Tratándose del
desempeño en un pleito judicial, la obligación es de medios con relación al
desenlace final del juicio, que no puede ser asegurado por anticipado ya que
depende de factores siempre variables. Sin embargo, el abogado que ejerce la
representación en juicio, se encuentra obligado a una prestación de resultado con
relación al cumplimiento de los actos procesales de su incumbencia, siempre que
se trate de actividad esencial para el desarrollo del proceso, como por ejemplo,
suscribir y presentar los escritos ordinarios en término, impulsar la causa para
evitar la perención, ofrecer y diligenciar la prueba en los plazos legales,
interponer recursos, etc. (v. Trigo Represas, Félix: Op. cit., págs. 140/148;
Casiello, Juan J.: "La extensión del deber de reparar en la responsabilidad
profesional", en "Las responsabilidades profesionales", Homenaje al Dr. Luis O.
Andorno, Ed. P., La Plata, 1992, pág. 172 y siguientes).
En los casos en que el profesional incumple estos deberes y que de ordinario se
traducen en la pérdida de un derecho para su representado (v. gr. arg. 70 del
Código Procesal Civil y Comercial), el acreedor se encuentra relevado de acreditar
la culpa y le bastará demostrar la omisión y el daño que ésta le ha ocasionado
(Andorno, Luis: "La responsabilidad de los abogados", en "Derecho de daños",
Homenaje al Dr. Jorge Mosset Iturraspe, Ed. L.R., Buenos Aires, 1989, pág. 481)
y para exculparse, como ocurre en los supuestos de responsabilidad objetiva, no
será suficiente que invoque su falta de culpa -como ocurre en el caso- si no que
deberá probar alguna circunstancia ajena con aptitud para interrumpir el nexo
causal (hecho fortuito, culpa del damnificado o de un tercero por el que no debe
responder), lo que ni siquiera ha sido planteado por las apelantes.
4.2. Derivado de lo expuesto, no resultan atendibles las objeciones de los
recurrentes que refieren a la inexistencia de nexo causal, pues lo aseverado en
cuanto a que el propio Juez de Grado habría restado relevancia a la falta de
promoción del juicio ejecutivo, si bien es certero, fue circunscripto por el a quo al
perjuicio patrimonial reclamado en la demanda como lucro cesante (v. fs. 246
-8vta. in fine y 247) por entender que habían mediado circunstancias fácticas con
aptitud para interrumpir el nexo causal, independientemente del obrar
reprochable de las abogadas.
Dado que los reparos que se formulan con relación a este tema, como se ha
señalado, coinciden con las razones tenidas en cuenta en la sentencia atacada
para descartar la procedencia de la indemnización del lucro cesante y se trata de
un tema que ha quedado fuera del ámbito del recurso en tratamiento, la crítica,
por falta de atingencia, tampoco cumple con los recaudos que exige el art. 365 del
Código Procesal.
4.3. En cuanto a la condena a resarcir el daño moral, el planteo de los recurrentes
sólo evidencia desagrado con lo decidido, pero no introduce objeciones con
sustento jurídico idóneo para refutar los argumentos brindados en la resolución
atacada.
En efecto, la indemnización del daño moral originado en el incumplimiento de
los contratos reconoce base legal (art. 522 del Código Civil). Es cierto que su
existencia debe ser probada; pero si como en el caso ocurrió, el magistrado
anterior sustentó la procedencia en las conclusiones de la prueba pericial rendida
y en el alcance que otorgó al incumplimiento de las demandadas sobre el ánimo y
el psiquismo del demandante; las meras alegaciones acerca de la inexistencia del
perjuicio sin introducir objeciones concretas a las pruebas en que se basó el Juez
o a las conclusiones que extrajo de ellas, carecen de aptitud para fundar
adecuadamente el recurso y deben ser desestimadas.
4.4. Sí, en cambio, juzgo que la impugnación de la codemandada Chiatti y su
fiador son parcialmente procedentes en cuanto a la extensión de la condena por
daño moral y a la condena por los gastos adelantados y por el pago del sellado
(aspectos que, aunque en otra medida, alcanzan también al fiador de Bolatti).
4.4.1. El art. 1920 del Código Civil dispone que habiéndose otorgado mandato a
varias personas, no hay solidaridad entre ellas, salvo convención en contrario.
Además, respecto de los daños generados por la inejecución del mandato, cada
mandatario responde por su porción viril (art. 1923 del Código Civil).
En consecuencia, habiéndose establecido el daño moral en la suma total de
$4.000 a la fecha de la sentencia (fs. 249), la codemandada Chiatti (y su fiador)
sólo debe el cincuenta por ciento (50%) de esa suma. En igual grado debe verse
reducida la condena extendida a Rubén A. Esquivel en su condición de fiador de
Alicia C. Bolatti, en tanto objetó también la procedencia del rubro y contaba para
tal fin con las facultades que el art. 2020 del Código Civil acuerda a los fiadores,
aunque no hubiera mediado agravio del deudor principal.
Debe señalarse que si bien en este aspecto no se ha formulado petición concreta
fundada en la inexistencia de solidaridad o en el alcance de la responsabilidad de
los mandatarios conjuntos, el cuestionamiento sobre la cuantía del agravio que
-9introducen todos los apelantes, permite al Tribunal de Alzada incursionar en el
tema sin incurrir en exceso de jurisdicción.
4.4.2. Asiste razón a la codemandada Chiatti en cuanto a que no debió
condenársela por la suma entregada por el actor en concepto de adelanto de
gastos, ya que de acuerdo al art. 1922 del Código Civil, no mediando estipulación
de solidaridad, cada uno de los mandatarios responde sólo de las faltas o hechos
personales.
En consecuencia, dado que surge de la documentación acompañada por la propia
actora que fue la abogada Bolatti la que recibió de esa parte la suma de $623
como adelanto para el inicio del juicio (fs. 67) hecho que se tuvo por reconocido
de modo ficto en la sentencia, era sobre la mencionada codemandada que pesaba
la obligación de rendir -en su caso restituir- lo entregado por el mandatario para
gastos (arts. 1909 y 1911 del Código Civil), de acuerdo a la disposición del art.
1922 que se ha citado.
4.4.3. De igual modo, resulta procedente el agravio de los apelantes que refiere a
la condena a la restitución de lo pagado por el actor para el sellado de los
documentos.
El Impuesto de Sellos es una obligación fiscal que pesa sobre las partes
otorgantes del documento (arts. 2, 16, 17, 18, 54, 167, 168, 175, 177, 178 y ccdtes.
del Código Fiscal).
Por ello, no resulta ajustado a derecho que se considere que el pago del gravamen
fue el resultado de una conducta antijurídica de las demandadas, dado que
atender las obligaciones fiscales no depende del ejercicio meramente potestativo
de una facultad del actor, si no que se trata del cumplimiento de un deber
legalmente impuesto a todos los contribuyentes.
Por todo lo expuesto, sobre la cuestión voto parcialmente por la negativa.
Sobre esta misma cuestión, el Dr. Ariza dijo: que coincide con lo propuesto por la
Dra. Serra, y vota de la misma manera.
Concedida la palabra al Dr. Silvestri, dijo: que se remite a lo expuesto en la
primera cuestión, absteniéndose de emitir opinión.
Sobre la cuestión qué resolución corresponde adoptar, la Dra. Serra dijo:
Atento al resultado que antecede, corresponde: desestimar los recursos de
nulidad y declarar parcialmente procedentes las apelaciones. En consecuencia,
debe revocarse en parte la decisión anterior en cuanto condena a Stella M. Chiatti
al pago de las sumas de $4.000 en concepto de daño moral, $623 en concepto de
adelanto de gastos y $508,32 por el Impuesto de Sellos, condenándola solamente
a pagar al actor la suma de $2.000 en concepto de daño moral, en el término y
- 10 con los accesorios establecidos en la sentencia apelada; haciendo extensiva la
condena a Javier A. Krapez. Revocar parcialmente la sentencia con relación a
Rubén A. Esquivel, condenándolo a pagar al actor la suma de $2.000 en concepto
de daño moral y la de $623 en concepto de adelanto de gastos, en el término y
con los accesorios establecidos en la sentencia apelada. Imponer las costas de la
instancia anterior en un cincuenta y cinco por ciento (55%) a la codemandada
Alicia Bolatti y en un cuarenta y cinco por ciento (45%) a la codemandada Stella
M. Chiatti, porque se hará extensivo a los fiadores Krapez y Esquivel por el
mismo porcentaje. Habiendo prosperado parcialmente las apelaciones debe
entenderse que median vencimientos recíprocos y las costas de la alzada se
tendrán por compensadas entre las partes (art. 252 del Código Procesal Civil y
Comercial).
Así voto.
Sobre la cuestión, el Dr. Ariza dijo: que coincide con la resolución propuesta por
la vocal preopinante, y vota en igual forma.
Concedida la palabra al Dr. Silvestri, a esta cuestión dijo: que se remite a lo
considerado en la primera cuestión y se abstiene de votar.
Se resuelve: 1. Desestimar los recursos de nulidad y declarar parcialmente
procedentes las apelaciones contra la sentencia Nº 910 del 8/5/06 y, en
consecuencia, debe revocarse en parte la decisión anterior en cuanto condena a
Stella M. Chiatti al pago de las sumas de $4.000 en concepto de daño moral,
$623 en concepto de adelanto de gastos y $508,32 por el Impuesto de Sellos,
condenándola solamente a pagar al actor la suma de $2.000 en concepto de daño
moral, en el término y con los accesorios establecidos en la sentencia apelada;
haciendo extensiva la condena a Javier A. Krapez. Revocar parcialmente la
sentencia con relación a Rubén A. Esquivel, condenándolo a pagar al actor la
suma de $2.000 en concepto de daño moral y la de $623 en concepto de adelanto
de gastos, en el término y con los accesorios establecidos en la sentencia apelada.
2. Imponer las costas de la instancia anterior en un cincuenta y cinco por ciento
(55%) a la codemandada Alicia Bolatti y en un cuarenta y cinco por ciento (45%) a
la codemandada Stella M. Chiatti que se hará extensivo a los fiadores Krapez y
Esquivel en el mismo porcentaje. Habiendo prosperado parcialmente las
apelaciones debe entenderse que median vencimientos recíprocos y las costas de
la alzada se tendrán por compensadas entre las partes (art. 252 del Código
Procesal Civil y Comercial). Los honorarios de los profesionales que intervinieron
en la alzada se establecen en el cincuenta por ciento (50%) de los que les
corresponda en primera instancia.
Serra. Ariza. Silvestri (art. 26 de la Ley 10160).
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