VIOLENCIA INSTITUCIONALIZADA EN AMERICA LATINA Gonzalo Arroyo C, s. j . "La opresión ejercida por los grupos de poder puede dar la impresión de mantener la paz y el orden, pero en realidad no es sino "el germen continuo e Inevitable de rebeliones y guerras" — (Paulo VI)". Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Medetlin, 1968. En Medellín los Obispos latinoamericanos introducen el término de violencia institucionalizada para caracterizar la injusticia que en muchas partes las estructuras actuales del capitalismo imponen sutilmente bajo visos de legalidad sobre la gran mayoría del pueblo'. Sin duda existen varios documentos recientes tanto de algunos obispos como de cristianos que utilizan expresiones semejantes2. Y aún antes lo dijo el pensamiento de izquierda ¡ . Por eso la impor1 J "Si el cristiano cree en la facundidad de 1a paz para lleqar a la justicia cree también que la justicia es una condición ineludible para la paz. No deja de ver que AmcYici T n'irta se cr"*1lcr<'ra en muchas partes ante una situación de injusticia que puede llamarse violencia institucionalizada, porque líis estructuras actuales violan derechos fundamentales, situación que exige transformaciones globales, audaces, urgentes y profundamente renovadoras. No debe pues extrañarnos que nazca en América Latina "la tentación de la violencia" (p. Propressio N? 30)". Documente, sobre la Paz, Conferencia de Medellfn. Por ejemplo en el Mensaje de Alpinos Obispos del Tercer Mundo se dice: "Los Gobiernos deben abocarse a hacer resfir esa ]wha de clases. Contrariamente a lo que se suele afirmar, son los ricos los que a menudo la han iniciado y la continúan contra los trabajadores explotándolos con salarlo! insuficientes y condiciones Inhumanas de trabajo". Los Obispos chilenos en su pastoral, Chile, Voluntad de Ser: "Habrá tanta máí violencia cuanto mayor resistencia opongan aquellos grupos privilegiados para que se hagan comunes los bonericios que hoy día sólo son patrimonio de ellos, porque cada derecho usurpado es una forma de violencia que engendrará la represalia . . .". N? 56. Asimismo. Mons. Helder Cumara, Arzobispo de Olinda-Rcclfe, se ha referido muchas veces al presente orden social que parece más bien un "desorden". La idea del "desorden establecido" se encuentra ya en 1933 en las obrus de Enmanucl Mounler y "apunta hacia la falsificación de los valares, la disolución de las relaciones sociales y el envilecimiento de los corazones, de lo que tiene la culpa la desviación de la revolución Industrial en el Sigla XIX por una sociedad materialista e individualista" (Tenn Morie Domenach en Esprlt N; 178). Es cloro que este concepto del "desorden establecido" en el sistema capitalista tiene más el sentido de desorden espiritual. El concepto de violencia institucionalizada que ñus ocupa dice más relación a la Injusticia de las estructuras. > En el pensamiento de jzqulerda Inspirado en Marx está subyacente el concepto de violencia en las instituciones pues "la clase dominante erige su dominación común en poder público, en Estado". 534 tancia de la declaración de los Obispos no debe buscarse tanto en la novedad que aporta dentro del mundo latinoamericano. Pero sí viene a autentificar dentro de la comunidad cristiana una actitud crítica y de denuncia frente a la globalidad de un sistema generador de injusticia y subdesarrollo, asumida valientemente por algunos —pensemos en un Camilo Torres que no pudo compatibilizar su vocación social con el ejercicio de su sacerdocio—. Más aún al reconocer esta declaración que la mantención del orden social imperante se hace a costa de una cierta violencia inserta en el mismo sistema, abre el camino para comprender el por qué de la violencia subversiva que surge imprevisible y ominosa, tanto en lo recóndito de la selva tropical y de la montaña, como en los bulevares de Río y México o de cualquiera otra capital, que asume no sólo formas políticas como las guerrillas o las rebeliones, sino también brota incontrolable en disturbios callejeros, huelgas de trabajadores y estudiantes, impele a ocupar haciendas, fábricas y aún catedrales, estalla también en terrorismo sangriento contra embajadores y políticos. Hay que enfrentarse a la rea- El derecho es el Instrumento de represión de la clase dominante disfrazado de "interés genetal" (ver La Ideología alemana). En -América Latina, Fidel Castro en su famosa defensa, a raíz del asalto frustrado al cuartel Moneada, "La historia me absolverá", describe la violencia del sistema dirigido por Balista que frustra los derechos de la persona. Asimismo Ernesto Che Guevara y Regís Debray defienden la justicia de la acción subversiva basándose en la Injusticia del régimen actual. lidad de una crisis profunda de autoridad que afecta no solo a la sociedad política —los golpes militares de Perú y Panamá lo atestiguan dolorosamente— sino que se extiende también a la universidad, a la vida familiar y no menos a la iglesia. Son pocos los países latinoamericanos que se substraen a esta violencia reactiva de un mundo mayoritario postergado al cual las estructuras condenan hasta ahora a la explotación, lo excluyen del progreso, del bienestar y de la participación, mundo que aparentemente desea hoy expresarse, pero que a menudo no tiene a su alcance otro lenguaje que el de la fuerza. Trataremos pues en este artículo de esclarecer el concepto de violencia institucionalizada para examinar luego histórica y estructuralmente cómo se fue instalando en América Latina. No es nuestro intento hacer una evaluación ética —esto queda reservado para otros artículos de este mismo número— sino situar correctamente las causas profundas del clima subversivo que nos envuelve, manifestado en la atracción irresistible que figuras como el Che Guevara —no sólo por sus innegables virtudes personales, sino aún como paladín de la violencia guerrillera— ejercen en vastos sectores de la juventud y también en medios intelectuales y políticos de nuestro continente. El concepto de violencia y sus ambigüedades La violencia se entiende ordinariamente como una violación de los derechos fundamentales del hombre, que implica el uso de la fuerza en cualquiera— ejercen en vastos sectores de la juventud y tamconcepto proviene del hecho que no sólo debe entenderse violencia respecto al uso de la fuerza física —aunque así se entiende ordinariamente— sino también puede extenderse al uso de la presión y coacción psicológica, moral y también social, es decir, al condicionamiento estructural de las acciones humanas. Es precisamente aquí donde se inserta la violencia institucionalizada: la injusticia producida en forma estructural por las instituciones económicas, sociales y políticas, aún más allá de la intención exEl concepto de violencia es de gran complejidad, pues en verdad la Tuerza estí présenle de una manera u otra en cualquiera acción del hombre. Nuestra espontaneidad se encuentra coarlada, limitada por el mundo, la sociedad y los demás hombres. La vida humana es lucha; no siempre la persona es impelida en su acción por la solidaridad y e! amor, pues la sociedad se construye también por el conflicto que lleva a una superación. Nosotros no adaptaremos el término de violencia en este sentido más amplio, ¡no lo definiremos según el sentido etimológico más corriente plicita de los que están en el poder, no siempre es reconocida como violencia, pues a menudo pasa desapercibida. Se dice que es parte del "orden" que haya sufrimiento. 'Siempre tendréis pobres con vosotros". De este modo el término de violencia se reserva casi exclusivamente para designar a aquellas acciones que rompen el orden legal. Si algunos usan legítimamente la fuerza —aunque infringiendo la legalidad— para buscar satisfacer su derecho fundamental no garantizado por el sistema, se le equipara a un simple delincuente que actúa contra la ley. Es así como el término violencia se ideologiza en favor de los que tienen el poder y desean mantener el statu quo. Una segunda ambigüedad reside en el sentido de! término "derechos fundamentales del hombre" 5. Descartando las controversias sobre el derecho natural, contentémonos con señalar algunos derechos reconocidos umversalmente como son el derecho a la vida (sus violaciones son homicidios, torturas, terrorismo, etc. .. .) el derecho a los bienes (es violento impedir el acceso al consumo y a la propiedad de ciertos bienes, damnificar la propiedad, etc.) y otros derechos de la persona (es violento impedir el acceso a la educación, al trabajo y al goce de las libertades civiles políticas y de culto, no garantizar la inviolabilidad del hogar, etc.). Pero ¿cómo se especifican concretamente estos derechos en una sociedad?, ¿no resulta inalcanzable su plena realización sobre todo en países subdesarrollados? Hay casos claros: el dictador que hace torturar a sus enemigos políticos ciertamente atro pella estos derechos. Otras veces el discernimiento es más difícil: ¿hasta qué punto un muchacho latinoamericano liene derecho de llegar a la universidad o al menos a la escuela media? Son preguntas que no siempre se pueden responder con precisión. Pero al menos se levanta toda duda cuando la violación es flagrante: por ejemplo, cuando un sistema social condena al analfabetismo Ü una masa considerable de la población. Notemos que sólo existirá violencia institucionalizada cuando el sistema mismo impida el ejercicio de ciertos derechos en forma generalizada, o al menos a grupos importantes de ciudadanos, en forma permanente. Una tercera ambigüedad surge del hecho que la violencia inferida contra una persona o grupo social No es necesario entrar aquí en la controversia sobre el dereclm natural: para la escuela tomista la violencia se opone a la naturaleza y sería una acción contraria a la naturaleza racional del hnmhrc, contraria a la dignidad de la persona. 535 depende del grado de conciencia que éste tenga de sus derechos en la sociedad nacional y aún internacional. Será subjetivamente más violento impedir el acceso a la escuela primaria a un niño en Europa que a otro proveniente de una comunidad indígena del Altiplano. De este modo se constata que la violencia está ligada a la conciencia histórica de los pueblos. Con todo, la conciencia subjetiva de los derechos puede despertarse rápidamente dentro de un mundo de cultura de masas cada vez mas planetizada y así grandes sectores de la población antes no "concientizadas" pueden entrar en una situación de violencia. Es lo que acontece en América Latina cuya población está viviendo una "revolución de las expectativas". Una última ambigüedad, de especial interés para el análisis de la violencia revolucionaria, proviene de que toda violencia implica el uso de la fuerza, pero no todo uso de la fuerza es violento. En efecto, dentro de una sociedad política la autoridad tiene un poder de sanción —aún de muerte— sobre los ciudadanos, pues la fuerza en cuanto está al servicio del derecho legítimo no es injusta. ¿De dónde proviene la legitimación para el uso de la fuerza? ¿Hay siempre coincidencia entre legalidad y legitimidad? Es lo que rechazan los revolucionarios: según ellos la subversión violenta contra un régimen legal no es una acción antisocial. En el sentido tradicional cualquier acto que tiende a destruir el orden establecido es inmoral. Pero si se acepta la premisa de que el orden establecido es injusto e ineficaz para alcanzar el desarrollo y dado su condicionamiento estructural, seguirá siéndolo en el futuro —y por lo tanto pierde su legitimidad—, la subversión dirigida no sólo a destruirlo, sino también a construir un nuevo orden social no sería inmoral. Sería una fuerza al servicio del derecho —es decir justa— pues contribuiría a destruir lo que es incongruente en consideración a los valores y normas sociales pertenecientes a la nueva conciencia social implícita en el ideal revolucionario6. Resulta claro que la legitimidad de la acción violenta contra el orden establecido va a depender finalmente de las posibilidades reales —y no meramente utópicas— de que Este concepto de !a subversión ha sido ilesarrullado por Orlando Fals Borda, La Subversión en Colombia, El cambio social en la historia. Tercer Mundo, Bógala. 1967. Notemos que los revolucionarios reconocen que la violencia es un mal —en cuanto troncha vidas inocentes— pero que huy que usarla "para evilar un nial peor para el pueblo". Ver Alegato de Cnmirl de Regís Dcbray. 536 el proyecto revolucionario pueda efectivamente encarnarse en la historia y de que el nuevo sistema social a que de lugar la revolución permita en mayor grado la realización de los derechos fundamentales para todos los ciudadanos, kis mismos que son violados permanentemente por el sistema actual 7 . ¿Cómo evaluar las posibilidades reales de éxito del proyecto revolucionario? ¿Cuál será el costo social de la acción violenta? Preguntas que muestran bien las dificultades inherentes al tema de la legitimidad de la violencia revolucionaria. Pero se olvida de que no toda la violencia es de tipo revolucionario o político: hay también violencia como reacción de sesperada de los oprimidos —sin ninguna intención política explícita— dirigida contra la violencia institucionalizada presente hoy en el sistema social. Veamos más de cerca cómo se institucionaliza en América Latina. Raíces históricas de la violencia: la conquista, la colonia y la emancipación Para comprender la violencia instaurada en las estructuras sociales debemos caracterizar el sistema social en el cual vivimos. El capitalismo subdesarrollado de América Latina es más que una mera forma de organización económica de la sociedad: debe considerarse en su globalidad socio-cultural que resulta históricamente de la expansión hacia nuestras tierras del mundo ibérico y posteriormente del capitalismo occidental. Las primitivas colonias dependientes de España y de Portugal se convierten después de tres siglos en Estados nacionales cada vez más económicamente dependientes del surgente capitalismo británico y luego del norteamericano. Recordemos que desde el inicio la violencia se institucionaliza en nuestra región. Los conquistadores, "menos quijotescos y más oportunistas" que los inspiradores del ideal misional de la conquista —Alejandro VI dona en 1493 el patronato a los reyes de Castilla, nombrados "Patriarcas de las Indias", para que salven las almas de los indios dispuestos a abrazar la fe católica— olvidan este ideal en el fragor de la lucha y se mueven más por el deseo de enriquecerse y de adquirir poder, bajo la anuencia "del muy humano Consejo Ver del autor, Doctrina, utopia y subversión en MFNSAfE, N? 161, (Agosto 1967) pp. 34C-347 en que se analiza más largamente esta problemática. de Indias" 8 . Así no sólo diezman a los incas, aztecas, chibchas, y otros, sino que además trasplantan formas culturales señoriales, restos decadentes del mundo medieval, que encuentran terreno fértil en América y se revitalizan en instituciones como las encomiendas, repartimentos, mitra y otras que más tarde dan origen a la hacienda y al dominio indiscutido de las minorías blancas. En ciertas regiones como Brasil y el Caribe la importación de esclavos africanos para las plantaciones tropicales contribuye a consolidar el sistema de castas y estamentos. La dominación de las élites coloniales se ejerce desde las ciudades costeras ligadas mercantilmente a la metrópolis: el indio despojado de sus tierras y el negro arrancado de sus lares son los nuevos siervos de amos señoriales. De este modo, en nombre de un alto ideal cristiano, sin menudear el uso de la pólvora, el robo y el látigo y a pesar de las denuncias de un Bartolomé de Las Casas, se impone sobre las poblaciones americanas no sólo el arado y el hierro, una nueva lengua y religión, sino también leyes o instituciones capaces de estabilizar el poderío de la península sobre las colonias y de las élites criollas sobre la población ya sometida. La economía también se desarrolla en función de los intereses de la metrópolis. Nace así el nuevo sistema colonial producto del ajuste entre una cultura ibérica dominante y las culturas aborígenes desde entonces dominadas. En la "paz hispánica" que perdura hasta los albores de la • Ver O. Fals Borda, op. cil. p. 62-66. Sobre instituciones coloniales en Chile ver Mario Góngora, Origen de las Inqulllnos de Chile Central, Universidad de Chile. 1960. Notemos que la legislación de Indias era bastante avanzada para su tiempo: el aborigen era considerado un subdito de la Coronti y sujeto de derechos y obligaciones, aunque sometido a le condición de relativamente incapaz con el fin de que el Corregidor velara por sus intereses F.sle espíritu se ve reflejado especialmente en las instituciones propias del derecho laboral. La Recopilación de Leyes de Indias exigía que a los indios se les pagase "jornales acomodados y justos, y que los virreyes y gohernudores en sus distritos lasen con la moderación y justificación que conviene estos jornales y comidas"; la jornuda de trabajo era de 8 horas y, en ciertos casos, de 7. La Tase de Esquiladle, de 1621, reglamentó varios punios relativos al trabítio de los indios. Conviene también señalar que la encomienda era concebida por el derecho indiano en forma muy diferente a lo i|iie comunmente se piensa. F.n efecto, se la definía corno "un beneficio otorgado por el Rey de España a un benemérito de las Indias para recibir por sf y por su inmediato sucesor al tributo que un grupo de indios, en calidad de subditos de la Corona de España, estaban obligados a pagar, con la obligación de proveer a su bien espiritual y temporal". La ley obligaba al indio a pagar un tributo a un particular como representante del Rey, el que, a su vez, contraía una serie de obligaciones respecto del encomendadu. El régimen de encomiendas mantenía ía libertad de trabajo del indio y no implicaba cesión de tierras; era una concesión de la facultad real de percibir los tributos que tenía una duración máxima de dos generaciones. Era un beneficio indivisible e intransferible. Poco a poco, sin embargo, los indios fueron sustituyendo la prestación en especies o dinero hecha al encomendero por el servicio personal. De esta forma se transformó en una verdadera esclavitud. Un abismo separaba, pues, ia ley —tanto en la letra de sus palabras como en su espíritu— de la realidad. Las autoridades de ludías abusaron de su poder discrecional hasta convertir la ley en letra muerta o declaración romántica. Famosa se ha hecho la fórmula que usaban cuando llegaba una real cédula: "Se acata, pero no se cumple". independencia la violencia está institucionalizada contra el pueblo en la organización económica y social de haciendas y plantaciones, en el trabajo de las minas, en el derecho y la administración civil, judicial y aún eclesiástica —sometida al Estado por el Patronato Regio— que transforman los hechos sangrientos e inicuos de la conquista militar inicial en formas más sutiles de exploración, pero quizás aún más despersonalizantes. El paso de las colonias a la vida política independiente no destruye sino lentamente el sistema de castas estamentales que se transforma en otro dominado por oligarquías agrarias y comerciantes. Las élites criollas bajo el influjo de una filosofía liberal —el de la revolución francesa y norteamericana— encabezan la rebeldía contra la monarquía ya decadente pero sólo adoptan formalmente instituciones democráticas dentro de los Estados en formación '. Para el campesino, el minero y el pobre de la ciudad ahora "iguales en derecho" la violencia sigue instalada bajo nuevos ropajes jurídicos —se pasa de una sociedad estatual a otra contractual— y apariencias de libertad. Tampoco cambia radicalmente la dependencia económica externa con la emancipación política. Sólo muda el centro al que se liga la economía periférica: antes España y Portugal, después Londres y más tarde el capitalismo norteamericano son los que se benefician del comercio con América Latina convenientemente "balcanizada" en naciones pequeñas. Pero el dinamismo para el desarrollo continúa proviniendo de afuera K; el colonialismo se transforma en neo-colonialismo pues la independencia política no ' Evidentemente el proceso asume características propias y ritmos diferentes en los distintos países. Ver la tipología de Gino Germanl en que propone seta etapas de la transición: 1) Guerras de liberación y proclamación formal da la independencia; 2) Guerras civiles, caudlílismo, anarquía: 3) Autocracias unificadoras: 4) Democracias representativas con participación "limitada" u "oligarquía"; 5) Democracias representativas con participación ampliada; 6) Democracias representativas con participación total; y como una posible alternativa u las aludidas formas de democracia, "revoluciones nacionales populares" en Política y sociedad en una época de transición. Paidos, Bucnus Aires, 1966. 10 Ver lu tipología de dependencia externa propuesta por Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto: 1) situación con fuerte clase económica local que munlicnc el dominio del sector exportador de la economía y que, a la vez. cumple las funciones de clase política. directora del Estado, p. cj. economía del azúcar y del café; S) incorporación al mercado mundial a través tle producción de productos primarlos, directamente controlados por capitalistas extranjeros. Existe una clase politicamente dominante a nivel local que pasa a depender en parte de las relucigncs políticas y económica» (impuestos) que logra establecer con el sector de comercio exterior: p. ej. economía "de enclave" del cobre y del estaño; I) se manifiesta cuando se inicia una fase de "desarrollo hacia adentro", por medio de la creación de un sector industrial basado en la inversión de capitalistas externos. Dependencia y desarrollo en América Latina, ILPES. policopiado, 1967. Ver también de Aníbal Pinto, Chile un caso de desarrollo frustrado, Ed, Universitaria, Santiago, 1959, y la posición polémica de Andre Gundcr Frank, Capilalism and underdcvclopment in Lalin America. Historlcal Studies of Chite and Brazil, Monthljr Rcview Press. 1967, New York. 537 3.— Meniaje produce cambios internos en la organización económica y social. La europeización es más aparente que real: incide sobre todo "en los niveles de aspiración de las clases dominantes o de sus altas élites dirigentes, no siempre en los modos de actuar, raramente en los modos de ser y superficialmente en el estilo de vida accesible a todos" u . De estos resulta que los nuevos países son incapaces de evolucionar hacia un capitalismo autónomo y de crecimiento autosustentado, pese a sus posibilidades —en términos de recursos naturales— iguales o mejores que algunos países secundarios de Europa occidental, que lo lograron pero en un proceso inducido desde adentro por sus innovadores élites ca- Capitalismo dependiente y sus contradicciones No se pretende negar que la política de industrialización "hacia adentro" iniciada entonces —es decir para substituir importaciones de productos manufacturados de consumo— en países como Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Colombia, México y otros no haya traído beneficios. América Latina por su infraestructura y estructura productiva industrial ya algo diversificada —sin olvidar que según los países subsisten sectores precapitalistas sobre todo campesinos y que la industria pesada le está vedada por la faka de capitales y la oposición del capitalismo externo dominante—, por la creación más avanzada de un mercado de trabajo —aunque hay vastas poblaciones ¡en economía de subsistencia, subempleadas y sin capacitación técnica—, por su urbanización creciente —pero inorgánica y creadora de miserables poblaciones marginales suburbanas— y por otras razones, está en su conjunto en un grado de desarrollo más avanzado que la generalidad de los países de África y Asia. Sin embargo, la política de industrialización destinada a independizar las economías nacionales de la dependencia externa ha fracasado notoriamente u y el capitalismo dependiente a que ha dado lugar no sólo agota después de un tiempo su dinamismo para llegar a un relativo estancamiento ", sino también crea tensiones socia1! pitalistas. Esto es de suma importanncia para comprender por qué desde el siglo XIX y hasta ahora América Latina, en su conjunto, dentro del espacio económico capitalista fue y es exportador de productos agrícolas y mineros que intercambia por productos manufacturados e industriales producidos por las potencias dominantes y que sólo a partir de la década de los años 30 comienza a tomar real conciencia —a raíz de la crisis en los precios del mercado internacional— que esta división internacional del trabajo no sólo la empobrece cada vez más en comparación a los países desarrollados, sino además la mantienen en una dependencia extrema de las fuerzas capitalistas internacionales que internamente crean condiciones estructurales totalmente inhibidoras del desarrollo y por lo tanto opresoras del pueblo. 11 Florestán Fernándes, Sodedade de classv c subdesenvolvlmenlo, Comunii.ai.iiu a Segunda Conferencia dos Países de Ultramar de Münsler, 1967. 538 11 Según Sunkel la dependencia se manifiesta internamente: 1) por la subsistencia de una estructura agraria tradicional incapaz de responder a la demanda creciente de alimentos —estimulada por la explosión demográfica— situación que presiona internamente sobre los precios y también sobre la balanza de pagos; 2) por una estructura de comercio exterior especializada en mono-exportación que tiende a agravarse con el deterioro de los términos del intercambio internacional; 3) por una industrialización frustrada pues la producción interna —pura sustituir las importaciones de bienes manufacturados de consumo— exige con todo \fi importación de maquinarlas y bienes intermedios sólo producidos por los países industriales: esta política, diseñada para superar la dependencia y extrema vulnerabilidad externa manifestada en la crisis de 1929-30, más bien ha contribuido a incrementarla. La Industria latinoamericana está hoy sometida a altos costas financieros externos —además de los Internos— provenientes no sólo de su control progresivo por empresas extranjeras —subsidiarias de firmas multinacionnles— y del hecho que se fabrican muchos productos bajü licencia o con onerosas cláusulas de asistencia técnica extranjera, sina también porque esta industria requiere de préstamos públicos y privados externos para instalarse y progresar; 4) por un Listado cada vez más amplia y actuante, aún en el mismo proceso de industrialización, pero con débil base tributaria y de captación de recursos internos y externos que Ic paraliza en su acción de promover el desarrollo económico y social y lo conduce a un endeudamiento externo creciente. Estos cuatro procesos configuran sígún Sunkel la situación de dependencia externa de los países latinoamericanos que se constituyen en "países — sucursales" del centro dominante. Ver Osvaldo Sunkel. Política nacional de desarrollo y dependencia exlerna, en Estudios Internacionales, N« I, (Abril 1967). El estancamiento del crecimiento su inicio sobre todo a partir de la década de los años 1960 en que el producto interno sólo ha tenido un aumento promedio de 1.5% anual por habitante, es confirmado en 1967 por los indicadores! el producto per cápita creció sólo en un 1,6% mientras que la agricultura continúa en su relativo estancamiento, la industrialización disminuyó casi a la mitad de su ritmo de crecimiento con incidencia en la desocupación abierta y disfrazada. En el mismo año las exportaciones tienden a disminuir y los precios mundiales de productos básicas a bajar; hay persistencia de procesos Inflacionarios, aumento de la deuda externa pública y privada y encarecimiento de los créditos internacionales, Ver Celso Fuñado, Subdesarrollo y estancamiento en América Latina, Eudeba, Buenos Aires, 1966. les y políticas sin solución aparente dentro del sistema l4 Esas tensiones y conflictos tienen su causa profunda en las estructuras que generan injusticia, la violencia institucionalizada. "DESDE EL PRINCIPIO DEL MUNDO" ' La Violencia es toda demostración de desccmtento contra el llamado "orden establecido" y que muchas veces no es más que un desorden afirmado por la fuerza brutal de las tirantas militares o civiles. Negras, blancas o tujas. La violencia no sólo existe en la actualidad en Chile y en América Latina. Existe en ti mundo y . . . desde el principio del mundo. Si hemos de creer en la Biblia, Adán y Eva fueron los primeros "coléricos" violentos. Caín ejerció un acto ilegítimo de violencia contra SU hermano. Y de ahí para adelante hasta terminar en las "tomas" de catedrales y universidades, pasando por las sublevaciones de los esclavos. La mayoría de las personas de edad madura —o sea biológicamente "respetables"— reaccionan contra la violencia. La condenan y la atacan; muchas veces sin averiguar sus raíces. Esas damas y caballeros tan respetables y tan ordenados se han olvidado que ellos, cuando fueron jóvenes, fueron violentos, a su modo. No se tomaban la Universidad y habían considerado sacrilegio tomarse una Catedral. Pero salían a la caza de indios. A las campesinas que tenían la desgracia de ser madres, se les separaba de sus guaguas recién nacidas para que esa leche materna sirviera a un niñito rico cuya madre no quería deformar sus pechos, ¿No eran aquellos actos viólenlos? La diferencia está en que ahora son los eternamente explotados y humillados los que están contestando ojo por Ojo y diente por diente. De ahí la alarma y el escándalo. Se dice impostando la voz: "La juventud debe estudiar y obedecer. Hay que castigar a los muchachos de miéchica". Pero resulta que también —en la historia de la humanidad— la juventud cometió actos legítimos o ilegítimos de violencia. Está- en su sangre. Ahora existe una violencia más organizada y, si se quiere, más caótica. Propia de un mundo que se está transformando desde el átomo hasta la conquista de las estrellas. La violencia armada es una variante de la violencia global. El fenómeno se generaliza en América Latina, y en los demás continentes sumergidos, porque los militares aparecen como los únicos núcleos organizados, disciplinados, con espíritu de jerarquías. Es decir con disposición y con los "argumentos" para imponer su voluntad. También ¡-e ha hecho mucha escándalo sobre la materia. Así como Hitler decía: "La mujer para los niños, la iglesia y la cocina", te repite: "los mililares a sus cuarteles". Se olvida que la lucha por la independencia en América, la hicieron militares - políticos. El militar latinoamericano lleva en su sangre la aspiración al poder político. Y los políticos civiles se encargan de Facilitarles la larea . . . Luis Hernández Parker Periodista La violencia de las estructuras No se puede dejar de considerar la violencia institucionalizada en su relación con la globalidad del sistema. El capitalismo subdesarrollado tiene su máxima contradicción en que simultáneamente genera aspiraciones propias de las sociedades desarrolladas de consumo y mantiene estructuras socio-económicas, cuyas raíces se remontan a la historia co11 En forma esquemática se pueden distinguir dos posiciones respecto a la viabilidad del sistema capitalista en América Latina. Ksisle una lesls "optimista" anteriormente sostenida pur CEPAL y que hoy está sustentada por los partidarios de una ideología "desarrolllsta": la Iniciativa privada —al amparo de un capitalismo internacional cayo realidad más vale nu desconocer— enmarcada dentro de un sistema de planificación indicativo, mediante la reforma de algunas estructuras arcaicas y deficientes, es capaz de desarrollar los ingentes recursos naturales existentes en nuestros países. El crecimiento industrial de países como México o la región de Sao Paulo, estaría probando las posibilidades de una industrialización para [ogrnr un crecimiento económico nacional autosustentado, sobre lodo en los países más grandes de la región. Este crecimiento económico a la larga irradiaría sus beneficios sobre toda la población. Para los países más pequeños siempre quedaría el recurso de la integración regional. Contra estas razones, la tesis "pesimista" sostiene la inviabilidad total del desarrollo dentro de las actuales estructuras capitalistas consideradas en su glouulidud de sistema. Sus argumen' tos, en síntesis, son los siguientes: primeramente cualquier ideología "desarrollista" o "reformista" busca el desarrollo sobre la base de la emergencia de unu clase empresarial iiuciunal capuz de impulsar el üesarotlo. Tero los estudios empíricos demuestran que en América Latina no ha existido tal clase. Un segundo argumenlD se basa en el agotamiento del rilniu de crecimiento del actual proceso de "industrialización hacia adentro" que van sufriendo los distintos países, una vez que dejan atrás la primera fase de sustitución fácil de Impoilacionea 411c po^eu un dinamismo relativamente mayor. La lasa actual de crecimiento de las economías latinoamericanas, salvo raras excepciones, está aún por debajo de la de muchos países >o desarrollados —sin problemas de explosión demográfica y con un nivel de vida mucho más alto— y también de la de los países socialistas. Este serio estancamiento del crecimiento económico responde u los problemas cungénltos ni mundo subdesarrollado: distribución desequilibrada del ingreso que incide en una baja tasa de ahorro interno, escasez de recursos para emprender una Industrialización que caüa vez más exige e! uso altamente intensivo de capitales, mercados muy restringidos como para fomentar una escala de producción que permito biliar los costos promedios, exportaciones de productos primarios declinantes e incapacidad para abrir mercados a productos manufacturados! procesos inflauariarios persisten tes provenientes en gran parte de condiciones estruclurctles arcaicas que distorsionan el cálculo económico, escasez de mano de obra capacitada y de técnicos, etc. Sin emhargo conviene señalar que el estanajtniento económico de América Latina no es total, sobre todo en ciertos países. Un tercer tipo de argumentos proviene de la imposibilidad de la actual economía de satisfacer, por una parle, las aspiraciones crecientes al consumo de las masas periféricas urbanas y rurales —aún en los países de más rápido crecimiento como México y Venezuela— sometidas a lu propaganda cupilalista difundida ampliamente por ios medios de comunicación social y por otra parte, de procurar empico productivo n poblaciones que crecen a un ritmo muy acelerado y que ya sufren desocupación abierta o al menos disfrazada en el sector rural o en trabajos de baja productividad del sector terciario. La tecnología de origen capitalista ocupada en la industria latinoamericana es ahorrativa de mano de obra, 1o que está indicada ñor el ritmo decreciente de creación de nuevos empleos. El problema de la desocupación es más grave aún para aquellos países como Brasil, Méjico, Perú con alta tasa de crecimiento demográfico y con gran porcentaje de población rural que aún no ha emigrado a la ciudad. Un cuarto argumento es de tipo político. Las aspiraciones crecientes de ías masas no están dirigidas sólo a aumentar su nivel de consumo, sino también representan una presión para obtener una mayor participación política Sin embargo, nada indica que se prepara el tránsitu a "la democracia de participación total" de que habla Gino Germani porque lo propio de la situación de subdesarrollo es geaerar tensiones sin solución. Estu entrevista y las olrus que aparecen a lo largo de este número, han sido hechas por la periodista Srla. Ximene Abogobir. lonial, incapaces de satisfacer esas aspiraciones. Hay una distancia insalvable entre el idealismo a que "el hombre aspira, a causa del contenido y la organización de su horizonte cultural, y aquello que realiza en la práctica" IS. 11 Florestán Fernández, Ibid. 539 Esto se transparenta en la conciencia falsa del empresario subdesarrollado o dependiente que vive con el bienestar y estilo de vida del mundo desarrollado, pero que actúa vanamente —y a la larga para su propio perjuicio— según las reglas del capitalismo avanzado y autónomo: por ejemplo, adoptando tecnologías que exigen exceso de capitales y producen desocupación de mano de obra. Se transparenta aún más en la del empleado, obrero y más recientemente en la del poblador suburbano y campesino que, impelidos por sus aspiraciones crecientes al consumo y a sentirse "alguien", exacerbados por la propaganda masiva y el ejemplo conspicuo de los grupos adinerados que les muestran un mundo aparente de felicidad capitalista y burguesa en el cual piensan podrían escapar a su miseria y frustración, se chocan a diario con la dura realidad de otro mundo de infelicidad en el trabajo, en la familia y en el barrio, en que lodo —instituciones, leyes y organismos—, conspira para impedirles esa satisfacción a la cual creen tener derecho. Un sociólogo norteamericano describe el nuevo tipo de hombre de la sociedad industrial como alguien que "tiene mejor educación, goza de mejor salud, vive más y dispone de mayor tiempo libre que los miembros de las sociedades tradicionales". Sus niveles de vida son materialmente superiores IS. Esa expectativa que poco a poco engendra el sistema capitalista subdesarrollado, aún en el campesino más remoto, es precisamente la que al frustrarse produce una situación de violencia institucionalizada. Las estructuras se muestran cada vez más incapaces de dar niveles de vida superiores, mejor salud y educación a una población explosiva en crecimiento y también en sus aspiraciones conscientes. Veamos algunos datos. A pesar de la falta de datos precisos sobre la distribución del ingreso, la CEP AL se atreve a afirmar que en gtneral ésta muestra en América Latina un grado de concentración "relativamente alto" en comparación con la de países desarrollados 17. De los siete países considerados poT el estudio, sólo en uno —México— el 5% de la población con ingresos más altos concentra menos del 30% del total: en los demás, estos grupos plutocráticos acaparan un porcentaje aún mayor 18. " Citado por Fernando H. Cardoso, Cuestiones de sociología del desarrollo de América Latina, Editorial Universitaria. Santiago. 1968. pp. 16-17. " CEPAL Estudios sobre la distribución del ingreso en América Latina. (F./CN.12/770/Add. I) Santiago, 1967, p. 5. Notemos que huy diferencias de ingreso per cápila entre los distintos países. " Comparemos con países desaralludosi el mismo grupa concentra en el Reino Unido en 16% y en Estados Unidos un 20%. 540 Si miramos al otro extremo de la escala social, el 50% de la población con ingresos más bajos recibe en Perú y Ecuador, apenas un 12c't. del ingreso nacional; la situación es poco mejor en los demás, pues en Chile, México, El Salvador, Venezuela, Costa Rica y Brasil percibe menos del 20% — y sólo en Colombia, Argentina y Panamá sube ligeramente del 20% lo que indica claramente la situación desmedrada de la clase baja. El desequilibrio es aún mayor en el sector rural. Según otro estudio, el grupo de ingresos más bajos —de mera subsistencia— formado por alrededor de 70 millones de personas que constituyen un 64% de la población rural, percibe sólo el 30% del ingreso agrícola —o sea USS 85 por persona— mientras que el grupo superior que sólo incluye el 2% de la población rural —sobre todo latifundistas y empresarios— concentra el 20% del total y percibe un ingreso personal superior a los US$ 1.800, es decir alrededor de 22 veces más, que los campesinos del otro grupo '". Este desequilibrio distribucional del ingreso reside en gran medida en la injusta distribución de la tierra: por una parte, concentración de ella en pocas manos —subsistencia de la hacienda colonial y la plantación— y por otra, existencia de una masa ingente de campesinos sin tierra —peones, aparceros, pequeños arrendatarios y ocupantes ilegales— o con masiado poca —minifundismo m. El actual sistema social tampoco garantiza la salud: en general, el nivel alimenticio, sobre todo de la población rural, es sumamente bajo y adolece de deficiencias nutritivas debido al escaso consumo de proteínas y vitaminas 21 . En lo que respecta a hospitales América Latina en su conjunto sólo dispone de 31.5 camas por cada 10.000 habitantes; en Estados Unidos la cantidad aumenta a 91 y en Europa a 85,2 2:. A la vivienda que ha sido y continúa siendo extraordinariamente insalubre en áreas rurales, se agregan además las poblaciones marginales de las grandes ciudades que han emergido en los " Dalos de la División Agrícola Conjunta, CF.PAI., FAO, Sept. 196?. Según los estudios CIDA pora 7 países de América Latino, las familias campesinas sin tierra u eon propiedades subfamiliares alcanza en 1960 a 86.2% del total en Perú, S6,K'ii en Ecuador, 70.2% en Colombia, 60,9% en Argentina. > en 1950 a un 6Í en Guatemala, un 70,7*íó en Chile y un 68,4'.'i. en Brasil. Ver Solón Darraclough, Notas sobre tenencia de la tierra en América Latina, ICIRA. Santiago. 1968. p. 106. Según CEPAL-KAO habría actualmente 8.7 millones de minifundistas que poseen salo 5% de la superficie (16.2 millones tle bes.) y más de 15.2 millones de asalariados sin tierra en un nivel de subsistencia. 21 Según las Naciones Unidas la disponibilidad de alimentos en América Latina es de 2.Í24 calorías y de 68.8 gramos de proteínas por persona y por día mientras en Estados Unidos es respectivamente de 3.110 y 92.0 y en Europa de 2.925 y 83.S. Ver Betty Caberas de G. América Latina, Uua y Múltiple, HerUer. Barcelona, 1968, p. 304. * Ibld, p. 303. 20 últimos 20 años 23 . La población en constante crecimiento se concentra en áreas suburbanas: mientras la población urbana creció de 61 a 95 millones entre 1950 y 1960, la rural ha aumentado en igual período sólo de 99,5 a l l í millones. El proceso migratorio del campo a la ciudad asume características de invasión urbana más que de verdadera urbanización con las consecuencias de cesantía, subempleo, delincuencia, prostitución infantil, etc. que configuran los distintos grados de marginalidad urbana M, Notemos que todos los indicadores promedios regionales que se han presentado tienden a presentar la situación más favorable de lo que verdaderamente es, pues la alimentación, salud, vivienda, son notoriamente peores para las clases bajas, mientras que las altas gozan de condiciones de vida comparables a la de países desarrollados25. Los datos presentados hacen constatar con tristeza la razón por qué un latinoamericano promedio tenga al nacer una esperanza de vida de sólo 42.8 años; en cambio en países desarrollados se acerca a 70 años. Los millones de vidas humanas tronchadas por bajas condiciones de salubridad, alimentación y viviendas equivalen en verdad a la peor de las guerras y cataclismos. Pero esta violencia que se inserta calladamente en el sistema es apenas perceptible para los grupos adinerados que se acostumbran a considerarla como un mal tan irradicable, como la enfermedad o el crimen. Pero el sistema también favorece la discriminación racial y social. Hay poca conciencia de la explotación y discriminación a que están sometidos los 30 o más millones de indígenas. Estos descendientes de los legítimos ocupantes del territorio de América, despojados de gran parte de sus tierras, son los que forman el mundo más marginado de los 23 La nroplitud del fenómeno es difícil de diagnosticar. Con todo, no hay duda du que las poblaciones marginales en forma de barriadas, favelas, alegados, ranchus, callampas, han adquirido proporciones extraotdifiatlas en li*»s últtmos 20 años. En algunos países, como Chile, ha habido programas habitacionales considerables y en otros se han realizado algunas obras üü infraestructura —Bguu. electricidad— que han aliviado en algo la situación. Ver DESAL. Marginalidad en Américu Latina, Herder, Barcelona. 1968. 1A Estos fluctúan entre un grado extremo formado por tos que están impedido- casi totalmente de lo que se considera propio de la sociedad industrial en cuanto a ingreso, salario, vivienda, educación, seguridad social, etc. Son pobladores en lechos de ríos, junto a basurales, en chozas de cartón, latíi, barro, sin ninguna organización de biiie. iin títulos de dominio. Al contrario, has oíros que tienen sitio propio, con viviendas de materiales más durables, con algunos servicios hásicos de urbanización y equipamiento, con cierta organización ¡mema en jumas vecinales, cooperfitivfls, fitc. y que comienzan a actuar máa organizadamente frente a la sociedad, ibid, cap, II. sección C. - 1 amblen conviene señalar que puede haber diferencias notables entre algunos países o áreas más adelantadas y otros más atrasados lo que no manifiestan los indicadores promedio para América Latina en su conjunto. CHILE: VIOLENCIA DISIMULADA Violencia es todo lo que impide la realización de las expectativas razonables du las personas, solas • dentro de un contexto social. Yo deseaba junto con un grupo estudiar algo a los li años. Tentamos una visión muy bonita de la vida: vivir era un darse. Ahora todos esos compañeros eslán trabajando en las minas o en las fábricas. O se han adaptado o son rebeldes como yo. Rebeldes contra un sistema que frustró nuestras expectativas sin siquiera darnos una explicación. Esto es violencia. También es violencia el que una madre no pueda lener un hijo; que no pueda arreglar mi casa a mi gusto. Ks violencia elegir a alguien y luego ser traicionado por esa cpeisona, como sucede con los políticos. La violencia ha existido siempre. Existe la violencia disimulada bajo un prctexlo de democracia, y exisle una violencia evidente, que se expresa a través de un régimen militar o cié una rebdión popular. Cuando !a violencia disimulada no basta para reprimir las necesidades del pueblo, brota la violencia evidente, en cualquiera de sus dos formas. En Chile exisle la violencia disimulada. Se trata de modificar las aspiraciones del pueblo para que busque más confort que dignidad. El pueblo se da cuenta que está siendo engañado y exige cada vez más una rebelión. No existe el problema de la violencia o no violencia. No es una opción porque la violencia es algo demasiado evidente. Frente a esta situación sólo importa la dirección que se le va a dar: o concreta las aspiraciones del pueblo o concreta la situación de los opresores. No creo en la revolución armada en Chile, porque la clase obrera está dividida en muchas sub-clases. La violencia popular en este casu sería revanchista porque no hay madurez. Por otra parte, las condiciones latinoamericanas influyen al respecto, pues el cinturón militarista que ciñe a la mayoría de nuestros países, sofoca cualquier revolución popular. Un tipo de violencia reflexiva y dirigida es necesaria. Pero su inspiración y motivación deben ser el sacrificio y no la simple "ganancia de pescadores a río revuelto"'. Se hace necesario mostrar gestos concretos que indiquen soluciones públicas, como por ejemplo tomar fábricas para seguir trabajando y demosirar que los obreros solos podemos echar a rodar la industria. Es necesario este tipo de acciones para concientizar, ya que lo legal está obsoleto o es demasiado burocrático (Juntas de vecinos, Sindicatos, etc.). Para esto se necesitan ideólogos populares que violenten y destruyan esquemas, no las cosas. Víctor Arroyo Dirigente obrero beneficios del desarrollo. Están a menudo sin organizaciones, sin partidos, sin derechos, sin voto y lo que es más grave, sin inlermediarios efectivos que presionen permanentemente por la solución de sus problemas M. La población indígena alcanza en alnos países porcentajes muy altos, Bolivia 64,1%, Guatemala, 53,6%, Perú, 45,9%, Ecuador 40%. En 24 Pablo González Casartovs, La democracia en México, Ediciones ERA, México, p . 124. 541 otros es también numéricamente importante y au- cesante o subocupada que aspira emigrar desde el menta a través del tiempo en números absolutos, Nordeste. De ahí que en América Latina se conficomo en México, donde 1.104.000 indios son total- gure una estructura ocupacional con características mente monolingües: es decir, hablan sólo en lengua propias: existencia de desempleo, que se presenta o dialecto indígena 27. Más numerosos son aún si se sobre todo bajo la forma de desocupación disfrazada consideran indígenas, según el criterio antropológico, en el sector rural, en la construcción y la artesanía a todos aquellos que se sientan pertenecer a una co- y en ciertas actividades de baja productividad del munidad distinta de la nacional: según ese criterio sector terciario, muy abultado en relación al de paíen México alcanzarían a 6 y hasta 7 millones. Sólo ses desarrollados en la misma etapa de crecimiennovelistas como Ciro Alegría, han logrado transmitir to 32. Según estimaciones esta desocupación disfraen su profundidad la tragedia de una comunidad zada alcanzaría a unos 10 millones de la población acorralada como la de Rosendo Maqui. Las tasas de activa, cifra que muestra en forma descarnada cómo mortalidad, la sanidad y alimentación, el analfabe- el actual sistema es incapaz de garantizar uno de los tismo hablan del verdadero "colonialismo interno" derechos más fundamentales que es el del trabajo. a que estos grupos están sometidos, marginados ade- Tampoco sabe compensar de otra manera —p. ej. más de la justicia, de los servicios de seguridad so- seguridad social— a aquellos impedidos forzosacial, de educación, etc. La ladinización y cholifica- mente de participar en la vida productiva y econóción del indígena no eliminan la discriminación que mica del país. tiende a tornarse social y económica 2S. Algo semeLa educación es sin duda uno de los derechos jante pasa con la importante población negra en los más fundamentales de la persona en la sociedad mopaíses del Caribe y en Brasil29. derna. Sin ella el individuo está imposibilitado de Otro factor económico - social que resulta indis- participar en el desarrollo, de establecer una convipensable mencionar dentro de la situación de vio- vencia con los integrantes de la sociedad nacional. lencia institucionalizada es el desempleo o subem- En América Latina, el sistema educacional es tal que pieo que aqueja a sectores importantes de las clases si bien el porcentaje de analfabetos ha disminuido trabajadoras M. en los últimos años, el número absoluto de ellos No se puede negar que la industrialización ha aumenta". El promedio de analfabetos es de más mostrado cierta capacidad de absorción de mano de de un tercio de la población y según la UNESCO obra y que en los centros industriales ha hecho acce- hay entre 15 y 20 millones de niños latinoamericader a nuevos grupos de obreros a salarios más ele- nos que al no encontrar matrícula están destinados vados, a una capacitación técnica y a niveles de vida por el sistema a engrosar las filas de los analfabetos M. Esto sin contar aquellos "analfabetos por demás altos. Estos grupos, al organizarse también en sindicatos, se han incorporado en cierto grado al suso", aquellos que no poseen escolaridad media o sistema social. Pero tampoco se puede invalidar la técnica y la inmensa mayoría sin acceso a la educaafirmación de que el sistema de libre empresa es in- ción superior. Pero no sólo la educación, canal de capaz de absorber el excedente de mano de obra comunicación social, está cortada para muchos: proveniente de áreas rurales y de poblaciones perifé- también la prensa, el cine y otras formas culturales ricas; lo que es más grave aún, el ritmo de ocupa- son extranjeras para el pueblo pues representan la ción de nuevos obreros tiende actualmente a dismi- cultura de consumo de las minorías burguesas y están al servicio de sus intereses. nuir en la industria H . Esto es especialmente notable en países como Brasil, con su foco industrial de Sao Paulo, y sus áreas rurales con abundante población Violencia y contraviolencia Ibid. Ver el análisis de Franco!» Bourricaud Poder > sociedad en el Perú conicmpoiiinco, Sur, Hílenos Aires. 1966 y de !• H. lioomen, Tipuiogía socio-económica de los países latinoamericanos, en Revlsla Interamericnno de Ciencias Sociales, Vol. 2, Número Tspecial, 1963, pp. »5 y ss. Ver Florestán Fernandos, A inlegracao do negro na sociedade de clases, Hdüora de Univcrsidade de Sao Paulo, 1965. No hay cifras precias al cfocio. especialmente en el caso del suri-empleo u desocupación disfrazada: con toda se puede abarcar el fenómeno en forma cuantitativa por lo menos aproxJtDAúamcnte. Fernando H. Cnrdoso. Cuesiioncs de Sociología del desarrollo de América Lmina, Ed. Universitaria, Santiago, p . 86. 542 El somero examen de algunos rasgos estructurales de la sociedad latinoamericana muestra como son desgraciadamente los menos los que alcanzan " Ibid., pp. 82-83. ' l'or ejemplu en Brasil, entro I9M y 1950 el número absoluto de analfabetos suhió de 6,371.700 a 15.272.600, En ese país, en ¡957, sólo un 42% de la población rural En edad escolar estaba matriculada. » UNESCO, La situación educativa en América latina, 1960, p. 266. mejor educación, gozan de mejor salud, viven más y disponen de mayor tiempo libre . . . " mientras al contrario, la mayoría de los hombres, mujeres y niños de cada país, ven violentadas sus aspiraciones, sufriendo tanta mayor frustración en cuanto las sientan con mayor intensidad y sean motivadas por derechos más fundamentales. De este modo el uso de la fuerza y aún de métodos ilegales que aparece en una manifestación callejera o mítines, en una rebelión, en ocupaciones de predios y saqueos, y que también se extiende al ámbito de la familia y la religión, puede ser interpretada dialécticamente como violencia reactiva o contraviolencia. Cuando un ser humano es incapaz de hablar con otro, tiene que recurrir a gestos. Así lambién si las instituciones actuales oprimen a muchos y éstos no tienen canales jurídicos ni periodísticos para expresar sus quejas, no tienen una cultura común para dialogar, ¿qué más les queda sino callarse o, en un momento de máxima desesperación, lanzarse a la calle a destruir, atacar, quebrar vitrinas, agredir al policía mantenedor del ''orden" que lo condena a la abyección? Pero en condiciones normales calla "porque cualquier acto de violencia individual o colectivo, le cuesta a él mucho más que a nadie . . . puede estar al borde de la violencia o de la desesperación, tener sueños, cuentos y danzas llenos de fobias, de inseguridad y agresividad, pero mientras no ocurre una explosión, "pacienta", mientras no pierde todo, es el ser más hierático, cortés y tranquilo . . .3S. La psicología del "marginal" incluye un fuerte sentido de abandono, de dependencia, de no pertenecer a nada; se siente extranjero en su propio país, convencido de que las instituciones existentes no sirven a sus intereses y necesidades *. La agresividad que experimenta contra "los ricos" —que intuye vagamente como sus opresores— su desconfianza del gobierno, de dignatarios y políticos, se diluye recurriendo al uso frecuente de la violencia física en la formación de sus hijos, en los golpes propinados a su esposa o en el ritualismo de una religión fatalista de santuarios. Pero súbitamente la agresividad se desencadena contra la sociedad y aparece empuñando armas en México y Bolivia, destruyendo y saqueando en Bogotá a raíz del asesinato de su líder Gaitán o invadiendo tierras en Puno. "Después de años de ¡rrealismo, después de » Pablo Gon?ález Casanova, Op. cit. p. 119. Ver Osear Lewis la descripción de la •'Subcultura de la pobreza" en Los Hijos de Sánchez, Mortis, México, 1965, lntre.ciuci.ian. M haberse revolcado entre los fantasmas más increíbles, el colonizado, empuñando la ametralladora se enfrenta por fin a las únicas fuerzas que negaban su ser . . ." 37 . La explosión llegó, pero ¿es posible preverla aún en un clima de violencia? Aparte de esta violencia anárquica y esporádica que surge de los grupos que sienten en carne propia la violencia del sistema, existe un segundo tipo de violencia que se quiere intencionadamente subversiva y revolucionaria y cuyo sujeto es el militante político, el estudiante universitario, el saboteador, el guerrillero. Su punto de partida reside en la puesta en cuestión global del sistema capitalista, que a la vez engendra en los miembros de la sociedad aspiraciones crecientes de bienestar y participación, y las reprime mediante la violencia institucionalizada en las estructuras. Corresponde a un enfoque conflietualista —opuesto a otro integracionista— de la sociedad 3S. Este tipo de violencia tiene más cabida en ciertos momentos de la historia, como los que se viven actualmente en América Latina en que la sociedad está sometida a un proceso creciente de anomia. Los valores y normas que otrora generaban consenso y eran integradores de la nación, son hoy rechazados por una parte considerable de la ciudadanía, la cual ve engrosada sus filas por grupos periféricos que despiertan, incitados por la propaganda capitalista y las nuevas ideologías en circulación. Dentro de este tiempo es cuando el inconformismo. la crítica social y también la contraviolencia surgen con fuerza virulenta contra el orden establecido que pierde poco a poco su legitimidad, y no sólo afectan al sistema político, sino también debilitan la autoridad en general. Se pueden distinguir varios grados de racionalidad en la violencia subversiva. Por ejemplo, existen distintas formas de extremismos utópicos y verbalistas que pueden desembocar en un cierto anarquismo y aún en el terrorismo aislado y criminal. Otras corresponden a ideologías revolucionarias con mayor grado de racionalidad, en las cuales la acción violenta contra el sistema es parte de una estrategia política. Entre las más comunes está la movilización del proletariado y del campesinado hacia huelgas políticas, ocupación de fábricas y tierras, etc., fomentadas por partidos de izquierda .como preparación a la toma revolucionaria del poder —pues las con" Frantz Fanón. Los condenados de la tierra. Fondo de Cultura Económica, México, 1963, p. 51. '- Huir Dahrendopf, Las clases sociales y su conflicto en la sociedad industrial, Riuip, Madrid, 1962, p. 207. 543 diciones objetivas no se darían aún en América Latina. Por su parte, la guerrilla como una forma de lucha armada que, partiendo del campo, apoyándose en el pueblo contra el ejercito y mediante focos insurreccionales, crearía las condiciones para la revolución con independencia de los políticos ortodoxos de izquierda, que "forman parte del sistema". Se podría quizás calificar también de "violencia subversiva" los movimientos universitarios como expresión de una acción política revolucionaria y algunos conflictos de menor violencia desalados en la vida social y religiosa. Esta conlraviolencia en forma de estallido popular o de acción subersiva provoca de parte de los grupos en el poder la represión violenta policíaca o militar. Aparentemente nuestro capitalismo subdesarrollado, sobre todo en ciertos países, se caracteriza por generar conflictos y tensiones que no puede resolver sin acudir a la fuerza represiva, y a veces con violencia brutal como en los disturbios universitarios de Ciudad de México. Si los que detentan el poder juzgan que la acción subversiva amenaza la seguridad del sistema, éste se rigidiza atrepellando las libertades públicas y aún las normas constitucionales. Así algunos populismos vigorosos como los de Brasil y de Argentina, son sustituidos más temprano o más tarde por dictaduras militares: la revolución boliviana desemboca en el régimen militar de Barrientes y Uruguay, el modelo democrático de América Latina, entra en una crisis institucional aparentemente sin salida inmediata fuera del control militar. La tendencia a corto plazo en la región no es de aliviar la violencia institucionalizada en el sistema, ni de ampliar la participación popular, sino mas bien de fortalecer regímenes minoritarios y represivos M. Por eso en el horizonte político, la perspectiva próxima no es el desarrollo sino el reíroceso instiLas fuerzas conservadoras, a medida que se radicalizan el descontento, las huelgas política*, los conflictos campesinos y sobre lodo lü acción subversiva, favorecen regímenes militares c incluso esperan ayuda de potencias exteriores —por ejemplo del proyectada ejército inleramerlcano de paz— para consolidar el '"estnbllshment". Las fuerzas políticas de izquierda favorables a los cambios de estructuras, desesperan de encontrar soluciones institucionales o legales y manifiestan una tendencia creciente a considerar la revolución como una lucha armada, cuyas formas y momento están 5¡n embargo en discusión. tucional —-militarista o parafacista— frente a la insatisfacción creciente del pueblo y a la impaciencia de las fuerzas revolucionarias, las cuales aunque incapaces en el presente de instaurar un orden nuevo, son bastante fuertes como para impedir que en la mayoría de las naciones latinoamericanas, se establezca una paz social —bajo la égida de las oligarquías del sistema— que permitiera operar con tranquilidad una posible vía de desarrollo capitalista, dependiente del exterior. Al finalizar este análisis podría uno preguntarse quién es responsable del ambiente subversivo que pervade a tantos países de la sociedad latinoamericana, de la crisis de autoridad y del desaliento que parece invadir todos los ámbitos, de las tensiones y conflictos cada vez más agudos presentes en la política, en la vida social y la universidad. ¿Quién es culpable? ¿Sólo el que quiebra el orden institucional? ¿El inconformista y subversivo —a veces extremista y utópico— cada vez más presente en la familia, en los partidos, en la vida social y en la comunidad cristiana? Un acusado de subversión guerrillera interroga a sus jueces: " . . . ¿dónde están los inocentes? Todos aquí somos cómplices de crímenes, jueces y reos. Uds. no representan la ley y la felicidad y nosotros la violencia y el dolor. Entre la violencia militar y la violencia guerrillera, entre la violencia que reprime y la violencia que libera, cada uno escoge su lado. Crímenes contra crímenes ¿de cuáles decidiremos ser corresponsables o cómplices o encubridores? Uds. eligieron a unos, yo elegí a otros; y punto" 40 . Nosotros los cristianos que creemos en la fecundidad de la paz ¿hemos hecho algo más que hablar de cambios globales de estructuras, hemos empeñado todos nuestros esfuerzos en la acción de suprimir la injusticia institucionalizada? Si no lo hacemos hoy, no lancemos la primera piedra. '" Regís Debray, Quién era, quien es, su alegato en Camlrl, Sundino. Montevideo 1%8, p. 72. Coopere en la campaña de difusión de "Mensaje' 544