Tesoro en vasos de barro. - Iglesia Cristiana Evangélica Añoreta

Anuncio
TESORO EN VASOS DE BARRO
(2ª Cor. 4:7)
INTRODUCCIÓN.¿Qué somos los cristianos? Alguien podrá decir: somos reyes, sacerdotes, personas escogidas,
tesoro especial de Dios, etc. Y estará diciendo bien, porque la Biblia nos enseña que Dios ha
puesto en sus hijos unas riquezas extraordinarias que iremos descubriendo poco a poco, y que
implican estas y otras cosas. En cambio otro podrá también decir: somos miserables, ¿quién
me librará de este cuerpo de muerte? Porque todavía vemos en nosotros debilidad, corrupción
y pecado. Y quien así habla también estaría diciendo lo correcto.
Queremos pensar durante varias semanas en esto: ¿Qué son los cristianos? Y me parece que
uno de los libros de la Biblia que mejor nos lo muestra es la epístola a los Efesios. Así que
iremos viendo buena parte de este libro en sucesivas predicaciones. Hoy veremos sólo una
introducción al tema, pero espero que nos sitúe en lo que iremos viendo en las siguientes
semanas en Efesios.
La frase que nos da el título de esta predicación introductoria sobre el libro de Efesios es
también del apóstol Pablo a los corintios en su segunda epístola 4:7 “Pero tenemos este tesoro
en vasijas (vasos) de barro, para que se vea que tan sublime poder viene de Dios y no de
nosotros”.
Lo que Pablo está diciendo es que los creyentes tienen un tesoro, pero que está en personas
que son como un vaso de barro, es decir, frágil, rompible, corrupto, no duradero. Así que los
creyentes son representados como alguien que externamente es muy frágil, muy falible pero
que tiene en su interior una extraordinaria riqueza. Además el tesoro perdurará más allá del
tiempo, pero lo que lo contiene, el vaso, se va desgastando y su existencia, tal y como lo
conocemos ahora, finalizará con la muerte.
Esta es una estampa de como Pablo ve a los cristianos en el tiempo que vivimos aquí en este
mundo: tesoros en vasos de barro. Es como una de aquellas vasijas antiguas de barro en la que
los antiguos guardaban lo más valioso. Vasijas como por ejemplo donde se encontraron los
pergaminos del Qumrán.
Al margen de este lenguaje, con el que Pablo ilustra esta condición del cristiano, y hablando
más directamente, lo que esto significa es que el reino de Dios ya se ha iniciado en la persona
de Cristo y también en todos aquellos que han sido unidos a Él por la fe, es decir, los cristianos.
Y ese reino se completará en el futuro, cuando todo lo que se opone a Dios sea, o bien
transformado, o bien juzgado y castigado en el juicio, al final de los tiempos. Y entre las cosas
que han de ser cambiadas y transformadas están estas vasijas de barro que son nuestros
cuerpos caídos, donde el pecado aún está y que serán transformados en cuerpos gloriosos
similares al del Señor resucitado.
De aquí esa expresión de ‘ya, pero todavía no’ referida a la salvación. Es decir, ya tenemos el
tesoro de la salvación, pero hasta su consumación vivimos aún en cuerpos caídos. Y esa
1
condición produce, sin duda, una tensión en los cristianos. Y para escapar de esa tensión
corremos el peligro de pensar, o bien que ya tenemos todo, o que aún no tenemos nada.
Pero no cabe duda de que una unión de algo tan valioso con algo tan frágil y deteriorable, un
tesoro en vasos de barro, supone una convivencia de tensión. Si fuésemos solamente ese
tesoro de valiosísimo oro no habría tensión, e iríamos andando por la vida con mucho orgullo
y sacando pecho. Incluso si fuéramos sólo el vaso de barro, sin que hubiera nada de tesoro en
nosotros, pues aceptaríamos las limitaciones del barro y tampoco habría tensión. Pero el
hecho es que somos tesoro en vasijas de barro.
Y aunque nos parezca a veces incómoda esa situación es muy sabia de parte de Dios. Porque Él
nos ha dejado aquí por un tiempo para servir por amor a nuestra generación. Porque, por un
lado ha puesto en nosotros ‘ya’ ese tesoro, el cual nos hace ciertamente diferentes de los que
aún no le conocen; pero por otro, estamos ‘todavía’ en un cuerpo caído, como el de
cualquiera. De esta manera podamos relacionarnos como iguales con todos los seres
humanos. Si fuéramos ya perfectos los demás nos verían inaccesibles, y de poco serviríamos.
Pero por otro lado, si no tuviéramos algo valioso en nosotros, no tendríamos nada que decir a
los demás. Por eso dice Pablo en 2 Cor. 4:7, como ya leímos antes, que es así “para que se vea
que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros”.
Así que es muy importante que reconozcamos nuestra humanidad caída (el vaso de barro), y
consecuentemente que aceptemos ‘las limitaciones’ que ello supone; pero, desde luego, es
importantísimo que seamos muy conscientes del tesoro que tenemos en Cristo, y que Él ha
depositado ‘ya’ en nosotros. Lo primero nos da humildad, lo segundo valor, seguridad y
fortaleza.
Veamos ahora cómo nos afecta a los cristianos una adecuada comprensión de este tesoro en
vasos de barro ante diferentes asuntos de la vida.
1.- En cómo enfocar el ministerio que la iglesia debe hacer al mundo.Si vemos solamente el tesoro, la salvación que ‘ya’ tenemos en Cristo haremos todo el énfasis
en la salvación del alma humana del individuo. Insistiremos sólo en convertir a otros, pero
ignoraremos las necesidades humanas y sociales de la comunidad. Si nos vemos sólo como
vasos de barro tenderemos a enfatizar sólo el alivio de las condiciones humanas y sociales y a
minimizar la necesidad de arrepentimiento y conversión. Si en cambio vemos adecuadamente
el tesoro y también el vaso de barro, esto nos llevará al amor, lo cual nos moverá a dar a
nuestro prójimo lo que necesite, conversión a Cristo o un vaso de agua, evangelismo y también
ayuda humana y social.
2.- En la actitud que tengamos en las cuestiones doctrinales.Los ‘ya’ del Nuevo Testamento significan mayor confianza y seguridad en las doctrinas
centrales que apoyan el evangelio, pero el ‘todavía no’ significa amor y humildad en cuanto a
las creencias no esenciales. En otras palabras, debemos ser muy firmes cuando se trata de las
doctrinas sobre la autoridad de la Palabra de Dios, la cruz, la gracia y el pecado, pero
moderados y flexibles, especialmente sobre aquello en lo que los cristianos serios no pueden
ponerse de acuerdo. El saber que somos aún vasos de barro nos debe ayudar a no pensar que
2
comprendemos intelectualmente cada detalle de la revelación bíblica. Por tanto debemos ser
menos triunfalistas. También significará que nuestro discernimiento del llamado de Dios y de
su voluntad para nosotros y para otros, no debe ser expresado con total y absoluta seguridad
como si nuestro punto de vista no pudiera ser incorrecto. Es decir, debemos estar dispuestos a
morir por nuestra creencia en el evangelio (palabra de Dios, pecado, cruz y gracia de Dios),
pero no debemos luchar a muerte por cada detalle de la revelación bíblica.
3.- En el enfoque sobre la santidad personal.El ‘tesoro’, el ‘ya,’ significan que no debemos tolerar el pecado. La presencia del reino incluye
que somos hechos “partícipes de la naturaleza divina” (2ª Pedro 1:3). El evangelio, por tanto,
nos da la confianza de que cualquier persona puede ser cambiada, de que cualquier hábito que
nos esclaviza puede ser superado. Pero ‘el vaso de barro’, el ‘todavía no’, nos muestra que
nuestro pecado aún permanece en nosotros y que no será eliminado hasta que seamos
perfectos en gloria. Así que seremos pacientes, con el crecimiento lento y aún con las caídas, y
nos daremos cuenta de la complejidad del cambio en el crecimiento de la gracia. Pero aún así
no debemos conformarnos al pecado, como hacen los que sólo ven el vaso de barro, y
debemos insistir en que los cambios milagrosos son posibles.
4.- El enfoque acerca de los milagros.El ‘tesoro’ en nosotros significa que el poder para hacer milagros y sanar está disponible. Jesús
mostró el reino sanando al enfermo y levantando a los muertos. Pero ‘el vaso de barro’
significan que la naturaleza entera, incluyendo nuestros cuerpos, todavía está sujeta a
padecimientos (Rom. 8:22-23) y que por tanto la enfermedad y la muerte son todavía
inevitables hasta la consumación final. No podemos esperar que los milagros y la eliminación
del sufrimiento sean parte normal de la vida del cristiano, ni que el dolor y el sufrimiento sean
totalmente eliminados de la vida de las personas fieles. Pero, al contrario de lo que piensas los
que solo ven el vaso de barro, sabemos que Dios puede sanar y hacer milagros, aunque no
insistimos a Dios para que elimine todo sufrimiento.
5.- El enfoque acerca de la santidad de la iglesia.Ver el ‘tesoro’, el ‘ya’ del reino implicará darnos cuenta que la iglesia es la comunidad ahora
del poder del reino. Por lo tanto, al ser luz y sal es capaz de transformar nuestro entorno. El
evangelio predicado y enseñado hará que personas sean añadidas continuamente “a los que
habían de ser salvos” (Hechos 2:47) y que se produzcan cambios profundos en esas personas,
que la vida de las familias, en el ámbito laboral y en el de nuestro entorno cambie. ¡Eso es
posible! Pero ‘los vasos de barro’, ‘el todavía no’ del pecado significan que Jesús todavía no ha
presentado a su novia, la iglesia “gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante”
(Ef. 5:27). Y esto nos ha de dar un equilibrio para, por un lado, proclamar y esperar el poder
transformador de la iglesia, pero al mismo tiempo no ser duramente críticos con las
imperfecciones de las congregaciones. Porque el error no será completamente erradicado de
la iglesia. Un equilibrio entre la sana disciplina en la iglesia para casos muy puntuales y al
mismo tiempo evitar ser demasiado severos para disciplinar en la iglesia casi por cualquier
cosa como fin de tratar de llevar la perfección a la iglesia de hoy.
3
CONCLUSIÓN.Si captamos la grandeza del tesoro, las riquezas espirituales que Dios ha depositado en cada
cristiano, y al mismo tiempo somos conscientes de que esas riquezas están en vasos de barro,
creo que las iglesias se tornarán en algo muy especial. Las personas encontrarán en las iglesias
profunda convicción moral, pero también compasión y flexibilidad.
4
Descargar