COMPETITIVIDAD VS. CAMBIOS TEORÍA ORGANIZACIONAL DESARROLLO HUMANO SOSTENIBLE - Objetivo: Comprender los elementos epistemológicos que soportan el desarrollo de los seres humanos en las organizaciones identificando el abordaje del desarrollo desde las dimensiones epistemológicas, éticas y políticas aplicadas al mundo de trabajo de hoy. 1. Desarrollo a escala humana Desarrollo a Escala Humana, una Opción para el Futuro Principio No. 1 “La economía debe servir a las personas y no las personas a la economía” Este principio contrasta duramente con las prácticas de nuestras organizaciones, dentro de las cuales el ser humano es UN RECURSO. Por eso es doloroso ver cómo la mayoría de las dependencias humanas de las organizaciones siguen aún denominándose RECURSOS HUMANOS. Y suena irónico, cuando menos, escuchar a más de un ejecutivo de primera línea decir a boca llena: “En esta Organización lo Primero es el Recurso Humano”. ¡Vaya si no sabe de qué está hablando!: el ser humano no es un recurso. El ser humano es el fin, el único fin del desarrollo. Mientras esta realidad no se asuma con seriedad, las organizaciones seguirán siendo depredadoras del desarrollo humano y no gestoras del mismo. Principio No. 2 “El desarrollo se refiere a personas, no a objetos” Hemos construido un modelo de desarrollo hacia afuera: objetos, posesiones, riqueza, estatus,… Y tenemos un subdesarrollo interior que raya con la miseria. Es el modelo de desarrollo centrado en el tener, a diferencia del desarrollo centrado en el ser. Por ello, no es raro que, en los últimos 50 años, la sociedad norteamericana registre los mayores indicadores de crecimiento jamás experimentados en su riqueza material (léase PIB per cápita) y la más decreciente curva de felicidad jamás registrada (ver gráfica No. 1). Vaya paradoja del desarrollo mal entendido. Principio No. 3 “El crecimiento no es desarrollo, y éste puede tener lugar sin crecimiento” Los modelos de desarrollo economicistas, en todos sus sabores (capitalistas, socialistas, comunistas) nos llevaron a la vana ilusión de que no hay desarrollo si no hay crecimiento. E, implícitamente, está dicho CRECIMIENTO CUANTITATIVO, por supuesto. Es decir: más horas-per cápita, más autos-por habitante, más celulares-per cápita, más kilómetros-hora, etc. Parecería ser que la matemática que inspiró a los diseñadores del modelo economicista de desarrollo sólo tenía un signo matemático: MÁS. Ahora empezamos a entender que, al lado de la riqueza económica producida (PIB), que siempre suma (bienes y servicios producidos), hay una serie de RESTAS cada vez más preocupantes: la huella hídrica, la huella de carbono, la huella cerebral, los índices de desarrollo humano, los índices de felicidad humana, el índice de oportunidades humanas, etc., etc. Por eso resulta dramática la paradoja de que, a mayor riqueza individual se produce, mayor pobreza, mayor depredación ambiental y mayor conflicto social se producen. Algo no anda bien. Y, en buenahora, el presidente francés, Nicolás Sarkozy, contrató a los premios nobel de economía Joseph Stiglitz y Amartya Sen para proponerle una medida del desarrollo diferente del PIB y más omnicomprensiva de las realidades modernas. Hace cosa de un mes, precisamente, esta comisión entregó sus propuestas al gobierno francés y nuevas esperanzas se abren entonces frente a la obtusa mirada del desarrollo que ha primado hasta hoy. Principio No. 4 “La economía es un subsistema de un sistema mayor que es la biosfera, el cual es finito” Esta realidad la conocemos hace buen rato. Hacia finales de la década del 60, el Club de Roma contrató con el MIT un estudio prospectivo del desarrollo, bajo la óptica de indagar qué mundo tendríamos en 100 años de continuar la dinámica de las variables económicas, sociales y ambientales conocidas entonces. El resultado quedó plasmado en el informe, cuyo admonitorio título es “Los Límites del Crecimiento”. Por primera vez, la humanidad tuvo una evidencia científica de que no es posible crecer indefinidamente en un sistema finito, como muy bien lo expresa Annie Leonard en el reciente documental “La Historia de las Cosas”. Dicho diagnóstico quedó confirmado hace poco menos de 5 años cuando, a 30 años de haberse producido el informe inicial, se produjo su segunda versión “Los Límites del Crecimiento 30 años Después”. Principio No. 5 “Ningún desarrollo económico puede estar por encima de la vida” Hace casi 30 años, el visionario Carl Sagan escribía: “Desde una perspectiva extraterrestre, está claro que nuestra civilización global está a punto de fracasar en la tarea más importante con que se enfrenta: la preservación de las vidas y del bienestar de los ciudadanos del planeta. ¿No deberíamos pues estar dispuestos a explorar vigorosamente, en cada nación, posibles cambios básicos en el sistema tradicional de hacer las cosas, un rediseño fundamental de las instituciones económicas, políticas, sociales y religiosas?” (Cosmos, página 329). La realidad, como dijera Mathew Fox, es que “En el período moderno, no tenemos una historia comprensiva del universo...Así tenemos en el tiempo actual un modo distorsionado de presencia humana sobre la tierra”. Por eso tenemos y tendremos crisis recurrentes, sistémicas y cada vez más profundas, que ya están poniendo en serio riesgo de viabilidad el proyecto humano sobre la tierra. Terrorismo Global, Calentamiento Global, Crisis Financiera Global… son síntomas de un sistema en crisis definitiva. 2. Pobreza ¿de qué hablamos? Pobreza del país está por encima del promedio de la región Pese a que es uno de los países con alivio en pobreza e indigencia, Colombia se mantiene sobre el promedio de la región. Advierten por aumento de indigencia. Colombia se ubicó entre los cinco países de América Latina y el Caribe que disminuyeron sus cifras de pobreza e indigencia. Sin embargo, con relación a sus vecinos, la nación continúa con mayor pobreza que el promedio del continente, superado sólo por Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Bolivia y Paraguay. Nuestro país pasó de 45,7 por ciento de pobreza en el 2009, a 44,3 por ciento en el 2010. La indigencia se redujo en 1,7 puntos, al pasar de 16,5 a 14,8, según el informe 'Panorama social de América Latina 2011', de la Cepal, presentado ayer por la secretaria ejecutiva de este organismo, Alicia Bárcena. Mientras tanto, países como Argentina tuvieron reducciones más significativas, pues de 11,3 pasó a 8,6 por ciento, alejándose así del promedio del continente, que es de 31,4 por ciento (pobreza) y 12,3 por ciento (indigencia). La tendencia a reducir la pobreza y la desigualdad se mantiene en toda la región. Es más: es el nivel más bajo de los últimos 20 años, según indica el estudio. Las principales causas son el incremento en los ingresos laborales y el aumento de las transferencias públicas hacia los sectores más vulnerables. También tuvo que ver el incremento en el gasto público social, que en Colombia ha subido en 10 por ciento. El mismo comportamiento se registró en Argentina, Chile, El Salvador, Paraguay Perú. Aún así, la situación de nuestro país sigue siendo deficitaria, pues el promedio de gasto social por habitante en América Latina es de 981 dólares (1’960.000 pesos) y aquí es de solo 500 (cerca de 1’000.000 de pesos). El director de la Cepal en Colombia, Juan Carlos Ramírez, destaca también la preocupación de que, pese a la mejoría del empleo, sigue latente. “A medida que la economía genera crecimiento, mejora el panorama general. Se mantiene la dinámica del sector hidrocarburos, lo que puede hacer difícil sostener los logros en el empleo mientras la industria crea más puestos de trabajo”. La Cepal advierte que en Colombia se vislumbra un déficit progresivo en materia de saldos anuales de ingresos y gastos en seguridad social a partir del 2012. La situación, según Ramírez, tiene su explicación. “Hoy, el sistema en conjunto recibe más de lo que gasta. Si se tuviera una sola unidad de caja, todo el sistema estaría generando un superávit, pero hay casos que demandan más gasto como Cajanal y el Seguro Social”. Otro de los riesgos proviene de los precios de los alimentos, lo que hará que en el futuro se reduzca la pobreza, pero se incremente la indigencia. Así lo expresó Ramírez: “En el mundo hay una presión sobre los precios de los alimentos, lo que se verá reflejado en el aumento del valor de la canasta familiar. Las personas que están en la pobreza extrema, que destinan el 50 por ciento de sus ingresos a la alimentación, no podrán compensarlo”. ‘EL COMERCIO, A PENSAR EN LOS POBRES’ Para Hernando José Gómez, director de Planeación Nacional, “el avance en pobreza demuestra el crecimiento en todos los sectores de la economía”. Aceptó que el país sigue con los niveles más altos en relación al promedio de América Latina, lo que se explica por el alto índice de informalidad laboral, la dificultad de algunas regiones para salir del rezago en el desarrollo y por el hecho de que solo se llegaba a los sectores vulnerables con el programa Familias en Acción. “Ahora, con la red Unidos, estamos cubriendo a 1’500.000 familias con vivienda y empleo”. En cuanto a la amenaza de incrementar la indigencia, señaló: “En Colombia, no solo se trata de más producción de alimentos, porque aquí se pierde mucho. Hay un problema en el transporte. Ese sector requiere modernización, lo mismo que el comercio. Los pobres que van a las tiendas informales son los que compran más caros los alimentos”. Miseria, un mal duro de bajar Trece países están lejos de cumplir la meta de reducir la pobreza extrema, que hoy afecta al 16,5 por ciento de los colombianos. El director de Planeación, Hernando José Gómez, explica que esto se debe a que pese a que hay muchos programas sociales, que ofrecen servicios como salud y educación, no hay suficientes que ayuden a los pobres a aumentar sus ingresos. A eso se suman las diferencias regionales, que frenan la movilidad social. El plan del Gobierno es mejorar en la generación de ingresos, dar educación con calidad y fortalecer la Red Unidos. Unas de cal y otras de arena En los programas que ha implementado el país para reducir la pobreza, el BM destaca a Familias en Acción por su impacto, en especial por la escolaridad de los menores de 18 años. Pero, en Computadores para Educar, los investigadores del Banco piensan que los resultados son insatisfactorios. Dichos computadores no son para enseñar sistemas, sino para que los profesores refuercen las clases de lenguaje y matemáticas y, al comparar escuelas con y sin programa, no hay diferencias en el aprendizaje de los niños. Poca efectividad en la calidad de la educación Aunque Colombia está cumpliendo la meta de que todos sus niños terminen la primaria, los resultados en calidad no son los mejores. Al menos eso opinan los investigadores del BM, que en su más reciente informe sobre seguimiento de las Metas del Milenio, sostienen que las mayores inversiones en educación han sido poco efectivas en mejorar el aprendizaje en Nicaragua, Bolivia, Colombia y Kenia. Esto lo confirman evaluaciones como las de la Ocde, que muestran que en las habilidades matemáticas y de lecto-escritura los estudiantes colombianos están por debajo de los de Chile, México, Uruguay y Brasil. Atrasos en agua y mortalidad Junto con Azerbaiján, Eritrea, Haití, Indonesia, Irán, Kiribati, Malí, Myanmar y Venezuela, Colombia forma el grupo de los países en vías de desarrollo que tienen un rezago de 10 por ciento para alcanzar la meta de ofrecer acceso a agua potable, pues aún el 5 por ciento de la población no tiene esa posibilidad, según el Banco Mundial. Sin embargo, la meta está cerca de cumplirse. También hay un rezago de 10 por ciento en el objetivo de reducir la mortalidad de los menores de cinco años, que aún afecta a 14,9 de cada mil niños. En este atraso también están otros 32 países, entre ellos, Argentina, República Dominicana, Ecuador, Guatemala, Honduras, Indonesia, Paraguay y Rusia. 3. Necesidades Bienes y Satisfactores Necesidades humanas: carencia y potencialidad Una política de desarrollo orientada hacia la satisfacción de las necesidades humanas, entendidas en el sentido amplio que aquí les hemos dado trasciende la racionalidad económica convencional porque compromete al ser humano en su totalidad. Las relaciones que se establecen —y que pueden establecerse— entre las necesidades y sus satisfactores, hacen posible construir una filosofía y una política de desarrollo auténticamente humanista. Las necesidades revelan de la manera más apremiante el ser de las personas, ya que aquél se hace más palpable a través de éstas en su doble condición existencial: como carencia y como potencialidad. Comprendidas en un amplio sentido, y no limitadas a la mera subsistencia, las necesidades patentizan la tensión constante entre la carencia y la potencia tan propia de los seres humanos. Concebir las necesidades tan sólo como carencia implica restringir su espectro a lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en el que una necesidad asume con mayor fuerza y claridad la sensación de «falta de algo». Sin embargo, en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las personas, son también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recurso. La necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de afecto es potencial de afecto. Acceder al ser humano a través de las necesidades permite tender el puente entre una antropología filosófica y una opción política y de políticas: tal parecería ser la voluntad que animó los esfuerzos intelectuales tanto de KARL MARX como de ABRAHAM MASLOW. Comprender las necesidades como carencia y potencia, y comprender al ser humano en función de ellas así entendidas, previene contra toda reducción del ser humano a la categoría de existencia cerrada. Así entendidas las necesidades —como carencia y potencia—, resulta impropio hablar de necesidades que se «satisfacen» o que se «colman». En cuanto revelan un proceso dialéctico, constituyen un movimiento incesante. De allí que quizás sea más apropiado hablar de vivir y realizar las necesidades, y de vivirlas y realizarlas de manera continua y renovada. Necesidades humanas y sociedad Si queremos definir o evaluar un medio en función de las necesidades humanas, no basta con comprender cuáles son las posibilidades que el medio pone a disposición de los grupos o de las personas para realizar sus necesidades. Es preciso examinar en qué medida el medio reprime, tolera o estimula que las posibilidades disponibles o dominantes sean recreadas y ensanchadas por los propios individuos o grupos que lo componen. Satisfactores y bienes económicos Son los satisfactores los que definen la modalidad dominante que una cultura o una sociedad imprime a las necesidades. Los satisfactores no son los bienes económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que, por representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realización de necesidades humanas. Pueden incluir, entre otras cosas, formas de organización, estructuras políticas, condiciones subjetivas, valores y normas, espacios, contextos, comportamientos y actitudes; todas en una tensión permanente entre consolidación y cambio. La alimentación es un satisfactor, como también puede serlo una estructura familiar (de la necesidad de protección, por ejemplo) o un orden político (de la necesidad de participación, por ejemplo). Un mismo satisfactor puede realizar distintas necesidades en culturas distintas, o vivirse de manera divergente por las mismas necesidades en contextos diferentes. El que un satisfactor pueda tener efectos distintos en diversos contextos depende no sólo del propio contexto, sino también en buena parte de los bienes que el medio genera, de cómo los genera y de cómo organiza el consumo de los mismos. Entendidos como objetos y artefactos que permiten incrementar o mermar la eficiencia de un satisfactor, los bienes se han convertido en elementos determinantes dentro de la civilización industrial. La forma como se ha organizado la producción y apropiación de bienes económicos a lo largo del capitalismo industrial ha condicionado de manera abrumadora el tipo de satisfactores dominantes. Mientras un satisfactor es en sentido último el modo por el cual se expresa una necesidad, los bienes son en sentido estricto el medio por el cual el sujeto potencia los satisfactores para vivir sus necesidades. Cuando la forma de producción y consumo de bienes conduce a erigir los bienes en fines en sí mismos, entonces la presunta satisfacción de una necesidad empaña las potencialidades de vivirla en toda su amplitud. Queda, allí, abonado en el terreno para la confirmación de una sociedad alienada que se embarca en una carrera productivista sin sentido. La vida se pone, entonces, al servicio de los artefactos en vez de los artefactos al servicio de la vida. La pregunta por la calidad de vida queda recubierta por la obsesión de incrementar la productividad de los medios. La construcción de una economía humanista exige, en este marco, un importante desafío teórico, a saber: entender y desentrañar la dialéctica entre necesidades, satisfactores y bienes económicos. Esto, a fin de pensar formas de organización económica en que los bienes potencien satisfactores para vivir las necesidades de manera coherente, sana y plena. La situación obliga a repensar el contexto social de las necesidades humanas de una manera radicalmente distinta de como ha sido habitualmente pensado por planificadores sociales y por diseñadores de políticas de desarrollo. Ya no se trata de relacionar necesidades solamente con bienes y servicios que presuntamente las satisfacen, sino de relacionarlas además con prácticas sociales, formas de organización, modelos políticos y valores que repercuten sobre las formas en que se expresan las necesidades. Para establecer una teoría crítica de la sociedad no basta especificar cuáles son los satisfactores y bienes económicos dominantes al interior de ella, sino presentarlos además como productos históricamente constituidos y, por lo tanto, susceptibles de ser modificados. Por consiguiente, es necesario rastrear el proceso de creación, mediación y condicionamiento entre necesidades, satisfactores y bienes económicos. En este caso un satisfactor de necesidades sería la compra de armas para mantener la seguridad pública, por otra parte este mismo satisfactor se convierte simultáneamente en gestor de violencia y, a consecuencia de esto muchas personas, entre ellas campesinos, vivirían con temor y esto los obligaría a desplazarse forzosamente hacia zonas urbanas, en donde se sentirán inseguros, es decir, el satisfactor que en un principio pretendía satisfacer una necesidad, por el contrario la aumentó