CASOS PRÁCTICOS SOBRE DISCUSIÓN DEFINICIÓN DE REFUGIADO Caso 1 – Silvia Silvia, de 23 años de edad, es nacional de Alfastán, un país cuya economía es controlada por el crimen organizado. En los últimos años, una de las mafias locales ha estado enviando mujeres jóvenes al exterior con el propósito de explotarlas como prostitutas en Betastán, país vecino de Alfastán. La gran mayoría de las mujeres proviene de pequeños poblados y comunidades rurales de Alfastán y es llevada al extranjero con la promesa de obtener empleos relativamente bien remunerados como operarias en fábricas ubicadas en países vecinos, llegando incluso a firmar contratos con oficinas locales establecidas por las propias mafias. Algunas autoridades estatales han intentado cerrar dichas oficinas y detener la práctica, sin embargo, no han tenido éxito debido a la corrupción generalizada a lo interno de la policía y la administración pública. Silvia se encuentra entre un grupo de mujeres que han sido engañadas de esta forma recientemente. Al llegar a Betastán, Silvia y otras de las mujeres lograron escapar de quienes las vigilaban. Algunas de las mujeres fueron detenidas por las autoridades de Betastán y retornadas a Alfastán, donde fueron abusadas físicamente o asesinadas por la mafia por haber huido y desobedecido a sus órdenes. Otras de las mujeres presentaron solicitudes para el reconocimiento de la condición de refugiado ante las autoridades de Betastán. Sin embargo, dichas solicitudes fueron denegadas ya que las autoridades consideraban que las mujeres habían viajado voluntariamente al extranjero y, en todo caso, eran simples víctimas de la delincuencia local. Los medios de comunicación en Alfastán no reportaron estos incidentes, por presiones de la mafia. Sin embargo, algunas organizaciones de derechos humanos reconocidas internacionalmente han preparado varios informes sobre estos casos en los cuales expresan su preocupación por la situación en Alfastán. Dichos informes describen también la situación de impunidad en Alfastán, la cual se considera que es producto del alto nivel de corrupción en el país. Silvia se encuentra actualmente en detención, aguardando ser deportada a Alfastán. Ella expresó a las autoridades de Belfastán que teme que la mafia la obligue nuevamente a dedicarse a la prostitución, sin que la policía de dicho país pueda hacer algo al respecto. Belfastán ha ratificado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, así como el Protocolo de 1967, y ha incorporado en su práctica la definición ampliada de refugiado incluida en la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados de 1984. Caso 2 –Solange Solange tiene 24 años, es nacional de Tulú, y su grado máximo de estudios es de primaria. Es ama de casa. Se casó cuando tenía 18 años, y tiene dos hijas, de 3 y 5 años respectivamente. Su esposo tenía trabajo en una fábrica de materiales de construcción. Antes de casarse, Solange trabajó en una tienda, vendiendo cuadernos y otros materiales escolares. Justo después de haberse casado, su marido empezó a ser muy celoso. Le acusó de coquetear con el dueño de la tienda y con sus compañeros de trabajo, y le obligó a renunciar de su trabajo y quedarse en casa. Después de tres meses de matrimonio, Solange empezó a ser golpeada por su marido. Durante los primeros dos años de su matrimonio y durante su primer embarazo, dos o tres veces por mes, su marido llegaba a la casa (algunas veces embriagado), insultándola y golpeándola fuertemente en la cara. Frecuentemente, su marido le acusó de andar con otros hombres, y entonces le prohibió salir de la casa durante el día mientras que él estuviera 2 en su trabajo. Además, era muy celoso de su relación con sus hermanos, y le prohibió ir a verles en la casa de sus padres, excepto los fines de semana cuando él la podía acompañar. Durante su primer embarazo, una vez la golpeó tan fuerte que temía que iba a perder su bebé, pero se recuperó después de estar dos días en cama. Después del nacimiento de su segunda hija, el marido de Solange perdió su trabajo en la fábrica. Se quedó sin empleo unos cuatro meses, y durante ese período, el maltrato físico de Solange fue aumentando cada día más. Empezó a golpearle casi a diario, acusándole de haber tenido relaciones sexuales con otros hombres. Algunas veces, la golpeó tan fuerte que se cayó al suelo, y en esas ocasiones, también le dio patadas en la espalda y en las piernas. Después de uno de sus episodios de violencia, Solange estaba tan golpeada que no pudo caminar y tuvo que ir a la casa de su mamá, para que su mamá pudiera cuidar a sus hijas mientras que se recuperaba. En esa ocasión, su marido le acusó de abandonarle, y le obligó a regresar a la casa. Por el terror que tenía a su marido, Solange no quiso reportar el abuso a la policía, sin embargo, cuando el abuso se puso peor, la hermana mayor de Solange se fue a la estación de policía para denunciar, pero la policía que le tomó su declaración le dijo que no podía hacer nada, porque se trataba de un asunto privado. Al regresar a la casa, su marido amenazó a Solange con la muerte si intentara divorciarse de él, y le prohibió salir de la casa. Por temor, Solange trató de obedecerle, pero un día tuvo que salir a la calle para comprar leche para las niñas; cuando su esposo se enteró por un vecino que había salido a la calle, la azotó con un cable eléctrico, y la amenazó con una pistola diciendo que la próxima vez “te mato.” Esa noche, su esposo la obligó de tener relaciones sexuales, usando la fuerza. Desde ese día, ya no le permitió a Solange salir de la casa sin ser acompañada por él, le prohibió tener visitas en la casa, y no le dejó ver a su mamá ni a su hermana, o inclusive, llamarlas por teléfono. Un día, Solange dejó sus niñas con una amiga (pidiendo a ella que las llevara a la casa de su hermana mayor), y salió en una balsa, con la intención de llegar a Falandia, donde conoce a algunos amigos de su papá. La balsa es interceptada por los guardacostas y Solange les ruega a las autoridades no ser devuelta a Tulú. Manifiesta que, por haber huido, su marido seguramente la mate. Tulú ha ratificado la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, así como el Protocolo de 1967, y ha incorporado en su legislación nacional la definición ampliada de refugiado de la Declaración de Cartagena sobre los Refugiados de 1984.