La Compañía de “Minyons” Catalanes La palabra catalana “minyó” (“miñón” en su adaptación al español) significa “chico”. En la historia de Argentina sirve para dar nombre a unas compañías militares de voluntarios catalanes que participaron decisivamente a la liberación del Buenos Aires ocupado por los ingleses en las invasiones de 1806-1807. Eran unos ciento cincuenta catalanes residentes en el Virreinato del Río de la Plata que se auto organizaron, en soporte del alzamiento platense, para poner fin a la ocupación de las tropas inglesas comandadas por el general Beresford. Para dar a comprender la relevancia de la actuación catalana, la investigadora argentina Cristina Ambrosini recupera las palabras del General Mitre en las cuales afirma que las “guerrillas catalanas” fueron quienes fundamentalmente permitieron la expulsión de los ingleses, de forma muy específica en 1806. Efectivamente, consta que los miñones catalanes, el 10 de agosto de 1806, desalojaron a los invasores del Parque del Retiro a punta de bayoneta y fueron, así mismo, los primeros en tomar, en la ofensiva final del 12 de agosto, la Plaza Mayor de la ciudad (actual Plaza de Mayo). El cuerpo de miñones de aquel 1806 era comandado por Rafael Bofarull y José Grau, y estaba financiado por el comerciante catalán Miguel Antonio Vilardebó. Contaba, también, con las aportaciones de los mismos miñones. Respecto a la definitiva liberación de Buenos Aires de 1807, sabemos que la tercera compañía de miñones, comandada por Felipe Llavallol, recuperó Barracas, Miserere y, nuevamente, el Retiro y la Plaza Mayor. Encuadrados en ella, un numeroso grupo de catalanes porteños, con el nombre de Voluntarios Urbanos Catalanes, contribuyó decisivamente a la victoria final. Finalmente, el también catalán José Milá de la Roca fue quien extendió la capitulación a los ingleses vencidos en las calles de la ciudad. Algunos de estos hombres, junto muchos otros, abrazarían pocos años después la causa independentista y hasta llegarían a 1/2 La Compañía de “Minyons” Catalanes trabajar cerca del general Belgrano. La organización y método de lucha de los catalanes en Argentina correspondía a la de una infantería ligera de larga tradición en Cataluña. Destacaba fundamentalmente por su gran movilidad, el aprovechamiento adecuado del terreno y una gran rapidez e implacable contundencia en sus acciones de ataque. Este modelo no era nuevo. Aparece perfectamente documentado en la historia de la Cataluña medieval y moderna. Entre los siglos XIII y XV, compañías similares con el nombre de “almogàvers” (“almogávares”) ganaron para la Corona Catalano-Aragonesa los territorios de Valencia, Sicilia, Cerdeña, Atenas y Neopatria. Entre los siglos XVI y XVIII, compañías herederas de éstas combatieron con el nombre de “miquelets” (“migueletes”) en la Guerra de Separación de Cataluña (1640-1652) y en la Guerra de Sucesión a la Corona Hispánica Con esto se entiende que la consideración de los catalanes como gente pacífica sólo puede aplicarse a partir del último siglo y medio. Hasta entonces resulta del todo cierta una frase escrita en la Argentina posterior a las invasiones: “Catalanes: si fuera poeta diría que Marte había puesto escuela en Cataluña”. Con esta breve explicación, a la cual deberían añadirse muchos otros hechos relevantes de aquellos años 1806-1807, me parece que queda claro que la relación entre Argentina y Cataluña empezó, en época contemporánea, con muy buen pie. No en vano, la lucha contra el absolutismo y la defensa de las libertades catalanas encaja perfectamente con lo que los argentinos, y los demás habitantes de los territorios del Río de la Plata, deseaban para su futuro. 2/2