“Ley antimonopolio: ya viene el lobo…” y aplicación de

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Ensayo y análisis sobre el artículo “Ley
antimonopolio: ya viene el lobo…” y
aplicación de la teoría económica del
monopolio, oligopolio y modelos específicos
de duopolio a distintos sectores de la
economía ecuatoriana
Por:
Emilio José Torres Gutiérrez
22 de julio de 2011
¿Y la Ley Antimonopolio, cuando será que llega…?
El Ecuador no es considerado precisamente como un país en el cual el ambiente empresarial sea el
más apto para fomentar la inversión privada y la competencia entre empresas. Es de conocimiento
de todos que en el mundo no existe ni un solo país en el cual las inversiones y las transacciones
con grandes sumas de capital estén exentas de riesgos y complicaciones, sin embargo, existe un
cierto nivel de certidumbre, estabilidad política y legal, tecnológica y de muchas otras condiciones
y factores que resultan favorables para que haya incentivos a la inversión privada, aumente el
nivel empleo, las empresas crezcan, y junto con éstas, la economía; lamentablemente, este no es
el caso del Ecuador, lo cual es un problema que se ha arrastrado por décadas.
Por culpa de la inestabilidad política, jurídica y económica a la que nos hemos enfrentado por
mucho tiempo, no existen reglas claras ni incentivos fuertes que permitan forjar las condiciones
propicias para crear un ambiente empresarial más competitivo y dinámico. A todo esto cabe
añadir un tipo de barrera de entrada a la que las empresas existentes se han enfrentado y que las
nuevas empresas con intención de incursionar en el mercado ecuatoriano no pueden superar: la
altísima concentración de los mercados en un número reducido de empresas en distintos sectores
de gran importancia.
En un estudio efectuado por el Ministerio de Industrias en el 2007, en el cual se revisaron 28 170
empresas, se concluye que el 81,3% de las actividades se encuentran altamente concentradas y
esto
representa
el
40%
de
las
ventas
totales
del
país.
En este contexto, se debe mencionar que en la legislación ecuatoriana jamás ha existido un Código
o una ley antimonopolio que regule a las empresas y establezca sanciones a aquellas que tengan
prácticas anticompetitivas, lo cual nos conduce justamente al argumento principal de este escrito:
la situación de diversas industrias y la importancia de una Ley Antimonopolio que busque mejorar
las condiciones competitivas y de inversión en diversos sectores de la economía ecuatoriana.
Se han visto casos claros en los que se refleja la falta de estas leyes y de cómo este hecho ha
influenciado en el nivel de competitividad entre empresas y la concentración de los mercados en
pocas empresas que se han establecido claramente como dominantes. Para sostener y ampliar la
visión sobre este argumento, se tomarán como ejemplos y se analizará la situación de algunas
industrias, comenzando por los supermercados, en la cual la posición dominante la ejerce la
Corporación La Favorita, seguido de un análisis en el sector de la telefonía móvil, representado por
las empresas Claro y Movistar, también, una revisión a la industria de cigarrillos, en la que
mencionaremos a la multinacional Philip Morris, la cual es un caso extremo, y , finalmente, la
industria del transporte aéreo de pasajeros, con las aerolíneas Tame, Aerogal y LAN como líderes
de este sector.
En lo que se refiere a supermercados, en el Ecuador hay cuatro empresas que controlan el 91% del
mercado, y son las siguientes: Corporación Favorita, con las cadenas SUPERMAXI, MEGAMAXI, AKÍ
Y GRAN AKÍ; le sigue Corporación Rosado, con Mi Comisariato, seguido de Tía, SuperTía y
MULTIAHORRO, posteriormente Mega Santamaría y finalmente, en un pequeño porcentaje,
Magda Espinoza. Esta distribución del mercado es muy inequitativa, ya que el índice HHI indica
una puntuación de 3082 puntos, es decir, una concentración altísima entre estas cuatro empresas.
Pero entre todos, el líder indiscutible del mercado es la cadena SUPERMAXI, la cual, si bien es
cierto que ha llegado a su posición gracias a factores críticos de éxito, como por ejemplo el manejo
eficiente de su cadena de distribución, la aplicación de economías de escala, la expansión
geográfica a través de la apertura de nuevos locales en distintas ciudades del país y la
diversificación a diferentes segmentos, gran parte de su gestión ha consistido en prácticas
monopólicas que no fueron reguladas puesto que no existía una ley en la que se contemple la
competencia desleal.
Para ampliar este argumento, podemos recordar lo que sucedió en 1997, cuando Supermercados
Santa Isabel (una de las cadenas de supermercados más grandes e importantes de Chile y con
presencia en varios países de América Latina como Perú, Paraguay y Argentina) intentó incursionar
en el mercado ecuatoriano al abrir su primera sucursal en Guayaquil. La respuesta de SUPERMAXI
fue inmediata e implacable, pues aprovechó su poder de mercado y amenazó a todos sus
proveedores al manifestar que si estos le vendían sus productos a Santa Isabel, les dejaría de
comprar; esta medida, sin duda anticompetitiva, condujo a la salida de Santa Isabel del país. En
este caso, SUPERMAXI tuvo una ventaja competitiva muy fuerte dada por la falta de sanciones por
parte de una institución reguladora o la existencia de una ley antimonopolio.
Otra medida, en la que se puede apreciar la diferencia de poder entre SUPERMAXI y sus
proveedores, es que la cadena no firma contratos a largo plazo en los que se establezca, por
ejemplo, un precio fijo que SUPERMAXI pagaría a los proveedores por sus productos; en lugar de
eso, SUPERMAXI decide qué precios pagarles a sus proveedores según ciertos criterios y
parámetros.
En resumen, podemos ver que este supermercado se asemeja a un monopolio por diversos
factores como: la participación de mercado que posee al haberse expandido en gran parte del
territorio nacional y el tiempo que lleva en el mercado, el control de proveedores importantes de
la industria, la aplicación de economías de escala en su cadena de suministros y la producción de
productos de su marca (como por ejemplo su propio camal que produce todo tipo de carnes y
embutidos, además de otros tipos de productos tales como jabones, detergentes, galletas,
artículos de limpieza, de cuidado diario, fundas de basura, jugos, ciertos alimentos, etc.).
Pasando a otra industria, la de las telecomunicaciones, y más específicamente la de la telefonía
móvil, vemos que son dos las empresas que dominan el mercado y que, dado su poder, han
actuado de forma no competitiva.
Porta (actualmente Claro) y Movistar competían entre sí de forma ardua, ya que existían los
incentivos para no cooperar y buscar obtener mayor participación de mercado cada una por su
lado. Cuando se anunció que Alegro, una nueva telefónica, estaba por entrar, las nuevas
perspectivas de estas dos empresas provocaron cambios en sus estrategias; de la noche a la
mañana, se evidenciaron medidas similares entre Porta y Movistar, principalmente, la igualdad de
las tarifas del minuto- aire en un nivel bajo, el lanzamiento de promociones atractivas y fuertes
campañas publicitarias que dificultaban la entrada de Alegro en el mercado.
Esta última finalmente sucumbió ante estas medidas y tuvo que desistir. No hay lugar a dudas de
que entre Porta y Movistar hubo un tipo de cooperación que resultó ser en extremo perjudicial
para Alegro, por lo que es evidente que fue un caso de colusión. Alegro no fue capaz de igualar las
tarifas de sus competidores, lo que constituyó una barrera de entrada insuperable.
Sin embargo, la situación entre Porta y Movistar no se mantuvo estática; una vez eliminada la
empresa Alegro, volvieron los incentivos para atacarse entre sí, comenzando una guerra de
precios. En este nuevo panorama vemos que las dos telefónicas actúan como en un duopolio de
Bertrand, ya que principalmente compiten por fijar los precios más bajos con el fin de captar la
mayor participación de mercado posible. Nuevamente, la falta de una ley que regule medidas
colusorias y monopólicas en general, provocan que nuevas empresas no puedan formar parte de
las industrias y conduce a situaciones desfavorables como las guerras de precios.
Un caso de monopolio puro en el Ecuador es el de los cigarrillos. Existen tres empresas dedicadas a
la elaboración de estos (Itabsa, Tanasa y Proesa), sin embargo, todas son filiales de la
multinacional Philip Morris, por lo que los ingresos de estas tres empresas, en realidad, son los
ingresos de una sola empresa extranjera. Hace años, las marcas de esta empresa, como Lark, Líder,
Marlboro o Philip Morris competían con marcas importadas como More, pero dado que las
importaciones se encarecieron, Philip Morris abarcó la totalidad del mercado. Puesto que Philip
Morris producía nacionalmente y con economías de escala, no tuvo los problemas que
enfrentaron las marcas importadas. Se aprecia claramente que se trata de un monopolio puro ya
que, primeramente, existe un solo ofertante, a pesar de que reparte sus operaciones en tres
empresas distintas, al no haber competidores, controla los insumos clave, es decir, el tabaco,
aplica economías de escala que dificultan la libre entrada de nuevos competidores en la industria,
y desde un punto de vista más empresarial que económico, ofrece marcas de cigarrillos muy
fuertemente posicionadas en el mercado; todos estos factores constituyen la estructura del
mercado tabacalero en el Ecuador además de la fuerte posición y el poder que tiene esta empresa.
Bajo este panorama, no hay incentivos para fomentar la competencia en esta industria, y lo que es
más, ni siquiera oportunidades de inversión para entrar a este mercado, ya que actualmente el
gobierno tiene la predisposición de aumentar los impuestos a los tabacos. Claramente se tienen
que cambiar todas estas condiciones adversas para que el sector tabacalero del país se vuelva
atractivo para los inversores, un primer paso sería la creación de la ley antimonopolio para
garantizar reglas claras de juego entre las empresas competidoras, sanciones oportunas,
establecer qué son prácticas anticompetitivas y regular abusos por parte de la empresa
dominante, pero también, y sobre todo, la apertura del gobierno a los capitales nacionales y
extranjeros, el establecimiento de políticas claras, facilidades de financiamiento y un sistema
tributario más eficiente y favorable para las empresas.
Podemos mencionar ahora la industria del transporte aéreo de pasajeros. En el Ecuador existen
tres empresas que abarcan el 89% de todos los vuelos efectuados al año, las cuales son Tame,
Aerogal y LAN. Esta proporción es extremadamente inequitativa, ya que según el índice HHI de
concentración de mercado, la participación de estas tres empresas se encuentra en los 2570
puntos. Estas tres empresas representan un oligopolio, puesto que cada una tiene una posición
fuerte en el mercado.
Pero existe un gran temor de invertir ingentes cantidades de capital en el país por distintas
razones. En este marco, la creación de la ley antimonopolio puede ayudar, pero no es suficiente,
tal vez, ni siquiera sea significativa para este tipo de inversiones de alto riesgo y de largo plazo si
no se mejoran otros aspectos, como el económico, el jurídico y hasta el burocrático. Se han visto
decisiones tomadas por el gobierno que han ahuyentado la inversión extranjera directa, como por
ejemplo, la expulsión de la empresa Petrobras por decreto unilateral, o las trabas y demoras en la
construcción del nuevo aeropuerto de Quito, decisiones que no han hecho otra cosa más que
desalentar a los inversores y crear un ambiente empresarial hostil y altamente riesgoso.
Se podrían seguir nombrando y analizando ejemplos y más ejemplos en los cuales se aprecia
claramente la existencia de monopolios u oligopolios en los distintos sectores de la economía de
nuestro país, acompañados de análisis de prácticas desleales y gráficos e índices de distribución
del mercado y demás, pero considero que ya es hora de llegar a una conclusión determinante
sobre las soluciones que se pueden plantear dada la situación del marco empresarial actual. Una
de esas soluciones es mejorar ciertos aspectos generales que han caracterizado al Ecuador y lo han
clasificado como un país riesgoso, hostil para la inversión y poco atractivo. Aspectos como la
inestabilidad política, el riesgo país, el sistema tributario y arancelario, la falta de información y
estadísticas económicas, una legislación laboral ineficiente, el atraso tecnológico, la falta de
educación, capacitación y especialización, entre otros, hacen que la economía no crezca a un ritmo
deseable, y que en cambio, se vaya quedando rezagada con respecto a otras economías de la
región y del mundo.
Otra de las soluciones es, y con eso busco demostrar el argumento principal de este ensayo, la
necesidad y la urgencia de una ley antimonopolio integral que mejore las condiciones competitivas
y de inversión del país, que considere todos los aspectos posibles sobre los fallos en la
competencia entre empresas, los abusos de poder por parte de las empresas dominantes en
contra de sus competidores, consumidores, proveedores y demás grupos de interés, las prácticas
de competencia desleal, colusión, cárteles, manipulación de los precios, establecimiento de
barreras de entrada a nuevos competidores, bajos estándares de calidad, entre otras prácticas
anticompetitivas. Naturalmente, se debe crear un proyecto de ley que beneficie a todas las partes
involucradas, con todo lo que esto acarrea, pues crear y aprobar una nueva ley es apenas el primer
paso, lo siguiente, es dar a conocer a los grupos de interés todos los aspectos a considerar
mencionados anteriormente, además de fomentar la implementación exitosa de esta ley y la
creación de un ente regulatorio como del que se habla en el artículo “la ley antimonopolio: ya
viene el lobo…”, es decir, la Superintendencia de Control de Mercados.
La creación de una ley antimonopolio se viene escuchando desde antes del gobierno de Sixto
Durán Ballén, y hasta ahora no ha habido gobierno alguno que se haya preocupado por hacer de
esta ley una realidad; en el gobierno de Rafael Correa, este ha venido manifestando desde el año
2007 la urgencia de crear la ley antimonopolio y sin embargo, no se ven los resultados. Se dice que
el proyecto de ley ya está terminado y que ya se ha discutido sobre pasar esta ley a la Asamblea
para su revisión final, pero hasta ahora, no ha entrado en vigencia.
Un monopolio, por naturaleza, es excluyente y persigue el acaparar un mercado para sí, y, al igual
que un oligopolio, no distribuyen los recursos de manera eficiente, tampoco obedecen al precepto
de beneficio común y global que tiene la economía, pues no hay que olvidar que la economía es
una ciencia social y por lo tanto, persigue metas sociales. Es necesario tomar medidas que regulen
situaciones desfavorables dentro de los mercados, y que mejor regulador para una empresa que
otra empresa competidora.
Ya es hora de tomar este tema más seriamente por la importancia que representa, pues es una
decisión que debió haberse tomado hace mucho tiempo atrás; si lo que se busca es mejorar las
condiciones competitivas de la economía, equilibrar la situación de las empresas, crear
oportunidades, aumentar la inversión, y con ello el empleo, el consumo y mejorar el bienestar de
la sociedad, pues entonces hay que poner manos a la obra.
Anexos:
Bibliografía:
Ley antimonopolio:
http://www.eluniverso.com/2011/07/09/1/1356/correa-anuncia-ley-regular-monopoliosecuador.html
Artículo revista Vanguardia:
http://www.revistavanguardia.com/index.php?option=com_content&view=article&id=200:leyantimonopolio-ya-viene-el-lobo&catid=44:portada
Cigarrillos Philip Morris:
http://www.radioequinoccio.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2049:prohib
en-en-ecuador-fumar-mas-no-producir-cigarrillos&catid=1:ultimas-noticias&Itemid=2
http://www.pmi.com/marketpages/Pages/market_es_ec.aspx
Supermercados:
http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/santa-isabel-se-frunce-117088-117088.html
http://www.hoy.com.ec/noticias-ecuador/supermercados-chile-pidio-garantias-para-lasinversiones-117091-117091.html
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