Los pájaros de fuego : novela filipina de la guerra

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Los PÁJAROS PÍE FUEGO
Novela filipina de la guerra
Jesús Balmori
Edición de Isaac Donoso Jiménez
Instituto
Cervantes
® 2010. Instituto Cervantes de Manila
® Estudio introductorio y notas: Isaac Donoso Jiménez
® CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS: Instituto Cervantes de Manila
Primera edición
Reservados todos los derechos. All rights reserved.
Instituto Cervantes de Manila
Director José Rodríguez Rodríguez
Gestor cultural José M a Fons Guardiola
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855 T.M. Kalaw St.
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Concepto y coordinación de CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS: José M a Fons Guardiol:
Consejo asesor de CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS:
Lourdes Brillantes, Wystan de la Peña, David Hernández de la Fuente,
Manuel Pérez Rodríguez, Pedro Aullón de Haro
Transcripción del manuscrito: M* Vanessa Afonso Pérez
Corrección de textos: Beatriz Álvarez Tardío, Verónica González Alvarez y Jorge Mojar
Diseño y maquetación Félix Mago Miguel
ISBN 978-971-94151-7-6
ÑIPO: 503-10-078-X
Impreso en Filipinas
Printed in the Philippines by Eres Printing
c
aecid
' EMBAJADA
fc*LT» DE ESPAÑA
S EN FILIPINAS
MINISTERIO
DE CULTURA
SPANISH
PROGRAM FOR
CULTURAL
COOPERATION
Instituto
Cervantes
Indice
vu I Introducción
IX
Las Letras Filipinas y la obra de Jesús Balmori
XXXí I N i p p o n : niponofilia balmoriana
XLl
L
El desengaño orientalista y la destrucción de Asia
Los pájaros de fuego: recuperación de una
obra capital de las Letras Filipinas
LIX
Fuentes textuales de Los pájaros de
LXIX I Criterios de edición
LXXU
Bibliografía Balmoriana
Los pájaros de fuego
LOS PÁJAROS DE FUEGO
fuego
Indice
11
Primera Parte
59
Segunda Parte
107
Tercera Parte
157
Cuarta Parte
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
INTRODUCCIÓN
LOS PÁJAROS DE FUEGO
H
CLASICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
Las Letras Filipinas y la obra de Jesús Balmori
ejando aparte las noticias esporádicas de andalusíes en Extremo Oriente1, los contactos culturales entre el mundo hispánico
y Asia Oriental comienzan de forma concreta con la aparición de
españoles en el Archipiélago Filipino en el siglo XVI. Así encontramos el primer libro traducido del chino a una lengua occidental:
el Píen Cbeng-cbiao cben-ch'uan Shih-lu. Apología de la verdadera
religión por Juan Cobo, O.P., publicado en Manila en 1593 2 . A
finales del siglo XVI surgen numerosos esfuerzos por conocer más
sobre la cultura china3, lo que llevará a la confección de una obra
clásica, la Historia de las cosas más notables, ritos y costumbres
1
Cf. Isaac Donoso, "Al-Andalus and Asia:
Ibero-Asian Relations Before Magellan",
ídem (éd.), More Hispanic than We Admit.
Insights into Philippine Cultural History,
Quezon City, Vibal Foundation, 2008, pp.
9-35.
2
Edición de Fidel Villarroel O.P., Pien chengchiao chen-ch'uan Shih-lu. Apología de la
verdadera religión por Juan Cobo O.P., Manila,
1593 ¿Primer libro impreso en Filipinas?
Reproducción facsímil del original chino
impreso en Manila en 1593, hecha sobre el único
ejemplar conocido, existente en la Biblioteca
Nacional de Madrid, con introducción de
Alberto Santamaría O.P., Antonio Domínguez
LOS PÁJAROS DE FUEGO
O.P. y Fidel Villaroel O.P., Manila, Universidad
de Santo Tomás, 1986.
La obra pionera sobre los primeros contactos
culturales hispano-asiáticos fue la de Carlos
Sanz, Primitivas relaciones de España con
Asia y Oceania, Madrid, Librería General,
1958. Ver un estado de la cuestión actual en
José Eugenio Borao, "Observaciones sobre
traductores y traducciones en la frontera
cultural del Mar de la China (Siglos XVI y
XVII)", en Isaac Donoso (éd.), Civilización
Filipina y Relaciones Culturales HispanoAsiáticas,
Cuaderno
Internacional
de
Estudios Hispánicos y Lingüística, Humacao,
Universidad de Puerto Rico (en prensa).
del Gran Reino de la China (1585), de González de Mendoza4.
Con el desarrollo de la imprenta en Manila se crearán obras
hispánicas dentro del marco asiático5, y se dará forma a un corpus
literario barroco totalmente excepcional, ahora sí gestando una
literatura patrimonial asiática en lengua española6.
La introducción del canon humanístico en la nueva entidad
política denominada "Filipinas", la escritura latina, la imprenta, la
ciencia occidental y el sistema universitario europeo 7 , promoverán
la formación de un nuevo mundo cultural en simbiosis, como se
estaba produciendo en el Nuevo Mundo americano. No obstante,
Edición moderna en Historia del Gran Reino Manila, Universidad de Santo Tomás, 1951;
de la China, Madrid, Miraguano-Polifemo, Ordinationes Generales. Incunable filipino
1990. Sobre las primeras impresiones de China de 1604. Facsímile del ejemplar existente en
en el mundo hispánico ver Manuel OUé, "La la Biblioteca del Congreso, Washington, con
invención de China: Mitos y escenarios de la un ensayo histórico-bibliográfico por Fr. ].
imagen ibérica de la China en el siglo XVI", Gayo y Aragón, O.P., Manila, Universidad
en Revista Española del Pacífico, Madrid, de Santo Tomás, 1954.
Polifemo, 1998, VII, núm. 8, pp. S42-S69.
Sobre la literatura barroca filipina toda
Sobre la imprenta en Manila y los incunabula la investigación está por desarrollar,
filipinos véanse: José Toribio Medina, La únicamente existiendo las referencias para
Imprenta en Manila desde sus orígenes hasta las fuentes primarias, como José Regalado
1810, Santiago de Chile, [impreso y grabado Trota, Impreso. Philippine Imprints, 1593en casa del autor], 1896; Wenceslao E. Retana, 1811, Manila, Fundación Santiago-Ayala
La Imprenta en Filipinas (1593-1810) con Foundation, 1993. Véase una introducción
una demostración gráfica de la originalidad a su problemática en Isaac Donoso, "Prosa
de la primitiva. Adiciones y observaciones á Barroca Filipina: «Exordio à la Narrativa
La Imprenta en Manila de D. /. T. Medina, [1733]», en Revista Filipina, tomo XII, núm.
Madrid, Minuesa de los Ríos, 1899; Doctrina 3, otoño 2008 <http://revista.carayanpress.
Christiana. The first book printed in the com/exordio.htmlx
Philippines, Manila, 1593. A Facsimile of the
Cf. Isaac Donoso, "El Humanismo en
copy in the Lessing J. Rosenwald Collection, Filipinas", en Pedro Aullón de Haro (éd.),
Library of Congress, Washington, with an Teoría del humanismo, Madrid, Verbum,
Introductory Essay by Edwin Wolf 2nd, 2009, vol. VI, pp. 283-328. ídem, "El
Washington D.C., Library of Congress, 1947; modelo universitario europeo en Asia: la
Doctrina Christiana. Primer libro impreso Universidad de Santo Tomás de Manila
en Filipinas. Facsímile del ejemplar existente (1611) y la civilización filipina", en
en la Biblioteca Vaticana, con un ensayo Hispanogalia.
Revista
hispanofrancesa
histórico-bibliográficopor Fr. J. Gayo Aragón, de Pensamiento, Literatura y Arte, París,
O.P., y observaciones filológicas y traducción Embajada de España en Francia, 2007española de Fr. Antonio Domínguez, O.P., 2009, IV, pp. 151-163.
CLASICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
el uso intelectual quedará circunscrito a las realidades internas
de un sistema cultural en constante gestación, un uso consciente
de aquellos individuos —ahora "filipinos"— por desarrollar un
pensamiento autónomo. De este modo, el clasicismo en Filipinas se
producirá con los Ladinos, autores que activamente
codificarán para uso interno materiales culturales externos8. El
siglo XIX verá la consolidación de este escenario socio-cultural
en donde, gracias a la bonanza económica y el desarrollo de una
clase burguesa, la escritura y el pensamiento intelectual serán
decisivamente instrumentos de afirmación. El Romanticismo europeo
y la construcción nacionalista del mundo decimonónico bajo las
ideas republicanas de la Revolución Francesa, bases de los nuevos
Estados americanos, llegará finalmente a Asia a través de Filipinas:
la "Propaganda". Las ideas republicanas y liberales absorbidas por
los Ilustrados filipinos crearán un corpus literario sin parangón en
Asia9, y una figura capital del pensamiento universal: José Rizal10.
8
Cf. Vicente L. Rafael,
Contracting
Colonialism.
Translation
and
Christian
Conversion in Tagàlog Society under Early
Spanish Rule, Quezon City, Ateneo de
Manila University Press, 1988; Bienvenido
L. Lumbera, Tagàlog Poetry
1570-1898.
Tradition and Influences in its Development,
Quezon City, Ateneo de Manila University
Press, 1986; et John Leddy Phelan, The
Hispanization of the Philippines.
Spanish
Aims and Filipino Responses.
1656-1700,
Madison, University of Wisconsin Press,
1959. Obra fundamental de este período es
Thomas Pinpin, Librong Pagaaralan nang
manga tagàlog nang uicang castila. Libro
en que aprendan los tagalos la lengua
castellana, 1610, editada en Manuel Artigas
y Cuerva, La primera imprenta en Filipinas:
reseña histórica bio-bibliográfica con tres
apéndices, Manila, Tipo-Lit. Germania,
1910, pp.135-259.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Cf. Resil B. Mojares, Brains of the Nation.
Pedro Paterno, T. H. Pardo de Tavera, ¡sábelo
de los Reyes and the Production of the
Modern Knowledge, Quezon City, Ateneo de
Manila University Press, 2006.
Existen numerosas biografías sobre José
Rizal, siendo las principales referencias las
siguientes: W. E. Retana, Vida y Escritos
del Dr. José Rizal, Madrid, Librería General
de Victoriano Suárez, 1907; Rafael Palma,
Biografía de Rizal, Manila, Bureau of
Printing, 1949; León María Guerrero, The
First Filipino: a biography of Jose Rizal,
Manila, National Historical Institute, 2001;
José Ricardo Manapat, Las
biografías
de Rizal: un estudio crítico de las obras
biográficas escritas desde 1897 hasta el
2000, tesis masteral, Universidad de Eilipinas,
Quezon City, 2001 [inédita].
La bibliografía sobre Rizal es igualmente
numerosa, aunque como referencias básicas
Desatada la Revolución Filipina y obtenida la independencia
política en 1898, la literatura se habrá constituido en pieza clave
para crear y manifestar un ideario nacionalista filipino11. Es así
como la literatura filipina escrita en español pasa a ser expresión
de la más genuina identidad y, con la invasión estadounidense,
arma de denuncia político-cultural 12 . No obstante, la beligerancia literaria encontrará en la afirmación de una estética filipina
su mayor defensa antropológica. Aquí hay que situar el desarrollo del Modernismo en las Letras Filipinas, y su uso por Jesús
Balmori en la confección de una estética autónoma.
En la literatura del Modernismo hispánico aparece definitivamente la asunción de elementos estéticos "orientales", y tanto en
América Latina como en España el continente asiático pasará a ser
fuente de búsqueda. Dentro de esta perspectiva es donde el Modernismo hispánico a su llegada al Archipiélago se vio en la curiosa
situación de cultivar temas orientalistas desde Oriente13. Dado que
la literatura filipina apenas estaba empezando a crear obras dentro
del Realismo, la incursión del Modernismo suponía en principio
una vuelta al escapismo en un momento de compromiso político,
hecho fuertemente criticado por Wenceslao Emilio Retana:
podemos citar las obras publicadas en
varios volúmenes por el Instituto Histórico
Nacional—National
Historical
Institute
en Manila: Noli me tangere, facsímile del
original de 1887; El Filibusterismo, facsímile
del original de 1891; Poesías por José Rizal,
1995; Prosa por José Rizal, 1995; Mi último
adiós, 2 vols., 1996; Cartas entre Rizal y los
miembros de su familia, 1993; Escritos varios
de José Rizal, 1992; Correspondencia entre
Rizal y Blumentritt, 2 vols., 1992; Epistolario
Rizalino, 1992; Rizal Pictorial Album, 1995.
Autores principales serán Cecilio Apóstol,
José Palma y Pacífico Victoriano.
12
Si Rizal había hecho del español la lengua
de la redención filipina, Fernando María
Guerrero la instaura como arma de soberanía
intelectual frente al avasallamiento del
"little brown brother". El
Renacimiento,
y su clausura en acusación de líbelo por
Dean C. Worcester, hablan del estado de
democracia en que se encontraba Filipinas,
y la necesidad de la literatura como arma
política. Cf. Estanislao Alinea, Historia
Analítica de la Literatura
Filipinobispana,
Ciudad de Quezon, [edición del autor],
1964, pp. 112-124; et Michael Cullinane,
Ilustrado Politics: Filipino elite response
to American Rule, 1898-1908,
Quezon
City, Ateneo de Manila University Press,
2003.
13
Cf. Isaac Donoso, "El Islam en las Letras
Filipinas", en Studi îspanici, 2007, num. 32,
pp. 291-313.
CLÁSICOS HISPANOFIUPINOS
La responsabilidad que los poetas han comenzado á contraer
(Guerrero sobre todo), no puede ser mayor. Filipinas se halla actualmente en un período crítico, de renovación, y si cunde, y arraiga en
la conciencia popular, una literatura enfermiza, decadente, hecha por
jóvenes que se complacen en llamarse á sí mismos "valetudinarios", ó,
lo que es lo mismo, inútiles, ¡adiós nacionalismo!14.
Precisamente p o r estos motivos de c o m p r o m i s o político y
b ú s q u e d a de una identidad n a c i o n a l , el M o d e r n i s m o en Filipinas
adquirirá una p e r s o n a l i d a d p r o p i a que se t r a d u c i r á en la idealización de la filipinidad.
A través de la creación de una tópica (TOJTOL)
filipina, se dará respuesta a la estética m o d e r n i s t a a la vez que al
c o m p r o m i s o nacionalista. Este será el principal logro artístico de la
obra de Jesús Balmori ( 1 8 8 6 - 1 9 4 8 ) : t r a n s f o r m a r elementos modernistas p a r a crear una cosmovisión filipina capaz de servir c o m o
alegato nacionalista:
Ahora bien, la obra balmoriana de temas indígenas se puede
clasificar exótica desde el punto de vista de Hispanoamérica, pues
es allí donde tiene su cuna el movimiento [modernista]. Señorita
provinciana, Sampaguita, Romance de Amor y campo, y Navidad pueblerina son algunos ejemplos de sus poesías de acentos
filipinos, en las cuales se destacan las costumbres y la cultura
indígenas. Como Lugones en su El libro de los paisajes (1917),
Balmori incorpora lo vernáculo al idioma español, así creando
[...] paisajes exquisitos y auténticamente filipinos. Tal explica el
empleo de vocablos como ilang-ilang, bagongtao, dalaga, tamarao, balitaó, ipá, halo, bató-bató, numi, kundiman,
lusong,
kogon,
K
sahig, kalán y basi .
14
W. E. Retana, De la evolución de la
literatura castellana en Filipinas. Los
poetas, Madrid, Victoriano Suárez, 1909,
p. 36.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
15
Reynaldo D. Coronel Jr., Los elementos
del Modernismo en la lírica de Jesús Balmori,
tesis de Maestría, Quezon City, Universidad
de Filipinas, 1986, [inédita], p. 104.
La Princesa Está Triste
DRAMATIS
jl·LSUS llALUOKt.
PERSONAR:
El Príncipe Solimán.
Dos bellas «(alagas de l·i india corle real,
f.a Princes» Siditlis;i.
cogidas tie f:is manos, pasean lentamente
1.a vieja líorny.
entre el crepúsculo y las flores. Van haUna dalaga.
blando despacio. \M armonía de sus pa(>Ua ciataga.
labras y sus gestos se pierde confundid»
en la armonía vesperal....
I.
Una /¡alaga
S Toudo, rodeado del mar, cuyas olas
. . . V (dices f|ue los doctore*
coronadas <ic espumas l>ordan en sus
Han
dicho
que Sidaiisa? . . . .
playas un manto de estrellas ¡>:í lid.is y tem-
E
7!%
L3UO^
Morosas. Y es esa hora c» (pie sobre los vastos jardines del palacio del Rajâh, se doran
y coloran Ins hojas y las flores al declinar
del sol.
Otra datagtt.
Se muere de mal de ainoi
Como se mueren las llore
Si» tos Ilesos de la luisa.
"La princesa está triste", cuento dramático
de Jesús Balmori de resonancias rubenianas,
aparecido en marzo de 1919 en The Philippine
Review/ Revista Filipina.
CLÁSICOS HISPANOFILiPINOS
'i
LlfóRO DE.
'IDA? tlAtllUfTAt
Portada d e El Libro de mis Vidas Manileñas
(1928)
(Procedencia: B i b l i o t e c a N a c i o n a l d e Filipinas)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Jesús Balmori nació en el barrio manileño de Ermita el 10
de enero de 1886. Estudió en el Ateneo Municipal y obtuvo su
bachillerato en 1900 en el Colegio de San Juan de Letrán. Después df
trabajar como abogado, decidió dedicarse a la prensa y a la literatura
La prensa filipina en español vivía sus mejores momentos, y Balmori
fue uno de sus más activos colaboradores. Así, puede ser considerado
como uno de los escritores filipinos más prolíficos. No sólo escribía
para sí mismo, sino que se creó también un alter ego burlón de una
prolijidad casi similar. "Batikuling" firmará gran cantidad de columnas poéticas satíricas16, ciclos que se agruparán conformando verdaderos y deliciosos libros sobre la vida político-social de la época".
Empleará también otro pseudónimo, está vez con nombre más
señorial —"Julio Brial"— sobre todo para reimprimir obras anteriormente aparecidas en otros lugares18.
A la edad de 17 años publicó un libro revolucionario de la lírica
filipina: Rimas Malayas™. Sería definitivamente en 1908 cuando su
"Batikuling: A small tree with elliptical
to oblong-elliptical leaves, small, yellowish
flowers, also knows as pusu-pusò
(Litsea
Glutinosa}", en Vito C. Santos, FilipinoEnglish Dictionary, Manila, National Book
Store, 1978, p. 146.
Sin duda el significado para Balmori era
otro. En entrevista realizada en septiembre
de 2008 en el Hogar San Joaquín sito en la
calle Maytubig de Malate, su propia sobrina,
Teresita Balmori Mateu, recuerda cantarle
una canción sobre Batikuling que concluía
como diablillo. Él mismo se encargó de definir
el concepto: "BATICULING: Notabilísimo
escritor humorístico. Futuro pluscuamperfecto de todas las niñas paput. Presente
de indicativo de todos los mamarrachos.
Pretérito pasado del verbo ginebrear", en
Baticuling, "Enmiendas a un diccionario", en
Aray, 27 de Diciembre, 1923, año I, num. 9,
p, 6. También aparecieron anuncios revelando
el misterio: "Dr. Batikuling. Especialista en
toda clase de dolencias. Tratamiento rápido
para casos crónicos de "spleen" y "tedio".
Consulta: Todos los sábados gratis a los pobres... de espíritu", en Batikuling, sábado 8 de
noviembre, 1936, p. 15. Los semanarios satíricos Aray y Batikuling estaban dirigidos por
Jesús Balmori bajo su pseudónimo burlesco.
Logró reunir en volumen El Libro de mis
Vidas Manileñas, Manila, Manila Gráfica,
1928, con columnas anteriormente aparecidas
en La Vanguardia. Véase reseña de la época
en "Bibliografías «Vidas Manileñas» por
Jesús Balmori", en Excelsior, 30 de Junio,
1929, núm. 832, p. 2S.
En este caso se podrán producir
modificaciones entre los textos, como en
el cuento "Bienaventurados los humildes",
aparecido en tres publicaciones diferentes.
El valor de esta obra consiste en la creación
de una estética del mundo filipino a partir del
Modernismo hispánico, adelantándose a obras
clave de las Letras Filipinas como Crisálidas
CLASICOS
HISPANOF1LIPINOS
nombre se hizo notorio en la escena literaria manileña al desafiar
a los poetas filipinos más consagrados. En el concurso literario
del Día de Rizal ganó, bajo pseudónimo, los tres primeros
premios, con sus poemas Spes, Vae Victis e Himno a Rizal, lo
que originó una polémica en verso con Cecilio Apóstol20. A
partir de este momento Jesús Balmori pasará a ser figura principal
de la creación poética filipina y, dada la orientación modernista
que adquirían sus composiciones, Retana le dedica una atención
preeminente en su crítica al Modernismo:
Á Jesús Balmori, uno de los poetas más jóvenes, le incluyo
entre los que más llegarían á valer; pero el ataque de modernismo
fulminante que padece no sé si le dejará seguir viviendo. Balmori
no ha salido de su patria, y, sin embargo, vive mentalmente en
París, en el París misterioso, trágicamente bohemio, del Barrio
Latino... Balmori quiere á toda costa ser un parisino enfermo, y
enfermo se ha puesto, por pura espiritualidad, porque no concibe
ser poeta si no es muñéndose de tristeza, de tristeza parisina. Eso
de la bohemia, del Barrio Bohemio que él no conoce, le embriaga.
Y aun en cantos tan gallardos como ¡Excelsior!, en que alardea
de patriota, mete á mazo la bohemia... y hace bohemios á Talión
y Prometeo [...] He cargado la mano de la censura en Balmori,
porque Balmori tiene el alma de poeta, vale, y se está "tirando á
matar" á consecuencia de haberse creado a sí mismo un ambiente
falso y antifilipino; y la crítica justa debe pedirle cuentas de tan
sensible aberración. En Balmori luchan el espíritu, que es el de un
(1914) de Femando María Guerrero o Bajo
los cocoteros (1911) de Claro Mayo Recto.
He aquí, a título de ejemplo, el inicio del
poema Rima malaya: "Era la noche tropical
de oriente / alumbrada por luna soñolienta
/ brillaban fugaces mil relámpagos / y el
trueno retumbaba con violencia / Mudo el
jardín, las aves dormitaban / en sus nidos
LOS PÁJAROS DE FUEGO
de plumas y de hojas / y las auras calladas
susurraban / girando entre los lirios y las
rosas / Con pie dudoso y vacilantes manos
/ trepé la verja de dorados hilos / el céfiro
traíame en sus alas / el trémulo rumor de sus
suspiros" (Rimas Malayas, Manila, [s.p.],
1904, p. 179).
20
Estanislao Alinea, op. cit., pp. 111-117.
buen patriota, y el cerebro, que es el de un parisiense de doublé:
y como pone su voluntad al servicio del cerebro, resulta que muchas de sus composiciones son... un verdadero dolor21.
Los elementos que Retana critica pueden observarse, a título de ejemplo, en el tipo de prosa empleada en el cuento "País
de ensueño", donde aparecen todos los adornos del esteticismo
modernista: "Se alejó la princesa, se alejó lentamente del pomposo
y maldito jardín de amor. Heráldica celeste. Sobre gules radiaba
Venus —lampadario de oro— y enarcaba el novilunio su gran ceja
de azur, como el arco de luz de un sagitario que asaetara en los ámbitos durmientes, al monarca vencido que se alejaba huyendo..." 22 .
Sin embargo, en el caso de Filipinas, la estética del Modernismo será el vehículo fundamental en la creación de una estética propia que contenga un ideario político basado en la idea de
nación. El creador modernista filipino no necesitaba la evasión
a paraísos exóticos y orientales, es decir, no necesitaba crear un
Orientalismo desde Oriente. El Modernismo, en el Archipiélago,
W. E. Retana, De la evolución de la
literatura castellana en Filipinas. Los poetas,
cit., pp. 31-34. Dentro de esta misma línea,
Guillermo Gómez Windham señaló en la obra
balmoriana una dicotomía entre la faceta
satírica y periodística y la faceta hedonista y
lírica: "Balmori, [...] fué un poeta complejo,
cuyo genio tuvo más de una faceta y en cuya
lira vibró más de una cuerda. Tan pronto
era el aeda dulce y soñador que cantaba los
anhelos de las almas sencillas, como en brusca
transición se transformaba en el bardo irónico,
con uñas escondidas en fundas aterciopeladas
igual que los felinos, o el satírico implacable
que rimaba apostrofes catilinaríos o burlas
rabelesianas, Tal día hacía brotar lágrimas de
nuestros ojos; tal otro hacía surgir ampollas
y cardenales en nuestra piel. Como el Dr.
Jekyll en la novela de Stevenson, tenía dos
personalidades claramente diferentes y
opuestas que nunca llegaron a confundirse.
En ciertas horas era "el divino Jesús" como
le apodábamos a veces con cariñosa ironía
recordando su excelso nombre patronímico;
en otras era "Batikuling" el diablejo burlón
e irrespetuoso, el iconoclasta procaz", en
Discurso radiado de D. Guillermo Gómez,
de la Academia Filipina, Correspondiente
de la Española, en el primer aniversario de
la muerte del poeta, en Semana.
Revista
¡lustrada Hispano-Filipina,
Manila, 2 de
junio de 1949, vol. I, núm. 24, pp. 11-14.
22
jesús Balmori, "País de ensueño", en
Excelsior, Manila, 30 de Mayo, 1907, pp.
685-687, en Pilar E. Marino, Philippine
Short Stories in Spanish.
1900-1941,
Quezon City, Universidad de Filipinas,
1989, p. 46.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
SEMANARIO SATÍRICO
Enterrados Vivos Por Error
Lo Que Cuentan Algunos
Lsa ^3ded»dw formada* en vario*, paíse* pate. evitar los enterramiento* an «ids, han eolecefonado una porción de testimonio* cuya lectura esosnta y que citan moviendo M la» autoridad** a
dictar medidas am rigurosas encaminadas a asegurar 1» defunciones antes dC loa enterramiento*,
En alfun EtEado de América se ha ordenado ya
que no se entierre a nadie Ȓn antes someter <i
cuerpo a las diez prueba* más serums reconocí4*a por la medicina, verificadas cuando meno*
por dos medióos.
Entre «to* hecho* a que *e ha hecho refertnda, figura «1 testimonio de un Individuo que
¿ayo enfermo del tifus, y después de pasar una
tremenda «1*1* durante la cual quedo «Jn conocimiento volvió «a sí, pero quedando en catado
de inmovilidad absoluta muy semejante a la muer,
te. "Ro este momento (habla ti mismo xupuesto difunto), ol la vox del médico que se ac "
a mi lechoy decía: iTodoha eonelaldol
"Después me cubrid et rostro con un paño y
ni los soiloro* de mi familia, Quise hablar, pero
la lengua se me pegaba al paladar, mientra* mis
miembros «¡aban con» atados por Invisibles eadense, de modo que no podía hacer signo ni movfmitnto alguno. Al dia siguiente me amortajaron, y estuve tres di»* expuesto sobre un estsfal«., mientras los amigos de la familia venían a
dar el pésame. Vo oía y entendí» perfectamente
todo lo que hablaban y me daba perfecta coent*
de lo que ocurrí* Al cuarto día, vinieron loa empitados d* la funeraris, que mt trataron bastante brutalmente. Uno de ellos me puso las rodillas
en el pecho para meterme en la caja, que era demasiado estrecha, Experimente Unto dolor, quo
por unos momentos creí tener fuerza suficiente
para expresarlo. Sin embargo, cerraron el af*H
y cada martillazo MEO temblar tado ni cuerpo,
Despulí, comprendí que hablara» llegado al cementido y a la tumba.- Hice un último esfuer» para gritar, pero todo en vano. Sentí tos golpes que daba la caja contra las paredes de I» fe-
« H nwtWi quo U bcisb*ji. Después me peredo
como ni mil bueno* estallases sobre mi; era U
tferr* que « nuftade* echaban lo* el re amiante*.
Ëmprxaroii s Henar ta lona y me creí separado pa*
B f l W m w M M n l t l N vivo*. He Hablan enterrado en vid*.
"Esperaba quo la asfixia pondría pronto urmino a aquella horrible altuaeJín. Nuevo deseaxt.Ho. Mis pulmones puraüíado*. no Booeattaeatt
a l » ; mi «nada no 1st (a: no podía mover un
«olo dedo, y ñn embargo, ««taba vivo, puesto qua
mirria y eonwrvaba Intensa la raton y la memoría. Pebi «atar mucha* hora* en cate catado; p*.
to luego me parcelo tomo al subieran de nuevo la
caja y la sacasen de a! tí. Senti ú contacto da mu.
cha* manos y et ruido de mucha* vocea» y con»
alguien me abriese por fuer» tos párpado*, meencontré, en medio de una clase de disección y ro_
descarga eléctrica me produjo el mismo efecto
que si de rxd cuerpo brotasen millar** de chispas
que danraban ante mi* ojos. A la segunda seac*m> me incorperé y quedí sentado, pero ere»
yéndcJo efecto de la electricidad, el profesor me
extendió de nuevo y con au escalpelo empate) a abrir una Incisión en mi pecho. Entonce* pude
gritar por fin. Ya e n hora; «suba salvado". '
Otro caso igualmente auténtico, ocurrido ea
Inglaterra, fué el (le un muchacho del campo que
recibid en ta cabeza un golpe de bieldo. Nadie
«syá que 1* cosa tendris consecuencia. £1'joven,
af volver a su casa, baje a la cueva y observo
que vela tan claramente como la lux del sol' Dea*
pues se sintld mato, se metid en U cams y poco*
días después ÍOA médicos 1« daban por muerto:
Como en eí caso aatatiot, el sujeto tenia períeeto coatíimlento de cuanto ocurría en torbo tayp.
lo oí* todo y vela con tus ojos entornado* a su
hermano mayor llorando et) medio de un grapo
de amigos. Sin embargo, DO podía hablar ni mcveras. Poco después era llevado ti—
*
Portada del número 6 (27 de agosto de 1932) del semanario
satírico Aray, dirigido por Jesús Balmorí.
En su primera época, durante la década de 1920,
el rotativo estaba firmado por Batikuling.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
idealiza u n imaginario filipino y lo convierte en elemento de
afirmación nacional en el proceso de construcción de un p r o p i o
nacionalismo. Así lo hallamos en Blasón,
basado en el p o e m a del
mismo n o m b r e de José Santos Chocano: 2 3
Soy un bardo indo-hispano. En mi pecho cristiano
Mi corazón es vaso donde mezclada está
La sangre de Legazpi, el Capitán hispano,'
Con la sangre tagala de la hija del Raja.
Con el talón hundido en olas y en espumas,
Esperé sobre el mar el galeón español,
Y España, al encontrarme, besó las áureas plumas
Que en mi frente temblaban como rayos de sol.
Era hermosa, era buena, era plena de amores;
Puse a sus pies mis lanzas, mis espigas, mis flores;
Le di mi corazón salvaje y oriental;
Y desde entonces va en mi pecho desnudo
Sirviéndome de férreo y de glorioso escudo
Con su idioma divino y su sangre inmortal 24 .
El mérito de Balmori consiste en haber creado, a partir de
los elementos culturales en los que se educa, una estética
filipina
a u t ó n o m a que r e s p o n d e t a n t o a la afirmación asiática de Filipinas c o m o al c o m p r o m i s o por su independencia nacional:
¡Loor a Jesús Balmori, autor de "Rimas Malayas",
a m a n t e de la Belleza, a u t o r de las letras gayas,
caballero p a r n a s i a n o , portativa nacional,
Reynaldo D. Corone) Jr., Los elementos
del Modernismo en la lírica de Jesús Balmori,
op.cit., p. 77.
24
Jesús Balmori, Mi casa de Ñipa, Manila,
Manila Gráfica, 1941, pp. 27-28, reeditado
en AA.VV., Discursos de Malolos y Poesías
Filipinas en Español, Manila, Departamento
de Educación, 1965, p. 63.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
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Portada de Ba/agtasan (Justa poética) (1927)
(Procedencia: Biblioteca Nacional de Filipinas)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
MANILA GRAND OPERA HOUSE
ORAN PUNCIÓN EXTRAORDINARIA.
PARA EL DOMINGO 1« DE SEPTIEMBRE, 1929
A LAS 9:00 P. M,
BALAGTASAN
ENTRE LOS POETAS NACIONALES
Sr. JESUS BALMORÏ
Y
Hon. M A N U E L
BERNABÉ
MANTENEDOR
Hon. QUINTIN PAREDES
SMUKEB CBO.VRMPORE. CÁMARA tlK KEfflRENTANTES
TfMA^ ORO u CORAZÓN
GRAN PROLOGO MUSICALA CARGO DE LAS MEJORES SOFRANQS
Y MÚSICOS FILIPINOS
PRECIO DE LAS LOCALIDADES
Puteo Proscenio
Palto Pinteu
Paleo Principal
P25 0(1
Butacas: Fila A a la II . .
20.00
8.00
Entrada Gcnemt
Fita I a Sa P
Fila Q a l a ? .
,
P4.G0
3.00
2.00
0.50
PEDIDOS AL TELEFONO
4
264
SAN JUAN
Anuncio a toda página del duelo poético Balagtasan entre
Jesús Balmori y Manuel Bernabé. Revista Excelsior,
20 de agosto de 1929.
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
dulce cantor de Recuerdo, trovador de las estrellas,
bardo, que al morir, dejara imperecederas huellas
de su gran genio poético en esta tierra oriental!25
En 1926 Balmori recibió el Premio Zóbel26 —el más importante galardón literario filipino en lengua española— por las
justas poéticas mantenidas junto a Manuel Bernabé en el género
literario propio de las Letras Filipinas conocido como Balagtasan21. Esta obra sin duda es una de las más valiosas de la historia
25
Panegírico de Zoilo Hilario (1891-1963)
—autor del poemario modernista Adelfas
(1911)—que escribiera en alabanza de Balmori
(Arsenio Manuel, Dictionary of Philippine
Biography, Quezon City, Filipiniana Pub.,
1955, III, p. 328). Esta faceta renovadora de
Balmori con respecto a otros autores filipinos
la supo ver Gerardo Diego en su visita a
Filipinas en 1935: "Me recordaba a Villaespesa
hasta en su pasión por el teatro poético, y
una de mis mayores satisfacciones de poeta
español en Filipinas fué la de asistir al estreno
de su "Flor del Carmelo". Nunca quiso cantar
[...] en otro idioma que en español. Frente a
los poetas de estirpe clásica y académica, a
lo Recto o Bernabé, él representaba la libre
especie canora de los bardos románticos, a
lo Rueda o Paco Villaespesa", en Gerardo
Diego, "Jesús Balmori", en Semana. Revista
Ilustrada Hispano-Filipina,
19 de Mayo,
1949, vol. I, núm. 22, p. 7.
Lourdes Castrillo Brillantes, 80 Años del
Premio Zóbel, Manila, Instituto Cervantes
y Fundación Santiago, 2001, pp. 75-80;
ídem, 81 Years of Premio Zóbel. A Legacy
of Philippine Literature in Spanish, Manila,
Georgina Padilla y Zóbel & Filipinas Heritage
Library, 2006, pp. 68-73.
Balagtasan (Justa poética),
Manila,
Gráfica, 1927. Cf. María Dolores Pita,
Balagtasan: La Poesía de Jesús Balmori
y Manuel Bernabé y Otras Cosas Más.
Siendo lo mejor de lo escrito por Filipinos
LOS PÁJAROS DE FUEGO
de Rizal a Nick Joaquín, Manila, Historical
Conservation Society, 1992.
Sobre la capacidad creativa y originalidad
de la literatura filipina, y el gran poder de
su cultura para transformar paradigmas
externos, es de especial importancia la
entrevista que Manuel Bernabé le hizo
a Jesús Balmori a su regreso de México:
"—¿Podría codearse un literato filipino con
otro mexicano? —No solamente codearse.
Sobresalir algunos codos sobre el nivel de su
prestigio. Los literatos mexicanos escriben a
través de los grandes maestros españoles, sin
un átomo de originalidad (entiéndase propia
personalidad), que es lo que caracteriza
a nuestros hombres de letras. Además,
nuestro castellano es más puro, más limpio,
más castellano", en Manuel Bernabé, "Nos
dice... D. Jesús Balmori. El poeta lírico
por excelencia", en Excelsior, 30 de Mayo,
1932, núm. 937, pp. 54-55. El texto no tiene
desperdicio, pues para Balmori el español
filipino es más castellano que el mexicano,
mientras que la literatura filipina debe menos
a la castellana que la mexicana. Mayor altura
lingüística y mayor independencia creativa.
Aún más, la literatura filipina se ha despegado
de su influencia europea (Romanticismo) y de
su influencia americana (Modernismo), para
llegar a un estadio estético original. En las
palabras de Balmori, se desprende pues un
proyecto consciente de crear un paradigma
literario autónomo, patrimonialmente asiático.
literaria filipina, en la que dos poetas de altura internacional dan
lo mejor de sí, en oratoria y composición. La puesta en escena
de estos duelos representaba la culminación de la máxima altura
poética, y para tal ocasión se requería pertinente escenario. Los
periódicos de mayor difusión anunciaban a toda página el evento
que se celebraría en el Manila Grand Opera House28.
Al hilo de la puesta en escena que siempre atendió Balmori,
en gran cantidad de veladas y certámenes, su papel como autor
dramático es sin duda sobresaliente. De ahí que sea de la
mayor extrañeza que siga su teatro inédito, pues fue un verdadero
agitador de la escena manileña de la primera mitad del siglo XX29.
Filipinizad a los Filipinos describe la crisis de identidad de la juventud filipina educada en el exterior, y la reconciliación en los valores
de solidaridad del pueblo filipino ante la falacia de un mundo ficticio. Por su parte, Flor del Carmelo parece tener un propósito más
ambiguo. Si bien Jesús Balmori denunció la mojigatería y las estructuras anquilosadas de una sociedad hipócrita entre la beatería y el
libertinaje, parece ser que su discurso se fue transformando con los
años en favor de un modelo conservador, y su adscripción religiosa
se plasmó más explícitamente con varias obras de tema decidida"Manila Grand Opera House. Gran
Función Extraordinaria para el domingo
1° de Septiembre de 1929 a las 9:00 P.M.
BALAGTASAN entre los poetas nacionales
Sr. Jesús Balmori y Hon. Manuel Bernabé,
mantenedor Hon. Quintín Paredes. Temas:
ORO Y CORAZÓN. Gran prólogo musical
a cargo ele los mejores sopranos y músicos
Filipinos", en Excelsior^ 20 de Agosto, 1929,
núm. 837, p. 39. Como se puede ver, el tema
del Balagtasan es diferente al de los otros tres
publicados en volumen en la obra de 1927.
Así pues, debieron de existir otros duelos
poéticos, cuyos textos por el momento no se
primera pieza [Aves de Rapiña) parecen ser
severas: "El jueves 27 de Mayo de 1909 se
estrenó Aves de Rapiña en el Opera House
diciéndose de ella la prensa: «La obra apenas
tiene trama e ilación. El libretista sólo se
había propuesto hacernos reír en grande.
Sal ática, agudezas y chistes ingeniosos nos
tuvieron en incesante hilaridad durante toda
la representación, al tratar de política y de
políticos, de la huelga de que trae brillantes
conceptos, de la suegra hecha un rompecabezas,
de la suelta y enamorada esperantista y de los
demás personajes que salen en escena para
decir alguna barbaridad jocosa...", en Manuel
han encontrado.
No obstante, las críticas que recogiera
Manuel Artigas sobre la recepción de su
Artigas y Cuerva, " J e s u s Balmori", en Galería
de Filipinos Ilustres, Manila, Imprenta de
Gabino A. Pobre, 1918, tomo II, p. 112.
:LÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
Portada del poemario Mi casa de ñipa (1941)
(Procedencia: Biblioteca López Museum)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
mente católico. De este modo, si hubiera escrito Flor del Carmelo
en sus primeros años, habría que considerarla una crítica al mundo
de las beatas. No obstante, dado que la escribió en una época de
mayor madurez, el misticismo de la pieza manifiesta un ejercicio
totalmente insólito en la obra balmoriana, y una revelación abierta
del transcendentalismo y desengaño que iban a caracterizar sus
últimos trabajos:
Yo te escupí en la faz, te coroné de espinas,
Y te entregué al sayón. Y maldito y artero,
Enclavé como trémulas mariposas divinas
Tus manos y tus pies en el duro madero30.
En 1940 Balmori gana el Premio de la Mancomunidad con
la obra Mi casa de nipà, en la que se realiza plenamente su intento de crear una estética filipina, superando así al Modernismo
para alcanzar un nuevo estadio literario, la culminación de la
literatura áurea hispanofilipina:
El libro de poesías no sólo del "Período de Oro" sino de toda
la literatura Filipinohispana es "Casa de Ñipa" del poeta Jesús
Balmori [...] Sus poesías eran un milagro de valores cromáticos y
musicales que deslumbraron por igual a propios y extraños. Era
el único poeta que derrotó a muchos de sus colegas en innumerables certámenes literarios con razón o sin ella31.
30
"Al Señor Jesucristo", en Excelsior, Enero, 31 Estanislao Alinea, op.cit., p. 8. Claro
1940, núm. 1078, p. 64.
M. Recto así lo estipula en una Semblanza:
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Con Mi casa de ñipa Jesús Balmori consagra definitivamente su obra poética convirtiendo la exotización del imaginario
filipino en una afirmación de la realidad asiática en español.
"Ningún otro poeta filipino estuvo más
inspirado que él, y a todos sobrepujó en la
opulencia de la imaginación y el derroche
de sus fantásticos tesoros. Cuando la musa
de Jesús Balmori, radiante de borgoña y
champagne, volcaba en nuestro horizonte
espiritual su dorada cornucopia de tropos e
imágenes en cascadas inacabables de luz y
color, era como si un demiurgo se entretuviera
en sus juegos de magia haciéndonos añorar
las alboradas del paraíso antes de la primera
prevaricación", en Semana. Revista Ilustrada
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Hispano-Filipina, Manila, 19 de mayo, 1949,
vol. I, núm, 22, p. 7. Véase también Reynaldo
D. Coronel Jr., Prolegomena al estudio
semiático de la metáfora: La poesía lírica de
Jesús Balmori, tesis doctoral, Quezon City,
Universidad de Filipinas, 1994 [inédita].
En verdad Mi casa de ñipa se confeccionó
principalmente con materiales dispersos
publicados con anterioridad, como por
ejemplo: "Yo fui tu divino maestro", en
Excelsior, 20 de junio, 1931, núm. 903, p. 32.
UBIWHA
/AA/^ILA ^JLAT€LICA'
?oí.ÉR,¿W.4-S3.
#
MANILA ©«.
Portada de la novela Bancarrota de a/mas (1911)
(Procedencia: Biblioteca de Benito Legarda Jr.)
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Portada de la novela Se deshojó la flor (1915)
(Procedencia: Biblioteca de la Universidad de
La Salle. Manila)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
/O
' u-OU/
SJ
Firma de Jesús Balmori
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Nippon: niponofilia balmoriana
culados a Asia Oriental también forman parte de composiciones
filipinas. En este caso, sin embargo, lo reseñable es que, encontrándose el Archipiélago entre Asia Oriental y el Sudeste Asiático,
la realidad asiática le es consustancial. Como hemos visto, la exotización del imaginario filipino a través de la estética modernista
sirvió al proyecto de afirmación nacional. No obstante, antes de
llegar a la culminación de este proyecto, hubo la tendencia a realizar un "Orientalismo desde Oriente" incorporando los elementos
que son propios del esteticismo modernista:
En la alcoba olorosa, tras el biombo
azul, bordado de quimeras chinas:
32
Durante el Modernismo hispánico se
empiezan a cultivar los temas orientales
buscando la exquisitez de lo exótico: La
muerte de la emperatriz de la China (Rubén
Darío, 1890), Kakemono (Julián del Casal,
1892), Estampas
japonesas
(Leopoldo
Lugones, 1922) son títulos representativos.
Pero más allá de los temas orientales, el
acontecimiento literario más significativo
fue la adopción de formas provenientes de
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Asia, como la estructura poética denominada
Haiku, tanto en América Latina —siendo
pionero José Juan Tablada (1871-1945)
en México— como en España. Cf. Atsuko
Tanabe, El japonesimo de José Juan Tablada,
México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1981; Gloria Ceide-Echevarría, El
haikai en la lírica mexicana, México, Andrea,
1967; et Pedro Aullón de Haro, El jaiku en
España, Madrid, Playor, 1984.
el fulgor sideral, junto del combo
balconaje de flores y cortinas;
Tendida tú, divina, toda de oro,
toda de rosa y luz y maravillas,
amor de mis amores, yo te adoro,
yo oro ante ti mi ensueño, de rodillas.
Que es la hora del amor, y es la esmeralda
de la luna, dorándote la falda,
la frente mía pálida de asombros,
Cuando bajo en silencio de quimeras
sólo se oye el tin tin de tus pulseras,
de tus manos, como alas, en mis hombros 33 .
"En la h o r a del a m o r " , publicado en Rimas malayas
(1904),
posee, dentro de una estructura clásica, u n contenido notablemente m o d e r n i s t a . La misma fórmula se repite en " N u p c i a l " , de
Mi casa de Ñipa (1941), con la que Balm ori crea un m o d e l o de
poesía erótica asiática en español:
Iluminó el idilio una lámpara azul,
Nos velaron los ibis de un biombo japonés,
Y sintió tu hermosura un diván de oro y tul
Donde besé el perfume de tus descalzos pies.
La penumbra de luna destacaba triunfal
Tu desnudez de perla, dulce como un jazmín,
En tanto despertaba como un verso inmortal
Tu carne virginal de aurora y de jardín.
¿Acaso esto es amor? decías sin hablar;
¿Acaso esto es amor? querían preguntar
El llanto de tus ojos y tu temblor de flor.
Rimas Malayas, op. cit., pp. 137-138.
CLASICOS H1SPANOFÍLIPINOS
Ya están lejos los ibis del biombo japonés
Y la lámpara azul. Vuelvo a besar tus pies
Y te juro ante Dios, que sí, que esto es amor34.
Además de descodificar el Orientalismo en el Modernismo
filipino, Balmori, como asiático, puede sentir y describir Asia
con mayor conocimiento y autoridad 35 . Es en este contexto
donde aparece uno de los elementos que determinará el devenir
no sólo de la obra de Balmori, sino de toda la nación filipina
en el siglo XX: Japón.
Japón, cuya realidad Balmori tuvo ocasión de conocer de
primera mano en un viaje a Yokohama realizado en 1902 siendo aún adolescente, se le representa como un referente cultural,
un modelo de progreso para los pueblos asiáticos. De ahí la
admiración de Balmori por la cultura japonesa, la cual deviene un elemento fundamental en su propia creación artística:
"Balmori, quizá por su lectura de obras modernistas o tal vez
por su visita al Japón, es el cultivador filipino más devoto de
un aspecto característico del exotismo: el japonesismo" 36 .
Dentro de este contexto se sitúa una obra paradigmática
de la producción poética balmoriana, aparecida en 1932 y con
un título que es toda una declaración de intenciones: Nippón.
La primera Conferencia en verso que se celebra en el mundo:
Por el laureado poeta de Filipinas Jesús Balmori, con la colaboración lírica de las notabilísimas sopranos Srta. Nieves Tan,
y Mercedes Osorio y la orquesta Ylaya dirigida por el Maestro
Mi casa de nípa, op. cit., p. 179.
' Guillermo Gómez Windham dedica un
poema a la memoria de Balmori que significativamente introduce con un poema chino,
testimoniando la asianidad balmoriana: "A
UNA LUCIÉRNAGA. La lluvia no apaga
la linterna / Ni el viento aminora su fulgor,
/ Vuela, pues, junto a la luna eterna; / Luce
LOS PÁJAROS DE FUEGO
desde allí tu resplandor. LI PO. Poeta chino
de hace 2.000 años", en Guillermo Gómez,
"Sursum Anima. A la memoria del exquisito
poeta Jesús Balmori", en Semana. Revista
Ilustrada Hispano-Filipina» Manila, 19 de
mayo, 1949, vol. I, num. 22, p. 8.
36
Reynaldo D. Coronel Jr., op. cit., 1986, p.
105.
Bonifacio Abdón. Discursos en castellano y japonés por los
Honorables Francisco Varona y Hon. S. S. Miyazaki, Presidente
de la Asociación Japonesa de Filipinas. Se trata de un discurso
apologético sobre Japón y la civilización japonesa 37 estructurado del modo siguiente: Primera Parte: Pórtico/ Génesis/ Madame Crisantemo. Segunda Parte: El Japón heroico/ La Gueisha/
Seda, laca, porcelana, oro, y marfil/ Los muertos mandan.
Tercera Parte: Nara, los ciervos, la princesa/ Historia divina del
divino Gautama/ La música/ La fiesta de las flores. Conclusión.
La conferencia, declamada en verso, como indica el título,
inicia con Pórtico; en él los símbolos modernistas aparecen junto
a la temática nipona al anunciarse la apología que seguirá de la
civilización japonesa:
Cielo azul, Oros y fresas.
Y bajo el fulgor solar
Las ciudades japonesas
Dormidas como princesas
En las orillas del mar.
[...]
Japón, gueisha cariñosa,
Por tu amor y tu decoro,
Como una linterna ardí;
Dame tus sedas de rosa
Y átame tus suecos de oro,
¡Porque voy a hablar de ti!38.
"En agosto del año 1932, el poeta dictó la
primera conferencia en verso que se celebró
en el mundo, cuyo tema fue "Nippon", bajo
el patrocinio de la Asociación Japonesa de
Filipinas [...] Durante la misma ocasión, los
honorables diputados Francisco Varona,
E
entonces director de El Debate, y S. S.
Miyazaki, presidente de la referida asociación,
pronunciaron discursos en español y japonés
respectivamente", ibidem, p. 65.
38
Jesús Balmori, Nippon, Manila, [s.p.],
1932, pp. 17-19.
CLASICOS HISPANOHLIPINOS
La apología se hace explícita en la siguiente composición
—Génesis—, donde se afirma que el pueblo japonés es de origen
divino y los emperadores son los representantes de una divinidad
primigenia:
Soberbia de los mares que le rinden su arrullo,
Altivez de las tierras que humilla su mirada,
Presunción de los cielos de reflejo ambarino,
Son veinticinco siglos sosteniendo su orgullo,
Pues habéis de saber que en su historia dorada
El pueblo japonés es de origen divino.
[...]
Amateratzu era más bella que las flores,
Susanoo la encerró en cercos de pasión,
Y de aquellos olímpicos, turbulentos amores,
Descienden los Mikados, dignos emperadores
Del Japón39,
Estos versos son muy significativos, pues no son ya un mero
adorno lírico por parte de un poeta que asume el hedonismo
exótico modernista, sino que constituyen el reconocimiento por
parte de un ciudadano filipino de la superioridad de los emperadores de Japón y, en consecuencia, de la autoridad del Imperio Japonés en Asia. Recuérdese que la obra no es un florilegio
poético, sino una conferencia pronunciada ante la Asociación
Japonesa de Filipinas a la que asistieron autoridades japonesas y
en donde se declamó otro discurso en japonés 40 . Que un escritor
filipino tan reconocido como Jesús Balmori alabase públicamente la cultura japonesa hasta el punto de enaltecer su origen
divino, no podía sino ser interpretado por el auditorio japonés
Ibidem, pp. 21-22.
Discurso en japonés de S. S. Miyazaki,
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Presidente de la Asociación
Filipinas, ibidem, pp. J-14.
Japonesa
de
como una prueba de que Japón poseía una civilización que le
autorizaba a dirigir a los restantes pueblos asiáticos41. Es más, en
Madame Crisantemo Balmori se distancia de la frivolidad modernista en temas asiáticos, manifestando ya explícitamente que
su intención no es exaltar el Japón literario sino la civilización
japonesa contemporánea:
¡Pero, no! ¡no! Mentira! Esta mujer preclara
No es la que nos presenta cual flor del Yoshiwara
La gris literatura de América y París!
El Japón del presente, no es el Japón que fué,
Y el hogar japonés no es la casa de té
De los Gómez Carillo y los Pierre Lotis.
Yo os digo que no tiene espinas esta rosa;
Cuando la japonesa se convierte en esposa
Se convierte en la amante rendida del marido;
Quiere con un querer resignado y profundo,
Y no puede haber nada ni nadie ya en el mundo
Que la pueda apartar del fervor de su nido42.
También la mujer japonesa, en su marcialidad y suprema
exquisitez, representa para nuestro autor la máxima perfección que
puede alcanzar el refinamiento humano. Para Balmori, cantor de la
dalaga filipina, la geisha es el símbolo de la elevada civilización:
Es de noche, en un salón, y son las once.
Suena un gong como un violón de viejo bronce.
Se descorre una cortina de oro y grana,
41
Sobre las intenciones japonesas respecto a
Filipinas, véase Lydia N. Yu-Jose, Japan views
the Philippines. 1900-1944, Quezon City,
Ateneo de Manila, 1992.
Nippon, cit., pp. 23-24.
42
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Y en la escena que simula un nuevo Oriente
Se adelanta quedamente, lentamente,
La muñeca de esmaltada porcelana43.
La conferencia concluye con la alabanza eterna de Japón,
siempre que éste represente un refugio donde el artista pueda
acoger "todos tus vividos colores":
Por tus daimios y shogunes, tus samurais, musmés y bonzos,
Por tus volcanes que te agitan en terremotos seculares,
Dame la augusta melodía de tus litúrgicos responsos,
Y cíñeme con los collares de tus jardines y tus mares.
Yo, a cambio de eso, con el alma llena de vivas mariposas,
Y con el pecho refractando todos tus vividos colores,
Tendré una flor siempre en los dedos para tus geishas voluptuosas,
Y una canción siempre en los labios para tus tierras y tus mares,
Para tus cielos y tus flores44.
Balmori no puede ser más explícito. Sus versos no nacen de
la "gris literatura de América y París", sino del conocimiento
de la realidad japonesa. Con ellos está tratando de crear un
ideario niponófilo en español, lengua del nacionalismo filipino, en un momento en que el Archipiélago se encuentra bajo
el poder norteamericano. Puede que Balmori vea en el Imperio
Japonés una corrección al dominio norteamericano en el Archipiélago. Acaso por esto Balmori, como poeta filipino, promete
cantar a Japón siempre que la civilización japonesa se erija
como protectora y redentora. Así pues, todo parece indicar que
Nippón, lejos de ser un mero ejercicio esteticista, contiene una
Ibidem, p. 31.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Ibidem, p. 47. Concluye el texto en Manila
el 26 de agosto de 1932.
I *>sí|S8JI
serie de connotaciones políticas en un momento en que Japón
estaba expandiendo su imperio asiático. Balmori quizá no
actuó con claras intenciones políticas al componer esta obra, y
a buen seguro no era consciente del alcance que podía suponer la apología de Japón en tales momentos, pero lo que sí es
cierto es que Nippon, en su preciosismo modernista, exalta a
Japón diez años antes de la invasión japonesa de Filipinas con
la entrada en Manila el 2 de enero de 1942 45 .
Cf. Teodoro Agoncillo, The Fateful Years:
japan's Adventure in the Philippines, 1941-
Wk
1945, 2 vols., Quezon City, Universidad de
Filipinas, 2001.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
àUarnQs las manos ^
¡No perden Islas Filipinas aorada
bles de Vds !
?
i Vamos! In nosoforos, Japoneses, dannos las manos confiados !
¡Y, mano a mano, vamos a esTablecer
rr
sia del es;sie de Asia del esje Ï
i
Pasquín propagandístico japonés en
lengua española, probablemente impreso y
distribuido en Manila en 1942.
(Procedencia: Archivo de Rico T. José)
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
El desengaño orientalista y la destrucción de Asia
constituye uno de los episodios más horrendos de la historia de
la humanidad. Existe una enorme bibliografía que testimonia
los crímenes contra la humanidad que la pluma pudo recuperar
del olvido46. En el caso particular de Filipinas, es de notar que
desde el primer momento se creó una tradición de testimonios en
español47, debido probablemente al hecho de que el conflicto béli40
A título de ejemplo véanse: Iris Chang, The
Rape of Nanking. The Forgotten Holocaust
of World War II, Londres, Penguin Books,
1998; Lord Russell of Liverpool, The Knights
of Bushido. A Short History of Japanese
War Crimes, Londres, Greenhill Books,
2002 (1958). Específicamente sobre Filipinas:
Ma. Felisa A. Syjuco, The Kempei Tai in the
Philippines: 1941-194S, Quezon City, New
Day, 1988; Benito J. Legarda, Jr., Occupation:
The Later Days, De la Salle University Press
&c Filipiniana.net, 2007; José Ma. Bonifacio
Escoda, Warsaw of Asia: The Rape of Manila,
Manila, Giraffe Books, 2000; Joaquin L.
Garcia, It took four years for the rising
sun to set (1941-194S): Recollections of an
unforgettable ordeal, Manila, De la Salle
University Press, 2001; Marcial P. Lichauco,
"Dear Mother Putnam"; A Diary of the
Second World War in the Philippines, Quezon
i-OS PÁJAROS DE FUEGO
City, Cornelia B. Lichauco Fun, 2005; et
María Rosa Henson, Confort Woman. Slave
of Destiny, Manila, Philippine Center for
Investigative Journalism, 1996.
Cf. Antonio López de Olaguer, El terror
amarillo en Filipinas, Barcelona, Juventud,
1947; José G. Reyes, Terrorismo
y
Redención. Casos Concretos de Atrocidades
Cometidas por los japoneses en Filipinas,
Manila, [s.p.], 1947; Benigno del Río, Siete
días en el infierno (En manos de la Gestapo
Nipona), Manila, Nueva Era Press, 1950.
La tradición llega hasta nuestros días, ya
que recientemente han surgido dos obras
filipinas escritas en español sobre la Segunda
Guerra Mundial en el Archipiélago: María
Dolores Tapia del Río, Mis memorias de
la guerra de Filipinas, Barcelona, Parnass,
2004 y Carmen Güell, La última de
Filipinas, Barcelona, Belacqva, 2005.
co fue especialmente duro con la población hispanohablante del
Archipiélago. Los barrios de mayor abolengo de Manila fueron
completamente arrasados, por cañones americanos a distancia
y por tropas japonesas desde tierra48. Ello supuso la irreparable
desaparición de todo un patrimonio material, cultural y lingüístico insustituible, que marca un antes y un después en la historia de
la civilización filipina. Terminada la guerra, el chabacano ermitaño desapareció, muchos manileños emigraron y la población
hispanohablante filipina no sólo perdió el protagonismo social de
antaño, sino que en buena parte se dispersó49.
Un testimonio directo de un filipino que sufrió las torturas
japonesas nos lo ofrece Benigno del Río (1907-1969), escritor que
ganó el Premio Zóbel en 1936 por el drama El hijo de Madame Butterfly. El texto denuncia sin ambages la vacuidad de los
tópicos culturales al uso y da fe del desengaño orientalista tras la
destrucción de la idea de Asia fomentada por el Imperio Japonés:
No menos de veinte golpes recibió la mestiza con
resignación mientras susurraba a media voz y en español:
—Más lo es tu madre. Más lo es tu madre...
Y ¡coincidencia!: antes de terminar aquel espectáculo
tan inhumano, la luna se cubrió para no ser testigo de esa
bestialidad nipona.
—¡Cobarde! ¡Cobarde!
48
Cf. Alfonso J. Aluit, By Sword and fire.
The Destruction of Manila in World War
U, 3 February-3
March 1945, Manila,
Bookmark, 1994.
49
Cuenta María Dolores Tapia del Río
en sus memorias que la Compañía Aérea
Filipina (PAL), dirigida por Soriano, trató
de contratar a filipinos hispanohablantes
después de la guerra, siendo el español la
lengua que se hablaba en las oficinas y los
Murillo, única superviviente de su familia
por la PAL y trabajó como azafata de vuelo.
Véase Isaac Donoso, "Vida de Carmen Madrid Murillo, manileña de Intramuros", en
Revista Filipina, tomo XII, núm. 3, otoño
2008 <http://revista.carayanpress.com/cmadridl.
html>: et ídem, "The last time Carmen
Madrid heard the Intramuros Bells", en
Gaceta de Intramuros, octubre-diciembre,
2 0 0 8 , vol. I, núm. 3, p. 5.
vuelos. Éste fue el caso de Carmen Madrid
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Sí. Había sido una escena repugnante, nauseabunda. ¡Por
los suelos quedaba la tan cacareada galantería y caballerosidad
nipona, del Bushido y de los Samurais!...50.
Japón no representa ya la refinada exquisitez concebida por el
Modernismo, ni es posible seguir creyendo en su ideario político como
emblema de la unidad asiática frente a Occidente. El Japón de 1945 es
muy distinto del que cantaban los poetas. La poesía ahora será usada
como crónica de los espantos de la guerra; tal es el caso del poema
"¿Qué nos dieron?" de Guillermo Gómez Windham (1880-1957)51,
dedicado a las atrocidades cometidas por Japón en Filipinas:
Vinieron de guerra en son
nuestras playas invadiendo,
nuestros pueblos sometiendo
a dura y cruel opresión.
Sin motivo y sin razón
a millares insultaron,
tundieron y torturaron,
aun a viejos y a mujeres
pues no como a humanos seres
los nipones nos trataron.
Nuestras casas nos quitaron,
nuestros barcos los hundían,
nuestros puentes destruían,
y los templos profanaban.
Y al fin, cuando ya escapaban
—de vencer sin esperanza—
padecimos su venganza:
50
Benigno del Río, op. cit., p. 33.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Agradecemos a Andrea Gallo sus indicaciones
sobre la fecha de nacimiento del autor.
el incendio y el pillaje;
a la mujer, el ultraje,
a los hombres, la matanza.
Ebrios de insania y crueldad,
embriagados de sadismo,
aun a su aliado mismo
atacaron sin piedad.
Jamás en reciente edad
ni en el remoto pasado
del hombre incivilizado,
en el tiempo paleolítico
se le mató al paralítico
o a la mujer en estado52.
Durante la Segunda Guerra Mundial la literatura filipina
no podía ser sino testimonio del mundo caótico existente 53 . Los
tiempos del hedonismo exotista habían acabado. El Orientalismo había revelado su más evidente desengaño, el de ser una fabulación literaria. El mito asiático creado por el Imperio Japonés
quedaba así destruido y con él toda Asia. Es en este momento,
tras el horrendo 1945, cuando Jesús Balmori concluye su obra.
52
En José G. Reyes, op. cit., pp. 83-85.
Las atrocidades fueron
paulatinamente
poniéndose por escrito como testimonio de
lo acaecido, y como prueba ante el juicio
contra los mandos japoneses. Los periódicos
de la época recogieron diariamente los nuevos
datos: "Vi por lo menos a tres muchachas
yaciendo en el suelo, después de haber sido
violadas repetidas veces. Vi por lo menos
a veinte japoneses abusar de una niña de
13 años. Luego le cortaron los pechos y se
estuvieron riendo. Parecían disfrutar mucho
con lo que hacían", en Voz de Manila, sábado
3 de noviembre, 1945, vol. II, num. 106,
p.
6.
Sobre la actividad cultural filipina
desarrollada durante la dominación japonesa
véase AA.VV, Panahon ng Hapon: Sining
sa Digmaan, Digmaan sa Sining (Studies
on Philippine Art and Society, 1942-1945),
Manila, Sentrong Pangkultura ng Pilipinas,
1992.
CLÁSICOS HISPANOFIUPINOS
Poema Ermitense
JESÚS BALMOKI
I
EL QUE TA PENSA ELE
Na debajo de un pono que ta cargao de nanea
Ta mira bueno el biejo sí puerto el marejada.
N'a junto de ele, quieto, ta recostaoel banca.
Como un mujer querida que ta dormí cansada.
Agora ta morí el último scntcUas
Del sol que ta roda como ensendído bola;
Y na propundo bienio que la minea el esueilas
Ta tcmblá como un lx»o de espumas todo el ola.
El biejo ta pensa, ta pensa ele quilaya
Al queda más de noche de rcbolbl na playa
Y de deja con Ychay na casa de Bclítc.
Para pod6 pesca mas que no hay ele sebo
Y pod6 ele compra un par de corcho nuebo Con el diasque do Yetiay> para anda na Cabitc
n
QUI LAYA BGS
Sí de jabí» yo bueno quiíaya el bos pigura
No de encentra yo plorC3 para bisa ele como;
Bos como un talde blanco, ta Heno de dulsura;
Bos como el plores de oro que ta na sinamomo.
Si bos ta camina ta sintt yo que todo
Ta llena de perfume, resplandor y colores,
Como si tic pasa un procesión na lodo
Y el lodo ta queda de repente hecho plores.
Xa todo el nisós pueblo no de encentra. tnSs una
Mujer cual bos, tan bello, can blanca como e¡ luna
Cuando ta apárese na pondo del bahía,
80s único el hermosa, bos único et ¡¡raBic-sa,
Ni mas ni menos como el angeles do rosa
Que ta na pies del Nuestro Señora de la Guía, . . . .
IÍ1
POR CAUSA ÜEI. SIRENA
Ya amanesí na playa, hinchado como un bola.
Seguro que ele joven todobiá y hermoso
1
Na su cuerpo tendido ta rebrinca el mana ola
Ele «o ta minea na propundo reposo.
Eí ojos negro de ele ta todobfa abierto.
E! ropas dcsttosado, el cuerpo con herida.
Seguro más de un dia que ta flota ele muerto.
Seguro no hay quien sabe que ya perdd ele el bida.
Y ta jabtá un soltera que ta quita el arena
Del ojos de ele;—-Pijo que ya canta un Sirena
Y ya queda encantado el pobre pescador
P i j o . . . . porque na bida ta desgrasiS e! mana hombre
Por causa de ese mana Sirena o cosa nombre
Que ilofros y nísos ta pode Hamá Amor
Junto al exterminio físico de miles de
personas y la.destrucción de extensas partes
de la ciudad, la batalla de Manüa en
febrero de 1945 produjo también la
desaparición de patrimonio intangible
filipino, como el chabacano ermitaño.
Este "Poema Ermitense" de Balmori es uno
de los pocos testimonios que quedan del
extinguido dialecto del barrio de la Ermita.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
•?£E
Vista de la Plaza Fergusson desde el Bulevar (hoy, Roxas
Boulevard), en una fotografía realizada hacia el final
de la década de 1930. Tras el busto del administrador
norteamericano se puede observar la casa de la familia
Balmori, que ocupaba el n° 131 de la calle Alhambra
y hacía esquina con la citada Plaza,
(Procedencia: Archivo de Alberto Montilla)
CLÁSICOS HISPANOFIÍ-IPINOS
Vista de las ruinas de la Plaza Fergusson y alrededores, en una fotografía
tomada desde la Ermita hacia el Bulevar (hoy, Roxas Boulevard). La
fotografía, hecha semanas después de la batalla de Manila, en marzo o
abril de 1945, muestra el tremendo grado de destrucción que sufrió la
ciudad de Manila. La casa familiar de la familia Balmori (a la derecha) ha
quedado reducida a un montón de escombros. En la izquierda de
la fotografía, entre los restos de lo que era la Plaza Fergusson,
se aprecia la espalda del monumento.
(Procedencia: Archivo de Alberto Montilla)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Vista aérea del barrio de la Ermita después de la guerra. En
la esquina inferior izquierda pueden apreciarse las ruinas
a que han quedado reducidos los alrededores de la Plaza
Fergusson, incluida la esquina de la calle Alhambra donde
se erigía la casa familiar de los Balmori
(Procedencia: Archivo de Alberto Montilla)
CLÁSICOS HISPANOFILIPIIMOS
Tanque blindado norteamericano atravesando el portón del Fuerte Santiago
(Intramuros) durante la batalla de Manila. Febrero de 1945.
(Procedencia: Archivo de Alberto Montilla)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
ÜS!KH|
Los pájaros de fuego: recuperación
de una obra capital de las Letras Filipinas
J L ^ a obra balmoriana culmina en la novela Los pájaros de
fuego, escrita durante la dominación japonesa y concluida en
1945, pocos meses después de terminada la guerra. Se trata de
la única novela en español sobre la Segunda Guerra Mundial
en el Pacífico escrita por un asiático contemporáneamente al
conflicto 54 .
La obra consta de cuatro partes divididas en cinco capítulos cada una. Las primeras tres partes se escribieron durante
la dominación japonesa y se encuentran mecanografiadas; la
última parte se escribió después de la guerra y está manuscrita,
tal como indica el proemio.
El texto fue adquirido por el gobierno filipino y permaneció
ilocalizable durante años. La novela nunca ha sido publicada
por lo que pocos han sido los lectores que han tenido el privilegio de leerla en más de medio siglo. Por este motivo, la actual
edición crítica representa la puesta en valor y recuperación para
las Letras Filipinas de una obra capital, la culminación de la
obra balmoriana y el testimonio del fin de un mundo.
Dentro del reducido corpus de novelas filipinas en lengua
54
Sobre las novelas filipinas en inglés de la
Segunda Guerra Mundial véase Elena P. Polo,
The Negative Fire vs. The Affirming Flame:
i
American and filipino Novels on the Pacific
War, Manila, Universidad de Santo Tomás,
2000.
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
española55, la novelística de Jesús Balmori tiene una gran relevancia por haber intentado superar la novela romántica y cultivar un realismo social revelador de la psicología de la población
filipina56. La primera novela del autor apareció en 1911 bajo el
título Bancarrota de almas57. Pocos años después vio la luz la
segunda, Se deshojó la flor, donde sigue ahondando en la misma
temática de la anterior: la asfixia moral de la sociedad contra la
libertad del individuo 58 . Los críticos de la época comparaban la
55
Cf. A Checklist of Filipino Novels in
Spanish, en Arsenio Manuel, op. cit., Ill, p.
8; et Resil B. Mojares, Origins and Rise of
the Filipino Novel. A Generic Study of the
Novel until 1940, Quezon City, Universidad
de Filipinas, 1998.
56
"Pero, vuelvo a preguntar: ¿es una novela
filipina [la primera novela publicada por
Balmori]?. Nótese que el autor no la ha
titulado de costumbres filipinas, sino filipina,
sin duda porque en ella las costumbres,
el paisaje, la acción es lo accidental. Lo
esencial es el alma. El alma de Angela,
Ventura y Augusto ¿es filipina? El autor lo
dice, ningún crítico ni periódico filipino lo
ha negado, leyendo la novela nos lo parece.
Sí, Angela, Ventura y Augusto son filipinos.
Pero su espíritu, su mentalidad, su linaje de
idealismo no son ciertamente ancestrales.
La novela de Balmori, despojada de toda
intención política, es, sin embargo, un nuevo
y poderoso alegato nacionalista"; palabras
de Joaquín Pellicena Camacho en Jesús
Balmori, Se deshojó la flor. Novela filipina,
Manila, [s.p.], 1915, p. vii. Previamente
bajo pseudónimo como Francisco Quintero
en "Apuntes bibliográficos. Bancarrota de
almas, novela filipina, por Jesús Balmori,
Manila, 1911", en Cultura Filipina, Abril,
1911, año II, núm. 1, pp. 271-276.
57
Jesús Balmori, Bancarrota de almas.
Novela filipina, Manila, Librería Manila
Filatélica, 1911.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Mucha de la literatura de la época discutía la
pertinencia o no de adoptar maneras sociales
americanizadas frente a los estándares
clásicos. Se trata también de un tema
recurrente en la zarzuela, el de la "dalagang
bukid". Balmori asume una posición más
compleja al afirmar que, no obstante el valor
de la tradición, la moral es juicio personal y
no entenderlo así lleva a la decadencia social:
"Un hombre se embriaga, como lo he hecho
yo, por dolor, por no te importe qué miserias
humanas, débil, cobarde á resistir el golpe á
pié firme; y un hombre vá á comprar una hora
de amor cuando no tiene en el mundo quien
le quiera, cuando está solo y le dá pavor su
soledad, cuando con hambre y sed de besos,
no le importa si la boca que ha de dárselos
es santa ó demonia. Esto no lo comprenden
los hartos, los graves que van campanuda y
pomposamente gritando ¡MORAL!... ¡Puah,
moral! Yo sé de muchos de estos señorones
cosas enormes, cosas que publicadas darían
asco hasta á los perros", ibidem, p. 9.
Se trata de una capital problemática de
comienzos de siglo, que no puede ser en
ningún caso simplificable a señalar que la
hispanidad representa el conservadurismo
católico y la americanización la liberación
sexual. Balmori, tal como hiciera Felipe
Trigo en obras que destripan la podredumbre
de una sociedad muerta a través de la vida
erótica, trata de desvirtuar el dogmatismo
moral dando voz interna a la mujer, pero al
mismo tiempo mostrando que esa libertad
poesía de Balmori con Francisco Villaespesa y sus novelas con
las obras de Felipe Trigo (1864-1916). Sin duda Balmori conoció las obras de Trigo, autor que se consagró profesionalmente
gracias a los honores recibidos en Filipinas en acción épica durante su destino en el Archipiélago como médico. En efecto, en
septiembre de 1896 se produce una sublevación, Trigo sufre siete
machetazos y es dado por muerto, se arrastra por la selva a lo
largo de un kilómetro para dar la alarma, y con heridas imborrables llega a España en calidad de héroe. Con Blasco Ibáñez,
Felipe Trigo fue el autor español más leído e internacional de la
primera mitad del siglo XX. Parece fuera de toda duda que en la
propia Filipinas, origen del fenómeno literario «Trigo», su obra
fuera ampliamente conocida. Definitivamente, en la novelística
balmoriana los elementos y el ideario de Trigo se manifiestan
como en ningún otro autor filipino: la denuncia de las falacias
sociales a través de los instintos más primitivos 59 .
puede llevar a la construcción de una
nueva cárcel. Véase Wystan S. de la Peña,
"Battlefield and Booty: The Early American
Period Filipina in Jesus Balmori's Novels
Bancarrota de Almas and Se Deshojó la Flor,
en "Philippine Humanities Review", Quezon
City, Universidad de Filipinas, num. 9, 2007,
pp. 46-58.
"Separándola los pies, Saturnino, poco a
poco, situábase entre ellos... La inminencia
de derrota, la vergüenza, de indecencia,
dábala ahora a la infeliz la sensación del
abandono de aquella madre suya que no venía
en su auxilio, que no gritaba siquiera porque
hubiésenla matada.
—¡Madre! ¡Madremíadelalma! ¡Madreee!
¡Madreee!—clamaba, con un terror más de
alma asesinada, sobre aquel otro terror de los
pudores que iban a robarle.
Y como de pronto sintió que se agotaba,
que se le tendían encima de la desnudez otras
desnudeces esqueléticas de un cuerpo duro
y frío, recogida en las últimas invencibles
rabias del asco y del rechazo, retorcióse toda
y extendió a la vez las piernas, en un enérgico
impulso de ballesta, que hizo ir al desmedrado
Saturnino rodando fuera de la cama", en
Felipe Trigo, Jarrapellejos. Vida arcádica, feliz
e independiente de un español representativo,
Madrid, Castalia, 2004 (1914), p. 333.
La figura de Felipe Trigo de un tiempo
a esta parte está siendo recuperada como
imprescindible en la historia de la novela
española del siglo XX, papel fundamental
que fue segregado por las afiladas
implicaciones sociales y políticas de su obra,
alegato destripador de las dos Españas. No
obstante, la relación Felipe Trigo-Filipinas
está todavía por estudiar.
Cf. Martín
Muelas Herraiz, La obra narrativa de Felipe
Trigo, tesis doctoral, Madrid, Universidad
Autónoma de Madrid, 1986 [inédita]. Sobre
relecturas feministas a la obra de Trigo ver
Wadda C. Ríos-Font, "Horrenda Adoración:
The 'Feminism' of Felipe Trigo", en
Hispània, mayo, 1993, núm. 2, pp. 224-234.
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
Las expectativas que crearon las dos primeras novelas de
Balmori no fueron ulteriormente colmadas ya que no aparecieron otras novelas suyas en las librerías. De ahí la transcendencia
de su tercera novela, que se venía esperando desde hacía años.
Cuando por fin Balmori escribió ésta su tercera novela, lo hizo
como testigo y narrador del caos bélico y de la destrucción del
Archipiélago. Con ella, además, llevó a su ápice el proceso de la
novelística filipina en lengua española:
Balmori was also considered one of the outstanding
novelists of his time. His first novel Bancarrota de Almas
published in 1910 [...] treats the theme of sensuality and the
main character enunciates Balmori's modern and rebellious
ethical concept that morality is an individual affair. His second
novel Se Deshojó la Flor also on a similar theme advances a
step further and satirizes the existence of God [...] In his third
novel Pájaros de Fuego the protagonist does not only accept
the existence of a supreme creator but also the limitations of
society. Written during his forced retirement during Wold War
II, this novel, distinctly patriotic in content, is considered the
most important prose work of Balmori. The book was acquired by the Philippine Government and remains unpublished up
to the present60.
Los pájaros de fuego narra la destrucción de la familia
Robles, familia tradicional y acomodada de la alta sociedad
filipina que desde la más refinada exquisitez se verá conducida
a la más vil miseria. Don Lino Robles, devoto de Japón, será
humillado y exterminado, su hijo Fernando deambulará como
soldado fantasma hasta desfallecer, su hija Natalia será violada
60
En Pilar Eugenia Marino y Edgardo
Tiamson Mendoza, Cuentos de Balmori
LOS PÁJAROS DE FUEGO
(1886-1948),
1987, p. xv.
Manila, National Book Store,
por una tropa de soldados japoneses, y su yerno Sandoval se
venderá como colaboracionista del mando japonés61. La guerra,
viene a decirnos Balmori, no es la única culpable del exterminio
de la aristocracia filipina; su propia desidia y decadencia moral
la llevarán a la inconsciencia de la inminencia bélica y a adorar
como libertador al que luego será su verdugo.
En la primera parte de la novela Japón es pintado como la
culminación de la civilización asiática. En la segunda se desvela la
debilidad moral de la sociedad filipina, que conducirá al colapso
y la indefensión de una idea de nación ficticia, idea desarrollada
en la tercera parte, cuando se inicia la invasión japonesa. La
cuarta parte narra la destrucción orgiástica tanto material como
moral del mundo filipino y representa un corpus narrativo per
se dentro de la obra balmoriana. Abandonado el ideal de belleza
que siempre había movido a Balmori, nos hallamos tan sólo con
el horror. El horror sacude la obra con el episodio de la violación
de la dalaga filipina, que constituye un momento culminante de
la prosa balmoriana. Natalia, representante del sublimizado ideal
estético filipino conceptualizado por Balmori, quedará condenada
por su propia fabulación y degradada como vil objeto.
Si Filipinas es violada y destruida, los filipinos, sugiere el autor, no están exentos de culpabilidad. Tampoco Balmori es ajeno
a su ceguedad orientalista. Niponófilo convencido, desengañado,
descubre ahora la realidad que oculta el mito japonés de la esfera
de coprosperidad de la Gran Asia Oriental. Resulta de un patetismo revelador la lectura de su "Oración a San Abagán", patrón de
los bufones, en la que Jesús Balmori se reconoce desintegrado:
"Esta novela pretende ser una pintura
acabada de los horrores de la guerra y para
ese efecto descubre el robo, la violación y
el asesinato cometidos por la soldadesca
japonesa, a través de las brutalidades, sin
nombre, contra los filipinos, particularmente
en los últimos días de la ocupación enemiga"
(Estanislao B. Alinea, op. cit., pp. 97-98).
Alinea conocía el argumento de la novela, y es
el único que le dedica una sección especial al
comentar la obra, lo que quiere decir que tuvo
acceso a ella y la leyó.
CLÁSICOS HISPANORLIPINOS
¡San Abagán, mea culpa! Yo incliné mi chireta
Ante los japoneses, como si fuera un burro,
Para que no me dieran, al verme, una chuleta
En nada parecidas a las de "Casa Curro".
Y hundido por completo en saludos sin fin,
Por la ciudad, la aldea, el campo y la maleza,
Dejé por mucho tiempo de ser Batikuling,
¡Y fui baticabeza!
[...]
¿Soy colaborador por cuanto dije y digo?
¿Por todo lo que hice y estoy dispuesto a hacer?
¿Por haber puesto a salvo de patadas mi ombligo?
¿Por no haber aprendido, como Sergio [Osmeña], a correr?62
La novela pues representa la caída en los infiernos de una
sociedad dirigida a su propia destrucción. Japón es el verdugo de
la mentira. Una vez destruida la mentira —el hedonismo de una
sociedad inconsciente— no queda sino la visceralidad primitiva.
Ante tal Armagedón, la obra concluye con la vuelta al momento
primigenio de anagogía religiosa63 y civilizacional.
Tras la finalización de Los pájaros de fuego, Jesús Balmori
no publicó ninguna obra en volumen, quedando igualmente ésta
inédita al ser comprada por el gobierno filipino. Según parece,
tísico y sin posesiones (que quedaron arrasadas en la Ermita), se
le hacía una acción de caridad en esta transacción. No obstante,
Batikuling, "Oración a San Abagán", en
Voz de Manila, domingo 9 de diciembre,
1945, vol. II, num. 139, p. 3. "BATICABEZA:
Un bicho raro, que está como Ciria Cruz con
un movimiento de rotación y traslación en
la testa, que forma época", en Aray, 27 de
diciembre, 1923, año I, num. 9, p. 6.
"En cambio, su tercera y última novela,
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Pájaros de Fuego, ya defiende la existencia
del Supremo Creador. Compuesta durante
su retiro motivado por la Segunda Guerra
Mundial, esta novela se distingue por su valor
patriótico y se considera la prosa más lograda
del poeta", en Reynaldo D. Coronel Jr., Los
elementos del Modernismo en la lírica de
Jesús Balmori, op. cit., p. 63.
en su último período se manifestó especialmente activo en Voz
de Manila, donde tenía una columna como Batikuling llamada
Mi Voz, extraordinario testimonio de las reflexiones satíricas de
un desheredado al borde de la muerte y, sin embargo, una de las
figuras únicas de las Letras Filipinas:
Mi querido Doctor: Le escribo la presente
Para informar a usted sencilla y llanamente
¡Que en vano está luchando por salvarme la vida!
¡Mi salud, cada día, está más decaída!64
La última creación en la vida de Jesús Balmori fue recitada
cuando se encontraba en su lecho agonizante. Al día siguiente
apareció publicada en Voz de Manila, el 23 de mayo de 1948,
día de la muerte del autor:
"A Cristo"
Si nuestra vida es dolor
Para llegar hasta ti,
Bendito dolor, Señor,
De cuanto yo padecí.
¡Qué valen estas supinas
Angustias de mi desvío,
Con tu corona de espinas
Amor mío!
Mis miembros yacen esclavos
Del dolor a toda luz,
¿Qué es eso ante los clavos
64
"Al Doctor León C. Malubay", en Voz de
Manila, domingo 16 de diciembre, 1945, vol.
II, num. 143, p. 3.
•9
CLASICOS HISPANOFIUPINOS
Que te hirieron en la Cruz?
Llevo una cruz, solitario
Cual si llevara una flor,
Para seguir tu calvario
¡Señor, Divino Señor!
Así aspiro que redimas
Mi alma inconstante y falaz;
Ya que el dolor salvó a Dimas
Para siempre jamás 65 .
Copiada desde Semana. Revista Ilustrada
Hispano-Ftlipina, Manila, 19 de mayo, 1949,
vol. I, núm. 22, p. 9.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
-Si *» «3 oundo p*iste un p a r a í s o , * p r * i 8 0 «a lloan m i f l n a s .
ïato lo ibn cler.er.do e los euetrovlento» fil SifiBOrc BroBO Annolui,profesor
d? cunto 7 piano forte, natural do Sillar, y nombra popularísico *»• toa c i r c u i d
artístico» 7 las acade»i»e wusicales do Manila.
Llevaba, varios Pñoamn >-l pala v al oMinoste profesor Ofl sus aTtistices p > r t .
prinaciones de artR, /ttbia recorrido las p r i n c i p i e s I s l a s . P*re al Luson, Bie*y » y «IndaTWO er*n coses er*ndns, t r-unquo no ten enora»» cor*o S»rio*ldi, «urao —
Uni 7 Verdi. En cuaitoal ^ i s a n a j o , ara ot « c o s e , » ¡U bl» aucho qu« t v b U r .
£h su opinion, loa filipino» no «stao*2 ÎWB qu" -rK·nianaSHïntejf c i v i l i z ó l o s .
pnando a alru^o d " ! r-s ( i i s d ^ i l o s , oeritrndo una romanza, ro le Mcp&bi
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>'ílÍpinasJ do I t a l i a , ^ n v z do ¿apandar d« Aserica, loe tenores ¿"toas datafln»-rían. T las jóvenes bonltp» y eceudeled"» s* casarían con itállenos para mejor*
la rasa.
ïstabft desde ouy taspreno en c e a rie loe RoMos con al ft «texto d« f a
leedor, de^l canto a Ha t a l la, £11* tipbia reñido le nftene entorior con el novio,
y en vas de cantar, f r i t a b a . *int*l«i aud*b* frió y bufnba ante el piano, vibrando da indignación!
-?ar le. aere defJDÍo, elrr.orln» Natalia. P T 1« «anta MM do Clatoforo
Coloabo.
•Qn* pesai
$ua aquello no •« ™nt«b* a s í , ^UP esteta n-rtirirando les notes 7 lo»
sonidos.
-fties s i 70 noto canto, que lo cante Seruso,
-*ta. Cerneo no ft tJ«ne -.^ yWfHéii el canto, Xa -anted, u s t e d . . . .
3u"no; o v o die; *i*.orr no
pare n u l a M . L"
olía el pocho; Ir d
Página mecanoscrita de ios pájaros de fuego.
(Procedencia: Biblioteca Nacional de Filipinas)
CLÁSICOS HISPANOFIL1PINOS
Fuentes textuales de Los pájaros
de
fuego
_.^4os pájaros de fuego, novela escrita por Jesús Balmori durante
los años de ocupación japonesa y concluida en 1945, posee una historia textual compleja que la ha llevado a estar hasta ahora inédita.
Durante mucho tiempo se ha considerado de forma genérica que
el manuscrito fue adquirido por el gobierno filipino y permaneció
ilocalizable durante años. La novela nunca ha sido publicada y
privilegiados han sido los lectores que ha tenido en más de medio
siglo. De tal modo se fue creando la idea de que el original se había
desvanecido, y la tercera novela de Balmori era un texto perdido.
Tras diferentes investigaciones, al presente hemos podido encontrar dos fuentes y un apócrifo que recogen un texto completo de
la novela. Es por estos motivos que en la actualidad se presenta
la novela por primera vez publicada y editada. A continuación, se
resumen las características de las fuentes halladas:
a.
Documento A: Manuscrito de la Biblioteca Nacional de
Filipinas
El documento original de la novela, el que adquirió el
gobierno filipino directamente del autor, se encuentra en la
Biblioteca Nacional de Filipinas, con signatura [10152 f]. Sus
LOS PÁJAROS DE FUEGO
características físicas son un volumen de 163 páginas en 35 x 23
cm., encuadernado en tapa dura, con dos tipos de papel, tamaño de
folio mayor a partir del Capítulo II de la Tercera Parte.
Se compone de cuatro partes divididas en cinco capítulos
cada una66. Las primeras tres partes se escribieron durante la
dominación japonesa y se encuentran mecanografiadas. La última
parte se escribió después de la guerra y está manuscrita, así nos lo
dice el proemio67. El motivo tal vez se deba a que todos los enseres
quedaron destruidos durante el bombardeo, y Balmori perdió por
lo tanto su máquina de escribir, obligándole a concluir la obra
a mano. Por la comparación paleogràfica con la firma de Jesús
Balmori y otros documentos, creemos que tanto el manuscrito
como todas las anotaciones al mismo son obra de su propia mano.
Sin ninguna duda, el mecanoscrito y manuscrito de la Biblioteca Nacional es el documento de referencia de la obra, y la
única base sobre la cual establecer la edición crítica a partir del
texto directamente establecido y anotado por el autor 68 .
b.
Documento A': Copia microfilmada del Ateneo de Manila
El segundo documento es de especial significación pues nos
pone de relieve los intentos realizados a lo largo de los años para
poder hacer accesible al público filipino la obra. Se trata de una
copia puesta en limpio del documento de la Biblioteca Nacional,
completamente mecanografiada y preparada para su publicación.
En tal sentido, el autor realiza una edición de las correcciones introducidas por Balmori al manuscrito, interpretando en consecuencia lecciones y estableciendo un texto para su publicación. ComEstructura estándar que caracteriza las
novelas anteriores de Balmori.
Cf. supra.
El hallazgo y obtención de la copia con
la que trabajamos del Documento A se debe
a los esfuerzos realizados por José María
Fons Guardiola en la Biblioteca Nacional de
Filipinas.
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
parando ambos textos, se desprende que el Documento A' mantiene
las alteraciones que de forma manuscrita existen al Documento A,
y en contadas ocasiones existen descuidos con el original.
El D o c u m e n t o A' se encuentra microfilmado en la Biblioteca Rizal del Ateneo de M a n i l a , con signatura [RLMRC F 1 9 9 5
T E M P 1 9 9 5 A ] . Físicamente se c o m p o n e de 144 páginas y se
introduce la obra con el siguiente texto:
To the Reader:
Jesús Balmori (Batikuling) was born in 1886 and died in
1948. His early fame was as a Filipino poet in Spanish. But when
his two novels Bancarrota de Almas (1910) and Se Deshojó la
flor (1915) were published, he was acclaimed as a very prominent
novelist in Spanish. The promise, however, was not fulfilled, although he did try to finish one more novel during the last few years of his life. He wrote the manuscript of a novel he titled "Los
Pájaros de Fuego" (The Birds of Fire) which, by his own admission, was written during the Second World War and immediately
after it. It is a novel about the war, the lives that were enmeshed
in it and ruined as a consequence. He was never able to publish
it, but before his death in 1948, the Philippine Government
acquired the unpublished novel and now keeps it at the Special
Collections department of Filipiniana division of the National Library. What you have in your hands is a copy of the original. It is
significant for its being the last novel of Balmori, the only known
novel in Spanish about World War II Philippines, and probably as
the penultimate novel in Spanish in the Philippines, the last being
Antonio M. Abad's La Vida Secreta de Daniel Espeña(1960),
F. H. H.
8/7/7909.
69
Jesús Balmori, Los pájaros de fuego. Nov ela
filipina de la guerra, Quezon City, 1945
LOS PÁJAROS DE FUEGO
[Biblioteca del Ateneo de Manila: RLMRC
F1995 TEMPI 995A], p. 1
Como se desprende del texto, su autor estaba perfectamente
informado de la transcendencia que rodeaba a la última novela
de Jesús Balmori, y de la localización del manuscrito original. Es
más, pone de relieve que se trata de una de las últimas novelas
filipinas en español, y que por lo tanto el lector se encuentra
ante un texto único. Ciertamente resulta significativa la
existencia de esta copia dispuesta para la imprenta y que la obra
permanezca a día de hoy todavía inédita 70 .
La autoría del Documento A', rubricado
bajo las siglas [F. H. H.], correspondería al
investigador filipino Florentino H. Hornedo,
quien ha investigado sobre novela filipina
en español ("Notes on the Filipino Novel
in Spanish", en Saint Louis
University
Research Journal, 1980, XI, 3, pp. 383-422)
y específicamente sobre la obra Los pájaros
de fuego, como demuestra su reseña en la
Enciclopedia Filipina del Centro Cultural
de Filipinas ("Los pájaros de fuego", en CCP
Encyclopedia of Philippine Art. Philippine
Literature, Manila, CCP, 1994, vol. IX, p.
435).
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
Retrato de Jesús Balmori impreso en la revista
Excelsior el 10 de junio de 1916.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Fotografía aparecida en la entrevista realizada por
Manuel Bernabé a Jesús Balmori al regresar éste de una
gira poética por México. Revista Excelsior,
30 de mayo de 1932.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
sft'ywj^^fV'WiitortWjKifr
Retrato d e Jesús B a l m o r i en 1929. Revista
10 d e s e p t i e m b r e d e 1929.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Excelsior,
i£SJHsJ
Caricatura de Batikuling realizada por F. Esteban y
aparecida en la revista Excelsior ei 10 de noviembre de 1929,
como preámbulo a la sección «Nuestras entrevistas»
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
IUB2YRAS ilRnr®l^[
Srla. "DOLORES
—Lo que más quiero en la v i d a ? . . .
—Sí; lo que más quiere usted en ia v i d a . . .
La Sita. Hidalgo nas mira largamente, fijamente, pensativa, sin tremular los párpados, pétalos de las ñores de sus ojos, sin cerrar su boca
de perlas y corales. Y de pronto, en una súbita
resolución, vuelve a sonar su cariñosa voz:
—Diga usted que los niños, los libros, y las
flores.
Valores entendidos. Quiere a los niños porque
su corazón es un niño que salta y rie y ernta y
juega como con globos, con sueños de colores.
Quiere a los libros porque como la princesa que
todo lo aprendió en los cuentos, su frente está
llena de castillos maravillosos, selvas en flor y
caballeros que traspasan las fauces de los dragones con su espada de oro, para librar del encanto
las vírgenes dormidas y despertarlas •
beso de libertad y amor. Y quiere a las flores,
HIDALÇO
porque son sus hermanas; hermanas de su cuerpo, y hermanas do su alma.
—Cual es, entre todos los colores, su color favorito?
—El azul.
—Y sus artes favoritas?
—Todas.
—Toca usted el piano?
—El piano, no; el violin; pero no lo diga usted.
-- -Qué autores literarios son más de su agrado?
—Los clásicos.
•—Le gusta a usted el b a i l e ? . . .
La Srta. Hidalgo hace un gesto despectivo:
—-Asi a s í . . .
—Entre los bailes, cual prefiere?
--Las antiguas danzas.
—Por qué?
—Más armonía, más elegancia, más ritmo, más
belleza, más cando
Jesús Balmorí, retratado en su sección regular
«Nuestras entrevistas», junto a Dolores Hidalgo.
Revista Excelsior, 30 de agosto de 1929,
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Hemos tenido con Miguel Fleta una chai-la lírica. El «ran tenor español nos ha abierto su
alma musical, hecha de ruiseñores y canarios,
pentagrama latente sobre el que ríen todas las
notas y triunfan todos los ritmos. Fleta es ara-
gonès, y además de aragonés y de su edad—31
años—es un gran niño grande. Se acerca uno
a él creyendo habérselas con un arrogante atleta y asombran sus maneras suaves sus palabras
leves, sus gestos de encantadora timidez. Orgu-
Sección especial aparecida en la revista Excelsior
el 30 de septiembre de 1929, con motivo de la visita a Filipinas
del tenor español Miguel Fleta, entrevistado por Jesús Balmori.
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
Criterios de edición
e presenta en este volumen la novela Los pájaros de fuego,
que ve por primera vez la luz desde su composición hace más de
medio siglo. También se realiza la primera edición crítica de la
obra, tomando en consideración el Documento A como único
válido para establecer las lecciones y el texto definitivo. Durante
este tiempo el texto ha sufrido una compleja historia textual en
la cual se hallan diferentes intentos de publicación por parte de
los contados lectores que ha tenido en más de cincuenta años71.
Estanislao Alinea y Florentino Hornedo
habían sido los únicos investigadores, según
se desprendía de sus publicaciones, que
habían demostrado tener conocimiento de
la obra y haberla leído. Sorprendentemente,
encontramos otro autor que, no sólo la
conocía, sino que incluso la había traducido
al inglés. Así nos dice Alfredo S. Veloso en
diferentes biografías, como por ejemplo la
aparecida en la contraportada de Return
from Oblivion: "His first translation work
was Masks from Enrique Laygo's Zobel prize
winning Caretas. This appeared in 1957 and
was followed by: translations of Mabini's
Philippine Revolution, Manuel Guerrero's
Prosa Literaria, El Campeón, Zobel winning
novel of Antonio M. Abad, Rafael Palma's
biography of Apolinario Mabini; the first
and last novels of Jesús Balmori Bancarrota
de Almas and Pájaros de Fuego", en Alfredo
S. Veloso, Return from Oblivion. Poems to
Rizal, Manila, Asvel, 1962, contracubierta.
Alfredo Veloso por lo tanto tenía copia de
la obra, y un texto realizado por él mismo
LOS PÁJAROS DE FUEGO
que representaba !a traducción de la novela al
inglés. Tales documentos no fueron publicados.
Pero lo más sorprendente es que Guillermo
Gómez Rivera los compró antes de la muerte de
Veloso y, según su propio testimonio, Veloso le
vendió dos obras diferentes: 1) el manuscrito
original de 1945; 2} una revisión realizada por
el propio Balmori al texto original, cambiando
elementos de enorme sustancia respecto al
original.
Desgraciadamente los originales se han
perdido, habiendo sido digitalizados con
anterioridad sin embargo. Guillermo Gómez
Rivera nos ha facilitado —con enorme
amabilidad que agradecemos sinceramente—
copia completa en documento Word de la
novela Los pájaros de fuego, en versión
apócrifa que según afirma realizó Balmori
antes de morir. No obstante ello, a expensas
de contrastar los datos con los documentos
originales, esta versión sólo aporta un
componente episódico y curioso más en la
compleja e intrigante historia textual de Los
pájaros de fuego.
Sobre la obra se ha ido construyendo a lo largo de este
período un misticismo que la ha llevado paradójicamente al
olvido y la desidia, simbolizando el sino de la literatura filipina
en español. Es por tales motivos que en la actualidad, y empleando las técnicas modernas que provee la Filología Hispánica
y la crítica textual, se debe emprender con responsabilidad la
recuperación textual de obras referenciales de la literatura hispanofilipina. En nuestro caso, obtenido el documento original y
contrastado paleográficamente con la escritura de la mano del
autor, confieren al Documento A la única legitimidad de ser la
matriz sobre la cual establecer rigurosamente la edición crítica,
las variantes de autor (anotadas de la misma mano de Balmori)
y las explicaciones textuales.
El aparato crítico se compone principalmente de dos tipos
de anotaciones. Por un lado, las explicaciones al texto y definiciones de palabras (filipinismos, niponesismos, etc.) se introducen con nota a pie de página encabezada por asterisco *. Cuando la definición proviene del Diccionario de la Real Academia
Española en su última versión de 2001 72 , se entrecomilla. Por
otro lado, las variantes corregidas a mano o a máquina en el
Documento A se anotan a pie de página empleando principalmente tres indicaciones: a) Texto incluido: «]»; b) Texto excluido: «[»; c) Texto alterado: «[]». Finalmente, se actualiza la
ortografía según la revisión académica publicada por la Real
Academia Española en 199973.
72
Diccionario
de la Real
Española,
Madrid,
Real
Española, 2001, 2 vols.
Academia
Academia
73
Ortografía de la lengua española, Madrid,
Real Academia Española, 1999.
CLASICOS
HISPANOFILIPINOS
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Bibliografía
Balmoriana
Poemarios:
Rimas Malayas, Manila, [s.p.], 1904.
Balagtasan (Justa poética), Manila, Gráfica, 1927.
El Libro de mis Vidas Manileñas, Manila, Gráfica, 1928.
Nippon. La primera Conferencia en verso que se celebra en el
mundo: Por el laureado poeta de Filipinas Jesús Balmori, con la
colaboración lírica de las notabilísimas
sopranos Srta. Nieves Tan,
y Mercedes Osorio y la orquesta Ylaya dirigida por el Maestro
Bonifacio Abdón. Discursos en castellano y japonés por los
Honorables Francisco Varona y Hon. S. S. Miyazaki,
la Asociación Japonesa de Filipinas,
Presidente de
Manila, [s.p.], 1932
Mi casa de ñipa, Manila, Gráfica, 1941.
Novelas:
Bancarrota de almas. Novela filipina, Manila, Librería Manila
Filatélica, 1911.
Se deshojó la flor. Novela filipina, Manila, [s.p.], 1915.
Los pájaros de fuego. Novela filipina de la guerra, 1945.
Teatro:
Aves de Rapiña, 1904 [perdida],
Filipinizad a los Filipinos, 1940 [inédita].
Flor del Carmelo: poema dramático en cuatro jornadas, verso y
prosa, 1940 [inédita].
Obra dispersa parcial:
A)
C O M O «JESÚS BALMORI»:
I.
POESÍA
"¡Gloria!", en The Filipino Teacher, enero, 1909, vol. II,
num. 7, p. 9.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
"Bienaventuranza", en The Filipino Teacher, julio, 1910,
vol. IV, num. 8, p. 8.
"Bienaventuranza", en Cultura Filipina, mayo, 1910, año I,
num. 2, pp. 249-250.
"Líneas Breves", en Cultura Filipina, mayo, 1910, año I,
num. 2.
"Las rosas últimas", en Renacimiento
Filipino, julio, 1910,
núm. 4, p. 16.
"Cabalística", en Renacimiento
Filipino, 21 de septiembre,
1910, núm. 15, p. 15.
"Wagneriana", en Renacimiento
Filipino, 28 de octubre,
1910, núm. 20, p. 19.
"Bacchanalia", en Renacimiento
Filipino, 14 de diciembre,
1910, núm. 23, pp. 5-6.
"Líneas Breves", en Renacimiento
Filipino, 14 de enero,
1911, núm. 26, p. 13.
"Testamento", en Renacimiento
Filipino, 28 de enero, 1911,
núm. 28, p. 16.
"De la musa lírica", en Renacimiento
Filipino, 7 de marzo,
1911, núm. 33, p. 16.
"íntima", en Renacimiento
Filipino, 28 de marzo, 1911, núm.
36, p. 7.
"Líneas Románticas", en Renacimiento
Filipino, 14 de abril,
1911, núm. 38, p. 8.
"La venganza de las flores", en Cultura Filipina, abril, 1911,
año II, núm. 1, pp. 528-529.
"El Taal (Hacia lo paradógico)", en Cultura Filipina, abril,
1911, año II, núm. 1, pp. 435-436.
"La selva en flor", en Cultura Filipina, octubre, 1911, año II,
núm. 7, pp. 135-136.
"Amor ¿eres tú?", en Cultura Filipina, octubre, 1911, año II,
núm. 7, pp. 388-389.
LOS PÁJAROS DE FUEOO
"1912", en José Sedano Calonge (dir.), Almanaque
Manila
Galante, Manila, Imprenta de Juan Fajardo, 1912, pp.
5-6.
"Los ojos que a ti vuelven", en Cultura Filipina, abril, 1913,
año III, núm. 7, p. 182.
"Dolorosa", en Cultura Filipina, abril, 1913, año III, num. 7,
pp. 412-413.
"India Virgen Lacrimosa", en Día filipino, diciembre, 1914,
año II, núm. 2, p. 87.
"A Salvador Rueda", en Excelsior, 30 de octubre, 1915, núm.
343,p.l3.
"Filipinos y Argentinos", en Revista Filipina, junio, 1916, vol.
I, núm. 6, p. 25.
"A Cervantes", en Excelsior, 10 de junio, 1916, núm. 365, pp.
13-14.
'Tríptico: I. Aldonza Lorenzo; II. Dorotea; Teresa Panza", en
Excelsior, 10 de junio, 1916, núm. 365, p.14.
"Los Héroes pasan...", en Revista Filipina, septiembre, 1916,
vol. 1, núm. 9, pp. 16-17.
"Bajo tu manto divino y azul", en Excelsior, 30 de diciembre,
1916, núm. 385, p. 15.
"Post Scriptum", en Tirso de Irureta Goyena, Rosas de Amor,
Manila, La Vanguardia, 1917, p. 109.
"Domus Áurea", en Revista Filipina, febrero, 1917, vol. II,
núm. 2, pp. 15-16.
"Poema Ermitense: I. El que ta pensa ele; II. Quilaya bos; III.
Por causa del sirena", en Revista Filipina, mayo, 1917, vol.
II, núm. 5, p. 26.
"Filipinas a España", en Excelsior, 20 de septiembre, 1917,
núm. 411, p. 18.
"Canto a España", en Excelsior, 30 de enero, 1918, núm.
424, p. 18.
CLÁSICOS HISPANOFIL.IPINOS
"A S.M. El Rey Alfonso XIII", en Excelsior, 20 de julio, 1918,
num. 4 4 1 , p. 1.
"A S.M. La Reina Victoria de Battemberg", en Excelsior, 20 de
julio, 1918, num. 4 4 1 , p. 2.
"Salmos de Oro. Por tus manos santas", en Excelsior, 10 de
noviembre, 1919, núm. 488, p. 16.
"Tríptico Real: I. Alfonso XIII; II. Victoria de Battemberg; III.
Bandera española", en Excelsior, 30 de enero, 1920, núm.
496, p. 16.
"Salmos de Oro", en Día Filipino, diciembre, 1921, año IX,
núm. 12, p. 9.
"A la Reina y Señora del Círculo Recreativo de Manila", en
Excelsior, 10 de marzo, 1925, núm. 680, p. 11.
"El alma de los pinos", en Excelsior, 20 de diciembre, 1928,
núm. 813, p. 7.
"Oriental", en Excelsior, 10 de enero, 1929, núm. 815, p. 2 1 .
"Noche divina de París", en Excelsior, 10 de febrero, 1929,
núm. 818, p. 28.
"Provincianas: Campesina divina; Por el blanco camino; Selva
en flor", en Excelsior, 10 de mayo, 1929, núm. 827, p. 3 1 .
"Pampanga", en Excelsior, 10 de junio, 1929, núm. 830, p. 19.
"Cuatro de Julio", en Excelsior, 30 de junio, 1929, núm. 832,
p. 30.
"Caballero de Ensueño", en Excelsior, 20 de julio, 1929, núm.
834, p. 4 1 .
"¡Regios! Poesía declamada por la Srta. Ceila Canseco en
el Manila Grand Opera House en la Noche del Domingo,
6 de septiembre de 1924, y dedicada expresamente a los
exquisitos cigarrillos Regios", en La Defensa, viernes 20 de
septiembre, 1929, p. 5a.
"A mi Reina", en Excelsior, 20 de noviembre, 1929, núm.
846, p. 5.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
"Navidad Pueblerina", en Excelsior, 20 de diciembre, 1929,
núm. 849, p. 59.
"Canción de Patria", en Excelsior, 30 de diciembre, 1929,
núm. 850, p. 14.
"Las navidades del ciego", en Excelsior, 20 de diciembre,
1930, núm. 885, pp. 38-39.
"El Makiling", en Excelsior, 10 de abril, 1931, núm. 896, p. 5.
"Renunciación", en Excelsior, 30 de mayo, 1931, núm. 901, p.
11.
"Yo fui tu divino maestro", en Excelsior, 20 de junio, 1931,
núm. 903, p. 32.
"Chantas", en Excelsior, 20 de noviembre, 1931, núm. 918, p.
7.
"Versos Laudes. Divino Taumaturgo", en Voz Española, 18 de
junio, 1932, p. 4.
"En un suspiro", en Excelsior, 20 de octubre, 1932, núm. 954,
p.7.
"Pasa la navidad", en Excelsior, 20 de diciembre, 1932, núm.
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"Smiles...", en Excelsior, 20 de enero, 1933, núm. 960, p. 11.
"México, ciudad de ensueño", en Philippine Free Press, Abril,
1933, vol. 27, núm. 15, p. 59.
"Nocturno de Chopin", en Excelsior, 30 de agosto, 1933,
núm. 977, p. 5.
"Homenaje", en Excelsior, 15 de diciembre, 1933, núm. 985,
pp. 24-26.
"Espigas", en Excelsior, 30 de mayo, 1934, núm. 995, p. 15.
"La Oración de la Raza", en Excelsior, 15 de junio, 1934,
núm. 996, p. 16.
"Excelsior", en Excelsior, 15 de agosto, 1934, núm. 1000, p. 30.
"Los Reyes Magos pasan", en Excelsior, 30 de diciembre,
1934, núm. 1009, p. 8.
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
"En el columpio", en Excelsior, 15 de mayo, 1935, num.
1018, p. 12.
"Un canto en el camino", en Excelsior, 15 de junio, 1935,
núm. 1020, pp. 11.
"Noche de Bulevar", en Excelsior, febrero, 1936, núm. 1033,
p.9.
"Laboremos", en Excelsior, abril, 1936, núm. 1035, p. 30.
"Ave Delfina", en La Vanguardia, 26 de noviembre, 1936.
"Oh Salutatis hostiae", en Excelsior, enero, 1937, núm. 1044,
p. 10.
"Presentando al poeta Conrado Blanco", en Excelsior, agosto,
1937, núm. 1051, pp. 13-14.
"Gloria", en Excelsior, enero, 1938, núm. 1054.
"Amor y yo Somos Así...", en Excelsior, mayo, 1938, núm.
1058, p. 15.
"Ante el ara María del Rosario", en Excelsior, octubre, 1938,
núm. 1063, p. 7.
"Golondrinas", en Excelsior, diciembre, 1938, núm. 1065.
"Poema de la nueva España", en Excelsior, julio, 1939, núm.
1072.
"Al Señor Jesucristo", en Excelsior, enero, 1940, núm. 1078,
p. 64.
"Romance de amor y campo", en Excelsior, octubre, 1940,
núm. 1087, p. 11.
"Como un árbol sin hojas y sin flores", en Excelsior,
noviembre, 1940, núm. 1088, p. 64.
"Oblación. A la Primera Dama de Filipinas", en Voz de
Manila, domingo 5 de mayo, 1946, vol. Ill, núm. 77, p. 1.
"Reina y Madre. A la Señora Rosario Acuña de Piazo", en Voz de
Manila, domingo 26 de mayo, 1946, vol. Ill, núm. 96, p. 1.
"Filipinas", en Voz de Manila, jueves 4 de julio, 1946, vol. Ill,
núm. 126, p. 1.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
"A Manuel L. Quezon", <en Voz de Manila, sábado 27 de julio,
1946, vol. Ill, num. 145, p. 1.
"A Cristo", en Voz de Manila, 23 de mayo, 1948.
"Yo te quiero cantar como debiera cantarte", en Semana.
Revista Ilustrada Hispano-Filipina,
19 de mayo, 1949, vol. I,
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"Motivo", en Semana. Revista Ilustrada Hispano-Filipina,
19
de mayo, 1949, vol. I, núm. 22, p. 5.
CUENTOS
"País de ensueño", en Excelsior, 30 de mayo, 1907, pp. 685687
"Vida", en Renacimiento Filipino, 14 de marzo, 1911, núm.
34, pp. 21-22.
"El caso del Dr. Ulano", en Cultura Filipina, octubre, 1912,
año III, núm. 1, pp. 29-31.
"Entre reyes y primos andaba la cosa. Cuento de Pascua", en
Cultura Filipina, octubre, 1912, año III, núm. 1, pp. 213-215.
"La Invasión", en Revista Filipina, noviembre, 1916, vol. I,
núm. 15, pp. 39-42.
"Na Maldito Arena (Poema Ermitense)", en Revista Filipina,
abril, 1917, vol. II, núm. 4, pp. 71-73.
"El caso del Dr. Laredo", en Revista Filipina, agosto, 1918,
vol. III, núm. 8, pp. 595-598.
"Maternidad", en Revista Filipina, septiembre, 1918, vol. Ill,
núm. 9, pp. 714-716.
"Los ojos que cerró la Gloria", en Revista Filipina, octubre,
1918, vol. Ill, núm. 10, pp. 810-814.
"El regalo de Amor", en Revista Filipina, febrero, 1919, vol.
IV, núm. 2, pp. 108-110.
"El Radioscopo", en Revista Filipina, abril, 1919, vol. IV, núm.
4, pp. 288-291.
&áyag<sM
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
"El Sawá", en Revista Filipina, mayo, 1919, vol. IV, num. 5,
pp. 391-394.
"El Sacrificio", en Revista Filipina, junio-julio, 1919, vol. IV,
num. 6-7, pp. 445-449.
"Alma Grande", en Revista Filipina, agosto-septiembre, 1919,
vol. IV, núms. 8-9, pp. 524-528.
"El Anting-Anting", en Revista Filipina, octubre, 1919, vol.
IV, num. 10, pp. 617-620.
"Desde el arroyo" en Revista Filipina, noviembre, 1919, vol.
IV, num. 11, pp. 698-701.
"La amargura de lo cierto", en Día Filipino, diciembre, 1919,
año VII, núm. 9, pp. 96-97.
"La Hidra", en Revista Filipina, enero, 1920, vol. V, num. 1,
pp. 76-81.
"La Pesca", en Revista Filipina, marzo, 1920, vol. V, num. 3,
pp. 194-196.
"El Castigo", en Revista Filipina, abril-mayo, 1920, vol. V,
núms. 4-5, pp. 278-281.
"La ironía de la vida", en Revista Filipina, junio, 1920, vol. V,
num. 6, pp. 361-363.
"El Mayor Pecado", en Revista Filipina, julio, 1920, vol. V,
num. 7, pp. 429-432.
"El triunfo de la vida", en Revista Filipina, septiembre, 1920,
vol. V, num. 9, pp. 582-583.
"Bienaventurados los humildes (Cuento)", en Revista Filipina,
octubre, 1920, vol. V, num. 10, pp. 656-662.
"Redención" en Revista Filipina, noviembre, 1920, vol. V,
núm. 11, pp. 736-740.
"La Bailarina", en Revista Filipina, febrero, 1921, vol. VI,
núm. 2, pp. 96-99.
"El Ciego Amor (Cuento)", en Revista Filipina, abril-mayo,
1921, vol. VI, núms. 4-5, pp. 165-68.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
"El Tesoro de Simoun", en Día Filipino, junio, 1921, año IX, núm.
12, p. 11.
"La Ilusión", en Excelsior, 10 de febrero, 1929, núm. 819, pp. 1113.
"Trece mil y pico", en Excelsior, 30 de abril, 1935, núm. 1017, pp.
15-17.
"Un cuento japonés", en Excelsior, noviembre, 1935, núm. 1030,
pp. 33-34.
"Contra la cruz", en Excelsior, agosto, 1938, núm. 1061, pp. 1718.
"A Pepito le han comprado un globo", en Excelsior, enero, 1939,
núm. 1066.
"¿¡El pasado... no vuelve!", en Excelsior, abril, 1939, núm. 1069.
"Cuento de hadas (para los niños y para los hombres", en
Excelsior, junio, 1939, núm. 1071.
"La suerte de la fea", en Excelsior, octubre, 1939, núm. 1072.
"Los ojos que cerró la Gloria", en Excelsior, diciembre, 1939,
núm. 1077.
ni.
NOVELA
"La Redención del Bandido. Novela Filipina", en Revista
Filipina,
septiembre, 1916, vol. I, núm. 7, pp. 33-41.
iv.
TEATRO
"La Princesa está triste", en Revista Filipina, marzo, 1919, vol.
IV, núm. 3, pp. 195-199."
"Campanadas de Gloria", en Aray. Revista Satírica
Semanal.
"Noche de Abril", en Excelsior, 15 de octubre, 1933, núm. 980,
pp. 23-27.
v.
ENSAYO
"Por los pobres niños", en Renacimiento
Filipino, 28 de febrero,
1911, núm. 32, pp. 21-22.
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
vi.
DE MANILA A MÉXICO
"Capítulo I", en Excelsior, 10 de junio, 1932, num. 938, pp.
12-13.
"Capítulo II", en Excelsior, 20 de junio, 1932, num. 939, pp.
12-13.
"Capítulo III", en Excelsior, 30 de junio, 1932, num. 940, pp.
11-13.
"Capítulo IV", en Excelsior, 10 de julio, 1932, num. 941, pp.
10-13.
"Capítulo VII", en Excelsior, 10 de diciembre, 1932, num.
956, pp. 25-26.
"Atrio", en Excelsior, 30 de octubre, 1933, num. 981, pp. 7-8.
"China poblana", en Excelsior, 30 de octubre, 1933, num.
981, p. 8.
"Barbarismos Idiomáticos", en Excelsior, 15 de noviembre,
1933, num. 982, p. 25.
"México Bucólico", en Excelsior, 30 de noviembre, 1933,
num. 983, p. 31.
"México Trágico", en Excelsior, 31 de diciembre, 1933, num.
985, p. 2 1 .
"México Aristócrata", en Excelsior, 1 de enero, 1934, num.
986, p. 34.
"Acapulco", en Excelsior, 31 de Enero, 1934, num. 987, p. 15.
"Artes y Letras", en Excelsior, 15 de febrero, 1934, num.
988, p. 15.
vu.
NUESTRAS ENTREVISTAS
"Sra. Estela Romuáldez", en Excelsior, 10 de enero, 1929,
núm. 815, pp. 26-27.
"Doña Ángela O. de Zóbel", en Excelsior, 10 de febrero,
1929, núm. 819, pp. 25-27.
"Hon. Guillermo Guevara", en Excelsior, 20 de febrero,
1929, núm. 820, pp. 25-27.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
lËÉÉ
"Sra. Ángela S. de Jaranilla", en Excelsior, 10 de marzo,
1929, num. 821, pp. 21-22.
"Don Teodoro M. Kalaw", en Excelsior, 20 de marzo, 1929,
num. 822, pp. 21-22.
"Srta. Monserrat Iglesias", en Excelsior, 10 de mayo, 1929,
num. 827, pp. 21-22.
"Comandante Alejo Valdez Pica", en Excelsior, 10 de junio,
1929, num. 830, pp. 23-27.
"Srta. Carolina Ortix", en Excelsior, 10 de junio, 1929,
núm. 830, pp. 23-27.
"Don Jorge Bocobo", en Excelsior, 20 de julio, 1929, núm.
834, pp. 14-16.
"Srta. Alice Davis", en Excelsior, 10 de agosto, 1929, num.
836, pp. 22-23.
"Sr. Alfonso Félix", en Excelsior, 20 de agosto, 1929, num.
837, pp. 24-25.
"Srta. Dolores Hidalgo", en Excelsior, 30 de agosto, 1929,
num. 838, pp. 30-32.
"Ernesto Vallejo", en Excelsior, 10 de septiembre, 1929, num.
839, pp. 29-30.
"Sr. F. Theo Rogers", en Excelsior, 20 de septiembre, 1929,
num. 840, pp. 18-20.
"Hon. Sergio Osmeña", en Excelsior, 30 de septiembre, 1929,
num. 841, pp. 23-26.
"Crónica de Arte: Miguel Fleta", en Excelsior, 30 de
septiembre, 1929, num. 841, pp. 33-35.
"Don Quintín Paredes", en Excelsior, 10 de octubre, 1929,
num. 842, pp. 33-35.
"Sr. José Anglada Ochoa", en Excelsior, 20 de octubre, 1929,
num. 843, pp. 22-23.
"Nuestras entrevistas", en Excelsior, 10 de noviembre, 1929,
num. 845, pp. 31-35.
Ëfê&«UbA
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
"Srta. Pacita de los Reyes", en Excelsior, 20 de noviembre,
1929, núm. 846, pp. 34-35.
"Sra. Marguerite Cromwell y Srta. Flora Blackman", en
Excelsior, 30 de noviembre, 1929, num. 847, pp. 21-22.
"Teles Cruz", en Excelsior, 10 de enero, 1930, num. 851, pp.
25-26.
"Dr. Fernando Calderón", en Excelsior, 30 de enero, 1930,
núm. 853, p. 18-19.
"Sr. Juan B. Alegre", en Excelsior, 10 de febrero, 1930, num.
854, pp. 12-13.
"Srta. María Luisa Vecín", en Excelsior, 10 de marzo, 1930,
num. 857, pp. 24-25.
"Nos dice... Hon. Quirico Abeto", en Excelsior, 20 de marzo,
1933, núm. 966, pp. 10-11.
"Nos dice... Sr. Vicente Francisco", en Excelsior, 15 de mayo,
1933, num. 970, pp. 21-23.
"Nos dice... Don León Ma. Guerrero", en Excelsior, 15 de
diciembre, 1933, num. 984, pp. 29-30.
"Nos dice... Cor. Paulino Santos", en Excelsior, 31 de
diciembre, 1933, núm. 985, pp. 13-14.
B)
C O M O «BATIKULING»:
I.
POESÍA
"En elogio a la nativa choza", en Batikuling, sábado 8 de
noviembre, 1936, p. 15.
ii.
VIDA
MANILEÑA
"Diputados por Nombramiento", en Aray, 1 de noviembre,
1923, año I, núm. 1, p. 11.
"La Mancha de la Mora", en Aray, 1 de noviembre, 1923,
año I, núm. 1, p. 11.
"Al Alcalde Modelo", en Aray, 8 de noviembre, 1923, año I,
núm. 2, p. 11.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
S3
"Il Ferochi Romani", en Aray, 13 de diciembre, 1923, año I,
num. 7, p. 12.
"Otro Héroe", en Aray, 13 de diciembre, 1923, año I, num. 7,
p. 12.
"Las niñas de postal", en Aray, 13 de diciembre, 1923, año I,
num. 7, p. 12.
"De re indecencia", en Aray, 27 de diciembre, 1923, año I,
num. 9, p. 11.
"Consolando al triste", en Aray, 27 de diciembre, 1923, año
I, num. 9, p. 11.
"Farmacopitis", en Aray, 27 de diciembre, 1923, año I, num.
9, p. 11.
"Quejas del vecindario", en Aray, 27 de diciembre, 1923, año
I, num. 9, p. 11.
"¿Sí o No?", en Aray, 17 de enero , 1924, año I, num. 12, p. 11.
"De Rehidrofobia", en Aray, 17 de enero , 1924, año I, num.
12, p. 11.
"El cantar de los cantares", en Aray. Semanario Satírico, 27
de agosto, 1932, año I, núm. 6, p. 11.
m.
COMEDIAS
"Las de Poto Sulut. Vida Manileña en Tres Actos, original
de Batikuling. Estrenada en el Manila Grand Opera House
con gran éxito en octubre de 1923", en Aray. Revista
Satírica
Semanal.
"La Hidra", en Aray. Revista Satírica
Semanal.
"Campanadas de Gloria", en Aray. Revista Satírica
Semanal.
"La dolorosa de los Amores", en Aray. Revista Satírica
Semanal.
iv.
NOVELA
"Hacia donde nos lleva el Corazón", en Aray. Revista
Satírica
Semanal.
&ÈÊÎ
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
v.
PROSA SATÍRICA
"Los amigos íntimos", en Aray, 13 de diciembre, 1923, año I,
núm. 7, p. 12.
"Enmiendas a un diccionario", en Aray, 27 de diciembre,
1923, año I, núm. 9, pp. 6-8.
"Los de la lata cuarenta y tantos", en Aray, 27 de diciembre,
1923, año I, núm. 9, pp. 12-14.
vi. Mi VOZ
"Como se Pide", en Voz de Manila, viernes 2 de noviembre,
1945, vol. II, núm. 105, p. 3.
"Cosas de América", en Voz de Manila, domingo 4 de
noviembre, 1945, vol. II, núm. 107, p. 3.
"El Colmo del Cinismo", en Voz de Manila, martes 6 de
noviembre, 1945, vol. II, núm. 108, p. 3.
"Ladrones Hasta en el Techo", en Voz de Manila, viernes 9 de
noviembre, 1945, vol. II, num. I l l , p. 3.
"Enciclopedia Espesa", en Voz de Manila, domingo 11 de
noviembre, 1945, vol. II, núm. 113, p. 3.
"Notas Sociales", en Voz de Manila, martes 13 de noviembre,
1945, vol. II, núm. 114, p. 3.
"Famoso Observatorio", en Voz de Manila, domingo 18 de
noviembre, 1945, vol. II, núm. 119, p. 3.
"Benvenuto, Canuto", en Voz de Manila, viernes 23 de
noviembre, 1945, vol. II, núm. 123, p. 3.
"Contestando a Claro Franco", en Voz de Manila, martes 27
de noviembre, 1945, vol. II, núm. 126, p. 3.
"No seas bruto, Canuto", en Voz de Manila, domingo 2 de
diciembre, 1945, vol. II, núm. 131, p. 3.
"Sueña, Rodríguez, Sueña...", en Voz de Manila, martes 4 de
diciembre, 1945, vol. II, núm. 132, p. 3.
"Palimpsesto", en Voz de Manila, viernes 7 de diciembre,
1945, vol. II, núm. 135, p. 3.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
"Oración a San Abagán", en Voz de Manila, domingo 9 de
diciembre, 1945, vol. II, num. 137, p. 3.
"Tales para Cuales", en Voz de Manila, martes 11 de
diciembre, 1945, vol. II, num. 138, p. 3.
"Escuela de Párvulos", en Voz de Manila, viernes 14 de
diciembre, 1945, vol. II, num. 141, p. 3.
"Al Doctor León C. Malubay", en Voz de Manila, domingo
16 de diciembre, 1945, vol. II, num. 143, p. 3.
"Santa Claus a los Big Shots", en Voz de Manila, jueves 27 de
diciembre, 1945, vol. II, num. 150, p. 5.
"Santos, Benditos Inocentes", en Voz de Manila, Viernes 28
de diciembre, 1945, vol. II, num. 151, p. 3.
"A ver, qué somos", en Voz de Manila, niércoles 1 de mayo,
1946, vol. Ill, num. 76, p. 3.
"Consecuencias", en Voz de Manila, domingo 5 de mayo,
1946, vol. Ill, num. 77, p. 4.
"¡Uff!", en Voz de Manila, viernes 3 de mayo, 1946, vol. Ill,
núm. 78, p. 4.
"Oración a Buda", en Voz de Manila, martes 7 de mayo,
1946, vol. Ill, núm. 79, p. 4.
"Rogativas", en Voz de Manila, miércoles 8 de mayo, 1946,
vol. Ill, num. 80, p. 4.
"Presdigitación", en Voz de Manila, jueves 9 de mayo, 1946,
vol. Ill, núm. 81, p. 4.
"Vae Victis", en Voz de Manila, viernes 10 de mayo, 1946,
vol. Ill, núm. 82, p. 4.
"Al Coronel Ángel Tuason", en Voz de Manila, sábado 11 de
mayo, 1946, vol. Ill, núm. 83, p. 4.
"No hay mal que por bien no venga", en Voz de Manila,
domingo 12 de mayo, 1946, vol. Ill, núm. 84, p. 4.
"Al sol que más calienta", en Voz de Manila, martes 14 de
mayo, 1946, vol. Ill, núm. 75, p. 4.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
"Primaveral", en Voz de Manila, miércoles 15 de mayo, 1946,
vol. Ill, num. 86, p. 4.
"Pérdidas y Ganancias", en Voz de Manila, viernes 17 de
mayo, 1946, vol. Ill, núm. 88, p. 4.
"Más vale tarde que nunca", en Voz de Manila, sábado 18 de
mayo, 1946, vol. Ill, num. 89, p. 4.
"Ya era hora, Fugoso", en Voz de Manila, domingo 19 de
Mayo, 1946, vol. Ill, num. 90, p. 4.
"Vuelta a las Andadas", en Voz de Manila, martes 21 de
mayo, 1946, vol. Ill, num. 91, p. 4.
"A la Manera de Shakespeare", en Voz de Manila, miércoles
22 de mayo, 1946, vol. Ill, num. 92, p. 4.
"Japonerías", en Voz de Manila, jueves 23 de mayo, 1946,
vol. Ill, núm. 93, p. 4.
"Subidas y Bajadas", en Voz de Manila, viernes 24 de mayo,
1946, vol. Ill, num. 94, p. 4.
"Anuncios clasificados", en Voz de Manila, sábado 25 de
mayo, 1946, vol. Ill, num. 95, p. 4.
"Haga el favor, don Tomate", en Voz de Manila, domingo 26
de mayo, 1946, vol. Ill, núm. 96, p. 4.
"La última tragedia de Esquilo", en Voz de Manila, jueves 30
de mayo, 1946, vol. Ill, núm. 99, p. 4.
"Siete menos cinco, dos", en Voz de Manila, domingo 2 de
junio, 1946, vol. Ill, núm. 101, p. 4.
"Refranero Hispano-filipino", en Voz de Manila, martes 2 de
junio, 1946, vol. Ill, núm. 102, p. 4.
"Las cosquillas de un negro", en Voz de Manila, miércoles 5
de junio, 1946, vol. Ill, núm. 103, p. 4.
"Otro negro con cosquillas", en Voz de Manila, miércoles 5
de junio, 1946, vol. Ill, num. 103, p. 4.
"Una Mexicanada", en Voz de Manila, jueves 6 de junio,
1946, vol. Ill, num. 104, p. 4.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
S¡E»Xíí^||
"Fruta de la estación", en Voz de Manila, viernes 7 de junio,
1946, vol. Ill, num. 105, p. 4.
"Labor Omnia Vincit", en Voz de Manila, sábado 8 de junio,
1946, vol. Ill, num. 106, p. 4.
"Dear Shi Gos", en Voz de Manila, jueves 13 de junio, 1946,
vol. Ill, num. 110, p. 4.
"Para la estafeta del Hon. Ozaeta", en Voz de Manila, viernes
14 de junio, 1946, vol. Ill, num. I l l , p. 4.
"A Grandes Gentes, Grandes Parientes", en Voz de Manila,
sábado 15 de junio, 1946, vol. Ill, núm. 112, p. 4.
"Ya empiezan los Banqueteos", en Voz de Manila, domingo
16 de junio, 1946, vol. Ill, num. 113, p. 8.
"Dernier Chic", en Voz de Manila, martes 18 de junio, 1946,
vol. Ill, num. 104, p. 4.
"El Palacio Benditado", en Voz de Manila, miércoles 19 de
junio, 1946, vol. Ill, num. 115, p. 6.
"Sobre eso del francés y del español", en Voz de Manila,
jueves 20 de junio, 1946, vol. Ill, núm. 116, p. 4.
"En eso les damos quince y raya", en Voz de Manila, viernes
21 de junio, 1946, vol. Ill, num. 117, p. 4.
"Cosas de América", en en Voz de Manila, sábado 22 de
junio, 1946, vol. Ill, num. 118, p. 4.
"Ya me he comprado muebles de «Ratán»", en Voz de Manila,
domingo 23 de junio, 1946, vol. Ill, num. 119, p. 8.
"Hambre en puertas", en Voz de Manila, martes 25 de junio,
1946, vol. Ill, num. 120, p. 4.
"Epístola Inmoral. Al Alcalde Fugoso", en Voz de Manila,
miércoles 26 de junio, 1946, vol. Ill, num. 121, p. 4.
"Cuando se tocan los extremos", en Voz de Manila, jueves 27
de junio, 1946, vol. Ill, num. 122, p. 4.
"Hoy nos van a tocar", en Voz de Manila, domingo 30 de
junio, 1946, vol. Ill, num. 123, p. 12.
S[
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
"Ante la catástrofe cercana", en Voz de Manila, martes 2 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 124, p. 4.
"Tragando a dos carrillos", en Voz de Manila, miércoles 3 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 125, p. 4.
"Refranero Hispano-Filipino", en Voz de Manila, jueves 4 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 126, p. 20.
"Cómo celebramos el gran día", en Voz de Manila, domingo 7
de julio, 1946, vol. Ill, num. 128, p. 8.
"Al Coronel Ángel Tuazon", en Voz de Manila, jueves 11 de
julio, 1946, vol. HI, num. 131, p. 4.
"Sota de «Bastus» en puertas", en Voz de Manila, viernes 12
de Julio, 1946, vol. Ill, num. 132, p. 4.
"...Y armas al hombro", en Voz de Manila, sábado 13 de julio,
1946, vol. Ill, num. 133, p. 4.
"Y va de cuento", en Voz de Manila, domingo 14 de julio,
1946, vol. Ill, num. 134, p. 4.
"Al Hon. Secretario del Interior", en Voz de Manila, martes 16
de julio, 1946, vol. Ill, num. 135, p. 4.
"Para algo sirven las modas", en Voz de Manila, jueves 18 de
julio, 1946, vol. Ill, núm. 137, p. 4.
"Nadie es menos que nadie", en Voz de Manila, viernes 19 de
julio, 1946, vol. Ill, núm. 138, p. 3.
"Empieza el movimiento", en Voz de Manila, sábado 20 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 139, p. 4.
"La oposición se muestra optimista", en Voz de Manila,
domingo 21 de julio, 1946, vol. Ill, num. 140, p. 4.
"Sería mejor un basurero", en Voz de Manila, martes 23 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 141, p. 4.
"Matayotes, Mayoteton, Tapanta Matadotes", en Voz de
Manila, miércoles 24 de julio, 1946, vol. Ill, num. 142, p. 4.
"Cinco mil mujeres se destapan", en Voz de Manila, jueves 25
de julio, 1946, vol. Ill, num. 143, p. 12.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
¡Sí0^SM
"La cosa más diáfana del mundo", en Voz de Manila, viernes
26 de julio, 1946, vol. Ill, núm. 144, p. 4.
"Lo que dicen los besos", en Voz de Manila, sábado 27 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 145, p. 3.
"Réplica a mi compadre", en Voz de Manila, domingo 28 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 146, p. 8.
"Para epitafios, éstos", en Voz de Manila, miércoles 31 de
julio, 1946, vol. Ill, num. 148, p. 4.
"Fotos", en Voz de Manila, jueves 1 de agosto, 1946, vol. Ill,
num. 149, p. 4.
vu.
VERSOS Y BERZAS
Sección satírica en El Debate.
)
C O M O «JULIO BRIAL»:
I.
POESÍAS
"Mujer Española", en Excelsior, 20 de julio, 1929, núm. 834,
p. 25.
"Por Radio", en Excelsior, junio, 1938, núm. 1059, p. 11.
ii.
CUENTOS
"La Leyenda del Lanzón", en Renacimiento
Filipino, viernes
28 de febrero, 1913, año III, núm. 128, p. 1094.
"Bienaventurados los humildes", en Excelsior, 10 de octubre,
1929, núm. 842.
"La Pesca", en Excelsior, 10 de agosto, 1930, núm. 872, pp.
11-14.
"El caso del Dr. Laredo", en Excelsior, 20 de febrero, 1931,
núm. 891, pp. 13-16.
"Amor", en Excelsior, octubre, 1938, núm. 1063, pp. 11-12.
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
Letras musicales:
Francisco Santiago, Kundiman.
Canción filipina, 1917.
(1920), Madaling Araw. Kundiman
(canción filipina), Manila,
Philippine Music Pub., 1949.
(1921), Pakiusap. Kundiman
(canción filipina), Manila,
Philippine Music Pub., 1949.
Nicanor Abelardo, ¿Nasaan ka irog? Kundimang
Tagàlog—¡Dónde
estás, mi vida!, Manila, 1923.
Antologías que incluyen obras de Balmori:
AA.VV., Discursos de Malolos y Poesías Filipinas en Español,
Manila, Departamento de Educación, 1965.
Marino, Pilar E. y Edgardo Tiamson Mendoza, Cuentos de Balmori
(1886-1948), Manila, National Book Store, 1987.
Marino, Pilar E., Philippine Short Stories in Spanish.
1900-1941,
Quezon City, Universidad de Filipinas, 1989.
Martín de la Cámara, Eduardo, Parnaso Filipino. Antología de poetas
del Archipiélago Magallánico, Barcelona, Casa Editorial Maucci,
1922.
Pita, María Dolores, Balagtasan: La Poesía de Jesús Balmori y
Manuel Bernabé y Otras Cosas Más. Siendo lo mejor de lo
escrito por Filipinos de Rizal a Nick Joaquín, Manila, Historical
Conservation Society, 1992.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
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CANCIÓN FILIPINA
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Partitura de Kundiman. Canción filipina (1917). Música
de Francisco Santiago y letra de Jesús Balmori.
(Procedencia: Archivo de Alexander General Umali)
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
NASAAN KAJROG!
DONDE ESTAS , Ml VIDA!
5a!in sa Kastiia ni
Tiempo Je Kundimsn
Jesús B almorí
Sonde os'as qoe
ior
hy <¡\\ ci -
vi-noa-mer
con qus-to Btt-ri • ri - a por bs - sar lus blancos
Oondeestas mi
1
piS3. Lo - cu - r<s
deal-mayds1 mía-
áo ! Dond* «afas wi a- rror -
Partitura de ¿Nasaan ka irog? Kundimang Tagàlog—
(Dónde estás, mi vida! (1923). Música de Nicanor
Abelardo y letra de Jesús Balmori.
(Procedencia: Archivo de Alexander General Umali)
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
LOS PÁJAROS DE FUEGO
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Portada del manuscrito de Balmori Los pájaros de fuego.
(Procedencia: Biblioteca Nacional de Filipinas)
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Novela filipina de la guerra
Jesús Balmori
1945
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Proemio manuscrito de Balmori a Los pájaros de fuego.
(Procedencia: Biblioteca Nacional de Filipinas)
CLÁSICOS I MS PAN O F I L I P I N O S
Proemio
odas las páginas de este libro, menos las del último
capítulo, fueron escritas durante la ocupación japonesa 1 .
Se salvaron milagrosamente 2 por haber sido guardadas en 3
frascos de cristal que fui enterrando en el jardín de mi casa 4 .
Vanos fueron los repetidos asaltos que para requisarme 5
efectuaron los esbirros japoneses. Sobre la tierra que
* Los tres primeros capítulos se encuentran
mecanografiados mientras que el último está
manuscrito. Comparando la letra de este
cuarto capítulo creemos que es original de
la pluma de Balmori. Puede deberse a que la
máquina de escribir de Balmori fue destruida
junto a su casa durante la batalla de Manila
en 1945.
A: de ser confiscadas!
A: grandes[
* La casa de Balmori se encontraba en
LOS PÁJAROS DE FUEGO
el flanco derecho de la plaza de la Ermita,
según testimonios orales de entrevistas
mantenidas con familiares de Balmori —su
sobrina, Teresita Mateu Balmori—y vecinos
del barrio ermitaño, residentes al presente
en el Hogar San Joaquín sito en la calle
Maytubig de Matate. No obstante como se
colige del pie, tras la destrucción de Manila
Balmori se trasladó a New Manila.
A: mi casa[
escondía el libro florecían cada día los lirios 6 . Y el buen Dios
veló por él con su divina misericordia 7 .
New Manila,
Quezon City.
Año 1945.
* W. E. Retana criticó ávidamente la
implantación del Modernismo literario
en Filipinas, pensando que ello iba en
detrimento de la creación de una estética
propiamente filipina dentro de un país
que poseía independencia política, y en
consecuencia también la debería tener
literaria. El «lirio» es uno de los conceptos
estéticos que discute: "De poco tiempo á
esta parte, para los filipinos se diría que la
Flora de su país es Flora indigna: no hay en
ella una planta que se preste al símil. Ahora
todo se vuelve hablar de lirios (no los hay
en Filipinas), de violetas (ídem, ídem), sin
contar con que todo lo hallan pálido, ó
lóbrego... ¡en la región del Sol!", en De la
evolución de la literatura castellana en
Filipinas. Los poetas, Madrid, Victoriano
Suárez, 1909, p. 29.
7
* Nótese el sometimiento a la providencia
divina, en un autor que durante su vida
MB
fue famoso por su irreverencia. De este
modo Balmori instituye en el Proemio la
reconciliación religiosa que sufrirá como
consecuencia de los acontecimientos bélicos
en el último período de su vida: "En cambio,
su tercera y última novela, Tajaros de Fuego,
ya defiende la existencia del Supremo Creador.
Compuesta durante su retiro motivado por
la Segunda Guerra Mundial, esta novela
se distingue por su valor patriótico y se
considera la prosa más lograda del poeta", en
Reynaldo D. Coronel Jr., Los elementos del
Modernismo en la lírica de Jesús Balmori,
tesis masteral, Quezon City, Universidad de
Filipinas, 1986 [inédita], p. 63.
La última creación en vida de Jesús
Balmori —"A Cristo"— fue recitada cuando
se encontraba en el lecho de muerte. Al día
siguiente apareció publicada en La Voz de
Manila, el 23 de mayo de 1948, día de la
muerte del autor.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Indice
11
Primera Parte
59
Segunda Parte
107
Tercera Parte
157
Cuarta Parte
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
PRIMERA
LOS PÁJAROS DE FUEGO
PARTE
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
I
suntuosa escalinata, lo primero que descubrió, a lo lejos, entre
el ramaje y la neblina matinal, fue a los dos japoneses curvados
sobre un arriate 9 de crisantemos.
¡Gente asombrosa! Nadie como ellos para convertir
en frondosos árboles y maravillosas flores los troncos más
raquíticos 10 y las raíces más ingratas. En menos de un año
habían, de los cuatro mil metros de terreno inculto que
rodeaba su palacial mansión, creado un jardín de encanto, con
surtidores, pagodas, dorados puentes sobre minúsculos lagos
en los que cigüeñas esponjadas tronchaban al bogar los tallos
de los lotos, verdes espadas que ostentaban en la punta un cáliz
de nácar o de rosa. Había sido un milagro de la tierra filipina,
cálida y fecunda, pronta a trocarse en fruto y en flor a cada
instante. Y había sido un inaudito esfuerzo por parte de este
par de hombrecillos expertos, verdaderos artistas, que al frente
de unos cuantos obreros nativos llevaron a cabo tal hazaña.
8
A: [peldaño]
' A: [gran plantel]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
10
A: [rácanos]
Por los senderos bordeados de flores, húmedos de rocío al
nacer el día, caminitos henchidos de fragancia de hierba recién
segada, Don Lino se aproximó a los jardineros.
—Buenos días.
Ambos se alzaron sobre sus arqueadas piernas,
tronchándose en graves y ceremoniosas reverencias:
—Buenos días, señor.
El señor les brindaba cigarrillos. Kenjiro, el de más edad, se
10 prendió a una oreja. Otta, más democrático, se lo metió en la
boca y comenzó a mascarlo. Don Lino, en tanto, se llenaba los
ojos y el espíritu con la superba belleza de las ramas florecidas.
A sus pies ondulaba un manto esmeraldino acribillado de
corolas de todos los colores, como si fuesen trémulas mariposas
cautivas, como si fueran rubíes y ópalos y perlas y11 zafiros de
un enorme collar roto, hecho pedazos sobre el césped 12 . Y no
aquí solamente, en este rincón, sino a lo largo de los senderos,
alrededor de las pagodas, trepando por los árboles y por los
arcos, por todos lados, en todas partes, flores.
Don Lino dejó, al fin, de contemplarlas. Y volviéndose a
los hombres amarillos comenzó a hablar 13 . Gustábale intimar
con estas gentes. Simpatizaba con ellos y admiraba sus cosas.
Había hecho varios viajes al Japón, el último hacía poco 14 ,
a raíz de la muerte de su esposa. A su hija Natalia la tenía
entonces 15 terminando sus estudios en un colegio de Manila.
Fernando, el varón, se había puesto al frente de su gran
hacienda en el norte de Luzón. Era algo poeta y le encantaba 16
el campo. Se lo había asegurado 17 en un Soneto a una hermosa
lugareña. "El campo se ha hecho para las flores, como tú. Y
para los poetas y los pájaros..."
11
15
12
16
A: y]
A: [en el aire)
13
A: con ellos[
14
A: tiempo[
17
A: entonces]
A: [gustaba)
A: [consagrado]
CLASICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
Japón, en opinión de Don Lino, era un país excepcional 18 .
Y ahora mismo, ante esta exuberante 19 flora japonesa que
desbordaba 20 sus matices y su aroma de asiático pebetero a sus
plantas 21 , escuchando las palabras untuosas y líricas de sus
hombres y aturdido por el incesante vuelo de los gorriones en
las frondas, añoraba con cariño al poderoso Imperio.
Flores y pájaros le recordaban su divino origen. En su
génesis gentil, los dioses ignoraban el amor hasta que una
pareja alada al copular entre las flores, despertó al amor su
vida. El dios era Isanagui y la diosa, su esposa y hermana,
Izanami la bella, de cuyas entrañas surgieron todas las islas
japonesas, todos los dioses japoneses que forman la extraña
mitología del Imperio, la dorada leyenda, el primer jalón del
trono 22 . Porque Izanami, ardiente y enamorada, siguió gestando
después de su gran parto geográfico. Y surgieron, con el tiempo,
Amaterazu, diosa del sol23. Y su hermano Susanoo 24 , dios del
valor, que se desposaron a su vez, y de cuyas noches delirantes
de pasión descienden los Emperadores del Japón. El25 primero
de todos, Hinmuteno.
—¿De dónde eres, Otta?
A: como ninguno[
A: [exhuberante]
20
A: [desplegaba]
21
A: [ante sus rodillas]
* La cosmogonía fue producto según la
mitología japonesa de la unión de Izanagi
e Izanami, artífices del mundo y del linaje
divino del cual descienden los emperadores
de Japón. Vid. Kojiki. Crónicas de antiguos
hechos de Japón (Traducción de Carlos
Rubio y Rumi Tani Moratalla),
Madrid,
Trotta, 2008; e Irene Seco Serra, Leyendas
y cuentos del japón, Madrid, Akal, 2006.
23
* El Sintoísmo —camino de los
dioses— es la religión ancestral japonesa
LOS PÁJAROS DE FUEGO
que constituyó en época moderna la base
del nacionalismo japonés. A través del
establecimiento de Amaterasu Omikami
como diosa-sol gestadora del Mikado y
del poder central japonés, el emperador
se constituía heredero del sol y guía del
pueblo elegido. De este modo el Sintoísmo
se constituyó en la religión oficial de Japón
desde 1868 a 1945 y base de su ideología
imperial.
* Susanowo es el dios de las tormentas y
los mares, turbulento heredero de Izanagi
de quien descienden los emperadores de
Japón.
25
A: [, el]
—De Niko 26 , señor; la ciudad de los dorados templos.
—¿Y tú, Kenjiro?
—Yo, señor, nací en Nara 27 , lo mismo que los ciervos
sagrados 28 . Sólo que me hice hombre en Kamakura 29 , en la
verde colina, a los pies del Daibutsu 30 .
El sol comenzaba a arder en un cielo sin una sola nube.
Don Lino buscó la sombra de una vieja31 palmera para seguir
hablando:
—Conozco esos lugares; los he visto. ¿No sentía por ellos,
tan rientes y hermosos, nostalgia alguna?
Kenjiro y Otta sonrieron enigmáticamente, mientras se
miraban de soslayo. A través de su humildad afectada, se sentía
palpitar el inmenso orgullo de su raza.
Y dijo Otta:
—Esta tierra es tan buena como pueda ser la nuestra.
Y añadió Kenjiro:
—No hay un japonés que no la mire como a su propia
tierra. ¿Qué diferencia puede haber? Un día llegará, señor, en
que todo el Oriente, toda el Asia, formará un solo pueblo, un
solo grande Imperio....
Les interrumpió Natalia, llegando envuelta en juventud y sol:
—¿Por dónde andas, papá? ¿En dónde te has metido....?
Don Lino le fue guiando con su voz:
—¡Aquí, por aquí, no me rompas esos lirios....! ¡Ah, mira lo
que han hecho éstos! ¿Dónde has visto crisantemos más bonitos?
26
* Nikko es una ciudad emblemática
del mundo japonés, donde se encuentra
el santuario de Toshogu con los restos de
Ieyasu Tokugawa, primer shogun y símbolo
de la unificación del Japón moderno tras el
colapso del Mikado.
27
* El emperador de Japón se estableció
en Nara convirtiéndola en sede del poder
central. Bajo la institución del Mikado
por primera vez se estableció un centro
geográfico político. Por casi un siglo (710784) Nara fue el centro de Japón y modelo de
la estética nipona.
* Son famosos los numerosos ciervos
existentes en los palacios de Nara.
29
* Complejo palaciego de la antigua capital
de Japón, en Nara.
30
* Estatua del Gran Buda del complejo
imperial de Nara.
A: [esbelta]
CLÁSICOS HISPANOFILiPINOS
Colgándose de un brazo de su padre, Natalia apenas se fijó
en las flores. Ella era una muchachita moderna, práctica, muy a
la americana, devota de los deportes y de las cosas útiles. Nada
de sueños ni romanticismos. ¿Poesía? ¡La del cine! ¿Música? ¡La
del baile! ¿Flores? Bueno, no estaban mal las flores, pero ella
prefería las naranjas, las manzanas 32 ...
Tenía un novio con el que salía sola a bailes y paseos.
Era médico y se anunciaba profusamente en la prensa como
especialista en toda clase de dolencias por las Universidades de
Tokio, Berlín y Viena. A pesar del reclamo, no tenía pacientes.
El éxito de su vida lo cifraba en la boda con Natalia y los
millones de su padre.
—¿No desayunamos, papá?
Se volvieron, lentamente, hacia la casa. Allá quedaban los
nipones, amarillas siluetas entre el amarillo de los crisantemos,
nuevamente curvados a la tierra bajo un sol inflamado como
* Mucha de la literatura de la época discute
las nuevas maneras sociales introducidas
en la sociedad filipina como consecuencia
de la americanización. La americanización
de la mujer filipina, y en consecuencia la
distancia con los estándares clásicos, será uno
de los temas más presentes en la literatura
filipina en español anterior a la guerra. Se
discutirá la independencia de la filipina
americanizada frente a la indulgencia de la
filipina hispanizada, y cómo la hispanización
tornaba a la mujer en un ente abúlico,
el concepto de "María Clara" (ésta es la
interpretación que se da en Wystan S. de
la Peña, "Battlefield and Booty. The Early
American Period Filipina in Jesus Balmori's
Novels Bancarrota de Almas and Se Deshojó
la Flor", in Philippine Humanities
Review,
University of the Philippines, Quezon City,
vol. 9, 2007, pp. 46-58). Precisamente el
concepto de María Clara postulado por los
escritores filipinos posteriores a Rizal será
LOS PÁJAROS DE FUEGO
totalmente el contrario: cómo el concepto
de virtud en la mujer filipina fue adulterado
por la americanización, el materialismo y la
frivolidad {cf. Marya Svetlana T. Camacho,
"Women's Worth: The Concept of Virtue in
the Education of Women in Spanish Colonial
Philippines", en Isaac Donoso, More Hispanic
than We Admit. Insights into Philippine
Cultural History, Quezon City, Vibal, 2008,
pp. 123-lél). Éste será uno de los temas más
importantes de la obra balmoriana. Balmori
asume un discurso complejo al afirmar que,
no obstante el valor de la tradición, la moral
es libertad y elección personal y no entenderlo
así lleva a la decadencia social. Tanto en
Bancarrota de almas como en Se deshojó la
flor (ambas con enorme influencia de la crítica
social de Felipe Trigo), el objetivo es mostrar
cómo la mujer filipina se desintegra como
fruto del cambio social. En la presente novela
Balmori cerrará el círculo de la desintegración
de la mujer filipina.
el de sus banderas 33 . Sentado a la mesa del comedor amplio
y elegante, Fernando, fumando un cigarrillo y sorbiendo a
pequeños tragos su taza de café, medio se incorporó al notar la
presencia de su padre.
—¿Cómo estás, papá?
—Con más vigor cada mañana, hijo. Tendrías que cantar en
versos mis sesenta años. Pesan menos sobre mí que sesenta plumas.
El hijo sonrió:
—Tú no puedes envejecer. Para los hombres de tu estofa
suelen pasar los años como las hojas de un árbol por el aire, sin
dejar huellas. Eres el hombre de carácter más bueno y apacible
que existe. Toda tu vida es un puro optimismo. Eres un sabio,
papá, por no decir que eres un filósofo. En tu cáliz, el mismo
cáliz que todos los hombres apuramos, lo que para los demás es
hiél y vinagre, para ti resulta vino y miel.
Natalia, sentada al lado del viejo, le echaba crema y azúcar
al café, removiéndolo en la taza con una cucharilla. Fernando
la veía hacer, blanca, pálida, surgiendo de 34 la seda verde y sutil del "slacks 35 ", como un lirio de su tallo 36 . En su cara redonda de luna llena, parecían dormitar sus ojos37 oblicuos. Boca
pequeña, de labios finos y dientes deslumbradores de blancura.
Una mata de pelo negro y abundante, le caía en bucles artificiales por la frente y los hombros. Era delgada, pequeña 38 ,
nerviosa...
—¿Y a mí, qué me dices, Fernando? ¿No te quedan mariposas para mí?
—¿Es que te sientes flor esta mañana?
Don Lino les interrumpió:
33
* Alusión a la bandera imperial japonesa,
un sol circular rojo circundado por rayos del
mismo color sobre fondo blanco.
A: [como un gran lirio envuelta en]
* Pantalones anchos.
A: [que vestía]
A: estirado y[
A: [vanidosa. Talmente una muñeca china]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
A propósito de eso, date una vuelta después por el jardín,
Fernando. Los crisantemos han florecido. Verás qué cosa más
hermosa.
—¿Las cebollas 39 de Nagasaki?
—Las mismas. Vaya un modo de prender en nuestro suelo.
Entraba impetuosamente Don Ramón, el único hermano de
Don Lino, mayor que él algunos años.
—¿Te has enterado ya, os habéis enterado de la hecatombe 40
que se41 avecina?
Hombre no. ¿Qué sucedía?
—¿No habéis leído la prensa 42 de la mañana?
—Aún no, pero ¡habla, Ramón! ¿Qué pasa?
Don Ramón arrastró una silla, se sentó en ella, y alargó,
visiblemente emocionado, un periódico que blandía como una
amenaza 43 :
—Toma, lee, ahí, en la primera plana, esas letras de a palmo...
Y Don Lino leyó en voz alta los epígrafes:
"Alemania ha declarado la guerra a Francia". "Inglaterra se
prepara a declarar la guerra a Alemania". "Toda Europa abocada a una nueva hecatombe".
Y no quiso leer más, ni entrar en más detalles. Dejó el papel
sobre la mesa y se volvió a su hermano:
—¡Anda y que se rompan el bautismo! ¿A nosotros qué nos
importa eso?
Don Ramón vibró, enardecido:
—¿Cómo que no nos importa eso? En esta nueva guerra
podemos perder 44 mucho, y hasta quedar envueltos en la conflagración 45 si Dios no lo remedia.
—Calma, Ramón, calma. Esta guerra nos daría dinero. Se
40
A: [semillas]
A: [catástrofe]
A: nos[
A: [los periódicos]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
A: [sacudiendo el aire]; nerviosamente!
A: nosotros[
A: en la catastrófica conflagración];
catastrófica]
44
podrían vender muchos productos que se pudrían 46 en nuestras
bodegas por falta de mercado. Los alemanes y los franceses y
los ingleses estaban muy lejos de Filipinas. Además, vivíamos 47
bajo la protección de América 48 . ¿Y quién iba a meterse con
América? ¿Quién se atrevería a provocar a Estados Unidos?
—Suponiendo que nadie la provocara, ¿crees tú que se resignaría a estar mano sobre mano en una lucha en la que se trata de arrollar la democracia? Los Estados Unidos intervendrán,
y harán muy bien, porque sin su intervención la libertad del
mundo pasaría a ser un cuento de hadas; porque con su poder y
su fuerza colosales 49 harían 50 polvo las ambiciones criminales de
los cuatro bandidos que están soñando en repartirse el mundo;
y porque donde quiera surge una víctima del despotismo y la
barbarie, se encuentra 51 América levantando al caído, castigando al opresor.
—¡Literatura! 52
—¿Literatura...? Oye bien lo que voy a decirte 53 . Esta guerra que comienza en Europa hoy, mañana será guerra en América, África, Asia y Oceania. La ambición es grande y la fuerza
enorme. Japón....
Don Lino se irguió conteniendo la risa:
—¡Ya apareció el Japón! ¡El54 eterno espantajo! ¡La55 perpetua amenaza! ¡La56 horrenda pesadilla...!
—Japón declarará la guerra a América. Y Filipinas será
atacada por el Japón.
—¡Porque tú lo dices!
—¡Porque los hechos hablarán por mí!
46
A: [estaban pudriéndose]
A: [estábamos]
48
A: con nuestra bandera restallando en lo
alto al lado de la bandera americana[
49
A: [colosal]
50
A: [harían]
51
47
54
55
56
A: «[
A: Ramón, literatura...[
A: [vaya a decir]
A: [el]
A: [la]
A: [la]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—Puedes dormir tranquilo, Ramón. Y hasta seguir soñando
en voz alta, si es eso lo que te preocupa y atemoriza. Conozco
el Japón y sus ideales de conquista. Pueblo caballeroso. País de
nobles tradiciones y estupendas cortesías. ¡Ése no forma parte
del "gansterismo" universal! ¡Ése no se mete con nadie!
—¿No, eh? ¿Y China? —tronó Don Ramón.
—¡A China hay que tratarla así! A China la están civilizando como se merece y quiere, a cañonazos. ¡China ha buscado 57
lo que la está pasando y mucho más de lo que la está pasando 58 !
—¿Ah, sí? ¡Pues, buen provecho, Lino! —se iba. No quería
seguir oyendo enormidades. Ya se acordaría tarde o temprano
de sus palabras—. ¡Adiós!
Se fue, indignado 59 , sin que el hermano pudiera detenerle,
perseguido por Fernando....
—Tío, no se ponga usted así, no se vaya usted así...
—¿Y cómo quieres que me vaya, cantando?
—Pero es que papá...
—¡Dile a tu papá que se vaya.... al Japón!
Imposible detenerlo. Fernando se dirigió a su cuarto y se
asomó al balcón, sobre el jardín. Al otro lado de los árboles y
las flores, estaba el bulevar, y tras el bulevar, el mar, luminoso y
palpitante. En el espacio diáfano, volaban muy alto pájaros que
parecían de plata.
57
58
A: [se merece]
* Laísmo en el original.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
59
A: [enfurruñado]
¡Oh, cielo azul! ¡Oh, mar azul de Ermita*0, la señorial y
hermosa! ¿Sería posible que aquellos pájaros, semejantes a los
que sobre la rama florida de un cerezo enseñaron a los dioses
asiáticos el61 amor, se trocaran alguna vez en pájaros de odio,
en pájaros de fuego62 que fueran a hundirnos 63 en la ruina, en la
64
muerte, en el dolor
?
60
* Barrio extramuros de Manila que durante
comienzos del siglo XX fue residencia de la
clase acomodada manileña y del desarrollo
socio-cultural de la ciudad. Debido a su
fisonomía de calles rectas y arboladas,
bulevares, casas señoriales, mansiones y
patios interiores, junto a encontrarse ubicada
en las playas de la bahía de Manila, la
Ermita se convirtió en un barrio pintoresco y
emblemático de la Manila moderna.
61
A: [lo que es]
62
A: [muerte]
63
A: [hundirse]
* Alegoría empleando las formas de la
mitología japonesa.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
II
u primera novia fue la luna.
Acababa de cumplir seis años, y la aya 6s , al mostrársela
suavemente encendida entre las nubes, le había hecho creer
que era una princesa encantada vagando 66 perdida en la noche,
vestida de plata, coronada por una estrella 67 .
Más tarde, al ir formándose, se dio cuenta de lo mentirosa
que era el aya, y dejó de amar a la fantástica princesa. La
verdad de la vida empezó a iluminar su camino. Y sintió la
necesidad que todo hombre, desde muy niño siente, de querer
a una mujer. Las amiguitas de su hermana Natalia con el
vestido hasta las pantorrillas y las menudas trenzas cogidas con
lazos de colores, empezaron a sentir los dardos de su amorosa
precocidad. Con esencias sustraídas a los frasquitos del tocador
de su madre, perfumaba el papel de los mensajes que enviaba
a Lulú, Margot, Chito y Nena. En ellos les juraba enloquecer,
morir de amor en tinta color de rosa, bajo el dibujo de un
corazón apuñalado, el suyo. En realidad quienes resultaban
heridas y ensangrentadas eran la sintaxis y la ortografía.
65
66
A: [el ama]
A: [que vagaba]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
67
A: [en estrellas]
Era todo un hombre con pantalones cortos. Todo un Don
Juan con la gramática latina bajo el brazo. Y como no faltó
niñita que porque no muriera, correspondió a sus demandas
pasionales, se dedicó a escribirla versos en lugar de aprenderse
las lecciones de Álgebra.
Odiaba los estudios. Al diablo con la Física y el Griego.
Únicamente la Retórica le merecía algún respeto 68 . Todo lo demás
fueron lecturas de "Las mil y una noches", los libros de aventuras
de Salgari y las fantásticas narraciones de Julio Verne69.
Mientras vivió su madre, la adoró, como si en vez de una
mujer fuera una Santa dispensadora de todos 70 los bienes y
todos los amores para él. Se la figuraba pisando cielos en vez de
tierra, sobre lo más alto y lo más azul. Consideraba a su padre
el primer hombre del mundo. Y quería a Natalia con un cariño
tierno y delicado, pasando por alto su carácter voluntarioso
y libre, creyéndose en el deber, como hermano mayor 71 de
protegerla, regalarla, 72 velar por ella.
Su padre le dejaba hacer sin preocuparse del mañana. Si
no quería estudiar, ¡que no estudie 73 ! El país estaba lleno de
profesionales que no servían más que de estorbo. Robles con
sus vastas propiedades y sus millones en los Bancos, tenía por
demás asegurado el porvenir de sus hijos.
Pero cuando empezó a hacerse un hombre verdadero, sintió
la necesidad de ocuparse en algo. Y empezó a dedicarse a los
trabajos de la hacienda, abandonada por Don Lino en manos de
administradores. Amaba la tierra, la buena madre, el bendito
A: [repaso]
* Enumeración de un canon literario
occidental de obras de aventura y fantasía
para entretenimiento de las inquietudes de
la juventud, canon que de algún modo sigue
vigente en la actualidad. Lo remarcable es
que Balmori señala el canon desde el punto
de vista de un asiático, poniendo de relieve
69
la occidentalización de la cultura literaria
filipina,
70
A: todos]
71
* Estructura social filipina según la cual
el hermano mayor —kuya— debe velar por
los menores,
n
A: y[
73
A: [que no estudiara]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
tesoro. Le encantaba la visión de los campos, ondulantes
mantos de oro y de74 esmeralda; 7S los recién labrados surcos,
la verde caña y la granada 76 espiga. Tenía al pie de un cerro,
una rústica vivienda cabe las mansas aguas de un riachuelo
que solía atravesar a nado, o por el que bogaba muchas noches
remando una barquilla que el fulgor sideral semejaba un
enorme pez de ensueño 77 . Y además en el cercano pueblo, en la
vieja casona del hacendero Gala, tenía, aguardándole a cada
instante, un amor.
Una muchacha de color de ámbar y de olor a flor de campo.
Belleza dulcemente indígena, de expresión soñadora y ojos
lánguidos de mirar de esclava. Hija única, sus padres no quisieron
separarla de su lado nunca. Y se educó en su casa, en su pueblo, en
el santo amor a Dios y en la sencillez y la virtud de las costumbres
campesinas. Había formalizado con ella sus relaciones, y estaban
a punto de casarse. Por tal motivo, la familia Gala se había
trasladado a la capital y vivían en Santamesa78, en una pequeña
villa velada entre arboleda. Allí la veía él todos los días, y allí se
encaminaba ahora, guiando 79 su automóvil.
Sólo que al salir al bulevar, tuvo que detenerse. Estaba
llegando la primera división de una gran parada militar en
honor al Aniversario del Commonwealth 80 . Frenó el coche
a un lado y aguardó el desfile. Una banda entonando una
música marcial, apareció de pronto, por el centro de la vía, a
cuyos lados se apretujaba una muchedumbre rumorosa. Detrás
venían las banderas, tremolando al viento el blanco, el rojo y
el azul de sus colores. Luego, a caballo, el Estado Mayor. Y
A: de oro y de]
A: y crear[
A: [amarilla]
77
A: [a la luz de la luna parecía un cisne
inmaculado]
8
* Pueblo de Manila.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
79
A: guiando por sí mismo el[
"Sistema administrativo tutelar establecido
como Mancomunidad de Filipinas e! 15 de
noviembre de 1935 por Estados Unidos con la
justificación de preparar la independencia de la
República de Filipinas.
80
luego, aguerridas, soberbias, relampagueando al sol espadas y
bayonetas, las tropas. Mil, dos mil, miles de hombres.
Marchaban nuestros soldados confundidos con los de
América. Eran los guardadores del81 honor, los defensores de la
patria. Algún día, quizá, muchos de ellos caerían ensangrados
por defender estas banderas que llevaban ahora en alto,
restallando juntas, confundiendo sus pliegues, besándose en
el viento como dos enamorados 82 . Fernando abandonó su
coche y se dirigió, abriéndose paso entre el gentío, hacia la
Luneta 83 . Estaba hablando el Presidente 84 . Le oyó, de lejos,
dirigirse al pueblo desde lo sumo de una tribuna improvisada.
Declaraciones sobre una posible guerra y sobre América y
Filipinas. Decía, enfatizando sus palabras, que el país debía
prepararse para afrontar toda clase de luchas y sacrificios.
Y decía más, decía que en cualquier instante, Filipinas
estaría dispuesta a luchar junta a América en defensa de las
Democracias y a morir junta a América 85 , si hacía falta dar la
vida, por la libertad del mundo.
Fernando pensó entonces que el tío Ramón no había
hablado por hablar al temer que llegara a nosotros la catástrofe.
¡Cuando el mismo Presidente de la nación nos advertía así el
peligro...!
La masa humana, al desbordarse terminado el acto, lo fue
arrastrando, empujando hacia delante. Y de pronto, a merced de
aquella marea tumultuosa, se vio ante el monumento de Legazpi
8
A: nuestro[
A: [hermanas, como amantes]
* Explanada de Bagong Bayan entre
Intramuros y el barrio de la Ermita. Centro
de la vida social manileña y de los principales
acontecimientos nacionales. En la Luneta fue
82
fusilado José Rizal, y en la actualidad se levanta
el monumento nacional que lo conmemora.
* En este caso, debe de tratarse de Manuel
L. Quezon, quien adquirió la presidencia de
la Mancomunidad filipina.
A: junto a América]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
y Urdaneta 86 . ¡Oh, bendito Frayle87! ¡Oh, bravo Capitán 88 !
¿Qué dirían si de improviso se tornaran a la vida? ¿Qué dirían
si el bronce pudiera hablar y supieran amenazadas por ocultos
enemigos poderosos la Cruz y la espada que nos legaran como
la mejor herencia y el mejor amor?
Porque España no debía ser extraña a nuestra suerte. Tal
que en89 un manto inmenso de luz, ella nos había envuelto en
una civilización que amalgamada al cabo de tres siglos con la
importada por América, hizo de nuestro pueblo lo que ningún
otro pueblo del Oriente pudo ser, y nos formó una raza de
hombres fuertes, aptos, dignos. España puso los cimientos
formidables de nuestra estructura nacional y América coronó
más tarde el edificio con sus modernas galas y sus adornos
prácticos. A las dos les debía Filipinas su orgulloso pasado y su
triunfal presente. Las dos tenían derecho a mirar por su historia
y su mañana. Sobre todo América, a la que aún nos unían lazos
de Gobierno y la gratitud eterna y enorme de una libertad que
sólo nos costó pedir y90 sólo nos costó querer, a diferencia de
otros pueblos, de todos los pueblos, de los propios americanos,
que tuvieron que conquistar su libertad a tiros.
* El monumento de Legazpi y Urdaneta
es obra del escultor catalán Agustí Querol i
Subirats y el arquitecto Luis María Cabello
en 1893. Lleva en el pedestal las armas
de Manila y España, coronadas por los
nombres de Magallanes, Elcano, Jofré de
Loaisa y Villalobos, estando en la cúspide
las esculturas a cuerpo completo de Miguel
López de Legazpi y Andrés de Urdaneta.
Se encuentra ubicado entre Intramuros y la
Luneta.
87
* Andrés de Urdaneta y Cerain O.S.A.
(Ordicia, 1508—México, 1568). Participó
en las expediciones de García Jofre de
Loaisa y Miguel López de Legazpi por el
océano Pacífico. En esta última, fue capaz
LOS PÁJAROS DE FUEGO
de encontrar la ruta marítima que permitía
la vuelta a México. Con el tornaviaje fue
posible el tránsito regular entre las dos
orillas del Pacífico y se puso inicio a la línea
Manila-Acapulco, vital en el desarrollo
comercial de la modernidad.
* Miguel López de Legazpi y Gurruchategui
(Zumárraga, c. 1503—Manila, 1572). Alcalde
Mayor de México en 1559, organizó en 1564
la expedición de colonización de las islas del
Poniente llamadas Filipinas por Villalobos. El
24 de junio de 1571 funda la ciudad de Manila
y se establece la administración española en el
archipiélago filipino.
89
A: en]
A: [de una independencia que]
Hombro a hombro con ellos todos los nacionales, como
nuestros caudillos, como nuestros soldados. Y que viniera a
atacarnos y a tratar de conquistarnos el que fuese. Porque si
viviendo libres y felices supimos ser mansos y humildes de
corazón, al ver hollada nuestra tierra y escarnecida nuestra
libertad, aprenderíamos a matar, sabríamos morir 91 .
Declinaba la tarde y los candelabros eléctricos del paseo se
encendían creando una perlada iluminación. Fernando buscó su
coche. Se había retrasado por lo menos una hora. Cierta gentil
princesa 92 le estaría aguardando recelosa.
Llegó en quince minutos. Ella le esperaba ya tras la cancela
del jardín. Entre la sombra densa, casi no la advertía. Ni a ella
ni a las varas de rosas de que estaba rodeada. Únicamente sentía
su perfume, su dulce perfume, el de las rosas y el de la mujer...
—¡Oh, Marta!
¡Qué hermoso, pensando en la muerte, es poder hablar de
amor! ¡Qué voluptuoso, entre 93 flores, es sentir palpitar sobre
nuestro pecho el alborotado corazón de la mujer amada! ¡Y
cómo se asoman los luceros en la noche para ver cómo se besan
en la tierra 94 una mujer y un hombre...!
—¡Marta...! ¡Marta...!
Sin soltarse las manos, cual si temieran perderse en un
abismo 9s , se dirigieron al chalet guiados por el fulgor de las
recién encendidas lámparas. En la galería, velada por una
cortina de plantas trepadoras, se encontraban Doña Claudia y
Don Eladio Gala. Ella se parecía a su hija; era otra Marta con
diecinueve años más. Él era un tipo recio y viril, bronceado por
el sol de las eras, fortalecido por el aire de la montaña.
Fernando explicaba su retraso. Lo había detenido la parada
militar. El presidente estuvo hablando 96 en la Luneta sobre
91
92
93
A: [y aprenderíamos a morir]
A: [doncella]
A: las[
95
9é
A: [las sombras]
A: [la tiniebla]
A: [había hablado]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
motivos de una probable guerra. Todo el mundo venía hablando
de la guerra. Se esperaba una intervención armada por parte
de los Estados Unidos, y que los japoneses 97 aprovecharan la
ocasión para hacer de las suyas.
—Yo no creo que el Japón se aventure en tal hazaña,
comentó Don Eladio.
—Tampoco yo, continuó Fernando, pero papá, que fue el
primero en tomarlo a risa cuando hace algunas semanas se
habló de lo mismo en casa, ha empezado a cambiar de parecer.
Los fulminantes triunfos de los nazis y la entrada de Italia en
la lucha, están influyendo en su modo de pensar. Y ustedes
conocen a papá y lo furibundo japonófilo que es. Japón no es
sólo una potencia de primer orden. Para él es la primera nación
del mundo 98 .
—¿Pero, es que el mundo es Asia?
—Son notables los debates que sostiene con el tío Ramón,
sobre el imperialismo y las democracias, y sobre quién es quién,
y sobre el que ha de99 salir, al final de todo, con las manos en
la cabeza. Lo peor es que a veces discuten delante del profesor
de canto de Natalia, que es italiano, y de Kauffman, el médico
de casa, que es alemán 100 . Y, bueno, hay que ver cómo queda el
pobre tío Ramón luchando contra Japón, Italia y Alemania.
97
A: [el Japón]
* Para parte de la intelectualidad filipina
entre 1898 y 1945, uno de los principales
temas de reflexión fue cómo contrarrestar
el dominio del colonialismo occidental
americano. Fue emergiendo la identidad
oriental de la nación filipina, y Japón
se presentó como un modelo dentro del
contexto asiático. La niponofilia filipina fue
un fenómeno complejo que afectó a diferentes
estamentos de la vida del país, entre ellos la
literatura. La presente novela es precisamente
LOS PÁJAROS DE FUEGO
la alegoría que representa la destrucción de
tal ensoñación. Vid. Isaac Donoso Jiménez,
''Los pájaros de fuego. Japón y el holocausto
filipino en la obra de Jesús Balmori", en Studi
[spanici, Roma Se Pisa, Istituti Editoriali
e Poligrafía Internazionali, vol. XXXIII,
2008, pp. 217-235.
99
A: [debe]
*Se pone de relieve el cosmopolitismo
y la prosperidad de las clases acomodadas
manileñas en el período anterior al
conflicto.
—Dios nos librará de semejante mal —rezó Doña Claudia,
levantándose.
—Tú lo has dicho, Claudia —murmuró Don Eladio
levantándose a su vez—; Dios nos librará de todo mal.
Quedaron solos los novios, estrechamente unidos,
mirándose a los ojos, reclinados ambos en un mismo espaldar.
Exhalaba ella un vago101 aroma virginal 102 que la envolvía toda,
desde la cabellera destrenzada hasta los desnudos pies.
—¡Cómo te quiero, Marta!
—¿Ah, pues y yo a ti?
Le acariciaba las manos cargadas de pulseras, y levemente,
jugando con sus anillos, hacía girar por sus dedos los diamantes
y los ópalos...
—¡Y cuando nos casemos, cuando seas únicamente mía, te
amaré doblemente, infinitamente, como sólo supe amar a mi
madre, como tú te mereces que se te quiera a ti!
Ella, mujer al fin, se creyó en el deber de dudar:
—¿Toda la vida, Nando?
—¡Más allá de la vida!
—¿Aunque me ponga fea? ¿Hasta que sea vieja? ¿Pase lo
que pase? ¿Suceda lo que suceda?
Él la seguía acariciando:
—¿Me dejarías tú de amar por eso?
Protestó, retirando sus manos, incorporándose vibrante:
—¡Jamás!
—¿Por nada del mundo? ¿Por nada de la vida?
—¡Jamás!
La ciñó por la cintura y la besó en los labios:
—¡Marta! ¡Marta!
A: [tenue]
A: [de jazmín]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Parecía desmayar entre sus brazos tal que una paloma que
palpitara herida, lo mismo que un encendido 103 incienso que se
fuera apagando. Entreabiertos los ojos y entreabiertos los labios
por el amor, no había ni un solo pétalo de su carne de flor que
no estuviera de amor lleno. Toda rendida y entregada al amante, a él se ofrecía como un cáliz de miel:
—¡Tómame! ¡Sórbeme! —parecía clamarle en suspiros y
en104 sollozos—; ¡que la savia de mi vida te caliente las venas!
¡Que la esencia de mi alma te arome 105 hasta morir!
1
l
A: [ardiente]
A:en]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
105
A: [adorne]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Ill
i en el mundo existe un paraíso, el paraíso se llama
Filipinas.
Esto lo iba clamando a los cuatro vientos el Signore Bruno
Anselmi, profesor de canto y piano forte, natural de Milán y
hombre popularísimo en los círculos artísticos y las academias
musicales de Manila.
Llevaba varios años en el país y el eminente profesor en sus
artísticas peregrinaciones de arte, había recorrido las principales
islas. Para él Luzón, Bisayas y Mindanao eran cosas grandes, aunque no tan enormes como Garibaldi, Mussolini y Verdi. En cuanto
al paisanaje, era otra cosa, había mucho que hablar. En su opinión,
los filipinos no estaban más que medianamente civilizados.
Cuando a algunos de sus discípulos, cantando una romanza, se les escapaba un gallo, era cuando el signore Anselmi
proclamaba más alto la incapacidad de nuestro pueblo. Un poco
más despiertos que los etíopes. De depender Filipinas de Italia,
en vez de depender de América, los tenores jamás desafinarían.
Y las jóvenes bonitas y acaudaladas se casarían con italianos
para mejorar la raza.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Estaba desde muy temprano en casa de los Robles con el
pretexto de la lección de canto a Natalia. Ella había reñido la
noche anterior con el novio, y en vez de cantar, gritaba. Anselmi sudaba frío y bufaba ante el piano, vibrando de indignación:
—Per la mare de Dio, signorina Natalia. Per la santa mare
de Cistóforo106 Colombo.
—¿Qué pasa?
Que aquello no se cantaba así. Que estaba martirizando las
notas y los sonidos.
—Pues si yo no lo canto, que lo cante Caruso 107 .
—Ma, Caruso no tiene que aprender108 el canto. Es usted,
usted...
Bueno; otro día; ahora no estaba para músicas. Le dolía el
pecho; le dolía la garganta; le dolía la cabeza...
—¡Santa Madonna!
—¡Ora pronobis!
Lo dejó solo, hecho un energúmeno, medio desplomado
sobre el banquillo del piano, y se metió en su cuarto, dando
un portazo formidable. Don Lino, oyendo el alboroto, salió al
salón a calmar al profesor. Adivinaba la escena. Se repetía con
frecuencia. ¡Oh, los artistas!
—¿Qué ha sucedido, maestro?
—La sua bambina, Don Lino, que toma a broma el divino
arte. ¡Lástima de Diva! Cuando quiere canta como un angelo.
Y cuando no quiere, grita como si estuviera en casa del
dentista.
Sic en el original
» Enrico Caruso (Ñapóles, 25 de
febrero de 1872—2 de agosto de 1921).
Tenor italiano que alcanzó tama mundial
a comienzos del siglo XX. Pionero de las
grabaciones musicales, fueron célebres sus
107
actuaciones en Milán, Ñapóles, Buenos Aires
y Nueva York.
108
A: [practicar]
grabaciones musicales, fueron celebres sus
actuaciones en Milán, Ñapóles, Buenos
Aires y Nueva York.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—Cosas de muchachas, maestro. Hay que tener paciencia
con las muchachas. Casi todas son la flor de la impertinencia.
Ma Natalia era un dolore. Si se aplicara, si aprendiera,
podría cantar la "Madame Butterfly". Tenía una bella voce.
Tenía temperamento. Tenía aptitud. Tenía...
Don Lino cortó el chorro de elogios a su hija:
—¿Qué noticias tiene usted de su país? ¿Cómo va la lucha?
Anselmi giró sobre el banquillo, visiblemente emocionado.
Acababan de tocarle las cuerdas más vibrantes del corazón. Con
su hermosa voz de barítono comenzó a hablar fuerte, pastosa y
cálidamente:
—¡Ah, carísimo Don Lino! La guerra iba como era de
esperarse, con Alemania adueñándose de Europa. La ayuda
italiana resultaba decisiva. ¡Había que ver qué hombre,
Mussolini! ¡Había que ver qué tío!
Y ante el asombro de Don Lino, continuó:
—¡Tío mío. Primo de la mía mare!
Anselmi no debía ser artista, músico. Su padre, el Conte
Blardoni, lo destinaba a otro mundo más en armonía con su
casta y su estirpe 109 . Quería que fuera magistrado, General,
Príncipe de la iglesia, algo muy distinto y muy por encima de
lo que al presente venía a ser...
—Ma yo me rebelé, y me escapé del palacio que
habitábamos en Florencia. Y me fui vagando, cantando por el
mundo, hasta caer en Filipinas. Porque sentía el arte correr por
mis venas como un fuego que me incendiaba tuta la vita. Y
por el arte renuncié a todo, familia, hogar, honores y riquezas.
Anselmi poseía una voz hermosa y era un hermoso tipo. De
no odiar tanto el agua y asearse un poco más, hubiera resultado
un verdadero galán de ópera. Pero era sucio y descuidado en
absoluto. Y esto le restaba a su físico todos los demás valores.
[extirpe] en el original
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Seguía perorando ante Don Lino que ya empezaba a poner
en cuarentena su divertida 110 leyenda de príncipe azul:
—Ma no me arrepiento, no. Porque sé que cantando,
comparado conmigo Tita Rufo111 es un pito. Y el mejor profesore,
a mi lado, resulta un gato arañando las teclas. Ah, si yo, en lugar
de estar aquí, perdiendo mi tiempo por el amor al país y a ustedes
estuviera en la bella patria mía, o en Viena, o en París, los hombres
más grandes me rendirían sus respetos y las más nobles duquesas
se ahogarían en románticos billetes perfumados112.
Natalia, en tanto, vociferaba desde su cuarto, la serenata de
Tosselli113. Anselmi disimulaba la burla como si nada llegara a
sus oídos. Don Lino, a duras penas, contenía la risa. Hasta que
de pronto irrumpió en la estancia Fernando seguido del Doctor
Fritz Von Kauffman.
—¿Qué hay, Lino, qué te pasa? Fernando me dice114 que has
pasado mala noche.
—La tos.
—La bronquitis. Cuídate, hombre. No fumes tanto. Sobre
todo, cigarrillos americanos...
110
A: divertida]
* Tita Ruffo (1877—1953). Famoso
barítono italiano nacido en Pisa, que junto
a Caruso promovió la ópera en los países
de América Latina, especialmente México
y Argentina.
112
* Balmori conscientemente ridiculiza el
discurso del personaje, para dibujar un tipo
humano muy presente en la sociedad filipina:
el occidental que siendo un don nadie en su
patria, se las da de grandeza en Filipinas y
adquiere don casándose con alguna hija
heredera o adquiere rentas de negocios
turbios. Se trata de lo que Retana denomina
"Filipón". Cf. W. E. Retana, Diccionario
de filipinismos, con la revisión de lo que al
respecto lleva publicado la Real Academia
111
Española, Nueva York, Revue Hispanique,
1921, p. 41.
113
* Enrico Toselli (Florencia, 13 de marzo
de 1883—15 de enero de 1926). Pianista
y compositor italiano famoso por haberse
casado con la Archiduquesa Luise, Princesa de
Toscaza, en 1907. Su Serenata Rimpianto Op.
6No. 2 fuelamáscélebredesuscomposiciones.
Su matrimonio fue un escándalo en la época,
por la reconocida ambición que había movido
a Toselli a casarse con la heredera al trono. La
separación se produjo en 1912 y el escándalo
fue internacionalmente conocido. En tal
sentido, Balmori, a través de la serenata de
Toselli, hace que se ponga en evidencia el
fraude de Anselmi como filipón.
m
A: [ha dicho ]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
El italiano vio una oportunidad de escapar dignamente con
la música a otra parte. Y adaptando un gesto de Radamés 115 en
escena, se despidió ceremoniosamente. ¡Oh, la chinita aquella,
iba rumiando mientras se iba alejando, qué manera de abusar
por ser inmensamente rica y saberse por él disimuladamente
cortejada! Fea y necia, por completo. Pero un porvenir de rosa y
oro para quien supiera conquistarla, para él, sobre todo a quien
vendría a resultarle un verdadero "bocato di cardinali 116 ".
Por lo pronto ya le había hecho tragar a Don Lino su cuento
de hadas. Hijo de un conde; sobrino del Duce; héroe del arte;
mártir por su amor a Filipinas. Se117 lo contaría a su hija. Y la
chinita abriría los ojos hasta desorbitárselos y se abstendría en
lo futuro de tratarlo como a un cualquiera.
Hacía muchísimos años que el Doctor Kauffman era médico de Don Lino. Tenía fama de ser uno de los mejores galenos
del país, al que llegó siendo muy joven. Como todo hombre de
ciencia, era de poco hablar. A pesar de la gran confianza que
gozaba en la casa, se contentó con aplicar una inyección a su
paciente118, sin pedir ni dar explicaciones. Siempre andaba de
prisa. Volvería dentro de dos días.
Quedaron solos Don Lino, Fernando y Natalia, que al darse
cuenta de la desaparición de Anselmi, volvió a la sala.
—¿Qué te ha dicho el doctor, papá?
Don Lino, pasándose las yemas de los dedos por la carne
del brazo dolorida por el pinchazo 119 , silabeó:
—Que tengas cuidado con el maestro y le guardes más respeto. Resulta que es sobrino nada menos que del Duce. Además,
es hijo del conde de no sé cuántos.
115
* Radamés, capitán de la guardia egipcia,
protagonista de la ópera Aida de Verdi,
estrenada el 24 de diciembre de 1871 en el
Teatro de la Ópera de El Cairo.
* Expresión italiana que denota un objeto
LOS PÁJAROS DE FUEGO
de cualidad excelente,
A: Don Lino[
11s
A: [a Don Lino]
119
A: [la inyección]
117
Natalia estalló en risa:
—Del Conte Verde, papá. El barco en que Sandoval volvió
de Europa.
—¿Que Anselmi es sobrino del Duce? —preguntó Fernando.
—Me lo acaba de asegurar él mismo.
Fernando se encogió de hombros:
—Pues si lo dice, se hace a sí mismo poquísimo favor.
—¿Por qué?
Pues porque Mussolini era un pobre diablo, un triste maestro
de escuela, muerto de hambre, ignorado por todos, antes de ser
lo que ahora era en su país. Fuera de Italia, un vago fichado por
la policía y arrestado en más de una ocasión. Y porque, aparte
esto, era un payaso trágico que estaba arrastrando a un pueblo de
músicos y cantantes a la catástrofe de una guerra en la que sólo
iban a encontrar la ruina y la muerte.
Don Lino se irguió:
—¿Hombre, y si triunfa el Eje?
Fernando se irguió a su vez:
—No lo esperes, papá. Yo no soy nadie para discutir tus
ideas, ni tratar de cambiar tus opiniones. Pero pienso a través
de la lógica y me guío por la historia del mundo. Ambas me
recuerdan grandes ambiciones de universal dominio, semejantes a éstas por las que hoy vuelven los apocalípticos jinetes a
galopar sobre la tierra. ¿Qué ha sido de ellas? ¡Humo! ¿Y qué se
ha hecho de aquellos incomparables conquistadores que intentaron medir el mundo con la punta de su espada? ¡Polvo! ¡Apenas
un recuerdo glorioso y triste de una enorme hazaña criminal
ahogada en fuego y sangre y llanto!
Natalia protestaba:
—¡Pero, basta de guerra! ¿Para qué la guerra? ¡En esta casa
no se habla más que de la guerra!
Y cambiando de tono:
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—Papá, esta noche es el baile en el Manila Hotel120 en honor de
la oficialidad americana121. ¿Me permites que me lleve Sandoval?
Fernando la miró con lástima:
—Estáis viviendo y seguís bailando sobre el cráter de un
volcán que va a estallar muy pronto.
—¿Ah, tú también con esa historia?
—Yo y todo el mundo.
—Pues todo el mundo equivocado. Dice Sandoval...
Fernando la interrumpió, riéndose:
—De las Universidades de Tokio, Berlín y Viena...
—¡De donde sea, vaya! Dice Sandoval que la guerra jamás
llegará a nosotros. Y que él sabe muy bien por qué lo dice.
Y se volvió, para aporrear el piano.
La sala se llenó de notas vivas y alegres como en una fiesta
de pájaros y fuentes. Don Lino y Fernando, perdidos en el musical estruendo, continuaron hablando ahora sobre la provincia,
sobre la hacienda y la futura gran cosecha...
Tenía razón el músico italiano. Si en alguna parte del mundo existía un paraíso, el paraíso se llamaba Filipinas. Cada isla
como un nido cálido de paz, de bienestar y de ventura, donde
granan las áureas espigas de arroz, destilan las cañas las mieles
de sus troncos, fermentan el ardiente caldo del fruto de las palmas y se alza al viento el canto de las aguas, las aguas dulces y
las aguas saladas, sobre las arenas y las piedras y los musgos.
Mindanao, princesa mora vestida de plata y cubierta de
perlas, reclinada en una vinta de labrados remos, de velas de
encendidos colorines, banderas y alas de su ornato exótico.
Bisayas, belleza suave, inmenso terrón de azúcar, bailarina del
* Inaugurado en 1912, Manila Hotel
fue el símbolo de la americanización
urbanística de Manila y, en consecuencia,
LOS PÁJAROS DE FUEGO
epicentro de los acontecimientos sociales de
la administración norteamericana,
A: que acaba de llegar[
"balitao 122 " desmayado, envuelta en su leve "patadión 123 ", faldellín que vela su hermosura igual que una nube el resplandor
de un astro. Y Luzón, fúlgida y poderosa como una vibrante
lanza, carne de gloria, sangre de telar y arado y yunque, olorosa
a fábrica y a incienso de campos y de altares.
Tres mil ciento cuarenta y una islas mecidas por las olas del
mar de China, del mar de Celebes y el océano Pacífico. Ostentando en alto su espíritu indígena engalanado con la más vasta
cultura de Occidente y los mayores progresos y virtudes de las
mejores razas. El varón de este Edén, con la frente inclinada a
la buena tierra, empuñando dichoso la mancera del arado, tras
el paciente carabao que abre el surco de la futura espiga. Y su
Eva pecadora, la mujer morena y amorosa, coronada de sol y
flores, erguida sobre la inmensa sementera con un niño entre los
brazos, de cara al cielo, ofreciéndole a Dios el fruto de su entraña, el nuevo filipino, el hombre del mañana como una promesa
de redención y gloria 124 .
* Danza y música típicamente visaya.
* Filipinismo incorporado al Diccionario
de la Real Academia Española: "Tira muy
ancha de tela de diferentes colores, que las
mujeres de algunas islas Filipinas usan en
vez de falda, ciñéndola y sujetándola a la
cintura".
124
A: [incierto]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
IV
4n su moderno despacho biblioteca donde un gran Buda de
bronce, sonriente y panzudo, se destacaba fulgurando sobre un
pedestal de laca, Don Lino departía confidencialmente con su
hermano:
—No es que yo sea un viejo verde, ¿sabes? Pero ten en cuenta
que enviudé en esa edad en que el hombre más que nunca parece necesitar el calor de la hembra. La segunda juventud, es más
ardiente que la primera, Ramón. Se va uno dando cuenta de que
se va alejando, perdiéndose, extinguiéndose lo único que merece la
pena de vivir125 la vida, el amor. Y el amor, no es Cupido, el niño
ese que nos representan con alitas azules y una venda en los ojos,
disparando flechas por aquí y por allá. Es algo más digno, más
serio, mucho más real, a mi modo de ver. Afrodita surgiendo de
la amarga espuma, con los senos turgentes y los brazos abiertos,
aguardando al hombre, ofreciéndose al macho que ruge de pasión,
pobre esclavo caído de rodillas ante su desnudez deslumbradora.
¡Yo busqué a esa mujer! La busqué porque me hacía falta,
porque la necesitaba, porque la sangre que corre por mis venas,
corre fuerte y generosa...
' A: en[
LOS PÁJAROS DE FUEGO
—¿Y encontraste la mujer?
—La encontré, Ramón.
—¿La tienes ahora?
—¡No! Se quedó en su casa de papel, como una muñeca
perdida entre los cedros y los criptomerios de Kyoto126. Es de
allá. Se llama Haruko San. Bella como un templo de oro, suave
como la seda y los pétalos de las flores del cerezo. Me hizo feliz
con su amor tímido y reverente. Esas mujeres saben amar. Si
alguna vez necesitas a tu lado una mujer amante, ¡búscate una
japonesa!
—¡Gracias!
Don Lino encendió un cigarrillo, le ofreció otro a su
hermano, y continuó su historia, llenándose de humo:
—De ahí viene mi gran afecto por Japón y todo lo que sea
japonés. Las mejores horas de mi vida, las he vivido allí. Japón
es un pueblo que ama a los niños, a las flores, a los ciervos,
a las aguas y a los pájaros; que tiene por única y verdadera
religión, el honor, y por único y verdadero altar, la patria; que
no le importa sacrificar la vida y la hacienda por la vida y la
gloria de su imperio; que está llamado, por su fuerza terrible
y su espíritu indomable, a ser el dueño del Pacífico, el amo del
Oriente, el soberano de la nueva Asia... ¿Te asombras...?
—Te escucho.
Ah, pues que oyera bien. El no comulgaba con los hombres
blancos ante ningún tabernáculo. Ni creía en su amistad. Eran
unos matones, unos locos, que entre ellos mismos no podían
vivir nunca en paz. Se atacaban como lobos por el menor
motivo, bajo cualquier pretexto; la cuestión era destruirse. ¿A
dónde íbamos a parar con esa clase de hombres? ¡En cualquier
amanecer, el mundo se encontraría despoblado! ¡Nos habrían
exterminado a todos!
[Kioto] en el original
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
Al Japón lo estaban provocando, y el Japón, tarde o
temprano, les daría una lección127 amarga. No se trataba de un
pueblo de mercaderes ni mestizos de otras razas nacionalizados
ingleses o americanos. Japón era espíritu de dioses encarnados en
fibras de "shogunes 128 ", "samurais 129 " y "daimios 130 ". ¿Por qué
no le dejaban avanzar sin que una potencia blanca le cerrara el
paso? El pobre Magallanes, al dar el nombre de Pacífico al mayor
de los océanos, pecó de candoroso 131 . ¡Y si no, tiempo al tiempo!
Don Ramón se encogió de hombros despectivamente:
—Sigue con tu historia de la mujer.
Por las ventanas de par en par abiertas, penetraba en el
despacho el esplendor de la mañana en el olor a hierba y flor y
la estruendosa algarabía de los gorriones sobre la pompa de los
árboles. Don Lino continuó:
—De tarde en tarde, recibo cartas de ella. Aún me sigue
siendo fiel, me quiere, no me olvida. El día en que la dejé cayó
ante mí llorando silenciosamente, abrazada a mis rodillas,
besándome los pies. ¡Pobre Haruko San! ¡Pobre "musmé 132 "
dulce y enamorada! La133 dejé varios miles de "yens" y la
promesa de volver muy pronto...
—Hiciste divinamente. Los duelos con pan son menos.
Los gorriones chillaban persiguiéndose en las ramas. Fuera
sonaba el piano de Natalia una fuga de Bach.
—Si Natalia se casa, si Fernando se casa, volveré al Japón.
A: [una respuesta]
* Sogún, niponismo incorporado al
español que recoge el DRAE: "Título de
los personajes que gobernaban el Japón, en
representación del emperador".
* Samurai, niponesismo incorporado al
DRAE: "En el antiguo sistema feudal japonés,
individuo perteneciente a una clase inferior
de la nobleza, constituida por los militares
que estaban al servicio de los daimios".
130
* Daimio, niponesismo incorporado al
128
LOS PÁJAROS DE FUEGO
DRAE: "En el antiguo régimen japonés,
señor feudal".
* Vasco Núñez de Balboa fue el primer
europeo que el 25 de septiembre de 1513
contempló el océano llamado Mar del Sur.
En 1520, dado los vientos alisios con que se
encontró Fernando de Magallanes al acceder
a él, fue rebautizado como Océano Pacífico.
* Palabra japonesa no incorporada al
español: "señorita, mujer no casada".
1
Laísmo del original
A no ser por ellos, ya estaría en Kyoto. ¡Mi vida está allá!
—¿Para qué, Lino, para qué? No necesitas volver allá. ¡El
Japón vendrá aquí y te traerá a tu japonesa!
Arrojó el cigarrillo al jardín, sobre la cabeza del gran Buda.
—¡Que Gautama 134 te la conserve! ¡Adiós!
—¿Te vas?
Se iba. No quería escuchar más cuentos. No creía en el
Japón ni en sus historias. ¡Valiente origen divino el de sus
gentes! ¡Valiente orgullo! ¡Bestias humanas ellos, tirando de
carruajitos en los que se pasea por sus parques todo el mundo!
¡Vendedoras de caricias ellas, a miles, a millones, en los abiertos
noche y día "yoshiwaras 135 "! Y el resto, la clase media y la
llamada aristocracia, todos los hombres, al ejército, a invadir
pueblos y acogotar razas débiles136 para honra y provecho del
imperio. ¡Mientras, las señoras a gestar, a parir como máquinas
continua y matemáticamente para que al Mikado 137 no le
falten matones y las tierras indefensas del Asia y del Oriente no
puedan asegurar al dormirse en la noche, que al día siguiente
no habrán de despertar bajo un huracán de fuego...! ¡Adiós!
—¡Oye, estás barbarizando!
—¡Adiós!
Tropezó, al salir, con Natalia, que entraba seguida por el
administrador de la hacienda!
—¿A dónde va usted, tío?
—¡A buscar una japonesa para tu padre!
Rió Natalia estrepitosamente. ¿Sería posible que su padre y su
tío anduvieran regañando siempre por cuestiones tan fantásticas?
* Siddhartha Gautama —Buda— vivió
aproximadamente entre los años 560 y 480
A.C.
135
* Antiguo distrito de la ciudad de Edo
(Tokio) donde se ubicaban los lupanares. Por
extensión Balmori lo usa como prostíbulo.
136
A: [enteras]
* Estructura política japonesa que entiende
al emperador como de origen divino, y por
lo tanto al Imperio con autoridad política
y religiosa. Niponesismo incorporado al
DRAE: "Título del emperador del Japón".
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
Dejó al administrador en el despacho de Don Lino, y se volvió al salón. La138 estaba aguardando su prometido, el famoso
Doctor Sandoval.
Sandoval tenía la cara perdida en un par de gafas de concha
tan grande que se dijeran los faros de un automóvil. El cráneo
se le transparentaba bajo una pobre pelambre castigada por
una capa de pomada fulgurante. Delgado, pequeño, casi insignificante, vestía exageradamente a la moda americana. Por sus
rasgos fisonómicos, se adivinaba su origen chino.
Estaba celoso, como siempre, porque se figuraba que a Natalia se la comían los hombres con los ojos y a ella le encantaba
servirles de manjar. Sólo que ahora parecía tener su poquito
de razón. En el baile de la noche anterior, se había conducido
escandalosamente almibarada con un teniente recién salido de
la Academia.
—¡Puah, un teniente!
¿No le daba vergüenza? ¡Todas las chicas se rieron de ella!
¡Y vaya una figura que hizo bailando con el larguirucho aquel,
alto y tieso como un palo, que para no perder el ritmo, en vez
de ceñirla por la cintura, la llevaba casi cogida por el cuello...!
—¡Bueno, parecías el sable del teniente!
Ella, acostumbrada a sus celos, no se los tomaba en cuenta.
Se reía, le dejaba desfogarse, y cuando lo notaba calmado de
repente, empezaba su defensa.
Debería firmarse Ótelo 139 . Se envilecía sintiéndose celoso de
hombres que no le llegaban a la suela del zapato. ¿No le dolía el
ofenderla en forma tan grosera, confundiéndola con una coqueta cualquiera del montón? ¿Estaría ella en relaciones con él, si
no le quisiera solamente a él, a su Pepe...?
—¡Mentirosa!
Laísmo en el original
Balmori se vale de un ágil uso del estilo
LOS PÁJAROS DE FUEGO
indirecto para reproducir la respuesta de
Natalia a los reproches de su prometido.
—¿Mentirosa? ¿Quién la impedía el dejarle plantado si le
importara menos que los gansos que soñaba sus rivales?
Sandoval se dejaba convencer. Porque necesitaba creerla
para respirar tranquilo y porque en realidad le importaba más
el dinero de Don Lino que la fidelidad amorosa de Natalia.
Llevaban más de un año así, y el día en que ella no le daba un
disgusto, se le antojaba un día carente de emoción.
—Pero, con el teniente ese, no vuelves a bailar.
—¡Claro!
—Ni a mirarle a la cara.
—¡Claro!
—¿Quién es?
—No lo sé. Creo que es hijo de su padre, un Coronel.
El padre coronel y el hijo teniente. El nieto iba a salir sargento. Vaya una familia. ¡Soldadesca!
—¡Claro!
—Éste es el único país en que los soldados se atreven a figurar en sociedad. Por culpa de vosotras, de las chicas, a quienes
lo mismo se os da un tío de frac, que de uniforme, que de sotana. ¡Esto no se ve en Europa ni en América, ni140 en ninguna
otra parte del mundo, hombre!
¡Claro, sí, tenía razón! Y con su pañuelo fino y oloroso le
restañó en la frente una gota rebelde de sudor. Qué manera de sofocarse por nada. ¿Iban a pasarse todo el tiempo así? ¡Al infierno
todos los tenientes! ¡Ella no le quería más que a él, su Pepe141!
Derrotado.
Se besó la gota de su propio sudor en la fina batista y en las
yemas de los dedos de la consoladora Samaritana. Y pasó a hablarla en voz queda y blanda de otras cosas menos interesantes.
El día azul, radiante, llenaba de intensa claridad la sala, arrancando de los barnizados muebles reflejos luminosos, caldeando
' A: ni[
A: [su José]
CLÁSICOS H i S P A N O F I L I P I N O S
el ardor del trópico. Una mariposa vagabunda, tal que una
flor de aire, entró por el balcón y se posó sobre las rosas de un
enorme búcaro. Una rosa se deshojó bajo sus alas. Sus pétalos
cayeron como un llanto perfumado.
Llegaba Fernando con una soberbia caja de bombones:
—De Marta, para ti, con recuerdos cariñosos.
—Qué amable, ¿cómo está?
—Bordando un manto, con otras señoritas, para la Virgen
de la Parroquia. Esos son sus paseos y sus fiestas. No se parece
a ti, Natalia.
—Flor del campo, como la llamas tú.
—Cuándo os casáis, preguntó Sandoval.
Fernando pareció reflexionar:
—¿Estamos en Abril, verdad...? Cualquier día de los primeros de diciembre.
—¿Diciembre?...
—Diciembre, sí, ¿por qué?
Natalia clamó:
—¿No sabes que nosotros nos casamos en octubre?
¿Y qué tenía que ver su boda con la boda de ellos? ¡Enhorabuena!
Natalia siguió clamando:
—Es que...
La mariposa que giraba por la estancia se le prendió en un
hombro, aleteó un instante, y se fugó después, dorada y negra...
—¿Qué, mujer?
—Una vieja creencia, una popular superstición...
Fernando la alentó, viéndola titubear:
— ¡Dila, dila...!
—Pues se decía que cuando en una casa se celebraban dos matrimonios en un mismo año, uno de los dos resulta desgraciado.
—¿Y vosotros lo creéis?
LOS PÁJAROS DE FUEGO
—Yo, no; Sandoval.
Sandoval protestó:
—No, yo no lo creo.
Lo creyeran, o no, Fernando se casaba en diciembre. Lo
tenía dispuesto todo para entonces. La casa, que era un nido
color de rosa perdido en un jardín en el que las rosas formaban
celosías y guirnaldas. Mas qué nido, un altar. Un altar vestido
y perfumado para el amor. ¡Ya verían qué casa! ¡Ya verían qué
nido! ¡Ya verían qué altar!
Apareció Don Lino dando órdenes en voz alta a su administrador:
—Diga usted a la gente que no sean locos142, que vuelvan al
trabajo, que no pasa nada.
Fernando inquirió:
—¿De qué se trata, papá?
—Los hombres de la hacienda, que han desertado y se han
refugiado en las montañas por temor a la guerra. Alguien, que
les ha hecho creer sabe Dios qué infundios. Ganas de amolar la
cosecha.
—Pero si la guerra está ahora en Rusia, intervino Sandoval.
—Como si les dijera usted que está en el Perú, rezongó el
administrador. Están empeñados en creer que vienen los japoneses. Y que no van a dejarnos en pie ni las raíces.
¡Maldita fábula! Don Lino parecía perder por primera vez
en la vida su carácter ecuánime y pasivo. Que vinieran o dejaran de venir los japoneses, ¿qué? ¿Se iba a desquiciar por eso el
universo? ¿Iba a borrarse Filipinas del mapa? ¿Qué se habían
figurado que eran los japoneses? ¡Los hombres más humanos; el
ejército más disciplinado; la mejor gente del mundo!
Y dejándose caer abatido en un sillón, evocó tras el silencio que provocaron sus palabras, los verdes cedros, ramos per142
A: [bestias]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
fumados 143 ; la casa de papel, farol de vivos colorines encendido eternamente para su vida, lucecita 144 perpetua y encantada
que le estaba aguardando noche y día ardiendo 145 ...
¡Pobre Haruko San! ¡Dulce, infinitamente dulce "musmé" a
quien dejó llorando silenciosamente, postrada sobre una estera,
con los brazos abiertos como dos alas heridas que querían volar, sin poder 146 volar tras él, y la frente tronchada por el dolor
sobre el pobre corazón despedazado 147 ...!
144
145
A: [candelarias de ilusión]
[lucesita] en el original
A: ardiendo]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
A: [y no podían]
A: [destrozado]
CLÁSICOS HISPANOFIUPINOS
V
acostumbrado, no encontrar trabajando a los jardineros. Más
tarde aparecieron, trajeados de punta en blanco, sombrero en
mano, graves y ceremoniosos...
—Ohayo 148 .
—¿Qué pasa? ¿A dónde vais?
Al Japón, señor. Se volvían a su tierra. Importantes asuntos
domésticos.
Sentían muchísimo tener que abandonar precipitadamente
el jardín, la casa, pero venían a disculparse y despedirse. Antes
que nada era su país, su hogar y su familia. Lo lamentaban de
todo corazón. De saber llorar los hombres de su raza, llorando
le demostrarían su profundo pesar.
Don Lino quedó disgustado. ¿Quién cuidaría ahora de aquel
vasto vergel que era su orgullo y su mayor recreo? ¿Quién podaría
el árbol dándole esbeltez, dándole encanto, y trocaría la cebolla
del gladiolo en vara de flores, en ramo de mariposas de colores?
Algo inesperado, algo contundente y terrible se estaba
tramando allende el mar, cuando esta gente comenzaba a volver
a su país. Porque no eran Kenhiro y Otha únicamente. Don
* Ohayo, "Buenos días" en japonés.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Lino sabía del inusitado éxodo de un gran número de nipones
desde hacía algunos días.
Mal se iban presentado las cosas. Aparecían demasiado
claras o demasiado oscuras. ¿Tendrían razón los alarmistas?
¿Justificarían los futuros hechos las bélicas inquietudes de su
hermano Ramón y de otros muchos filipinos más que venían
alentando un pesimismo cruel con respecto al porvenir de la
nación?
Oh, aquel hermano austero y grave en cuerpo y en espíritu,
tan antagónico a él en ideales y en ideas, enemigo de los
placeres, indiferente a la mujer, seco y frío como un árbol sin
ramas y sin nidos.
Lo veía aparecer de pronto, para reírse de él y confundirle:
—¿Qué te decía yo? ¿Qué te advertía yo, grandísimo
confiado, soberano candido? ¿Estás oyendo tiros, o están
lloviendo rosas?
Conocía el poder del Japón, tan enorme, que en medio de su
pobreza como pueblo, invertía tres cuartas partes de sus ingresos
en el mantenimiento de una gran flota y un gran ejército, con
miras defensivas y ofensivas. Para ello se sacrificaban lujos y
vanidades. Para ello cada japonés era un pequeño río perdido
en el caudaloso océano del Imperio. La gloria del Mikado,
sobre todo. Y la grandeza sin límites ni horizontes de la nación,
desde el lejano ancestro, en que figuró Yeyasu149, el "shogun"
formidable de la dinastía Tukegawa, invencible guerrero y
profundo filósofo, autor del inmortal Decálogo.
Recordaba 130 sus bellísimos axiomas...
"La perseverancia es la base de la felicidad eterna". "El
hombre que sólo ve la cumbre y desconoce las amarguras
149
* Tokugawa Ieyasu (1543—1616),
fundador del sogunato Tokugawa y del
período histórico japonés dominado por
HB
señores feudales, hasta la restauración de la
dinastía imperial Meiji en 1868.
15
° A: Don Lino[; todos[
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
del llano, no puede llamarse hombre". "La vida es un fardo
abrumador; si te desuella la espalda, no debes lamentarte".
"Todo aquel que se deje embriagar por la vanidad humana, es
un necio". "Sólo a nosotros mismos debemos atribuir la culpa
de nuestros males". "Todo en exceso causa pena; es preferible la
necesidad a la abundancia"...
Cada una de estas máximas la llevaba151 todo japonés en152 su
espíritu clavada153 como una divina mariposa154 por una aguja de oro.
Esta era la clave de su grandeza nacional; la filosofía del
esfuerzo y el dolor; el desprecio a la vida y a la muerte; la
radiante quimera de un pueblo de poetas en que los Soberanos,
vestidos de Generales europeos, escriben en asiáticos caracteres
versos de luz a la primavera; y las Emperatrices, desde que son
princesas, gimen pulsando el "samisen 155 ", himnos dulces a la
flor del ciruelo y a la pálida luna.
Miraba el viejo, entristecido, su jardín, engalanado y
oloroso en este abril radiante. Se lo imaginaba, al cabo de
unos meses, mustio y desolado. Habían partido los magos
floricultores, y ya nadie sabría arrancar a la tierra el secreto
de su pompa vegetal, el milagro de las hojas semejantes a
esmeraldas y las flores semejantes a topacios azules, a156
encendidos rubíes, a moradas amatistas 157 .
Pensó en los nuestros, en los jardineros del país, pero
enseguida desechó la idea. Eran unos ignorantes, unos bárbaros,
sin noción de arte, ni delicadezas de artista. Estaban bien para
sembrar lechugas y cultivar tomates. Ninguno entendía nada
de jardinería. En Filipinas, tierra de flores, los petimetres se
florojalaban con claveles de trapo; las mujeres buscaban el
151
152
153
154
155
A: prendidaí
A: [a]
tres
A: clavada]
A: sostenida!
* Instrumento musical compuesto de
156
LOS PÁJAROS DE FUEGO
cuerdas tensadas pulsadas por una púa
llamada bachi.
A: [y]
perfume en los frascos de esencia importados de París, despreciando
el collar de sampaguitas que embalsamaba el seno de la abuela; y
en las contadas residencias señoriales que se alzaban sobre vastos
jardines, éstos aparecían pobres, marchitos, abandonados.
A la hora de comer,158 apenas probó bocado. Se sentía
preocupado y abatido como nunca. Parecía avisarle el corazón un
gran dolor futuro. Pesadamente se encerró en su cuarto y se tendió en
el lecho. Comenzaba la hora de la siesta filipina. El sol traspasando
el arco de los cielos, rodaba hacia el mar, candente y rojo. Un pájaro
solitario y cantarín, silbaba sobre la copa de una acacia.
Del mar, por entre el follaje del jardín, llegaba un aire cálido y
brusco que alborotaba las páginas de la revista ilustrada con la que
Don Lino llamaba al sueño. Un reloj musical vibró desde un mueble
una argentina campanada. Pasó un minuto, varios minutos más. La
revista cayó fuera del lecho. Y el sueño tendió sobre los párpados
del viejo159 su manto de colores...
Toda Filipinas se había convertido de pronto en un
"kuruma 160 " gigantesco del que iban tirando, guiados por
soldados japoneses, nuestros hombres de Estado. Desfilaban por
un espacio infinito que comprendía toda el Asia, y trotaban con
entusiasmo tan febril que se pensara que habían nacido para
eso, para ejercer de bestias. Los japoneses dirigían su carrera. Y
los alentaban, con palabras de una cortesía hipócrita y falaz, a
recorrer, desbocados, el espacio.
—¿Qué ha sucedido para que estos hombres hayan perdido su
dignidad en tal forma? —interrogó161 al primer transeúnte que acertó
a pasar—. ¿Es que los han cogido a lazo y los han obligado a esto?
El desconocido se encogió de hombros:
—Advierta usted el brazal con caracteres japoneses que
ostentan orgullosamente. Lea usted...
1
A: Don Lino[
' A: [de Don Lino]
* Palabra japonesa: "Carro, automóvil".
A: Don Lino[
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Y Don Lino leyó:
VOLUNTARIOS PARA TIRAR DEL KURUMA.
Un acceso de tos le despertó. Pálido y sudoroso se incorporó
en el lecho. Frente a él, erguido, se encontraba Fernando,
contemplándole cariñosamente:
—¡Dios, qué sueño!
—¿Una mala digestión?
—Una pesadilla absurda
Le trajeron una taza de té, que fue sorbiendo a pequeños
tragos. Y con el té, una especie de carpeta llena de papeles
que en la precipitación de su partida, se habían dejado en su
habitación los jardineros.
—¿Tenías que decirme algo?
Fernando miró al lecho, y como sin dar importancia alguna
a sus palabras, dijo sencillamente:
—Que esta mañana me he alistado en el Ejército.
El viejo pegó un salto. ¿Cómo? ¡Que repitiera aquello! ¡No
había oído bien...!
Fernando volvió a decir:
—Que esta mañana me he alistado en el Ejército.
Se hizo una pausa larga y dolorosa que al fin rompió Don
Lino llevándose las manos a la frente:
—¿Por qué has hecho eso? ¿Qué necesidad tenías de haber
hecho eso, con la agravante de no habérmelo siquiera consultado?
Fernando se explicó.
Lo consideraba un deber. Todos lo hacían. Desde los más
jóvenes, hasta los más ancianos. Había sido un llamamiento
y una respuesta general. No iba él a hurtar su cuerpo, cuando
todos los demás acudían a la voz de la patria lé2 .
—¿Pero tú sabes lo que eso significa, lo que puede ocurrir?
—Por eso me he alistado.
162
A: [del deber]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Don Lino montó en cólera:
—¿Y por qué tienes tú que luchar contra nadie, y mucho
menos contra gente que no es nuestra enemiga, que no nos ha
hecho nada, que si viene, no vendrá contra nosotros?
¡Ah, no! Tú te vuelves mañana mismo a donde sea, y retiras
tu solicitud. ¡Tú no tienes que matarte por nadie! ¡Tú no pegas
un tiro a un japonés!
Fernando se revolvió vivamente sorprendido:
—Pero, papá...
—¡Te lo suplico, te lo ordeno, te lo exijo!
Imposible, la cosa estaba hecha, el paso estaba dado y antes
que nada él se sentía hombre y se sentía filipino. Filipino de cara
y corazón, como lo fueron Kalipulako 163 , Lakandula 164 , Sikatuna165, Solimán 166 , guerreando y combatiendo contra los primeros conquistadores, aquellos caballeros de la Iberia que vestidos
de hierro arribaron en sus naos soberbias a las playas de Luzón
y Bisayas...
De muy lejos, del Destino y los designios del cielo, llegaron
a nosotros por los verdes caminos del océano. Y poderosos
como eran, disimulando el oro de las cadenas con guirnaldas
de flores, nos ataron las manos. Cadenas de oro, pero al fin,
¡cadenas! Entonces perdimos lo mejor que nos había dado Dios,
¡la libertad! Y desde entonces velamos en la noche y el día
expiando el momento de poder romper los grillos. Por eso cayó
el poeta 167 , cantando ante la muerte 168 . Y Bonifacio lanzando
el grito de independencia 169 . Y Mabini redactando el Decálogo
* Lapu-Lapu, datu de Mactán. Se enfrentó
y venció a Magallanes.
164
* Raja Lakandula, régulo de Tondo. Pactaría con los españoles y emparentaría con ellos,
165
* Sikatuna, datu de Bohol. Realizó pacto
de sangre con Legazpi.
* Raja Sulayman, régulo musulmán de
Maynilad. Defendió la ciudad frente a los
españoles.
167
* José Rizal, compuso el poema más
importante de Filipinas: "Mi Último Adiós".
168
A: [la libertad]
169
* Grito de Balintawak el 23 de agosto de
1896.
CLASICOS HISPANOFILIPIIMOS
de nuestros sagrados fueros170. Y Luna 171 con la espada hecha
pedazos... Así eran y así deberíamos ser todos los filipinos.
Quienes no sintieran y pensaran así, quienes dieran las espaldas
a tanta gloria y tanto sacrificio, quienes trataran de vender o
hipotecar una libertad que nos costó tanto dolor y tanta sangre,
que no se llamaran filipinos.
Don Lino se levantó, magnífico y soberbio, con la frente erguida y los brazos abiertos como si quisiera abarcar todo el espacio:
—Muy bien, ni una palabra más. ¡Haz que te maten, suicídate! ¡Para ti, la libertad vale más que tu padre! ¡Y América te
importa más que Marta!
Fernando suspiró:
—Marta aprueba mi conducta.
—¡Entonces, no te quiere!
Protestó, indignado, ante la afrenta injusta:
—¡Porque me quiere con toda su alma!
Callaron, mirándose a hurtadillas, recelosos, como con
miedo ambos de seguir hablando, de continuar hiriéndose con
palabras el corazón. Hasta que al fin, Fernando sintió de pronto
sobre sus hombros las manos de su padre y oyó su voz sonando
a lágrimas:
—Después de todo, estoy orgulloso de ti. ¡Eres un valiente!
Por sobre la abatida frente de Don Lino172, los ojos de
Fernando tropezaron con el crucifijo de gran talla colgado a la
cabecera del lecho. Él velaba su sueño173 y presidía sus vigilias.
Era un Cristo de marfil, una verdadera obra de arte antigua,
invitando 174 a postrarse de rodillas y orar. ¡Divino Señor! ¿Por
qué estaba en la cruz?175 ¿Para qué había derramado su sangre
'* Verdadero Decálogo de Mabini, escrito
siguiendo el modelo mosaico para establecer
unas pautas revolucionarias que condujeran
a la nueva República.
171
Antonio Luna y Novicio, general del
LOS PÁJAROS DE FUEGO
ejército filipino,
A: [su padre]
A: [el sueño de Don Lino]
174
A. [que invitaba]
175
A: ¿Por qué estaba en la cruz?]
172
bendita sobre la frente de los hijos de Caín? ¡No conocían el
amor, ni querían conocerlo! ¡Sólo respiraban por el odio y el
crimen! ¡Sus leyes eran la fuerza y la brutalidad! Destruían
las ciudades arrojando fuego desde la celeste bóveda176 creada
para el fulgor de las estrellas. ¡Sembraban la destrucción sobre
la tierra que formó al primer hombre, a la primera espiga, a la
primera flor! Más fieras que las bestias del océano, convertían
su blanca espuma en un rojo sudario y su profundo azul en una
inmensa tumba 177 . Y como178 no podían volver a crucificar al
Hijo, porque ya era Dios imposible y glorioso, levantaban una
cruz enorme, una cruz de encendido hierro en lo más alto del
mundo y de la vida, ¡para crucificar la Humanidad!
Un golpe de viento arrojó al suelo la carpeta de los179
japoneses, abriéndola y desparramando sus papeles. Fernando
se inclinó a recogerlos, examinándolos, leyéndolos disimuladamente. De pronto se le frunció la frente, y en sus labios se abrió
una sonrisa amarga...
—Entérate de esto, papá.
Don Lino cogió los pliegos y a su vez, los empezó a examinar 180 .
Había tenido a su servicio, como jardineros, a un par de
hombres conspicuos. Porque Otta resultaba capitán de la marina de guerra japonesa.
Y Kenjiro181, comandante de las fuerzas imperiales 182 .
A: [el infinito azul]
A: (un inmenso cementerio]
A: ya[
A: jardineros!
A: [leer]
181
Variación en el original en ambos
nombres japoneses respecto a la ortografía
177
japoneses respecto a la ortografía empleada:
Otta> Ohta; Kenjiro> Kenhiro. Respetamos
la ortografía inicial.
182
* Es conocido el espionaje japonés en
Filipinas durante el período anterior al
conflicto bélico,
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
EGUNDA
LOS PÁJAROS DE FUEGO
PARTE
CLÁSICOS HiSPANOFILIPINOS
I
. oda la prensa venía183 consignando los grandes triunfos
de Alemania. Media Europa yacía sojuzgada 184 a sus pies. Los
demás pueblos comenzaban a mirarla con horror. Habían caído
trágicamente 185 Francia, Bélgica, Holanda, Austria, Grecia,
Yugoslavia, Checoslovaquia, Polonia, Noruega, Dinamarca,
Luxemburgo, Albania, y los Estados Bálticos: Estonia, Lituania,
Latvia...
Ahora se dirigían a Rusia, a la conquista de Leningrado y
de Moscú. Los ejércitos de Fuehrer186 adquirían el renombre
de invencibles. Y Hitler marchaba hacia adelante, creyendo
marchar 187 como un día188 Alejandro 189 , los cesares romanos
y Napoleón mientras hubo tierras que dominar. "Deustchlan
Uber Alies 190 ".
Un imperio asiático, ambicioso, taimado y agresivo, se miraba
con sus pequeños ojos191 en tal espejo, armado hasta los dientes.
A: a diaiio[
A: [destrozada]
A: [desesperadamente]
186 > fuster, palabra alemana: "Líder".
A: creyendo marchar]
A: marchóf
A: Magno y marcharon]
184
LOS PÁJAROS DE FUEGO
* Deutscbland,
Deutschland
über
alies ("Alemania, Alemania sobre todo").
Comienzo de la marcha nacional alemana,
Das Deutschlandlied. Letra escrita en
1841 por August Heinrich Hoffman von
Fallersleben y música de Joseph Haydn.
' 9 1 A: con sus pequeños ojos]
¿Por qué no ser la Alemania del Oriente? ¿Por qué no arrastrar
hasta el Pacífico la guerra, donde tan fácil le sería llevar a feliz
término las mismas criminales hazañas de los nazis? ¿Quien iría a
tascarles el freno? ¿Quién podría hacerles morder el polvo?
En el río de sangre que había revuelto Hitler, Japón, casta
de pescadores, pudiera pescar con gran ventaja. Era cuestión
de cerrar los ojos y lanzarse resueltamente a la bélica aventura.
¿Quién habló de temor? ¡Velas al agua! Si la pesca resultaba
feliz, surgiría sobre ella, prepotente y soberbia la grande Asia192
tantas veces soñada. Si un mal viento volcaba la embarcación 193 ,
le quedaba el supremo "hará kiri 194 " como broche dorado para
cerrar su historia.
Alevosamente empezó a intensificar el formidable servicio
de espionaje. Y comenzó a ponerse en juego su solapada 195
diplomacia. ¿Dónde estaba el enemigo principal? ¿América?
América no quería la guerra, ni estaba preparada para la
guerra. Había llegado, pues 196 , el momento, el gran momento
psicológico y ansiado de dar el golpe contundente. No
faltarían 197 pretextos ni motivos.
Bajo tales circunstancias, las potencias del Eje se mostraban
vanidosas y audaces como nunca, mientras sus gentes se venían
bañando 198 en copiosa agua de rosas. Los alemanes y los
italianos de Manila empezaban a mirar por encima del hombro
a los demás mortales. Se dijeran los primeros hombres del
mundo, los privilegiados, los únicos hijos de Dios. En tanto,
América dormía, soñando en una pronta paz. Y Filipinas,
confiada y alegre, vestida de fiesta, cantaba y bailaba.
A: [grandiosa el Asia]
A: [barca]
194
* Haraquiri, niponesismo incorporado al
DRAE: "Forma de suicidio ritual, practicado
en el Japón por razones de honor o por orden
193
superior, consistente en abrirse el vientre".
A: [taimada]
196
A: pues]
197
A: [faltaban]
198
A: [bañaban]
195
CLÁSICOS HISPANOFIUPINOS
Cantaba y bailaba sobre un cráter ardiente 199 , a pesar
de la alarma que rápidamente iba cundiendo a través de los
editoriales de los diarios y los círculos militares y oficiales200.
Nadie quería creer en tan espantosa realidad 201 . ¡Es tan difícil
hacerse a la suposición de que en un instante dado hemos de
pasar de una felicidad y un bienestar paradisíacos, a un infierno
de horrores y quebrantos!
Para corroborar la indeferencia a la catástrofe, el profesor
Anselmi, de espaldas al piano, se declaraba descarada y202
arrogantemente a la hija de Robles. Desde el primer día le había
cautivado. Soñaba con ella y enfermaba de pasión. Llevaba203 su
imagen en los ojos, su voz en los oídos, su perfume en el alma. ¡Ah,
si ella le quisiera! ¡Si ella correspondiera a su romántico delirio!
Ante una Natalia trémula y pálida de indignación y
asombro, Anselmi abría el áureo varillaje de un abanico de
paisaje mágico 204 . Viajes, fiestas, triunfos artísticos, luna de
miel sin nubes ni menguantes. Ella como una reina, y todo el
mundo un palacio encantado para ella. Y él, siempre a su lado,
el primer caballero de su corte, el eterno trovador de su reino,
rindiéndola homenaje perpetuamente fiel y enamorado.
Esta declaración inesperada, repentina, fantástica, sacudió,
al fin, todas las fibras de Natalia, tan de suyo nerviosa y
altanera. Aunque sólo un minuto la duró el estupor. Con voz
seca, cortante, estalló, mirando cara a cara al músico:
—¡Mamarracho!
¿Él? ¿Por qué? ¿Un hombre tan importante como él? ¿Por
qué? ¿Por poner a sus pies una pasión y un porvenir divinos?
—¡Mamarracho...! ¡Mamarracho...!
199
200
201
A: [de fuego]
A: [civiles]
A: [espantosas realidades]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
202
203
204
A: descarada y]
A: perpetuamente!
A: [mágico paisaje]
Como por arte de evocación llegaba Sandoval
inesperadamente. Natalia se colgó de su brazo, tal que un
guerrero que empuñara su escudo:
—¡Echa de aquí a ese hombre!
Sandoval, sin comprender, vacilaba. Ella le cogió entonces
la cartera y de la cartera un puñado de billetes que arrojó a205
Anselmi:
—¡Ahí tiene usted lo que quiere, lo que busca...!
—¡Porca miseria. Miserable vita!
En un abrir y cerrar de ojos, calladamente,
ignominiosamente, se perdió de vista el profesor 206 . Ella se dejó
caer sobre un asiento, desgarrando con los dientes y las uñas su
pañuelo oloroso 207 ...
—¡Mamarracho...! ¡Mamarracho...!
La culpa de tal descaro se la atribuía a sí misma por
habérsele mostrado siempre cariñosa y afable. ¿Qué se había
figurado el tipo aquel? ¿Que estaba ella formada del mismo
barro que las otras, las que unían su suerte al primer extranjero
indocumentado 208 porque tuviera la piel menos oscura 209 y
supiera hacer fintas y fiorituras con la voz cantando Rigoleto?
Ante la explosión histérica de Natalia, Sandoval recordó
sus diplomas de las tres conspicuas universidades extranjeras
y se sintió galeno al par que amante paladín. Buscó calmantes;
aplicó remedios; y cuando al cabo la sintió tranquila, entonó un
himno épico a su proeza.
Así debieran ser nuestras mujeres; todas nuestras mujeres.
Nada de miramientos ni contemplaciones para ciertos entes210
que figurándose de una raza superior, las tomaban por campos
abandonados y ciudades abiertas. ¿Qué pasión sincera podrían
205
A:
A:
2
°7 A:
A.
206
[al pecho de]
[italiano]
r^.rfntnaMnl
[perfumado]
208
A: [italiano o al primer demente]
A: [blanca]
2210
10 ,
A: [los]
209
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
sentir por ellas? ¿Qué ilusión, tan divergentes en la sangre y
las costumbres? Sólo miraban su fortuna. Las muchachas más
hermosas, siendo pobres, no merecían el más leve galanteo de
tales cazadores de dotes. Apuntaban al bolsillo. Y una vez con
el bolsillo repleto a su disposición, se reservaban las caricias
verdaderas y los sentimientos amorosos para las hembras de su
raza, a peso de oro el minuto de amor.
¡Duques, Marqueses, Condes! ¡Hijos de familias grandes y
linajudas casi todos! ¡Los había que juraban descender en línea
directa del propio Carlomagno 211 ! La verdad era que habían
llegado al país sucios y miserables, con los zapatos rotos, con
una muda a cuestas.
Pero como ésta era la tierra de las increíbles metamorfosis
y las inexplicables y absurdas encumbraciones sociales, estos
caballeros de industria surgían de la noche a la mañana vestidos
y tratados como príncipes en lo más alto de nuestra sociedad.
¡Y, toma ilustre descendiente del Duque de tal y del Marqués de
cual! Las tristes consecuencias del candor filipino se palpaban
muy tarde, cuando alguna infeliz robada y abandonada caía
desde el torreón de sus quimeras para bañar con lágrimas de
desesperación y de dolor las cabecitas pelirrubias de un par de
mesticillos hambrientos y harapientos que preguntaban por su
padre, pidiendo que comer.
Él había viajado mucho por los centros de donde procedían
semejantes parásitos. Los conocía bien. Sabía de algunos que
hasta habían sufrido condenas por estafa en las penitenciarías
de América y Europa; que habían abandonado a sus hembras y
a su prole para trotar como lobos por el mundo y en acecho de
víctimas que inmolar, por mejorar de vida y de fortuna. Y en
Filipinas, como en ningún otro rincón del mundo, encontraban
las víctimas propicias en el hombre candido y confiado que se
211
A: [de Alejandro Magno]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
:
dejaba deslumhrar por sus mentiras fulgurantes 212 y en la mujer
romántica y crédula que prestaba oídos a sus falaces serenatas
amorosas 213 .
Sandoval hablaba paseándose gesticulante y campanudamente, dando vueltas y más vueltas 214 en redor a la novia
enfurruñada aún. Ella ni le oía, ni podía comprenderle. Pensaba
en el músico, en su atrevimiento, en su cinismo, con impulso y
ansias de venganza fiera. ¿Por qué se había ella contenido? ¿Por
qué no le había cruzado la cara...?
—¿Por qué no le insultaste tú...? ¿Por qué no le pegaste...?
Sandoval se rindió en excusas:
—Yo no sabía...Yo no comprendía...Llegaba en ese instante...
Natalia tronó:
—¡Pues debías haber comprendido, hombre! ¡Trató de seducirme a mí; de ofenderte traidoramente a ti; faltó al respeto que
nos debe a todos...!
—Es que si quieres, ahora mismo lo busco y lo hago polvo.
Entró un criado anunciando que llamaban al Doctor por
teléfono.
—Con tu permiso, deber ser alguno de mis distinguidísimos
pacientes...
Se acercó al aparato, en un corredor de la casa lejano
adonde quedaba Natalia sacudiendo sus pies finos y nerviosos la
magnífica alfombra tendida sobre todo el salón.
—El Doctor Sandoval hablando. ¿Quién llama?
—Aquí el Signore Bruno Anselmi, Conte de Blardoni.
Vibró, ante la sorpresa inaudita, empuñando el auricular
como una maza:
—¡Qué Conde, ni qué ocho cuernos 21s ! ¡Usted, lo que es, es
un grandísimo sinvergüenza!
A: [historias fantásticas]
A: [de mentiroso amor]
A: [revueltas]
A: [cuartos)
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
No se alteró por eso la hermosa voz del profesor216:
—Ma yo le llamo para retarle a un duelo de caballeros, no
para que usted me insulte. He sido ultrajado villanamente en su
presencia por una signorina de la que usted debe responder. Yo
no puedo desafiar a la signorina. Yo le desafío a usted.
—Donde usted quiera, cuando usted quiera, ahora mismo...
—Ahora mismo, no; no puede ser. Ma esta noche, a las
doce en punto, le espero con mis testigos 217 en el quiosco de
música de la Luneta...
Y le colgó la comunicación.
¡Musiquero del diablo! ¡Lo iba a liquidar a palos! ¡Le iba a
saltar la tapa de los sesos! ¡A él y a toda 218 la partida de flautistas 219 que fueran con él...!
Aquella noche, solo y armado de un pequeño "Colt", se
paseaba Sandoval por el terreno de la cita. Nadie en el lugar. Ni
un alma a lo largo de todo el paseo. El rumor del mar cercano.
El temblor de los luceros en la sombra densa. Y surgiendo del
mar y de la noche tal que un ramo de luces y encendidas bengalas, Cavité, un poco lejos...
De tiempo en tiempo consultaba su reloj de pulsera. Se había
pasado la santa noche velando a las estrellas. Cargado de ira y
de despecho, desfundó220 el revólver, apuntando al quiosco de los
músicos. Y sonaron varios tiros en el bello amanecer del día...
¡Pum!
—¡Para los músicos!
¡Pum...!
—¡Para el divino arte!
¡Pum! ¡Pum!
—¡Para la madre que parió el pentagrama!
"<• A: [italiano]
217
A: [padrinos]
218
A: toda]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
A: [indecentes]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
II
4\ doctor Kauffman acabó de desinfectar la jeringuilla que
había usado para inyectar "bronquimal 221 " a Don Lino, y se
dejó caer pesadamente 222 en un sillón:
—Ahora se acabaron prisas; ahora podemos perder el tiempo hablando; esta mañana he cerrado mi Clínica; vas a tener
que buscarte un nuevo médico...
En la estancia, además 223 de Don Lino, se encontraban Don
Ramón y el Padre Elias, clérigo sesentón que regentaba la iglesia de la hacienda de los Robles. Justo 224 varón culto y amigo de
sembrar el bien. Gozaba 225 fama de virtuoso entre sus feligreses
y dividía su existencia entre sus deberes religiosos y su encendido
cariño por todo lo pequeño y débil: Niños, pájaros, mendigos226.
Kauffman siguió hablando:
—Estoy arreglando mis cosas; haciendo testamento, Lino.
Dentro de un mes, acaso antes, nos habrán metido presos a
todos los subditos del Eje.
Don Lino se mostró apesadumbrado:
—¿Qué puedo hacer por ti?
221
222
* Sic
A: [abandonadamente]
A: [antes]
A: El padre Elias era un[
LOS PÁJAROS DE FUEGO
22S
A: [Tenía]
A: la bella mariposa y el lagarto verde
que sesteaba al sol[
226
—Ofrecerme ahora un vaso de cerveza.
Entraron botellas de cerveza helada, un sifón de soda y
un frasco lleno de un alcohol ambarino: Whisky. ¿Para quién
era el whisky? Terrible intoxicante, según el médico alemán.
Que tomaran cerveza, oro líquido del Rhin 227 , engendrador de
salud y fuerza. Su esencia alimentaba al cuerpo lo mismo que
al espíritu los encantados cuentos de la Selva Negra 228 . Había
que reírse del mísero champán de Francia y los demás alcohólicos menjurjes de otros países. Nada como la 229 cerveza,
blanca y negra, tal que la musical clave ante la que se inspiró
un dios llamado Wagner 230 . Espumas negras y espumas rubias,
trenzas de aurora y noche de sirenas y nereidas que desataron
con sus dedos 231 sedientos de gloria 232 dos príncipes líricos 233 :
Goethe y Heine 234 .
Alzó su vaso colmado de doradas burbujas:
—¡Prosit!235
Don Lino le imitó:
227
* Rin.
* Schwarzwald ("Selva Negra"). Macizo
montañoso del sudoeste alemán, en el Estado
de Baden-Wurtemberg, famoso por su
pintoresquismo y símbolo del germanismo
romántico.
229
A:la]
230
* Wilhelm Richard Wagner (Leipzig, 22
de mayo de 1813—Venecia, 13 de febrero de
1883): Compositor y teórico musical alemán,
creador del "drama total" y de la más
nacionalista música germánica, inspiración
cultural para el posterior nacionalismo
político alemán. El nazismo se apropió de su
obra y figura para sus fines políticos.
228
231
232
A: [labios]
A: de gloria]
A: [gloriosos de la Poesía]
* Tanto Goethe (1749—1832), autor de
obras clave de la literatura alemana como
Werther o Fausto; como Heinrich Heine
(1797—1856), uno de los poetas románticos
alemanes más importantes, forman parte del
núcleo esencial del canon cultural alemán.
Sus respectivas consideraciones en la cultura
oficial, sin embargo, corrieron fortunas
diversas durante el período nazi. Así,
mientras el primero continuó disfrutando de
la predilección oficial por parte del Tercer
Reich, sobre la obra de Heine, nacido de
padres judíos, cayó un velo de olvido a partir
de la subida de los nazis al poder.
234
Prosit!: Interjección alemana usada para
brindar, equivalente a "¡salud!"
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—¡Salud236!
Y Kauffman continuó perorando:
—Alemania tiene que ganar la guerra. Hitler 237 es un instrumento de la Divina Providencia. ¡Todo cuanto viene sucediendo
a las naciones democráticas por su escandaloso libertinaje pomposamente titulado libertad, es un castigo del Creador 238 !
Don Ramón lanzó una sonora carcajada. El Padre Elias se
levantó protestando:
—¡No diga usted eso, señor Doctor! ¡Yo, como sacerdote,
no se lo puedo permitir! Los crímenes que cometen los hombres,
las guerras con que se destrozan las naciones 239 , son consecuencias naturales y lógicas de su propia maldad, su falta de religión
y su soberbia. Dios no castiga. ¡Dios perdona! Dios es amor,
bondad, misericordia. ¿Por qué, si no, pudiendo con una sola
palabra haber pulverizado el mundo, se dejó crucificar, y en su
agonía horrible le prometió el Paraíso al ladrón que muriendo a
su lado le pidió su salvación?
—¡Historia sagrada, Padre!
—¿Es usted católico?
—Tengo mi propia religión.
Don Ramón intervino:
—¡La religión de Alemania: "Deustchlan Uber Alies"!
El alemán se revolvió:
—¡En ciencias, en artes, en cultura, en todo!
* A través de la comparación de las
bebidas alcohólicas propias de cada nación
(whisky británico
o norteamericano,
champán francés y cerveza alemana),
Balmori logra construir una discusión
política de forma alegórica y, junto a
la exaltación de los símbolos culturales
germánicos, dar cuerpo a la forma no tanto
del discurso nazi como de un nacionalismo
germánico excluyente, muy común entre la
IOS PÁJAROS D.E TUECO
clase media alemana de la época.
'•' La consideración de Adolf Hitler como
instrumento de la Providencia destinado
a corregir los excesos libertinos de las
democracias occidentales constituyó un
gravísimo error de apreciación por parte
de las clases conservadoras europeas, que
acabaron pagando con creces.
238
A: [de Dios]
239
A: [los pueblos]
—¡A cañonazo limpio!
—No seas así, Ramón. ¿Qué dejas para los ignorantes, para
los pobres de espíritu, soltando tales enormidades?
Don Ramón saltó en su asiento:
—Gracias por lo de pobre de espíritu y por lo de ignorante, pero te quiero decir algo, Fritz, que puedes tomarlo como
quieras. Respeto tu lealtad a tu patria; tus ideas políticas, me
importan un bledo; y cuanto puedas tronar contra las democracias me entra por un oído y me240 sale por el otro... No, no te
impacientes; déjame seguir hablando... Alemania podrá ser un
gran pueblo, como lo puede ser Italia, pero ambas sin el trágico
payaso ese del maestro de escuela convertido en Duce241, sin el
loco furioso del semita Hitler, y sin la alianza deshonrosa y pestilente de varios millones de "kurumeros 242 " disfrazados de tropas
imperiales. La fuerza podrá dominar alguna vez, pero jamás convence. Ante Parsifal243, hay quien dobla una rodilla. Ante la boca
de los cañones nazis, no se puede sentir más que horror y odio.
Kauffman se encogió de hombros:
—Si nuestros cañones gritan, es porque han sido provocados. Cuando Alemania va a la guerra, no va por el gusto de
hacer daño. Va como el cirujano con el hierro candente a curar
una llaga peligrosa 244 , ¡nauseabunda!
—¡Mentira enorme! ¡Nunca habéis curado nada! ¡Con tal
procedimiento, lo único que habéis logrado es ganar innúmeras
batallas! ¿Y eso qué quiere decir...?
—¿No quiere decir nada?
—¡Nada! ¡Porque al final, habéis perdido, y seguiréis perdiendo, todas las guerras!
240
A: me]
* Nombre con el que se designaba a
Mussolini.
* Seguidores del imperio japonés.
243
* Siguiendo la alegoría anterior entre
la cultura y la política, Balmori introduce
el drama Parsifal (1882) de Wagner como
ejemplo que anula la comparación y la
ideología fascista.
A: [del mundo]
CLASICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
Kauffman apuró de un trago toda la cerveza que estaba en
su vaso. Y se hizo servir otra. Mejor era beber. ¿Para qué seguir
discutiendo con un señor que tomaba los rábanos por las hojas?
—El día en que aparezcan los amarillos para bombardear
esto, puedes salir245 impávido a la calle. Tienes la cabeza tan
dura, Ramón, que no habrá bomba capaz de taladrártela. Palabra de médico. Te lo garantizo.
Sonaba el "gong" anunciando la comida, y se dirigieron
todos al comedor. Se quedaban a comer246. Natalia, Fernando y
Sandoval, aparecieron poco después.
—¡La familia completa! —comentó Don Lino. Porque
Sandoval, Kauffman y el Padre Elias, como si se apellidaran
Robles.
Sobre la mesa, vestida de mantel inmaculado, desbordante
de platas y cristales, se unía el suave perfume de los ramos de
rosas, el fuerte y dulzón de los plátanos, las pinas y las mangas.
Hermosas frutas del solar filipino, de olor a flor y de sabor a
inconfundible miel.
—Yo comienzo con esto, con la manga y la pina. Contienen
un tesoro en vitaminas. Y además, saben a gloria.
Servían ostras aderezadas con jugo de limón y pimienta; magníficos langostinos y cangrejos anegados en salsas espesas y olorosas; pavo asado con jalea de fresa; pastel de menudillos de ave...
—Un menú de Arzobispo, Padre Elias —rezongaba Kauffman
con la boca llena; ¡era de admirar 247 cómo se trataban estos ilustres
sátrapas del Agro 248 ...!
A la hora de los postres, mientras en las tazas minúsculas
humeaba el café y en las delgadas copas se transparentaba el
verde, el rosa y el ámbar de los licores, Sandoval, empinándose
245
246
247
A: salir]
A: todos[
A: [había que ver].
LOS PÁJAROS DE FUEGO
* Agro: "del mundo rural, persona sin
urbanidad".
en su asiento, anunció arrogantemente, como un acontecimiento
nacional, su ingreso en el Cuerpo Médico del Ejército.
No quería ser menos que otros muchísimos 249 compañeros
de profesión que ya andaban uniformados por las calles. Siempre se había burlado de los famosos tenientes. Pero, las circunstancias obligaban. Y él era un teniente más 250 .
Sus palabras fueron acogidas con un silencio indiferente que
al fin rompió Natalia aplaudiendo al futuro héroe con sus pequeñas manos. Pero Don Lino sonreía socarronamente, tratando de ponerlo en la picota:
—¿Son muchos los compañeros esos de usted que andan por
ahí luciendo el garbo?
—Cuarenta, cincuenta, acaso más...
—Pues están de enhorabuena los enfermos.
Sandoval se puso colorado:
—¿Por qué dice usted eso?
— ¡Ay, amigo! ¡Por las Funerarias! ¡Se acabaron los negocios
pingües!
¡Aunque si se figuraban que iban a poder matar japoneses
como mataban a sus pobres pacientes, estaban frescos!...
—Y no lo digo por usted. No vaya usted a ofenderse.
Kauffman reía, reía, y cuando se hubo hartado de reír, comenzó a hablar muy seriamente:
—No tomen ustedes a mal lo que voy a exponer. Llevo
tantos años en el país y les quiero a ustedes tanto, que casi más
que alemán, me considero filipino. Quiero decirles que ésta es
una tierra creada para el amor, no para la guerra. Que éste es
un pueblo hecho para vivir, no para levantarse o caer matando ni muriendo. Aquí crecen los niños cosidos a las faldas de
sus madres, que sólo les enseñan a rezar y cantar hasta que se
A: [muchísimos otros]
A: Había que ser patriotas. Había sonado
la hora de los hombresf
CLASICOS HISPANOFIUPINOS
hacen grandecitos y los mandan al colegio. En otros países los
muchachos se hacen soldados desde el vientre que los concibe,
y cuando empiezan a jugar, juegan a las batallas con soldados de cartón, fusiles de palo y espadas de lata. Se les inculca
el espíritu guerrero y el amor a la milicia apenas aprenden a
balbucir las primeras frases y pueden tenerse en pie y marchar
sin el auxilio de ayas ni andadores. Se les trata como hombres,
cuando son unos niños. Se les aplica a la educación física más
que a la moral. Y todo esto, y sobre todo, en Alemania y en el
Japón precisamente.
Aún recuerdo como si acabara de escucharlos, los sabios
consejos de mi padre antes de enviarme a la Universidad: Fritz,
hijo mío, acabas de cumplir quince años y tienes que empezar
a ser un hombre. Para vivir, para vencer, para triunfar, hay que
ser fuerte, hay que ser valiente. No alientes jamás pusilanimidad
ni miedo por nadie ni por nada. Ábrete el camino a golpes. La
vida es una mala hembra que desprecia y destruye a los cobardes
para ofrendar todos sus dones y todas sus caricias a los que saben
ponerla un pie en el cuello. Más de lo que te pueda aconsejar tu
corazón, escucha lo que tu razón pueda dictarte. Y ten siempre
presente que en la tierra y en el mar y en el espacio, lo pequeño es
devorado por lo grande. Procura ser águila en el viento, escualo
en el océano, leopardo entre los hombres.
Don Lino venía aprobando con sendos signos afirmativos
de cabeza todo cuanto decía el alemán. Cuando éste calló, le
empezó a dar la razón:
—Aquí mamá y papá cuidan de que los niños no se hagan
"pupa", y para esto, procuran que estén siempre entre niñas
mayorcitas, jugando a las muñecas o a la comba 251 . Nada de
oler a tierra y sol. Nada de movimientos bruscos ni de actitudes
altaneras. A lavarlos, perfumarlos y acicalarlos con inusita251
A: o a la comba]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
do esmero cada día. A espeluznarlos con leyendas de brujas y
fantasmas y duendes cada noche. Y a la primera travesura, la
amenaza de un coco que se lleva a los niños revoltosos para comérselos crudos 252 . Cuando un chico riñe con otro chico fuera
de casa y vuelve con un ojo amoratado, o con la blusa desgarrada, en vez de felicitarle y alentarle por su intrepidez, le dan una
paliza soberana: "Tú no vas a andar nunca con los puños" 253 , le
amonestan. "Eso es de chiquillos de la calle, de gente baja, de
hijos de cocheros. Los niños educados, los niños decentes, los
buenos niños, no hacen eso. Si alguno de tus compañeros te falta alguna vez, se lo cuentas al maestro. El maestro hará justicia.
No te la tomes tú por tus propias manos".
Estos niños crecen, y a los diez años, fuman; a los quince
empiezan a hacer el amor a las mujeres; y a los veinte, a los
treinta, cuando se creen hombres porque han terminado una
carrera académica o les empiezan a crecer los pelos de la barba,
resultan física y moralmente unos tipos ridículos, unos entes
afeminados por completo. ¡Tienes razón, Doctorazo! Nuestra
tierra no es una tierra para gestas heroicas. En nuestro yunque
no se forjan soldados. Aquí el día en que viniera un enemigo poderoso a invadirnos, se saldría campantemente con la suya...
—¡Un momento, Lino...! —voceó Don Ramón.
Sólo que ya vibraba la voz candente y nerviosa de Fernando:
—Aquí, el que venga, cuando venga, si viene, se encontrará, a falta de mejores fortalezas, con la viva muralla de nuestro
pecho. Puede que resulte débil y se derrumbe ante el empuje de
un enemigo mucho más fuerte y numeroso. Eso no querrá decir
nunca afeminamiento, cobardía. Dirá sencillamente que somos
pocos y que nuestras madres no nos engendraron para ser criminales ni matones. Yo he sido un niño por el estilo de esos que
acabas de pintar, papá. Viví un tiempo en el hermoso país de los
252
A: [a los mismísimos infiernos]
253
A: [las manos]
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
gigantes y los enanos. Caperucita Roja fue mi compañera. Y el
príncipe que vagó en busca de un amor con un zapatito como
una flor de cristal entre las manos, fue para mí el más grande
de los hombres. No sé, no he sabido nunca reñir ni hacer daño
a nadie. Jamás provocaría cuestión alguna. Pero te juro que el
día en que viera caer al primer filipino, vilmente agredido por
un invasor extraño, no sabría responder de mí. Porque una cosa
es ser pacífico, y otra cosa es ser cobarde. Y creo que como yo
piensan y sienten los demás filipinos.
—Tú eres un Robles. Tu abuelo era español —clamó Don
Lino—. Llevas mucho de Quijote en la sangre...
Kauffman sonriente y rojo como un pimiento, se volvía al
Padre Elias:
—¿Y usted qué dice, Padre?
El Padre Elias levantó la frente.
—¿Qué quiere usted que diga, señor Doctor? Lo del Divino
Maestro: Todo aquél que a espada mate, a espada perecerá.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLASICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
II
A
-quella tarde Fernando se vistió por primera vez el uniforme.
Y no se conoció 254 .
Se veía otro hombre ante el espejo, otro Fernando más alto,
más arrogante, más distinguido. ¡Lo que podía el traje! ¡Lo que
transformaba una funda desbordante de llamativas franjas y
dorados emblemas! A buen seguro que Marta iba a mirarle con
ojos en los que una nueva 255 ilusión fulguraría.
—¿Qué tal estoy, papá?
Don Lino dejó caer el periódico que leía ante el inesperado,
flamante capitán. Y afirmó contrariado contemplándole 256 de
los pies a la cabeza:
—Para que las muchachas se enamoren de tu figura,
estás que ni pintado. Para dejarte fusilar en defensa de los
americanos, muchísimo mejor.
¡La eterna canción del viejo, carente de emoción por lo
sabida 257 !
254
255
A: a sí mismo[
A: nueva]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
256
257
A: [contemplándole contrariado]
A: [repetida]
En el jardín, al ir a salir 258 , se encontró a Natalia doblada
sobre una mata de sampaguitas, cogiendo flores, llenas de flores
las dos manos 259 :
—¿Qué te parezco, eh?
Natalia se irguió parpadeando como ante el latigazo de oro
de un relámpago:
—Estupendo... Pareces un príncipe... Pareces un general de
Hollywood...
Otro hombre 260 , sí, completamente nuevo y diferente al
Fernando de los juegos de corbatas modernistas y la rosa
amarilla y el clavel encendido en el ojal de la chaqueta blanca.
Otro en cuerpo y sobre todo en espíritu desde que se sintió
ceñido por la coraza kaki que parecía aprisionarle en una nueva
dignidad y un nuevo honor. Ahora podía llamarse filipino
plenamente. Ahora podía sentirse verdadero patriota. Y hasta
cuadrarse marcial 261 ante el Héroe de la raza, ante todos los
héroes nacionales, para decirles reverentemente:
—¡Nosotros, los que saludamos a la aurora, no os
olvidamos a los que caísteis en la noche!
Siguió su camino, hacia la casa de la novia, en Santamesa 262 .
Y la misma pregunta, al encontrarse luego ante la novia
dulce y pálida:
—¿Qué te parezco, Marta?
Pero Marta no respondió. No podía hablar, porque estaba
llorando.
¿Un263 mal sueño? Realidad 264 palpable y contundente aquel
tormento, aquella perpetua inquietud de su corazón por algo
inevitablemente cruel y doloroso que fuera a turbar su pasión
y su vida. Aquí estaba el héroe de su sueño envuelto ya en la
259
260
261
&&á£|<¿i^'ííl) I
A: al ir a salir]
A: llenas de flores las dos manos]
A: hombre]
A: [marcialmente]
A: Siguió su camino, haeia la casa de la
novia, en Santamesa]
263
A: [no era un]
264
A: [Era una]
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
toga de abnegación y sacrificio. Lo vio un instante teñido por
completo en sangre y oro que no era el oro ni la púrpura 265 del
crepúsculo con que moría el día. Y se abrazó a él, tronchada,
hipando de sollozos...
—Nando... Nando...
Como a un niño, como a un tesoro, como a un ramo de
flores de los cielos, la sostenía él entre sus brazos...
¿Por qué apenarse así? ¿Por qué gemir por lo que no
merecía la pena de entristecer sus ojos bonitos 266 ? ¿Qué había
descubierto en él, para dolerse tanto? ¿Tan mal le encontraba
que se había asustado al extremo de llorar? ¡Marta, por Dios!
Ella fue poco a poco serenándose, limpiándose de gotas
de llanto como un cielo de gotas de lluvia267 después de la
tormenta. Vestida como un cielo, de azul, sobre el azul brillaron
sus ojos como estrellas 268 . De la pasajera crisis dolorosa, sólo ya
le quedaban los suspiros...
—Perdóname, he sido una tonta. No he sabido contenerme.
¡Te quiero tanto!
—Pero, mujer...
—Ah, tú lo has dicho... Mujer. Estoy celosa de la patria.
La269 recogió en los labios la última lágrima que nublaba
sus ojos. ¡Hasta sus lágrimas eran dulces y olorosas! ¡Hasta sus
lágrimas...!
La arrullaba como una tórtola purísima y herida:
—Nada igual a tu frente fina y tersa, pálida media luna
bajo la noche de tus cabellos sueltos. Nada semejante a tus ojos
que alumbran con la santa luz de los santuarios las cosas que
reflejan. Nada comparable a tu boca, nido de perlas y hojas
de rosas para el jilguero de tu voz, para la alondra de tu risa.
A: [las púrpuras]
A: y adorables[
A: de gotas de lluvia]
* Recuérdese la estética modernista en la
LOS PÁJAROS DE FUEGO
que se formó Jesús Balmori para entender la
persistencia de este tipo de imágenes.
Laísmo en el original
Nada como tus manos de caricia de plumas. Nada como tus
pies, mariposas tan leves que hay que besar despacio para no
romperlas al besarlas. Y nada como el ritmo de tu cuerpo, como
la música lenta, alada de tu andar...
Más tarde, serenamente, le fue mostrando ella las grandes
cajas repletas de nupciales galas enviadas por las modistas.
Todo un mundo de tules, de gasas y de encajes270.
Éste era el traje de boda, inmaculado, blanco capullo
de seda donde palpitaría temblorosa 271 la crisálida que iba a
hacerse flor de alas y colores 272 . Éste era el velo, larga nube
perfumada que arrastraría como una reina 273 , hasta el altar
del santo 274 Sacramento. Éstos los demás vestidos, de todos
los estilos y todos los matices 275 . Y la ropa interior fina y
bordada, acribillada de lazos, de encajes, de entredoses. Y los
zapatitos y las zapatillas de piel de raso y de hilos 276 de oro y
plata...
—Fíjate en ese salto de cama —decía ruborosa—, y dime si
no parece la túnica 277 de un hada
—De tu hada madrina.
—Y en este traje que parece un sueño...
Mujer, al fin, y enamorada y joven, se ilusionaba ante su
vestuario nuevo y riquísimo, como un niño con sus juguetes
preferidos 278 . Fue doblando y desdoblando ropas, haciéndolas
lucir como banderas de su ilusión279. Todo aquello serviría para
hermosearla, para envolverla en ondas de belleza y fragancia
cuando necesitara más que nunca, porque fuera del amor 280 en
carne y alma, ser hermosa y ser bonita.
271
272
273
274
275
A: [y de sedas y de linos y de encajes]
A: temblorosa]
A: [mariposa]
A: como una reina]
A. [Divino]
A: [colores]
276
A: de hilos]
A: [veste]
278
A: [más queridos]
27
' A: [amor]
280
A: [suyo]
277
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Sólo faltaban sesenta días para el día fijado de la boda. Ella
los iba pasando al igual que las cuentas de un gran rosario de
pasión orando sus misterios de dolor y gozo y gloria. Ya habían
escogido, juntos, la casita en la que vivirían, pequeña, para
estar siempre unidos, para no perderse de vista ni un instante,
para poderse oír hasta la respiración. Y todo lo habían adquirido de acuerdo: desde los muebles más lujosos, a la vajilla y la
cristalería.
Soñaban en una vida futura de poetas. Y en su quimera
ardiente y voladora de alas de lumbre y garras de oro, levantaban al aire el castillo de Romeo y Julieta, la escala de seda, el
madrigal bajo la luna.
Y entre los jazmineros que despertaban sacudiendo sus flores y las estrellas que al despertar los jazmines, se dormían, la
voz de Marta siempre, siempre, siempre...
—No te vayas de mis brazos, amor mío. Aún no es la aurora. No ha cantado la alondra todavía.
Don Eladio 281 felicitaba a Fernando, entusiastamente. Hacía bien, muy bien en cumplir con su deber. El uniforme que
vestía ahora, al igual que tantos miles de jóvenes filipinos,
era el mejor argumento a favor de nuestra causa. Ah, si él,
Gala, tuviera diez años menos sobre las espaldas. Ya andaría
por ahí con el fusil al hombro dispuesto a disparar al lucero
del alba.
Desde luego que para las mujeres, para Marta, sobre todo,
tan sensible y tan enamorada, el presentimiento 282 de un peligro
mortal se trocaba en fuentes de ayes y gemidos. La mujer que
ama es egoísta, llámese madre, esposa, amante. No ve más que
su amor. No abriga más temor que perder el ser querido. Por
eso acababa de advertir, sin extrañarse 283 , el que llorara MarA: [El señor Gala]
A: [la incertidumbre]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
283
A: [estrañarse]
ta. También oyéndola llorar y adivinando acaso la causa de su
congoja, había llorado silenciosamente en un rincón, la madre.
Cosas de mujeres. Sensiblerías y romanticismos que se resolvían
en lágrimas. Nubes, pardas nubes sobre la claridad de nuestra
vida. Agua que empujaba el viento hecha lluvia, rocío, llanto...
Cuando Fernando se despidió de la amada, ella sonreía
feliz, nuevamente ilusionada, ajena por completo a la pasada
angustia. Habíala 284 él convencido con palabras de optimismo y persuasión, de lo absurdo de sufrir por males que jamás
serían 285 . ¡Y cuesta tan poco cubrir 286 con una venda 287 de
flores para que no puedan contemplar 288 el dolor, los ojos de la
primavera! ¡Es tan fácil disipar a besos y amorosos arrullos los
recelos tristes de una mujer enamorada!
Camino de su casa, Fernando sintió sed, una sed que parecía provenirle de un estado de fiebre que le abrasaba melancólicamente el corazón. Guió su coche hacia un Club Nocturno.
Necesitaba beber, embriagarse de música y alcohol, bullir entre
gente alegre y desenfadada, aturdirse...
El salón de baile se encontraba rebosando de vida. Multitud
de parejas danzaban frenéticas a los sones de una orquesta de
metales. Ocupó una mesita que por milagro se encontraba libre. En otra mesa, grande y atestada de copas, vasos y bolsos y
abanicos, se divertía 289 un grupo de mujeres y hombres vestidos
de etiqueta.
Advirtió, de pronto, que se ocupaban de él:
—¿Quién es? —oyó que preguntaba una voz femenina.
Y que otra voz respondía por todo lo alto:
—¡Robles, mujer! Fernando Robles: el hijo del millonario...
Sintió, sin ver a nadie, cómo todas las miradas lo asaetea284
285
286
Laísmo del original.
A: [llegarían]
A: [velar]
287
288
289
A: [cinta]
A: [mirar hacia]
A: en grande[
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
ban 290 . Y ordenó al mozo que acudía a servirle:
—Tráigame champán.
Encendió un cigarrillo y paseó su mirada por la sala. En la
vecina mesa seguían ocupándose de él:
—¡Miren ustedes que ingresar en el Ejército, podrido de
dinero como está! ¿Para qué habrá ingresado ese hombre en el
Ejército?
—Para lucir el uniforme, chica. Están más guapos de uniforme...
Le servían el champán y ante él surgía la figura desmedrada
de un viejo amigo, el bohemio, el periodista Andrade.
—Carlos, hombre, cuánto me alegro, siéntate...
Andrade se tronchaba en aspavientos:
—¡Queridísimo Robles...! ¡Queridísimo Fernando...! ¡Tú
aquí, y vestido de general en jefe...! ¿Sueño...?
Se llenaron las copas, hablaron de motivos indiferentes.
Y Fernando, de pronto, soltó la pregunta que hacia tiempo le
quemaba 291 los labios:
—¿Conoces a los tipos de esa mesa?
Andrade conocía a todo el mundo. Era el editor social de
"La Linterna". Ésas eran las de Pérez, las de Santos y la de Claraval. Ellos, la flor y nata profesional del país 292 , todos doctores. Gutiérrez, médico; De la Cruz, abogado; Martínez, óptico;
Peláez, dentista; Melendres, profesor de la "Yu Pi 293 "; y Rocha,
veterinario. Lo más granado de la sociedad. En total, ellas y
ellos, varios miles de pesos en deudas y trampas.
Fernando sonreía.
—¿Es que te interesan? ¿Te has enamorado del espantapájaros ese de la Claraval? ¿Quieres bailar con la mejor de las Pérez,
290
291
292
A: [afluían a él]
A: [le tenía quemando]
A: del país]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
293
"Yu Pi" es la transcripción fonética de
U.P. (University of the Philippines), la mayor
universidad pública filipina en la época.
la que parece un jamón en dulce? Son lo más amable del universo. Te las presento y a los cinco minutos toda la partida de
doctores se queda sin borlas. Las conquistas, simplemente, con
los pies. Basta que vayas sacándolas a "tanguear" una por una.
Fernando continuaba sonriendo. Andrade, mientras se atracaba de champán, continuó malhablando:
—Éstas, y ésas que están allí, y aquéllas que ves allá, y
todas, todas, todas las que están aquí, para ti y para cualquier
hombre como tú, pan comido. Si quieres, te las 294 presento 295 ,
en globo, y a las cuatro de la mañana te puedes encaramar a la
plataforma esa o donde están degollando al arte esos músicos
del diablo, y clamar como el296 César: "Vini, vidi, vici 297 ".
Entonces 298 se creyó obligado a explicar, cortando el cínico
desparpajo del periodista, el porqué de su interés hacia aquella
gente. Se habían portado con él groseramente. Casi le habían
provocado...
—Deben estar borrachos. Estoy viendo su mesa llena de
vasos, y no saben beber. En cuanto tienen en el esófago medio
litro de cerveza, se sienten personajes. ¡Pero tú te levantas, vas,
y le sueltas al más pintado un puñetazo, y no pasa nada, mi
querido Robles!
¡Vaya una esperanza de la patria! ¡Vaya una juventud! ¡Valiente primavera de vida! ¡Cuánto más dignos aquellas rústicas
campesinas y aquellos ignorantes gañanes de la hacienda!
Apurada la segunda copa, Fernando se levantó para irse.
Viniera él a refugiarse en sociedad, y aquella sociedad le resultaba grosera, indeseable. La música placentera que buscó fue un
trueno de hierros machacados y pitadas estridentes. El vino helado que calmara su sed, en vez de confortar su espíritu, se le subía
A:
A:
296
A:
297 ,t
295
las]
a todas[
el]
«vine, vi, vencí". Palabras de Julio
César pronunciadas en 47 A.C. ante el
Senado de Roma.
298
A: [Es cuando]
CLASICOS HISPANOFILIPiNOS
mareador al cerebro, aumentando su malestar incomprensible.
—Me voy, Andrade.
—Adiós, y enhorabuena. Mañana publico tu retrato largándote el gran bombo en el periódico.
—Hombre, no. Hazme el favor. Yo no llevo el uniforme
para darme pisto ni para echármelas de valiente. Te suplico que
si quieres seguir llamándote mi amigo, no cometas semejante
barbaridad.
Se fue. Por el camino iba pensando en Marta. Le dolía el
corazón por haberla engañado como a un niño, haciéndola creer
que estaba muy lejos de la guerra, cuando ni él, ni nadie, podían
asegurar tal cosa, y quizá la guerra estuviera más próxima de lo
que nadie se pensara. ¡Marta! ¡Marta! ¡Cómo la quería! ¡Qué
plenitud de amor! ¡Qué delirio de amar el de aquella mujer!
La recordaba hacía dos años, cuando contestando a su
primera declaración de amor, protestó tímidamente porque él la
comparase a las palomas del bosque y a las flores del campo...
"¡Ay, no, señor Robles! Yo no soy flor, ni soy paloma. Yo
soy únicamente Marta, para servir a usted. Pero usted es poeta,
y le gusta mentir, como a todos los poetas. En cierta ocasión,
también me llamó 299 querube 300 y me comparó a la aurora. ¡Ay,
no señor! no es ése el camino para llegar a mí. El día en que
usted deje de confundirme con todo lo que no soy y me llame
exactamente por mi nombre verdadero, es posible que yo le contestara como quiere, y supiera acudir a su reclamo..."
Ya en su cuarto, en su lecho, orando distraídamente por
pensar en ella como nunca, fue quedándose poco a poco dormido con su dulce imagen bajo los párpados cerrados, con el rezo
truncado entre los labios entreabiertos...
— ...bendita tú eres entre todas las mujeres...
299
A: usted[
* Querubín, en sentido figurado persona
de singular hermosura.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
IV
ft
endita tú eres entre todas las mujeres...
Caída de rodillas, con las manos cruzadas sobre el pecho y la
frente levantada al altar, rezaba Marta a los pies de la Virgen.
Ya había oído la primera misa, que bien temprano,
acompañada de su madre llegó a la iglesia de Santo Domingo 301 ,
cuando acababan de abrirse puertas y encenderse luces.
Llevaba largo tiempo orando, pidiendo merced, hablando con
la Virgen. Mezclaba las plegarias a las súplicas. Imploraba por
su amor, suspirando la oración de San Bernardo: "Acordaos, oh
piadosísima Virgen María, que jamás se oyó decir que fuera por vos
abandonado ninguno de cuantos han acudido a vuestro amparo".
Era el primer día de octubre y el templo aparecía
engalanado. Empezaban las fiestas por María del Rosario. Por
todos lados se destacaban candelabros de plata y ramos de oro.
De los altos ventanales policrómicos, sobre el piso alfombrado,
desmayaban artísticos pliegues de suntuosos damascos y
recamados terciopelos. Las lámparas de bronce fulgían, en lo
alto —inmensas arañas de cristal y oro—, relumbrando como
301
* La antigua iglesia de Santo Domingo
en Intramuros estaba ubicada enfrente del
LOS PÁJAROS DE FUEGO
edificio de la Aduana. De estilo gótico, en
ella se custodiaba la imagen de La Naval.
piedras preciosas al ser tocadas por la luz. En el coro asomaban
las trompetas mágicas del órgano, prontas a inundar de
armonía bóvedas y naves.
Olía el templo a incienso extinto, a cera ardida, a flor recién
abierta. Un rumor incesante, monótono de oraciones, flotaba
semejante a un leve revolar de abejas. Marta oyó muy débil la
voz de su madre:
—¿Quieres que recemos el Rosario?
Lo empezaron a recitar juntas, ofreciéndolo Doña Claudia.
Fueron cincuenta Ave Marías deshojándose ante el ara como
cincuenta inmaculados lirios con los que nuevos ángeles
saludaran a la Sierva de Dios a través de los siglos, sobre todas
las tierras.
Sonaban las campanas anunciando nuevas misas. La nave se
llenaba de fieles que empezaban a invadir el templo. Comenzó
a hacer calor. Y los abanicos de las mujeres se abrieron
palpitando como grandes mariposas de papel.
Marta y su madre continuaban orando:
—Regina sine labe originale concepta.
—Ora pro nobis.
—Regina Sacratissimi Rosarii.
—Ora pro nobis.
—Regina pacis.
—Ora pro nobis...
De pronto, sorprendida, sintió a Natalia, que le hablaba:
—¿Vas a estar mucho tiempo aún?
Le contestó que no, con la cabeza.
—Bueno, entonces espero. Te vienes conmigo. Pasas el día
en casa.
Doña Claudia miraba entre escandalizada y sonriente a
Natalia. ¡Qué muchacha! Charlando en la iglesia. Sirviendo de
tentación. Y en plena misa.
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
Se persignó humildemente tres veces, para ahuyentar al
diablo. Y continuó ofreciendo la divina letanía:
—Agnus Dei, qui tollis pecata mundi.
Marta respondía:
—Parce nobis, Domine.
—Agnus Dei, qui tollis pecata mundi.
—Exaudí nos, Domini.
—Agnus Dei, qui tollis pecata mundi.
—Miserere nobis...
Se levantaron, terminado el Rosario. A la puerta de la iglesia esperaban los coches. Natalia se llevaba a Marta, despidiéndose a besos de Doña Claudia:
—Vayan ustedes, usted y Don Eladio, a recogerla esta noche. Si no, se quedan sin ella; no la vuelven a ver...
Cuando intentó protestar Doña Claudia, ya estaban lejos,
lejos, en el flamante "Lincoln" que parecía tener alas, y volar
hacia la Ermita. La tal Natalia era tremenda. Ni un cohete, por
lo viva. Le había raptado la hija como pudiera hacerlo el galán
más rendido.
En tanto Natalia, llegadas a su casa, aporreaba la puerta del
cuarto de su hermano:
—¿No es hoy el día de tu cumpleaños?
Fernando contestó desde dentro, sin abrir.
—Estás equivocada, rica. El que está de fiesta hoy es tu futuro pluscuamperfecto. Fíjate en el almanaque. San Nicodemus
virgen y mártir.
—Qué lástima, Fernando.
—¿Por qué?
—Pues porque te traía un regalo estupendo.
Sonaron pasos. Sonaron risas. Se abrió la puerta inesperadamente. Y Fernando, mudo de emoción y sorpresa, se encontró ante sí a Marta, tocada aún con el velo de misa, oliendo a
LOS PÁJAROS DE FUEGO
incienso y a oración, rayo de sol bendito con el que le saludaba
el día...
Pasaron las horas sin apenas separarse, haciendo ellas música en la sala, recitándolas versos Fernando después en el jardín,
entre el verde temblor del follaje y a la sombra entoldada de
orquídeas de una de las pagodas japonesas. A la tarde llegaron
Don Ramón y Sandoval. Y cuando las luces se encendieron, Fernando sorprendió a Marta sola y absorta ante un gran retrato
de su madre.
—Me parezco a ella, ¿verdad?
—Mucho más que Natalia.
—Natalia se parece a papá.
—Era muy guapa, Nando.
—Era muy buena.
—¿La recuerdas tal como era?
—Cómo no iba a recordarla, si aún la estaba viendo, si aún la
estaba oyendo, si aún la estaba sintiendo en su alma y en su vida.
—Tenía trece años yo cuando se fue, y me daba perfectísima
cuenta de lo que es el amor, de lo que es el dolor.
—¿Te quería mucho? ¿La quisiste mucho?
—Como me quieres tú. Como te quiero a ti.
La ciñó por el talle, unió su cabeza a la de ella, y continuó
diciendo mientras seguían contemplando juntos el retrato:
—Mi madre no parecía una mujer. Parecía más bien un
hada, Marta. Hablaba y se movía sin alzar un rumor. Su cuerpo
parecía tener luz. Su alma era el alma de las arpas que cantan y
los nardos que aroman.
Al conocerla, se echaban de menos las alas en sus hombros.
Y se preguntaba uno: ¿Qué habrá hecho este ángel para haber
perdido la gracia de volar? Y viendo cuanto hacía, la confusión
era más grande. Porque todo su espíritu lo dedicó al amor. Y
toda su existencia la tuvo pendiente de la oración y del trabajo.
CLASICOS HISPANOFIUPINOS
Mi madre era así, como son las buenas madres de los hombres y deben ser todas las mujeres que son madres. Desde la más
miserable, Eva, a la más alta, María. Santas las dos. Santas todas. Lo mismo la que llora sin consuelo al perder para siempre
el paraíso, que la que vuelve a abrirle el paraíso, caída a los pies
de la cruz, besando los pies del Hijo ensangrentado.
Marta se estremecía escuchando al poeta...
—Y te hablo así, me atrevo a hablarte así, a despecho de
todos los viles detractores de la mujer, porque estoy bien seguro
que tu hijo, nuestro hijo de mañana, tendrá que decir de ti lo
mismo que yo te digo de mi madre.
—Oh... —gimió ella tronchada en pudor y gloria.
Él siguió hablando, más vehementemente:
—Lo que pasa, Marta, es que los hombres no se dan cuenta
nunca, y si se la dan, resulta tarde, de lo que para todos significa una madre. A pesar de cuanto se ha escrito y poetizado sobre
esto, casi siempre queda en palabras y poesía. En la realidad son
muy pocos los hombres que saben amar y honrar como debe ser
honrada y adorada la mujer que les dio la vida. Por eso en cada
madre hay una mártir. Y por eso es santa. Porque a los santos
los hace santos el dolor. Y porque los caminos que conducen a
Dios, son caminos de espinas...
Don Ramón les interrumpió:
—¿Rezando ante tu madre, eh? Bienaventurada Margarita.
Fernando se volvió:
—¿Quería usted algo, tío?
—Busco a tu padre, pero no te molestes, que ya sé dónde
encontrármelo...
Se dirigió al despacho de Don Lino y lo encontró sumido
en un sillón, de codos sobre su mesa escritorio, con la cabeza
hundida entre las manos.
—¿Te sientes mal?
LOS PÁJAROS DE FUEGO
—Me siento desolado.
¿Desolado? ¿Por qué? ¿Es que estaba tomando en serio lo
que pudiera sobrevenir? ¿En dónde se había dejado el abultado
cofre de su optimismo desatado? ¿Dónde estaba su eterna compañera la Alegría?
Don Lino alzó la frente:
—Te confieso que he sido un candido. Ahora me estoy temiendo todo del Japón.
Don Ramón golpeó la mesa con el puño. ¿Del Japón...?
—Tiene la virtud de hinchar las cosas a su favor con las fábulas más pintorescas y los embustes más estupendos. Y está tratando de espantar a todos, mientras él se muere de pánico. Es como
esos chiquillos cobardones que al penetrar en una habitación a
oscuras rompen a cantar a voz en grito para disimular el miedo.
Fíjate en que todos son terribles. Shogunes, daimios, samurays.
Hasta con sus propios dioses tratan de aterrarnos, presentándolos con rostros monstruosos de perros y diablos, cuando humanamente los tales dioses, por lo menos los que están al margen de
su inmoral mitología, fueron unos pobres infelices...
Toma, como ejemplo a ese que tienes ante ti, panzudo y
redondo, con cara de payaso y el ombligo al aire. Infeliz Daibutsu. Lo que ha hecho del pobre el Asia modernista... Habla,
Gautama. Diles que no sean impostores. Que tú eras el más
hermoso de los príncipes y el más atildado de los mortales. Que
huiste de tu palacio desbordante de músicas, de flores, de luces
y de esclavas bellísimas que apenas osaban posar sus labios
sobre tus sandalias de perlas 302 , porque por sobre todo amabas
la libertad, sintiéndote sin libertad más infeliz que las aves
y las nubes. Que trocaste tus regias vestiduras por un burdo
sayal y tu espada fina y luminosa como un rayo de luna por el
tosco bordón del peregrino. Que abjuraste de la felicidad que te
A: [piedras preciosas]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
mintieron, porque comprendiste que la felicidad es un sueño de
poetas, lo mismo que el amor. Y que tú mismo y por ti mismo
te endiosaste al fin, al renunciar a todo esplendor y toda gloria,
inclinando tu frente y abriendo tu corazón sobre las únicas tres
grandes verdades de la vida: la enfermedad, la vejez y la muerte.
Don Lino parecía no darse cuenta de lo que iba declamando
su hermano. Seguía abstraído, muy lejos de toda realidad, con
la frente abatida en las palmas de las manos. De pronto pareció
despertar bruscamente. Recogió de la mesa un papel amarillo y
se lo tendió con una mueca que quería ser sonrisa:
—Toma, Ramón. Entérate de eso...
Y Don Ramón leyó:
"Kyoto, 14 de septiembre de 1941.
Señor Lino Robles.
Manila.
Mi muy alto y generoso
protector:
Cinco veces ban florecido los cerezos, y en todo ese tiempo nuestros destinos han estado como las alas de una garza,
bogando juntos, pero siempre separados.
Le agradezco infinitamente su recuerdo bondadoso, aunque
me permito suplicarle encarecidamente que no vuelva a pensar
en mí, y me olvide para siempre. Ya no pertenezco a usted. Ni
siquiera me pertenezco a mí misma. Hace un año soy la señora
Nitobe, y estamos esperando para muy pronto, mi honorable
esposo y yo, un hermoso niño.
Espero que usted sabrá dispensar a su humilde servidora.
Haruko".
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Arrojó el papel sobre la mesa sonriendo despectivamente.
Don Lino, demudado, se atrevió a preguntar:
—¿Qué me dices a eso...?
Don Ramón se irguió, cruzándose de brazos, mirando a su
hermano con cierto desdén amalgamado a una piedad triste y
lastimera:
—¿Qué quieres que te diga? Lo mismo que me dijiste tú
cuando no hace mucho me ponderabas tu gran amor de los
amores. "¡Si alguna vez necesitas a tu lado una mujer amante,
búscate una japonesa...!"
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
V
- H
., _-^l maestro Anselmi andaba poniendo como un trapo a
Natalia, ante todas sus discípulas. Tenía voz de rana; cantaba
como un perro; y por si esto fuera poco, sostenía relaciones con
un asiático más bruto que Ótelo.
Quizá debido a su lamentable aspecto físico, tal galán parecía odiar a los hombres de clásica belleza, entre los cuales el
músico se consideraba ejemplar privilegiado. Y por no tener que
arrojarlo algún día por un balcón, había dejado de dar lecciones
a la Robles. ¿Para qué descender de su olímpica cima? ¿Un hombre superior, de una raza superior, un músico de fama universal,
un artista incomparable? A más de que la sangre que corría por
sus venas no era la misma que corría por las venas de los demás
mortales. La de todos era roja. La suya era azul.
Esta ridicula propaganda personal a lo Gayda y lo Brunetti 303
amalgamada a un cúmulo de ofensas, no llegó a oídos de Nata303
* Virginio Gayda (1885—1944).
Periodista italiano, promotor de la ideología
fascista. Angelo Brunetti (1800—1849).
Revolucionario italiano, de simple tabernero
se convirtió en el promotor de la revolución
garibaldiana.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
De tratarse de estos dos personajes, el
propósito de Balmori sería reflejar cómo
individuos sin ninguna alcurnia se han
hecho protagonistas a sí mismos del devenir
histórico italiano.
lia, por fortuna y por milagro. Ya que Anselmi no se recataba al
lanzar sus invectivas, y éstas se comentaban por las amigas de
Natalia con ese placer morboso con que suelen acoger las mujeres
tales historias. Pero llegó a enterarse Kauffman por una casualidad, y tuvo un intercambio de palabras fuertes con su "aliado".
—Yo me considero como si fuera miembro de esa familia,
y no puedo consentir que usted la ofenda en esa forma. Usted
se mete la lengua en el piano, o se encuentra con mis puños en
las narices. No soy tan viejo para no poder darle una lección de
solfeo. Los alemanes somos mejores músicos que ustedes.
Anselmi no se dejó amilanar por quien no creía con derechos ni motivos para intervenir en sus asuntos. Y Kauffman no
tuvo más remedio que tragarse su protesta airada.
—Guárdese los puños para los ingleses y los rusos, carísimo
doctore. Y sepa que no soy hombre que tolere amenazas. Si usted aprecia a la familia Robles, yo la aprecio tanto como usted.
Lo único que he dicho es que la bambina 304 no debe perder el
tiempo sintiéndose calandria 30S . Y que el chino que tiene por
escudero es un "animale indefinido".
¡Ma, espere...! ¡espere...! Usted como nazi y yo como fascista, no podemos ni debemos batirnos en estos momentos sacrosantos en que la Italia y la Alemania están luchando juntas, de
cara hacia la gloria. El individuo debe desaparecer en aras de
la nación. Y el amor propio "individúale", debe sacrificarse al
amor de la patria.
La estocada maestra consiguió penetrar en la sensibilidad
patriótica del subdito de Hitler. Y en los ojos miopes de Kauffman fulguró la visión roja, desgarrada, de los campos de batalla
en la Europa infeliz.
Casi estaba arrepentido de haber, por chismes, provocado
* "Niña" en italiano.
finge
* En sentido figurado: "Persona que se
enferma para tener vivienda y comida
en un hospital".
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
al profesor. Era un amigo, un aliado, un camarada. Los Anselmi de allá estaban al lado de los Kauffman, bombardeando
ciudades, arrasando tierras, clavando la bayoneta en el desnudo
pecho de la divina libertad. Había que exterminar a las razas
contrarias. No dejar ni a las mujeres, que pudieran gestar el día
de mañana futuros vengadores. Asesinar a los niños, nuevos
enemigos en cuanto fueran hombres. Muerte y destrucción contra todos, fuego contra todo. Un solo poder dominador sobre
el haz de 306 la tierra, Alemania. Y a los pies de Alemania, para
sacudirle el polvo de las botas, contentas de poder vivir, agradecidas, subyugadas, Italia y el Japón.
—Bueno, maestro, yo soy alemán antes que nada. Retiro
cuanto le acabo de decir. Venga esa mano...
Y se separaron pisando tan fuerte que levantaron eco sobre
el asfalto de la acera.
Kauffman fue a visitar a Don Lino aquel día. La carta de
Kyoto, al parecer, se le había indigestado a Robles. No podía
con la bilis. Al desplomarse el dorado templo japonés, le había
cogido debajo el corazón. Ridículo corazón de viejo que parecía
querer a la "musmé" como jamás pensó quererla, ahora que la
había perdido para siempre.
¡Adiós, concepto alto y sagrado de la mujer de faz de luna
llena! ¡Al igual que la luz de la luna, su luz era falsa! ¡Adiós,
ilusión embriagadora de un bello renacer en el interior de sedas
y sahumerios de la casa transparente, reposado en cuclillas
como un Buda ante la adoración de una Haruko arañando el
"koto 3 0 7 " y chillando como un gorrión la canción de las "gueishas 308 " que sólo saben amar una vez en la vida! ¡Adiós, rumo306
A: el haz de]
* Instrumento japonés de cuerda pulsada
originario de China, que se toca empleando
diferentes uñas.
* Geisha, niponesismo incorporado al
LOS PÁJAROS DE FUEGO
DRAE: "En el Japón, muchacha instruida
para la danza, la música y la ceremonia
del té, que se contrata para animar ciertas
reuniones masculinas".
roso tendal de los cedros y los eucaliptos, verdes candelabros
del sol! ¡Adiós, caricias olorosas a flores de ciruelo! ¡Adiós,
amor!
Se había acabado todo, quimera y esperanza, paloma y
nido, ídolo y fe. Sólo tenía por delante el panorama triste de
una solitaria vejez y un abandono de afecciones, encerrado en
este moderno palacete de Manila, o en el vetusto caserón de la
hacienda, sin más regalo, ni más consuelo, que este jardín que
aquí se estaba marchitando y los campos de allá llenos de pájaros y espigas...
—¿Qué es lo que tengo, Fritz?
—Sesenta años y una depresión nerviosa que hay que combatir a todo trance. De abandonarte al mal, resultarías neurasténico. Y de eso a la demencia, un paso.
Don Lino pegó un salto:
—¡Fritz, no seas bárbaro!
Kauffman habló calmosamente:
—No me niegues haber tenido una juventud alborotada, haber abusado en grande de la vida, y seguir hasta hoy gustándote
las hembras más que la morisqueta 309 ...
— ¡Hombre, eso...!
* Morisqueta: "Arroz cocido con agua
y sal". Palabra española aplicada a una
realidad filipina, tratándose pues de un
filipinismo semántico:
"En cuanto á los mantenimientos, debo
decir que usaban y hasta ahora usan, como
pan ordinario, el arroz, así en tagalos como
en las demás provincias de las islas; le
quitan la cascara en pitones ó en un género
de molinetes que llaman guilingan; en él se
separa el grano de la cascara, pero siempre se
necesita volverlo á repilar para blanquearlo;
después lo cuecen con solo agua, de forma
que quede el grano entero y cocido, y no se
pegue á las manos: en este estado lo ponen
en medio de la mesa en grandes platos, y de
allí lo van tomando con los cinco dedos para
acompañar la vianda. A esta comida llaman
los españoles morisqueta, que según el
padre Colin dice, "corresponde á comida de
moriscos", en Juan José Delgado, Historia
general sacro-profana, política y natural
de las islas del Poniente llamadas Filipinas,
Manila, Imp. de El Eco de Filipinas, 1892,
párrafo 24.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—Eso conduce a esto. Y esto hay que remediarlo. Dime,
¿has tenido recientemente algún disgusto grande?
Don Lino titubeó un instante. Luego clamó resueltamente:
—Son muchos disgustos, Fritz. La gente de la hacienda,
por un lado, que se ha metido a hacer política, y que con esto
de si vamos o no vamos a tener la guerra encima, aprovecha la
ocasión, como siempre, para hacer de las suyas. Natalia, que me
abandona, que se casa. Fernando, que también se me va, no sé
si al matrimonio o a dejarse inmolar como un cordero. Y por si
esto fuera poco, una carta que acabo de recibir del Japón...
—¿De la "gueisha"?
Don Lino asintió con la cabeza.
Y dijo Kauffman:
—Pase lo de Natalia y Fernando y310 lo de los campos. Lo
primero puede ser un dolor, y lo segundo una contrariedad muy
grande. Sobre lo último no tienes razón para apenarte. La mujer
asiática es igual a todas las demás mujeres. Ojos que no ven,
corazón que no siente. Y en el noventa y nueve por ciento de los
casos, corazón que no siente, aunque los ojos vean.
—¡Demasiado, Fritz!...
—Mira, Lino, el hombre que aventura su felicidad en el
amor de una mujer, está mal de la cabeza. La mujer es un bombón de chocolate. Muy bonita y muy apetitosa mientras está encerrada en su dorado estaño. En cuanto la despojas del brillante
envoltorio para llevártela a la boca, te mancha los dedos y te
mancha los labios. Sabe muy bien, no hay duda. Pero siempre te
deja con las ganas, cuando no te resulta empalagosa.
Don Lino, visiblemente confundido, trató de defenderse:
—¡Es que el romanticismo de nuestra raza...! ¡Es que la
sangre oriental...! ¡Es que los filipinos no sentimos como
vosotros...!
310
A: [Pase]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
—¡Cuentos! —tronó Kauffman—. ¡Precisamente los filipinos
sois más polígamos que Salomón! Eso de una sola mujer para
siempre, aquí es teoría de novelistas ramplones. En cuestión de mujeres, lo que vale es la cantidad. La calidad es una nube pasajera.
—Es que hasta en los harenes existen favoritas... Es que tu
metafísica...
—¡Es la filosofía del amor! En el momento en que puedas
probarme que existe un solo hombre, desde Adán hasta ti, para
el que todas las mujeres no hayan resultado favoritas, me dejo
cortar la vena yugular.
—Se dan casos...
— ¡Se dan canarios! Desde que el mundo es mundo la mujer
ajena gusta más que la propia. Por algo en las leyes de Moisés
se nos prohibe la señora del prójimo 311 . El hombre es el animal
más difícil de contentar siempre. ¡Y si no, fíjate! ¡El que tiene
una mujer gorda, gusta de las mujeres flacas; el que la tiene
pequeña, se pirra por las altas, y viceversa; cuando se harta de
una blanca, se enamora de todas las morenas y viceversa312; y
cuando la mujer es joven, se muere por las viejas; y cuando la
mujer es vieja, se mata por las jóvenes!
La dichosa Haruko es chiquita, ¿no? Pues cuestión de que
ahora te entiendas con una larga. Delgadita, ¿no? Verás como
una gruesa te va a saber mejor. Joven, ¿no? Hay muchas viejas
adorables. El otoño es la estación más bella. Caen todas las
hojas de las parras. Y todo parece de oro.
Don Lino se revolvía en su asiento.
[Prógimo] en el original
A: y viceversa]
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
—¡Así hablaba Nietzsche 313 , "Also sprach Zarathustra 314 !"
—¡Así habla la razón! ¡Así habla la vida!
Bueno, y a todo esto eran las once de la mañana, tenía la
garganta como un papel secante, y hacía un calor de los demonios. ¿Por dónde andaba la señora cerveza?
En cuanto la sirvieron se la bebió en dos vasos, exhalando
suspiros de honda satisfacción...
—Habrás notado, Lino, que de un individuo callado y hermético como siempre he sido, me he transformado desde hace
días en un hablador incorregible. Esto se debe a que he liquidado con la ciencia y empiezo a dedicarme a historiador. Hay que
documentarse para la futura historia...
Le acalló Fernando, que entraba a saludar a su padre. Venía
de la ciudad, preocupado y triste. Kauffman se encaró con él:
—¿Qué hay, general? ¿Han empezado ya a cargar los cañones? ¿Todavía no se ha dado la orden de apunten, fuego?
—Todavía no, doctor. Pero, parece que nos la van a dar
muy pronto.
Kauffman contestó algo que no llegó a oídos de Fernando,
porque se había dirigido al balcón, abriendo los cristales, para
mirar hacia el mar. Por lo que empuñando como un cetro el
tercer vaso de cerveza, continuó hablando con Don Lino:
—Parece que el sentimiento general es unánime; que están
todos dispuestos a sacrificarse como borregos; que a pesar de
no ignorar lo que se os viene encima, vais a arrostrar las consecuencias con el estoicismo más estúpido. Una nueva, flamante
* Friedrich Wilhelm Nietzsche (Rôcken,
15 de octubre de 1844—Weimar, 25 de
agosto de 1900). Filósofo y pensador
alemán, fundamentador del nihilismo y del
existencialisme Deconstruyó las bases del
pensamiento occidental al negar la existencia
de Dios y la imposibilidad de la metafísica
LOS PÁJAROS DE FUEGO
que no tuviera al ser humano como potencia
y fin.
314 » Xítulo original alemán de una de las
obras más influyentes del pensamiento
moderno occidental, Así habló Zaratustra
(1883), donde se postula la idea del
"superhombre".
m
adquisición para el santoral de guerra anglo-americano: Santa
Filipinas, virgen y mártir; inocente y bombardeada...
Se hizo un silencio que rompió Don Lino en voz muy baja315, como hablándose a sí mismo:
—Recuerdo un día de gallera, allá en el pueblo. Iban a
luchar dos magníficos gallos. Blanco el uno, y amarillo el otro.
El favorito del público era el blanco. Parecía más nervioso, más
fuerte, mucho más gallo.
Pero sucedió que al comenzar la riña, el amarillo se mostró
de una agresividad insospechada, y al primer encontronazo,
logró herir a su rival. Esto bastó para que aquéllos que no hacía
un minuto aclamaban al blanco como a un ídolo, se alzaran
frenéticos rugiendo maldiciones, retirando apuestas, desbordándose en insultos al herido. Aunque no había terminado la pelea.
Arrastrándose ensangrado por el ruedo, el blanco volvió a hacer
frente a su enemigo. Y entonces sucedió lo inesperado. Y fue que
el amarillo, al verse nuevamente, fieramente embestido, en vez de
seguir luchando, huyó cobardemente. Mientras en medio de la
arena, ante la chusma deslumbrada y asombrada 316 , apoyándose
en sus alas, levantaba la cresta nimbada de gloria, el vencedor.
En el caso de América y Japón, me estoy temiendo que una
mayoría de esta gente, puede hacer en Filipinas lo mismo que
hizo en la gallera de mi pueblo. Cuando crean malparado al
blanco, van a pasarse al amarillo. Conozco la psicología de tales muchedumbres, siempre amigas de postrarse ante el sol que
más calienta. Y ya pueden tildarme de mal filipino por pensar
y decir lo que pienso y lo que digo. Que no seré yo el primer
descalabrado por mantener en alto la verdad.
Fernando seguía en el balcón, ante el mar, completamente
ajeno a la conversación que se alzaba a sus espaldas como un
murmullo. El sol moteaba de oro un grupo de cirros flotantes,
315
mgm
A: en voz muy baja]
A: y asombrada]
CLÁSICOS HISPANOHUPINOS
semejantes a317 espumas del espacio. Pasaba una nube blanca,
y luego otra nube blanca 318 . Pasaba una gaviota inmaculada, y
luego un milano negro. Y el agua, poco a poco, se llenaba de
velas. En tanto el aire se llenaba de alas...
A: [tal]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
318
A: [una nube azul]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
TERCERA
LOS PÁJAROS DE FUEGO
PARTE
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
1
R
elumbraba el jardín en la noche, inmensa llama en la
que ardían todas sus flores, todas sus hojas, lanzando chispas
y reflejos de colores al espacio. Largas guirnaldas de faroles de papel y eléctricas 319 bombillas, se mecían en el viento,
ahuyentando las sombras con sus ondas policrómicas de luz.
Y los árboles, acribillados de fulgores, se destacaban como
ardientes teas iluminando los caminos 320 bordeados de flores.
En el fondo, la palacial mansión parecía arder también, en
el inmenso resplandor de todas sus lámparas. Varias orquestas
llenaban de música los aires. Los invitados, en compactos
grupos, comenzaban a invadir la casa, los jardines...
—¡Los novios...! ¡Los novios...!
De un coche perdido entre lirios 321 y azahares, descendía la
nupcial pareja. Natalia envuelta en sus nevadas galas; Sandoval
enfundado en un flamante frac. Aparecían felices y radiantes
ambos, saludando y sonriendo a todo el mundo. Sandoval,
sobre todo, que demostraba no caber en sí de satisfacción.
9
A: [policrómicas]
A: [espacios]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
321
A: [orquídeas]
Acababa de celebrarse la boda, con la asistencia de todo el
Manila oficial y aristocrático. Apadrinaron el enlace conspicuos
personajes y encopetadas damas. Para completar la lista de
invitados habían trabajado dos escribientes durante varios días.
Don Lino quería echar la casa por la ventana. ¿Para qué los
millones? ¿Para cuándo los lujos? ¡Se casaba su hija!
Marta, vestida de rosa y sentada junto a Fernando bajo
una acacia centelleante como un árbol de pascua, sentía
palpitar la fiesta en el fondo de su vida. Bañábanla los
colorines de los faroles japoneses, y tenía la frente verde, los
ojos amarillos, el cuello rojo, tal que una paloma herida...
Dentro de poco, otra fiesta así, pensaba. Sólo que en vez
de Natalia, sería ella la novia. Y el novio este príncipe del
encantado Reino de su amor, que ahora mismo se inclinaba
hacia ella llamándola bella 322 y adorada...
Sobre un gran claro de los jardines se acomodara un vasto
espacio para el baile. Muchas parejas empezaban a danzar.
Deambulaban por todas partes criados de 323 librea 324 sirviendo
vinos y refrescos. Palabras y risas se elevaban como un arco
triunfal. El boato era inaudito. Las mujeres lucían telas y
joyas cuya magnificencia deslumhraba. Muy pocas bodas
se registrarían en los aristocráticos anales, con el esplendor
supremo con que se celebraba la boda de la hija de Robles.
En un grupo de muchachas de lo más granado, mientras
se devoraban emparedados, dulces y vinos, se ponía de oro y
azul celeste a la blanca Natalia. Más cursi que nunca, la muy
vanidosa, con su traje nupcial encargado a Hollywood 325 . ¡Y
qué orgullo de pavo arrastrando la cola! ¿Y a santo de qué
322
A: [bonita]
A: [con]
* "Traje que los príncipes, señores y
algunas otras personas o entidades dan a
323
•ES
sus criados; por lo común, uniforme y con
distintivos".
325
A: [París]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
los humos? ¡El tal Sandoval podía ser Confucio en cualquier
tenderete chino!
Sólo que el chismorreo se apagó de súbito porque venía la
propia Natalia hacia ellas, saludándolas con el mayor cariño. Y
hartas ya de licores y pastas, se la empezaron a comer a besos y
adulaciones.
¡Estaba preciosa, con su traje de desposada, tan rico y
elegante! ¡Y qué boda la suya, la mejor de las bodas! ¡Y qué
novio más simpático y cómo se lo envidiaban! ¡Y qué fiesta esta
fiesta de las mil y una noches...!
Entre los hombres se bebía fuerte y se hablaba más fuerte
todavía 326 sobre la política y la guerra. Todos resultaban
estrategas y estadistas. Cuando se hartaban de champán y de
decir enormidades, se iban a bailar.
Don Lino se deshacía 327 por atender a todos, haciendo los
honores de la fiesta en tanto Don Ramón discurría con varias
señoras que recordando el día de sus dichosas nupcias, se
sentían románticas:
—¡Ay, Don Ramón, digan lo que digan, nada como nuestros
tiempos! ¡Qué tiempos aquellos! ¡Ya no volverán!
Y se contaban cosas...
Las bodas de entonces se celebraban con fiestas que
duraban días y a veces semanas, como las bodas de Camacho.
Los novios, al desposarse, llevaban por lo menos, diez años de
relaciones. El primer ósculo 328 se lo cambiaban luego de que la
Epístola de San Pablo les hubiera atado con lazos que tan sólo
la muerte podría desatar. Y en el momento 329 culminante, la
novia presentaba un aspecto de rosa mística y el varón ponía los
ojos de carnero degollado 330 .
326
127
328
329
A: todavía]
A: [multiplicaba]
,
"Beso de respeto o afecto"
A: [minuto]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
* Alegoría del matrimonio empleando
símbolos cristianos. Así, la mujer aparece
como virgen de los cielos (rosa mística)
mientras el hombre es incapaz frente a los
designios divinos (carnero degollado).
¡Todos lloraban en la ceremonia, como si en vez de a una
boda, asistieran a una novena de las benditas ánimas del
purgatorio 331 ! Ciertas desposadas, hasta creían prudente y de
buen tono el desmayarse...
—¡Ay, Don Ramón! ¡Qué tiempos aquellos! ¡Ya no
volverán...!
El periodista Andrade, encabezando una banda de
reporteros de sociedad, vagaba como un saltamontes por todas
partes. Se sentía en plena función profesional, y mientras
tomaba datos y apuntaba notas, se llenaba los bolsillos de
tabacos y combatía su sed inextinguible con toda clase de vinos
y licores. Las damas le brindaban la mejor de sus sonrisas,
viéndose ya tratadas de hermosas y elegantes en las columnas
de "La Linterna". Los caballeros le acogían con cariñosas
palmaditas, tratándole como a un igual. Sabían que Andrade se
sentía agradecido a veces y no se olvidaría de ellos al escribir la
rimbombante reseña de la fiesta.
¡El pobre diablo! A costa de su periódico medraba como un
magnate y hervía como la espuma del champán. Algo psicólogo
y bastante cínico, sacaba todo el partido que podía a la humana
vanidad. Conocía el flaco de cada personaje y las debilidades
de cada señorona. Y triunfaba, adulando servilmente a todo el
mundo, sin perjuicio de ponerle luego332 a sus espaldas, de oro y
azul 333 .
—¡Hombre, Andrade...!
—¡Oiga usted, Andrade...!
—¡Venga usted, Andrade...!
Se lo rifaban. Y él se dejaba solicitar pensando en los
esfuerzos de imaginación que tendría que hacer después para
pagar con un diluvio de hipérboles y adjetivos estrambóticos
A: del purgatorio]
A:luego]
333
A: [vuelta y media)
CLASICOS HISPANOFIUPINOS
tanta amabilidad. Hasta una señorita vieja, fea y sentimental
que le acarició con una voz de pífano:
—A ver, cuándo es usted el que se casa, Andrade, y nos da
otra fiesta parecida a ésta...
¡Desgraciada...! Si la infeliz asomara las narices por el
tugurio en que vegetaba Andrade, y contemplara el mísero
cuadro que formaban una mujer medio tísica de tanto trabajar y
siete hijos que le devoraban mensualmente los doscientos pesos
mal sudados por colmar de elogios a una partida de imbéciles y
cursis, a buen seguro que no se desatara en tales 334 necedades.
Sonaban las orquestas, a medida que avanzaba la noche,
más claras y triunfales, sobre todos los murmullos. Se iban
multiplicando las parejas en una mareadora y sugestiva
sucesión de tangos, rumbas y danzas exóticas. Ceñidos
como la hiedra al muro, hombres y mujeres confundían
sudor y aliento, vacilando como ebrios, pegando brincos,
arrastrándose desmayadamente al suelo. Era un espectáculo
grotesco, sin ninguna elegancia, ni ritmo, ni arte. ¿En dónde
estaban nuestros bailes? ¿Nuestros hermosos bailes propios,
aquellos que bailó la abuela meciéndose como una flor apenas
sostenida, mostrando apenas bajo la fimbria de la saya la
breve punta de su chapín 335 dorado?
¿El elegante vals, la dulce mazurca, la lánguida polca 336 ,
toda aquella melodía acompasada como un poema, que más que
carnal deleite fue elevación del alma al arte, en dónde estaba?
En la cálida noche de octubre el jardín olía a cinamomos y a
violetas. De una mata trepadora cayeron, empujadas por la brisa,
unas florecitas blancas sobre el seno de Marta 337 . Las fue cogiendo
con sus pequeños dedos para dárselas a Fernando. Él se guardó las
334
A: tales]
* Formas musicales del período romántico,
335 ,-, "Chanclo [sandalia] de corcho, forrado estéticamente muy expresivas y que motivaban
de cordobán, muy usado en algún tiempo por en consecuencia bailes amorosos.
las mujeres".
A: sobre el seno de Marta]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
florecitas. Y la338 dijo convencido y como nunca enamorado:
—¡Hasta las flores te quieren y te buscan!
El Doctor Kauffman, sentado con varios compatriotas suyos
ante una mesa llena de vasos y botellas de cerveza, hablaba en
alemán, mirando con disimulado desprecio a todos los demás
invitados extranjeros. Lúpulo y cebada339 parecían habérsele
subido al cerebro hacía rato. Rojo, casi congestionado y bañado
en sudor, se abanicaba con una bandeja de latón. El espíritu de la
cerveza inflamaba su espíritu en patriotismo inusitado. Y ante las
filas de botellas vacías, que se le antojaban obuses nazis caídos
de las manos de Hitler, para hundir el mundo 340 , sintiéndose un
Bismarck341 trasnochado, tartajeaba campanudamente:
—Fíjense en ios invitados japoneses, desatendidos y solos
en aquel grupo aparte. Todos los respetos, todas las cortesías,
son para los altos funcionarios filipinos y las autoridades
americanas. ¡Idiotas! Dentro de dos o tres meses, van a
tener que arrastrarse de rodillas ante estos tipos amarillos,
mendigando su saludo y su sonrisa.
Los paisanos de Kauffman movían la cabeza maquinal y
afirmativamente. Y el Doctor continuaba diciendo:
—Japón les está entreteniendo en Washington con embajadas diplomáticas, en tanto les prepara un golpe formidable. Y
aquéllos de allá, y éstos de aquí, figurándose estar en el mejor
de los mundos...
Uno de los nazis, calvo y con un monóculo del tamaño de
un dólar en un ojo, lanzó una carcajada. Los otros se creyeron
en el deber de imitarle. Kauffman, sin perder su alcohólico
cinismo, siguió pontificando:
338
* Laísmo en el original.
* Ingredientes con los que se produce la
cerveza.
A: para hundir el mundo]
341
* Otto Eduard Leopold von Bismarck339
Schònhausen (Magdeburgo, 1 de abril de
1815—Friedrichsruh, 30 de julio de 1898):
canciller prusiano artífice de la unificación
alemana y figura clave en la configuración
política del mundo decimonónico, al
ambicionar el II Reich.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—Yo se lo he venido diciendo a muchos filipinos, pero ninguno
de ellos me ha hecho maldito el caso. Tienen una esperanza tan
grande en su futuro y una fe tan inquebrantable en América, que
raya en candor, por no decir342 en ignorancia. Están embaucados,
fanatizados, convencidos de que han de triunfar en la guerra como
en la paz. ¡Ilusos! No saben que cuando Alemania desenvaina su
espada, al volvérsela a ceñir, no ha dejado títere con cabeza. Y
como nosotros, y con nosotros, Italia y el Japón, pese a que los
italianos resulten aves de corral y los japoneses unos cerdos.
Interrumpió a Kauffman el silbido de un cohete que se alzó
culebreando, deshaciéndose en una lluvia de bengalas desde lo
alto. Y otros cohetes, después, llenos de estampidos y resplandores, cintas de fuego arrojadas a las nubes para coger estrellas.
Había cesado el baile y los invitados miraban las bengalas que
se lanzaban al viento 343 desde un lugar oculto y apartado 344 ,
como si fueran ramos de encendidas flores. Y en la noche, herida por tanto resplandor, los cohetes eran mariposas que morían
quemando sus alas en la alta llama de los luceros.
Fernando señalaba a Marta con los labios un castillo que se
acababa de encender. Figuraba dos corazones unidos y traspasados por un dardo. Fulgían en el centro de un aro de flores que
giraba deshojándose en goteantes fulgores y relámpagos de oro....
—¡Mira cómo arde el amor, mira...! ¡Se supone que esos corazones son los de Natalia y Sandoval...! ¡Y el nimbo 345 deslumbrador que los circunda, todas las promesas que se han hecho,
todas las ilusiones que han soñado...! ¡Fuegos artificiales, luces
de colores, amor!
Ella le miró asombrada:
—¿Por qué hablas así?
Pero él disipó su asombro en el instante.
A: que[
A: al viento]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
345
A: al viento[
* Aureola
—¡No nuestro amor! Tu corazón y mi corazón no pueden
arder así, como bengalas que después de relumbrar se apagan.
Arden como estrellas, sin que su fuego les consuma, perpetuamente encendidos.
Don Lino se había apartado del bullicio y deambulaba
errante por un sendero que los árboles cubrían. Se sentía triste,
sin saber por qué, con el alma turbada, con ansias de llorar.
De pronto se sintió cogido por Natalia.
—Papá, nos vamos....
Se hacía tarde, y aprovechando los instantes en que los
invitados estaban distraídos contemplando los fuegos, se escapaban. Tenían que viajar toda la noche en automóvil, si querían
llegar a Baguio al amanecer. El tiempo preciso para cambiar de
ropa en casa, y en marcha.
—Adiós, papá....
Abrazada a su padre, le besaba en las mejillas, en la frente.
Luego se volvió al marido:
—Despídete....
Sandoval estrechó la mano que Don Lino le tendía:
—Adiós, papá.
—Que Dios os bendiga... Adiós...
Los vio partir, a prisa, y desaparecer por entre las luces
y las sombras, dichosos, alegres, como niños escapados de la
escuela, como pájaros escapados de la jaula, sin dignarse volver
la vista atrás, de cara hacia una nueva vida, embriagados por el
egoísmo de su pasión y su libertad.
Y se dejó caer sobre un banco escondido y solitario, mientras
en el aire se apagaban los últimos resplandores de los cohetes y
llegaban hasta él, velados, los ritmos melodiosos de la orquesta.
Se había ido, al fin, Natalia. Ya no tenía hija. Y éstas eran
las leyes de la vida, señor. Cuídela usted como a un botón de
rosa, tierna y celosamente, hasta convertirla en flor encanta-
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
dora. ¿Que entonces llega el primer zagalón 346 , la corta de la
rama, y se la lleva? ¿A dónde? ¿A la felicidad? Casi siempre al
dolor, puesto que amor y vida son dolor....
¡Hija de mi alma! La veía ahora desde el día en que nació, que pronunció las primeras palabras, que dio los primeros
pasos. La veía después creciendo, haciéndose niña, haciéndose
mujer, a la manera que va un rosal creciendo hasta coronar la
altura con sus rosas. Era siempre la pequeña, la mimada por la
madre, la por él consentida, la muñeca, la alegría de la casa.
¿Qué no hubiera él hecho por aquella hija, doblegado siempre
a todos sus gustos y caprichos, sin haberla jamás negado nada,
ni siquiera esta boda que no acababa de convencerle, que no
acababa de llenarle el alma?
Se había ido, al fin, sin meditar ni comprender el quebranto en
que le abandonaba, sin justificar su ingratitud, para dejar de ser
para siempre lo que fue, rayo de sol, muñeca, alondra cantarína....
Sintió un repentino escalofrío por todo el cuerpo. Se pasó
un pañuelo por los ojos....
Y advirtió, resignado, que le estaban ahogando los sollozos.
"Adolescente muy crecido"
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
II
"eno mórbido y turgente; ciclópeo y gigantesco seno velado por la flotante gasa de su vegetación347; seno de mujer, de
madre tierra al que bajan las nubes para beber colores, se alza
el Ayarat 348 bajo el firmamento, recortándose único y excelso en
el espacio.
A sus plantas se extienden los millares de hectáreas que
constituyen la hacienda de los Robles. Inmensos arrozales de
espigas enhiestas como espadas de oro; infinitos cañadulzales
rematados por verdes estrellas. Allá lejos, los molinos movidos
a vapor, los camarines, el caserío obrero. Y más lejos, destacándose perdida en la arboleda tal que un blanco templo alto
y luminoso, la mansión de Don Lino, rodeada de parques y
jardines.
Hace un mes que la casa, cerrada por la ausencia de sus moradores, ha vuelto a llenarse de vida. En ella están Don Lino y
Don Ramón, desde 349 unos días después de la boda de Natalia.
El movimiento de servidores y obreros es inusitado. Han llegado
los amos y se acabaron los agrarios desórdenes.
347
A: esplendoroso!
348 ,t Volcán inactivo del norte de Luzón.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
349
A: hace[
Don Lino, armado de un pistolón que mete miedo, suele recorrer a caballo sus dominios 350 . Don Ramón se encarga de las
oficinas. La paz y la ley vuelven a imperar en todas partes.
El viejo necesitaba esto. Campo, sol, viento oloroso a monte, ejercicio físico y mental. En los últimos dos meses parecía
haber envejecido muchos años. Ya no era el soñador romántico
de las lánguidas musmés pecaminosas, ya no era el paladín
esforzado del Asia turbulenta; ya se sentía con nuevas ilusiones
y responsabilidades en la vida, y le empezaban a importar un
bledo el pasado y el futuro.
Debía su existencia al presente, y al presente consagraba
su vida. Que se rompieran la crisma los brutos y se brindaran
a quien quisieran las mujeres. A él que le dejaran el caballo, el
sol, el campo, y su sueño profundo y tranquilo de niño de cada
noche.
Hoy se sentía optimista y lleno de júbilo como nunca. Acababa de recibir y de leer y releer una carta de Sandoval en la que le
participaba dos acontecimientos inesperados. Que Natalia estaba
encinta; y que bajaban de Baguio para estar a su lado todo el
tiempo que permanecieran en la hacienda él y el tío Ramón.
Buscaba al hermano por todas las habitaciones:
—¡Ramón...! ¡Eh, Ramón...!
Hasta que al fin se lo encontró clasificando setenta muestras
de arroz en el despacho:
—¡Grandes noticias...! ¡Magníficas noticias...! ¡Mira lo que
escribe Sandoval!
Don Ramón abandonó las muestras para leer la carta:
—¡Qué Natalia, hombre...! ¡Enhorabuena!
¡Qué Natalia...!
* Imagen típica del "hacendero",
muy propia de las novelas románticas
hispanoamericanas. Balmori pues emplea
la imagen para contrastar la decadencia
estética del concepto, donde el apuesto jinete
ahora se ha tornado olvidado anciano.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
¡Qué mujer filipina! ¡Qué tesoro de carne virginal y generosa, ardiente y fecunda como la tierra de que está formada,
donde hasta entre las piedras brotan espigas y hasta en las varas
de espinas se dan flores!
—¿Tú te puedes imaginar cosa más grande? ¡Natalia encinta! ¡Un niño en puertas!
Reía con351 los ojos llenos de lágrimas. Don Ramón a su vez
emocionado, sentenciaba con la mayor gravedad:
—¡Dentro de nueve meses, uno! ¡Y dentro de nueve años,
diez! ¡Esto, sin contar con los de la futura fábrica de Fernando!
¡Para que te pusieras triste y anduvieras desolado por creerte solo
y abandonado en el mundo! ¡Se te van dos, para traerte veinte!
¡Un niño, un chiquillo, un hijo de su hija! ¡Hija de su vida,
bendita mil veces! Don Lino no sabía qué hacer, ni qué decir.
Por lo pronto iba a poner un radiograma a Baguio para que se
viniera inmediatamente. En ninguna parte estaría más segura ni
mejor cuidada que aquí. Había que velar por el tesoro.
¡Chiquitín...! ¡Chiquitín...! ¡Se llamaría Lino, como él, y se
parecería a él, pues no faltaba más! ¡Para eso era su abuelo! Y
para eso iba a ser él, y nadie más que él, quien iría a cuidarle y
hacerle hombre, ¿eh? ¡Todo un hombre, Ramón!
—¿Y si en vez de ser niño, se le ocurre ser niña?
—¡No me fastidies! ¡Si sale niña, la llamamos Ramona! ¡Y
te encargarás tú de ella!
Poco después llegaba el Padre Elias sudado, sofocado, esgrimiendo humildemente una lista de cosas que se necesitaban
para la iglesia. Una casulla 3 " nueva, porque la vieja se caía a
pedazos; cuerdas para el armónium 353 , completamente afónico; dos angelotes, descalabrados, del pulpito; un cepillo para
* "Vestidura que se pone el sacerdote
sobre las demás para celebrar la misa,
consistente en una pieza alargada, con una
LOS PÁJAROS DE FUEGO
abertura en el centro para pasar la cabeza".
353 * " ¿ ) r g a n o pequeño, con la forma exterior
del piano, y al cual se da el aire por medio de
un fuelle que se mueve con los pies".
las ánimas; el misal que se lo había comido el anay354; y cuatro
candeleras de plata le habían robado....
—¡Qué mala gente, señor Don Lino! ¡Mire usted que llevarse hasta las cosas del altar! Y eso que no paro de predicarles
todos los días de precepto, sobre los santos mandamientos,
insistiendo en el séptimo, para hacerles comprender lo feo de
tal delito. ¡Nada! ¡Lo mismo es que les prediquen en castellano,
que en pampango, que en inglés y hasta en latín! ¡No entienden
de sermones! ¡Un día se van a llevar los santos, como se llevan
los sacos de palay355 siempre que pueden! ¡Qué mala gente,
señor Don Lino!
Don Lino sonreía:
—No se apure usted, Padre; todo eso se arregla. Precisamente estaba pensando darle a usted dos mil pesos para que
mandara restaurar y pintar de nuevo la capilla. No me gustó su
aspecto el Domingo pasado. Pida usted el dinero al administrador y comience las obras cuanto antes.
El Padre Elias clavó sus ojos llenos de gratitud en los ojos
del viejo.
—Gracias, Don Lino. Que el Señor se lo tenga en cuenta,
ya que todo será para mayor gloria de Dios. Pero, permítame
exponerle que considero excesiva la cantidad....
—No, señor. Usted me pone la iglesia como una taza de
plata. Y si hace falta más dinero, me lo dice. Quiero que todo
aparezca nuevo y brillante. Vamos a celebrar un gran bautizo....
El sacerdote se inclinó:
—Siendo así, bendito sea Dios. Y vuelvo a repetirle las gracias.
Ya iba a partir el buen párroco, cuando Don Lino le detuvo:
—Ah, me olvidaba preguntarle algo muy importante. ¿Qué
tal anda usted de campanas?
354
* Filipinismo incorporado al DRAE:
"Termitas".
355
* Fiüpinismo incorporado al DRAE:
"Arroz con cascara".
CLÁSICOS HISPANORLIPINOS
—Tenemos dos, una grande y otra más pequeña....
—¿Suenan bien? ¿No están rajadas?
—No, señor; suenan muy bien.
—Bueno, no importa. A ver cómo se las arregla usted para
que en vez de dos, resulten cuatro. ¡Y que repiquen como diablos! ¡Que se las oiga a diez kilómetros!
¡Ah, chiquitín...! ¡Ya verás en cuanto te unten con sal el
hociquito, cómo van a voltear cantando las campanas hasta que
se venga abajo el campanario! ¡Palabra de Robles, chiquitín!
Se quedó mirándolo venir por el aire, muy alto todavía, tan
alto que aún no se le podía distinguir. Lo traían dormido entre
sus blancas alas dos cigüeñas. Aún tardaría nueve meses en
llegar, tan lejos estaba el cielo. Como era muy pequeño, necesitaban traerlo despacio, con mucho cuidado, poco a poco. No
fuera cosa que tropezaran en una estrella, en una nube, en una
aurora. Tenía que arribar sano y robusto, coloradote y fuerte.
Así lo mandaba el buen Dios, y había que cumplir lo que el
buen Dios ordenaba.
Le rompió el ensueño Don Ramón:
—¿En qué piensas, comiéndote el espacio?
—En que tengo un apetito formidable. Tú y yo vamos a
regalarnos ahora con un lechón entero.
Se dirigieron 356 juntos al comedor:
—Qué cambiazo has dado en un instante, Lino. Pareces un
nuevo hombre.
—¡Necesito vivir!
—La vida está aquí, aquí, en tu propia tierra, entre tus
seres queridos, no allá donde tú te la imaginabas, en el paisaje
de abanico y la pagoda de papel de la paloma japonesa aquélla.
Has necesitado la lección amarga de la infidelidad y la ingratitud de una comediante asiática, para despertar a la verdad de
356
[Dirijieron] en el original
LOS PÁJAROS DE FUEGO
tu vida. Y ahora viene, para acabar de reintegrarte al honor y
al bienestar de vivir, el regalo que te va a hacer tu hija. Porque,
no me lo niegues. No estás tan viejo para chochear así. El Padre
Elias me ha preguntado antes de irse qué gran bautizo íbamos a
celebrar. Has dado órdenes de que arregle la iglesia como para
un acontecimiento inusitado...
—¿Te ha dicho eso, eh? ¿Y qué más te ha dicho?...
—Pues que ahora, más que nunca, necesita el pobre una
casulla nueva.
Don Lino se echó a reír. Tendría su casulla y tendría hasta
una catedral en cuanto el niño descendiera de las nubes. ¡Iba a
ser un chiquillo incomparable, Ramón!
Dos días después llegó el nuevo matrimonio. Venían en un
coche cargado de trastos y maletas, y se traían a remolque otro
coche lleno hasta los topes de frutas, flores y plantas de Baguio.
Antes de poner pie en tierra, ya Natalia voceaba alegremente:
—¡Papá, te traigo pinos y cipreses...! ¡Y fresas y gladiolos y claveles y rosas...! ¡Hemos venido perfumando todos los
caminos!...¡Papá, qué alegría verte...!
Saltó como un pájaro y se colgó a su padre, llenándole de
besos. Parecía más ágil y esbelta que nunca 357 , con mejor color.
Don Lino la miraba estupefacto. ¿Cómo podía ser aquello? ¿Y el
niño? ¿En dónde estaba el niño? Nada denotaba en la mujer el
dulce milagro de la encarnación. ¿Si habría mentido descaradamente para darse importancia su famoso yerno?
Se lo llevó aparte mientras Natalia hablaba con el tío:
—¿Aquello que escribiste sobre el estado de tu mujer, es
cierto? ¿Estás seguro? ¿No te habrás equivocado?
Sandoval reía:
—¿Por Dios, cómo iba a equivocarme? ¿O es que se ha olvidado usted que soy doctor en medicina?
357
A: más gruesa[
CLÁSICOS HISPANOFIUPINOS
—Pues apenas se le nota....
—¡Claro, tres semanas...! ¡Pero ya lo irá advirtiendo... En
cuanto la vea usted tragar fresas, a puñados, con sal!
Don Lino trémulo de gozo:
—¿Conque, fresas, eh...?
Cambiadas las primeras impresiones, Sandoval pareció envolverse en una nube de melancolía. Malos informes de Manila.
Constantes pruebas de defensa a diario; apagones casi todas las noches; el ejército filipino incorporado al americano y todas las tropas
movilizadas; preparativos de guerra a cada paso; el conflicto, que
parecía inevitable, esperado con sobresalto de un día para otro...
—Estoy temiendo que me llamen. Casi todos mis compañeros se encuentran en filas... ¿No reciben ustedes la prensa de
Manila? ¿No han leído los últimos cablegramas 358 ?
Recibían la prensa, pero no la leían. Además, que de suceder algo importante o grave, Fernando avisaría. Aunque Don
Lino seguía impertérrito en su optimismo...
—No me lo acabo de figurar por más que quiera; se me hace
imposible tal creencia; algo me dice el corazón que eso no va a
ser, que eso no puede ser.
Don Ramón sonrió irónicamente:
—¿Aún te pica la mosca de Niko, eh?
Protestó el viejo, mirando alebrestado hacia Natalia:
—¡Hombre, no! ¡Son corazonadas!
—Pues dile a tu corazón que miente, Lino.
Sandoval intervino:
—Yo creo que esa gente obrará noblemente. He estado
conviviendo con ellos en Tokio por espacio de tres años y nadie
me quita la certidumbre de su honorabilidad. Suelen regirse,
* "Telegrama transmitido por cable submarino".
LOS PÁJAROS DE FUEGO
del primero al último por el Bushido359, la religión de todo el
pueblo, el culto del honor.
Don Ramón brincó en su asiento:
—¡Oh, el Bushido, el grande, incomparable, estupendo
Bushido..! ¡Me lo sé de memoria...! ¿Quieres oírme recitar sus
máximas...? Oigan ustedes...
Cuando el destino te ponga frente a frente a tu señor y
dueño, su Majestad Imperial, hijo de su madre y descendiente
en línea recta de todos los dioses habidos y por haber en las
Quimbambas 360 , baja la frente hasta el ombligo sin osar levantar tu vista hasta el divino ser, porque si no te mueres del susto
al contemplar su divina imagen, caerán sobre tu cuello un centenar de sables y tu cabeza pasará a la historia.
Si una geisha te fabrica un hijo, dedícalo a taco de cañón.
Si es hija, en cuanto deje la chupeta, véndela al Yoshiwara 361 .
Y con el dinero que te den por ella, dedícate al comercio, a la
agricultura, o a la pesca.
Si en vez de ser hija de una geisha, resulta hija de una
princesa, no la vendas, porque estaría muy mal vista semejante
transacción. Cásala con algún miembro honorable del Estado
Mayor de las Imperiales Fuerzas, así tendrán la madre, el padre
y demás parentela de tu ilustre yerno, una criada sobre la que
descargar sus iras y sus trabajos.
Cuando un desgraciado te hurte un ganso, amárralo fuertemente a un poste y golpéalo y patéalo hasta que reviente. Debes
hacerle comprender por la ley de la fuerza, única fuerza de
359
* Niponesismo incorporado al DRAE:
"Código de honor por el que debían regirse
los samurais".
360
* Frase idiomàtica cohesionada: "en la
otra parte del planeta, en el fin del mundo".
El registro más antiguo recogido que hemos
encontrado en los corpus académicos es
de 1970: "En efecto, el torero, desde las
WKSX
quimbambas de su distancia, agita la
muleta", Antonio Díaz-Cañabate, Paseíllo
por el planeta de los toros, Madrid, SalvatAlianza, 1970, p. 143. REAL ACADEMIA
ESPAÑOLA: Banco de datos (CORDE)
[en línea]. Corpus diacrónico del español.
<http://www.rae.es> [30-1.-2009]
361
* Lupanar.
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
nuestra ley, que así como el que roba un collar362 de perlas debe
ser aclamado como un héroe, el que hurta un ave de corral debe
perecer aplastado como un chino.
Embriágate constante y perpetuamente. Huelan a sake 363
todos tus poros. Y cuando te encuentres en tu carácter verdadero, espurreando tu divino espíritu por la boca, orejas y narices,
acuérdate de que eres un ser privilegiado, único, incomparable,
y ponte en cuclillas para dar las gracias a las gloriosas sombras
de tus antepasados.
Tú ni tienes padre, madre, ni perro que te ladre. No tienes
más que tu Emperador. Cuando por cualquier motivo no puedas
amarle, servirle, reverenciarle y bendecirle en todo lo que vale
y se merece, trinca un tirabuzón y sácate las tripas fuera. ¿Para
qué te sirven las tripas? ¡Son la parte más innoble del hombre!
Si no puedes ser Mariscal ni Almirante para exterminar
chinos o ratas, úncete a las varas de un kuruma, que viene a ser
lo mismo. Y sirve de potro humano, que para eso has nacido tú
y no el caballo, el mulo, el burro, el asno 364 ...
Calló súbitamente, cegado por el rojo resplandor de un
rayo, aturdido por la descarga estrepitosa de un gran trueno.
362
A: [alcázar]
*
Niponesismo
incorporado
al
DRAE: "Bebida alcohólica obtenida por
fermentación del arroz".
4
* Relación irónica y esperpéntica que
nos muestra a Jesús Baimori profundamente
desengañado con la cultura japonesa. La
niponofilia que había caracterizado el primer
momento modernista del autor, en estos los
últimos años de su vida se tornará enorme
frustración ante la ceguedad política que su
creación literaria había observado, reflejando
una estampa grotesca de la torre de marfil
japonesa. Pocas obras literarias como la
presente reflejan la falacia de la civilización
y el concepto de desengaño. Así pues, la
LOS PÁJAROS DE FUEGO
presente obra se hace heredera de conceptos
propios del Barroco hispánico clásico [Cf.
Isaac Donoso "Elementos de orden necio en El
Criticón", en Analecta Malacitana, Revista
de la sección de Filología de la Facultad de
Filosofía y Letras, Málaga, Universidad de
Málaga, XXVII, 2, 2004, pp. 609-672.).
En tal sentido, en Los pájaros de fuego se
manifiesta el desengaño modernista y la
evolución natural hacia estéticas neobarrocas,
el mismo fenómeno estético acaecido en
Hispanoamérica (ídem, "Anagoge. Poética
neobarroca de Lezama Lima", en Cuaderno
Internacional de Estudios Humanísticos y
Lingüística, Humacao, Universidad de Puerto
Rico, vols. 3-4, 2003-2004, pp. 75-88).
Hacia tiempo que un nubarrón enorme entoldaba el espacio
velando la claridad solar. Natalia se levantó, asustada:
—Qué horror, ha caído enfrente, en el jardín... Ha derribado aquella acacia...
Otro fulgor vivísimo, otro estampido formidable, y tras un
viento que hizo retemblar puertas y ventanas, un chaparrón
copioso y fuerte empezó a bramar.
Don Lino, se alzó nervioso:
—¿Lo ves, Ramón? Has ofendido al divino Imperio. Los
Dioses asiáticos responden a tus sátiras. Vamos a tener rayos y
truenos para rato...
•m
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
Ill
ernando escribía desde Manila confirmando las noticias
alarmantes que había anticipado Sandoval. En la ciudad comenzaba a flotar un malestar inquietante debido a los preparativos
de defensa ordenados por las autoridades y al giro que parecían
tomar las actividades diplomáticas del Exterior. Había caído el
Príncipe Konoye365 con todo el ministerio y en su lugar Tokio
anunciaba el nuevo Gabinete presidido por Tozyo 366 .
Era el partido militar en el poder. Era la guerra. El par de
fonógrafos ambulantes marca Nomura y Kurusu que andaban
en Washington con los discos de la paz y la buena voluntad a
vueltas, resultaban unas carracas 367 engañadoras, falsas, cínicas 368 . Japón estaba más preparado para la lucha que nadie
podía figurarse. Y la primera acometida podría darse cuando
menos nadie se lo llegara a imaginar.
365
* Fumimaro Konoe o Konoye (1891—
1945). De alta aristocracia japonesa, fue primer
ministro de Japón en repetidas ocasiones.
El 18 de octubre de 1941 fue sucedido como
primer ministro por Hideki Tojo.
366
* Hideki Tojo (30 de diciembre de
1884—23 de diciembre de 1948). General y
primer ministro de Japón durante la Segunda
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Guerra Mundial. Artífice intelectual de las
invasiones japonesas en Asia y de la práctica
de la guerra total.
367 » "Artefacto deteriorado o caduco".
* De nuevo una alegoría sarcàstica entre la
precisión de la tecnología japonesa y el mecanicismo mental. En este tipo de imágenes es
donde aparece de forma más fuerte Batikuling.
Nada de ilusiones, por lo tanto. El cuento del lobo llegaba
a su final. La fiera se presentaba inesperadamente. Se la oía
ulular, se sentía su rastrero trote, se advertía su impulso sanguinario y taimado. En el reloj del tiempo, en el curso del destino,
en el corazón de Filipinas iba a sonar la hora terrible.
¡La guerra...!
Ciudades arrasadas, campos devastados, mujeres ultrajadas,
niños y ancianos calcinados entre escombros. Sangre y desolación por todas partes. Dolor y muerte en todos los caminos. El
buen Dios iba a cerrar sus ojos, y mientras el buen Dios tuviera
los párpados cerrados, la bestia apocalíptica de la visión de
Juan iría rompiendo sus sellos uno a uno para anegar la tierra
filipina en el horror y en el espanto.
La carta de Fernando dirigida 369 a su padre fue leída en
familia, en voz alta, sin comentario alguno. Todos guardaban
un silencio grave. En todas las frentes podía adivinarse un
pensamiento triste. ¿Qué iba a ser de los pueblos, de los hogares, de los mismos soldados, los de América y los nuestros, que
tan arrogantemente se adiestraban 370 para la lucha, marchando
juntos a los sitios de peligro, bajo el ondulante vuelo de las
banderas en lo alto?
Según técnicos y peritos y críticos y estrategas militares
destacados, Filipinas era un país indefendible. Harían falta las
escuadras conjuntas de las naciones más poderosas, las fuerzas
aéreas de millares y millares de aviones, y millones de hombres
armados para guardar y defender sus mares, sus cielos, sus
miles de islas. ¿Se contaba con nada de eso en el país? Lo único
que existía era un gran valor, una moral muy alta, y un deseo
unánime y generoso de demostrar a América, al mundo, que los
filipinos sabrían cumplir con su deber.
[dirijida] en el original
A: [entrenaban)
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Don Lino, ante la aparente proximidad del peligro, volvió a
sumirse en recuerdos del Japón. Nada importaba la falacia de la
musmé querida en otro tiempo. La herida de esta puñalada romántica, había cicatrizado por completo. Admiraba al Japón, no lo
podía remediar. Seguía en la convicción de que era un pueblo digno de toda consideración y aprecio. Se había envenenado la sangre
con el licor de su asiática voluptuosidad y tenía el espíritu turbado
por el hechizo de sus leyendas y sus panoramas. Lo de menos era
la traición de una geisha abandonada. En su caso, cualquiera otra
mujer de cualquiera otra raza hubiera hecho lo mismo. El verdadero culpable resultaba él mismo, por haberla abandonado.
Sólo que ya no se atrevía a exteriorizar sus sentimientos ni
sus pensamientos. Todo cuanto le rodeaba era hostil a cuanto
oliera a japonés. Bastaba mentar el solo nombre del Japón para
provocar toda suerte de improperios. Era el amigo enmascarado
de ayer, el agresor declarado del presente, el desconocido déspota del futuro. No, ya no podía defenderlo; estaba solo contra
todos; millones de ojos veían una horrible bestia en lo que él se
le antojaba una sirena de soberano encanto.
No querían al Japón, no podían quererlo, porque no lo
conocían como lo conocía él. Y no lo temían, porque ignoraban
su fuerza y su poder. Pero para Don Lino y otros varios filipinos
que habían vivido allá y a quienes les fue dado asomarse en su
entraña y descubrir la vida exuberante y formidable que palpitaba en ella, Japón era de temer como enemigo tanto o más que
la misma Alemania.
En cada burgués, en cada príncipe, en cada hombre del
pueblo, en cada representante de sus ciencias y sus artes, alentaba un soldado. ¡Y qué soldados! Una tropa de suicidas que
al luchar bajaban la cerviz, cerraban los ojos, y avanzaban,
avanzaban, avanzaban siempre, pensando en la muerte con más
entusiasmo que en la vida.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Los veía ya, triunfantes, desfilando por las suntuosas avenidas de la capital como enjambres de ranas, pequeños, pelados,
rechonchos, estevados 371 . Y tras ellos, la invasión. Millares de
mujeres semejantes a pintadas mariposas ansiosas de posarse en cualquier rama; millones de hombres que se pudrían de
hambre en sus distritos y en sus aldeas y arribarían a nuestras
playas estremecidos por un sueño de riqueza, por una quimera
de bienestar definitivo. Gente pobre, miserable, pero sencilla
y buena, comentaba Don Lino. ¡Hasta daban lástima! ¡Hasta
se sentían ganas de socorrerlos y ayudarlos...! ¡Triste pueblo
incomprendido y grande! No, él nunca tendría corazón, pasara
lo que pasara, para odiarlo. Él no veía en el Imperio Asiático
más culpa que la de clavar sus dientes y sus uñas en las manos
blancas, férreas, que trataban de estrangularlo injustamente.
La voz de Ramón vino a quebrar sus raras reflexiones.
—¿Qué hacemos, Lino?
—Tú dirás.
—Tenemos en caja noventa mil pesos que no han podido ingresarse en el Banco; las bodegas están llenas de arroz y azúcar;
los obreros están dejando sus casas y nos están abandonando,
largándose del campo sabe Dios a qué infiernos, unos por temor
a la guerra y los más porque son socialistas; el trabajo se paraliza por días, por horas, no veo el modo de continuar así....
Don Lino se pasó la mano por la frente:
—Suspende todos los trabajos. ¡Qué remedio! Lo que aún
no se haya cosechado, que se quede sin cosechar. Hay que prepararse resignadamente para lo que pueda acontecer. Si viene la
guerra, no ha de durar mucho. Ya se arreglará todo después.
—Y entre tanto, nosotros....
Don Lino respiró fuerte:
A: [patizambos]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—¡Nosotros, al menos yo, no me muevo de aquí. Y Natalia conmigo. Y su marido, si no lo fuerzan a prestar servicio!
Supongo que tú también te quedarás.
—Y supones bien. Me quedo. ¿A dónde ir?
Pero a la noche llegó un telegrama urgente de Fernando
y Don Ramón tuvo que volverse a Manila. Se necesitaba que
alguien fuera a cuidarse de la casa. El capitán Robles había recibido órdenes de incorporarse al ejército en el plazo de veinticuatro horas.
Este golpe inesperado pareció desconcertar a Don Lino.
Empezó a perder el ánimo y de nuevo se le vio sumirse en un
triste abatimiento. Aquel hijo se había empeñado en darle un
gran disgusto y al fin iba a salirse con la suya. Ahora que más
que nunca debería estar junto a él, al lado de los suyos, sin
maldita la372 necesidad de figurar en la bárbara matanza que se
avecinaba....
Su único consuelo era Natalia, refugiada ahora en el hogar
paterno, con aquel niño dormido en las entrañas. No podía
estar cerca de ella sin atisbarla disimuladamente en el vientre.
¿Cuándo empezaría a hincharse el seno? ¿Cuándo comenzarían a romperse líneas y morir esbelteces de la carne virginal?
¿Cuándo el sello glorioso de la maternidad excelsa iría a revelarse? ¿Cuándo empezarías a dar señales de vida, chiquitín?
Así, con el ansia loca con que ahora esperaba al nieto,
aguardó al hijo cuando su santa mujer se lo anunció llorando de
pudor y de felicidad, refugiada en sus brazos y en su alma. ¡El
gran Fernando! ¡Antes de que naciera, ya lo quería él más que a
su propia vida! Y ésta era su recompensa; ésta era su gratitud y
el pago que recibía por su amor; dejarle solo, abandonado, en el
momento del peligro, para ir a batirse por un sueño romántico
de libertad y gloria.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Don Lino, al igual que varios ricachones filipinos, no simpatizaba con los americanos, ni estaba conforme con su política
de independizar al país. Le repugnaba cuanto oliera a política
del interior y el exterior. Y sólo advertía en tan grave cuestión
un juego inoportuno, descabellado y peligroso del que todos
saldrían malparados. La independencia suponía la ruina del
pueblo filipino. Sólo podían desearla los cuatro encumbrados
títeres a quienes pudiera beneficiar373. Al pueblo, no. El pueblo
no estaba, ni estaría en mucho tiempo preparado para tan grande responsabilidad. Las masas sólo sabían invocar a cada paso
sus derechos, ignorando por completo sus deberes. Abusaban de
las libertades concedidas con una impunidad procaz. Y andaban por sus tierras, desunidos, divididos en partidos políticos y
facciones religiosas, enemistándose a cada instante, riñendo, y
esgrimiendo como argumento contundente el puñal fratricida.
América creyendo hacernos un gran bien, nos estaba haciendo
un mal muy grande. Y si Dios no lo remediaba a tiempo, se preparaba a hacernos otro mal peor. Darnos la libertad completa y
absoluta el año 46. Poner en manos de un chiquillo travieso una
bomba de dinamita.
Si venía el Japón, vendría a ser la salvación de Filipinas. Las
lecciones amargas que nos pudiera dar, acabarían para siempre
con el libertinaje de las costumbres, con la irresponsabilidad
de nuestra vida. El país necesitaba un dómine austero 374 , una
política dictatorial, una mano dura para conducirlo a más altos
destinos y más dignas empresas. Hasta ahora el gobierno de
Filipinas venía resultando un gobierno de opereta. Y la nación
que al otro lado de los mares se lo imaginaba creado a su imagen y semejanza, una víctima voluntaria del más grande espejismo... Que venía el Japón. Por Don Lino, mejor; que llegara en
buen hora. Que viniera cuanto antes.
373
A: les[
374
A: [una mano fuerte]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Pero quien llegó fue Kauffman. Se dirigía a Baguio y quiso
detenerse a pernoctar en la casa hacienda. Quería hablar, necesitaba hablar al viejo amigo:
—Te supongo enterado de la situación gravísima.
Don Lino se encogió de hombros:
—Fernando ha escrito 375 algo....
Kauffman tronó:
—Fernando no sabe una palabra; ninguno de ustedes sabe
una palabra, los japoneses están en Filipinas con su escuadra,
con sus aviones, con sus transportes y llenos de cañones, de
tanques, de hombres...
Don Lino se inmutó.
—¿Cómo puede ser eso...? ¿Quién lo ha visto...?
Kauffman hizo un gesto despectivo:
—Nadie lo ha visto porque todos estáis ciegos. Pero te lo
aseguro yo, y cuando yo te lo aseguro, es porque estoy perfectísimamente informado.
Robles volvió a encogerse de hombros:
—Está bien, muy bien. Alguna vez tenía que ser.
El médico alemán parecía reventar de orgullo y de soberbia.
Ahuecando las palabras, duras y pesadas como si fueran balas
de cañón, siguió diciendo:
—Te advertí desde el primer día que esta guerra no podría
compararse a la guerra pasada; que había llegado el tiempo
de reformar el mapamundi; que antes que Alemania, nada, y
después de Alemania, nadie. El triunfo será nuestro, Lino, y
después del triunfo....
Vaciló unos segundos; resueltamente continuó luego:
—Después del triunfo haremos que Italia nos lustre las botas,
y cuando las tengamos relucientes le largaremos dos patadas al
Japón. Primero nosotros; segundo nosotros; tercero nosotros.
375
[a escrito] en el original
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Alemania tiene mucho que vengar, mucho que cobrar, y ha
llegado el momento de la rendición de cuentas. Estos amarillos
nos pueden servir de gran ayuda ahora, sin perjuicio de meterlos en cintura después. Son376 muy fuertes y377 decididos. A las
primeras de cambio les pueden propinar la gran tunda 378 a los
ingleses, y si no, lo verás.
Don Lino callaba, sumido en reflexiones. Kauffman continuó arrogantemente:
—Inglaterra no tiene más que orgullo, y los americanos no
tienen más que el dólar. Las guerras del presente no se ganan
ni con oro ni con vanidad, por más que aún existan tontos que
crean con Napoleón que para ganar una guerra sólo hace falta
el dinero. No, señor. Hoy las guerras son científicas, y lo de
menos son los hombres. Ahí tienes al Japón, más pobre que una
rata. Más pobre que una rata y verás cómo pega...
Les interrumpió 379 un criado anunciando a Don Lino la
visita de unos militares. El viejo, extrañado por lo intempestivo
de tal visita a tales horas, hizo que pasaran:
—¿En qué puedo servir a ustedes?
Un teniente americano se explicó.
Que dispensara la molestia, pero acababan de recibir
órdenes para arrestar a un subdito de un país enemigo que en
aquellos momentos se encontraba en su casa.
Don Lino miró a Kauffman:
—No me lo explico... ¿Acaso se trata del doctor?... ¿De mi
amigo el doctor Kauffman, aquí presente?
—Sí, señor.
—¿Pero es que ya está declarada la guerra? ¿Es que...?
—trató de protestar débilmente Robles.
376
A: [están]
A: son muy[
* Tundir: "Castigar con golpes, palos o
azotes".
379
A: [Entró]
377
WEB
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
El oficial se cuadró:
—Siento no poder dar a usted ninguna explicación... Buenas noches.
Y Don Lino vio, impotente, asombrado y pesaroso, cómo
de su casa se llevaban arrestado a Kauffman, al gran Kauffman,
que durante todo el tiempo que duró la escena, pálido y tembloroso, no había abierto la boca ni para respirar.
Oh, los alemanes. Oh, la casta de semidioses que iban a
reformar el mapamundi, cambiando la faz del universo.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
m
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
IV
J L ^ o s dejaron solos en la galería, frente al jardín, sobre el que
iban cayendo tristemente 380 las últimas luces del crepúsculo.
Un perfume dulce de magnolias llegaba hasta ellos, embalsamando su dolor. Él había venido a despedirse. Órdenes urgentes de incorporarse al regimiento. Y tronchado de rodillas
ante ella, sujetándola fuertemente por los brazos, la miraba
hondamente, la miraba mucho, como si tratara de arrancarla con sus ojos el alma y llevarse en los ojos para siempre su
imagen adorada.
—¡Vas a ser valiente, Marta mía!
-¡Sí!
—¡No vas a llorar! ¡No te vas a dejar abatir por el dolor!
—¡No!
—Resignadamente, confiadamente, me aguardarás; y cuando torne victorioso, realizaremos nuestro sueño, esta ilusión de
nuestra vida que hoy se lleva la guerra.
Lucía sobre el pecho una medalla del Corazón de Jesús,
pendiente de una cadenita que le acababa de prender 381 al cuello. Ahora le entregaba su rosario de oro:
—¡No te separes de él jamás! ¡Llévalo contigo siempre! ¡Ré380
A: [tal que las piedras preciosas de un
coliar hecho pedazos]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
381
* A: le[
zalo todos los días! ¡Verás cómo te salva la Santísima Virgen!
Estaba pálida, pálida. Diríase que toda la sangre de su ser
hubiera afluido a su corazón y que su carne fuera la de aquellas
magnolias que palpitaban en la noche o la de aquellos luceros
que empezaban a fulgir382 lívidos.
Fría y blanca como esas reinas de piedra que duermen esculpidas sobre las tumbas imperiales. Fría y blanca como la espuma de una ola que va a romperse, como la nieve de un pañuelo
que nos dice adiós...
—Volverás pronto. Me lo dice el cielo.
Su voz sonaba a llanto y salía de sus labios desgarrada. Él le
aseguró que sí, que era verdad lo que el cielo le decía. Volvería
pronto; no podía morir.
—¡Es que si te matan, me matan a mí, Nando!
Callaron mucho tiempo, sin encontrar ya palabras de esperanza y fortaleza que decirse. Ella, sobre todo, empezaba a
desmayar 383 . Veía a su amado lejos, perdido en la refriega, y384
todos sus sueños, deshojados. La casita que les aguardaba semejante a un nido, ¿cuándo ya se llenaría de su arrullo? Y sus
galas de novia, todas aquellas blancas gasas olorosas a rosas y
a carne de ángeles, ¿cuándo ya las vestiría para darse al amor
como una reina, como una mujer, como una esclava?
Tal que si él adivinara sus tristes pensamientos, trató de
seguirla 385 infundiendo serenidad:
—¡Yo no puedo morir! ¿Y sabes por qué? ¡Porque no tengo
miedo!
Ella gimió:
—¡Oh, precisamente por eso, porque sé que no temes, es
por lo que temo yo! Los primeros que caen son siempre los que
nada temen...
La interrumpió, en cálida protesta:
382
383
* Resplandecer
A: se[
384
385
A: y]
Laísmo en el original
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
—¡No! ¡Es una teoría absurda! Para desmentirla te voy a
contar un hecho de mi vida que hasta hoy has ignorado...
Fue una vez, hacía muchos años, en que a él y a otro muchacho les sorprendió una gran tormenta en despoblado. Se habían
pasado la siesta trepando por árboles frutales y ya iban a volver
a casa cuando empezó a desfogar la tempestad. Su compañero
comenzó a gritar386 y a llorar trémulo de pavor. Él seguía con los
ojos el vuelo de los rayos. En vez de aterrarle, el espectáculo le
conmovía por lo inauditamente hermoso. Y en lugar de ocultarse
y protegerse bajo un árbol como su camarada, se salió al camino,
desafiando la tormenta. ¡Qué lluvia de serpientes encendidas!
¡Qué fragor de estampidos horrísonos! Pero todo pasó, después
de unos minutos. Y cuando empapado en agua y en fulgor de
relámpagos extintos, buscó a su camarada, lo encontró carbonizado al pie del árbol el que se creyó salvo y amparado 387 ...
—Los cobardes son los que caen. Las balas, como los rayos,
persiguen a los que huyen y se esconden. La muerte triunfa del
que la388 tiene miedo.
Seguían abriéndose las dulces magnolias. Seguían abriéndose las estrellas de plata. Seguían abriéndose las alas del amor...
—¿Te has fijado cómo esta tierra y esta noche parecen una
novia olorosa a flores, perfumada a besos?
A: trémulo[
Balmori nos transmite un mensaje moral
empleando una de las categorías capitales
estético-literarias, /o Sublime: "Llamamos
sublime al objeto cuya representación pone
de manifiesto los límites de nuestra condición
sensible y, a la par, la superioridad de nuestra
naturaleza racional, y su independencia
de toda constricción. Así pues podemos
elevarnos moralmente —es decir, mediante
las ideas— sobre lo que físicamente nos
coloca en situación de inferioridad. Sólo
somos dependientes como seres sensibles. En
cambio, como seres racionales somos libres.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
El objeto sublime provoca un doble efecto en
nosotros: en primer lugar nos hace sentir nuestra
dependencia como seres sensibles; en segundo,
nos revela la independencia característica del
ser racional, tanto respecto de la naturaleza
exterior cuanto de la nuestra propia". Así
iniciaba Friedrich Schiller su célebre tratado
Zur weiteren Ausführung einiger Kantischen
Iden ("Ampliación de algunas ideas de Kant")
en la edición española de Pedro Aullón de Haro,
Lo Sublime (De lo Sublime y Sobre lo Sublime},
Madrid, Agora, 1992, p. 73.
388
Laísmo en el original,
Le ofreció ella sus labios, cáliz de rosa y amargura, totalmente rendida en pasión desbordante. Y fue él quien después de besarla más con el alma que con los labios, pensó ahora en la casita
de rosa389, en el altar iluminado, en esta mujer, en esta virgen,
mariposa de ilusión que en el instante de ir a libar las mieles de
las rosas quedaba traspasada y herida 390 por las espigas del rosal.
Se levantó muriendo 391 :
—¡Adiós!
Cruzaron el jardín, sin hablar, hasta la puerta.
Un beso más, el último:
—¡Adiós!
—¡Adiós!
Y de pronto se vio sola, completamente sola, abandonada
entre las flores, entre las sombras.
Se apoyó, para no rodar hasta el suelo, contra el tronco de
un árbol...
—¡Nando...! ¡Nando...! ¡Vida mía...!
Le ahogaban los sollozos. Poco a poco fue resbalando, sin
poder sostenerse más, cayendo de rodillas, cayendo, al fin, de
bruces a los pies del árbol...
—Nando...
Las estrellas la envolvían en su blanco cendal y392 las magnolias perfumaban su desmayo.
—¡Nando...!
Él no podía oírla, estaba muy lejos ya, guiando el coche
que parecía tener alas y volar. Penetró en los jardines de su casa
y subió las escaleras precipitadamente. Casi tropezó con Don
Ramón y Sandoval que le aguardaban impacientes.
—¡Pepe...! ¿Tú...?
—Sí, vengo de la hacienda... Ordenes... Vamos juntos...
A: [blanca]
A: muerta acasof
•s
391
392
A: [cayéndose]
A: y]
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
—¿Y papá...? ¿Y Natalia...?
—Allá quedan, resignados.
Se metió en su cuarto y salió al poco tiempo arrastrando el
sable. Un criado se llevó las maletas al coche.
—¿Vamos?
—¡Vamos!
Se abrazó a su tío fuertemente:
—¡Adiós, tío Ramón!
Don Ramón volvió la cara para que no le notara las lágrimas:
—Adiós, muchacho. ¡Mucho valor...! ¡Y mucha suerte...!
—¡Vea usted siempre a Marta, no deje usted de verla un
solo día...! ¡Y diga usted a papá que no se preocupe, que volveré...! Un beso muy grande a Natalia... ¡Adiós, tío Ramón...!
Y bajó, el primero, dejando a Sandoval despidiéndose del
tío, hasta que apareció y partieron juntos.
Don Ramón ordenó que cerraran las puertas y apagaran
las luces. Luego se metió en su habitación y abrió una ventana
que daba al mar. En el mismo momento sonaron las sirenas de
alarma y la ciudad quedó en tinieblas. Sólo el agua de la bahía
parecía encendida por el fuego de las estrellas. La oscuridad se
hacía densa y el silencio era infinito.
¡Oh, Manila! ¡Oriental princesa cuyas sandalias de oro
besaban las olas y en cuya frente se encendía el sol! ¿Qué dragón infernal de alas de fuego393 se aproximaba a ti, oculto en el
misterio y la tiniebla, para clavar sus garras en tu seno de perlas
y de lirios?
Don Ramón se pasó ambas manos por la frente ardorosa.
Luego extendió la diestra con el puño cerrado, amenazando al
vacío. Y su voz vibró con el gemir de las sirenas, con el doblar
de las campanas, sobre el susurro de las frondas del jardín,
sobre el murmullo de las olas plañideras:
393
A: de afiladas garras y[
LOS PÁJAROS DE FUEGO
—¡Bandidos!
Más allá del mar y de las nubes, más allá del día y de la noche, afilaba sus armas el taimado enemigo. ¡Ya no era el samurai
grotesco de careta de monstruo y un par de curvos sables cruzado
sobre el vientre, prontos a ser desenvainados, diestros en cortar
cabezas! ¡No! Se había asimilado la ciencia guerrera de América y
Europa, había imitado a las primeras potencias militares del mundo, y era al presente el formidable castillo de acero y destrucción
sobre las aguas, el alfiletero de cañones a cuyo paso quedaban
arrasadas las ciudades, el pájaro de fuego que descendiendo de las
nubes llevaba bajo sus alas el espanto, el terror, la muerte...
—¡Bandidos!
Siempre fue su quimera acariciada conquistar Filipinas 394 .
La deseaba con el furor sensual del sátiro a la ninfa hermosa.
La acechaba como el milano a la paloma. Soñaba en devorarla,
en embriagarse y festejarse con su sangre rica y generosa 395 ,
como el lobo a la gacela. Y ahora creía llegado el momento de
atacarla. Se lo estaban diciendo a Don Ramón, a Filipinas, este
sonar de las campanas y las sirenas y esta tiniebla fúnebre que
descendía de la ciudad al corazón del hombre semejante a una
inmensa bandera negra que se arriara hecha pedazos.
No recordaba Robles396 haber sentido jamás envidia de
nada, ni de nadie, hasta hacía algunos minutos, cuando estrechó en sus brazos a Fernando y a Sandoval. ¡Felices ellos! Estaban llenos de juventud y fuerza; estaban llenos de entusiasmo y
vida; iban a pelear como hombres; iban a vencer o a morir por
la patria, elegidos de la fortuna, predestinados de la gloria.
¡Oh, cómo se denostaba a sí mismo el viejo! ¿Por qué le
arrastraban, débiles, los pies? ¿Por qué sus brazos no tenían
fuerzas para empuñar un arma? ¿Por qué, si su espíritu se re394
* Sobre las intenciones japonesas respecto
a Filipinas, véase: Lydia N. Yu-Jose, Japan
views the Philippines. 1900-1944, Quezon
City, Ateneo de Manila, 1992.
A: [de flor y de oro]
396
A: [Don Ramón]
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
velaba fogoso y piafante 397 como un corcel de guerra, su pobre
humanidad desmayaba falta de vigor y sangre?
De pronto cesó la alarma y volvieron a brillar las luces.
Relumbraron los faroles398 eléctricos a lo largo del bulevar y el
mar se llenó de matizados resplandores. Se distinguían perfilados sobre la bahía varios buques de guerra, y se oía el zumbido,
muy alto y muy lejano, de un vuelo de aviones. Luego pobló
todo el paseo un estruendo de tanques y cañones que pasaban
arrastrándose seguidos por miles y miles de soldados... Entre
ellos, quizá, fuera Fernando. Con ellos estaría y pasaría ahora
mirando hacia su casa, diciendo adiós a la casa, a los jardines, y
al tío Ramón también...
Marchaban lejos y no podían distinguirse sino en masa.
Pero algunos oficiales se destacaban al frente y uno de ellos,
aquél tan alto y tan erguido que volvía ahora la cabeza, parecía
el capitán...
—¿Eh, Fernando, eres tú? ¡Que Dios y Filipinas te bendigan!
¡Y cuando te encuentres frente a ésos, no perdones ni a uno, mata
a todos los que puedas! ¡La piedad no se ha hecho para ellos!
¡Dios no nos ha dado el corazón para arrojárselo a las fieras...!
398
* Impetuoso
* A: [candelabros]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
V
-H
. —-|n lo más alto, en lo más azul, apareció el primer pájaro de
fuego.
Rutilaban sus alas al sol del mediodía como grandes abanicos de acero. Y súbitamente pareció multiplicarse. Fueron
cuatro, cinco, muchos más, adueñándose del espacio en calma,
volando juntos o separadamente, destacando en lo blanco de su
vuelo y en lo blanco de las nubes la roja esfera de su emblema.
Gemían las sirenas, volteaban las campanas de la ciudad
abierta, aterrada, sorprendida. Las gentes huían atropelladamente en busca de refugios. Y presto el aire se llenó de ondas
de humo y ante el espanto de la mañana luminosa estallaron las
primeras descargas.
¿Contra quién, contra quiénes se cernían airados los pájaros de la muerte? ¿Contra quién, contra quiénes desplegaban su
fuerza y acumulaban su ira? Manila se encontraba sin armas
y soldados. Aeródromos y campamentos y fuertes se hallaban
vacíos. ¿A dónde iba a parar tan terrible bombardeo?
Pronto se supo el blanco de sus furias. El augusto templo
dominicano, casa de oro del pueblo filipino, comenzó a desplomarse envuelto en llamas. Los aviadores japoneses se ensañaron
LOS PÁJAROS DE FUEGO
contra sus altares. Y registraron con caracteres imborrables en
la lista de sus falsas victorias a buen número de víctimas ilustres: los santos y los ángeles del templo.
Pero esto, con ser algo, no era nada. Había que hacer más. Y
a la santa fábrica siguieron los colegios de niñas de Santa Isabel,
Santa Rosa, Santa Catalina y el colegio de niños de San Juan
de Letrán399. Consumada la barbarie, en lo más alto, en lo más
azul fueron borrándose los abanicos de acero de sus alas. Y los
pájaros de fuego se perdieron entre el ámbar de las nubes, sobre
el mar...
No eran, no, las pintadas aves de su mitológica leyenda,
aquellas que en la aurora del imperio enseñaron a sus dioses
cómo deben amarse los hombres y los pájaros. No eran los
que pusieron dulces besos en los labios de rubí de Izanami,
ni doblaron las rodillas de Izanagui sobre el cirro de oro que
sirviera de cuna al primer Emperador. Ya no estábamos en
tiempos de doradas leyendas, ni fantásticos cuentos. Japón
demostraba lo que realmente era. Y al árbol había que juzgarlo
por sus frutos.
Don Ramón, corriendo de un lado para otro de la casa daba
órdenes a los criados que embargados de pánico apenas si le
entendían. Caían hechos pedazos los labrados cristales de los
balcones y las galerías. A pesar de la distancia, el bombardeo
había hecho trepidar fuertemente las residencias de la Ermita.
El viento erraba cargado de emanaciones de pólvora y de
incendio. No muy lejos se elevaban al espacio grandes y espesas
columnas de humo.
Cuando todo quedó tranquilo horas más tarde, Robles
dejándose caer en un sofá, con la frente doblada entre las
manos, se sumergió en amargas reflexiones...
11
Centros educativos emblemáticos de la
ciudad de Manila, en Intramuros, donde se
HD
formaron generaciones de 61ipinos desde el
siglo XVII.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Pobre patria. Pobre pueblo. Pobre Filipinas. Ya estaba,
nuevo Prometeo 400 , encadenada a la roca asiática, sin que sus
gritos de dolor y espanto pudieran alejar al miserable buitre que
comenzaba a corroerle las entrañas. El trajín401 de sus cadenas y
el lamento desesperado de su alma se perdían en el vacío, en la
oquedad del tiempo y de la historia.
Vana la sangre vertida por Rizal para formar la aurora de
nuestra libertad. Vano el código de honor redactado por Mabini
como un legado de fervor patriótico. Vanas las heroicas gestas
de Bonifacio, Luna, Jacinto, del Pilar y tantos otros soldados
inmortales en los campos de batalla. Vanas las dos enormes
civilizaciones, la de España y la de América, que engalanaban
fastuosamente el espíritu y la vida de la raza. Vano todo
sacrificio, todo el amor, toda virtud... Una noche tenebrosa de
ulular de fieras y una espada clavada en el corazón de Filipinas,
había reemplazado el luminoso día. Ya estaban la guerra, el
hambre, la peste y la muerte cabalgando triunfales en nuestras
tierras. Ya estaban aquí los japoneses.
Pasaron días de ansiedad y quebrantos...
Y mientras nuestros soldados luchando desesperadamente
contra fuerzas infinitamente superiores en el frente de Bataan,
en el fuerte de Corregidor al igual que sus antepasados morían
por sostener en alto las banderas de la libertad, las tropas
japonesas se colaban en Manila convertida a su paso en un
estercolero.
Una mañana fue invadida la mansión de los Robles por
un grupo de oficiales y soldados de las fuerzas imperiales. Un
400
* Prometeo (ripoutyreuç). Titán de la
mitología griega que, por engañar a Zeus
y favorecer a los mortales, recibió de los
dioses el castigo de ser encadenado y que
un buitre le royera cada día las entrañas.
Balmori vuelve a emplear una alegoría
LOS PÁJAROS DE FUEGO
usando elementos mitológicos. En este
caso, Filipinas representa la Humanidad
y el imperio japonés, los dioses despóticos
que infligen continuas desgracias a los
indefensos mortales.
401
A: [tragín]
empleado de un bazar le servía de intérprete. ¿A ver quién era el
propietario de la finca? Que se presentara inmediatamente.
Don Ramón dio explicaciones. El propietario de la finca se
encontraba ausente, en su hacienda de la provincia. Él era un
mero huésped. ¿En qué podía servirles?
En nada. Uno de los oficiales le dio un empellón y seguido
de sus compañeros se dirigió al comedor 402 y se prepararon un
gran banquete. Mientras, los soldados forzaban las puertas del
garaje 403 y se llevaban fuera todos los automóviles 404 . Terminado
el festín, los oficiales empezaron a desprenderse de sus
mugrientos uniformes y tomando posesión de la casa echaron
a Don Ramón a la calle con la orden de no volver a aparecer.
Luego pasaron revista a la servidumbre, metiéndose cada uno
en una habitación con una criada. A través de los elegantes
dormitorios vibraban los lamentos de las fámulas 405 ultrajadas
en estrépito de vasos y botellas rotas y los gritos de los
conquistadores comentando a carcajadas el vil desenvolvimiento
de la hazaña. Banzai Nippon 406 .
Don Ramón, lanzado al arroyo, comenzó a vagar como un
autómata. Parecía haber perdido en un instante su consciència
de hombre. No pensar, no sentir, ni existir siquiera. Su sombra
se distendía sobre el asfalto bañado en sol, curvada y trémula,
fantasma errante desprendido de sí mismo, única vida de su
vida. Arrastrándose más que andando por las calles sucias y
alborotadas donde campaba por sus respetos la soldadesca
apaleando y amarrando a los postes a la gente que les venía
en gana, recorrió media ciudad, al azar, sin saber a dónde
dirigirse. Hasta que en plena Escolta tropezó con un grupo de
404
^~%:í:''"^'jffl
A: Asaltaron la dispensai
[garage] en el original
[automobiles] en el original
* "Criado, doméstico".
* "Larga vida a Japón": Fórmula protocolaria de respeto hacia el Emperador.
Durante la Segunda Guerra Mundial, fue el
grito de guerra de los soldados japoneses, en
especial los kamikazes.
CLÁSICOS
HISPANOFILIP1NOS
extranjeros 407 entre los que se destacaban el doctor Kauffman y
el profesor Anselmi.
Kauffman le detuvo con los brazos abiertos:
—Oiga, Robles, ¿a dónde va usted así...? ¿Qué ha
sucedido...? ¿Qué le pasa...?
Únicamente entonces, ante el estupor de Kauffman, se dio
cuenta Don Ramón que lo habían echado de su casa sin sombrero,
sin zapatos, en pijama. Ropa, dinero, alhajas, todo quedaba allá,
para los japoneses. Sólo llevaba a cuestas su corazón que no podía
llorar aunque quisiera porque estaba encendido y palpitante en
odio y desprecio y asco. Y una nube de infierno, roja, roja, roja,
que llenaba sus ojos y cegaba su vista.
Tras Kauffman, a quien Robles empezaba a explicar lo
sucedido, se acercó el músico italiano...
—Per la mare de la Totti dal Monte, mió caro Don Ramón.
Ustedes los filipinos han buscado sarnas que rascar. Ya tienen la
sarna. Rasqúense. Allegro apassionatto.
Don Ramón cerró los puños, metiéndoselos en los ojos al
fascista:
—Usted es un canalla...
Kauffman y sus compinches intervinieron:
—Caballeros... Caballeros...
Anselmi alzaba su timbrada y melodiosa voz:
—Repita usted, repita usted eso y le mando arrestar por los
japoneses... Per la mare de Titta Rufo... Usted es un espía de los
americanos... Tutta su parentela está en contra de los japoneses.
Un policía disolvió el grupo después de intervenir apaciguándolo, mientras los extranjeros se alejaban riendo y hablando a
voz en grito, dueños y señores de la nueva situación. La tarde iba
muriendo lentamente. Prendido a una gran nube crepuscular, el
capullo tembloroso de una estrella quería hacerse flor.
407
[extrangeros] en el original
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Don Ramón empezó a sentir entonces el aguijón del hambre
y la angustia de la sed. Hacía horas que deambulaba bajo el
sol cuyos rayos parecían habérsele metido ardiendo dentro
del cerebro. Ya no había sol. Ya no había luz en el espacio. ¿A
dónde ir ahora? ¿A dónde dirigirse? ¿En dónde cobijarse...?
Pensó en su familia y más que en nadie en Fernando, su
Fernando. Él le vengaría... El les haría justicia a todos, a los
suyos y a la patria. El estaría en este instante matando japoneses.
Y pensando en Fernando, pensó en Marta. Y408 hacia su
casa encaminó sus pasos torpemente.
La casa estaba a oscuras. Tuvo que llamar muchas veces antes que le franquearan la entrada. Toda la familia alebrestada 409 .
Don Eladio, conmovido, lo acogió estrechándole en sus brazos.
Al día siguiente, después de haber pasado la noche durmiendo
como un tronco, destrozado y rendido, Don Ramón despertó al
amanecer. Se ahogaba de calor y dolor en la habitación. Le dolía el
cuerpo y le dolía el alma. Mirándose a un espejo, no se reconoció a
sí mismo. Parecía haber envejecido diez años en un día...
Abrió la puerta y se dirigió a la galería en ansia de aire y
claridad. Allá fue a buscarlo Marta portando ella misma un
humeante tazón de café con leche.
Muy buenos días, Don Ramón. Y que se tomara el café
mientras estaba calentito. Y se tranquilizara y sosegara, que
todo se arreglaría porque el Señor no podía abandonarnos.
Aquí estaba su familia y por nada del mundo le permitirían irse
hasta que no fuera despejándose la situación. La noche pasada
no tuvo tiempo ni ocasión de darle noticias. Porque ella tenía
noticias, cartas de Fernando llegadas sabía Dios cómo hasta sus
manos. Todo marchaba bien. Las tropas se batían con denuedo
y existían grandes seguridades de poder resistir hasta que llegaran los refuerzos de América. Fernando la escribía animadísimo
408
ÏÏÊÊÊ
A: (Ir)
409
* Nerviosa.
CLÁSICOS H I S P A N O F I L 1 P I N O S
y confiado. Sólo que en la última carta venía una nota triste.
Sandoval había caído prisionero...
Don Ramón la escuchaba sorbiendo a pequeños tragos el
café. Angelical criatura confiada y candorosa. Dios oyera sus
palabras, las convirtiera en hechos, salvara su amor.
—¿Cuándo y cómo fue eso de Sandoval?
—Fernando no dice más que cayó prisionero...
Don Ramón suspiró:
—Por lo menos la pobre Natalia tiene ahora un cincuenta
por ciento de esperanza en no enviudar.
Y voló, con la mente y el corazón a la hacienda provinciana.
¿Qué sería de ellos? ¿Qué suerte les habría cabido? ¿Cómo se las
habría arreglado Lino, tan admirador y amigo de los vándalos 410
estos, para salvar sus vidas y sus propiedades? ¿Lo habrían respetado? ¿No le habrían, por lo menos, hecho ningún daño?
Los informes que llegaban de provincias a la capital, no
podían ser más tristes. Ciudades magníficas como Iloilo, Cebú,
Cabanatuan y muchas más, se habían destruido por completo. Los moradores de la mayor parte de los pueblos, después
de perderlo todo, habían tenido que remontarse y se hallaban
vegetando en las montañas. Los pájaros de fuego no respetaban
poblaciones civiles, y montones de cadáveres de mujeres, niños
y ancianos, desgarrados sobre el lodo de caminos y plazas,
proclamaban sangrantes la tragedia. Intitulándose a sí mismos
águilas salvajes, los bombarderos japoneses sembraban la muerte en donde aparecían. Y aparecían en todas partes. En donde
había soldados que aniquilar impunemente y en donde había
poblados que aterrorizar y asesinar.
En Manila fueron inmediatamente arrestados los americanos y los subditos de las naciones antieje411. Y todas sus propiedades embargadas. La histórica Fuerza de Santiago se colmó de
410
A : [piratas]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
411
A: [anti eje]
los sótanos al techo con toda suerte de ciudadanos bestialmente
torturados y fusilados luego bajo el menor pretexto 412 . No hubo
hogar, ni lugar, que no fuera registrado o saqueado durante las
horas del día y de la noche. La enseña nacional fue arriada de
su mástil ante los ojos llorosos de toda la nación. Y se formó
una especie de gobierno de emergencia filipino, sin bandera, sin
ley, sin propia autoridad.
Aquella misma mañana se metieron en casa de Don Eladio
varios militares capitaneados por uno que se jactaba de hablar español. Había vivido en México, según él, durante varios años. Fue
íntimo amigo del general fulano, del general zutano 413 , del general
mengano y del general perengano. Grandes generales antes. Ahora
una partida de bandidos. Habían declarado la guerra al Japón...
—Nosotros tener mocha sed ahorita.
Don Eladio ofrecía refrescos, vinos.
—¿Vinos? Vinos... Si haber whisky inglés o americano,
luego luego más bueno.
—¿Cigarros...? ¿Cigarrillos...?
—Cigarrillos, no más. Ándele si haber americano...
Empezaron a beber y a fumar hablando en su idioma hasta
por los codos, frente a toda la gente de la casa congregada silenciosamente en torno 414 . De cuando en cuando, para no parecer
mal educado, el del habla hispana se dirigía a Marta:
* Un testimonio directo de un filipino que
sufrió las torturas japonesas en el Fuerte de
Santiago nos lo da Benigno del Río (19071969), escritor que ganó el Premio Zóbel
en 1936 por el drama El hijo de Madame
Butterfly. El texto nos expone con claridad la
vaciedad de los tópicos culturales y testimonia
el desengaño orientalista fruto de la
destrucción de la idea de Asia que fomentaba
el Imperio Japonés: "No menos de veinte
golpes recibió la mestiza con resignación
mientras susurraba a media voz y en español:
—Más lo es tu madre. Más lo es tu madre...
Y ¡coincidencia!: antes de terminar aquel
espectáculo tan inhumano, la luna se cubrió
para no ser testigo de esa bestialidad nipona.
—¡Cobarde! ¡Cobarde! Sí. Había sido una
escena repugnante, nauseabunda. ¡Por los
suelos quedaba la tan cacareada galantería
y caballerosidad nipona, del Bushido y de
los Samurais", en Siete días en el infierno
(En manos de la Gestapo Nipona), Manila,
Nueva Era Press, 1950, p. 33.
414
[sutano] en el original
A: [en la sala]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
—En México las señoritas lindas, lindas. Y aquí también.
Ahorita no más, usted.
Marta oraba en silencio. Trémula de angustia, apenas si
acertaba a murmurar las gracias.
—Yo haber en México muchos amigos señoritas lindas.
Chaparritas, hueritas, igual no más. Grande ojos, chiquito ojos,
grande pies, chiquito pies, igual no más. Mucho alegría, mucho
cariño, mucho bonito...
Señalaba a Doña Claudia:
—¿Mamacita de usted no más?
—Sí, señor.
—Mamacita linda. En México mucho mamacita linda luego
luego... Antes no más. Ahorita malo, feo, sucio. Ellos no querer
Japón ahorita.
Y se reía como un bienaventurado, tragando whisky:
—Señorita filipino bueno, querer mucho Japón. Chaparrita,
huerita, igual no más. Grande ojos, chiquito ojos, grande pies,
chiquito pies, igual no más. Luego luego, ándele. Mucho kodomo 415 mitad Japón, mitad señorita filipino...
De pronto, se fijaron en el piano. Y todos los ojos se volvieron a Marta:
—¿La señorita linda cantar?
Marta se empurpuró hasta la raíz de los cabellos:
—No, señor.
El oficial se inclinó ante ella en una reverencia incomprensible...
—¿La señorita linda tocar?
—Muy poco, estudios solamente.
—El oficial volvió a inclinarse:
—¿La señorita linda permitir nosotros tocar y cantar poco
no más ahorita?
Marta asintió con la cabeza.
* " N i ñ o " en japonés.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
El oficial volvió a inclinarse:
—Arigató gozaimazu 416 .
Se levantaron a aporrear el piano y a berrear en coro canciones de su país. Los perros les hacían coro 417 aullando desde
el jardín. Las pobres mujeres estaban consternadas. Don Eladio
sudaba frío. A Don Ramón le temblaba todo el cuerpo, sintiendo que se le iba la cabeza.
Así estuvieron una hora, y más. Hasta que se hartaron de
la música y alcohol y comenzaron a despedirse con una serie de
genuflexiones y frases dignas de príncipes orientales.
Sólo que en el último peldaño de la escalinata, el amigo
de los generales mexicanos, medio abrazando a Don Eladio le
susurró al oído:
—Nosotros, siete. No poder caber un solo coche luego luego... Favor prestarla su automóvil un año, dos años no más...
¿Qué iba a hacer, qué iba a decir el pobre Don Eladio?
—Sí, señor, llévenselo ustedes.
Y así se fueron, en el coche de la casa, deshaciéndose en
cumplidos, en saludos, en sonrisas 418 ...
* "Muchas gracias" en japonés.
A: [dúo]
418
* * Este fragmento es prueba de la riqueza
prosística de Balmori. Si Jesús Balmori puede
ser considerado una de las cumbres de la poesía
filipina, Los pájaros de fuego corona su prosa
atendiendo a dos culminaciones: polimorfismo
4,7
narrativo y diversidad lingüística (empleo
de filipinismos, riiponesismos y neologismos,
textos dialectales —p.e. un
japonés
hablando en español mexicano—, textos
interculturales —latín, italiano, alemán,
japonés—cultismos, etc.)
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
CUARTA PARTE
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLÁSICOS HISPANOFIUPINOS
ataan. Alta noche. Rumor de selva coronada por la luna.
Y en el viento y en la espesura una lluvia de luciérnagas como
una lluvia de diamantes.
Lejos del frente, lejos de los reductos, más allá de las
primeras alambradas, las dormidas arenas de la playa, y espejo inmenso vuelto hacia la luna, hacia las estrellas, el mar.
Un gran silencio interrumpido alicuando 419 por el graznar de
aves nocturnas y el silbar de reptiles ocultos en la maleza. La
isla se dijera una oriental princesa yacente en la tumba de la
noche azul, bajo los albos velos siderales, sobre un lecho de
piedra al que prestaran una orla carmesí las bongavillas 420 y las
guíñamelas 421 .
Recatada, cautelosamente, avanzaba por un desfiladero
una compañía de soldados filipinos. Al frente de ella, solo,
embriagado el corazón por la hermosura de la noche y la luna
—luna 422 , primera novia—, marchaba el capitán Fernando
Robles... Eran sus órdenes batir el enemigo en un movimiento
* Aliquando, "alguna vez" en latín.
* Buganvilla: "Arbusto trepador suramericano de la familia de las Nictagináceas, con
hojas ovales o elípticas, brácteas de diversos
LOS PÁJAROS DE FUEGO
colores y flores pequeñas".
* Filipinismo incorporado al DRAE;
"Flor roja de una planta malvácea".
A: luna]
de ofensiva que irían a secundar por varios flancos otras
compañías de infantería y artillería. Una grave serenidad
parecía envolver a todos en la calma siempre precursora de las
más grandes tempestades.
Velando la intensa claridad de los cielos que iban
prendiendo hilos de plata en el follaje, que iluminaban la
selva como un templo en el que ardieran multitud de cirios,
una sombra semejante a una bandera negra que los fuera
precediendo alta y ondulante, flotaba misteriosa. Acaso fuera
un jirón 423 de la noche, una nube perdida, un enorme buitre
herido. ¿Y por qué no la estela de la muerte?
Descendía la tropa hacia un terreno llano y casi al
descubierto. De pronto recibieron los primeros tiros.
Habían sido descubiertos y la avanzada enemiga iniciaba
el ataque. Robles se volvió a mandar 424 . Varios soldados se
curvaban al paso de las balas...
—¿A quién saludáis, estúpidos...? ¿A la bandera
japonesa...? ¡Rodilla en tierra...! ¡Fuego...!
Se apartó a un lado y empezó a disparar él mismo con el
fusil de una de las primeras víctimas. El enemigo, vigilante
y alerta, atacaba en vez de defenderse. Tronaban los fusiles,
las ametralladoras, los cañones. Todo el furor de la pelea
convergió sobre los hombres de Robles durante diez, quince o
más minutos. Hasta que los japoneses se vieron envueltos por
el grueso de las otras fuerzas y el fuego fue debilitándose en el
frente.
Poco después se replegaban, no sin seguir luchando
como locos. Cedían el terreno palmo a palmo, cubriéndolo
de cadáveres, banderas y armas rotas. Nuestros soldados
templados ya por el ardor de la batalla y la clara visión de la
423
HE2
A: [girón]
A: [dar ordenes]
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P 1 N O S
victoria, avanzaban cubiertos de rosa y de 425 laurel. En varias
líneas hubo que contenerlos. Su ímpetu se desbordaba y su
ansia de reñir rebasaba los límites. Y en tanto el enemigo se
dispersaba acosado, derrotado, los pabellones de América y
Filipinas confundían unidos en el viento sus colores, al par que
confundían su sangre los hombres de Filipinas y de América
muriendo por la misma causa y por el mismo ideal.
Pero entonces surgieron, cerniéndose en el aire, los pájaros
de fuego. Y comenzó una nueva lucha espantosa y desigual.
¿Cómo parar sus vuelos? ¿Cómo evitar la cortina de metralla
que caía de sus abiertas garras sobre la tropa aterrada y
sorprendida? La lucha se trocó en asesinato y la victoria
culminó en derrota. Ahora eran nuestros soldados los perdidos
bajo el hedor de la sangre y la pólvora en la noche ultrajada, en
la noche azul y plata de luna y flores426.
Casi todos los hombres de Robles habían perecido. Sólo
quedaban unos cuantos defendiéndose como podían del
huracán de balas. Uno de sus tenientes le gritó al oído, bajo el
estruendo infernal del bombardeo:
—¿Qué hacemos, capitán?
— ¡Cumplir con nuestro deber! ¡Morir!
—¿Morir...?
Al pobre teniente se le asomó una lágrima a los ojos. Era
muy joven, casi un chiquillo aún. Todavía no había vivido,
no había sufrido, no había amado. ¿Por qué morir? ¿Por qué
renunciar en un instante a la aurora, a la primavera, al amor?
La tierra estaba henchida de flores y mujeres hermosas. Su
425
A: de]
* Simbologia lorquiana. Un tema pendiente
de investigación es eí impacto de la Guerra
Civil española en la literatura filipina, y cuál
fue la repercusión política en su comunidad
hispanohablante. Según Florentino Rodao,
el triunfo del fascismo en España aisló a la
LOS PÁJAROS DE FUEGO
comunidad hispanohablante en Filipinas
y segregó socialmente el uso de la lengua
española: "La Lengua Española en Filipinas
durante la primera mitad del siglo XX",
en Estudios de Asia y África, México, vol.
XXXI—1,1996, pp. 157-175.
juventud estaba plena de vigor y de fuego. En la copa de la vida
desbordante de vino cálido y nuevo, apenas si se habían posado
ardorosos y sedientos sus labios de adolescente 427 .
Quiso hablar, habló algo más que Robles no entendió ni
podía entender porque había sentido un fuerte golpe sobre su
hombro que le hizo tambalear y desplomarse sin sentido 428 ...
El campo de batalla desapareció entonces. En su lugar se
extendía un inmenso vergel. En medio del vergel, una casita
blanca. Y en la casita blanca, ella.
—¿Marta, eres tú...?
Una música melodiosa y leve flotaba en las mismas alas en
que erraba un aroma de adelfas y lirios. Un suave resplandor
nacarado lo envolvía todo. En el aire titilaban puntitos de oro y
ráfagas de lumbre. Era un lugar fantástico y desconocido aquél,
un lugar fuera del mundo, lejos de los hombres.
La figura de mujer recta y pálida avanzaba hacia él como un
rayo de luna tropezando con las flores, iluminando con sus pies
todo el camino. Avanzaba como una espada resplandeciente,
como una lanza encendida, como una flecha goteante de luz.
—¿Eres tú, Marta...?
La casita, allá lejos, se llenaba poco a poco de cantos y
fulgores. La blanca figura, la pálida mujer ya estaba junto
al capitán. Inclinada sobre él tendido en un lecho de hierba
húmeda y blanda, le besaba con su voz musical:
—¡Nando...! ¡Amor mío...!
¡Sí, era Marta! ¡Su voz de lira, su olor de flor! O era su alma
dolorosa y pura arrodillada ante el herido como una madre a
los pies de una cuna 429 . Venía por él, por su amor y por su vida,
a trocar aquel lecho de musgo por el lecho de su pecho, de sus
brazos. Y él se dejó llevar sin voluntad y débil y temblando de
A: [adolescencia]
A: sin sentido]
A: [cruz]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
amor a la casita blanca de lámparas de alabastro y melodía de
epitalamios 430 encantados. Se dejó llevar como un niño sobre el
seno de su madre, como una ofrenda en las manos de un hada,
como una bandera en hombros 431 de la patria...
Y ya no vio, ni sintió más Fernando Robles.
Pasó la noche.
Pasó la luna.
Pasó la muerte con la luna y la noche.
Pero porque amaba con delirio y con delirio era amado, el
capitán no podía morir.
Cuando muchas horas después abrió los ojos cegados
por la viva luz del mediodía 432 , se encontró en un hospital de
emergencia, rodeado de varios médicos y oficiales enemigos.
Sin él saberlo, sin él sentirlo, le habían administrado la primera
cura. Unas grandes vendas cruzaban su carne dolorida; una febril
debilidad le postraba; una angustia muy honda parecía tundirle
en el vacío. Y una sed desgarradora, horrible, le hacía delirar433.
Apenas si tuvo fuerzas para ladear un poco la cabeza al
sentir el ruido que hacían a su lado dos soldados que se llevaban
el cadáver de su teniente. A ése no le habían podido salvar. ¿Ni
cómo salvarlo si tenía el pecho abierto por la metralla?
Sucumbió protestando ante la muerte, pobre soñador, romántico doncel a quien llorarían por toda su vida unos padres
infortunados y un pueblo agradecido.
Pero, ¿qué significaba el dolor de unos padres y el fervor de
una patria, comparados a la alegría de vivir, de vivir mucho,
embriagado de auroras, de primaveras, de amores, en la tierra
que el infeliz soñara llena de flores y mujeres hermosas?
¡Pobre teniente! Y como él, cuántos otros muchachos que
* "Composición poética del género lírico,
en celebración de una boda".
431
A: [el hombro]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
432
A: [medio día]
A: Y una sed desgarradora, horrible, le
hacía delirar]
habían caído y seguían cayendo por su fe en la democracia, su
culto a la libertad y su amor a la tierra en que habían nacido.
Flor de juventud, carne de sacrificio, falange de voluntarios del
ideal, con médula de héroes y corazón de águilas.
Muchos de ellos se embarcaran en la romántica aventura,
con fanatismo de ilusiones, mientras la ocasión les sonreía y la
muerte como una novia velada en gasa inmaculada les aguardaba impaciente y anhelante. Ya podía darse por satisfecha la
gran señora. Se estaba hartando de amantes a todas horas. A
sus pies formaban piras de carne sangrante y rota los trovadores
del ensueño, los enamorados de la gloria.
Después de varias semanas de postración, debida más a la
pérdida de sangre que a la gravedad de la herida, Fernando Robles pasó a un campo de concentración para formar un nuevo
número en la ya alarmante lista de oficiales prisioneros. Tuvo
que decir su nombre a los amigos para que le reconocieran.
Flaco, enclenque, exangüe, con todo el pelo y la barba crecida,
nadie podía adivinar en él al joven apuesto y elegante que trataran en no lejanos días. Semejaba un espectro 434 de sí mismo; la
caricatura de un hombre; la verdad de la guerra.
Los días y las noches se deslizaban para él con una lentitud
de siglos, con una monotonía de pesadilla cruel. Comía mal,
dormía peor, y a no ser por la fuerza de su espíritu y la reserva
de energías de su juventud, hubiera muerto de pesadumbre 435
y miseria incapaz físicamente de soportar el peso de semejante
carga.
Pero él no debía, ni podía, ni quería perecer. Un recuerdo
bendito, una hermosa quimera de alas deslumbradoras flotaban ante sus ojos, guiándole hacia un porvenir mejor. Por esta
quimera y por este recuerdo no sentía las piedras que herían sus
pies, ni las espinas que se clavaban en su carne a lo largo del
434
A: [expectro]
435
A: [dolor]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
camino. Toma tu cruz y sigúeme, dijo el Divino Redentor 436 .
Él marchaba con su cruz a cuestas siguiendo al Hijo 437 de Dios
por su calle de amargura. Al final de esta calle, en lo alto de su
calvario, le aguardaba una mujer para besar sus llagas y lavar
con su llanto sus heridas 438 .
Todo estaba bien hecho, todo estaba empleado como debiera estar. Su padre al augurarle este infortunio, no tenía razón.
Porque esto no era quijotismo, esto se llamaba abnegación. Ni
esto era dolor, sino inmortalidad. Y él, Fernando Robles, no había peleado ni se hallaba sufriendo por América, por Filipinas,
por ningún país determinado. Él se había lanzado a luchar por
la felicidad de todos los pueblos, por la libertad del mundo, con
Dios dentro del pecho y el nombre de su amor entre los labios.
¡El nombre de su amor! ¡Marta! ¡Cinco letras de luz que
eran toda su luz del cielo y de la tierra! Ahora recordaba vagamente cómo la vio en un momento de su fiebre al caer herido.
Cómo estaba cerca de él besando su sangre, disputándoselo a la
muerte. Cómo se lo había llevado para cubrirlo del fuego enemigo a la casita blanca...
Acariciaba en sus manos su rosario, cuando un centinela
japonés lo advirtió:
—¿Qué es eso...? Dame esa pulsera de oro.
Fernando se inmutó:
—No es una pulsera, es un rosario; a nosotros nos sirve
para orar.
El otro se le aproximó, iracundo:
—Sea lo que sea, entrégamelo.
—No te lo puedo dar, no es mío.
A: [divino redentor]
A: [hijo]
* De nuevo una alegoría cristiana para
exponer el pulso narrativo. Lo significativo
de este caso es que Balmori representa la
437
LOS PÁJAROS DE FUEGO
pasión de Cristo, encarnando Fernando
Robles el sufrimiento del calvario ante el
consuelo de una mujer, Marta, como símbolo
del amor por encima de todas las cosas, amor
terrenal sentido a lo divino.
m
—Sea de quien sea.
—No.
Sintió en el pecho un culatazo y cayó a los pies del centinela. Cuando se recobró ya no tenía el rosario en las manos. Se lo
habían quitado. Se lo habían robado.
¡Su reliquia! ¡Su talismán! El que ella le entregó húmedo de
lágrimas y besos la noche de su despedida inolvidada. Algo que
era muy de ella y muy del cielo. Cada cuenta del bendito rosario, una gota de llanto de sus ojos. ¡Y su corazón y su cruz, su
propia cruz y su propio corazón!
Le pareció haberla perdido para siempre, haber quedado
solo, desamparado, haber cobardemente consentido que aquel
bestia amarillo la apuñalara ante sus ojos. Le pareció que el sol
se había hundido en las entrañas de la tierra y que el mundo se
desquiciaba de repente. Le pareció que Dios, el buen Dios, le
abandonaba...
Aquella noche rezó contando las Avemarias439 con los
dedos. Y todas las demás noches ya, llorando como un niño. Y
así fueron pasando y pasando días, largos, tristes, preñados de
melancolía y de miseria.
Pero a medida que pasaba el tiempo, la situación de los
prisioneros fue mejorando gradualmente. Un día los permitieron
escribir y recibir cartas. Otro día, visitas. Otro día dejaron a los
más débiles y enfermos en libertad.
Ya no resultaban enemigos, sino camaradas, hermanos,
laborantes en la formación de una nueva Asia más grande.
Japón no podía ver en cada hombre de color sino a un aliado en
contra del yugo, el despotismo y la explotación de Inglaterra y
América. Indios y malayos pasaban a ser asiáticos por sobre el
ritmo de la sangre y las leyes geográficas, debido al delirio de
grandeza del divino títere amarillo a quien adoraban de rodillas
439
A: [Ave Marías]
CLÁSICOS
HISPANOF1LIPINOS
cien millones de suicidas idólatras. El Asia les pertenecía. Y
todo se convertía en Asia.
Fernando aprovechó la situación para escribir a Marta y a
su padre. ¡Que siquiera supieran que vivía! Pero el tiempo continuaba, invariable, su marcha. Los días seguían sucediéndose
a los días en lentitud desesperante, y440 las cartas que esperaba,
no llegaban; ni a través de la alambrada de la prisión por donde
sus compañeros se veían con sus parientes, llegó él a distinguir,
por más que de tanto mirar le dolieran los ojos, un solo rostro
familiar.
Con las visitas de extraños al campamento, llegaron noticias de todas partes, y el ambiente se fue poblando de rumores.
Se sabían las iniquidades cometidas por el ejército invasor. Se
mascaba en el aire el deshonor, el luto y la ruina de millares
y millares de inocentes bárbaramente inmolados a la lujuria,
la vesania 441 criminal y la rapiña de los conquistadores. ¿Hermanos? ¿Aliados? ¿Hombres de una misma raza? ¡Jamás! Los
filipinos no descendían de piratas asiáticos. No tenían sus aborígenes en guerreros salvajes de mujeres esclavas y culto hipócrita a las sombras de los muertos y442 la imagen de la muerte.
La sangre que corría en nuestras venas no era amarilla 443 como
el pus y la bilis, sino roja, 444 roja, sangre de hombre, sangre de
pueblo, sangre de Dios.
Bien pudiera ser que algunos filipinos mal aconsejados,
ignorantes, de díscola condición y baja moral, se avinieran a sus
teorías y comulgaran con sus credos falsos. Bien pudiera ser que
formaran partidos y hasta partidas de gente pusilánime y servil
en pro de la engañadora propaganda. Y hasta que hubiera pobres de espíritu que vieran en el afán de convertir a Filipinas en
440
441
442
A: y]
* "Demencia, locura, furia".
A: a[
LOS PÁJAROS DE FUEGO
443
444
A: no era amarilla]
A: bien[
carne de cañón, altas mercedes y divinas gracias. Bien pudiera
ser todo eso. Porque no hay religiones sin apóstatas, ni existen
paraísos sin serpientes, y porque en cada pueblo, como en cada
rebaño, suelen apacentar ovejas negras.
Pero esos grupos, esas partidas, esa horda de engañados y
miserables, no constituían el pueblo filipino, no alentaban el
alma filipina, no podían ser la raza que se postraba ante el Dios
verdadero, dictaba sus propias leyes y enarbolaba su pabellón
querido y respetado por todas las naciones.
No, no habían venido los japoneses a darnos la libertad, de
la que estábamos sobrados, ni a darnos nada que no fueran el
hambre, la destrucción y la muerte. Por el contrario, en vez de
dar, se lo llevaban todo. Y en esto resultaban de una más trágica voracidad que las langostas, ya que éstas al caer sobre un
sembrado, dejaban intactas las raíces. Los japoneses no dejaban
ni las raíces. Se lo tragaban todo 445 .
Un día Fernando se encontró con el centinela que le hurtara el rosario de Marta. Le saludaba sonriendo. Fernando se le
acercó:
—¿Tienes todavía aquella pulsera?
—Sí.
—¿Me la quieres devolver a cambio de un reloj que vale
mucho más?
—¿Dónde está el reloj?
Se lo enseñó, magnífico, de oro, con sus iniciales grabadas
sobre la chapa de piedras preciosas.
* El holocausto filipino simbolizado de
nuevo por episodios bíblicos, como la octava
plaga de Egipto, la plaga de las langostas:
Éxodo—10:14-5, "La langosta invadió
todo el país de Egipto, y se posó en todo el
territorio egipcio, en cantidad tan grande
como nunca había habido antes tal plaga de
langostas ni la habría después. Cubrieron
toda la superficie del país hasta oscurecer
la tierra; devoraron toda la hierba del país y
todos los frutos de los árboles que el granizo
había dejado; no quedó nada verde ni en los
árboles ni en las hierbas del campo en toda la
tierra de Egipto".
CLÁSICOS H I S P A N O F 1 U P I N O S
El japonés abrió los ojos, la boca, los brazos...
—¡Oooooh...!
No podía creer en tal regalo. Aquello valía en su país lo que
una geisha, lo que una vida. Temblaban sus manos al recoger la
joya haciéndola desaparecer en un bolsillo, precipitadamente.
—Muy bien. Trato hecho y cerrado. Ahora mismo iría por
la pulsera. Que aguardara unos minutos, unos cuantos minutos
solamente...
Y Fernando lo esperó en vano. No volvió a encontrárselo
jamás.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
CLÁSICOS H I S P A N O F I L I P I N O S
II
_. s on Lino se pasó la noche soñando que un niño travieso
cabalgaba sobre sus rodillas convertidas en brioso corcel...
—¡Hijo...! ¡hijo...!
¿A dónde quería ir el niño? ¿A saludar a la princesa que
dormía encantada en su palacio del Arayat? ¿A sorprender a los
gnomos 447 que se ocultaban entre los troncos de los tamarindos?
¿Prefería cazar mariposas de marfil y de oro sobre las corolas de
las margaritas...?
¡Bah! Al niño no le interesaban las libélulas, ni los silfos448,
ni la bella princesa Durmiente. Extendía sus manitas hacia el
río, el claro y luminoso río de la hacienda en el que brincaban
plateados pececillos bajo el pico abierto de las garzas.
—¡Hijo...! ¡hijo...!
Se iban al río, pues. El chiquitín era el rey del mundo y Don
Lino449 su vasallo más rendido. Además de los pequeños peces y
446
A partir de este capítulo, el Documento A
se encuentra manuscrito.
* "Ser fantástico, reputado por los
cabalistas como espíritu o genio de la Tierra,
y que después se ha imaginado en forma de
LOS PÁJAROS DE FUEGO
enano que guardaba o trabajaba los veneros
de las minas".
* "Según los cabalistas, ser fantástico,
espíritu elemental del aire".
449
A: era[
los enormes pájaros, el río velaba con sus encajes de agua450 a las
ondinas 451 de ojos de perlas y trenzas verdes de finísimos452 jades.
—¡Hijo...! ¡hijo...!
¡Se iban al río! ¡El brioso corcel galopaba raudo como si a
cada casco le fueran brotando alas...! Un poco más y llegaban a
la corriente 453 rumorosa.
Despertó agitado, enredado entre las sábanas y454 la luz del
alba; qué cantaban los gallos, poetas de la aurora. Y su primer
pensamiento, al despertar, fue para su hija. Porque, ¿no era aquel
niño, acaso, el niño que esperaban? Le contaría el sueño. ¡Si ella
hubiera visto al chiquitín! ¡La criatura más hermosa del mundo!
Bajó al solar, dejando tras él la mansión dormida y silenciosa. En lontananza, bajo el firmamento iluminado, la cumbre
del Arayat se despejaba455 por momentos de las nubes que la
envolvían en la noche como un velo bordado de luceros 456 . A sus
pies se veían ondular levemente las espigas, soberbias y doradas,
como espadas del viento. Y poco a poco, bajo la neblina desgarrada por los dardos del sol naciente 457 , se iban destacando 458
las rizadas ñipas del vasto 459 caserío.
Despertaba la hacienda. La tierra se poblaba de rumores y
murmullos de vida. Sólo que a Don Lino empezó a extrañarle
no ver a su gente por ninguna parte. ¿En dónde estaba la gente
de sus campos? ¿En qué nube se había evaporado?
Como respondiendo a su extrañeza, en el fondo blanco de
un sendero surgió de pronto una figura humana. Más que andando, avanzaba corriendo desaladamente. Don Lino se caló las
450
A: [aguas bellas]
* "Ninfa. Cada una de las fabulosas
deidades de las aguas, bosques, selvas, etc.,
llamadas con varios nombres, como dríada,
nereida, etc".
452
A: finísimos]
453
A: [las aguas]
454
A: [tras]
455
Lectura dudosa en el manuscrito:
"despojaba"
456
A: bordado de luceros]
457
» El imperio japonés representado en su
bandera por un sol naciente.
458
A: [se destacaban]
459
A: [humilde]
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
gafas para ver mejor y descubrió al Padre Elias, trotando, con
la sotana arrollada a la cintura. ¿Qué bicho le habría picado,
tan temprano, al bienaventurado cura? ¿Le habrían robado los
ciriales460? ¿Se habría desplomado el campanario?
Llegó, al fin, hipando, restañándose con un pañuelo enorme el
sudor que le corría por el rostro 461 . Y462 habló entrecortadamente:
—¡Novedades, grandes, tristes, terribles, querido señor! Los
japoneses habían invadido el pueblo durante la pasada noche. Ahora mismo se acercaban, venían tras él, pisándole los talones...
—Prepárese usted, señor. Son muy malos. En el pueblo han
cometido horrores...
Don Lino sonríe mirando con lástima al sacerdote:
—No se apure usted. No nos harán nada. Los conozco y sé
cómo tratarlos...
—Mire usted...
—Nada. Usted lo que necesita es un buen desayuno para
fortalecerse física y moralmente 463 . ¡Después que se haya zampado una buena ración de jamón con huevos, amén de un gran
tazón de chocolate, sursum corda 464 !
Y estaban desayunando cuando se oyeron disparos de fusil
y gritos en los jardines.
Don Lino se incorporó:
—No asustarse... Quietos todos... Yo voy a salirles al encuentro... Estos no son los brutos que son los blancos... Éstos
están supercivilizados...
460 » « c a ( J a u n o ¿e [ os candeleras altos que
llevan los acólitos en algunas funciones de
iglesia".
A: [manaba]
462
A: Necedad[
463
A: [espirituaímente]
464 » "El estimulante sursum corda (arriba los
corazones), palabras de la misa al comienzo
del prefacio, se transformó en ese extraño
LOS PÁJAROS DE FUEGO
personaje llamado sursuncorda, en quien se
delega todo lo que uno no quiere hacer (¡Que
lo haga el sursuncorda!) o a quien se está
dispuesto a no obedecer por mucha que sea
su autoridad (¡No voy allí aunque lo mande
el sursuncorda!)", según datos de Lázaro
Carreter, El dardo en la palabra, Madrid,
Galaxia Gutemberg, 1997.
A los pocos minutos los "supercivilizados" tomaban por
asalto la mesa del desayuno y se hacían servir por los mismos 465
amos de todo cuanto había. Luego de hincharse de comer y
beber, comenzaron a registrar y saquear la casa. Mientras,
abajo, de los garajes, se llevaban los coches y los barriles 466 de
esencia...
Don Lino empezó a protestar entonces, indignado:
—Pero, oigan, oigan, nosotros somos filipinos, hacenderos,
gentes de paz, amigos...
El oficial que mandaba la cuadrilla le miró despectivamente
por encima del hombro:
—El ejército imperial necesita todo lo que nos llevamos.
¿Tiene usted algo más que alegar?
Sí, tenía que alegar algo y mucho más. Tenía que escupirles
a la cara con palabras de su propio idioma que eran unos bandidos y unos ladrones uniformados. Sólo que de pronto sintió que
le faltaban las palabras, que le faltaba el piso y el espacio y que
la casa entera se estaba desplomando sobre su vieja humanidad,
al escuchar horrorizado los gritos de espanto y desesperación de
Natalia encerrada en su habitación por un grupo de soldados.
—¡Padre...! ¡Padre...!
Como una fiera herida se abalanzó sobre la puerta herméticamente cerrada por dentro. Y la empezó a golpear con los
puños, con los pies, con la cabeza. ¡Esfuerzo inútil! La puerta
no cedía por más que el viejo sacara fuerzas increíbles de sus
nervios y su alma. Y estaba solo, completamente solo, sin nadie
que pudiera auxiliarle, mientras más débil, más apagada por
instantes, seguía taladrando su corazón y sus oídos, la triste voz
pidiendo auxilio:
—¡Padre...! ¡padre...! ¡padre...!
' A: mismos]
A: [las despensas]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Cuando al fin quedó franco el paso, los héroes del ejército imperial que se escapaban, tuvieron que pasar pisoteando
el cuerpo exánime de Don Lino. En la habitación dejaban un
cadáver. Natalia con todo el cuerpo y los vestidos desgarrados,
empapados en sangre...
¿Pero esto, qué significaba para ellos? Allá en su bello país
de leyenda y poesía, donde hasta los reptiles son sagrados y
resulta un crimen deshojar una flor; donde se adoran las piedras
y se acaricia el musgo; donde las leyes del honor están más altas
que las leyes de la vida, la vida y el honor de una mujer valen
mucho menos que un abanico de papel 467 .
Al Padre Elias se lo habían llevado desde el primer momento para que les entregara las campanas y todos los objetos de
metal de la iglesia. Como se resistiese a entregarles el cáliz, lo
vapulearon. Cuando pudo recobrarse, volvió precipitadamente
a la casa de la hacienda. Ya se habían marchado los japoneses y
todo volvía a estar tranquilo. El sol traspasaba entonces el cerco
de los cielos desplegando al viento sus banderas de oro.
Se encontró a Don Lino, caído de bruces sobre el cadáver
de su hija. Y cayó de rodillas, ebrio de dolor y terror, con los
temblorosos brazos extendidos en cruz y los ojos perdidos en la
altura:
—¡Señor...! ¡Señor...!
A: que un farolito de alambre] * El
horror sacude la obra del autor que había
sublimizado el ideal de estética filipina,
con el momento culminante de la prosa
balmoriana: la violación de la dalaga
filipina. Natalia, representante del ideal de
belleza filipina que había conceptualizado
Balmori, quedará condenada por su propia
idealización y degradada como vil objeto.
Filipinas es violada, destruida y asesinada,
y los filipinos no son ajenos a su propia
culpabilidad. Balmori no es ajeno a su
LOS PÁJAROS DE FUEGO
propia ceguedad orientalista y la niponofilia
de sus años modernistas. La cuarta parte de
Los pájaros de fuego representa por lo tanto
la caída en los infiernos de una sociedad
que se dirigía a su destrucción. Japón es
el verdugo del engaño. Una vez la mentira
destruida —el embelesamiento modernista
y los felices años de la belle époque—,
sólo quedará la visceralidad temática y el
subconsciente narrativo, propio de la novela
vanguardista y postmodernista.
¿Cuánto tiempo estuvo orando el viejo sacerdote ante el
trágico grupo de la mujer inmóvil y el infeliz anciano abatido
sobre ella como un árbol tronchado 468 por el rayo? Las voces
de algunos criados que volvían a la casa, le arrancaron de su469
postración. Y vio cómo Don Lino iba a su vez lentamente recobrándose, incorporándose, poniéndose en pie de un salto...
—¿En dónde están los japoneses?
Sonaba su voz bronca y terrible tableteando tal que un
trueno por la estancia. Tenía los ojos moteados de sangre y todo
su cuerpo bañado en sudor, ¡temblaba sacudido por un frío
de muerte! Ante el silencio que su grito provocara, atenazó al
Padre Elias por los brazos.
—¿Por qué no me responde usted, maldito? ¿Quién se ha
creído usted que le está hablando? ¡Dígame dónde están esos
hijos de perra! 470
Con la frente caída sobre el pecho, el sacerdote comprendió.
Y volvió a abrir los brazos 471 y a elevar los ojos y a rezar:
—¡Señor...! ¡Señor...!
El472 viejo Robles 473 había enloquecido. Cauta y suavemente,
el Padre Elias trató en vano de confortarle, de volverle a la realidad474. Don Lino 475 comenzó a delirar, a reír, a vociferar por
toda la casa, hasta que al fin cayó 476 sobre un sillón sollozando
desesperadamente...
Entonces el sacerdote 477 ordenó a una sirvienta que amortajara el cadáver de Natalia. Irían a enterrarla lo más pronto posible.
Los criados, en tanto, vigilaban de cerca a Don Lino, que seguía
dando muestras de súbita demencia478. Horas después parecía
468
469
470
471
472
473
A: [barrido]
A: violenta[
A: ¡Éstos que la mataron![
A: en cruz[
A: pobre[
A: Robles]
474
475
476
477
478
A:
A:
A:
A:
A:
[razón]
Don Lino]
[se arrojó]
[padre Elias]
[locura]
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
dormir con los ojos muy abiertos, con la boca desencajada,
hundido en la felpa del asiento, mientras dulcemente declinaba el
día en un mágico resplandor de colores, volvían las aves a sus nidos de la fronda, y el Arayat semejante a un monje que se vistiera
el pardo sayal por la cabeza, envolvía su cumbre con las sombras
palpitantes del crepúsculo.
Bajaron el cadáver de Natalia envuelto en niveo sudario de
telas y de flores en una parihuela 479 de cañas, camino al pequeño cementerio de la hacienda. Tras el cadáver, transportado
por algunos servidores, marchaba el Padre Elias con una cruz
de madera sobre el hombro. Marchaba orando y tropezando en
cada piedra, en cada matorral, que parecía no advertir. ¡Oh,
vanidad de las cosas humanas...! ¡Padre nuestro que estás en
los cielos...! ¡Oh, misteriosos designios del Altísimo...! ¡Santificado sea el tu nombre...! Quién se hubiera atrevido a pensar
nunca en el miserable fin de esta gente tan privilegiada y procer,
de esta especie de princesa ultrajada, asesinada por una turba
criminal, y de aquel pobre desgraciado, tan respetado y poderoso pocas horas antes y ahora hundido 480 , perdido en un rincón
de su palacial morada, gimiendo 481 en horrible desesperación, el
más miserable de los hombres 482 ...
Llegaron al rústico cementerio. Cavaron una fosa. Hicieron
descender los restos de Natalia; los cubrieron de tierra. Y el Padre Elias bendijo la tierra en el nombre del Padre, en el nombre
del Hijo y el Espíritu Santo...
—Deus cuius miseratione animae fidelium requiescunt,
hune tumulum bendicere dignare, sique Angelum tuum sanctum
deputa custodent; et quorus quorumque corpora hic sepelientur,
animas quorum ab omnibus absolve vinculis directorus, ut in te
* "Artefacto compuesto de dos varas
gruesas con unas tablas atravesadas en
medio donde se coloca la carga para llevarla
entre dos".
LOS PÁJAROS DE FUEGO
481
A: [y que ahora gemía]
A: gimiendo]
A: [convertido en delirio]
semper cum Sanctis tuis sine fine detentur. Per Christum Dominum nostrum. Amen 483 .
Noche ya, gentil noche oriental coronada de luz484 y embalsamada por el aliento de hierbas y flores de la selva, cuando
el Padre Elias, lentamente, tristemente, regresó a la casona de
los Robles. Iba solo, sin más compañía que sus pensamientos
dolorosos. La cruz la había clavado en la fosa de Natalia. Sus
compañeros se habían apresurado a485 dispersarse....
Un grito le detuvo al llegar a un recodo del camino.
—¡Alto!
Y de la espesura surgió un hombre empuñando un revólver...
—¡Alto!
El sacerdote se detuvo. El hombre avanzó resueltamente:
—No hay que asustarse, Padre 486 . Soy Pablo, el capataz de
la hacienda. ¿Hacia dónde se dirige usted?
—A la casa grande, a ver487 a Don Lino que está enfermo,
que delira 488 ...
—Es inútil, no siga usted. Don Lino no está en su casa; ha
huido y nadie sabe dónde está. En vano lo han perseguido y lo
han buscado. Parece habérselo tragado la selva.
El Padre Elias se estremeció:
— 489 ¡Esto más...! ¡Santo Dios! Y dirigiéndose luego al hombre 490 :
—Bueno, y tú, Pablo, ¿qué quieres? ¿Por qué me has detenido?
El capataz se irguió:
483
Fórmula
del
OFFICIUM
DEFUNCTORUM pronunciada al dar
sepultura al cuerpo.
484
A: [estrellas]
485
A: seguirf
' A: [No se mueva usted]
487
A: [acompañar]
A: [que ha perdido por completo la
opinión]
489
A: ¡Señor...! ¡Señor...![
490
A: [Pablo]
488
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
—Para decirle a usted que se venga con nosotros.
—¿Con vosotros? ¿Quiénes...? ¿A dónde?
—Con nosotros, con toda la gente de la hacienda, que
somos cientos y seremos miles. Vamos a los montes, a formar
guerrillas, a matar, a morir. Estos bandidos han destruido nuestros hogares 491 , han violado a nuestras mujeres, han torturado a
nuestros hombres, han asesinado en masa poblaciones enteras.
¡Se han figurado que les tenemos miedo! ¡Se creyeron al vernos
postrados que estábamos ante ellos de rodillas! ¡Canallas 492 ...!
¡Ya verán, cuando llegue el momento, quiénes son los filipinos!
El sacerdote extendió sus493 brazos sobre la frente del hombre:
—Pablo, Pablo, acordaos del divino precepto: ¡No matarás!
Y el hombre, entonces, le rugió en la cara:
—¿Está prohibido, acaso, matar a los perros rabiosos y a las
serpientes venenosas?
—Los japoneses son seres humanos....
—¡Los japoneses son los cerdos rellenos de diablos de que
hablan los Santos Evangelios! ¿Cree usted que yo no entiendo de
latines494? Usted mismo nos ha venido 495 muchas veces predicando sobre estas cosas.
El Padre Elias se revistió de prudencia, guardó silencio,
abatió la encanecida frente. ¿Para qué discutir? ¿A qué porfiar?
Tenía ante él a un hombre decidido, desesperado, capaz de todo.
Cuando volvió a mirar en torno suyo después de una breve pausa, se vio496 rodeado de campesinos armados con fusiles y bolos.
Una voz rasgó el silencio:
—Bueno, qué, no podemos quedarnos aquí toda la noche.
¿Se viene o no se viene el padre con nosotros?
492
493
A: [pueblos)
A: Mísera banda de ladrones[
A: [levantó los]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
495
496
* De forma sarcàstica, no tener sabiduría.
A: [predicado]
A: materialmente]
—Yo no puedo seguiros, mi sagrado 497 ministerio me lo impide. ¡No os olvidéis que sobre el hombre está el sacerdote, que
sólo soy un viejo y humilde siervo del Señor y que, además, en
nombre del Señor, repruebo y condeno vuestra conducta!...
Se alzaron voces de protesta:
—¿Cómo...?
El Padre Elias siguió clamando:
—Volveos a la paz, someteos al orden, aprended a sufrir,
resignaos a esperar. Es por la voluntad del Altísimo que suceden
estas cosas 498 . Confiad en Dios, esperad en su divina misericordia, sed buenos, orad, levantad al cielo el corazón...
—¡Padre...! —vociferó Pablo, interrumpiéndole—. ¡No estamos aquí para sermones...! ¡O nos sigue usted o...!
El Padre Elias se le echó encima:
-¿Qué...?
El capataz se alejó, dándole la espalda; luego gritó una
orden:
—Atadle a un árbol y dejad que allí se lo coman las hormigas 4 " . Si le damos libertad, nos venderá 500 . Cura y basta.
Buenas palabras y malas intenciones.
El viejo sacerdote sollozó:
—En el nombre de Dios, ¿qué estás diciendo, qué te propones hacer, desventurado?
No le oyó. Se había alejado de prisa capitaneando a los
hombres que le rodeaban. Sólo quedaron dos, con la misión de
atar al sacerdote. Pero éstos le dejaron libre, bajo palabra de que
huiría 501 , de que se escondería, de que desaparecería de su vista.
Arrastrándose, más que andando, trató de llegar a la casa,
perdido en la profunda oscuridad nocturna. Hasta que de pron-
A: sagrado]
A: en el mundo]
A: [se muera allí]
HE¡
A: [Si le dejamos libre es capaz de vendernos]
A. [se escondería]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
to surgió ante él un resplandor inmenso, lengua de fuego alta y
recta que iluminó el espacio apagando el titilar de los luceros 502 ,
envuelta en humo denso, rojo, gris, azul... La casa ardía por sus
cuatro costados, ardía entera como una antorcha gigantesca,
ardía sin misericordia y sin amor para quizá borrar los rastros
del dolor y el crimen.
¿Para qué seguir hacia lo que estaba dejando de ser? Un
viento cálido, lleno de chispas azotaba al viejo sacerdote. Una
barrera 503 de llamas cada vez más grandes, le detenía en el camino. Volvió a andar el trayecto recorrido, dando las espaldas
al siniestro, al fiero dragón de humo y de fuego que avanzaba
rugiendo, devorando todo cuanto encontraba al paso. Y al
fin pudo llegar a la casita que le servía de convento, donde se
desplomó sobre un camastro 504 hasta el amanecer en que unas
mujeres reclamaron su presencia urgentemente.
Se había encontrado el cadáver de Don Lino en las márgenes floridas del río de su gran hacienda.
502
A: [estrellas]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
504
A: [viejo sillón]
CLASICOS HISPANOFIUPINOS
Ill
D
ocos días después de ocupada Filipinas, el elemento civil
japonés se multiplicaba en el país en una forma milagrosa.
Venían por el aire, por el mar, de las nubes y las olas en
plagas que obscurecían el espacio. Ya eran los amos y señores
del soñado paraíso. Ya eran suyas todas las empresas oficiales
y particulares que pudieron abarcar. En primer término, la
prensa.
"La Linterna" pasó a sus manos con todos sus redactores. Y
comenzó la propaganda cínica y ridicula, mentirosa y violenta
contra todo lo que no oliera a japonés ciento por ciento. Los
civiles japoneses resultaban siempre en toda ocasión y en todas
partes más altaneros y canallas que los mismos militares. Eran
los delatores, los espías, los consagrados a los más bajos oficios
y ruines menesteres. Ellos convirtieron la prensa en un basurero
trocando 505 a unos pocos periodistas filipinos en instrumento de
sus maquinaciones.
Elevaron al pobre diablo de Andrade 506 al puesto de director
de "La Linterna". Y Andrade, sintiéndose más japonés que Tokio,
se dedicó desde el primer instante a loar en todos los estilos y
505
A: [convirtiendo]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
506
[Andrada] en el original
por todos los medios las fantásticas glorias del Asia oriental más
grande. Empezó públicamente a comer en cuclillas, renunciando
a507 los cubiertos por los asiáticos palillos, aprendió a chapurrear
el "nipongo 508 " con una vieja hetaira 509 japonesa; y sin perjuicio
de lamer las zancajas510 a los nuevos gobernantes filipinos, erigió
en lo más destacado de su hogar un altar shintoísta para adorar
al Mikado y demás accesorios. No se satisfacía con publicar511
libelos512 en el periódico. Deambulaba por toda la ciudad predicando con la palabra y el ejemplo el amor, el fervor y la gratitud
que el pueblo filipino debía a sus estevados513 conquistadores. Insultaba desde su atalaya a los que se resistían a comulgar al apa514
japonesa con él. Y para todo disponía del dinero de los japoneses
y las carteras bien repletas de algunos incautos y miedosos filipinos que lo sabían pleno de poder en el nuevo orden de cosas y se
dejaban estafar candida y voluntariamente.
Esto era vivir, esto era la vida, y no aquella arrastrada y mísera de los pasados tiempos. Esto era ser hombre importante y
poner el paño sobre un pulpito erizado de bayonetas, sin temor
a que nadie se atreviera a condenar el cúmulo de barbaridades
con que a diario emporcaba el papel que dirigía. Y vivir para
ver, señor. Todos aquéllos que antes huyeran de sus saludos y
sus sablazos, eran al presente sus más grandes amigos y sus más
rendidos admiradores. Ah, no. Él cada día se examinaba de
conciencia. No era malo. Resultaba un sinvergüenza nada más.
bu
' A: [tirando]
* Idioma japonés.
509 » p r o s t ¡ t u t a i
podría entenderse como un modismo
equivalente a "lamer los pies, adular."
511 ^ . [ e s c r ¡bir]
510
" "Escrito en que se denigra o infama a
alguien o algo".
A: [patizambos] * "Que tiene las piernas
arqueadas a semejanza de la esteva, de
tal modo que, con los pies juntos, quedan
separadas las rodillas",
* Al apa, quechuismo: "A la espalda, a
cuestas".
"Lamer las zancajas" (sic). El DRAE no
recoge el vocablo zancaja, pero sí zancajo,
que define como "parte trasera del pie,
donde empieza la prominencia del talón."
Existe una antigua expresión castellana,
"roer
los
zancajos",
que
significa
"murmurar a espaldas de alguien." Así
pues, "lamer los zancajos" (o las zancajas)
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
Metía miedo el infeliz. Él y la cuadrilla de escritorzuelos
y reporteros a sus órdenes. Por fortuna para su pelleja, el gran
público no los tomaba en serio, prestándole la misma atención
que la luna a los ladridos de los perros. ¡Lástima de propaganda
heroica! ¡Lástima de serenatas amorosas al Asia oriental más
grande! ¡Lástima de tinta y de papel!
Un buen día "La Linterna" amaneció repicando todas sus
campanillas y todos sus cascabeles. El Japón se aprestaba a dar
la independencia a Filipinas. ¡Oh, corazón inmenso y generoso!
¡Oh, nación bendita y alabada! ¡Lo que nunca quiso hacer América! ¡Lo que jamás pensó hacer España! ¡Ya teníamos república, redención, libertad!
Sólo, ay, que más que nunca se quedaban multiplicándose
los japoneses en el país para guardarlo y defenderlo contra los
americanos por si se les ocurría volver en primavera como las
oscuras golondrinas 515 . Y para demostrar con hechos decisión
tan nobilísima, daban a Filipinas la libertad con música. Un
tal Yamada 516 , ilustre flautista considerado como el Wagner del
Japón, vendría desde Kobe en viaje especialísimo para poner en
solfa al pueblo y al gobierno filipinos.
Al par que la patria, se redimía el arte. Todos los musiqueros 517 indígenas con las testas inclinadas ante la mágica batuta
de Yamada, comenzarían a ser músicos. Y a ser patriotas. Porque, comparado al patriotismo japonés, ¿qué patriotismo igual?
¿Y qué armonía semejante a la armonía japonesa? Cuando a
Bonaparte se le ocurrió decir que el ruido más molesto era el de
la música, fue porque el desgraciado jamás escuchó518 el dulce
* Referencia becqueriana con marcado
sentido sarcástico.
516
* Kosaku Yamada (1886—1965).
Compositor japonés, estudió en Berlín de
1910 a 1913. Uno de los primeros músicos
japoneses que recibió formación occidental.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
517
A: filipinos[ * Musiquero,
"Mueble
destinado a colocar en él partituras y libros
de música". En Filipinas, el musiquero es el
instrumentista.
A: [jamás escuchó el desgraciado]
m
son del "samisen" acompañando los maullidos a la luna de una
"gueisha" romántica, o los mugidos de un "banzo 519 " fervoroso
arrojando incienso al ombligo de un Buda.
En tanto, el hambre empezaba a cernirse siniestro y espantoso, al igual que un buitre gigantesco, cubriendo con su sombra
tenebrosa las ciudades y los pueblos 520 . No había arroz, no había
azúcar, no había maíz, no había legumbres 521 , tubérculos, nada...
¿En dónde estaba todo eso? ¿Lo habían destruido las ratas? ¿Se
lo habían tragado las langostas? ¡Que respondiera Tokio!
El hambre resultó siempre sagrada inspiración de genios.
Quizá por esto, en aras del culto asiático, se alzó inesperadamente un revuelo de poetastros, literatos, oradores, musiqueros,
cantantes y "sufraguetes 522 " que relampaguearon y tronaron en
la prensa, en el teatro, en el cine y en las estaciones emisoras
de radio. La cuestión era figurar. Y comer. Sobre todo, comer.
¡Dame arroz y llámame perro japonés 523 !
Jóvenes morenas, y muchas bastante blancas, espuma de
las más bajas mareas sociales, se sintieron "gueishas" trasnochadas. Y de ellas se beneficiaron las casas de citas y las
clínicas de enfermedades contagiosas. Podredumbre espiritual
y carnal inconfesables. Si estas desventuradas siguieran llamándose mujeres filipinas, sería cuestión de hacer pedazos el
nombre bendito de la patria.
Una mañana surgió ante la mesa dictatorial de Andrade, la
triste y enlutada figura de un anciano...
—¿El Sr. director de "La Linterna"?
—Yo mismo. ¿Qué desea?
* Bonzo, niponesismo incorporado al
DRAE: "Monje budista".
520
A: [los pueblos y los campos]
521
A: [vegetales]
* Despectivamente, individuo sufragado
para poder subsistir.
523
* Sobre la actividad cultural filipina
H£9
desarrollada durante la dominación
tanto en el lado propagandístico
la resistencia, véase: AA. VV.,
ng Hapon: Sitting sa Digmaan,
sa Sitting (Studies on Philippine
Society,
1942-1945),
Manila,
Pangkultura ng Pilipinas, 1992.
japonesa,
como en
Panahon
Digntaan
Art and
Sentrong
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—Yo, Ramón Robles. Vengo a verle a usted porque quisiera...
Andrade se puso en pie. Se inclinó después cuan largo era, y
empezó a tartajear:
—¡Robles...! ¡Puñales, Robles...! ¡El millonario Robles..!
Don Ramón sonreía tristemente:
—Ramón Robles, simplemente. Vengo porque ya no sé a
dónde dirigirme para saber qué ha sido de mi sobrino. Fue puesto en libertad hace tiempo, bastante tiempo, pero el caso es que
nadie sabe de él, que anda desaparecido. Acaso usted, que es
amigo de Fernando y es periodista, tenga alguna noticia. ¿Sabe
usted qué ha sido de él? ¿Sabe usted dónde se encuentra?
Andrade movió la cabeza negativamente:
—No sé nada de su sobrino, señor Robles; no sé nada; pero
puedo saber. Haga el favor de tomar asiento.
Le indicaba una silla frente a su mesa. Don Ramón se dejó
caer sobre ella fatigado, desfallecido, admirando y agradeciendo en el fondo de su corazón el interés con que Andrade,
columbrando 524 desde el primer momento un buen negocio que
explotar, se comunicaba por teléfono con varios departamentos
oficiales. Cuando dejó de hablar, adoptó un aire grave y misterioso. De pronto preguntó:
—¿Estaba en Tarlac?
—Sí, señor.
—Su hacienda, su casa, están en Tarlac, ¿no?
—Estuvieron. Ahora todo es un montón de ruinas. ¡Ni casa,
ni hacienda, nada!
—¿Y la gente que tenían ustedes?
—En los montes.
Andrade se creyó en el deber de soltarle un puñetazo a la
mesa...
—¿Guerrilleando, eh?
524 » « R a s t r e a r
0
conjeturar por indicios algo"
LOS PÁJAROS DE FUEGO
19
Don Ramón, mirando compasivamente a la mesa, se encogió de hombros:
—¡Vaya usted a saber!
Como dando por terminada la entrevista, Andrade volvió525
a ponerse en pie:
—Mire usted, señor Robles: yo podría ayudarle a descubrir
el paradero de su sobrino; pero para esto tendría que valerme de
medios que no puedo confiarle 526 . ¿Está usted dispuesto a gastar
algún dinero? Porque hará falta soltar dinero...
—¿Cuánto?
—Poca cosa; cinco o seis mil pesos...
Don Ramón no titubeó:
—¿Usted me responde del buen éxito de sus gestiones?
—Se lo garantizo.
—En ese caso, haga el favor de dejarme una pluma...
Extendió un cheque y se lo alargó al ilustre director de "La
Linterna".
—¿Cuándo cree usted que debo volver a saber algo?
Andrade se apresuró a responder, guardándose el cheque en
la cartera:
—No, no se moleste en volver por aquí... No es conveniente... El asunto es bastante delicado... Déjeme su dirección...
Personalmente iré a informarle yo.
Quedó frotándose las manos, mientras Don Ramón se alejaba. Hay días verdaderamente afortunados. Y no un tonto, una
docena de idiotas nacen por minuto cada día. Se sentó ante la
Remington 527 y con fecha falsa escribió:
"Mi querido Sr. Robles:
Perdone que no vaya a verle personalmente,
525
526
A: [se puso]
A: a usted[
como
convini-
527
* Emblemático modelo de máquina de
escribir.
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
mos. No es prudenteS2S. El caballero que nos interesa se encuentra actualmente en los montes, con su gente. Los informes
que tengo son verídicos, pues para obtenerlos no he escatimado
gastos. Lamento, por el gran aprecio en que les tengo, lo que
ocurre.
De usted con el mayor
A".
respeto,
Y negocio concluido. Dentro de una semana enviaría la
carta. En seis minutos se había ganado seis mil pesos. ¡Oh, Asia
más grande! ¡Nunca fuiste más grande para el famoso Andrade,
que este día!
Don Ramón se alejaba en tanto, pausada y lentamente de
las oficinas del gran periódico. Iba pensando en la extraña
conducta del director de "La Linterna". ¿No sería un charlatán?
¿No resultaría un estafador que fuera a quedarse con los cuartos, creando cuentos tártaros 529 ? De todos modos, ¡qué importaba el dinero! ¡No un puñado de miles, toda su fortuna diera
sin vacilar el pobre viejo, por saber dónde estaba Fernando, qué
era de Fernando, vivo o muerto!
Sólo quedaban los dos en la familia, en el mundo. Muerto
aquel bienaventurado Lino tan optimista, tan soñador, víctima
romántica y triste de sus locas ideas y sus falsos ideales. Muerta
la pobre Natalia con la más afrentosa y horrenda de las muertes.
Y muerto también, mientras cumplía con su misión en un hospital de sangre bombardeado por los japoneses, el doctor Sandoval.
Había prometido a Marta no descansar hasta saber la
suerte de Fernando. Y la sabría. Más tarde o más temprano la
sabría. Se aferraba 530 a la esperanza de su trato con Andrade. Si
528
A: [conveniente]
* Historias fabulosas.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
530
A: [asía]
Andrade fracasaba en sus pesquisas, ¿a dónde dirigirse ya? Pero
Andrade no iba a fracasar. Se lo decía su viejo corazón. A menos que la tierra se hubiera abierto para sepultar en sus abismos
al bravo Capitán...
La tierra no se había abierto. En la alta noche de fiesta de
estrellas y música de brisas y de flores531, el Capitán penetraba
cautelosa y furtivamente en el jardín de su adorada. Una sola
luz encendida en la casa, el globo de porcelana azul del dormitorio de Marta. Por la ventana abierta, entre los hierros labrados de la reja, la suave claridad perlaba las dulces rosas de un
rosal trepador. Al través de las rosas 532 , miró Fernando. Ella,
de rodillas, ante una imagen de la Virgen, oraba con las manos
unidas, lo mismo que oran los ángeles533 con las alas plegadas.
Silencio. Todo silencio y dormido, menos aquella infeliz
mujer postrada y el corazón del Capitán que gritaba en dolor
infinito golpeándole bárbaramente el pecho:
—¡Adiós, Marta, adiós! ¡Voy a morir!
¡Iba a morir, sí! Ahora estaba decidido a inmolar su vida
definitivamente. Ya la había ofrecido, ya la había expuesto por
la patria, por la gloria, por la libertad. Y estaba en pie. Se había
librado de heridas y enfermedades para esto, para tener que renunciar al final a este amor de los amores de su Marta, que era
la única razón de su vida, de esta vida que se había jurado sacrificar ahora ante las sombras de sus muertos, sobre la sangre de
su padre y de su hermana.
Miraba a la amada temblando de pasión, con los ojos de
fiebre y de locura, acariciando, por no poder acariciarla a ella,
los pétalos y las espinas de las rosas. Imposible despedirse en otra
forma. De saber la verdad, moriría la sin ventura antes, o él perdería por completo su valor, renunciando a su sagrado juramento.
A: [florestas]
A: [flores]
^fl
A: [querubines]
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
Besó los hierros de la reja, besó las rosas S34 , besó hasta la
tierra del jardín. Y huyó, después, como un desesperado, perdiéndose en la noche de fiesta de estrellas y música de brisas y
de flores...
' A: [flores]
LOS PÁJAROS DE FUEGO
IV
D
asó un mes. Pasaron muchos meses sin que Fernando se
diera cuenta de que el tiempo volara de prisa, y volara como un
pájaro sin dejar huellas en el aire ni en su vida. Señor y dueño
de la sierra, caballero errante y temible de los bosques, la gente
le seguía a todas partes en donde había japoneses que matar.
Formaban un pequeño ejército de más de mil hombres decididos
y bravos. Sus bélicas hazañas podrían llenar más de una página
gloriosa en nuestra historia.
Mataban japoneses con el mismo denuedo que mataran en no
lejanos días los insectos que atacaban los sembrados, las serpientes
que se enredaban a sus pies. Y Fernando, las noches que volvía
fatigado de haber estado combatiendo horas y horas, solía descansar plácidamente, niño dormido en el suave regazo de la noche,
al arrullo de la canción del bosque, sintiendo sobre sus párpados
cerrados la caricia dulce de los besos de flor y nácar de la luna.
En la rústica choza que bajo un tendal535 de palmeras le servía
de refugio y vivienda, dormitaba el Capitán una siesta cuando varios soldados llegaron hasta él arrastrando un enemigo prisionero.
Lo habían cazado como a un venado mientras se internaba
535
* Toldo, cubierta.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
atrevidamente en la espesura con un par de compañeros. Éstos ya
estaban haciendo compañía a las sombras de sus antepasados. El que
traían preso se había entregado al verse perdido y solo. Sabiéndose
ante el jefe de aquella tropa, se cuadró saludando con el brazo ensangrentado.
Hablaba en tagalo y se hacía entender perfectamente. Sin saber
por qué, Fernando se interesó por él:
—¿Estás herido?
—No es nada, señor. Un poco de plomo. El daño está lejos del
corazón...
Sonrió el Capitán:
—¿Eres espía?
—No, señor; soy soldado.
—¿Qué hacíais en la sierra tú y tus compañeros? ¿Ignorabais,
acaso, que estábamos aquí nosotros?
—Absolutamente, señor. Nuestras tropas no están lejos de aquí.
Mis camaradas y yo nos perdimos en la selva desde el día de ayer. Buscábamos orquídeas, gallos silvestres, frutas... ¡Es tan hermoso todo
esto, esta dorada cumbre, este verde templo de aves y rayos de sol...!
El Capitán se incorporó en su hamaca:
—Para ser un simple soldado hablas demasiado bien. Dime, ¿por
qué te has rendido en vez de acabar luchando como tus compañeros?
¿No cacareáis vosotros de preferir la muerte a la rendición? Eres mi
prisionero de guerra. Antes de que te mande fusilar, explícate.
El hombre amarillo dobló la frente y comenzó a hablar tímido y
avergonzado.
Se había rendido porque amaba la vida. Él era uno entre los cientos de miles de soldados de su raza que se veían forzados a luchar por
el Emperador con palabras de heroísmo en los labios y una grande,
triste cobardía en el fondo del alma. El jefe parecía bueno y él le diría
la verdad antes de morir. Allá en Nagoya tenía una humilde casita
de papel. Su anciana madre lloraba por él cada vez que encendía en
LOS PÁJAROS DE FUEGO
WSÊÊ
la noche la lámpara del hogar. Su joven esposa ofrecía por él en el
altar de la familia cada día una vara de flores y una copa de vino. Y
sus dos pequeños, una niña y un niño, preguntando a todas horas,
"¿cuándo vuelve mi papá?" A todas horas le aguardaban asomados
a la puerta, en los bordes del camino. Estos seres queridos necesitaban como nadie y más que nadie de su valor y de su vida. No era un
cobarde, no. No temía a la muerte. Lo que temía hondamente, amargamente, era dejar solos y desamparados a aquellos pobres pedazos
de su alma...
—Sobre todo, mis niños, tan pequeños, tan débiles...
No consideraba, además, enemigos a los filipinos. ¿Por qué le
iban a matar? Japón acababa de conceder la independencia a Filipinas, Como japonés y como soldado no podía comprender esta lucha
suicida, fratricida, entre las guerrillas y las fuerzas imperiales...
Entonces, fue Fernando quien haciéndole callar, habló alto,
fuerte:
—Si hubo un hombre en el mundo, si hubo un alma filipina
noble y recta que amara y defendiera con más fervor a tu país, esa
alma filipina, ese hombre, fue mi padre, poderoso señor de todo
este lugar. Murió loco de dolor y espanto; con el corazón hecho pedazos, al ver ultrajada y asesinada a su hija encinta, por tus compañeros, los soldados japoneses, cuando asaltaron nuestra propiedad
para saquearla y destruirla. Esto que habéis hecho con nosotros, lo
habéis hecho con todos los demás. Mi patria os recibió confiada,
resignada, con la bandera blanca de la paz entre los brazos. Vosotros la empujasteis para que cayera de rodillas ante vuestras botas
sucias. Y la ultrajasteis, la heristeis, la pisoteasteis, bañándola en
sangre y fuego. ¡Sabes invocar tu hogar y tus amores, bandido!
Vuelve la vista atrás y fíjate en los cientos de miles de hombres
como tú, que han perdido esos amores y esos hogares sin ser enemigos vuestros, por el único delito de ser filipinos, en aras de vuestra
furia homicida, inocentes víctimas de vuestra barbarie y el derecho
•E3
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
criminal de vuestra fuerza. ¿Y de qué libertad que nos haya podido
conceder el Japón te atreves a hablar tú, si Filipinas era cuando la
atacasteis más libre que fue nunca y puede ser jamás Japón536?
Calló de pronto, como para tomar aliento envuelto en el fuego de sus palabras y en la amargura de sus recuerdos. Y entonces
vino Pablo, intrigado y presuroso, a comunicarle que acababa de
llegar, buscándole, el Padre Elias.
Antes que se recobrara del asombro que le causara tal visita,
surgía ante él la deshecha figura del sacerdote trajeado a lo campesino, armado de un pedazo de caña, humilde, sonriente, sereno...
—¡Mi querido señor don Fernando...! ¡Mi querido señor
Capitán...!
Fernando se inmutó:
* Escalofriante arenga de Fernando
—transformado
en
"Capitán"
de
un
contingente guerrillero— que marca una de
las culminaciones de la novela. Los idealismos
románticos se han desvanecido, y la novela
nada tiene que ver con sus inicios. No es el
fatum (fatalismo) de la novela romántica,
ni el determinísmo ambiental de la novela
naturalista, sino la pura crudeza. Así certifica
Guillermo Gómez Windham (1880-1957) las
atrocidades japonesas en Filipinas, en el poema
¿Qué nos dieron?, aparecido en José G. Reyes,
Terrorismo y Redención. Casos Concretos de
Atrocidades Cometidas por los japoneses en
Filipinas, Manila, [s.p.], 1947, pp. 83-85:
Vinieron de guerra en son
nuestras playas invadiendo,
nuestros pueblos sometiendo
a dura y cruel opresión.
Sin motivo y sin razón
a millares insultaron,
tundieron y torturaron,
aun a viejos y a mujeres
pues no como a humanos seres
los nipones nos trataron.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Nuestras casas nos quitaron,
nuestros barcos los hundían,
nuestros puentes destruían,
y los templos profanaban.
Y al fin, cuando ya escapaban
—de vencer sin esperanza—
padecimos su venganza:
el incendio y el pillaje;
a la mujer, el ultraje,
a los hombres, la matanza.
[...i
Ebrios de insania y crueldad,
embriagados de sadismo,
aun a su aliado mismo
atacaron sin piedad.
Jamás en reciente edad
ni en el remoto pasado
del hombre incivilizado,
en eí tiempo paleolítico
se le mató al paralítico
o a la mujer en estado.
—¡Un momento, padre!
Llamó a Pablo y le dictó sus órdenes. Que encerraran al
soldado japonés, que vieran de curarle la herida, que le dieran
de comer si tenía hambre, que no lo maltrataran... Y volviéndose al sacerdote:
—Ahora estoy a su disposición, padre. Pero antes tiene
usted que explicarme cómo ha podido llegar hasta aquí, y sobre
todo, qué es lo que aquí le trae a usted.
—¡Llego por caminos de cabras, guiado por el amor, en
nombre del Señor Jesucristo!
¡Alto, padre Elias! No podía escucharle, ni siquiera atenderle. Si comenzaba hablando así, se presumía a dónde iba a
parar. Le habían engañado, se estaba engañando él mismo al
suponerse que por nada ni por nadie, renunciaría a su misión,
a su deber. Cuando ni su amor a Marta, que era su propia vida,
consiguió detenerle... ¿qué poder, qué fuerza, qué infierno lo
podían detener?
—El amor, señor capitán.
Fernando vociferó, montando en ira repentina. ¿Pero, no le
estaba diciendo que había renunciado al amor? ¿De qué amor
se atrevía a hablarle? ¿Con qué amor intentaba desarmarlo,
rendirlo, envilecerlo?
El padre Elias juntó las manos cual si fuera a orar. Y en voz
muy queda comenzó a decir, mientras Fernando le escuchaba
pálido y tembloroso:
—Señor Capitán: Cuando usted era niño se durmió en mis
brazos muchas veces mientras yo le contaba cómo el Niño Jesús,
en brazos de San Antonio, jugaba con la luz de las estrellas.
Cuando su madre de usted murió, yo la asistí hasta el último
momento, hasta cerrar sus ojos con mis dedos, los mismos
dedos con que bendije la tierra en que reposa. Del mismo modo
asistí a su pobre hermana y di cristiana sepultura a su desven-
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
turado padre. ¿Tengo derecho a un poco de consideración, de
afecto, de gratitud por todo esto?
La voz de Fernando tremó como un sollozo:
—¿Qué es lo que usted quiere? ¿Qué es lo que usted se propone? Hable usted de una vez.
Y el padre Elias continuó:
—Las manos que cerraron los ojos de la madre, llegan para
abrir los ojos del hijo. Usted está aquí, señor, como Lázaro en
su tumba. Y yo vengo a despertarle en el nombre de Dios. ¡Desate usted sus ligaduras! ¡Salga usted de este nicho de oscuridad
y muerte! ¡Vamos a la luz y a la vida, capitán!
—¿Y mi justicia, la justicia que he jurado hacer a mis pobres
muertos, a mi patria herida?
—En su caso, la justicia se llama venganza, señor.
—¡Con el nombre que sea, debo hacerla!
—¡No! ¡Déjela usted en las manos de Dios! Porque si lo que
nosotros los hombres tomamos por Justicia, fuera en verdad
Justicia, ¿a qué iba Dios a llamar bienaventurados a los millones de desgraciados, seres que en el mundo tiemblan de hambre
y sed de Justicia?
Se hizo un largo silencio en el que Fernando, con la frente
abatida entre las manos, parecía meditar amargamente. Hasta
que volvió a hablar el padre Elias:
—Usted fue siempre un buen cristiano y una gran patriota.
Infortunadamente, ha dejado usted de serlo. Porque vivir como
usted vive, consagrando el alma y vida a una venganza, por
muy nobles, por muy altos, por muy santos que sean los motivos, es volver a levantar la cruz de Aquél que en el Gólgota 537
perdonó a sus verdugos. ¡Y acaudillar a una partida de rebeldes
que están sembrando el terror y el desorden en vez de acogerse a
la ley y a la paz, es fomentar el crimen!
* Monte donde Jesús sufrió la pasión y fue crucificado
LOS PÁJAROS DE FUEGO
WÊ
Robles se levantó de un salto, lívido, rugiente:
—¡Mida usted sus palabras! ¡No está usted hablando con
sacristanes ni beatas! ¡Un poco más y lo arrojo de aquí como a
una piedra!
Pero en aquel instante sonaron varios tiros y el padre Elias
en vez de contestar, se hizo la señal de la cruz. Inmediatamente,
como obedeciendo a una consigna, aparecieron varios hombres.
Fernando, alarmado, preguntaba:
—¿Qué es eso?
Los hombres sonreían, y uno de ellos explicó el caso. Nada
grave, Capitán. Pablo había ordenado que fusilaran al prisionero japonés. ¿Para qué curarle las heridas? ¿Para qué darle
de comer? Ellos, más que nadie, necesitaban las medicinas y el
arroz...
—¿Y quién es Pablo para dar órdenes contrarias a las mías?
-—gritó Robles desaforadamente—. ¿Os habéis vuelto locos de repente? ¡Decid a Pablo que él me responde por la vida del japonés!
Se volvió al sacerdote:
—Búsqueme usted mañana. ¡Déjeme usted pensar! Déjeme
usted la noche para hablar con Dios y con mi alma. Usted es para
mí la tentación, el renunciamiento, el fracaso de una idea muy
alta y un sentimiento santo. Alójese por ahí, entre esos hombres,
donde pueda... ¡Y no se olvide usted de rezar, padre Elias! ¡Pida
usted por las almas de mis muertos, pida usted por mi alma!
Varios días después, a grandes pasos, como con ansias de
abandonar para siempre el lugar, sin volver una sola vez la
frente para ver lo que quedaba tras de sí, descendían apresuradamente por los intrincados laberintos de la sierra cubiertos de
verdor, salpicados de silvestres flores de colores. Y en el pecho
del guerrillero, su infeliz corazón de poeta se inflamaba bajo
este beso inmenso de salvaje primavera. Vivos colores y acres
aromas le hablaban fuertemente, con palabras nuevas. ¿Por qué
B
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
matar? ¿Por qué morir? Tenían hermanas mucho más hermosas que ellas, sólo que en vez de flores, se llamaban mujeres. Y
un perfume más intenso que el que pudieran exhalar todos los
campos y todos los altares. Y este perfume se llamaba amor.
¡Vida...! ¡Amor...! Recordó al prisionero japonés fusilado
por su tropa. Y el infeliz teniente que cayó a su lado en el frente
de Bataan. Los dos abrigaban la esperanza, la más dulce quimera de los hombres, de no perder la vida. Los dos soñaban en
nidos arrullados por risas de niños y voces de mujer. Ambos
expusieron su vida aferrándose al deseo de vivir. Ambos entraron en la noche con resplandor de ilusión ante los ojos y una
guirnalda de esperanzas en las manos.
¿Por qué ahora él, Fernando, no podía sentir, ni podía pensar
como aquel par de míseros enamorados del amor y la vida? Hubo
un tiempo en que sintiera y pensara así más hondamente todavía,
en que todo le parecía hermoso, en que su corazón era muy bueno. Aquel tiempo fulguró y se apagó como un relámpago. ¿Quién
había ceñido a sus ojos una venda tan negra? ¿Quién había apagado la luz de su camino? ¿Quién le había cambiado el corazón?
No era el dolor. El dolor purifica las almas y hace mejores
a los hombres. El dolor, sea herida en la carne, sea llaga en el
alma, nos eleva hasta el cielo y nos acerca a Dios. Y Fernando
Robles apenas si ya pensaba en Dios. Ni pensaba en sí, desconociéndose a sí mismo al mirarse al espejo de la vida.
De pronto detuvo al padre Elias:
—¿Cree usted que he cambiado?
El sacerdote le miró con lástima:
—Sí, señor, cuando estaba allí arriba, al frente de aquella
turba. Ahora tornaba a ser lo que fue siempre, un caballero. Se
había despojado de la camisa sucia, del pasado horrible...
—Ya no huele usted a sangre, señor capitán. Ya no mira
usted con ojos en los que parece emboscarse la muerte...
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Llegaban, al fin, al llano y de pronto apareció el marjal sobre
el que chapoteaban mugiendo de contento varios carabaos. Más
allá iba surgiendo el tendal de verde seda de los platanales rumorosos. Rebaños dispersos de cabras blancas y de cabras negras se
hundían en la yerba lozana y olorosa. Cruzaban velozmente por
el camino, alborotadas y alborotadoras púdicas gallinas fugitivas
del asedio del amoroso gallo. Se percibían ladridos de perros y
golpes de "halo 538 " sobre el "lusong 539 " en que se hacía polvo
el oro del palay y en su lugar brotaba el rosado nácar del arroz
nuevo. Y al fin, entrando entre frondas, se destacó el caserío, la
primera aldea, la vida tranquila, la gente pacífica y ordenada.
Fernando se detuvo ante el panorama que ante él descubrían la buena tierra y el ardoroso sol. Hacía tiempo que venía
escuchando distraídamente las noticias que sobre la guerra le
iba dando el padre Elias. Parecía importarle nada todo aquello.
Italia derrotada; Alemania aplastada; ¿y qué? ¡Podía venirse
abajo el mundo entero! ¡A él ya nada le importaba nada! Seguía
sumido en su doloroso ensueño. ¿Para qué despertar?
Pero esta aldea, esta gente, esta amable existencia a la que
él ya renunciara para siempre y que ahora acariciadora y dulce
como una nueva samaritana le salía al paso, pareció inyectarle
sangre nueva y borrarle del cerebro los últimos pensamientos
malos. ¡Vivir, sí, vivir aunque fuera sufriendo! ¡Y amar, seguir
amando hasta acabar la vida!
Del fondo de su pecho, de lo más profundo de su corazón se
alzó entonces como un sollozo súbito el recuerdo de la mujer querida. Hacia ella iba, hacia ella volvía sin darse cuenta de que marchaba cogido de las manos por el amor y por la vida. ¿Para qué volver,
ni por qué volver si no fuera por ella únicamente? Aquel pardo
caserío, aquel campo de esmeralda, aquellas flores de colores...
* Almirez.
El
* Gran mortero de madera donde se
muele el arroz.
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
—¡Marta, Marta mía, flor del campo...!
La llamaba a gritos su corazón, como el niño recién despierto
llama a su madre, como el pájaro que llega herido al nido llama a
su compañera, como el hombre perdido en la noche llama al cielo.
—¡Marta, Marta mía, flor del campo...!
Gracias, padre Elias, gracias. Tornaba a ser lo que fue siempre. Empezaba a conocerse a sí mismo, y de nuevo se hallaba
el mismo hombre que dentro de su propio ser tratara de buscar
hasta hacía muy poco en vano. Ya no olía a sangre, sino a flores. Y en vez de la camisa sucia de que le hablara el sacerdote,
marchaba enfundado en la brisa deslumbradora de escamas de
oro y de diamantes de la ilusión divina.
Pero la vida no es un cuento de hadas que termina siempre
felizmente. El dolor le perseguía, no lo quería abandonar, marchaba delante de él como su sombra bajo el sol, al través de la
vida, a lo largo del camino. Y así fue porque al llegar días más
tarde a la ciudad y buscar con hambre y sed de amor a la amada, no la halló. El tío Ramón, mientras lo ceñía fuertemente en
un abrazo, se lo decía tristemente...
—Se empeñaron sus padres en irse a la provincia, aunque
dudo que estén en el pueblo. Deben haberse internado en la
sierra. ¿No vienes de la sierra tú...?
¡Volver, renunciando al horror de su pasado, dispuesto a
no separarse de ella ya jamás, seguro de hallarla aguardándole
dolorosa 540 de amor 541 entre sus rosas, y no encontrarla! ¡Haber
rehuido su deber y renunciado a su venganza con el inconfesado
y secreto sentimiento puesto en ella, para este desengaño inmenso542! ¿Por qué le había abandonado para siempre? ¿Por qué se
habían abandonado mutuamente? ¿Por qué se habían separado 543 ...? ¿Por qué si nunca...?
' A: [pálida]
A:ysola[
LOS PÁJAROS DE FUEGO
A: y no encontrarla!
A: tan canallamente[
\ •:' ¿$
Creyó su deber primero inmolar por la patria su corazón 544 .
Sacrificarlo luego ante el drama sangriento en el que perecieron
los filipinos545. Si la noche en que creyó él por última vez546,
tuvo valor su corazón para no gritar, para no llamarla, para
no perder la vida a los pies de su ventana, a qué venía ahora el
sufrir, el suspirar, el desmayar en llanto?
Cuando ella le ofrecía en sus labios la miel, quiso ser hombre de hierro 547 . Huyó del paraíso que le brindaba la ventana. Y
la ilusión le castigaba despiadadamente.
Se lo merecía. Que siguiera llorando en vano su corazón
romántico. Nadie puede burlarse del amor. ¡Porque el amor más
que nadie, sabe vengarse, sabe hacer sufrir, sabe matar!
544
545
¡¿•¿3%
A: [amada]
A: [en su dignidad de hombre y [...]]
546
547
A: a través de los cristales de una ventana[
A: [guerra]
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
n día, después de muchos tristes días, las águilas de
América velaron con sus alas el resplandor del sol. El cielo
filipino era su amigo, y las nubes de nácar y de plata se deshojaron como inmensos lirios a su paso. Tronaron los cañones,
cayó fuego y hierro de la altura, y de la tierra herida se elevaron
al espacio densas columnas de humo rematadas por tirsos 548 de
púrpura y de oro. ¡Salve, América buena, grande y poderosa!
La decantada defensa japonesa consistió en disfrazar a sus
tropas de árboles y plantas y enterrarse en los refugios antiaéreos entre los lagartos y las ratas. Si alguien tenía ganas de
morir, que murieran los filipinos, los cientos, los miles de filipinos que surgían por todas partes mirando hacia la altura para
bendecir con los labios cerrados y besar con el alma estremecida
las alas de América.
¿En dónde estaban, en tanto, los pájaros de fuego? ¿En qué
entraña de qué abismos se habían refugiado despavoridos el
cinismo, la osadía y la mentira enormes del Japón? Pasó la noche, pasaron la traición y el crimen. Ésta era América, señores
japoneses. Las águilas volvían a su nido.
548
* "Tallo o cogollo".
LOS PÁJAROS DE FUEGO
El negro telón iba a caer sobre la espantosa tragedia de tres
años. Pero antes el hombre amarillo de la farsa arrojaba al suelo
su famosa careta de samurai heroico, apareciendo en su verdadero
aspecto, mostrando su cabeza horrible de asesino cínico y cobarde.
¡Oh, el espantoso ídolo de guerra, el falso dios que se venía abajo
de su pedestal de arcilla para hacerse polvo, ceniza, humo...!
—¡Mió carissimo dottore!
—¡Insigne profesor!
Las sombras de Mussolini y Hitler se hicieron una sola sombra sobre una acera de la plaza de Santa Cruz. Anselmi y Von
Kauffman se estrechaban las manos. La del italiano fina, clara
y rutilante de piedras preciosas; le del alemán negra de pelos,
basta, fuerte como una garra...
—¿Qué tal la vida, profesor?
—¡Oh, la vita, misera, porca vita! ¡Ni siquiera había llegado al millón en sus depósitos en los bancos, matándose como se
estaba matando en el negocio de adquirir una joya por mil pesos, para revenderla a los cinco minutos en veinte o treinta mil!
¡Y él, un genio, un príncipe musical estaba sacrificando el Arte
para esto! Misera vita. ¡Porca miseria! ¡Puercos japoneses...!
¿Puercos japoneses? Mucho más cerdos de lo que el fascista se figuraba. Resultaban la negación plena y absoluta de toda
legalidad, toda decencia y toda civilización. Estaban descubriendo sus cartas en esta guerra del Pacífico de un modo procaz y
deshonroso. No venían combatiendo contra Inglaterra y Estados
Unidos solamente. Tiraban a matar contra toda la raza blanca...
—Se han aprovechado de nosotros, se han valido de nuestras victorias para llevar a cabo su obra horrible.
En la acera en que hablaban, yacían tendidos cara al sol,
recubiertos de andrajos y de moscas, mujeres, niños y hombres
agonizando de hambre. Sobre ellos bullía indiferente, tropezando con su agonía dolorosa, una turba de vendedores y compra-
BO
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
dores de toda clase de mercancías, con los bolsos y las carteras
reventando de dinero.
De vez en vez caía sobre los moribundos revoloteando un
billete de diez, de veinte, de cincuenta centavos. ¡Pobrecitos!
¡Para que comieran! ¡Para que no se murieran de hambre! ¡Y
un camote del tamaño de un dedo valía en el mercado de diez a
quince pesos!
—Vamonos de aquí, doctor. Le invito a una cerveza. ¡Esta
gente, tuta esta gente, los que están tumbados y los que están en
pie, huelen muy mal! ¡Porca miseria! ¡Vaya chusma!
Se adentraron en una cantina de indios ingleses, en la Escolta. Grandes litografías pendientes de las paredes ostentaban
las vera efigies549 de dos grandes mamarrachos, Ba Maw 550 y
Chandras Bose551. El local se encontraba repleto de gente que
comía y bebía a todo pasto. Varias jóvenes servían de reclamo
sirviendo de mesa en mesa escandalosamente pintarrajeadas y
trajeadas. Y destacándose sobre todo y entre todos, una enorme
bandera japonesa desplegada por todo lo alto como la sábana
de una prostituta recién parida manchada en sangre.
—Hola, Sili, sírvenos cerveza.
Hablaba Anselmi. Y en voz baja al alemán:
—Esta muchacha, aquí donde la ve... pertenece a una familia distinguida. Sólo que es una cebra. Antes se la daba por los
españoles y los americanos y ahora se la da por los bombayes 552
y los japoneses...
El alemán se alzó de hombros:
549
* Vera effigies: "Imagen verdadera de
alguien o algo".
550
'• Ba Maw (1893—1977). Político
birmano. Durante la ocupación japonesa
de Birmània Ba Maw fue presidente del
país y aliado de los japoneses, en contra del
dominio británico.
551
Netaji Subhas Chandra Bose (1897—
LOS PÁJAROS DE FUEGO
1945). Político indio Entre 1938 y 1939 fue
presidente del Congreso Nacional Indio. Con
el fin de obtener aliados políticos, se vinculó
con Japón y Alemania durante la Segunda
Guerra Mundia.
A: [bombays] * Bombay es en Filipinas el
individuo de raza hindú.
—¿Cree usted que es la única? ¡Multiplíquela por mil!
—Lo bonito será después, cuando vuelvan los americanos, si
es que pueden volver. Todas ellas van a sentirse franjas y estrellas.
¡Hello Joe, por aquí, hello Joe por allá, hello Joe por todas partes!
—¡Esa historia por descontada!
—Lástima de mujeres, lástima de país, lástima de... ¡Porca
miseria...!
En ese instante se tambaleó todo el edificio y una detonación tremenda seguida de otras un poco más lejanas levantaron
trombas de fuego y piedras a lo largo de toda la Escolta 553 . Empezaban a volar puentes y edificios. Y la gente, presa de pánico
mortal, corría desolada sin saber a dónde, de un lado para otro,
desesperadamente, envuelta en polvo, en humo y en metralla...
—¡Esto parece el fin, doctore...!
Trataban de escapar en vano; la calle ofrecía mucho más
peligro...
—Sí, parece que estos brutos están haciendo de las suyas...
El carabao de Yamashita 554 se ha despertado hoy con ganas de
soltar cornadas....
Pero Anselmi ya no oía. Blanco y trémulo, oraba entre dientes con voz estrangulada:
—¡Santa Madona...! ¡Santa Mare de Dio...! ¡Santo Pancracio bendito...!
Seguían las grandes explosiones, sonaban tiros y grandes
* Calle del barrio de Binondo referencial
en el comercio y la economía manileña
durante finales del siglo XIX hasta la Segunda
Guerra Mundial (Cf. Norma I. Alarcón,
"Reminiscence of a Genteel Age: Escolta of
the Spanish Period", en New Perspectives on
the Spanish Colonial Period, Journal for the
Arts, Culture, and the Humanities, Manila,
Universidad de Santo Tomás, 2003, vol. 2,
núm. 1, pp. 27-42) Que se señale la Escolta
m
en el texto testimonia que los bombardeos
sobre Manila comenzaban por el noreste,
554
* Tomoyuki Yamashita (1885—1946.
General del ejército imperial japonés,
conquistador de las colonias británicas de
Malaya y Singapur. Responsable directo
de la destrucción de Manila y la muerte de
miles de filipinos. Fue retenido en Los Baños
y condenado a muerte por crímenes contra
la humanidad.
CLÁSICOS HISPANOFILIPIMOS
voces de espanto, de dolor, de auxilio. El estruendo se hacía
insoportable. De improviso un grupo de soldados japoneses invadió la cantina; sables y bayonetas se mancharon de sangre...
—¡Jey...! ¡yo sere italiano...! ¡fascista...! ¡sobrino del grande Mussolini...!
Cayó, vociferando, con una bayoneta clavada en el vientre.
A su lado y a la par que él, cayó Von Kauffman con el cráneo
hendido por el filo de un sable. Un poco más y la cantina se
trocó en una cima de mujeres violadas y hombres asesinados.
Hacía un mes que los japoneses habían dejado la casa de
Robles. Saqueada y rota se dignaron devolverla a sus propietarios. A ella volvieron Fernando y Don Ramón, y en ella se
encontraban aquella mañana inolvidable.
Llevaba el Capitán como una reliquia sobre el pecho, sobre
su corazón atormentado, la carta que recibiera de Marta hacía
poco. De tanto leerla, se la repetía de memoria... "¡Cuídate,
consérvate, vive! Es cuestión de días, quizá de horas solamente
el que nos volvamos a reunir. Y entonces ya nada nos podrá
separar, ¿acaso no...?"
¡Nada! Solamente la muerte. Y esa no vendría. Él la había
retado muchas veces y siempre huyó de él cobardemente. Le
temía, le evitaba, le dejaba el paso franco. Podría ir por el
camino libre con su virgen adorada, dulce carga de amor,
entre sus brazos, hacia el mañana luminoso, hacia donde
cantaban las alondras 555 , hacia las rosas deshojadas del
nuevo 556 amanecer.
Sobre el cercano estruendo de las explosiones y los
cañonazos, más alta que la voz de su corazón hablándole de la
mujer querida, sonaron los gritos de Don Ramón que avanzaba
tambaleándose hacia delante, con los brazos abiertos, tal que
* "Pájaro de 15 a 20 cm. de largo, de
cola ahorquillada, con cabeza y dorso de
color pardo terroso y vientre blanco sucio.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Es abundante en toda España",
A: nuevo]
Ë9
un Cristo que se hubiera desprendido de la cruz y fuera a caer...
—¡Fernando...! ¡Fernando...! ¡Ya están aquí...! ¡Ya están
aquí muy cerca, peleando, avanzando...
—¿Quiénes?
—¡Los americanos, hijo mío!
Corrió hacia el balcón, lo abrió de par en par, miró hacia
fuera. La calle hervía de tropas japonesas en rabiosa retirada.
Y de toda la Ermita y de todos los demás distritos se elevaban
enormes pirámides de fuego surgiendo de los edificios y
los bloques de casas incendiados y dinamitados. A lo largo
de todas las calles las ametralladoras disparaban contra el
vecindario que trataba de ponerse en salvo angustiosamente.
Y Fernando pudo ver, antes de cerrar el balcón, horrorizado,
cómo una infeliz mujer cayendo de rodillas ante un soldado
japonés, sostenía en alto el cuerpecito de su hijo, clamando
misericordia. El japonés le arrebató el niño ensartándolo en su
bayoneta, lo arrojó muerto contra las piedras y luego disparó
contra la infortunada.
Un vecino subió portando nuevas espantosas. Tenían que
huir, que ponerse enSS7 salvo fuera como fuera y cuanto antes.
Los japoneses no respetaban nada. Él había visto cómo tiraban
hasta sobre los consulados y cómo caían los extranjeros bajo
los restallantes vuelos de sus banderas tiroteadas, ultrajadas,
escarnecidas. Ya no había alemanes, italianos, franceses,
españoles, rusos, suizos. No había más que blancos, blancos
confiados y desarmados. Y en lugar de hace frente a los
tanques americanos que escupiendo fuego se les echaban
encima, empleaban sus últimos arrestos en incendiar, asesinar,
violar, en defensa de su emperador, de su bandera, y del
bushido, el tristemente célebre y famoso código de su honor.
—¡Dense prisa, por Dios...! ¡Muévanse...! ¡Hay que escapar...!
Üpjü^'lf!
CLASICOS HISPANOFILIPINOS
Empezaban a caer sobre los árboles del jardín granadas de
mano disparadas contra la casa. Fernando, abrazado a Don
Ramón tiraba de él hacia la gran escalinata...
—Vamos, tío.
Pero el viejo se resistió:
—¿A dónde? ¿Y para qué? Si hay que morir, muramos. En
todas partes está la muerte...
Fernando porfiaba, nervioso, gritando:
—¡No, no! ¡Hay que intentar algo! ¡Hay que saber huir!
¡Más que nunca necesito yo la vida ahora, más que nunca,
Marta mía...!
Lo llevaba a la fuerza, casi a rastras, en tanto al viejo se le
doblaban las rodillas y se dejaba llevar al fin como la hoja seca
por el viento. Las balas entraban silbando por todas partes. Una
de ellas derribó a Fernando.
Don Ramón lo sintió caer y lo vio después558 ensangrentado
y destrozado sobre el suelo antes de que el vecino lo cargara en
hombros como a un niño y huyera al través del jardín, bajo el
amparo de la arboleda y de los muros, hasta llegar al bulevar.
Allí no había japoneses. Allí pudieron ocultarse entre las rocas.
—¿Cree usted que está muerto mi sobrino?
—¿Y usted cree que de estar vivo lo hubiéramos
abandonado? ¡Mire usted hacia allá, hacia su casa! ¡Una
hoguera tremenda!
Sacudido por los sollozos el viejo se apoyaba en la roca
para no caer. ¡Pobre Fernando! ¡Pobre Ermita! ¡Pobre Filipinas!
Lloraba copiosamente, y porque tenía sed, una sed dolorosa y
ardiente, la mitigaba con sus grandes lágrimas.
¿Fueron horas? ¿Fueron días? ¿Qué tiempo pasó por la
existencia de Don Ramón Robles acurrucado en su escondrijo
de piedra, de espaldas a su pueblo devastado, frente al mar
A: sólo un instante[
LOS PÁJAROS DE FUEGO
iluminado por el reflejo de las últimas llamas? Se había dormido
o se había desmayado. Cuando se despertó estaba solo. El
compañero se había ido. Era la noche, pero también era la vida.
—¡Gracias, Dios mío!
Apenas sí podía coordinar sus recuerdos; apenas si se daba
exacta cuenta de la verdad de esta noche. Un dolor punzante y
persistente martilleaba sus sienes, y sus párpados que él quería
mantener abiertos, se cerraban, caían pesadamente como dos
láminas de plomo sobre sus ojos doloridos.
—¡Gracias, Dios mío!
¡No por haberle salvado a él, un trasto viejo! ¡Por haber
salvado a Filipinas, Señor!
Sentía sed, una sed espantosa, devoradora. Intentó
incorporarse, andar, y no lo consiguió. Desmayaba de nuevo.
Cerró los ojos...
Y de pronto todo el espacio y todo el mar se hicieron luz.
Sobre las aguas surgió una nave. Y de la nave se alzó un grito
en español...
¡Cristóforo Colombo, Almirante glorioso! Alto y divino
el día en el que sobre el puente del "Santa María" gritó tierra
ante la visión de América. Postrado de hinojos ante ella, la
vio aparecer hermosa y virginal como una aurora de dulce
fuego caída de las manos de Dios sobre las olas. Y entonces
besó su desnuda carne iluminada por el relámpago de sus
piedras preciosas. Y entre las plumas de águila de su corona
prendió la cruz de su pendón soberbio. Y abrumado por su
encanto inenarrable, rindió la espada a sus desnudos pies.
¡Inmortal, grande hazaña, Almirante! Pues que ya presentía
su corazón romántico que al través de la vida y de la historia,
la visión maravillosa que temblando de ilusión adoraba, iba a
ser redención para los pueblos sin libertad, firme sostén para
la humanidad caída, pan y vino de amor para los que han
m
CLÁSICOS HISPANOFILIPINOS
hambre y sed de justicia, lecho e plumas y flores para el mundo
herido 559 ...
FIN
New Manila
Quezon City, año 1945.
559
* En febrero de 1945 Manila fue
completamente arrasada, desde el cielo por
bombarderos americanos y desde tierra por
tropas japonesas. Murieron un millón y
medio de personas. Numerosas obras han
recogido testimonios de la destrucción de
Manila: Vid. Alfonso J. Aluit, By Sword
and Fire. The Destruction of Manila in
World War II, 3 February - 3 March
1945, Manila, Bookmark, 1994; José Ma.
Bonifacio M. Escoda, Warsaw of Asia:
The Rape of Manila, Quezon City, Giraffe
Books, 2001; Jaime C. Laya y Esperanza
B. Gatbonton, Intramuros
of
Memory,
Manila, Intramuros Administration, 1983.
Es de notar que desde el primer momento
se creó una tradición de testimonios en
lengua española, la cual pudo ser motivada
porque el conflicto bélico fue especialmente
duro con la población hispanohablante
de Filipinas: Vid: Antonio López de, El
terror amarillo en Filipinas, Barcelona,
Juventud, 1947; José G. Reyes, Terrorismo
y Redención.
Casos
Concretos
de
Atrocidades Cometidas por los japoneses
en Filipinas, Manila, [s.p.], 1947; Benigno
del Río, Siete días en el infierno
(En
manos de la Gestapo Nipona), Manila,
Nueva Era Press, 1950. La tradición llega
hasta nuestros días, ya que recientemente
han surgido dos obras filipinas escritas en
español sobre la Segunda Guerra Mundial:
María Dolores Tapia del Río, Mis memorias
de la guerra de Filipinas,
Barcelona,
LOS PÁJAROS DE FUEGO
Parnass, 2004; y Carmen Güell, La última
y Carmen Güell, La última de Filipinas,
Barcelona, Belacqva, 2005. intramuros,
junto a los barrios de mayor abolengo de
Manila, fueron completamente arrasados.
Con la destrucción de Manila, gran parte
de la población hispanohablante filipina fue
aniquilada Esto supuso la desaparición de un
patrimonio material, cultural y lingüístico
insustituible, un antes y un después en la
historia de la civilización filipina.
Así concluye la obra y vida de Jesús
Balmori, tras la destrucción del mundo
filipino, emerge la anagogía, en la que
el conquistador se vuelve conquistado,
y lo diverso se transforma en uno, idea
civilizacional que había sostenido la obra
balmoriana: "Soy un bardo indo-hispano.
En mi pecho cristiano/ Mi corazón es vaso
donde mezclada está/ La sangre de Legazpi,
el Capitán hispano,/ Con la sangre tagala
de la hija del Raja./ Con el talón hundido en
olas y en espumas,/ Esperé sobre el mar el
galeón español,/ Y España, al encontrarme,
besó las áureas plumas/ Que en mi frente
temblaban como rayos de sol./ Era hermosa,
era buena, era plena de amores;/ Puse a sus
pies mis lanzas, mis espigas, mis flores;/
Le di mi corazón salvaje y oriental;/ Y
desde entonces va en mi pecho desnudo/
Sirviéndome de férreo y de glorioso escudo/
Con su idioma divino y su sangre inmortal";
Blasón, en Mi Casa de Ñipa, Manila,
Manila Gráfica, 1941, pp. 27-28.
CLÁSICOS
HISPANOFILIPINOS
Esta obra, publicada por el Instituto
Cervantes de Manila dentro de su Biblioteca
Clásicos Hispanofilipinos,
se terminó de
imprimir en las gráficas Eres Printing de
Manila el 10 de marzo de 2010.
LOS PÁJAROS DE FUEGO
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