POBRES Y RICOS EN LOS EVANGELIOS

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LOUISE SCHOTTROFF
POBRES Y RICOS EN LOS EVANGELIOS
SINÓPTICOS
Raíces neotestamentarias de una teología de los pobres
Poveri e ricchi nei vangell sinottici. Radici neotestamentarie di una teologia del poveri,
IDOC internazionale. 6-7 (1981) 39-45
Pretendemos comentar en estas páginas los pasajes sinópticos que subrayan la
centralidad de una teología de los pobres en el seguimiento de Jesús. Para comprender
el sentido teológico de la pobreza y la riqueza es necesario atender a la situación social
de la época, que la hermenéutica occidental ha descuidado al elegir como clave de
interpretación evangélica la polémica de Jesús con el judaísmo. Tiene relieve teológico
y no sólo histórico, conocer el problema del hambre y de la abundancia, del paro y de la
enfermedad en los tiempos del NT, pues seguramente iluminará el tema de la pobreza y
de la riqueza en la actualidad.
IMAGEN DE LA POBREZA Y DE LA RIQUEZA EN LOS SINÓPTICOS
Hambre y mendicidad
Primera tesis: El cuadro social descrito en todas las capas redaccionales de los
sinópticos es rigurosamente histórico. El hambre y la mendicidad alcanzan a amplios
estratos de población del imperio romano en el s. I.
La pobreza va unida con frecuencia a la enfermedad, a la disminución física y a la
carencia de hogar. No es pobreza de salario escaso, sino mendicante de las necesidades
mínimas (Lc 16, 19-31; Mc 10, 17ss.). Pobreza significa hambre y desolación.
Los sinópticos mencionan situaciones muy concretas: la túnica (Mt 5, 40) que el
tribunal amenaza arrebatas; la garantía personal, inc luso familiar y la prisión por deudas
(Lc 12, 58s; Mt 18, 2335); la reducción del campesino a bracero con escaso sueldo y
frecuentemente en paro (Mt 20, 1.16). La preocupación por el mínimo vital es la
obsesión de cada día como atestigua el mismo Padre Nuestro.
El contraste entre pobres y ricos es total, muy central en el evangelio de Le y aparece
como trasfondo en el de Mt. El rico tiene poder (Lc 1, 46-54), almacena el grano para
especular y viste con lujo (Le 16, 19ss.); es deshonesto (Lc 19, 1-10) o de poco carácter
(Mt 19, 16-22). Entre los ricos se cuentan principalmente los grandes propietarios
agrícolas absentistas.
Presión fiscal, latifundio y pauperismo, confirmados por otras fuentes históricas
Segunda tesis: La estructura social descrita en los sinópticos es históricamente
verificable por otras fuentes contemporáneas.
Es cierto que las fuentes antiguas interesadas en la historia de las clases dominantes, no
estudian el tema, pero hay indicios suficientes para reconstruir el marco de relaciones
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existente. Bastarán tres ejemplos: Varrón aconseja que los terrenos insalubres y los
trabajos más duros se reserven a los jornaleros en vez de a los esclavos. Un papiro
egipcio de 245-4 a.C., conservado en Filadelfia, refiere el caso de una mujer sometida al
dilema de acceder a las exigencias sexuales del acusador o soportar la cárcel al no poder
atender al pago de sus deudas. Encarcelada primero junto con su hijo e ilegítimamente
separada de él, cuando, después, consigue escapar, no logra libertarle de la cárcel en que
sigue como garantía de pago.
Más tardíamente Juan Crisóstomo (344-54 - 407) con fuertes trazos dibuja la vida de los
pobres campesinos, aplastados por tributos exorbitantes y prestaciones laborales de
auténticos forzados, con más pánico a las exigencias del administrador y a las citaciones
judiciales que a la misma hambre. El fruto de su sudor engorda los graneros del dueño.
Por eso el profeta clama: "admiraos, cielos; estremécete tierra", ante la inconsciencia de
los ricos. Y en contraste, el Crisóstomo recuerda que Jesús y los discípulos eran "gente
desconocida de origen humilde".
VALORACIÓN TEOLÓGICA DE LA POBREZA Y LA RIQUEZA EN EL
SEGUIMIENTO DE JESÚS
Quisiera reconstruir, primero, el seguimiento de Jesús desde sus primeros pobres
seguidores en Palestina, descritos en las más antiguas tradiciones de Jesús y en la fuente
"Q". Luego, la forma de afrontar la pobreza en las comunidades urbanas no palestinas
de finales del s. I, en concreto las de Mt y Lc, que sin ser ricas, no están sujetas a una
miseria extrema y cuentan con algunos ricos. Y concluiremos con una reflexión sobre la
dimensión política del seguimiento de Jesús.
La esperanza de los pobres en el Reino de Dios
Jesús y sus pobres seguidores esperaban la próxima llegada visible del reino de Dios
para toda la casa de Israel, que saciaría a los pobres y despediría vacíos a los ricos (Lc 1,
46-54). No ambicionaban una venganza sino el alivio de su vida miserable. Para ellos,
Jesús es el Mesías que con su vida, muerte y resurrección se constituye en símbolo de
esa esperanza.
Un estudioso del fenómeno religioso la calificaría de utopía. A mi juicio esta utopía
expresa una esperanza que deberá formularse de nuevo en categorías actuales, pero
vinculada ya indisolublemente a la figura de Jesús.
Esta esperanza modela la vida de los seguidores de Jesús, con tal fuerza y seguridad de
victoria sobre la indigencia, que predican la cercanía del reino de Dios, descalzos, con
menos haberes que cualquier mendigo, despreocupados de la comida y el vestido (Mt 6,
25-33), cuya satisfacción tantas brutalidades humanas ha protagonizado. Esta confianza
en Dios iba unida a la solidaridad con los miserables, dentro de las posibilidades de su
pobreza. La salud impartida por Jesús y los discípulos por la práctica de una medicina
popular mágica, era un signo del inicio del reino (Mt 11, 2-5) y la presencia de Jesús
significaba el principio del fin de toda enfermedad (Me 7, 37). El servicio mutuo de Me
10, 42-45 se refiere a la solidaridad cotidiana en la comida y el vestido. Los pobres
forman con los discípulos una comunidad más importante que la misma familia.
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Incluso los más miserables (prostitutas, publicanos) pueden esperar ser acogidos como
personas entre los seguidores de Jesús. Desde el inicio y sin dificultad, la s mujeres son
acogidas, anuncian el mensaje (Me 16, 1-8) y participan en la ayuda común (Me 15,
41). Su derecho deriva de la igualdad de condición y de destino con el hombre pobre.
También los niños son admitidos (Me 10, 14). Y no se debe olvidar la condic ión del
niño pobre, a menudo abandonado, no por maldad, sino por imposibilidad de sustentarlo
y cuyo destino más frecuente era la esclavitud o la prostitución.
Pero la comunidad de los seguidores de Jesús no se recluía sectariamente, sino que se
consideraba la cabeza de puente del inminente reino de Dios. De ahí su afán predicador
del mensaje de Jesús y de la conversión. proclamaban el juicio de Dios con el deseo de
ganarse a todos los enemigos.
En los inicios ni reflexionaron explícitamente, ni podían, en la dimensión política de su
movimiento. No se identificaron pero tampoco se distanciaron de los grupos de
resistencia antirromanos; al fin y al cabo no eran movimientos de los pobres. Pero salta
a la vista el alcance político del grupo de pobres reunidos en torno a Jesús. Jesús fue
víctima de una ejecución política que interesaba a los romanos y a los colaboracionistas
hebreos. La muerte de Jesús no fue un caso aislado y sus seguidores siguieron siendo
eliminados en años sucesivos, lo que permite presumir que los inductores pertenecían a
la élite judía.
El carácter central de la lucha contra el hambre y la esclavitud es la herencia legada a
las generaciones creyentes por la gran pobreza y la radical esperanza de los primeros
seguidores de Jesús.
Concepción radical de la limosna
La comunidad de Mt, aunque no se consideraba pobre, era escéptica con respecto a los
ricos. La componían trabajadores modestos, pero no indigentes. Eso explica que al no
poderse aplicar literalmente la bienaventuranza de los pobres la interpretaran como
referida a los pobres en el espíritu, los humildes. Espiritualización que no traiciona la
radicalidad y el compromiso con la indigencia, al exigir una limosna significativa y
dolorosa, tan distinta de la meramente simbólica de la práctica actual. En Mt 25, 31-46
el comportamiento con todos los pobres, y no sólo con los de la comunidad, se eleva
sorprendentemente a criterio de salvación o de perdición. En la ayuda al necesitado se
alcanza al mismo Jesús. Un horizonte tan ilimitado, dada la amplitud del pauperismo en
el imperio romano, parecía conducir a un suicidio económico o a una renuncia a la
seguridad para el porvenir. Aquellos cristianos creían sustancialmente que el necesitado
tiene derecho a subsistir y que ellos garantizan su cumplimiento con todo lo que poseen.
La importancia atribuida a la limosna la atestigua la crítica ante las intenciones
desviadas de algunos (Mt 6, 1-4) para buscar el aplauso, o la denuncia de las inevitables
debilidades humanas (Mt 24, 9-14).
Renuncia a la propiedad
Apenas algunos ricos se mostraron interesados en seguir a Jesús, el cristianismo
primitivo reflexionó sobre la renuncia a la propiedad. Partían de una doble experiencia:
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la dificultad de los ricos de entregar sus bienes a los pobres (Mc 10, 17-22); y su escasa
perseverancia en la fe ante las presiones sociales (Me 4, 19). Estos textos demuestran
que los ricos eran una excepción en la comunidad cristiana y que la reflexión sobre la
renuncia a la propiedad de los bienes se plantea tardíamente. La ruptura religiosa de esta
época es más sociológica y ambiental que de renuncia a la propiedad.
Desde la época post-neotestamentaria los consejos de Jesús al joven rico hallan siempre
eco en algunos ricos que querían seguir a Jesús. A la renuncia a la propiedad se añadía a
veces una ascesis rigurosa, global y la renuncia al matrimonio, adecuando la vida 'a la
exigencia cristiana. Orígenes es un ejemplo de este estilo de vida. Interpreta la misión
de los apóstoles (Mc 6, 8-9; Mt 10, 9-10; Lc 9, 3) como una invitación a. dejar los
bienes, más como expresión de la confianza radical en Dios, que como una renuncia a la
propiedad, que de hecho no poseían.
La renuncia a la propiedad como tal es un tema que proviene más del pensamiento y la
vida de los filósofos cínicos que del NT, en que sólo Lucas, que vive en un contexto
urbano no palestino a fines del s. I, lo tematiza positivamente. Interpreta la llamada a
renunciar a "todo" de los discípulos (Lc 5, 11; 12, 33) no tanto como una asimilación
formal a los más pobres, sino como una apelación crítica a la conversión de los ricos; no
a la renuncia individual de la propiedad, sino a una nivelación, compartiéndolo todo, en
el seno de la comunidad.
También en la comunidad lucana la espera del reino de Dios modela la vida colectiva. Y
el modelo ideal de comunión de bienes en Lc es la expresión de que en el reino de Dios
los pobres serán saciados. La exhortación de Lc responde a las dificultades de los ricos
de la comunidad. No se puede seguir a Jesús sin, al menos, una renuncia parcial a la
propiedad en el marco comunitario y sin la limosna frente a los menesterosos.
La dimensión política
El cristianismo primero era claramente mesiánico, centrado en la esperanza del Reino
de Dios. Pero tenía consecuencias políticas. El estado romano exigía pesados tributos y
una lealtad de estilo religioso al emperador y a las divinidades romanas. Las
comunidades cristianas, como cualquier secta, eran consideradas como potencialmente
subversivas. Mantenían sobre todo una reserva religiosa frente a la lealtad totalitaria al
estado. Los pobres palestinos seguidores de Jesús y luego los ricos o no tan pobres de
las comunidades de la diáspora sabían que seguir a Cristo significaba entrar en conflicto
con los poderes civiles con riesgo de la vida. El rigor con que se aceptan estas
consecuencias políticas no es independiente de la radicalidad de la aceptación de las
consecuencias sociales y económicas; todas ellas derivan de la expectativa del reino de
Dios.
Conclusión
A pesar de los cambios sociales de los cristianos en la época de la redacción del NT hay
una continuidad de estilo de seguimiento con los primeros discípulos de Jesús, basada
en la espera escatológica que modela su vida. La realidad social y económica de los
pobres era una tarea capital que toda la comunidad afrontaba conjuntamente. Cuando
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ésta acogió también a miembros menos necesitados ofreció modelos de comportamiento
distintos, sin dejar, por eso, de ser tan exigente como en los principios.
La tradición ofreció tres modelos prácticos a los ricos:
- Compartir los bienes con los necesitados de la comunidad, no a la manera de una
mutua de auxilios cerrada, sino como una tentativa de realizar la esperanza del reino
para todos. La comunidad pretende llamar a la conversión de los ricos y ser la esperanza
de los pobres aunque no pertenezcan a la comunidad.
- El rico renuncia a la propiedad y vive austeramente, lo cual es muy valorado. Pero can
la dificultad de una posible confusión con las teorías estoicas de la vida sencilla y
natural, tan en boga en las tertulias romanas.
- Los ricos dan limosnas cuantiosas que significan una auténtica renuncia al bienestar.
En el cristianismo primitivo la interiorización de la fe no sirvió jamás de pantalla de
disimulo de la urgencia de los problemas sociales. Intentar reducir la relación con la
riqueza a un desprendimiento interior, que prescinde de la pobreza real, no es, desde
luego, cosa del cristianismo primitivo, sino de nuestra interpretación occidental de la
Biblia.
Tradujo y extractó: JOSEP M. ROCAFIGUERA
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