Sexto día de la Novena de la Preciosísima Sangre Sangre de Cristo, cayendo en la coronación de espinos Lectura Bíblica: Evangelio según Mateo (27, 27-30): Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él. Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado con espinos y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de él, diciendo: <<¡Viva el rey de los judíos!>> Entonces Pilato les soltó a Barrabás. Mandó azotar a Jesús y lo entregó a los que debían crucificarlo. Le escupían en la cara y con la caña le golpeaban en la cabeza. Lectura Espiritual: Los soldados tejieron una corona de espinas y se la pusieron sobre la cabeza. Lo revistieron con un manto rojo (Jn 19,2). Al clavar la corona de espinas con golpeadas, decían: “Como es rey, no puede quedar sin corona, esperamos que este sea de su agrado” Cayendo sangre por los cabellos, frente, cara y cuello, el Señor inclinó la cabeza para lo alto, para que nosotros que estábamos caídos, pudiéramos levantarnos. Pero Tú eres mi escudo protector y mi gloria, tú mantienes erguida mi cabeza (Sl 3, 4). ¿Quien podrá reclamar de una ofensa, cuando vemos cuánto el Señor sufrió po r nosotros? (Luis de Palma, La Pasión del Señor, San Pablo, Factash Editora, 2005, p. 125).