Los recién llegados no se integran y nos hacen perder la identidad? La esencia de este rumor descansa en la asociación del tipo: "novedad significa cambio", cambio significa pérdida "o" a mayor heterogeneidad, menor cohesión social”. Esta cadena asociativa se traduce en una percepción y en un discurso prototípico de amenaza que, si bien es habitual en todas las sociedades, toma contenidos diferentes en función de los acentos que priorice cada grupo o persona. Para algunas personas, la amenaza será más intensa en la identidad cultural; para otras, en la religiosa, en la política, en la lingüística o en la cívica. En general, los referentes no son inmediatos, sino procesos históricos o estructurales que se proyectan en el medio-largo plazo. La integración es un proceso bidireccional. La cultura catalana evoluciona y se renueva a partir de aportaciones de catalanes de origen inmigrado. Vemos estos ejemplos: -En Gastronomía, la mona de Pascua tiene un origen árabe. El nombre proviene de la munna, término árabe que significa "provisión de la boca", y era un regalo que los moriscos hacían a sus señores. -Las Habaneras son el testimonio de la marcha en Cuba durante el siglo XIX de marineros catalanes que buscaban como ganarse la vida y volvían cargados de ron, tabaco, ritmos y canciones. Del mismo modo, la rumba flamenca, también llamada catalana, es heredera directa de la guaracha cubana. Y fue en Gato Pérez, de origen argentino, quien en los años setenta participó en un nuevo impulso del género, a partir de la tradición de la rumba. Francisco Candel es uno de los escritores catalanes más aceptados y admirados. Llegó a Barcelona a los 2 años procedente del Rincón de Ademuz, una comarca de habla española de Valencia y su aportación fue decisiva para la cohesión social. Fue de los primeros en defender que los recién llegados serían catalanes de pleno derecho desde el respeto entre todas las culturas. Uno de sus libros, Los otros catalanes, es parte de nuestra historia de integración. Fue concejal de Hospitalet entre los años 1979 y 1983, el primer ayuntamiento democrático, y se hizo cargo de la Concejalía de Cultura.