Introducción Entender el pensamiento de Julio Herrera y Reissig (1875-1910) con respecto a la crítica literaria es un trabajo que requiere repasar la vida del gran poeta. Su personalidad ha variado, en muchos aspectos, a lo largo de la vida y esas variaciones han modificado su visión acerca del arte. Para llevar a cabo este análisis se delimitó un lapso de tiempo de once meses, que es el período en que su medio de prensa escrito llamado La Revista salió a la calle, desde el mes de agosto de 1899 hasta julio de 1900. Esta publicación tiene un valor importantísimo en la vida personal de Herrera y Reissig, y es el hilo conductor que va a guiar el siguiente trabajo. En él se analizarán cinco de los diez textos que confeccionó para su publicación el director y dueño de La Revista. Para poder entender mejor a este pensador, escritor y crítico uruguayo se lo enmarcará conceptualmente junto a Roland Barthes, más precisamente con su libro Crítica y Verdad, publicado en 1966. Ambos autores tienen visiones semejantes en ciertos aspectos de la crítica, y la diferente época en que teorizaron sobre la misma hace más interesante su comparación. La Revista programa su historia Julio Herrera y Reissig fundó, el 20 de agosto de 1899, una revista literaria llamada justamente La Revista. A sus 24 años el poeta había dado vida a una publicación que buscaba la excelencia. La Revista estaba abocada especialmente a la difusión de literatura, tanto en prosa como en verso, latinoamericana en general. Si bien la mayoría de los textos era de autores uruguayos desconocidos para el gran público, el valor diferencial que presentaba era el de publicar, en todos sus números, originales textos de autores extranjeros. La Revista recibía innumerables elogios, dentro y fuera del país, y tuvo una vida extremadamente corta llegando a los zaguanes montevideanos por poco menos de un año. Salía a la calle dos veces al mes y se distribuyó en el tiempo en dos tomos, el primero transcurrió en el año 1899 y constó de siete números. Se emitía los días cinco y veinte de cada mes, comenzando el 20 de agosto y finalizando el 20 de noviembre. Este 2 estuvo solamente dedicado a la literatura. Contaba en su portada con el nombre de la publicación en letra gótica, tipo de letra común en los diarios de Europa central, debajo del cual se leía el nombre del director, Julio Herrera y Reissig, y más abajo, con una letra decididamente más pequeña, se ubicaba el índice o sumario que enumeraba primero al autor de cada uno de los textos seguido del título correspondiente. Por los siete números que dieron luz al primer tomo de La Revista desfilaron unas 49 personalidades de gran destaque y de diversas nacionalidades. Entre ellos sobresalen los siguientes: María Eugenia Vaz Ferreira, Juan Zorrilla de San Martín, Carlos Martínez Vigil, Samuel Blixen, José Ingenieros, Manuel J. Sumay, José Cibils y tantos otros. Quien más textos publicó en esta primera fase de la entrega fue Carlos Martínez Vigil, que contó con cinco textos publicados en los siete números. Julio Herrera y Reissig también formó parte de las páginas del primer tomo de La Revista, en los siete números publicó cuatro textos de su autoría. La corta pero a la vez intensa vida de Herrera y Reissig dejó una extensa obra en el campo literario, tanto en libros de poesía como en producciones para diarios locales y extranjeros. Su aporte a la literatura no se acaba en sus originales creaciones poéticas, sino que también aportaba mediante la crítica literaria. Era director de una publicación con muy buena reputación en el ámbito poético latinoamericano y fue un excelente crítico que sabía discernir qué textos incluir y excluir en cada número. Julio Herrera y Reissig, además, escribía en todos los números las ‘‘Notas de Redacción’’ al final de cada entrega. En estas daba una breve reseña de los autores que debutaban o forjaban sus primeras armas en La Revista. Los textos de su autoría que decide incluir en el primer tomo de la publicación bimensual merecen ser destacados. El primero que hace público se denomina Programando, es la introducción a La Revista y aparece en la primera página del primer número el 20 de agosto de 1899. Se trata de una justificación acerca de por qué La Revista debía circular por las calles montevideanas. Los motivos que expone en ese gran primer número bien podrían ser publicados hoy, 100 años después, si alguien quisiese publicar una revista o un diario abocado pura y exclusivamente a la literatura. Tiene pasajes notables y un análisis de la sociedad en la que él mismo se ve inmerso. 3 Comienza dando nota de la crisis que sufre la "propaganda literaria y científica" en el presente, enseguida marca el público que él quiere captar: los jóvenes; quiere una publicación en la cual los jóvenes literatos se puedan manifestar y comunicar. Si bien ese es su público objetivo, Roland Barthes en su libro Crítica y Verdad señala que el receptor de cada escritor estará medido por el lenguaje que este utilice, aunque “…un escritor tiene más obligaciones con una palabra que es su verdad que con el crítico…” 1 . De esta manera el público va a estar determinado por el contenido que elija para su revista. Alienta a unirse a este proyecto, a no caer en las modas de turno que nada tienen que ver con la intelectualidad y el arte. También afirma que la literatura es lo que mide la civilización de un pueblo, así como también mide su grandeza. Se transforma por veces en un predicador del arte. Al leer estos párrafos se siente la necesidad imperiosa que tiene el autor de dar un aporte a la nueva generación que pasa por ‘‘…el invierno de la decadencia…’’ 2 , y siente que debe hacer algo ya que él mismo es parte de esa generación. Promediando esta presentación hace una reseña de los autores y hombres de la literatura más importantes de los últimos años, en cierta forma a modo de homenaje a una línea de pensamiento que desea continuar. Luego, siguiendo con el análisis de la sociedad, hace una contraposición con el fútbol: ‘‘…se fundan footballs, presenciándose, al revés del triunfo de la cabeza, el triunfo de los pies…’’ 3 , esta es otra similitud entre aquellos y estos tiempos. Esta programación hacia el futuro culmina con un mensaje de paz. Por aquellos años la política era tanto o más revoltosa que ahora y generaba muchas diferencias, por lo tanto Herrera y Reissig decide que esta publicación estará por fuera de la política y la religión, y que ningún texto rozará estas cuestiones. Este no es un hecho menor dada la familia de la cual procede, dejar al Partido Colorado y a la política en general fuera de su medio de prensa requiere de una gran personalidad y profesionalidad por parte del joven escritor. De esa manera concluye su primer gran artículo para La Revista. Más adelante en el tiempo confeccionará otros ensayos socio-históricos publicados por diferentes medios de prensa. 1 Barthes, Roland. Crítica y Verdad. Buenos Aires. Ediciones Siglo XXI. 1972. Página 35. Herrera y Reissig, Julio: Programando, en La Revista, Montevideo, página 3, 20 de agosto de 1899. 3 Herrera y Reissig, Julio: Programando, en La Revista, Montevideo, página 5, 20 de agosto de 1899. 2 4 La crítica y Julio Herrera y Reissig El segundo texto que publica en el primer tomo de La Revista va a definir a Julio Herrera y Reissig como crítico. Si bien ya permanecía muy ligado a la crítica en el día a día, su trabajo de director de una publicación abocada a la literatura le hacía estarlo, nunca había teorizado sobre el tema hasta este momento. El 20 de octubre de 1899, en el quinto número, sale publicado Conceptos de Crítica. En el sumario el título es simplemente Conceptos de Crítica, pero al llegar a la página en la cual comienza el artículo, el titular aparece con un número uno romano dando a entender que vendrán más capítulos. Este texto define al autor como un excelente teórico de la crítica, además de un gran crítico en la práctica. La manera en que se explaya sobre el arte es interesante y está bien fundamentada. Estos conceptos, como los llama, comienzan explicando lo difícil que es ser crítico. En base a analogías, recurso muy común en el autor, va dando a entender que se requieren ciertas facultades difíciles de obtener. Según Julio Herrera y Reissig un crítico debe despojarse de todo aquello que le pone velos y no deja llegar al fondo de la cuestión de una obra de arte para ser juzgada como tal. Debe llegar a interiorizarse en el autor, debe llegar a su alma. Una de las características que más se mencionan en el artículo es que muy pocos pueden llegar a ser críticos, las cualidades requeridas para lograrlo no le son comunes a todos los mortales. Las analogías y metáforas van haciendo más entendible, por un lado, y más poético, por otro, a un texto escrito a la manera exuberante que caracteriza a Herrera y Reissig. A continuación transcribo unas líneas de este Conceptos de Crítica que resumen en buena forma lo que piensa el autor sobre la relación del crítico con la objetividad: ‘‘…un crítico ideal, sería un crítico enteramente justo, y un crítico justo se me antoja llamar a un crítico despojado de toda escuela, cuyas ideas como haces de luz de un faro giratorio penetrasen en todas direcciones, y cuyo cerebro contuviese a modo de mapamundi la universalidad de pensamiento, pasando su meridiano principal, igualmente por París que por Constantinopla. Pero, esto es difícil, si no imposible de conseguir, puesto que cada hombre que piensa abarca un solo punto del cielo y se rige por un solo 5 meridiano…’’ 4 . En este pasaje muestra claramente su sabiduría y experiencia sobre el tema, deja su particular arrogancia de lado y se ubica entre los comunes. Acepta que el ideal no existe, por esa razón es un ideal. Describe una manera de ver la crítica un tanto utópica que luego baja a tierra demostrando lo imposible que le resulta la objetividad a todo crítico, llega a la conclusión de que la subjetividad es algo inherente al ser humano. Sobre este tema también interviene Barthes, este en particular se refiere a la crítica subjetiva como un discurso dejado a la entera disposición del sujeto y que nada tiene que ver con el objeto. Pero donde más se asemejan los dos escritores es en que la subjetividad no va en contra de la buena crítica si lo que se emplea es una subjetividad sistematizada, cultivada, proveniente del bagaje cultural incorporado, y no una objetividad inculta cegada con respecto a sí misma 5 . Esta cuestión de la imparcialidad forma parte de un debate que viene de la mano con la crítica. Si bien el pensador francés publicó su libro Crítica y Verdad en los años 60, Julio Herrera y Reissig en este artículo de fines del siglo XIX incluye un breve párrafo que se acerca mucho a la idea de subjetividad cultivada: “La transparencia de un pequeño caudal es debida a su limitada profundidad y a la superficie tranquila de sus aguas, que suele ser monótona a fuerza de su mismo nivel, mientras que un piélago debido a la majestuosa inmensidad de su fondo produce la sombría turbulencia de sus masas alborotadas. Si una cosa es hermosa, la otra es sublime.” 6 . Si se invirtieran los tiempos, y Barthes hubiera precedido a Herrera y Reissig, se podría decir que es una metáfora en la cual la primera parte (transparencia / pequeño caudal) hace referencia a la objetividad inculta y la segunda (sombría turbulencia / piélago) a la subjetividad sistematizada, cultivada. De igual manera el búlgaro Tzvetan Todorov incursiona en esta cuestión tan fundamental en la crítica: “Lo que podemos deplorar es la negativa de los críticos a plantearse a sí mismos como sujeto pensante (más que borrarse detrás de la acumulación de hechos objetivos) y a emitir juicios…” 7 . Este último punto que toca Todorov se verá cristalizado en las críticas literarias que Herrera y 4 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica, en La Revista, Montevideo, página 142, 20 de octubre de 1899. 5 Barthes, Roland. Crítica y Verdad. Ediciones Siglo XXI. Buenos Aires. 1972. Página 64. 6 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica, en La Revista, Montevideo, página 141, 20 de octubre de 1899. 7 Todorov, Tzvetan. Crítica de la Crítica. España. Editorial Paidós. 1991. página 151. 6 Reissig realiza en el segundo tomo de La Revista, él se asume como sujeto pensante y la emisión de juicios será un rasgo distintivo del escritor y crítico uruguayo. Entre tantos conceptos que rozan y marcan de algún lado al arte, Herrera y Reissig decide incluir el gusto. Dice de este que es ‘‘…la facultad de recibir placer de la naturaleza y el arte…’’ 8 , y cree que esta facultad varía para cada individuo y ahí se encuentra la belleza. La diversidad y variedad de gustos que existe en el medio artístico hacen a la complejidad y marcan la imposibilidad de contener la universalidad de pensamiento que el autor pretende para su ideal. También incluye el concepto de moda, a la que cree un progreso. La moda de ninguna manera es volver atrás para él, se puede mover de un costado a otro sin por eso retroceder. Aquí se refiere a las modas del ámbito literario, y no a las modas sociales que ya condenó en el texto Programando. En otras ocasiones Herrera y Reissig ha dado la pauta de ser un excelente teórico de la sociología y en este texto da muestra galante de ello. En cierto modo hace un análisis de cómo la sociedad de ese entonces está parada frente al futuro. Acepta la gran cantidad de información que en ese momento posee la sociedad, y este último ítem es una de las diferencias que Julio Herrera y Reissig mantenía con el resto de sus pares, hace cien años ya había asumido la información que poseían las masas y la importancia del tema. En el último tramo del artículo hace una división entre los buenos y los malos hijos del arte. El papel que juega la crítica en este sentido es maternal, debe acoger tanto a los buenos como a los malos, a los primeros para premiarles y a los segundos para corregirlos. Para Julio Herrera y Reissig el pasado artículo no fue para nada exhaustivo, y por ese motivo decide publicar Conceptos de Crítica II. El 20 de noviembre de 1899, en el séptimo número de La Revista, sale a la calle la segunda y última versión de su teoría de la crítica. En esta segunda entrega el autor se muestra muy humano, dejando ese personaje rígido que tanto se le conoce. Escribe con sensibilidad, dando a entender muchos aspectos de su personalidad que no son los que más trascendieron del gran poeta. Comienza el análisis 8 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica, en La Revista, Montevideo, página 144, 20 de octubre de 1899. 7 integrando en todo sentido a la tolerancia dentro de la crítica. ‘‘…tolerar es amar lo que se acerca, y es acercarse a lo que se viene…’’ 9 . Va a ser muy importante en este texto la vanguardia artística. La palabra revolución es muy recurrente y se la utiliza para ponderar a aquellos que buscan constantemente la innovación. Incluye también el concepto de libertad uniéndolo muy especialmente al arte, el arte requiere libertad. En la mayor parte de este artículo hace referencia a lo que él llama ‘‘los cimientos de la moderna literatura’’ 10 . Va repasando la historia del arte haciendo menciones especiales según sus gustos, el Renacimiento recibe el reconocimiento del autor. Lo llama ‘‘…el verdadero Cristo de la civilización moderna…’’ 11 y enumera los literatos que más lo marcaron de esa corriente, al enumerar a Horacio, Virgílio, Píndaro y Anacronte se nota una manera de adjetivarlos que muestra mucho respeto y a la vez cariño para con los autores que lo marcaron también a él como escritor. Enseguida que termina de glorificar al Renacimiento comienza a destruir el presente en el que vive, como ya lo hizo en el artículo Programando, acusa por la decaída vida intelectual a la generación de su tiempo. Más allá de todas las metáforas que utiliza, al final cae en la idea de que es algo lógico que suceda, una recaída que el destino incluyó en la historia. El correr de los años iba a demostrar que aquella generación, que él tanto condenaba, sería a la postre una de las más ricas en temas literarios, grandes figuras hacían sus primeras armas a fines del siglo XIX y principios del XX. Julio Herrera y Reissig ensaya en esas páginas la teoría de que en la historia de la humanidad todo éxito está precedido por una derrota. Por este motivo cree que el futuro será de éxitos, enumera circunstancias en que esta sucesión ha estado activa y le da la bienvenida a toda pérdida si lo que sigue es un éxito. De ese modo explica que todo está eslabonado de una manera armónica. Este segundo capítulo de Conceptos de Crítica tiene la particularidad de tocar temas históricos, se remite en la mayoría de su extensión a la historia del arte y no tanto a la crítica del mismo. Lo curioso es que, al terminar la última línea del texto, agrega una 9 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica II, en La Revista, Montevideo, página 208, 20 de noviembre de 1899. 10 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica II, en La Revista, Montevideo, página 213, 20 de noviembre de 1899. 11 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica II, en La Revista, Montevideo, página 213, 20 de noviembre de 1899. 8 referencia a pie de página donde se puede leer: ‘‘Continuará próximamente’’ 12 , dando a entender que tampoco esta segunda entrega le pareció exhaustiva en lo que respecta al análisis de la crítica. La tercera parte de estos Conceptos de Crítica nunca apareció publicada en las páginas de La Revista ni de ningún otro medio impreso. Cuatro textos son los que Julio Herrera y Reissig publicó a lo largo de los siete números que dieron vida al primer tomo de La Revista. Además de los tres mencionados aparece, en el sexto número, el poema La Musa de la Playa en el que glorifica a Montevideo como pocos lo han hecho. Cada uno de estos textos tiene rasgos bien personales del autor, son artículos que merecían ser publicados. La mayor virtud que tienen es que forman parte de una descripción del momento personal que vivía el autor, 1899 fue un buen año para él y para La Revista. Año I Tomo II: del dicho al hecho El segundo tomo constó de 13 números, todos en el transcurso del año 1900, a diferencia del primero salía a la calle los días 10 y 25 de cada mes. El 10 de enero del citado año salió el primer número del segundo tomo y el 10 de julio fue la última tirada de esta publicación. Al igual que su dueño y director La Revista murió más joven de lo que debería, aunque nadie puede negar la vitalidad de su legado. La razón de su deceso fue la falta de capital, por más que casi toda la ciudad de Montevideo estaba suscripta, menos de la mitad pagaba la mensualidad que le correspondía según cuenta Herminia Herrera y Reissig 13 , hermana menor del poeta. En este segundo tomo el nombre ya no se escribía con letra gótica y se le agregó una sección destinada a la milicia. Participaron más de 100 personalidades también muy destacadas, muchos de los que estuvieron presentes en el primer tomo lo hicieron también en el segundo, otros que se sumaron a esta entrega fueron: Francisco García Cisneros, Juan Picón y Olaondo, Raúl Montero Bustamante y Félix Etchepare, simplemente por nombrar algunos. Quien más publicaciones tuvo, sin contar al propio Herrera y Reissig, 12 Herrera y Reissig, Julio: Conceptos de Crítica II, en La Revista, Montevideo, página 221, 20 de noviembre de 1899. 13 Herrera y Reissig, Herminia. Julio Herrera y Reissig: Grandeza en el infortunio. Montevideo, 1ª edición, 1949. 9 fue Manuel J. Sumay que colaboró en cinco oportunidades con el segundo tomo, uno menos que el director. El 25 de abril de 1900 en el octavo número de esta segunda fase de La Revista sale publicado un artículo, bajo la autoría del director, que iba a marcar y mucho su vida personal durante los años venideros. Días antes de que este número saliera a la calle, un señor escritor llamado Roberto de las Carreras se acercó hasta la redacción de La Revista, ubicada por ese entonces en la calle Cámaras, para obsequiarle a Julio Herrera y Reissig un ejemplar de su nuevo libro llamado Sueño de Oriente. En este octavo número al que se hace referencia se ubica la primera crítica que el director incluye en su publicación, pasando de su teoría de la crítica en el primer tomo a la crítica literaria propiamente dicha en el segundo, y se la efectúa al libro que le fue obsequiado. Comienza el artículo adulando al escritor antes que a la obra en cuestión, lo que vislumbra que vendrán elogios para esta última. Como ya es común en Herrera y Reissig, utiliza numerosas metáforas para explicar la belleza con que De las Carreras lleva a cabo la escritura. Trata al autor de Sueño de Oriente como a un igual, sabe que es de su misma raza anticonvencional, va contra la sociedad y sus costumbres, y a la vez es por demás polémico. Como ya había dejado en claro en el segundo capítulo de Conceptos de Crítica, lo que glorifica al poeta es su espíritu revolucionario, vanguardista. Efectúa un análisis al que le sobran elogios para el autor, es un libro al cual no le falta nada según el crítico. Las adulaciones cesan en el momento que le hace una corrección, comenta de qué manera podría haber realizado cierto acto del contenido del libro, diferente del que llevó a cabo. Si bien le corrige también piensa que el error pudo haber sido voluntario por parte del escritor. Nombra por primera vez el “dandysmo” que representa la figura de De las Carreras, sintiéndose atraído por esta forma de presentarse frente a los demás, la vestimenta, la postura, son características que se le agregarán a su vida cotidiana más adelante. Lo que se suma a un cambio interior que expresaba el joven Julio al sentirse influenciado en el ámbito literario por Vidal Belo. Otro aspecto que comenzará a verse más común en Herrera y Reissig será la presencia de lo erótico en sus relatos, la mezcla de lo grotesco con el erotismo es una característica que estos dos grandes escritores compartirán de aquí en más. 10 Como cumbre de los elogios que dedica a De las Carreras, Herrera y Reissig nombra a este libro como el mejor que se haya publicado en este país desde dos años a la fecha. Igualmente sigue apareciendo alguna corrección al texto, le remarca la caída de la segunda parte del libro, la altura no se sostiene si bien dice que es imposible sostener tal excelencia. La crítica se estanca en lo general del texto y nunca llega a lo particular, al objeto, al lenguaje. Como lo ha hecho en todos sus artículos, incluye a la sociología dentro del análisis. En este caso comenta que este libro es “…una bofeteada al pudor de la sociedad…” 14 . El ataque constante al pudor es una característica de Julio Herrera y Reissig. Esto quedará aún más explícito en el libro que él nunca publicó en vida y que, tras un largo trabajo de transcripción, investigación e interpretación que llevó a cabo Aldo Mazzucchelli, pudo ser editado e impreso, estamos hablando del Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer publicado en el año 2006 por Ediciones Santillana. Luego de esta crítica cargada de elogios estos dos personajes de la joven literatura uruguaya se volverían amigos inseparables. Incluso Herrera y Reissig le dedicará un poema, llamado Plenilunio, que publica en el duodécimo número del segundo tomo de La Revista. En este segundo tomo de La Revista se publicaría otra crítica efectuada por Julio Herrera y Reissig, esta vez dirigida al libro La Chacra de José G. del Busto. Se ubica en el décimo primer número de este segundo volumen y tiene fecha del 10 de junio de 1900. Este texto, al igual que Sueño de Oriente, fue acercado por su autor al director en la redacción. Ambas obras incluían una decorosa dedicatoria para Herrera y Reissig que, en este segundo caso, fue publicada en el comienzo del artículo. Se pueden percibir fácilmente varias diferencias con la crítica realizada anteriormente al libro de Roberto de las Carreras, desde el comienzo el lenguaje utilizado es un tanto más sobrio que en aquel caso. Se propone realizar una completa crítica literaria sin fallar en ningún paso, yendo de lo general a lo particular. Luego de repasar el aspecto exterior del libro comienza por referirse al título del mismo. Aquí es donde se comienzan a notar las diferencias entre ambas reseñas, así como en la anterior los elogios llovían sin cesar, en este artículo no abundan. No le satisface que se llame La Chacra ya que ve en este titular 14 Herrera y Reissig, Julio: Sueño de Oriente, en La Revista, Montevideo, página 371, 25 de abril de 1900. 11 la poca capacidad de atracción hacia los lectores, de esta manera cumple con la mitad del cometido, brinda información pero no genera seducción. Acusa de lleno al texto de no poseer contenido más allá de la letra impresa. Así, va analizando en sentido general al libro, lo sobrevuela para hacer comentarios sobre un texto que no le parece bueno y busca la manera de hacerlo notar sin ser descortés con el autor. Aquí se vuelve a cruzar Barthes para coincidir con Herrera y Reissig sobre el sentido de las palabras más allá del diccionario, las reglas de la literatura son las de la alusión, y son lingüísticas, no filológicas 15 . En La Chacra se utiliza demasiado el sentido literal de las palabras, y tanto Barthes como Herrera y Reissig prefieren un sentido amplio y plural. Ve mucha descripción y poca imaginación e inspiración, deja de lado toda metáfora y analogía para comunicar que este texto no le parece de buen nivel poético. Le habla en tono maternal, así como fue expresado en Conceptos de Crítica, felicitando los aciertos y corrigiendo los errores de manera de encontrarle solución, incluso aconseja: “…En la duda, abstente!…” 16 . Realiza definiciones de lo que es y no es poesía, busca el error base que desencadenó el resultado final. Defiende al arte por sobre el autor y no aparta de su análisis el contenido de la obra. Al pasar a lo particular dentro del análisis se va deteniendo en los capítulos del libro y comentando las estrofas y los versos. Habla de todo tipo de errores y aciertos, estos últimos son los menos, corrige sintaxis, ortografía, semántica y modos de redacción que le incomodan al leer. Como lo dijo anteriormente, el gusto juega un papel fundamental en el arte, marca los pasajes que poseen un mal gusto para su forma de ver la poesía, aunque reconozca que la belleza del arte está en la variedad. Hace una tarea digna de un profesor universitario corrigiendo exhaustivamente el examen de un alumno. Escribe en primera persona del plural y de esta manera acoge bajo su ala a todo el público lector. Acerca de lo que une al lector con el crítico, Roland Barthes dice lo siguiente: ‘‘…el crítico no puede sustituir en nada al lector. En vano se atribuirá el derecho –o se le pedirá- de prestar una voz, por respetuosa que sea, a la lectura de los demás, de no ser él mismo sino un lector en el cual otros lectores han delegado la expresión de sus propios sentimientos, en razón de su saber o de su juicio, en suma de representar los derechos de 15 16 Barthes, Roland. Crítica y Verdad. Ediciones Siglo XXI. Buenos Aires. 1972. Página 46. Herrera y Reissig, Julio: La Chacra, en La Revista, Montevideo, página 47, 10 de junio de 1900. 12 una colectividad sobre la obra. ’’ 17 , Herrera y Reissig es un lector crítico y a la vez escritor, y esto último es lo que lo hace un lector único. Las últimas dos páginas del análisis son bien valiosas por la autocrítica que se realiza a sí mismo. Se da cuenta de que ha sido demasiado sincero con el colega y por ese motivo corrigió de manera minuciosa el texto. Esta sinceridad es la que lo hace sentirse halagado por la crítica que acaba de efectuar. Por sobre todas las cosas cree en la justicia de sus procedemientos. Este artículo tiene un valor importantísimo en la vida de La Revista, es el estilo de crítica literaria que se merece tal publicación. Por su lenguaje y su análisis es un texto para especialistas y entendidos de la literatura y no tendría lugar en ninguna otra publicación que no estuviera especialmente abocada a la materia. Al comparar las dos críticas que realiza en este segundo tomo se ve claramente que en la primera se sintió muy identificado con el autor de Sueño de Oriente y enseguida ablandó su tono, cargando de elogios su artículo, prácticamente sin encontrar ningún verso del cual emitir opinión. En La Chacra se apodera en cierta forma del texto y lo va modificando a su parecer, se conjuga el sujeto pensante con el lenguaje y ambos crean la crítica. Del Busto está muy lejos de la corriente que sigue Julio Herrera y Reissig y aquí coincide lo que este comentaba en sus Conceptos de Crítica donde explica la imposibilidad de contener la universalidad del pensamiento y estar despojado de toda escuela. Aceptando la subjetividad cultivada 18 con que realizó esta última crítica, hay que concluir diciendo que es un excelente artículo para una excelente revista. Fin de la crítica Julio Herrera y Reissig dedicó, en estos once meses, todo su tiempo a la publicación de La Revista. En ese año que transcurrió no publicó ningún libro, si bien lo podría haber realizado ya que Conceptos de Crítica bien podría haber sido una edición aparte y un libro de enorme trascendencia de haberse publicado. También se estima que por esa fecha 17 18 Barthes, Roland. Crítica y verdad. Ediciones Siglo XXI. Buenos Aires. 1972. Página 71. Barthes, Roland. Crítica y verdad. Ediciones Siglo XXI. Buenos Aires. 1972. 13 escribió el Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer que, como ya se dijo, nunca publicó. El año 1900 fue bisagra para el poeta, en este hizo su primer y única intervención política intentando la unión de un Partido Colorado que se encontraba en grandes revueltas en el comienzo del siglo. Además la salud no le jugó una buena pasada cuando estaba de vacaciones invitado por Francisco Piria y tuvo que ser llevado a Montevideo de apuro, de aquí en más su sistema cardíaco fue decayendo y esta insuficiencia le causará la muerte en el otoño de 1910. La relación que entabló con el medio de prensa escrito fue muy significativa para él, más adelante en el tiempo toma contacto con otras redacciones manteniendo así el vínculo con la prensa. En su corta estadía en Buenos Aires, desde fines de 1904 hasta principios de 1905, colabora con El Diario Español y El Diario, con el primero de estos mantuvo relación prácticamente hasta su muerte. En su vuelta a Uruguay en 1905 trabaja en los periódicos Uruguay, La Prensa, El Eco del País y La Democracia, este último dirigido por el Dr. Luis Alberto de Herrera con quien siempre mantuvo una buena relación. Todos estos matutinos estaban abocados a la actividad noticiosa del día a día, en ellos publica prosa, versos, crónicas y ensayos socio-históricos, pero no vuelve a publicar ninguna crítica literaria. Su público lector había cambiado con respecto a La Revista, y las críticas que él realizaba eran para un público determinado, entendido en temas literarios. En estos años se abocó a la creación poética, entre 1900 y 1909 escribe nueve de los diez libros que publica en vida, dejando relegado el trabajo de ser quien emita opinión sobre textos ajenos. 14 Fuentes bibliográficas Álvarez, Mario: Ensueño y Delirio: vida y obra de Julio Herrera y Reissig. Academia Nacional de Letras, Montevideo, Uruguay, 1995. Barthes, Roland: Crítica y Verdad. Ediciones Siglo XXI, Buenos Aires, 1972. Herrera y Reissig, Herminia: Julio Herrera y Reissig: Grandeza en el infortunio. Primera edición, Montevideo, 1949. Herrera y Reissig, Julio: Tratado de la imbecilidad del país, por el sistema de Herbert Spencer. (Transcripción de Aldo Mazzucchelli). Ediciones Santillana, Montevideo, Uruguay, 2006. Seluja, Antonio: Julio Herrera y Reissig vida y obra. Ministerio de Educación y Cultura, Montevideo, Uruguay, 1984. Todorov, Tzvetan: Crítica de la Crítica. Editorial Paidós, España, 1991. Fuentes hemerográficas La Revista. Año I Tomo I. Montevideo, Uruguay. 1899. La Revista. Año I Tomo II. Montevideo, Uruguay. 1900. Pueden consultarse todos sus números en http://periodicas.edu.uy/v2/minisites/la-revista/indice-de-numeros.htm 15