Un conflicto al interior de la burguesía financiera. La cuestión de los bancos durante el porfiriato (1884-1897) César Francisco Duarte Rivera El período porfirista trajo consigo altas tasas de crecimiento económico. Esto se pudo alcanzar en gran medida gracias al restablecimiento del orden en una parte del país que llevaba varios años teniendo que enfrentar conflictos armados continuos. La industria y el comercio tuvieron la oportunidad de consolidarse con base en la estabilidad política alcanzada. Uno de los sectores que mayor crecimiento mostró durante este período fue el bancario. El surgimiento de las instituciones bancarias vino a cambiar las condiciones de acceso al crédito, por lo menos para un sector del capitalismo mexicano.1 A la par del surgimiento de los bancos se comenzó a consolidar un nuevo grupo de la burguesía asociado a las actividades bancarias. Los comerciantes que otorgaban crédito se convirtieron en banqueros. El objetivo de este trabajo es analizar la relación entre esta nueva burguesía y la élite política. La idea central es estudiar cómo es que las relaciones entre políticos y banqueros dieron forma a un grupo social que a comienzos del período de estudio estaba segmentado como consecuencia de una disputa en torno de intereses comerciales; pero que a medida que se fue resolviendo el conflicto, se fue difuminando la frontera que los separaba. Para lograr ello, en primer lugar, se analiza la fundación del Banco Nacional de México en 1884 y el contrato de concesión que se le otorgó, a raíz del cual comenzaba un largo proceso de legislación en materia bancaria. En el segundo aparatado se estudia el proceso de negociación del Banco de Londres, México y Sudamérica para mantener los privilegios con los que contó hasta antes de 1884. En la tercera sección se hace un análisis de las relaciones entre los miembros de los Consejos de Administración de cada una de estas instituciones y la clase política porfirista. 1 Véase Riguzzi, “Sistema”, 2005 y Maurer, Power, 2002. 256 La fundación del Banco Nacional de México En junio de 1884 se fundó el Banco Nacional de México a través de la fusión de dos establecimientos bancarios que buscaron de esta manera hacer frente a las complicaciones generadas por la crisis de 1883.2 Para el momento de la fundación de estos dos primeros bancos ya existían en México algunas instituciones de emisión de billetes. La única de ellas radicada en la capital era el Banco de Londres, México y Sudamérica, fundado en 1864 durante el imperio de Maximiliano y que logró sobrevivir a la serie de cambios ocurridos en la política mexicana durante este tiempo. Entre otras cosas, el Banco de Londres fue el primero en introducir de manera exitosa la utilización del billete bancario en México. Cuando se logró la fusión del Mercantil y del Nacional Mexicano en 1884 se acordó que el nuevo banco seguiría cumpliendo las funciones de banca de gobierno de su antecesor Banco Nacional. Pero a cambio de mejorar las condiciones de crédito que tenía la administración federal con dicha institución, recibió una serie de privilegios bancarios adicionales. Para empezar se le otorgó a la nueva institución el monopolio en materia bancaria ya que el gobierno se comprometió a no conceder concesiones para el establecimiento de nuevos bancos de emisión o para que los ya establecidos pudieran continuar sus operaciones más allá de los plazos fijados en el Código de Comercio.3 Según este nuevo Código de Comercio decretado en 1884 cualquier institución bancaria requería el permiso de la Secretaría de Hacienda para poder operar.4 Mientras que el Banco Nacional de México podía emitir billetes hasta por el triple del monto de sus reservas en metálico de acuerdo a su contrato de concesión, el Código de Comercio exigió del resto de los bancos de emisión que limitaran su emisión de billetes a la suma del capital exhibido por sus accionistas.5 Es decir, por cada 3 pesos en billetes que emitiera el Nacional tendría que guardar como reservas 1 peso en metálico para poder ser capaz de hacer válidos los billetes a su presentación, mientras que el resto de los bancos tendrían que mantener 1 peso como capital por cada peso que emitieran en forma de billetes. Ludlow, “Formación”, 1998. Ibíd., p. 171 4 Banco de Londres y México, 100, 1964, p. 47 5 Ludlow, “Formación”, 1998, p. 171. 2 3 257 A los billetes del Nacional se les confirió de facto la categoría de curso legal ya que fueron los únicos aceptados para pagar en las oficinas federales y podían circular por todo el país. Los billetes del resto de las instituciones sólo podían circular en ámbitos locales, por lo que su entorno de difusión era bastante reducido.6 Por otra parte, se prohibió que un banco establecido en el exterior tuviera una sucursal en el país que realizara operaciones de cambio de billetes o emisión de los mismos.7 El Banco de Londres, México y Sudamérica se enfrentaba a tres problemas graves como consecuencia de las modificaciones en la legislación y del nuevo contrato de concesión del Banco Nacional. En primer lugar tenía que obtener un permiso de la Secretaría de Hacienda, ya que se estableció como cualquier otro establecimiento mercantil sin permiso especial en tanto que el Código de Comercio anterior no lo exigía. Y de acuerdo al contrato de concesión del Banco Nacional no iba a ser capaz de obtener ese permiso. En segundo lugar este banco se formó como una sucursal del banco inglés The London Bank of Mexico and South America Ltd., por lo que incluso si obtenía el permiso de Hacienda no podría realizar actividades de emisión.8 Y, además, si lograba resolver todo eso, tendría que competir con el Nacional en condiciones abiertamente desiguales. A partir de este momento el Banco de Londres comenzó una larga negociación tanto con el Banco Nacional como con el gobierno mexicano con el fin de regularizar su situación. La institución que sentó las bases para el establecimiento del sistema bancario mexicano fue prácticamente declarada ilegal en el transcurso de unos meses. El proceso de regularización del Banco de Londres, México y Sudamérica. Una vez decretado el nuevo Código de Comercio de 1884, el Banco de Londres tenía seis meses de plazo para regularizar su situación. A partir del 20 de enero de 1885 los bancos que no estuvieran reconocidos por el Congreso estaban obligados a retirar de la circulación sus billetes. Además la Administración General de la Renta del Timbre dispuso a una persona con el fin de investigar si el Banco de Londres realizó emisiones después de la Ibíd., p. 172. Ibíd., p. 171. 8 Banco de Londres y México, op. cit. 6 7 258 entrada en vigor del nuevo Código de Comercio con el fin de establecer una multa legal en caso de haberlo hecho así.9 Ese mismo día el Banco Nacional decidió dejar de aceptar los billetes emitidos por el Banco de Londres10 lo cual dio a conocer al público en los siguientes días.11 La primera reacción del Banco de Londres fue recurrir al recurso de amparo en enero de 1885 con el fin de mantener lo establecido en su contrato de concesión.12 Se argumentó que el contrato de concesión que se otorgó al Banco Nacional y las pautas que se establecieron en el nuevo Código de Comercio iban en contra de la libertad de trabajo consagrada en la constitución de 1857, ya que limitaban la realización de operaciones comerciales para el resto de las instituciones bancarias. Por tal motivo se exigió que se liberara al Banco de Londres de la obligación de seguir los nuevos lineamientos.13 Este recurso generó un debate muy importante al interior de la prensa en lo que se refiere a la cuestión bancaria. Se tomaron posiciones abiertamente contrarias; por un lado se defendió de manera exacerbada al Banco Nacional y, por otro, se le criticó muy duramente a favor del Banco de Londres. Los defensores del Banco Nacional argumentaron que el monopolio bancario permitiría realizar las actividades de emisión de billetes de una manera más controlada, lo que proveería de mayor confianza a dichos instrumentos y facilitaría la circulación de mercancías. Los críticos del Banco Nacional asumieron una posición más cercana al liberalismo económico clásico donde la libre competencia debía ser lo que prevaleciera y debía evitarse cualquier tipo de actividad monopólica en cualquier sector económico. La polémica llegó a tal punto que tan sólo unos días después de comenzada Edmundo J’Anson, gerente del Banco de Londres, y Rafael Dondé, abogado del mismo, se comunicaron con el Consejo de Administración del Banco Nacional con el fin de que utilizaran su influencia para detener la polémica generada en los periódicos respecto a la “existencia legal” del banco inglés.14 La Patria, 5 octubre 1886 Archivo Histórico del Banco Nacional de México (AHB) Actas Consejo vol. 2, 20 enero 1885 ff. 35-36. 11 El Tiempo, 22 enero 1885; 12 Maurer, Power, 2002, p. 29. 13 Ludlow, “Especialización”, 1997, p. 34. 14 AHB. Actas del Consejo vol. 2, 3 febrero 1885, f. 43. 9 10 259 La situación siguió sin resolverse hasta que el 17 de junio de 1885 Edmundo J’Anson desistió del amparo presentado, decisión que dio a conocer mediante una carta publicada en la prensa donde los motivos para tal curso de acción no quedan muy claros.15 A partir de aquí comenzaron una serie de negociaciones con el gobierno federal y la Secretaría de Hacienda con el fin de permitir al Banco de Londres regularizar su situación. La nueva fecha límite que se impuso para ello fue el 25 de septiembre de 1885. Los abogados de la institución recurrieron al secretario de hacienda Manuel Dublán, al secretario de gobernación Manuel Romero, y al presidente Porfirio Díaz, con el fin de obtener un nuevo plazo para modificar la situación legal del banco de forma tal que pudiera cumplir con las nuevas normativas. Al tiempo que Romero Rubio comenzó a negociar con el Banco Nacional para ver qué podía resolverse, Díaz amplió el plazo por tres meses más a partir del 12 de octubre de ese mismo año y recomendó que se adquiriese la concesión del Banco de Empleados, de cuyo Consejo de Administración era presidente Dondé, o del Banco Hipotecario del cual era consejero el ahora ex-gerente J’Anson.16 Parece que los esfuerzos de Dublán surtieron efecto ya que para enero de 1886 el Consejo de Administración del Banco Nacional decidió tomar el asunto en sus manos y negociar directamente con la Dirección Central del Banco de Londres en Inglaterra a través de la Junta de París. Asimismo, se informó a Dublán de la conformidad del Consejo de Administración para otorgar “una prórroga de 2 a 6 meses” al Banco de Londres en lo que se llevaban a cabo las negociaciones.17 Para junio de 1886 se alcanzó el primer principio de acuerdo según el cual el Banco de Londres pedía dos líneas de crédito, cada una por 500,000 pesos. La primera se otorgaría a un interés fijo de 3% y la segunda a un interés variable de 3% menor que la tasa de descuento del Banco Nacional, durante cinco años renovables por mutuo acuerdo. A cambio el Banco de Londres cesaría su circulación de billetes.18 La propuesta fue aceptada por el Consejo de Administración del Banco Nacional unos días después.19 Al tiempo que ocurrieron estas negociaciones el Banco de Empleados, un banco que se encargaba de manejar los sueldos de los funcionarios públicos y otorgarles créditos, logró El Tiempo, 21 de junio de 1885. Banco de Londres y México, 100, 1964, p. 48 17 AHB. Actas del Consejo vol. 2, 5 enero 1886, ff. 202-203. 18 AHB. Actas del Consejo vol. 2, 12 junio 1886, ff. 282-283. 19 AHB. Actas del Consejo vol. 2, 15 junio 1886, ff. 285-289. 15 16 260 un acuerdo con Manuel Dublán para modificar su contrato de concesión en mayo de 1886, gracias a lo cual se le permitió ampliar sus funciones. La Cámara de Diputados “a moción del C. Limantour […] acordó la dispensa de trámites y aprobó [el] contrato […]”20. El banco cambió su nombre al de Banco Comercial y, entre otras cosas, se le otorgó la facultad de emitir billetes hasta por el doble de sus reservas en metálico.21 Ignacio Miranda y Iturbe, gerente del nuevo Banco Comercial, aprovechó el privilegio que se le había otorgado a su institución y buscó alcanzar un acuerdo con el Banco Nacional. Miranda exigió que el Banco Nacional descontara todos los bonos prendarios que el Banco Comercial le presentara a una tasa menor a la de mercado a cambio de no realizar emisiones de billetes que pudieran competir con los del Banco Nacional.22 El Consejo de Administración decidió nombrar a Gustavo Struck, uno de sus accionistas más importantes y miembro de dicho Consejo, para alcanzar un acuerdo con Miranda. Después algunos días de negociaciones Struck informó al Consejo que no había podido lograr ningún acuerdo pero que existían pláticas entre el Banco de Londres y el Banco Comercial para que el primero comprara la concesión del segundo.23 La operación de compra del Banco Comercial por parte del Banco de Londres se cerró por un monto de entre 80 y 100 mil pesos.24 De esta manera el Banco de Londres resolvió el primer problema ya que logró obtener la concesión necesaria para realizar emisiones de billetes; sin embargo, aún no se regularizaba su situación por completo ya que continuaba siendo una sucursal de una empresa extranjera. En este primer paso fue fundamental la participación del presidente Díaz que propuso al Banco de Londres adquirir la concesión de algún otro establecimiento y facilitó los plazos para que ello se lograra. También la intervención de José Yves Limantour, diputado desde 1880, fue de gran importancia para la agilización del trámite para validar la reforma en el contrato de concesión del Banco de Empleados al interior de la Cámara de Diputados. Seguramente lo hizo pensando en que podía ser adquirido por el Banco de Londres, institución en la que su familia participaba directamente como accionista.25 La La Patria, 21 mayo 1886. Voz de México, 1 julio 1886; El Tiempo, 23 junio 1887. 22 AHB. Actas del Consejo vol. 2, 13 julio 1886, ff. 300-302. 23 AHB. Actas del Consejo vol. 2, 13 agosto 1886, f. 310; 24 agosto 1886, f. 312. 24 La Voz de México, 4 septiembre 1886. 25 Maurer, Power, 2002, p. 31 y 42; Salmerón, “Relevo”, 1997, p. 63; Lobato López, “Contradicción”, 1944, p. 447. 20 21La 261 relación con la clase política fue entonces fundamental para los representantes del Banco de Londres. Por otro lado, las negociaciones que se establecieron con el Banco Nacional respondieron seguramente a la presión ejercida por el gobierno federal sobre esta institución. El Banco Nacional fue el que se acercó a la Dirección Central del Banco de Londres con el fin de llegar a un acuerdo. Al menos en lo que relatan las Actas del Consejo de Administración del Banco Nacional, y la bibliografía consultada, no hay señales de que el acercamiento entre ambos establecimientos fuera buscado por el Banco de Londres.26 Podríamos pensar que la manera de actuar del Banco Nacional respondió a la búsqueda de lograr un acuerdo que les fuera más favorable considerando que ya habían existido acercamientos entre la institución inglesa y el gobierno federal. Además existieron razones diplomáticas para la resolución del conflicto. El gobierno federal ayudó y presionó para la resolución de la situación del Banco de Londres porque temía que un resultado negativo para la institución podría generar problemas en las relaciones con Inglaterra. Ello pudo haber puesto en riesgo las negociaciones que se llevaron a cabo con los acreedores británicos para resolver el problema de la deuda externa.27 El segundo problema que enfrentaba el Banco de Londres, constituirse como un banco mexicano, fue resuelto con relativa facilidad en comparación con la obtención de la concesión para funcionar como banco de emisión. El 1 de junio de 1888 se modificó el contrato de concesión de la institución, constituyéndola como independiente y mexicana. El Banco de Londres, México y Sudamérica se convirtió en el Banco de Londres y México. La nueva institución contó con un capital inicial de 1,500,00.00 pesos.28 El banco que solía ser la matriz de la nueva institución suscribió 100,000 de pesos del capital inicial. Entre el resto de los accionistas se encontraban Thomas Braniff (200,000 pesos), importante empresario e inversionista que tenía intereses en distintos negocios siendo uno de los más importantes el de los ferrocarriles; Ignacio de la Torre y Mier (120,000 pesos), proveniente de una familia de gran peso dentro del negocio azucarero; Samuel Knight (80,000 pesos), gerente de la Compañía Mexicana de Gas que se encargó del alumbrado público de la Ciudad de México; Rafael Dondé (100,000 pesos), que fue abogado del Banco de Londres, México y Sudamérica AHB. Actas del Consejo vols. 2 y 3. Riguzzi, “Weak”, 2006. 28 El Foro, 2 febrero 1890; El Economista Mexicano, 6 julio 1889. 26 27 262 durante todo el período del conflicto estudiado en este trabajo; J. Quin (80,000 pesos) y Gould de Nueva York (250,000 pesos). Quedaron como miembros de la Junta Directiva de la nueva institución Braniff, de la Torre y Juan Llamedo, comerciante y empresario español, al tiempo que H.C. Waters fue designado como gerente.29 El Banco de Londres regularizó plenamente su situación legal mediante este último procedimiento. Se conformó como una institución mexicana con la capacidad de emitir billetes libremente. Sin embargo, ocupó siempre una posición secundaria con respecto al Banco Nacional. Más allá del fuerte vínculo establecido entre este último banco y el gobierno, el Banco Nacional tenía la capacidad de emitir billetes hasta por el triple de sus reservas y sus documentos podían circular a nivel nacional. Las ventajas que tuvo el Banco de Londres para poder mejorar sus privilegios consistían en la cercanía que tenía la institución con Limantour que en 1893 había pasado a ocupar el cargo de Secretario de Hacienda en sustitución de Matías Romero; y en la estrecha relación que mantenían por lo menos dos de sus accionistas con Porfirio Díaz. Thomas Braniff, presidente de la Junta Directiva del Banco de Londres y México desde su fundación, quien hizo “[…] que el presidente siempre lo tuviera en cuenta”30; e Ignacio de la Torre y Mier que se casó con Amada Díaz, hija de Porfirio Díaz.31 En 1896 Limantour comenzó con la planeación de una nueva Ley de Instituciones de Crédito la cual tenía la intención de cerrar definitivamente la cuestión de los bancos estableciendo pautas claras para su funcionamiento. El debate que comenzó con el contrato de concesión del Banco Nacional en 1884 culminó hasta 1897 con la promulgación de dicha ley. Para elaborar la ley se elaboró una comisión en la que participaron H.C. Waters gerente del Banco de Londres; Carlos Varona, gerente del Banco Nacional, los abogados Joaquín Casasús y Miguel S. Macedo, así como José María Gamboa gerente de un banco hipotecario.32 Miguel Macedo era hermano de Pablo Macedo, abogado del Banco Nacional desde su fundación; mientras que Casasús tomó el lado del Banco de Londres durante el debate sobre la cuestión bancaria sin embargo, parece que no estuvo vinculado directamente El Municipio Libre, 4 julio 1889. Collado, Burguesía, 1987, p. 40. 31 El Tiempo, 18 enero 1888. 32 Ludlow, “Primera”, 1993, p. 356. 29 30 263 con dicha institución. Ambos personajes formaron parte de la Unión Liberal,33 partido formado en 1892 con el fin de apoyar la reelección de Díaz y a partir del cual surgió el grupo conocido como los científicos. Antes de que se promulgará la Ley con base en los resolutivos de la comisión fue necesario negociar con el Banco Nacional, el cual tuvo que dar el visto bueno para que se modificarán aspectos de su contrato de concesión. Este contrato le otorgó una fuerte influencia político-económica a la institución. Prácticamente cualquier modificación legal en términos bancarios tuvo que aprobarse antes por el banco ya que normalmente se violaban los acuerdos establecidos en el contrato de concesión de 1884, y la promulgación de la ley de 1897 no fue la excepción. En este caso el Consejo de Administración del Nacional aprobó unánimemente el acuerdo con la Secretaría de Hacienda mediante el cual el banco acordó modificar su contrato de concesión en conformidad con la nueva ley a cambio entre otras cosas de que el Monte de Piedad recibiera un crédito del banco por 500,000 pesos y no emitiera ni circulara certificados de depósito o billetes bancarios durante los próximos diez años.34 La nueva ley permitió que los billetes del Banco Nacional y del Banco de Londres circularan por todo el país, pero se mantuvo el privilegio para el Banco Nacional ya que sólo se aceptaban sus billetes en las oficinas de gobierno.35 De esta manera, finalmente después de casi quince años de negociaciones y acuerdos el Banco de Londres logró recuperar los privilegios con que contaba hasta antes de 1884. Los accionistas del Banco Nacional de México y el Banco de Londres y México Gran parte de los acontecimientos narrados en las secciones anteriores responden a las relaciones económicas, políticas y sociales que entablaron los accionistas de ambas instituciones. A pesar de que ambos grupos de accionistas pertenecieron a la élite porfirista existen algunas diferencias importantes entre ellos que terminaron por determinar lo que ocurrió con las instituciones en las que participaron. En esta sección sólo se analizarán a aquellos accionistas que participaron activamente en el día a día de los bancos, es decir, aquellos que podríamos considerar como 33El Municipio Libre, 7 febrero 1892. AHB. Actas del Consejo vol. 3, 31 marzo 1896, ff. 59-61. 35 Rosenzweig, “Moneda”, 1985. 34 264 banqueros propiamente. Los actores analizados son aquellos cuyas acciones estuvieron influidas de alguna manera por el hecho de que pertenecieron a un tipo especial de burguesía caracterizada por dedicarse a las actividades bancarias. La manera más clara de hacer esta distinción es identificar a aquellos accionistas que formaron parte activa en los Consejos de Administración de las instituciones bancarias. Cabe resaltar que la actividad bancaria no fue la actividad económica exclusiva prácticamente de ninguno de los burgueses analizados. La mayoría de ellos tenían ya un capital importante antes de introducirse al negocio bancario, ya fuera porque pertenecieron a familias dedicadas al comercio o a la industria, o porque ellos mismos incurrieron en dichas actividades. La gran parte de ellos podrían caber dentro de la categoría de comerciante-banquero utilizada por Marichal.36 Radicaron en la ciudad de México y fueron los comerciantes de los comerciantes provenientes de provincia. El comerciante-banquero de la ciudad se encargaba de descontar las letras de cambio de los comerciantes de provincia para luego venderlas entre otros empresarios y/o comerciantes. “[…] los contactos sociales se consideran parte importante del trabajo porque el crédito y los contratos dependen en buena medida de las relaciones sociales y de hospitalidad.”37 Esto fue especialmente cierto para los burgueses financieros cuyo crédito dependía de la confianza que generaran entre sus posibles clientes. Muestra de la capacidad económica de estos burgueses es el hecho de que en la suscripción inicial del Banco Nacional Mexicano en 1881 la mayoría de las adquisiciones se hicieron por montos de al menos cien acciones lo que significaba una inversión de 10,000 pesos.38 Entre los miembros de la burguesía financiera estuvieron algunos de los individuos más ricos de la élite porfiriana. Los miembros del Consejo de Administración del Banco Nacional durante el período que va de 1884 a 1897 fueron básicamente mexicanos o españoles. Durante los 13 años del período estudiado únicamente se pueden identificar 20 accionistas que ocuparon el cargo de vocales propietarios dentro de un Consejo que según los estatutos del banco estaba Marichal, “Banca”, 1999. Pérez-Rayón Elizundia, Entre, 1995, p. 211 38 Ludlow, “Banco”, 1990, p. 992. 36 37 265 conformado por 13 vocales, quienes debían abandonar el cargo una vez cumplidos cinco años dentro del mismo.39 De este grupo de vocales 12 eran españoles de nacimiento, 6 eran mexicanos, uno era francés y uno alemán. Debido a su carácter de extranjeros la participación política directa de los españoles fue sumamente limitada en comparación con lo ocurrido con sus contrapartes mexicanos. Los españoles se dedicaron básicamente a los negocios y participaron de manera indirecta en las cuestiones políticas. Un ejemplo de las estrategias utilizadas fueron las confederaciones industriales y comerciales que les dieron un mayor poder de negociación con el gobierno ya como un gremio. 40 Por su parte las relaciones que entablaron los accionistas mexicanos con la clase política porfirista eran muy cercanas. El caso más paradigmático es tal vez el de Antonio de Mier y Celis, quien fue presidente del Consejo de Administración del Banco Nacional durante todo el período estudiado. Este personaje fue ministro del gobierno mexicano en Francia a partir de 1894 después de una larga estadía en París.41 Cargo similar ocupó Manuel Iturbe en Alemania y Gran Bretaña42, quien fue uno de los principales accionistas del Banco Nacional43 y cuyo hermano, residente en París44, fue miembro constante del Consejo de Administración del Banco. El resto de los accionistas mexicanos miembros del Consejo de Administración se quedaron en México. A diferencia de los Iturbe y los Mier, no provenían de una familia tan reconocida dentro de las élites porfiristas, con excepción de Antonio Escandón y Estrada, quien perteneció a una de las ramas secundarias del clan Escandón que giró en torno a las familias Escandón Barrón y Escandón Arango.45 El clan Escandón estuvo conformada por una serie de personajes que pertenecieron a dicha familia o que mantuvieron relaciones muy Los accionistas que ocuparon el cargo de vocales propietarios durante el período que va de 1884 a 1897 son Antonio Basagoiti, Antonio Escandón y Estrada, Benito Arena, Félix Cuevas, Francisco Iturbe, Francisco M. de Prida, Genaro de la Fuente, Gustavo Struck, José Gargollo, José María Bermejillo, José V. del Collado, Juan Martínez Zorrilla, Leo Stein, Luis Lavie, Manuel Ibáñez, Pedro Martín, Pedro Peláez, Rafael Ortiz de la Huerta, Saturnino Sauto y Sebastián Camacho. Fuente: AHB, Informes Anuales del Consejo de Administración y los Comisarios, Banco Nacional de México, años seleccionados. 40 Bermejillo, Basagoiti y de Teresa participaron en la Confederación Industrial Republicana, El Monitor Republicano, 4 enero 1887; Sauto, Basagoiti, Suinaga, Lavie, Ibañez y Bermejilo formaron parte de la Confederación Mercantil de la República Mexicana, El Tiempo, 9 noviembre 1884. 41 La Voz de México, 17 noviembre 1894. 42 La Patria, 3 mayo 1899. 43 AHB. Informe del Consejo de Administración y de los Comisarios, Banco Nacional de México, 1896. 44 El Mundo, 17 octubre 1890. 45 Pérez-Rayón Elizundia, Entre, 1995. 39 266 cercanas con ella. El poder político que alcanzaron fue especialmente alto durante los años anteriores a la etapa porfirista, aunque esto no quiere decir que haya desaparecido del todo para estos años.46 Sebastián Camacho y Pablo Macedo mantuvieron una relación estrecha con la clase política ya que formaron parte de la Unión Liberal en un primer momento, y posteriormente del grupo de los científicos liderado por Limantour. Camacho ocupó incluso la posición de alcalde de la ciudad de México y Macedo fue partícipe de distintas comisiones encargadas por parte del gobierno de estudiar distintas problemáticas, especialmente aquellas relacionadas con política económica. Finalmente, dentro de los accionistas del Banco Nacional cabe resaltar la figura de Nicolás de Teresa quien, al ser español tuvo poco acceso a las posiciones públicas pero aprovechó las buenas relaciones que estableció con la clase política, especialmente mediante el otorgamiento de créditos a gobiernos locales y al gobierno federal. De Teresa otorgó en una ocasión un crédito al gobierno federal sin cobrar réditos por el mismo. Su hijo aprovechó la posición de su padre y obtuvo un puesto en el ayuntamiento de la ciudad de México, mientras que otro de sus hijos se convirtió en el yerno de Manuel Romero Rubio, secretario de gobernación. No obstante, como se observa, los accionistas del Banco Nacional se inmiscuyeron de manera más constante en la política hasta principios de la década de 1890, una vez que la parte más álgida del conflicto sobre la cuestión bancaria hubo terminado. La manera en que los accionistas del Banco de Londres se relacionaron con la clase política ocurrió mediante estrategias distintas. Para empezar, como ya se ha mencionado, existió un vínculo directo con la clase alta política porfirista en la figura de Limantour, cuya familia fue accionista del banco. Este privilegio respecto al Nacional desapareció en el momento en que Julio Limantour, el hermano de José Yves, pasó a formar parte del Consejo de Administración del Nacional a partir de 1896. Sin embargo, para estas fechas parece ser que la confrontación entre ambos grupos de la burguesía financiera había decaído de manera marcada, gracias sobre todo a la regularización del Banco de Londres a partir de 1888. 46 Ibíd. 267 La influencia política que tuvieron los miembros de la Junta Directiva del Banco de Londres, que por lo demás eran muy pocos en comparación con los del Nacional, se dio de manera indirecta ya fuera mediante relaciones familiares o de amigos. Thomas Braniff, la figura más importante de este banco, gozó de un alto prestigio social que le permitió mantener relaciones directas incluso con Porfirio Díaz. Por su parte Ignacio de la Torre y Mier fue yerno del mismo Díaz. En lo que se refiere al resto de los inversionistas su participación política fue en realidad mínima. Rafael Dondé fue un abogado que se dedicó a litigar al tiempo que participó en distintos negocios, mientras que Juan Llamedo compartió prácticamente las mismas características que el resto de los banqueros españoles. Consideraciones finales Las negociaciones que se dieron a raíz del contrato de concesión otorgado al Banco Nacional de México en 1884 generaron que se mostraran claramente los intereses de distintos grupos pertenecientes a la burguesía financiera. El conflicto que se desencadenó se hizo especialmente evidente para el caso del Banco de Londres que estuvo a punto de perder su existencia legal como consecuencia de todo este proceso. A partir del análisis de este conflicto se puede identificar a un grupo específico que jugó un papel importante dentro del panorama político, económico y social del México de finales del siglo XIX. La burguesía financiera fue un grupo compuesto por una serie de empresarios o comerciantes que se dedicaron al negocio bancario. Sin embargo, no fueron solamente inversionistas que invertían su dinero en una institución bancaria y obtenían ganancias a partir de ello. Fueron banqueros que participaron activamente en los Consejos de Administración de los bancos de los que formaban parte. Todos ellos ya habían logrado amasar una fortuna considerable al momento en que deciden involucrarse en el negocio bancario. Fueron parte de la élite económica del porfiriato; entre ellos encontramos algunos nombres que en su momento fueron considerados como los más ricos del país. También gozaron de un alto prestigio social confirmado por algunas de las actividades en las que participaban. Fueron miembros de clubes exclusivos como el Jockey 268 Club,47 y asistían a bailes y banquetes48 realizados en honor de figuras importantes de la vida social y política del porfiriato. Además de ello lograron tener una influencia política considerable que les facilitó la realización de sus actividades económicas. El conflicto al interior de esta clase fue resuelto justamente por las negociaciones ocurridas entre los grupos que lo conformaron pero sobre todo por la intervención del gobierno federal. Debido a ello fueron fundamentales las relaciones que mantuvieron cada uno de los grupos con la alta clase política porfirista para que el desenlace fuera favorable a sus intereses. En este sentido parece claro que el gran “beneficiado” de todo el proceso fue el Banco de Londres, si consideramos el punto de partida de 1884, lo que nos hace pensar que su influencia dentro de la clase política fue mayor. Los vínculos directos de personajes como Braniff y Limantour con el Banco de Londres parecen dar sustento a esta hipótesis. Aunque cabe resaltar que al final de esas negociaciones lo único que logró esta institución fue recuperar los privilegios perdidos, ya que siempre mantuvo una posición secundaria respecto al Banco Nacional. A medida que las negociaciones fueron tomando su curso las ventajas políticas que tuvo un grupo sobre el otro comenzaron a desdibujarse, al tiempo que el conflicto comenzó a perder brío. Al final del período no se está muy lejos de tener una burguesía financiera capitalina homogénea, cuyos integrantes se desenvuelven en sectores muy cercanos. FUENTES Archivo Histórico del Banco Nacional de México o Actas del Consejo de Administración vol. 2 o Actas del Consejo de Administración vol. 3 o Informes Anuales del Consejo de Administración y de los Comisarios, Banco Nacional de México 1885-1897. 47 48 Periódicos y revistas o El Economista Mexicano o El Foro The Mexican Herald, 21 junio 1896. 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