Florece en la fe Serie de reflexiones sobre mayordomía Propio 22 - Lucas 17:5-10 Domingo 6 de octubre de 2013 Los apóstoles pidieron al Señor: Danos más fe. D E ios es, en verdad, Dios del mundo real, del mundo como lo vemos y como lo vivimos. Esto significa que Dios está en las cosas cotidianas de este mundo. Estas cosas comunes y corrientes, ordinarias, nos demuestran la sabiduría de Dios y nos proveen una oportunidad de transformación. l dinero es una de estas cosas. El dinero no es ni positivo ni negativo, ni bueno ni malo. El dinero es simple y sencillamente una herramienta. Y si la Biblia habla del dinero, lo que dice es que esta herramienta, si se usa de manera negativa o incorrecta, causará heridas a nuestras almas y a nuestras comunidades. Jesús habló mucho acerca del dinero. U na muestra de nuestra madurez como cristianos es la manera en que manejamos el dinero, y también, si lo hacemos, la manera en que hablamos acerca del mismo. Es triste realidad que demasiadas congregaciones y líderes cristianos tienen una mentalidad de ni mencionar, ni ofrecer dinero: “No hablamos del dinero, y tampoco lo damos.” Y L también es triste que muchos de nosotros perdemos oportunidades de CRECER. Los amigos de Jesús le pidieron que les diera más fe. Yo les aseguro que Jesús se alegró mucho al recibir esta petición. ¡Qué deseo de aprender demuestran estas palabras! a generosidad es un enseñar y aprender del cual la iglesia debería dar ejemplo a todo el mundo. Y así lo podemos hacer. Pero Jesús no puede realizar esta tarea en nuestro lugar. No existen ni palabras, ni sermones, ni programas de mayordomía que hagan esto de manera mágica. Cada uno de nosotros debe caer en cuenta de que el valor que le damos al dinero no es digno de comparación con el valor de conocer a Cristo. C ompartimos lo que tenemos, porque todo lo que tenemos es un don. Damos con gracia para ser testigos en el mundo de un Dios generoso en el mundo real. ¡Y siempre se trata de la generosidad de Dios que se derrama a través de nosotros! Y esto es evidencia de nuestra propia renovación. Me gusta la manera en que lo expresa San Pablo: “parecemos pobres, pero enriquecemos a muchos; parece que no tenemos nada, pero lo tenemos todo” (2 Corintios 6:10). ¿ D Y cómo llegamos a vivir esta realidad? Un paso a la vez. Comenzando en el lugar en que nos encontramos. Comenzando con pedir en oración, como lo hicieron los discípulos, “Señor, danos más fe.” espués, examine su chequera (o, si no tiene cuenta de cheques, examine cómo maneja su dinero). ¿Qué dice la manera en que maneja su dinero acerca de su confianza en la providencia de Dios? ¿Qué dice acerca de su sentido de gratitud por las bendiciones en esta vida? ¿Qué dice acerca de su participación en crear el Reino de Dios en el aquí y en el ahora? Responda con honestidad a estas preguntas, y entonces estará listo para CRECER. ¡Esto es de lo que se trata! C E S recer, con Dios, significa crecer a ser más como lo es Dios. Jesús nunco nos pidió que lo adoráramos. Jesús dijo “síganme”. Y en el caminar hacia Dios, encontramos que crece el amor, que crece la salud en todas sus formas, que crece el gozo, y que crece la generosidad. n la práctica, crecer en generosidad significa enfrentarnos al caos de nuestras finanzas personales. Significa distanciarnos de los excesos que creemos son cosas “necesarias” al mismo tiempo que sistemáticamente trabajamos hacia poder dar el diezmo de nuestra entrada cada año. i tenemos voluntad para acercarnos a Jesús en este crecimiento espiritual llamado la mayordomía, encontraremos que, como San Pablo y como miles de nosotros, el dar es CRECER, y el crecer viene de Dios. Y que Dios ama al que da con alegría (2 Corintios 9:7). El Reverendísimo Roberto C. Wright Obispo, Diócesis Episcopal de Atlanta Preguntas para reflección • ¿Cómo relaciona usted su fe y sus finanzas? • ¿Qué riesgos está dispuesto a tomar para poder crecer en generosidad? • ¿Cómo es el tener intención en el dar una manera de crecer hacia Dios? © 2013 The Episcopal Network for Stewardship