TENDENCIAS DE FORMACIÓN El pensamiento grupal: cuando no sabemos trabajar en equipo RAFAEL GONZÁLEZ, director de People Excellence Recientemente hemos llevado a cabo un proyecto denominado AVANTE. Nuestro objetivo era claro: diagnosticar la capacidad de desarrollo de todos los equipos del cliente e instalar herramientas de crecimiento que les ayuden a obtener mejores resultados de negocio. Hemos podido constatar que, sin duda, esa diagnosis profunda, sincera y dirigida desde la metodología del coaching grupal con el equipo natural es muy efectiva. Pero, ¡atención!, se han confirmado algunas premisas que sustentan una máxima no siempre popular y es que “existen patologías propias de los equipos de alto rendimiento” que, en ocasiones, los propios equipos no reconocen debido a su “endogamia grupal”. Este artículo pretende trabajar sobre la más peligrosa de esas patologías, se denomina: “pensamiento grupal”. Si insistimos tanto en la necesidad de trabajar más y mejor que nunca en equipo, es por el impacto favorable que puede generar en la productividad y en el clima laboral. La productividad es lo más buscado y el clima laboral, una de las dos principales razones por las que “nos vamos de las organizaciones en nuestro país” (la causa cardinal es nuestro jefe). No hay organización que no ponga foco en el desarrollo de esta habilidad colectiva pero ¿cuántas atienden a los comportamientos dañinos que se pueden dar cuando ponemos empeño en instalar en nuestros equipos la filosofía del trabajo en equipo? Antes de describir esta “anomalía colectiva”, constatamos en la experiencia AVANTE varias premisas: Capital Humano 32 032_s_Tendencias Formacion_238.indd 32 1. No hemos encontrado un equipo efectivo de alto rendimiento que no ponga en valor la diversidad y el complemento. Basta imaginar cuánto dejaríamos de ganar en el proceso de toma de decisiones si todos los involucrados pensaran exactamente igual, tuvieran idénticas opiniones y estilos de trabajo. Si todos fueran generadores de ideas con dificultad para implementarlas, el grupo viviría en las nubes; si todos fueran prácticos o estuvieran ajustados a soluciones probadas, el equipo tendría poca capacidad para retar lo establecido e innovar. El equipo se enriquece con la diversidad. 2. No hay crecimiento sin conflicto; y si lo hay, no siempre es más rápido. La diversidad y el complemento no están exentas de conflicto. Muchas veces los equipos sienten que cuando todos sus integrantes tienen más o menos las mismas características, el trabajo se acelera y se llega a conclusiones de manera más rápida y armónica. Por lo general nos sentimos más cómodos entre los que piensan como nosotros y tienen nuestras costumbres. Esta es la realidad. anula o limita a lo individual, la identidad grupal reemplaza a la personal y los individuos comienzan a definirse a partir del grupo al que pertenecen. En ese contexto, mantener un ambiente armónico y confortable se torna así en la agenda oculta que tiende a suprimir cualquier forma de disentimiento, conflicto o pensamiento crítico. La diversidad se convierte entonces en una amenaza para la identidad del equipo y, por tanto, tiende a ser bloqueada, negada o suprimida, por las buenas o por las malas. Decisiones muy poco sabias pueden ser puestas en práctica cuando el deseo de concordancia entre los miembros del equipo es mayor que su capacidad para tolerar las diferencias, discutir puntos de vista discrepantes y pensar críticamente en torno a sus propias decisiones. PENSAMIENTO GRUPAL Cuando en un equipo la diversidad no es fomentada ni deseada, cuando lo que el grupo busca, sobre todas las cosas, es mantenerse homogéneo y cohesionado, es factible que se presente un fenómeno llamado “pensamiento grupal”. Cuando se impone el pensamiento grupal, lo colectivo Nº 238 • Diciembre • 2009 26/11/2009 16:51:04 Si en el individuo la autocomplacencia es el principio de la decadencia; en los equipos, es la complacencia colectiva la que resulta corrosiva. No hay crecimiento colectivo si conflicto, sin diversidad de pensamiento Les propongo analizar a sus equipos para detectar posibles síntomas de pensamiento grupal: 1. “Incuestionable cuestionar” o la tradición por encima de todo. Se presenta como una racionalización colectiva para descartar o negar información que contradiga las formas de actuar tradicionales. Así, el grupo encuentra “razones” para no aceptar las señales de alerta orientadas a una dirección que difiera de aquella por la que el está yendo. Cambiar de rumbo cuesta, nos hace confrontarnos con la posibilidad de haber estado equivocados, nos impulsa a replantearnos lo que somos y lo que queremos y despierta nuestra ansiedad por volver a empezar. Por ello, el grupo puede no querer ver lo evidente y sus miembros pueden alimentarse mutuamente tratando de explicar lo inexplicable. Lo diferente, lo que cuestiona, lo que plantea nuevas preguntas o desafíos se presenta como un enemigo de la conformidad y, por tanto, un serio peligro para la armonía grupal. 2. “Atribución arbitraria”, o la importancia de encasillar. El pensamiento grupal puede hacer que el grupo comience a construir estereotipos de las personas y categorice a los grupos con opiniones o estilos diferentes como perversos, débiles, poco hábiles, etc. Estos estereotipos son alimentados con atribuciones arbitrarias orientadas a “explicar” los motivos detrás de las conductas de estas personas o grupos. Es decir, si las personas que muestran discrepancias con nuestro grupo fueron categorizadas bajo el estereotipo de “poco hábiles”, su oposición sería perfectamente explicable para el grupo, pues esas personas “nos envidian, Nº 238 • Diciembre • 2009 032_s_Tendencias Formacion_238.indd 33 saben que nunca llegarán a ser tan capaces, hábiles y exitosos como nosotros y, por tanto, nos quieren ver fracasar”. Evidentemente, esas atribuciones son claramente falsas, cuestionan a las personas y no a sus argumentos y, por lo tanto, privan al grupo de la autocrítica, de la revisión constante de sus propias prácticas y métodos, del cuestionamiento de sus supuestos y, en suma, de la posibilidad de desarrollarse y mejorar. 3. “El consenso o la muerte” o la nulidad del individuo. Cuando el pensamiento grupal se antepone al pensamiento individual surge en el equipo una necesidad desmedida por mantener el consenso. Esto ocasiona la autocensura de algunos miembros que no quieren expresar ideas u opiniones que difieran de la propuesta más aceptada, aunque no estén de acuerdo con ella o tengan dudas acerca de su validez. La autocensura genera una ilusión de unanimidad en la que se percibe un mayor consenso del que realmente existe. Además, esta necesidad por mantener el consenso muchas veces se refuerza con una presión directa, abierta o sutil sobre los miembros discrepantes, lo que confirma la percepción errada de que la discrepancia y la diferencia es una forma de deslealtad. Así, nadie dice nada que contradiga el statu quo y el grupo no se nutre de formas e ideas nuevas. 4. “Encubrimiento burdo”. Ocurre cuando subordinados “fieles” emprenden acciones “ilegales” porque piensan que, por medio de ellas, obtendrán resultados y complacerán al líder. O, de modo más general, cuando el grupo, haciendo alarde de una mal entendida lealtad, encubre ilegalidad, abuso, negligencia o mediocridad porque son parte de un equipo y, por ello, deben proteger e incluso encubrir a sus compañeros. Reconocer el valor de la diversidad en el equipo permite rescatar la individualidad, aceptar nuestra libertad para pensar diferente y discrepar. Ser un “jugador de equipo” no significa dejar de tener en cuenta que somos diferentes y con derecho a mantener nuestros principios y convicciones. Ningún equipo debería hacer que sacrifiquemos nuestras convicciones y principios en aras del supuesto “interés” de la mayoría de sus miembros o de sus miembros con mayor influencia. Estas recomendaciones tienen como finalidad mejorar la calidad de las decisiones tomadas desde el colectivo. Es, sin duda, lo que diferencia a los mejores equipos de alto rendimiento. Como verán, el tratamiento se asienta sobre bases relacionadas con los valores del equipo (ver CAPITAL HUMANO 232): 1. Curiosidad. Tomar conciencia colectiva de crecimiento, repetir los mismos patrones de pensamiento, en el mejor de los casos, nos ayuda a conseguir lo mismo. 2. Humildad. Ante lo diferente, tratando de relativizar el “así somos”, tomando conciencia reflexiva de lo que nos ha hecho ser como somos y de las nuevas alternativas que podrían permitirnos ser de otra manera. Innovar. 3. Aceptación. Favorecer los procesos de cambio aceptando visiones distintas a las nuestras. 4. Respeto. No perdamos de vista al individuo, es la mayor riqueza del colectivo. 5. Confianza. No podemos olvidar que es ingrediente necesario junto con la responsabilidad para aportar madurez a los equipos pero, si les parece, éste puede ser motivo de un nuevo encuentro con ustedes. 33 Capital Humano 26/11/2009 16:51:05