1 PEQUEÑO CURSO BÍBLICO Sergio Armstrong Cox ESQUEMA DE CONTENIDOS 1. INTRODUCCIÓN GENERAL 1.0. ¿Para qué leer la Biblia? 1.1. Estructura general de la Biblia 1.2. Geografía bíblica 1.3. La Biblia, Palabra de Dios en una palabra humana 1.4. La Biblia, Palabra conservada por Israel y por la Iglesia 1.5. La Biblia, Palabra verdadera 1.6. La Biblia, Palabra normativa 2. RECORRIENDO LA BIBLIA 2.1. Abraham y el camino hacia la promesa 2.2. El éxodo, la verdadera libertad y el “vivir en Alianza” 2.3. La conquista y el nuevo rostro de Dios 2.4. La monarquía y el adormecimiento de la fe 2.5. El exilio y la crisis de fe 2.6. El Judaísmo, institucionalización y apertura a un Dios universal 2.7. Jesucristo y la gratuidad del amor de Dios 2.8. La Iglesia y la universalidad de la fe 3. APÉNDICE (VOLUNTARIO): DESCRIPCIÓN DE LA BIBLIA 3.1. Antiguo Testamento 3.1.1. El Pentateuco 3.1.2. Los libros históricos 3.1.3. Los libros poéticos 3.1.4. Los libros sapienciales 3.1.5. Los libros proféticos 3.2. Nuevo Testamento 3.2.1. Los evangelios Sinópticos 3.2.2. El evangelio de Juan 3.2.3. Los Hechos de los Apóstoles 3.2.4. La cartas de Pablo 3.2.5. Las epístolas católicas 3.2.6. El Apocalipsis 2 1. INTRODUCCIÓN GENERAL 1.0. ¿Para qué leer la Biblia? ¿Por qué es necesario leer la Biblia? ¿Qué aporta ella a nuestra vida? Dios realiza una “alianza” con nosotros (como Iglesia, como país, como individuos) y a partir de esta alianza nuestra historia se convierte en historia de salvación. Dios camina en nuestra propia historia y ésta se va transformando de acuerdo a nuestras decisiones y a las decisiones del propio Dios. La historia de cada comunidad cristiana, de cada país, de cada persona es única. Sin embargo, existe un cierto “parecido”, una “cierta analogía”, entre ellas. ¿Cómo saber que nuestra propia historia (eclesial, social, personal) se va realmente transformando en historia de la salvación? ¿Cómo reconocer el paso de Dios en nuestra propia vida? Existe una historia que es “modelo” de las otras, que da la “clave” para entender las otras. Al recorrer esa historia podemos percibir el parecido con la nuestra, siempre que la leamos con el corazón abierto y con ciertos instrumentos de ayuda. Se trata de la “historia bíblica”. Al recorrer las distintas etapas de la historia bíblica haremos siempre una comparación con nuestra propia historia de fe buscando iluminar esta última. 1.1. Estructura general de la Biblia Lo primero que llama la atención de la Biblia es su tamaño: tiene más de mil páginas. Está compuesta de dos grandes partes: el Antiguo y Nuevo Testamento. Estas dos partes a su vez contienen muchas unidades menores: el AT tiene 46 y el NT 27. Es importante fijarse en este dato y no olvidarlo: la Biblia no es un solo libro, sino 73 libros diferentes. La misma palabra “Biblia” significa en griego “libros”. Estos escritos pertenecen a épocas y autores muy diferentes entre sí. Sin embargo, a pesar de esta diversidad de libros, autores y épocas, es posible percibir una unidad fundamental en la Biblia: contiene la palabra del único Dios a su único pueblo (Israel en el AT, la Iglesia en el NT). A partir de esta unidad fundamental se pueden entender los dos “testamentos”: hay una antigua y una nueva Alianza, una antigua y nueva manera de hablar Dios a los hombres, una promesa y un cumplimiento. El AT contiene la historia de la promesa de Dios. De un Dios que eligió a un pueblo y lo fue educando de muchas maneras y en diversas ocasiones a fin de hacerlo capaz de entrar en un diálogo adulto con Él. Se trata entonces de una etapa de preparación, de una promesa de algo más pleno, de un modo de relacionarse (=economía) que no es aún una relación de adultos. 3 En el NT tenemos el cumplimiento de la promesa: en Jesús, Dios se hace presente en medio de su pueblo. Esa presencia tan radical inaugura un nuevo tipo de relación (=economía) con Dios llamada por San Pablo “adulta” (Gal 3,25). Sin embargo, este cumplimiento es aún inicial. Ya que se nos promete una presencia más plena de Jesús con su Segunda Venida (“Parusía”) en la cual Dios renovará y llevará a plenitud a toda la humanidad y a nuestro mundo. Por lo mismo, el NT termina clamando “¡Ven, Señor Jesús!”. 1.2. Geografía bíblica (mapas al final) Los relatos bíblicos se ubican geográficamente en el Oriente Medio. La tierra dada por Dios a su pueblo es el territorio de Canaán o Palestina (el mismo que ocupa actualmente Israel) (ver fig.1: Palestina en el mundo). A partir de este lugar central la historia bíblica tendrá ramificaciones a Egipto, en tiempos del Éxodo; a Babilonia (actualmente Bagdad, en Irak), en tiempos del Exilio, y al Asia Menor (actualmente Turquía), Grecia y Roma, en tiempos de los apóstoles. El territorio bíblico por excelencia, en todo caso, es Palestina. Ésta es una angosta franja de tierra que tiene la forma de un trapecio (ver fig.2: Palestina físico A), cuya base inferior mide unos 100 kms y la superior unos 50; su altura es de unos 220 kms. El mediterráneo lo limita al oeste y el valle del Jordán (una profunda hendidura o falla geológica) por el este. Para los efectos de esta presentación dividiremos el territorio palestinense en tres franjas imaginarias y paralelas (ver fig. 3: Palestina físico B): a) la costa, b) la montaña central, c) el valle del Jordán. Las presentaremos recorriéndolas de norte a sur. a) La zona costera. La costa palestinense es suave y arenosa, formando en algunos lugares amplias dunas. El único puerto natural es el formado al pie del Monte Carmelo 1(de hecho, los únicos puertos de que disponen los judíos son los de Jafa y Cesarea; este último construído en tiempos de Herodes el Grande, poco antes del nacimiento de Jesús). Esta realidad mantuvo a Israel siempre alejado del mar, que fue visto más como un peligro potencial que como un campo de trabajo. b) La montaña central. Con este nombre se conoce la zona comprendida entre la llanura costera y el valle del Jordán. Al recorrerla de norte a sur se puede distinguir en ella las siguientes secciones (fig. 5: Palestina en tiempos de Jesús): - Galilea: Situada en el norte., es una zona de colinas suaves y fértiles, intensamente cultivadas (trigo, cebada) y con mucha población. En la baja Galilea se concentra la mayor cantidad de habitantes de Israel, los que habitan en pequeñas aldeas. Se trata de la zona donde Jesús desempeña la mayor parte de su ministerio. Al sur de Galilea, y separándola de Samaria se encuentra un fértil valle conocido como llanura del Esdrelón o Valle de Yisreel. Es la zona agrícula más fértil de Palestina. 1 546 metros de altura 4 - Samaria. Constituye el corazón geográfico del país. Zona montañosa que se levanta al sur de Yizreel. En el sector norte, o “baja Samaria”, hay pequeños valles fértiles entre las montañas. - Judea. Región de montañas más altas, quebradas y secas. En el centro de esta zona se encuentra la ciudad de Jerusalén. Hay un fuerte contraste entre el sector occidental (hacia el Mar Mediterráneo) y el sector oriental (hacia el Jordán) . El primero tiene sectores más planos y recibe lluvias que permiten una agricultura no despreciable (hay además viñas, olivos, y una gran variedad de árboles frutales). El segundo es abrupto y seco, hasta el punto de ser conocido como el “Desierto de Judá”. c) El valle del Jordán (fig. 3: Palestina físico B). El río Jordán tiene su origen en una serie de arroyos que nacen en las laderas del monte Hermón (2.814 mts) y que se reunen en el pantano Hulé. Éste se encuentra a 2 mts sobre el nivel del mar. Saliendo de este pantano el Jordán baja rápidamente hasta llegar al lago de Genesaret (o lago-mar de Tiberíades, o mar de Galilea; 212 ms. bajo el nivel del mar). Este lago tiene 21 kms. de largo por 10,5 kms. de anchura máxima. Sus aguas son cristalinas y con abundante pesca (en ellas se desarrollan todas las escenas de pesca de los evangelios). En su sector occidental hay una amplia y fértil llanura que fue muy cultivada y habitada desde la antiguedad. Allí se ubican muchos de los pequeños pueblos a los que hacen referencia los evangelios. El lado oriental es seco y árido, con laderas abruptamente cortadas; es una región casi deshabitada. Del sur del lago renace el río Jordán, bajando hasta llegar al Mar Muerto. Debido a los numerosos meandros del río se forma una tupida vegetación que contrasta con la sequedad del valle rodeado de secas montañas. El Jordán desemboca y termina en el Mar Muerto. Este es un lago que se encuentra a 392 mts bajo el nivel del mar. Por lo mismo, carece de desagüe, manteniéndose su nivel por evaporación. Esta especial característica ha elevado tanto la salinidad de sus aguas que es imposible la vida en ellas. De ahí proviene su nombre. Los sectores adyacentes a este lago son muy desérticos. El territorio de Palestina no es muy grande. La superficie total está en torno a los 10.000 kms cuadrados (nuestra Región Metropolitana tiene 15.349 kms y la VII Región 30.302). Las distancias son cortas, aunque los caminos no siempre son fáciles (de Jerusalén a Nazaret hay unos 140 km; más o menos la distancia de Chillán a Talca; unos 4 días de camino a pie). 5 MAPAS Figura 1: Oriente Medio Antiguo 6 Figura 2: Paletina físico A 7 Figura 3: Palestina físico B 8 Figura 4: Palestina político 9 1.3. La Biblia, Palabra de Dios en una palabra humana La Biblia es el libro que recoge la revelación de Dios al hombre. Sin embargo, ella se nos presenta llena de problemas: errores cosmológicos, párrafos incomprensibles, imágenes de Dios contradictorias, etc. Será, entonces, aquí necesario ir entregando los elementos que permitan comprenderla y eventualmente leerla y adherir a su contenido. Comenzaremos, en primer lugar, con lo que se ha llamado la “inspiración”; es decir, la afirmación de que en la Biblia estamos ante una Palabra de Dios que se comunica a través de una palabra humana. Para ello es necesario distinguir “inspiración” de “revelación”. En el recorrido que hemos hecho de la “historia de la salvación” hemos visto que Dios se ha revelado al hombre mediante acciones y palabras. Sus acciones salvadoras (éxodo, regreso del exilio, muerte y resurrección de Jesús) han ido acompañadas de palabras que explican su sentido. Por ejemplo: la acción de Ciro, rey de Persia, de liberar al Pueblo en Babilonia y hacer posible su regreso a Palestina, puede ser intepretada como expresión de la impotencia de Yahveh (el Pueblo debe ser liberado por alguien que nada tiene que ver con el Dios de Israel ante la pasividad del primero) o bien como expresión del poder y sabiduría de éste que se sirve de Ciro -aunque sea un pagano- para lograr sus propósitos. Es la palabra profética del Segundo-Isaías la que desvelará el sentido profundo de esa acción de Ciro: Dios libera a su pueblo; ha terminado el castigo divino sobre él. Como puede verse, Dios elige mediadores para revelarse al pueblo: unos realizan las acciones salvadoras (Moisés, Josué, Ciro) y otros iluminan esas acciones mediante la Palabra divina (profetas, sabios). Así como Dios ha elegido a estos mediadores, elige a otros hombres para que pongan por escrito estas acciones salvadoras y estas palabras. Esto es lo que se llama técnicamente la “inspiración” divina: el hecho de que Dios -a través de hombres concretos- es “autor” de los textos bíblicos. ¿Cómo debe entenderse esta doble autoría divino-humana? En primer lugar, hay que descartar falsas visiones: que Dios sea el autor de la Biblia no significa que la haya escrito de su puño y letra, o que la haya hecho descender del cielo, o que la haya dictado, o que haya usado a los escritores bíblicos como simples instrumentos pasivos e inconscientes de su acción. Los autores bíblicos son propia y verdaderamente autores, hombres cuya capacidad imaginativa y expresiva no queda reducida en nada por ser inspirados. Más aún, son hombres que al escribir se manifiestan enteramente enraizados en un mundo concreto. Son voz que expresa la fe de un pueblo de creyentes, voz condicionada por la cultura, preocupaciones y expresiones de ese pueblo. La “inspiración” es esa influencia misteriosa de Dios en los autores humanos de la Biblia que, respetando su forma de ser, asegura su fidelidad al poner por escrito la Revelación tanto en lo que respecta a las acciones salvadoras como a las palabras 10 que las iluminan. La “inspiración” no asegura “la mejor expresión” de esa Revelación (no todos los autores bíblicos son buenos escritores), pero sí una consignación completa e inequívoca de lo esencial. En el fondo, estamos ante una Palabra divina que se comunica a través de una Palabra humana. Así como Dios se ha hecho hombre en Jesús de Nazareth, así la Palabra de Dios se revela en el interior de una Palabra humana. De modo que, así como no se puede percibir la divinidad de Jesús si no se conoce su humanidad, así tampoco es posible conocer la Palabra de Dios si no se toma en serio el carácter humano de la Biblia. La palabra de Dios no la recibiremos sino escuchando la palabra de Israel, la Palabra de la Iglesia que está en la Biblia. Dicho desde otro punto de vista, la Palabra de Dios no la podemos conocer sino mediada por la Palabra de los que nos han precedido en la fe. No existe una vía que lleve a Dios pasando por fuera de la comunidad de los creyentes. Este hecho tiene una enorme significación en cuanto a nuestro acercamiento a la Biblia. Al leerla debemos estar siempre preguntándonos "¿Qué quiso decir el autor bíblico cuando escribió esto?”, ya que en lo que él quiso comunicar, ahí mismo es donde está la Palabra de Dios. Esta tarea está muy claramente expresada por el Concilio Vaticano II: “Dios habla en la Escritura por medio de hombres y en lenguaje humano; por lo tanto, el intérprete de la Escritura, para conocer lo que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los autores querían decir y Dios quería dar a conocer en dichas palabras". "Para descubrir la intención del autor, hay que tener en cuenta, entre otras cosas, los géneros literarios" (Constitución sobre la Divina Revelación, Dei Verbum, nº 12, en adelante DV). ¿Qué son los “géneros literarios”? Son las formas de expresión escrita que tiene una determinada cultura. Por ejemplo, en el caso de la cultura moderna, un escrito es una novela, un cuento, un poema, una carta, un libro de historia, etc. Un mensaje se transmite de forma muy diferente a través de estos medios: no le pedimos a un poema que nos relate un hecho con la misma exactitud que un libro de historia; cuando leemos un cuento sabemos que los hechos que ahí se narran son ficticios, etc. Esto que para nosotros es tan obvio no solemos aplicarlo cuando leemos la Biblia. Por ejemplo ante el libro de Jonás, que es un hermoso cuento, a veces nos preguntamos cómo hizo el protagonista para permanecer tres días en el vientre de la ballena. Los ejemplos podrían multiplicarse. Los géneros literarios son hijos de una cultura, de una época, de un pueblo. Cada uno de ellos tiene ciertas “reglas del juego” a las que el autor debe adaptarse (aunque pueda realizar una cierta “acomodación” personal) para poder ser comprendido. Por ejemplo, pensemos en como se escribe hoy una carta o un memorándum. Los géneros literarios bíblicos no son los nuestros y se ha necesitado de mucho estudio de la literatura israelita, egipcia y mesopotámica para comprenderlos. Para conocerlos bien nosotros debemos recurrir a los comentarios bíblicos. 11 La expresión “género literario” se utiliza con un sentido amplio cuando se habla de determinados tipos de libros, por ejemplo, los libros proféticos, sapienciales, los códigos legales, los evangelios, etc. Se utiliza también en un sentido restringido cuando alude a pequeñas unidades originalmente orales que han pasado a fomar parte de un libro. Por ej.: parábolas, proverbios, leyendas de variado tipo, relatos épicos, etc. A propósito de este tema de los géneros literarios, conviene hacer una distinción fundamental. Cuando decimos que un hecho determinado que narra un texto no es “histórico” (por ejemplo la historia de Jonás) no estamos diciendo que no sea “verdadero”. Un hecho narrado puede ser histórico o ficticio. La “verdad” (que se contrapone a la “falsedad”) de esa narración se refiere al aporte que ella hace en ese “camino de salvación” que es la verdad bíblica (ver más adelante). En el ejemplo puesto, el libro de Jonás aporta el redescubrimiento de la misión de Israel hacia los gentiles. 1.4. La Biblia, Palabra conservada por Israel y por la Iglesia Suponiendo que todo lo dicho en el número anterior haya quedado claro, podemos aceptar que la Biblia es Palabra de Dios en cuanto que Él ha inspirado a diversos hombres para que con palabras escritas consignen claramente y sin falseamientos su autocomunicación mediante acciones y palabras. Sin embargo, permanece presente un importante problema: ¿quién decide cuando un libro es inspirado o no? 0, dicho de otro modo, ¿quién ha determinado cuáles son los libros que forman parte de la Biblia? Es la Iglesia, o el antiguo Israel, la que ha determinado qué libros forman parte de la Biblia. Como decíamos, el escritor de un libro bíblico es un hombre que, habiendo interiorizado de tal modo la Revelación de Dios, ha sabido, por querer de Dios mismo, expresarla plena e inequívocamente en su obra. Pero es la comunidad creyente la que ha corroborado posteriormente la perfecta concordancia entre esta obra y su convicción de fe. Es a partir de este juicio que se ha formado la Biblia. Que se ha formado el "Canon bíblico", como se dice técnicamente. Antes de seguir adelante, debemos aclarar el sentido exacto de tres términos que pueden llevar a confusiones. Ellos son: a) Inspiración: es decir, el hecho de que Dios, mediante un hombre, sea el autor de un libro bíblico. Es, por tanto, una característica del libro mismo. b) Canonicidad: es decir, el que la Iglesia haya reconocido públicamente un libro como inspirado y lo haya hecho formar parte del “canon” (lista oficial de libros inspirados) bíblico. c) Autenticidad: es decir, la atribución de un libro a su verdadero autor. Este es un hecho que no afecta a la fe y es demostrable empíricamente. Dados los conceptos de inspiración y canónicidad más arriba anotados, el que se niegue la autenticidad de un escrito (por ejemplo, el decir que la carta a los Hebreos no fue escrita por san Pablo) no significa de ningún modo negar su inspiración o su canonicidad; ya que la canonicidad no proviene 12 del prestigio de su autor, sino del reconocimiento hecho por la Iglesia de que en él está la Palabra de Dios. Así como la Biblia es conservada por la Iglesia también debe ser leída “en Iglesia”. El Concilio nos da varias normas al respecto: "La Escritura se ha de leer e interpretar en el mismo Espíritu con que fue escrita; por tanto, para descubrir el verdadero sentido del texto sagrado hay que tener en cuenta con no menor cuidado el contenido y la unidad de toda la Escritura, la Tradición viva de toda la Iglesia, la analogía de la fe. A los exégetas toca aplicar estas normas de trabajo para ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia. Todo lo dicho sobre la interpretación de la Escritura queda sometido al juicio definitivo de la Iglesia, que recibió de Dios el encargo y el oficio de conservar e interpretar la Palabra de Dios" (DV, 12 c). Estas normas apuntan a una lectura integral de la Escritura: ella es obra del único Dios (“Espíritu”) que nos da en ella un “camino de salvación” (“verdad” bíblica: ver más adelante). Por ello al interpretar un texto no pueden aislarse de todo el proceso global de la salvación en la totalidad de los textos. También es necesario conocer cómo las diferentes generaciones de cristianos y los teólogos y el Magisterio han entendido el texto que uno estudia a lo largo de la historia de la Iglesia 2 (la “tradición viva de toda la Iglesia”). Por último, no se puede aislar el texto del conjunto de la Revelación (la “analogía de la fe”, que se traduce en el Credo). Obviamente estas normas se dirigen en primer lugar a los especialistas. Sin embargo, un cristiano común puede aplicarlas de hecho al leer la Biblia en grupos con una buena orientación, o en una buena edición, con buenas notas (como se ve, incluso en este último caso estamos ante una lectura “comunitaria” de la Biblia, la lectura puramente individual es la manera más segura de “perderse” en la interpretación de la Biblia). La interpretación de la Escritura corresponde a todos los cristianos; sin embargo, al Magisterio de la Iglesia le toca decir la “última palabra” en materia de interpretación (el “juicio definitivo”) cuando hay asuntos controvertidos o cuando es necesario subrayar lo central de la fe. 1.5. La Biblia, Palabra verdadera Si la Biblia es Palabra de Dios que ha sido avalada por la Iglesia, ella no puede ser falsa. La Biblia es palabra verdadera en la cual no existe error ni engaño. Sin embargo, ella parece estar llena de mentiras y contradicciones. Citemos algunas de estas contradiciones problemáticas: - Contradicciones entre la Biblia y la ciencia: por ejemplo el sol que se detiene sobre Gabaón (Jos 10,13), el relato de la creación de Gn 1 que supone una tierra plana cubierta por una clarabolla de cristal (el “firmamento”). 2 Este recuento se encuentra en los comentarios especializados de la Biblia. En castellano hay comentarios de este tipo sólo de unos pocos libros, entre los cuales se encuentran los evangelios 13 - Contradicciones entre la Biblia y la historia: por ejemplo, en Gn 4,22 se dice que Túbal-Caín es “padre de todos los forjadores de cobre y hierro”; Túbal-Caín es el octavo descendiente de Adán; luego, según el Gn, toda la prehistoria -desde los remotos orígenes del hombre hasta la edad del hierro-, se despacha en 8 generaciones. - Contradicciones entre Biblia y la moral: Las hijas de Lot emborrachan a su padre y conciben de él (Gn 19,30ss); se admiten como cosas naturales el divorcio, la poligamia y el abuso de las esclavas. A lo anterior, se puede agregar la destrucción de las ciudades conquistadas y el asesinato de sus habitantes (Jos 6,17ss;) presentadas como voluntad de Yahveh. Para comprender el problema de la verdad en la Biblia es indispensable comprender el concepto bíblico de verdad, que difiere del concepto griego (que es el que más o menos inconscientemente todos tenemos). Para el griego, continuamente preocupado por el cambio constante de las cosas, la verdad era la realidad oculta, permanente y fija que daba razón de todos los cambios. Lo contrario de la verdad era la ilusión, el engaño. La verdad de las cosas se esconde tras las apariencias que engañan a los sentidos, pero se pone de manifiesto a la inteligencia humana en una especie de visión mental que es el conocer. La verdad no es otra cosa que el ser verdadero: la esencia o la naturaleza, principio de todas las mutaciones y cambios. La filosofía era la actividad que la descubría. Esta noción de la verdad filosófica aplicada a la historiografía, significaba la búsqueda de la realidad esencial de los sucesos del pasado y su conexión entre sí. El modelo de verdad era la realidad. A este modelo se acomodaban la verdad histórica y la verdad del hombre como partes de la entera naturaleza. De ahí que la verdad fuera mundana, física y natural 3. La concepción de la verdad en el israelita es muy distinta. Su experiencia de ella arranca de su vivencia en una comunidad humana tribal. En el trasfondo nómade o seminómade, la verdad significa la fidelidad a los demás, el mantenimiento de la palabra dada, que da cohesión, estabilidad y firmeza a toda la vida tribal. De ahí que el concepto de verdad se confunda con el de fidelidad. La verdad (emunah) es la firmeza, la seguridad, la fidelidad, en la relación correspondiente de parentezco o alianza 4. En el modelo griego, la realidad verdadera era la naturaleza en su totalidad, en su orden, en sus leyes, fija e inalterable. Y esa inmutabilidad era lo divino que existía en la naturaleza. Para el hebreo, en su comprensión humana de la verdad-fidelidad, la consistencia de toda las fidelidades y estabilidades era un ser personal (Dios) y no la naturaleza. De ahí que para el hebreo la verdad primordial sea Yahveh, quien, con su fidelidad perpetua, garantiza y fundamenta toda las demás verdades. Por eso, la verdad hebrea es una verdad esencialmente religiosa. Y, como la religión israelita es fundamentalmente histórica, su verdad se realiza en los acontecimientos 5. 3 ARTOLA,A.- SÁNCHEZ C., M., “Biblia y Palabra de Dios”, en INSTITUCIÓN SAN JERÓNIMO, “Introducción al estudio de la Biblia”, vol. 2, Verbo Divino, Estella (Navarra), 1989, p. 216. 4 Ibid. 5 Ibid. pp. 216-217. 14 La verdad hebrea consiste en la correspondencia entre lo dicho y su cumplimiento. Por eso es una verdad que va aconteciendo. Su manifestación siempre es cosa del futuro de la promesa. A veces la efectividad inmediata de la palabra revela su verdad, por ejemplo en el caso de una curación prodigiosa anunciada y realizada. Sin embargo, generalmente esa efectividad no se hace patente sino en el mediano y largo plazo. En las profesías de maldición o castigo el plazo es breve. Los anuncios sobre el mesías o sobre el final de la historia (escatología) piden un largo tiempo antes de que se vea en su realización la Palabra de Dios. Mientras el griego aprehende en la contemplación filosófica lo permanente e inmutable de la naturaleza, el israelita debe esperar en la fe la realización de la promesa mesiánica o el juicio final de la historia para conocer la verdad de las palabras de Dios. En Israel es un evento supremo -el juicio final, el día de Yahveh, la plenitud de los tiempos- lo que confirma, ratifica y juzga la correspondencia entre la palabra antiguamente pronunciada y su efectividad realizada. En consecuencia, la verdad israelita no está, cómo en la lógica griega, en la captación del sentido de las afirmaciones, sino en la conformidad entre la promesa bíblica y su realización. Por ejemplo, la verdad en la Ley está en el premio o castigo futuro de Dios por la fidelidad o infidelidad a esa palabra. La mentalidad cristiana, manteniéndose dentro del marco hebreo que hemos descrito, introduce elementos nuevos en la comprensión de la verdad. La manifestación, justificación y ratificación de la verdad ha tenido lugar ya en Cristo, meta y cumbre de la historia de la salvación. La verdad bíblica que esperaba su ratificación al final de los tiempos, apareció clara y patente en Jesús. Desde este momento se puede decir que la verdad hebrea es plena y completa en sus elementos esenciales. Fue sobre todo san Juan el que más se empeñó en presentar de esta manera el concepto cristiano de verdad. La verdad es la manifestación de Dios en Cristo. Esa verdad hace libres. Sin embargo, su corroboración definitiva sólo se dará con la Parusía (Segunda Venida) de Cristo, con el cumplimiento pleno de todas las promesas de Dios. Pongámonos en una perspectiva correcta. Hemos dicho que la Biblia hay que entenderla dentro de toda la acción salvadora de Dios. Aunque parezca obvio, es necesario decir que la meta de la acción de Dios es nuestra salvación. Por tanto, la finalidad de la Biblia hay que buscarla en referencia a nuestra salvación; y su verdad será, por lo mismo, una verdad en vistas a nuestra salvación. La verdad bíblica entonces es, como dice el Concilio, una “verdad para nuestra salvación”: se trata de el “camino verdadero” que es el que conduce a una meta de real plenitud humana: el cumplimiento de las promesas de Dios. El creyente puede confiar en ese camino sin peligro de quedar defraudado. La “verdad” del Antiguo Testamento ha quedado demostrada porque nos ha conducido a nuestra salvación que es Cristo. La verdad del Nuevo Testamento espera su ratificación plena en la Parusía. ¿Cómo explicar muchos de los errores que aparecen en la Biblia, sobre todo los de tipo moral? Dos principios parecen fundamentales: a) Dios nos acepta tal como somos. b) Sin embargo, nos educa haciéndonos crecer. 15 Dios se adapta al nivel cultural y moral de su pueblo para hablarle de un modo que pueda entender. Permite que su mensaje se exprese al modo de la época. Acepta a los hombres tal cual son, con sus defectos y limitaciones, hasta con sus pecados. Es lo que el Concilio llama la “condescendencia divina” (DV 13). A ella alude Jesús en Mc 10,1-12 6 Sin embargo, Dios nos hace crecer, nos educa. Va revelando al hombre su modo de ser y sus exigencias morales poco a poco, sin quemar etapas. Sus portavoces reciben una revelación imperfecta, parcial. No es un error manifestarla así ni un pecado actuar conforme a ella. El error estaría en quedarse en una etapa cuando se ha pasado ya a la siguiente, por ejemplo, en vivir en los tiempos de Jesús como si el Mesías estuviera ya por venir. Es lo que se llama la “pedagogía divina” o la “revelación progresiva” de Dios (ver DV 15) 7. 1.6. La Biblia, palabra normativa Llegados a este punto, caemos en una realidad prácticamente obvia. Si hemos creído en nuestra fe que la Biblia es Palabra de Dios, confirmada por el juicio de la Iglesia; y que, por ser tal, es un camino seguro de salvación, cae de su peso que ella posee una fuerza especial para el creyente. La Biblia es capaz de darnos un mensaje de salvación para nuestra vida, sobre el cual no podemos pasar ni personal ni comunitariamente. Él está sobre nosotros porque es de Dios mismo. Sólo nos cabe buscar entenderlo cada vez mejor y más profundamente, a la vez que ir adecuando nuestra vida a él. Jesús nos dice: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” (Jn 14,6) y “Yo les aseguro: si alguno guarda mi Palabra, no verá la muerte jamás” (Jn 8,51). 6 7 FERRANDO,M.A. “Iniciación a la lectura de la Biblia”, Mundo, Santiago, 1984, pp. 174-175. Ibid 16 2. RECORRIENDO LA BIBLIA La Biblia es un libro fascinante; pero también un libro arduo si no se tiene una ayuda adecuada. En estas páginas ofrezco un pequeño curso; una primera orientación. El hilo a seguir será el de la “Historia de la Salvación”, cuyas etapas siempre pueden decirnos mucho si contamos con algunas pistas de actualización. El modo a seguir será el siguiente. Cada “capítulo” contendrá un conjunto de textos en los que están los principales hechos de un determinado período histórico; la lectura irá acompañada de preguntas que hagan de guía; vendrá después de una explicación de los aspectos más importantes, tanto de la lectura como de la etapa histórica, y, finalmente, una reflexión que pretende ayudar a descubrir las similitudes de la historia del Pueblo de Dios con la nuestra. 2.1. Abraham y el camino hacia la promesa Lectura: Génesis 11,27 - 19,38; 21,1-7; 22,1-19; 23; 25,7-11. Preguntas: Abraham es considerado por el Antiguo y Nuevo Testamento el “padre de la fe”. ¿Qué misión encomienda Dios a Abraham?, ¿qué le promete? ¿Cómo responde Abraham? ¿En qué gestos Abraham muestra su fe? ¿En qué gestos Abraham flaquea en su fe? ¿Cómo se cumple la promesa de Dios? (Ayudarse con un mapa). a) Síntesis general: Abraham es el jefe de un clan “hebreo” (es decir, de aquellos pastores seminómades que vivían en las fronteras de los grandes imperios) de la zona de Ur, ciudad de la baja Mesopotamia. Allí es llamado por Dios para darle la misión de formar un pueblo que sea el gran intermediario entre Dios y la humanidad (12,3: “por ti se bendecirán todas las naciones de la tierra”); para ello le promete 3 cosas: a) una tierra, b) una descendencia numerosa, y c) una especial intimidad con Dios (que se concreta en la Alianza). La promesa hecha por Dios corresponde a los principales anhelos de un grupo de pastores itinerantes: tener un territorio propio para transformarse en agricultores y, con ello, vivir una vida menos dura; ser lo suficientemente numerosos para defenderse en un medio tan hostil como es el del Cercano Oriente. Lo más original es la tercera promesa: la compañía y ayuda de Dios en este peregrinar. Estas promesas consituirán el hilo de la historia relatada en el Antiguo Testamento. ¿Cómo responde Abraham? Haciendo algo: emprende el camino confiado en las promesas de Dios. Ellas parecen especialmente desconcertantes si se toma en cuenta que él y su mujer Sarah son ancianos y no pueden concebir; y, además, que Dios los hace vivir como “extraños y forasteros” en la tierra que les ha prometido. En todo este relato, por supuesto, hay macha exageración; sin embargo, el mensaje es claro: hay que apoyarse más en la fuerzas de Dios que en la propias posibilidades. 17 Al final, Abraham recibirá como anticipos y “primicias” de las promesas a su hijo Isaac y una pequeña parcela de tierra para enterrar a su familia. El cumplimiento pleno demorará varios siglos. Los descendientes de Abraham son Isaac y después Jacob (hijo del primero). Este último (llamado también Israel) es el padre de 12 hijos que serán, a su vez, las “cabezas” de las futuras 12 tribus de Israel. Debido a una hambruna en Palestina, Jacob y sus hijos se trasladan a Egipto. Allí al cabo de varios siglos llegan a ser un pueblo numeroso. Desde el punto de vista histórico 8, los especialistas están de acuerdo en que se trata de textos legendarios. Los patriarcas existieron, pero los acontecimientos que se les atribuyen son ficticios; lo que no impide encontrar en estos relatos orientaciones permanentes para la fe cristiana. b) Explicación de algunos textos: Interpretar correctamente los textos del Gn presupone conocer ciertos antecedentes como la formación del Pentateuco (los 5 primeros libros de la Biblia), y el modo como se integraron los clanes hebreos a la cultura cananea de la Palestina del Segundo Milenio antes de Cristo. - La formación del Pentateuco Nuestro actual Pentateuco es fruto de un largo proceso de composición que abarca varios siglos. En un primer momento, los hechos que narra (los patriarcas y el éxodo), y las leyendas y textos legales que contiene, se transmitieron oralmente en “pequeñas unidades” completamente independientes entre sí. Sólo a partir del reinado de Salomón (s. X a.C.), surge la primera “historia global” del pueblo, que abarca desde la creación hasta poco antes de la conquista, por un escritor anónimo de la corte de Salomón al que llamamos “yahvista” (J). Esta historia recopila dichas pequeñas unidades y forma con ellas un relato que tiene un sentido global. Un intento parecido realiza en el Reino del Norte un grupo de autores que llamamos “elohista” (E) hacia los siglos IX - VIII a.C. Un tercer grupo de autores une las dos obras anteriores fundiéndolas en una sola unidad y añadiéndoles ciertos detalles. Se trata de el “deuteronomista” (D) (s VII). Por último, una agrupación de sacerdotes de la época del Exilio compone otra historia de Israel y la une al Pentateuco dándole a este último su forma final a comienzos del Judaísmo (el “sacerdotal” o “P”). - Características de los cananeos 9 Se trata de una cultura urbano-agrícula altamente sofisticada, que se traduce en el amplio cultivo del suelo, las ciudades amuralladas y la fundación de santuarios dedicados a 8 O sea, si se trata de acontecimientos realmente ocurridos o inventados. Hay que recordar aquí que la verdad de un texto no depende necesariamente de su historicidad (ver presentación de los géneros literarios). 9 Tenemos información de estos pueblos a partir del 3.000 a.C. 18 los dioses El y Baal. Abundan las leyendas explicativas de costumbres, lugares sagrados, cosas extrañas (como la existencia del Mar Muerto). - Características de los hebreos La entrada de los hebreos en Palestina es muy posterior a la de los cananeos y se va realizando muy gradualmente. Como vimos, los hebreos son pastores seminómades que viven en los límites entre los desiertos y la civilización. Su estadía o no en un lugar depende de la abundancia o escases de agua. Cada uno de los clanes hebreos tiene un antepasado común (a veces los autores lo llaman el “antepasado mítico”) que da al grupo su nombre (“el clan de Fulano”). Se cree que todos los miembros del clan descienden de él. Cada uno de estos clanes tiene un “dios protector” que está ligado al “antepasado mítico”. Este dios no tiene nombre; es llamado “el dios de Fulano”. El dios protector promete (y esto es universal en los clanes seminómades) al grupo una tierra fértil (el gran anhelo de estos clanes es establecerse y llegar un día a ser agricultores). - Unión de los hebreos con los cananeos Cuando los hebreos conquistan Canaán imponen su propia religión; sin embargo, incorporan algunos elementos de la religión cananea. En concreto, hacen propios los santuarios y sus leyendas de origen. En las leyendas de santuarios modificadas el “dios protector del clan” pasará a adoptar el nombre de “El” 10. El habitante anónimo del país que recibe la visita divina pasará a ser ahora el “antepasado mítico” del clan: Abrahán, Jacob o Israel. El acontecimiento narrado pasará a ser comprendido no como un acontecimiento mítico sino como un hecho histórico (aunque de hecho no lo sea). Un hecho que merece ser mencionado es que cada clan hebreo tiene un origen independiente: existe el clan de Abrahán, de Isaac, de Jacob o de Israel. Las relaciones de parentezco que aparecen en los textos bíblicos corresponden a historias surgidas de las distintas alianzas que realizan los distintos grupos (y por lo tanto son ficticias). Cuando todos estos clanes pasen a ser una sola nación entonces estaremos ante una sola historia en la cual Abrahán es padre de Isaac, el cual a su vez lo es de Jacob y éste de José. La promesa entonces no será ya un pequeño trozo de tierra a ocupar en un plazo más o menos breve sino toda la tierra de Palestina y se cumplirá con la monarquía davídica. 10 Muchos nombres divinos en la Biblia tienen su origen aquí y constan de la partícula “el” debido al dios cananeo. Así: El-Berit (Siquem), El-Betel (Betel), El Elyon (Jerusalén), El Shadai (Mambré). 19 20 - Texto 1: Gn 11,27 - 12,1-9: (Llamado de Abrahán). Abrahán es un pastor semi-nómade originario de Ur, ciudad importante del Antiguo Imperio Babilónico. A este “patriarca” Dios le encomienda la difícil misión de hacer de “puente” o intermediario entre él y la humanidad. Para ello Dios le pide que abandone las seguridades que actualmente tiene en Jarán y se encamine hacia un lugar en el que no sabe lo que le espera. En el fondo, Dios le pide una confianza absoluta en su promesa. Detrás de las promesas de la tierra y la descendencia se encuentra la “bendición” de Yahveh, que es esa fuerza divina que otorga “vida”en sentido bíblico; esto es, salud, alegría, prosperidad, larga vida, descendencia. La bendición es para todos los pueblos, pero a través del elegido. La elección va unida siempre a una misión en beneficio del pueblo de Dios o de todos los pueblos 11. La promesa de Dios contrasta con la realidad de los elegidos: Abrahán es anciano y su mujer estéril (11,30); la fidelidad a Yahveh implicará un gran abandono en Él y mucha paciencia. La respuesta de Abrahán se condensa en una frase brevísima: “Marchó, pues, Abrahán, como se lo había dicho Yahveh”. Lo que importa a Dios no son las palabras sino los hechos. Abrahán es presentado como modelo de fe; es quien camina confiado hacia la meta que Dios propone. En su camino, Abrahán va fundando santuarios: en Siquem y en Betel. En realidad se trata de antiquísimos santuarios cananeos cuya fundación se atribuye a Abrahán. - Texto 2: Gn 18,1-15 (Teofanía 12 de Mambré). Se trata, originalmente, de la leyenda cultual del santuario de Mambré. Para comprenderla se requiere de una explicación previa. La llegada de extrangeros de origen desconocido provoca siempre en los sedentarios dos reacciones. A veces se considera que traen desgracias y se les niega toda acogida. Otras veces se les llena de atenciones ya que puede tratarse de mensajeros celestes o de dioses. Nunca se sabe con seguridad de qué se trata. Según la acogida, los extrangeros podían pronunciar bendiciones o maldiciones. En las tradiciones de varios pueblos se encuentran relatos de nacimientos atribuídos a estas misteriosas visitas (Grecia, Islandia). En Mambré exitía la leyenda según la cual el dios “El”, acompañado de dos seres celestes, se había aparecido en ese lugar. La persona que les había brindado hospitalidad no tenía hijos. Los extraños personajes le habrían prometido uno. Esta promesa se cumplió, y a partir de ahí Mambré se convirtió en un lugar sagrado. 11 12 Aunque el redactor “yahvista” debía estar pensando en Israel y en sus pueblos vecinos. Teofanía significa “manifestación de Dios”. 21 Cuando el clan de Abrahán y de Isaac ingresan a Canaán y conquistan la tierra, la leyenda se modifica. Ahora el “dios de Abrahán” recibe el nombre de “El Shadai”. Abrahán y su esposa Sara se convierten en los anfitriones de El y de sus compañeros divinos. El que va a nacer es Isaac. A fines del reinado de Salomón, el redactor “yahvista” recoge la leyenda y cambia el nombre divino. Ahora se trata de Yahvéh, nombre que traen los hebreos que han pasado por Egipto. - Texto 3: Gn 19 (Destrucción de Sodoma y Gomorra) 13 Los moabitas y amonitas se consideraban descendientes de Lot. De ellos surge la leyenda que explicaba el origen del Mar Muerto. Ésta relataba que en donde está actualmente dicho mar existían dos ciudades que habían sido tragadas por un terremoto. Lot, su “antepasado mítico”, fue salvado gracias a la intervención de un miembro de su familia que habitaba en las montañas de Mambré. El clan de Abrahán transforma este mito en leyenda del santuario de Mambré. Ahora el que rescata a Lot es Abrahán. Este último se convierte en tío de Lot (dado que el clan de Abrahán ha hecho alianza con los moabitas y amonitas). A nivel del redactor final (J), Lot es salvado por la intercesión de Abrahán y por haber dado hospitalidad a Yahveh y a sus dos ángeles. Lot ofrece sus hijas a los sodomitas. El honor de una mujer, en la época del redactor J, valía menos que el sagrado deber de la hospitalidad 14. El pecado de “sodomía” es considerado particularmente grave en Israel. Se castiga con la muerte. Sin embargo, detrás de este pecado hay uno mucho más grave: considerarse por encima de cualquier ley. Por ello, el autor presenta como un castigo justificado la destrucción de las dos ciudades corruptas 15. La conversión de la mujer de Lot en estatua de sal es una leyenda que explica la forma de mujer que tendría alguna de las formaciones salinas de las orillas del Mar Muerto. La ciudad de Soar recuerda al “resto de Israel” del que hablan algunos profetas (Sof 3,12-13). Todo indica que primitivamente este era un “relato paralelo” al del diluvio. - Texto 4: Gn 18,16-33 (Intercesión de Abrahán). Se trata de un texto compuesto por el “yahvista” a fines del reinado de Salomón. Hace de “transición” entre los dos textos anteriores (la teofanía de Mambré y la destrucción de Sodoma y Gomorra). Recoge la “doctrina tradicional de la retribución” pero a su vez la modifica. Ésta sostenía que Dios recompensaba con bendición (y por tanto con bienes, descendencia, salud, prosperidad) la fidelidad a la Alianza, y castigaba con maldición 13 Cambiamos el orden y tratamos más adelante Gn 18,16-33. Recordar lo dicho más arriba sobre “condescendencia divina” y “pedagogía divina”. 15 Nuevamente debemos acordarnos del principio de la “revelación progresiva” y “pedagogía divina”. No está de más recordar que no estamos ante un relato histórico. 14 22 (pobreza, infertilidad, enfermedad, desgracias de todo tipo) la infidelidad. Bendición y maldición afectaban a todo el grupo en el cual se daba la fidelidad o el pecado 16. En este último punto, el yahvista hace una modificación: 10 justos pueden hacer que Dios perdone a una ciudad. c) Reflexión actual: Vivir la fe es caminar hacia la meta que Dios nos propone. Esta meta, sin embargo, es algo que supera completamente nuestras posibilidades e incluso nuestra imaginación. Las 3 promesas de Abraham son, según Jesús, las de una humanidad nueva (la “descendencia numerosa”) un mundo nuevo (la “tierra”) y el encuentro cara a cara con Dios. ¿Cómo será nuestro mundo y nuestra humanidad cuando sean renovados por la Segunda Venida de Cristo? Es inútil el intento de imaginarlos. Debe bastarnos la certeza de que toda nuestra persona llegará a su plenitud en medio de un universo renovado. Es importante para ser cristiano saber descubrir los modestos signos actuales de la acción de Dios que prepara ese futuro; y ello sin exigirle “pruebas tangibles” al Señor (como el “ver para creer” de santo Tomás, en Jn 20,28-29). Tener fe, precisamente, es creer en lo que no se ve. Una última consideración. Para muchos la elección de Abrahán es un motivo de escándalo; el que se traduce en preguntas como: ¿Por qué Dios elige a tal persona y no a otra? ¿Por qué Dios se dirige a un pueblo determinado y no a toda la humanidad? Lo verdaderamente importante es que, al elegir a algunos, Dios lo hace en función de todos ("para que sean benditas todas las naciones de la tierra"). La elección no acaba en el elegido; a través de esa persona o grupo concreto, Dios va llegando a todos los hombres para que, al final, todos lleguen a ser llamados y tengan su lugar en el proyecto de Dios. 16 A la luz de Jesucristo, sabemos que Dios no castiga, menos aún con la muerte de inocentes, las infidelidades humanas (no existe un sólo milagro de Jesús que sea punitivo). Cuando Jesús habla de recompensa y castigo (¡siempre en singular!) se refiere a la entreada en el Reino de Dios o la exclusión de él, que en el fondo es una autoexclusión; o sea, un autocastigo. 23 2.2. El Éxodo, la verdadera libertad y “vivir en alianza” A Primera parte: la liberación de Egipto y la fiesta de la Pascua Texto: Exodo 1,1 - 7,7; 11,1 - 14,31 Preguntas: ¿En qué consiste la opresión que los hebreos sufren en Egipto? ¿Cómo se presenta Dios? ¿Qué significa Yahveh? ¿Qué encomienda a Moisés? ¿Cómo reacciona el pueblo? ¿Qué signos componen la celebración de la Pascua?, ¿qué significan cada uno de esos signos? ¿De qué modo Yahveh salva al pueblo en el “paso del Mar”? a) Síntesis explicativa: En líneas muy gruesas estamos ante acontecimientos históricos; sin embargo, éstos han sido muy simplificados y magnificados. Por ejemplo, no todas las tribus estuvieron en Egipto y salieron de él, los que salieron no eran 600.000 (como afirma el texto), no fueron perseguidos por el ejercito del Faraón, con él a la cabeza, sino por un pequeño destacamento, etc. Israel fue un pueblo que se formó a partir de grupos muy dispares, algunos nómades, otros sedentarios, que hicieron sucesivas alianzas entre sí. Al final predominó la experiencia vivida por el grupo del éxodo con Moisés a la cabeza 17. Después de la historia de los Patriarcas en el libro del Génesis, nos encontramos con que, unos 400 años después, Israel está sometido a duros trabajos y amenazado de exterminio. Se trata de una esclavitud socio-política a la vez que religiosa. Lo primero, porque el pueblo está sometido a trabajos forzados en las construcciones faraónicas y todos los niños varones son asesinados al nacer; lo segundo, porque el Faraón impide al pueblo dar culto a Dios como desea, lo que acarrea idolatría. Ambas esclavitudes las ha interiorizado Israel y se ha convertido en un pueblo dividido y temeroso. El libro del Éxodo (2,23) nos dice que “los israelitas, gimiendo bajo la servidumbre, clamaron, y su clamor, que brotaba del fondo de su esclavitud, subió a Dios”. Dios llama entonces a Moisés y los envía al faraón para que saque a Israel de Egipto. Moisés es un israelita que fue salvado de la muerte gracias a la fe y astucia de su madre (que lo mete en un canasto recubierto de alquitrán y lo esconde en el río Nilo; en ese río lo recoge la hija del Rey, que se compadece de él). El niño se cría en la corte del Faraón y solamente ya adulto se reencuentra con sus hermanos de raza. Al ver a un israelita matratando a un hebreo, Moisés lo mata; pero luego, asustado, arranca al desierto, se casa y se establece como pastor junto a su suegro. Es allí, en el desierto, cuando Moisés está establecido y lejos de sus hermanos, en donde recibe el llamado de Dios. 17 Cada cierto tiempo aparecen especialistas que afirman que, dado que no hay constancia de los acontecimientos del éxodo en los escritos egipcios y mesopotámicos, éstos no existieron o no se puede saber si se dieron o no. A mi juicio tal excepticismo es infundado. No veo razones para negar la existencia de los hechos más importantes. La razón porque no aparecen en las fuentes de los dos grandes imperios de la época (bnabilónico y egipcio) es porque ellos fueron insignificantes para el conjunto de las relaciones internacionales de la época: un pepueño grupo de fugados lograron escapar de un destacamento egipcio, atraveseron el desierto y finalmente fueron penetrando muy lentamente en Palestina. 24 En él, Dios se presenta como “Yahveh”, que significa “yo soy el que estará”, en el sentido de “ahí estaré, cuando necesites mi ayuda, listo para salvarte” 18. Dios no revela quién es, ya que eso no puede ser captado por el hombre, por superar enteramente su entendimiento, pero sí comunica lo que hace: salvarnos. Yahveh pide a Moisés que vaya donde el Faraón y le solicite la salida del pueblo. El elegido hace presente a Dios la falta de aptitudes para la misión pero, el Señor insiste en su encargo y le ofrece su ayuda. Moisés debe luchar en contra de las negativas del Faraón y el miedo del pueblo. Después de una serie de episodios, recordados y engrandecidos por el recuerdo popular (las “plagas”), éste sale de Egipto de noche. El Faraón se da cuenta de su ausencia y sale a perseguirlo con su ejército. Los israelitas llegan a orillas del Mar Rojo y no pueden cruzar. Por delante tienen las aguas y por detrás el ejercito egipcio (ver figura . Aquí se produce la acción salvadora de Yahveh. Dios permite el paso por las aguas a Israel e impide el del ejercito egipcio, que se hunde en ellas. Este hecho es considerado como la principal intervención milagrosa de Dios a favor de su pueblo, como la gran acción liberadora que dará origen a Israel como nación; ella es celebrada gozosamente en la fiesta de Pascua. b) Texto: Ex 13, 17 – 14,31 (Salida de Egipto y paso del mar) Este texto conoce dos tradiciones rerpecto de la salida de Egipto y de la travesía por el desierto: una que suele llamarse “éxodo-expulsión” y otra “éxodo-huida”. La primera tradición afirma que los hebreos fueron expulsados de Egipto y sigueron una ruta por la costa del Mediterráneo y entraron a Palestina por el sur. En cambio la tradición del éxodo-huida nos habla de un grupo que, bajo la conducción de Moisés, recorre el desierto del Sinaí y penetra a Canaán por el oriente, atravesando el Jordán. Al fundirse estas dos tradiciones se habló de un “arrepentimiento del Faraón”, que luego de expulsar a los hebreos cambia de idea y los persigue. Posteriormente todas las tribus aceptaron como central la tradición del éxodo-huida, pero sin eliminar completamente la otra. La reconstrucción del recorrido exacto es imposible debido a que ingnoramos la mayoría de los lugares mencionados en el texto. El momento culminante del texto es 14,15-31 en que los israelitas se encuentran “entre la espada y la pared”: a un lado el ejército egipcio y en otro el mar. Pierden la fe confiada: temen y acusan a Moisés, lo que es acusar a Dios. Su reproche es una blasfemia: consideran al “Dios de la vida” un “Dios asesino”. Son ciegos voluntarios, incapaces de aceptar a ese Dios que lleva a la libertad; añoran la esclavitud. Frente a ellos, Moisés es el profeta creyente que asegura la victoria y exige una fe sin límites. En Ex. 14,15-31 se entremezclan dos versiones del hecho del “paso del mar”. Según una de ellas, Moisés alza su bastón y el mar se divide en dos murallas de agua, entre 18 Que es exactaemente lo contrario a “no estar ni ahí”. 25 ellas pasan los israelitas “a pie seco”. Cuando los egipcios ingresan al mar, Moisés baja el bastón y las murallas de agua vuelven a su cauce normal engullendo a los egipcios. Las segunda versión es más compleja: Yahveh hace soplar un viento del este que disminuye el nivel de las aguas, durante la noche una fuerte niebla impide a los ejércitos entrar en contacto y cambia la dirección del viento. Las aguas, entonces, suben de nivel atascando los carros y finalmente haciendo huir a los egipcios (v.25). Esta última es más antigua y es más verosímil historicamente. La primera, muestra la accion divina como un acto creador a semejanza de Gn 1,1 y 7 (en que Dios ordena el caos acuático separando las aguas). B Segunda parte: la travesía por el desierto, la celebración de la Alianza y la entrega de los mandamientos. Texto: Exodo 15,22 - 17,16; 19 - 24; Números 20,1-13; Deuteronomio 32,48-52; Deut. 34,1-12; Preguntas: ¿Qué acciones hace Dios a favor de su pueblo? ¿Cómo responde el pueblo? ¿Qué rol asume Moisés? ¿Qué es la Alianza?, ¿a qué se comprometen las partes? ¿Qué sentido tienen (o, más simple, “para qué sirven”) los mandamientos en su conjunto? Síntesis explicativa: Después de la salida de Egipto, el pueblo se encuentra libre de opresiones exteriores pero sujeto a su propia esclavitud interior (idolatría, división, temor y añoranza de la seguridad que ofrece la dominación). El desierto, en la Biblia, es el lugar por excelencia del encuentro desnudo con Dios y consigo mismo. Es “la hora de la verdad” y de las mayores tentaciones. Allí el hombre no tiene distractores que le ayuden a postergar su respuesta a los llamados divinos. En ese lugar Dios celebra con Israel, en el monte Sinaí, una “Alianza”. Ésta es un compromiso mutuo entre Dios y su pueblo. Yahveh se compromete a hacer de Israel su “propiedad”, auxiliarlo en sus dificultades y educarlo a fin de que se encamine a Él como fuente de vida plena. El pueblo, por su parte, se compromete a cumplir la Ley. Por la Ley se entienden aquí los 10 mandamientos (el “Decálogo” de Éx 20,1-17). Ella pretende ser una ayuda dada por Dios para que el pueblo alcance la verdadera libertad, que es la capacidad de conducir la propia vida hacia una meta de plenitud, de verdadera realización existencial. En efecto, hasta ahora Israel ha conseguido lo que se llama la “libertad de”: o sea, se ha liberado de la opresión egipcia, con todo lo que eso conllevaba. Sin embargo, mucho más importante es la “libertad para”, que es el encaminar la vida hacia algo que realmente “valga la pena”. 26 Reflexión: El principal “dogma” de nuestra sociedad moderna es que cada uno debe establecer su propio proyecto de vida, sin que importe demasiado cuál deba ser éste. Sin embargo, según cuál sea su proyecto vital, el hombre se construye o se destruye. En la Biblia, Dios nos presenta “su” proyecto y nos pide que nos integremos a él, porque ese proyecto es fuente de vida plena. Nuestros planes deben irse metiendo en los de Dios si queremos de verdad realizarnos como personas. Para ello debemos discernir los llamados de Dios, que se dan a través de las necesidades de nuestros hermanos. Preguntas claves, para ello son: ¿Que necesidades de mi prójimo me siento llamado a satisfecer?; ¿cuáles son los “talentos”, o “carismas” que Dios me ha dado para ello? Un primer esbozo del proyecto divino está en la Ley. En ella Dios nos dice “lo que no hay que hacer”; es decir, establece los límites de ese sendero que es el del amor, camino que lleva a la “vida” (eterna). El Señor no nos indica cómo hay que amar (¡no nos da “recetas”!) pero sí nos da una señal de cuando nos hemos salido del sendero del amor. De este modo, la Ley no suprime nuestra creatividad sino que apela a ella: debemos ir descubriendo cómo amar. Dios nos invita, entonces, a vivir no en la soledad de nuestro propio proyecto sino en la compañia de la Alianza. Ella tiene varios “círculos”: es con la Iglesia, con Chile y con cada uno de nosotros. Vivir es caminar con Dios. Nuestras decisiones, siguiendo las orientaciones del Señor, van tejiendo nuestra historia, cuyo futuro ¡nunca está trazado de antemano! (como afirman los adivinos de todo tipo); él es siempre una posibilidad de plenitud abierta. 27 2.3. La conquista y el nuevo rostro de Dios Lecturas: Josué 1 - 7; Jueces 1; Preguntas: ¿Qué fronteras tiene la tierra que Yahveh ofrece a su pueblo (ubicarse en un mapa)? ¿Qué pide Dios al pueblo? ¿Cómo se lleva a cabo la conquista (comparar la versión de Jos 1 con la de Jc 1)? ¿Qué es el anatema? ¿Qué problemas nos plantea hoy, a nuetra fe, la conquista y el anatema? Síntesis explicativa: Israel conquista Palestina mediante una infiltración progresiva en la que cada tribu actúa en forma independiente. La imagen que nos presenta el libro de Josué de una auténtica procesión de las doce tribus corresponde más bien el ideal de la ápoca que una realidad. El grupo más importante ingresa por el oriente bajo la dirección de Josué, sucesor de Moisés. El despojo de otros pueblos y el asesinato de muchos habitantes de las ciudades cananeas nos presente un grave problema: ¿cómo puede ser voluntad de Dios semejante barbaridad? Debemos comprender la historia bíblica como un proceso en que Dios va revelando gradualmente su forma de ser y su voluntad. El Señor acepta a los hombres tal como son, con su mentalidad; pero, a la vez, va haciéndolos crecer en la fe y en el amor, y ello por etapas, sin saltarse pasos. Que Israel interpretara la conquista y el asesinato de cananeos como voluntad de Dios es algo normal en la época. Todos los pueblos del Oriente Medio lo hacían. Será necesario un largo recorrido para llegar al “amor a los enemigos” que predica Jesús. En todo caso, fueron muchísimos los casos en que Israel simplemente se mezcló con la población cananea e incorporó muchos de sus ritos y creencias. Se trata de una civilización agrícola y urbana muy superior a la de los hebreos, con un estilo de vida mucho más confortable que el que ha llevado hasta ahora el pueblo. Gradualmente Israel pasará de ser un pueblo nómade a uno sedentario. No se tiene aún una dirección única. El pueblo funciona como una agrupación de tribus unidas por una fe, un santuario y una Ley común. La autoridad política la ejercen los jueces mayores y menores. Los primeros son guerreros que dirigen al pueblo en caso de guerra y mientras ésta dure. Los segundos interpretan la Ley y ejercen la justicia. El santuario común es de tipo “nómade”: el “Arca de la Alianza”. Se trata de una caja de madera, chapeada en oro, que guarda en su interior las “tablas de la Ley”, que contienen los 10 mandamientos. Se transportaba mediante dos varas, al modo de una camilla. En la parte superior, había tallados dos querubines, cuyas alas formaban un trono para Yahveh, en donde el residía y custodiaba la Ley. El Arca se guardaba en la “tienda de la reunión”, y se llevaba en las batallas para asegurar la victoria. Una vez al año, frente a ella, todo Israel renovaba solemnemente la Alianza. 28 Dos cosas son importantes en este período: - La primera es el don de la tierra. Ésta constituye el cumplimiento de la promesa dada a Abraham y un don para todo el pueblo. Cada israelita tiene su “heredad”, es decir, un trozo de tierra para él y su familia. Esta pequeña parcela no se puede vender ni regalar. - La segunda es la crisis religiosa que se produce con la instalación. Hasta ahora Yahveh ha sido un Dios nómade, que camina con el pueblo y que está vinculado fundamentalmente a las personas. ¿Estará Yahveh vinculado ahora a los lugares? ¿Podrá Él asegurar la fecundidad de la tierra? Uno de los desafíos que tendrá Israel será descubrir que -sin dejar de ser nómade y vinculado a las personas- Dios puede estar presente en la nueva situación del pueblo y asegurar la prosperidad. Reflexión: Es cosa importante renovar nuestra imagen de Dios a medida que nuestra vida cambia. No se trata de hacer un “acomodación” del Señor, sino de percibir que en su infinita riqueza él aparece con “con nuevos rostros” en situaciones nuevas. Muchos cristianos adultos se han quedado con la comprensión de Dios que les dio la catequesis que recibieron en su infancia; sin embargo, la consecuencia de ello es la disociación entre fe y vida, ya que pasa entonces a ser muy difícil descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos. Redescubrir a Dios en condiciones de cambio profundo exige estudio, reflexión y oración. 2.4. La monarquía y el adormecimiento de la fe. Lectura sobre los profetas: Amós 5,1,1 – 6,7; 7,10-17; Isaías 7,1-17; 8,1 - 9,6; 11,1-9 Preguntas: - Para Am 5,1-17: (Canto fúnebre) ¿Quién es la joven? ¿Qué le sucederá? (Betel y Guilgal son los principales santuarios yahvistas del Reino del Norte) ¿Qué critica el profeta (sintetizar)? ¿Qué propone? ¿Qué castigo anuncia? - Para Am 5,18-20: ¿Qué era el "día del Señor? ¿Qué esperaba obtener de él el pueblo? ¿Qué va a obtener según Amós? - Para Am. 5,21 - 6,7: ¿Qué critica? ¿Qué propone? - Para Am 7,10-17: ¿Quién expulsa a Amós? ¿Por qué? ¿Cómo presenta Amós su oficio de profeta? ¿Qué castigo anuncia? - Para Is 7,1-9: ¿Cuál es la amenaza que se cierne sobre Judá? ¿Qué anuncia Isaías? ¿Qué actitud exige del rey? ¿Qué significa y qué sentido tiene el nombre del primer niño? - Is 7,10-17: ¿Qué ofrece -en un comienzo- Isaías al rey? ¿Cómo reacciona el rey? ¿Qué significa el nombre de este segundo niño? ¿Qué anuncia Isaías con ese nombre? - Is 8,1-20: ¿Qué significa el nombre de este tercer niño? ¿Qué anuncia Isaías con ese nombre? ¿Qué actitud propone Isaías para su pueblo? - Is 8,21 - 9,6: ¿Qué rasgos tendrá el rey futuro? ¿De qué liberará al pueblo? 29 - Is 11,1-9: ¿A qué se refiere el versículo 1? ¿Con qué rasgos (dos o tres rasgos) aparece el rey futuro? ¿Con qué rasgos aparece el reino futuro? ¿Cómo se ha cumplido -a tu juicioesta profecía? Síntesis explicativa: La organización de la conquista entra en crisis debido a la derrota sufrida por Israel en manos de los filisteos. Ellos son un pueblo de origen griego que desembarca por el sur (por la actual franja de Gaza) y que termina conquistando casi todo el territorio de Israel. Se hace necesaria la unificación del pueblo bajo una sola cabeza que dirija el combate. La idea de la monarquía es resistida por amplios grupos en Israel. Se la ve como un atentado a Yahveh, único rey, y como una grave limitación a la libertad individual. Por otra parte, parece necesaria para el desarrollo militar y económico. Finalmente, se la termina aceptando al concebir al monarca como representante de Yahveh en medio de su pueblo. Después de los fracasos del primer rey, Saúl, la monarquía trae el poderío militar, y el esplendor político y socio-económico con David y Salomón. Jerusalén pasa a ser la capital del Reino y la ciudad de Yahveh. Salomón contruye el Templo y ubica ahí el Arca, de modo que Dios pasa a vivir en ese lugar. A fines del reinado de Salomón, a causa de una guerra civil, el Reino de divide en dos: Judá (Sur) e Israel (Norte). El primero termina con la invasión del Imperio Asirio en el año 721. El segundo con la del Imperio Babilónico, el 587. La monarquía trae un eficiente sistema administrativo y un fuerte desarrollo económico. Sin embargo, acarrea también corrupción, injusticia social e idolatría. Los reyes recompensarán con tierras a los altos funcionarios y generales victoriosos, pasando por sobre las normas relativas a la “heredad” (explicada más arriba). Los grandes comerciantes se apropian también de la tierra. Surgen las clases sociales (en la época del desierto no existían) y un abismo llega a separar a los ricos de los pobres. La justicia pasa a estar al servicio de los más ricos. En lo religioso, el pueblo a menudo prefiere rendir culto a los “baales” que a Yahveh. Los “baales” son los dioses cananeos que, se creía, concedían la lluvia, la fecundidad de la tierra y la abundancia de frutos; son, en el fondo, los dioses del confort y de la prosperidad económica. Al culto de los baales se agrega el “culto” a los grandes imperios, con los que los reyes hacen alianzas de dudoso beneficio buscando el poder y la seguridad a toda costa. El pueblo ha ganado en comodidad y esplendor; sin embargo, ha perdido en verdad y en libertad; está adormecido y dividido. Se ha olvidado de Yahveh. Por eso será presa fácil de la codicia de los grandes imperios que quieren hacer suya la estratégica tierra de Palestina, lugar de paso de oriente a occidente y de Mesopotamia a Egipto. Esta situación de injusticia, idolatría y adormecimiento, la denunciarán los profetas. Éllos son hombres a los que Yahveh llama para decir una palabra suya a su pueblo. La 30 palabra divina dice relación con la fidelidad o infidelidad a la Alianza y con las consecuencias futuras de esa fidelidad (bendición) o infidelidad (castigo). Los profetas no hablan de un futuro prefijado (como los adivinos) sino de un futuro siempre abierto, ya que si el pueblo se arrepiente de su mala conducta Dios puede cambiar el castigo que tiene pensado. b) Texto 1: Am 5,1-17: Canto fúnebre por Samaria La primera lamentación sobre Samaría (vv.1-3) es un duelo anticipado por la ruina de la ciudad, representada como una joven virgen (imagen de la vulnerabilidad y de la tragedia que supone el rechazo final). Avanzando en la imagen, y representándola como una madre, lamenta el profeta la pérdida de sus hijos, aunque queda un resto, por pequeño que sea: no todo está perdido, algo sobrevive a la desolación. Sigue la invitación a buscar al Señor (vv. 4-6): “búsquen ustedes y vivirán”. Utilizando el lenguaje del culto, vuelve a establecer una contraposición entre éste y la justicia. Los santuarios no salvan por sí sólos e incluso sufrirán las consecuencias del destierro. La doxología de los vv. 8-9 parece ser un agregado posterior. En todo caso su tema es Dios como creador y Señor del cosmos. Como creador da orden al cosmos; sin embargo, si no se hace su voluntad puede dejar actuar al caos destructor. Los ayes (vv. 7.10-13) se centran en el tema de la injusticia. La dulzura de la justicia se ha convertido en la amargura de la injusticia (el “ajenjo” es una hierba amarga). Son directamente acusados los jueces, que odian al testigo honesto y al juez justo. El v.11 apunta a la causa última de la injusticia: la codicia. Por sobornos oprimen al justo y al pobre en el tribunal. El castigo será no poder disfrutar del propio trabajo. El segundo “búsquen ustedes” (vv.14-15) tiene como objeto el bien, que se concreta en el restablecimiento del derecho en el tribunal 19. La finalidad de esta búsqueda es la “vida” (plena), la presencia del Señor y la seguridad de alcanzar su misericordia. Termina el oráculo con la segunda lamentación sobre Israel (vv. 16-17). La última palabra la tiene el juicio castigador. Da la impresión de que todos los esfuerzos han sido vanos y se hubiera alejado toda perspectiva de conversión. El paso del Señor es castigo. - Texto 2: d) Am 7,10-17: Conflicto con Amasías y expulsión de Amós Interrumpe las visiones un relato sobre la actividad de Amós y su enfrentamiento con el sacerdote oficial del reino, Amasías. 19 La “puerta” es la plaza pública que está junto a la puerta de la ciudad. Allí funciona el comercio y los tribunales. 31 Amós no es un profeta contratado por el rey y que vive de su profesía. Él ha comenzado a profetizar como resultado de una acción “violenta” de Dios que irrumpe en la normalidad de su vida (v.15). Ese carácter de “profeta no profesional” le permite una total libertad para anunciar la palabra de Dios. Es interezante destacar que Amasías no descalifica a Amós como falso profeta, sino, por el contrario, teme que su oráculo pueda cumplirse y por eso lo expulsa. Amós predice un castigo que sólo se cumplirá 40 años después. El profeta no es un adivino sino un intérprete de los signos de la historia a la luz de la voluntad de Dios. El futuro es siempre un futuro abierto: Dios puede retirar el castigo si el hombre se convierte. Amós teme que esa conversión sea ya imposible por la dureza de corazón del pueblo y de sus dirigentes. c) Reflexión: “Estén ustedes atentos y velen” nos dice Jesús, porque Él puede volver en cualquier momento. ¿Qué significa, en el contexto de la fe, velar? Es iluminador comenzar al revés: por explicar que es “estar dormido”. El tema del adormecimiento en la Biblia siempre está vinculado al de los ídolos. “Dormir” es poner la confianza en los ídolos y no en Dios. Cuando ellos ocupan el lugar de Dios entonces nos volvemos ciegos a su actuación, ya no reconocemos su presencia. Los ídolos de Israel fueron los “baales”, dioses de la prosperidad económica. Los nuestros son “secularizados”, es decir, no los concebimos como seres personales, pero... los dejamos actuar como tales. Los son el amor al dinero, al poder, a la fama, etc. Cada cual debe discernir cuáles son sus propios ídolos. Como, aún cuando estemos atrapados por los ídolos y adormecidos, Dios nos sigue queriendo, por eso nos envía profetas. Si nuestro adormecimiento es muy grande ellos serán muy duros con nosotros. A nivel individual, la acción profética se da mediante la “corrección fraterna” (ver Mt 18,15-18); a nivel colectivo, a través de personas que forman la “conciencia moral” de un pueblo. Entre nosotros lo han sido, por ejemplo, el padre Hurtado y el cardenal Silva. Una última reflexión. Según los profetas, Dios premia y castiga, y de un modo colectivo. No es esa la postura de Jesús. Para Él, el único castigo es quedarse fuera de la salvación. Se trata, por lo tanto, de un “auto-castigo”. Las desgracias y la guerra no pueden ser considerados bajo ninguna circunstancia castigo de Dios, aunque a veces el hombre se las busque. Dios es aquel que trata, por todos los medios, pero respetando la libertad humana, de librarnos del daño que nos hacemos a nosotros mismos y a los demás. En todo caso, a los profetas no se les puede exigir un pensamiento cristiano (debe recordarse lo dicho más arriba sobre la revelación progresiva de Dios). 32 2.5. El Exilio y las crisis de fe Texto: No existe en la Biblia un texto que relate de modo completo este período. Deberemos conformarnos, en este caso, con la narración del comienzo del exilio, contenida en el libro del profeta Jeremías, y el anuncio de su fin, presente en la segunda parte del libro de Isaías, escrita por un profeta anónimo. Texto y preguntas: Jeremías 39 – 45: - ¿Cuáles son los principales hechos del comienzo del exilio? - ¿A que se debe, según Jeremías, este castigo aplicado por Yahveh? Isaías 40 – 41: - ¿Qué anuncia, en síntesis, el profeta? - ¿Qué va a hacer Ciro, rey de Persia? - ¿Cuál es el estado de ánimo del pueblo? a) Explicación: Como veíamos en la etapa anterior, el Pueblo, dividido en dos, sucumbe en mano de los grandes imperios de la epoca. El Reino del Norte termina con la invasión del Imperio Asirio, en el año 721, y Judá, con la del Imperio Babilónico, el 587. Los habitantes del antiguo Reino del Norte son dispersados por todo el territorio asirio y pierden su carácter de nación. Un siglo y medio después, los babilonios toman a Judá y destruyen Jerusalén y el Templo. El Reino del Sur corre mejor suerte, ya que los invasores trasladan a la mayoría del pueblo a un sector determinado de la ciudad de Babilonia, en donde pueden vivir juntos y gozar de un cierto grado de autonomía. Esto les permitirá no desaparecer como nación y mantener su religión. Desde el punto de vista de la fe, el exilio constituye una verdadera catástrofe, ya que quita a Israel todas las seguridades en las cuales se apoyaba. Los signos del cumplimiento de las promesas dadas a Abraham han desaparecido; en efecto: a) No hay rey ni independencia nacional (descendencia); b) han sido despojados de su tierra y deben vivir fuera de ella; c) la expresión visible de la intimidad con Dios, el Templo, ha sido destruido. Ante todo esto surge la interrogante de si la Alianza sigue en pie. ¿Habrá abandonado definitivamente Dios a su pueblo? Ante esta duda tan radical, algunos profetas traen un mensaje de esperanza: Dios ha castigado a su pueblo; sin embargo, prepara el regreso a la tierra y a un modo de vida más pleno. La pérdida de seguridades del exilio será la ocasión de un nuevo resurgimiento de Israel. Destruidas todas las instituciones nacionales fundamentales, el pueblo se reune formando pequeñas comunidades religiosas. Por medio de ellas, Israel busca superar el peligro de ser absorbido por los demás pueblos, a la vez que intenta una nueva forma de 33 vivir la fe. Hay, también, un cambio en la imagen de Yahveh: se lo descubre como un Dios universal. Este Dios que parece muerto es ahora percibido como Señor del Universo entero. Le corresponde a Israel, en esta nueva situación, ser un pueblo misionero, encargado de anunciar a todas las naciones a Yahveh como el único Dios. b) Texto: Is 40, 1-11. Anuncio de la liberación 20 El profeta se dirige a un pueblo destrozado en su integridad política y social, y que está en el centro del poder político y religioso de un imperio de infinitos recursos, capaz de inmovilizar todo intento de liberación. Los llevados a cautiverio son un grupo relativamente reducido. La vida sigue en Judá, bajo otras condiciones políticas y sociales. No caben dudas acerca del empobrecimiento del país, diezmado por los soldados en campaña, con graves tributos pagados al Imperio y probablemente el reclutamiento militar para el ejército invasor. El profeta predica cuando los exiliados llevan unos 40 años en Babilonia. Se están realizando las conquistas de Ciro. El pueblo ha vivido un tiempo de maduración de su fe frente al castigo y sufrimiento, pero también hay una erosión progresiva de la “memoria histórica”. Yahveh aparece como un dios vencido ante los dioses de Babilonia. La situación económica es dura. Al asedio del Imperio por otros pueblos se suma su división interna. Hay inflación y caída de la producción. La mayoría de los exiliados debe haber vivido en condiciones bastante precarias. Llama la atención el comienzo brusco, sin encabezamiento sobre el autor, tiempo y lugar. En el texto vemos varias “voces” pero la mayoría de las veces no sabemos quien habla o a quién se dirige. Se trata de un recurso literario. En los vv.1-2 la palabra repetida es “consuelen” (ustedes). La nación dispersa es todavía “mi pueblo”, y Yahveh “el Dios de ustedes”. La Alianza sigue en pie. Los dioses babilónicos no son más poderosos que Yahveh. No dice quien debe “consolar”, pero distingue 2 tipos de destinatarios: los exiliados (1a) y los que se han quedado en Jerusalén (1b). Se invita a los exiliados a regresar a Jerusalén. La referencia al exilio como “milicia” (o “servicio militar”) no es sólo una imagen literaria: los prisioneros de la guerra eran usados por los conquistadores como soldados en nuevas campañas militares. La expresión “hablar al corazón” oscila entre el cariño y la necesidad de convencer. 20 Los estudios bíblicos, a partir de fines del siglo XIX, distinguen tres partes en el libro de Isaías, que corresponden a profetas diferentes: el profesta Isaías propiamente tal predica en el siglo VII en el Reino del Sur (Judá). En líneas gruesas pertenecen a él los oráculos de los capítulos 1 al 39. Los capítulos 40 al 45 pertenecen a un profeta anónimo que los especialistas llaman “Déutero-Isaías”, que predica en Babilonia durante el siglo V a fines del exilio. La tercera parte del libro (los caps. 56 – 66) contiene oráculos de varios profetas anónimos de fines del siglo V, en Jerusalén, cuando los exiliados, tras su regreso, comienzan a reconstruir la ciudad y el Templo. 34 En los vv. 3-5 el tema es el camino de Babilonia a Jerusalén (unos 1000 km.). En medio está el desierto, en donde hay pistas y senderos que fácilmente se borran. Pero no se llega a Jerusalén por vía recta, sino por el rodeo de la Siria del Norte, en donde hay valles y montañas que hay que aplanar. En esta breve unidad el pueblo ha desaparecido y el camino es para “nuestro Dios”. Dios se manifestará como energía (“gloria”) que cumple lo prometido (“la boca de Yahveh ha hablado”). En los vv. 6-8 se nos habla de la caducidad del ser humano. Las imágenes “vegetales” aluden al imperio opresor cuya caducidad contrasta con la palabra salvadora de Yahveh. Finalmente los vv. 9-11 colocan a Jerusalén como mensajera de las buenas noticias a las otras ciudades de Judá 21. Debe anunciar que la manifestación de la gloria de Dios (v. 5a) tendrá lugar en Jerusalén. Las ciudades serán incorporadas a la Alianza. Dios mismo hará de “pastor” cuidando a su pueblo. c) Reflexión actual: ¿Qué nos dice esta experiencia respecto de nuestra propia fe? Toda crisis es una experiencia de muerte y resurrección. Hay una forma de vivir y de mirar las cosas que muere; se pasa por un momento de confusión y de oscuridad, en donde no se sabe qué futuro nos espera. Sin embargo, si esa experiencia la hacemos con Dios, nos conduce a otra forma de enfocar nuestra vida, más plena y más madura. En ella redescubrirmos a Dios de una forma más amplia y nuestra adhesión a Él se hace más generosa y desinteresada. 2.6. El Judaísmo, institucionalización y apertura a un Dios universal. Texto: Tampoco tenemos un relato completo de este período. Por ello escojo la narración del comienzo de esta etapa, en el libro de Esdras. Esdras 1 – 8 (se puede omitir el cap. 2) Pregunta: ¿Cuáles son las principales acciones que dirige el escriba Esdras para reconstruir el país de Judá? a) Explicación: El Imperio Babilónico es derrotado por el Imperio Persa. El año 539, este último conquista la ciudad de Babilonia. Ciro, el emperador, es un hombre respetuoso de los pueblos que va conquistando, de sus costumbres y tradiciones. En virtud de esta política, permite a Israel retornar a Palestina y reconstruir el Templo de Jerusalén. Más aún, les 21 CROATTO, J.S. (“Isaías, vol II: 40-55; Lumen, Buenos Aires, 1994, p. 24) traduce “mensajera Sión” y no “mensajero para Sión” como lo hace la NBJ. 35 devuelve los objetos de culto que habían sido llevados a Babilonia (pero el Arca de la Alianza se pierde totalmente) y les da una cierta ayuda económica para su reconstrucción. Se llama Judaísmo al período comprendido entre los años 538 a.C. al 135 d.C. En esta época, Israel no tendrá autonomía política ni territorio propio; se agrupará en pequeñas comunidades en torno a sinagogas (casas de oración). La mayoría de los judíos vive fuera de Palestina. Los que están en ella son un pequeño grupo en torno a Jerusalén. Éste pasa a estar dominado por los grandes imperios de la época: persa, griego, romano. Lo anterior plantea el problema de buscar elementos que cohesionen a Israel (en su manera de ser y en su fe) de tal manera que no se diluya en medio de los imperios vecedores. El primer elemento que surge es el Templo. Se lo propondrá como factor decisivo de diferenciación: judío será quien acuda al Templo a realizar sacrificios 22. Israel será una comunidad congregada en torno al Santuario. Sin embargo, con el tiempo se ve que este elemento es insuficiente. La mayoría de los judíos sigue viviendo fuera de Palestina, y en el mejor de los casos, peregrinará a Jerusalén unas pocas veces en su vida. De ahí que se proponga, entonces, un segundo elemento distintivo: la Ley (o Torah). Ella está compuesta ahora por los cinco libros del Pentateuco, es decir, los 5 primeros libros de nuestra Biblia. Se lee todos los sábados en la Sinagoga y es comentada por los maestros de la Ley o escribas. A partir de ahora, un judío se distingue del que no lo es por la Torah. Su cumplimiento o no cumplimiento determinará quienes en el interior del pueblo serán considerados “justos” o “injustos”, respectivamente. Si bien, en general, en este período el pueblo judío puede vivir en paz; sin embargo, existe una cierta desilución. La opresión de los grandes imperios y la dispersión no puede ser la última palabra de Yahveh respecto de su pueblo. Por ello se espera la llegada del “reino de Dios”, es decir, de un tiempo en el que Dios reine, y no los imperios y el pecado. La mayoría de Israel espera la llegada de un “mesías”, es decir, de un monarca salvador del pueblo. La imagen más frecuente del mesías es la de un libertador al estido del rey David, del que se espera que derrote a los imperios, haga justicia al interior del pueblo y haga de Israel una gran nación. b) Reflexión: ¿Qué puede decirnos a nuestra propia historia este período? A mi juicio aquí está presente la tensión entre las necesarias instituciones que debe tener la fe (en la época, el Templo, la Ley) y la apertura a ese Dios que está más alla de cualquier institución y que es Padre de todos los hombres. Es fácil que nos encerremos en nuestras comunidades, en nuestro lenguaje habitual, en nuestro modo de ver las cosas, y no veamos al Dios que actúa en nuestra sociedad y en nuestro mundo. ¿De qué modo está actuando Dios en los jóvenes 22 Es decir, a quemar un animal y pasarlo al “mundo” de Dios (el humo sube al “cielo”) ya sea como acción de gracias o petición por algo, o simplemente como alabanza. 36 (a menudo alejados de la Iglesia), en los intelectuales, en los artistas? ¿Qué acontecimentos de nuestro mundo son “signos de los tiempos”, es decir, desafíos de Dios para nosotros? 2.7. Jesucristo y la gratuidad del amor de Dios. Texto: Mc 1 – 3; 14 - 16 Preguntas: 1.- ¿Qué rasgos caracterizan a Jesús como Mesías? ¿En qué hechos muestra una autoridad especial? 2.- ¿Cuál es el mensaje de Jesús? ¿cuáles son sus principales acciones? 3.- ¿Por qué los fariseos, escribas y sumos sacerdotes rechazan a Jesús?, ¿por qué lo condenan a muerte? ¿cómo reaccionan los discípulos? 4.- ¿Qué “testamento” deja Jesús resucitado a sus discípulos? Explicación: “El tiempo se ha cumplido y el Reinado de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Noticia” (Mc1,15). Con este anuncio Jesús se conecta con la esperanza más profunda de su pueblo: la de que Dios va a reinar completamente sobre los suyos derrotando a todo lo que se opone a la justicia y vida en plenitud. Sin embargo, Jesús no se presenta como “mesías” al modo como lo concebía la mayoría de Israel, esto es, como el monarca esperado iba a liberar a derrotar a los enemigos del pueblo y a hacer justicia en su interior recompensado a los justos y castigando a los pecadores. Jesús nunca critica abiertamente a la opresión romana ni prepara una rebelión. Su mensaje está más bien dirigido a un cambio que debe darse primero al interior de Israel. Aún así, Jesús realiza milagros en la línea de los que el profeta Isaías atribuía al mesías esperado. Pero, en vez de hacer justicia recompensando a los “justos” (es decir, a los que cumplen la Ley) y castigando severamente a los “injustos”, ofrece la entrada al Reino de Dios a todos, particularmente a estos últimos. Percibe muy agudamente que la Ley y el Templo (los grandes elementos cohesionadores del Judaísmo) han pasado a ser instrumentos de marginación de la gente: “Y al ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor” (Mt 9,36). Por eso, no duda en curar enfermos en sábado, en denunciar la pérdida del sentido original del Templo y en comer con los pecadores (el signo de comunión por excelencia). Jesús actúa con una autoridad suprema: perdona los pecados (atribución exclusiva de Dios), corrige la Ley de Moisés, condiciona la salvación a la acogida o rechazo de su persona. 37 Debido a esto las principales autoridades judías lo condenan a muerte sirviéndose para ello del poder romano. Jesús termina en la cruz, pena que se aplicaba en la época a los esclavos y a los subversivos. Sin embargo, Dios Padre lo resucita de entre los muertos dejando en claro que Jesús es su Hijo Amado, su presencia definitiva en medio de los hombres. La humanidad, representada por el pueblo judío, ha rechazado a Dios mismo. Sin embargo, Él es fiel a su Alianza y por tanto ofrece una nueva oportunidad. Jesús resucitado se aparece a sus discípulos y los invita a continuar su misión en la Iglesia. Le corresponderá ahora ser la continuadora de Israel y luz de las naciones. Reflexión Con Jesús se profundiza al máximo la disyuntiva que vimos en el punto anterior. En períodos de crisis tendemos a forjarnos nuestra propia salvación mediante medios que pueden ser, a primera vista, legítimos; en realidad, nuestro único apoyo real es el amor gratuito de Dios que nos acoge tal como somos y, así, transforma nuestra vida. ¿Cuáles son nuestros apoyos? ¿Qué daños producen en otros? ¿Tenemos conciencia de que Dios nos ama? ¿Amamos a los otros como Dios nos ama? 2.8. La Iglesia y la universalidad de la fe. Texto: Hechos 2,1-14.36-47; 4,32-37; 5,12-42; 6,1-15; 7,51-60; 8,1-8; 9,1-31; 11,19-30; 13,1-3.13-16.42-52; 14,1-28; 15,1-31. Preguntas: 1.- ¿Qué anuncia la Iglesia? ¿mediante que signos? 2.- ¿Qué características tiene la comunidad de Jerusalén? 3.- ¿Por qué el Sanedrín persigue a los apóstoles? 4.- ¿Por qué los judíos persiguen a Esteban? 5.- ¿Qué importancia tiene la comunidad de Antioquía? ¿qué importancia tiene Pablo? 6.- ¿De qué trata el “Concilio de Jerusalén”?, ¿a que acuerdo llega? De las apariciones de Jesús resucitado y del envío del Espíritu surge la Iglesia. Al principio ella está compuesta por judíos de Palestina. Éstos siguen cumpliendo la Ley, asistiendo a la Sinagoga y realizando sacrificios en el Templo. Sin embargo, tienen conciencia de pertenecer al Nuevo Pueblo de Dios. Por ello comparten sus bienes, realizan milagros, profundizan en la Palabra de Dios y celebran la Eucaristía. Al igual que Jesús, la Iglesia Primitiva conoce la persecución. Ésta proviene de los mismos que persiguieron a Jesús. En el año 34, un grupo importante de cristianos debe huir de Jerusalén. Algunos de ellos fundan la comunidad de Antioquía, en la costa de lo que hoy es Siria. Por primera vez, en esta comunidad se acepta a no-judíos (paganos, gentiles) en la 38 Iglesia sin exigirles la circuncisión Moisés. 23 , es decir, sin que tengan que cumplir la Ley de Esta decisión provoca en la Iglesia un problema serio. ¿Es necesario hacerse judío para entrar en la Iglesia? ¿Es necesario cumplir la Ley de Moisés para ser cristiano? El principal defensor de que los gentiles ingresaran a la Iglesia sin circuncisión fue San Pablo, ex-fariseo y perseguidor de la Iglesia, al que se aparece Jesús y lo llama a ser apóstol. La Iglesia se divide: unos dan la razón a Pablo y otros no. La reunión de todos los apóstoles en la Asamblea de Jerusalén (año 48) zanja la cuestión a favor del apóstol. Sin embargo, la división subsistirá, lo cual no será obstáculo para que el cristianismo se expanda por todo el Meditarráneo, siguendo el mandato de Jesús: “hagan discípulos en todas las naciones” (Mt 28,19). Reflexión: Lo que está en juego en la discusión de esta Asamblea es algo bien central. Se trata de lo que hoy llamamos “evangelización de la cultura”. Porque Jesús resucitado está presente en todos los hombres, el cristianismo debe ser capaz de insertarse en cualquier nacionalidad y mentalidad sin renunciar a su esencia. Debiera existir un cristianismo latinoamericano, asiático, africano, etc. diferentes del tradicional europeo. La fe cristiana debe asumir todo lo que hay de positivo y válido de la cultura en la que se inserta y, a la vez, corregir lo que es contrario al amor de Dios en ese modo de ser. Siempre será una tentación de los cristianos que llevan más tiempo en la Iglesia o que tienen más influencia en ella el imponer su modo de vivir la fe. Los adultos tienden a hacerlo con los jóvenes, los varones con las mujeres, los sacerdotes con los laicos, los ricos con los pobres. La Iglesia debe pertenecer a todos, ser su hogar; ello no ocurre cuando muchos deben, para entrar en ella, dejar en el umbral los mejores dones que han recibido del Espíritu. Damos por terminado este curso con las siguientes palabras de san Pablo: ”Los que se han bautizado en Cristo se han revestido de Cristo: Ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jesús” (Gal 3,27-28). 23 La circuncisión es un corte en el órgano genital masculino que suprime el “prepucio”, piel que recubre la parte superior del pene. 39 3. APÉNDICE (VOLUNTARIO): DESCRIPCIÓN DE LA BIBLIA A continuación corresponde hacer un recorrido descriptivo de la Biblia poniendo especial énfasis en los “categorías” de libros que la Sagrada Escritura tiene. Para ello nos basaremos en el índice de la “Nueva Biblia de Jerusalén” 24. 3.1. Antiguo Testamento 3.1.1. Pentateuco Este grupo de 5 libros constituye la Ley de Israel, la que a veces es conocida con el nombre de “Torah”. En ellos se relata el origen del mundo y de Israel como pueblo. Contiene códigos legales de distintas épocas. Su proceso de composición es complejo: a partir de diversas tradiciones orales, varios autores van escribiéndolo en los siglos X al V a.C. Los libros son los siguientes: a) Génesis. Es el libro de los orígenes. En él se relatan los orígenes del mundo (caps. 1-11) y de Israel. Respecto del Pueblo, se relata la historia de los patriarcas Abrahán, Isaac, Jacob y José. b) Éxodo. Relata la situación de opresión, la actividad de Moisés en pro de su liberación que culmina con la milagrosa salida de Egipto, y la realización de la Alianza en el monte Sinaí. Contiene algunos códigos legales muy antiguos. c) Levítico. Contiene las prescripciones cultuales de Israel. Señala cómo deben efectuarse los sacrificios y otros actos rituales. d) Números. Relata las distintas etapas de la vida del Pueblo en el desierto; cuando, después de haberse encontrado con Dios en el monte Sinaí, va lentamente caminando hacia la tierra de Canaán. Contiene algunos códigos legales. e) Deuteronomio. El nombre de este libro significa “Segunda Ley”, ya que en él se vuelve a formular la Ley del Sinaí en la forma de una serie de discursos puetos en boca de Moisés cuando el Pueblo está a punto de entrar a la tierra prometida. El libro termina con la muerte de Moisés. 3.1.2. Los libros históricos Relatan la historia de Israel mostrando su sentido religioso. A veces contienen varias versiones de un mismo hecho. Al interior de este grupo se puede distinguir algunos conjuntos: 24 ESCUELA BÍBLICA DE JERUSALÉN, "Nueva Biblia de Jerusalén", Desclée de Brouwer. Bilbao. 1998. En adelante la mencionaremos con la sigla NBJ 40 3.1.2.1. La historia deuteronomista Se trata de un relato continuo que va desde la conquista de Canaán hasta el exilio de Babilonia. Los libros son los siguientes: a) Josué. Relata la conquista de una manera idealizada. El personaje central es Josué, sucesor de Moisés. b) Jueces. Presenta otra versión de la conquista, mucho más realista que el libro anterior. El pueblo es conducido por los “jueces”, que son guerreros “carismáticos” (es decir, no profesionales). c) 1 Samuel: relata los episodios que llevaron a la instauración de la monarquía en Israel con el gobierno de Saúl. d) 2 Samuel. Relata el reinado de David, principal rey de Israel. e) 1 Reyes. Relata el reinado de Salomón, el Cisma y los primeros años de los “reinos paralelos”. f) 2 Reyes. Relata la historia de los reinos de Israel (Norte) y Judá (Sur) hasta su desaparición. 3.1.2.2. La historia sacerdotal g) 1 y 2 Crónicas. Relata la misma historia que el bloque anterior pero con otra perspectiva. Le interesa resaltar los elementos cultuales de Israel que adquirieron gran importancia durante y después del Exilio. Se presentan como un complemento a la historia deuteronomista. h) Esdras y Nehemías. En la misma perspectiva que los dos anteriores relatan los primeros años del Judaísmo. 3.1.2.3. Historias “edificantes” i) Rut, Tobías, Judit y Ester. Historias “edificantes” de personajes que efectuaron historias de liberación. Son más bien ficticios. Están escritos en la época del Judaísmo. 3.1.2.4. Los libros de los Macabeos j) 1 y 2 Macabeos Relatan distintos episodios de la guerra de guerrillas llevada a cabo por la familia de los Macabeos durante la dominación griega. 41 3.1.3. Libros Poéticos (Lírica) La tercera categoría de libros del AT es la de los “libros poéticos”. No se trata de los únicos textos poéticos del AT (ya que más o menos un tercio de éste es poético) sino de escritos en los cuales su carácter poético es lo que está en primer plano. k) Salmos. Colección 150 oraciones de Israel compuesta a lo largo de casi todo el AT l) Cantar de los Cantares. Colección de poemas de amor de Israel utilizados, al parecer, en celebraciones matrimoniales. ll) Lamentaciones de Jeremías. Oraciones en las que se lamenta la ruina de Jerusalén después de su devastación por los babilónicos. 3.1.4. Libros Sapienciales La cuarta categoría de escritos del AT es la de los “sapienciales”. Se trata de la “sabiduría” de Israel. A diferencia de la filosofía griega, se trata de un conjunto de proverbios, poemas, y otros géneros que pretenden transmitir una sabiduría práctica para alcanzar el éxito y la felicidad en la vida. Se distinguen de todos los otros escritos del AT en casi no se nombra a Dios, a Israel y a la Alianza; en cambio, contienen una profunda reflexión sobre el hombre en general y su mundo. m) Job. Relato ficticio que, mediante la forma literaria de un juicio público, presenta el problema de la justicia de Dios. La acusación de Job a Dios es ¿por qué los pecadores prosperan en la vida, mientras que a los justos les va mal? n) Proverbios. Recopilación de refranes de sabiduría popular. La colección, que recoge proverbios muy antiguos, está precedida de un canto que exalta el origen divino de la Sabiduría. ñ) Eclesiastés (o Qohélet). Ácida crítica a las concepciones tradicionales de la sabiduría; por ejemplo, a la “doctrina de la retribución”, que sostenía que Dios proporcionaba bienestar a los justos y desgracia a los injustos. El autor dirá, sin embagues, que al justo e injusto les espera como destino el “Sheol” o lugar de los muertos. No existe aún en esta época la fe en la resurrección. o) Sabiduría. Es el último líbro del AT. Resalta a la Sabiduría divina, mostrándola presente en el mundo y en la historia. Junto a 2 Macabeos, son los únicos libros que afirman la resurrección de los justos. p) Eclesiástico (o Sirácida). Colección de proverbios con algunos discursos sobre la Sabiduría divina. 42 3.1.5. Libros Proféticos El profeta es un hombre escogido por Dios para anunciar al Pueblo su Palabra. Ésta juzga la vida presente de Israel, en todas sus dimensiones, a la luz de la Alianza. El profeta anuncia las consecuencias que acarrea la fidelidad o infidelidad al Pacto: bendición y prosperidad en el primer caso, maldición y desgracia en el segundo. Los libros proféticos están ordenados de mayor (tamaño) a menor. De acuerdo a ello, se puede hablar de “profetas mayores” (los que tienen libros más largos) y “profetas menores” (con libro breve). q) Profetas mayores. Son: Isaías, Jeremías, Baruc, Ezequiel, Daniel r) Profetas menores. Son: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. 3.2. Nuevo Testamento 3.2.1. Evangelios Sinópticos Se conocen con este nombre los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, a causa de su idéntico esquema para presentar la vida de Jesús que permite ponerlos en tres columnas y darles una “mirada de conjunto” (=sinópsis). Los evangelios son obras tardías. Antes de ellos, las acciones y palabras de Jesús se transmitieron, primero, oralmente y después en pequeñas colecciones escritas. El evangelio más antiguo, Marcos, fue compuesto poco antes del año 70; por lo que, entre la Pascua de Jesús y él, hay un lapsus de unos 30 años. a) Mateo. Su autor no es Mateo-Leví de los Doce, como se ha creído tradicionalmente, sino un judeo-cristiano desconocido que se dirige a una comunidad cristiana judía. Presenta a Jesús en estrecha conexión con el AT. Es escrito entre los años 70 a 90, probablemente en Antioquía. b) Marcos. Escrito entre el 60 y 70 por Juan Marcos, ayudante primero de Pablo y después de Pedro. Los destinatarios son cristianos gentiles, probablemente de Roma. Este evangelio fue conocido por los autores de Mateo y Lucas. c) Lucas. Ayudante de Pablo y de origen gentil, escribe su evangelio para una comunidad griega entre los años 70 y 90. Este evangelio continúa en el libro de “Hechos de los Apóstoles”, del mismo autor. 3.2.2. Evangelio de Juan Fue compuesto en sucesivas redacciones en un largo período de tiempo que va desde unos años antes del 70 hasta aproximadamente el año 90. Sus autores pertenecen a 43 comunidades fundadas por el apóstol Juan, de los Doce. Se cree que el apóstol fundó una especie de “escuela” de discípulos suyos que elaboró este evangelio bajo su dirección. 3.2.3. Hechos de los Apóstoles Se trata de una historia de la difusión del cristianismo a partir de la ascensión de Jesús y Pentecostés hasta la llegada de Pablo a Roma, capital del Imperio. Escrita por el evangelista Lucas, es una especie de “segunda parte” del evangelio. Fue escrito poco después de éste. 3.2.4. Cartas de Pablo Se trata de la correspondencia que el apóstol Pablo mantiene con las comunidades fundadas por él (precisamente de esas comunidades toman las cartas su nombre). A partir de preguntas o problemas concretos planteados por las ellas, el apóstol comunica su pensamiento en numerosos asuntos de la vida cristiana. El punto de partida de Pablo es la muerte y resurrección de Jesucristo del cual saca sus consecuencias para la vida del cristiano. Estas cartas son los escritos más antiguos del NT. Su ordenación no es cronológica sino por tamaño (de más larga a más corta). Sabemos que la carta más antigua (la 1 Tesalonicenses) fue escrita en el año 51, la última que se puede datar con seguridad es Romanos, escrita el 58. No todas las cartas que se atribuyen al apóstol son suyas. Se consideran con seguridad de él: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 Tesalonicenses, Filemón. No son de él: Efesios, 1 y 2 Timoteo, Tito, Hebreos. Se discute si son de Pablo: Colosenses y 2 Tesalonicenses. Las cartas van en el siguiente orden: Romanos, 1 y 2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito, Filemón y Hebreos. 3.2.5. Epístolas Católicas Se trata de 7 cartas que van dirigidas por varios autores a todos los cristianos (de ahí su nombre de “católicas”, que significa “universales”). a) Santiago. Esta carta es un escrito de carácter sapiencial, en el cual se combate fuertemente a una fe que no se traduzca en solidaridad con los pobres. Probablemente la escribió Santiago, el “hermano del Señor” (que no es el de los Doce), quien gobernó la comunidad de Jerusalen entre el 41 y el 62. Se debate mucho la fecha de composición de esta carta. Algunos la ubican en los años 60 y otros en los 80. b) 1 Pedro. Se discute si fue escrita por Pedro o por un cristiano anónimo que usa de su autoridad. En el primer caso, estaría escrita antes de la muerte del apóstol el año 64; en el segundo sería de la década del 70. Busca animar a comunidades rurales de Asia Menor que comenzaban a sufrir persecuciones. 44 c) 2 Pedro. Escrito tardío (probablemente de fines del siglo I), que no pertenece al apóstol, y que busca responder al problema del retraso de la Parusía (o Segunda Venida de Cristo). d) 1, 2 y 3 Juan. Probablemente fueron escritas por un autor anónimo perteneciente a la “escuela joánica”, tal vez el redactor final del Evangelio de Juan. Su datación se estima en torno al año 100. Ante un cisma que remece a la comunidad, el autor insiste en la realidad humana de Jesús y en el mandamiento del amor. e) Judas. Carta escrita a fines del siglo I por un judeo-cristiano que pone su obra bajo la autoridad de Judas Tadeo, de los Doce. Utilizando un lenguaje apocalíptico, advierte a los cristianos que no se dejen seducir por unos “falsos maestros”, que están actuando al interior de la comunidad sembrando confusión. 3.2.6. El Apocalipsis Esta obra fue escrita durante la persecución que sufrió la Iglesia en tiempos del emperador Domiciano, a fines del siglo I. Su autor pertenece a la “escuela joánica”, por eso el escrito es puesto en boca del apóstol Juan. Mediante un lenguaje recargado de símbolos tomados del AT, la obra busca animar a los cristianos perseguidos presentando una visión cristiana de la historia. Aparentemente el Imperio opresor, y las fuerzas del mal que están detrás, están consiguiendo una victoria definitiva frente a la Iglesia perseguida; sin embargo, ello no es así. Quién mueve los hilos de la historia es Cristo y de Él es la triunfo final que ocurrirá en la Parusía. En ella Jesús derrotará no sólo al Imperio sino a todas las fuerzas del mal.