VIVIENDA Y ESPACIO COMUNITARIO (Habitatge i espai comunitari

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Urbanismo y Género. Una visión necesaria para todo el mundo.
Barcelona, 27, 28 y 29 de abril de 2005
VIVIENDA Y ESPACIO COMUNITARIO (Habitatge i espai comunitari)
Anna Bofill Levi, Dra. Arquitecta.
Comunicación para las Jornadas Urbanismo y género: una visión necesaria para todas
las personas (Urbanisme i gènere: una visió necessària per a tothom), a Barcelona 27
de abril de 2005.
La sociedad occidental ha construido a lo largo de la historia una imagen de la mujer.
Del mismo modo ha construido también una imagen de la vivenda. Imagen que se
concreta y formaliza en los prototipos o modelos de vivenda existentes y que se siguen
construyendo en nuestras ciudades, con algunas diferencias según los paises o las
culturas en las que se ubican.
La vivenda de hoy proviene del modelo aristócrata y de la gran burguesía del s.XVIII,
modelo ordenado y distribuido según las reglas de la moral patriarcal imperante,
expresión de unas costumbres impregnadas de elementos religiosos, simbólicos,
ceremoniales y rituales, donde el padre dominaba y controlaba al resto de los miembros
de la familia. Esta vivenda, que en cada una de las categorías y niveles sociales
mimetiza a la da la categoría superior, es todavía el tipo de vivienda que más sirve de
modelo para las familias de hoy.
El uso de las piezas de la casa y las partes de la misma siguen todavía los esquemas
mentales que tienen el arquitecto conceptor y el promotor, tanto del chalet unifamiliar
como de la vivienda social, que, en la mayoría de los casos, no han modificado su
imagen tradicional de la casa. Las diferencias entre categorías sociales/económicas se
manifiestan solo en la cantidad de espacio disponible por vivenda ( en definitiva, del
numero de m2) y en un mayor o menor número de estancias.
La aportación del movimiento moderno a la arquitectura de principios de siglo XX fue
en algún caso muy rompedora (no olvidemos los estudios antropométricos o los
experimentos en vivenda social en muchas ciudades europeas del período entre las dos
guerras mundiales) especialmente por la incorporación al diseño de las vivendas de los
avances de la tecnología.
Pero las aportaciones más innovadoras y destinadas a formas de vida diferentes, en
Europa, fueron hechas por mujeres arquitectas que como Charlotte Perriand (socia de
Le Corbusier y autora de la famosa "chaise longue") trabajaron en los estudios de los
Anna Bofill Levi, Dra. Arquitecta, Walden-7, 08960 Sant Just Desvern
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llamados “padres de la arquitectura moderna”, pero fueron desestimadas rapidamente
por la corriente general de la promoción y construcción de vivendas.
Criterios para la concepción de la vivenda
1) Las estancias y los usos de la vivenda : hacia una concepción abierta.
Al consultar la opinion de las mujeres se hace cada vez más evidente que las
distribuciones actuales de los pisos no se adecuan a las formas de vida y relación, sobre
todo para las mujeres. La doble tarea de las mujeres fuera y dentro de la casa y el hecho
de compartir cada vez más con los que conviven las tareas domésticas, hacen necesario
pensar en nuevas distribuciones o nuevas formas de usos y espacios de la vivienda.
Cabe plantearse entre otras cosas, el quitar tabiques que separan las funciones de la vida
cotidiana como cocinar, comer, estar, y así obtener una estancia pluri- funcional más
generosa, o construir vivendas con paredes correderas para obtener variedad de
distribuciones, entre otras cosas posibles.
A medida que los miembros de la familia o del grupo social comparten
responsabilidades domésticas, se hace necesario, para mantener viva la relación del
grupo, que la vivenda contemple, como mínimo, una estancia para todos y habitaciones
individuales que favorezcan la propia privacidad. Porque
la vivenda es el espacio
cotidiano para alimentarse, trabajar, descansar, gozar y procrear y tambien para
compartir, amar, conocer, colaborar y comunicar. Sin embargo para una mujer puede
ser el espacio de la sumisión, del trabajo obligatorio invisibilizado, no reconocido, o de
sufrimiento incluida la muerte.
Por ello las mujeres necesitan de una habitación propia (que no sea ni la cocina ni el
cuarto de la ropa), y tambien una para cada uno de los miembros del grupo familiar, y
además reclaman una habitación plurifuncional para el grupo.
A partir de este criterio elemental y fundamental para la convivencia sin jererquías,
surgen los nuevos tipos de vivenda para las familias y las otras modalidades de
convivencia en grupo, en pareja o en solitario. En Europa ya son un 60% o más, las
personas que no viven en familias nucleares. Y en Barcelona, estas modalidades
diferentes de convivencia, que hace 20 años empezaban a emerger, ahora ya se dan
aproximadamente en un 50% o más de los hogares.
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2) Flexibilidad de la vivenda
Hoy día hay que tener en cuenta :
A) Adaptación de la vivienda a las sucesivas etapas de la vida de sus habitantes, en
sociedades como la nuestra, en donde el mercado es muy rígido y la vivenda es
mayoritariamente de compra, no de alquiler. El suelo es mayoritariamente privado, y la
misma vivenda es para toda la vida.
B) Adecuación de la vivenda al trabajo remunerado (artesanía, manufactura,
teletrabajo...) que cada vez es más frecuente en los domicilios.
C) Adecuación de la vivenda a los diferentes modos de vida de los grupos familiares o
no que la ocupan, diferencias de relaciones conviviales, de cultura y costumbres, de
capacidad económica, de número de personas del grupo, etcétera, especialmente si estas
son de alquiler y pueden ir cambiando de tipos de usuarios.
D) Adecuación a las personas con discapacidades (las mujeres no disponen de
organización ni de mobiliario flexible para ser adaptado) ) y a los criterios de
sostenibilidad (como el ahorro de energía, la no contaminación ni el uso de productos
contaminantes en la construción, y imaginar dispositivos para que el reciclage de las
basuras no sea una responsabilidad única de las mujeres, etc.).
3) Accesibilidad de la vivenda.
Las personas con desventajas sociales, como muchas mujeres y jóvenes, han de
disponer de vivenda de alquiler subvencionada a precios asequibles, con una oferta
diversificada, amplia, flexible, durable y sostenible.
4) Revisión de normativas y ordenanzas.
Un cambio de normativas y de ordenanzas para la vivienda social y un control mayor de
de la vivenda de promoción privada es necessario para la inclusión de los criterios de
diferencia sexual.
En Holanda, como veremos, existen desde hace años experiencias que proponen
vivendas y otros lugares de vida y relación desde la perspectiva de género, o más
concretamente desde la mujer.
Tambien en España las estancias del vivir y los espacios urbanos no se adecúan muchas
veces ni a las funciones ni a los usos de la vida cotidiana, ni a la manera de ser y estar
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en el mundo de muchas mujeres, así como tampoco a las nuevas estructuras emergentes
de nuestras sociedades en transformación (pensemos también en los espacios que usan
los niños, los adolescentes o las personas de la tercera edad).
Volver a pensar el espacio
La mujeres personalizan todos los espacios en los que viven o están temporalmente y, si
pueden, los espacios en los que trabajan. Y lo hacen mediante los objetos, la decoración,
todos los elementos personales y significativos para ellas, que superponen a las
superficies envolventes de las estancias, creando una nueva envolvente de imágenes.
Esto es un camuflaje, un maquillaje del espacio. Y muchas veces una mujer confunde el
poder hacer esto en su casa, con el hecho de que su casa esté bien. Cree que su casa está
bien para ella porque la ha podido decorar. Esto es una trampa sutil en la que nos hace
muchas veces caer el complejo tejido de imágenes creado por la publicidad y difundido
por los medios de comunicación.
En varios de los proyectos que he coordinado en Cataluña y en otras autonomías he
trabajado con mujeres habitantes de los barrios, pueblos y ciudades, para identificar sus
auténticos deseos y necesidades, para llegar a establecer criterios de planificación y
diseño, en los distintos niveles de organización y configuración de la ciudad, después de
un proceso de liberación de los comportamientos estereotipados adquiridos a lo largo de
sus vidas, de sus posibles ideas preconcebidas o imágenes espaciales construidas por la
cultura de orden patriarcal.
El reto es volver a pensar los espacios, desde la vivenda a la ciudad, pasando por los
espacios urbanos de las unidades vecinales, los barrios y los distritos, y por los espacios
intermedios, cuyo concepto intentaré definir más adelante.
Para transformar las estancias, los espacios, los lugares de la ciudad, desde nuestra
experiencia de vida, debemos primero saber como vivimos cada día, como usamos estos
espacios y como éstos influyen en nuestra manera de estar, en nuestras sensaciones.
Deberíamos entender los lugares de la ciudad, desde los domésticos hasta los de
relación, de trabajo, etc., como lugares sin jerarquizaciones, ni separaciones, ni
segregaciones en donde se desarrolla la vida de cada dia en el conjunto de todas las
actividades que realizamos. Prescindir de la clásica separación entre los espacios para lo
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doméstico y los espacios para lo social, que se dan incluso en la vivenda, e intentar
domesticar todos los espacios, o hacer domésticos todos los espacios que usamos y
vivimos.
Para una domesticidad de la ciudad en sus espacios físicos pues, no es tan importante el
tener en cuenta la función o uso sino el conseguir integraciones, mezclas,
acercamientos de usos y por lo tanto proyectar distancias y trazar recorridos.
Los espacios intermedios surgen como aquellos espacios que están al otro lado de la
puerta de la vivenda y que no son la calle o la plaza dominada por los vehiculos. Son
lugares dentro del tejido de una unidad vecinal que, no siendo la vivenda, son espacios
de tránsito o de encuentro de peatones, cubiertos o descubiertos, pero abiertos al aire
libre y comunitarios.
En configuraciones de unidades vecinales o de barrios hechos con bloques de vivendas
estos espacios son esos lugares ajardinados, más o menos concebidos como espacios
arquitectónicos, unicamente peatonales, en donde los niños pueden jugar, los mayores
charlar, las mujeres, las amigas/os encontrarse o simplemente leer un libro al sol.
En otros tipos de núcleos vecinales configurados por viviendas en maneras menos
rígidas, o más dinámicas, los espacios intermedios (que para entendernos son como los
espacios intersticiales de un tejido celular visto al microscopio) pueden diseñarse
especificamente y ser auténticos salones comunitarios.
Estos espacios intermedios vecinales pueden ayudar a superar la separación de las
esferas doméstica y pública, que favorece la violencia en contra de las mujeres.
Mi experiencia personal y profesional.
En mi práctica profesional como mujer he intentado pensar el espacio desde mí misma,
no sólo en su configuracion física, estructural y estética, sino también como usuaria de
los mismos. Me sitúo en las dos posiciones de técnica y de usuária y procuro, dentro de
los límites en que me encierran las presiones de la profesión, concebir formas abiertas y
flexibles pues no creo útil el lema “la forma sigue a la función”, divulgado por la
arquitectura racionalista de principios de siglo. Al contrario, pienso que por un lado hay
necesidades, es decir funciones, y por otro lado hay formas con todo su potencial
estético.
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Existen configuraciones flexibles que se pueden adaptar a qualquier función o uso. Pero
¿como? pues a partir de un trabajo profundo sobre la forma, la geometría de la forma
que es la base, el fundamento de todo espacio físico que se pretenda flexible.
Una forma cerrada es aquella que al aplicarle un cambio pierde toda su coherencia, su
razón de ser o su equilibrio. Una forma abierta es por el contrario, aquella que aún
modificándola conserva todos sus atributos y cualidades, es la que se halla incluida
dentro de un sistema general geométrico euclídeo o topológico.
Las formas que mejor se adaptan a los usos de la vida cotidiana son abiertas y flexibles
porque en ellas las funciones específicas pueden ubicarse en un lugar u otro, el llamado
organigrama de funciones puede variar, es decir que pueden variar las situaciones y las
distancias de los usos o ambientes.
Naturalmente las vivendas, los servicios, las fábricas, o los espacios urbanos , no todos
pueden resolverse con formas abiertas. Algunos de ellos muy especializados (por
ejemplo un hospital) requerirán de configuraciones cerradas adaptadas a cada uno de los
requisitos técnicos obligados. Un vagón de metro tampoco podrá tener formas abiertas.
Sin embargo hay muchos espacios para la vida cotidiana que no necesitan definiciones
tan acotadas de sus formas, al contrario prefieren formas más abiertas y flexibles que
satisfagan más bien la dimensión estética o la confortabilidad de sus habitantes. Son,
por ejemplo, las estancias de una vivenda, las escuelas, las salas públicas de encuentro y
relación, los centro de recreo, los clubes, las oficinas, los espacios públicos urbanos,
algunos talleres o los espacios lúdicos.
Pero todos estos lugares han sido generalmente diseñados con formas cerradas, de
manera que las modificaciones en el uso de los espacios suelen ser muy difíciles y las
estructuras organizativas de los usos, o las distribuciones, responden a los clichés
culturales de nuestra sociedad patriarcal y a los roles asignados a las mujeres.
Por ello es muy necesario contar con el conocimiento de los deseos y las necesidades
de los usuarios/arias.
Siempre hay partes de un proyecto que podrán ser más abiertas y otras que deberán ser
muy cerradas y fijas. En cualquier caso pensar en el destinatario/a es esencial y sobre
todo considerar los deseos y necesidades de las mujeres a las que no se les ha tenido
nunca en cuenta (a pesar de que algunos promotores nos quieran convencer de que
construyen los pisos después de haber hecho encuestas sobre lo que opinan las amas de
casa).
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Sant Just Desvern, 05 de abril de 2005.
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