Buenos días, mi vida, Sé que esta mañana te

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Buenos días, mi vida,
Sé que esta mañana te despertarás buscándome junto a tu cuerpo, como siempre, pero
no estaré allí para ver tu pelo desmelenado y ese mechón del flequillo tapando tu rostro. Sé
que habrás esperado hasta ahora para leer esto, porque siempre te han gustado mis mensajes
de buenos días, y que siempre esperas a oler el aroma de café bajando por el pasillo antes de
abrir el sobre.
Te echo tanto de menos… Sé que es una locura, que sólo ha pasado una semana y que me
quedan otras tres para volver a verte, a poder abrazarte. Pero cada uno de estos minutos
habrá merecido la pena cuando te vea.
¿Recuerdas aquella primera mañana? Habíamos bebido demasiado… tenía miedo a que
me rechazaras, así que fingí indiferencia, aunque llevaba mucho tiempo esperando tenerte
entre mis brazos. Aquella noche fue especial, y por la mañana ya adoraba cada una de las
pecas de tu pecho (y ahora te habrás tomado un respiro de esta carta para inclinarte sobre la
humeante taza de café, quizá dejando entrever uno de tus senos por entre la abertura de la
bata. ¿Sigues poniéndotela al levantarte, aunque sea verano?).
Cómo pasa el tiempo, ¿no? Eso fue hace… ¿4 meses? Seguro que tú sabes la fecha exacta.
No te enfades, ya sabes que para mí eso no es lo importante, que yo me quedo con el color de
tus mejillas aquella mañana mientras buscabas el sujetador para irte apresuradamente,
claramente avergonzada. Parecías una niña…
¿Recuerdas cómo solíamos reírnos de aquello después? Bueno, yo me reía… y tú volvías a
sonrojarte y jugabas a pegarme hasta ponerte encima de mí. Y entonces me susurrabas un “¿Y
ahora? ¿Te sigo pareciendo una niña?” aun sabiendo que, si quería, podía vencerte en un
segundo para acabar besándote en el suelo.
Echo de menos cada uno de esos momentos. Echo de menos poder compartir el café que,
sin duda alguna, ahora estarás terminando. Llámame cuando termines la carta.
Te quiero
Buenos días, cielo,
Esta vez te escribo desde el avión. Sé que es una locura, que acabo de despedirme de ti,
pero ya te echo de menos (sí, soy un cursi, ¿vale?)
Gracias por estos maravillosos días de vacaciones y siento que no pudieras tomar el sol
tanto como querías. ¿Qué puedo decir? La culpa es tuya, por ser tan perfecta y andar por la
playa semidesnuda después de tanto tiempo sin poder ponerte las manos encima… Vale, es
una excusa pésima, pero es la que tengo… Al menos lo he intentado, ¿no?
Un pensaría que te acabas acostumbrando a las despedidas, pero no… Sólo nos
acostumbramos a lo bueno, ¿no? A lo malo, nunca. Quizá haya algo de esperanza para el ser
humano, después de todo…
Bueno, sólo quería decirte eso… Ya sabes que te quiero… y creo que he cubierto la tasa de
cursilería por un tiempo.
Sé que las despedidas también son duras para ti. Ánimo para los dos. Te llamo cuando
llegue.
¡Buenos días!
Hoy me he despertado recordando aquella mañana, hará un par de meses, cuando, tras
haberte robado la llave, me colé en tu habitación para despertarte. Recuerdo cómo zampabas
esas tres galletas tras anunciar a diestro y siniestro que te morías de hambre. ¡¿Tres galletas?!
Qué absurdo… y qué tierno.
Aquella mañana, sentado en el alféizar de tu ventana, no podía apartar mis ojos miopes
de los tuyos. Y te prometí hacerte una foto desde mi perspectiva algún día. ¡Qué tonto! ¿Por
qué no la hice entonces? Ojalá tuviera esa foto ahora, en momentos como este, en los que
quiero poder sonreír al recordar esas mañanas.
¿Me harías un favor? ¿Podrías hacerte esa foto por mí? Pero con la misma expresión que
tienes cuando me miras… no posando hacia la cámara. Que aunque tengas madera de modelo,
esa no es la cara que más me gusta de ti, ya lo sabes.
Aprovecha ahora, cuando vayas a desayunar, para hacértela, que seguro que ahora tus
ojos tienen ese brillo especial que me gusta pensar que se debe a mí.
Un abrazo, mi vida. Te quiero.
Hola cielo,
No puedo quitarme de la cabeza la conversación de ayer. Odio esas discusiones, y estar
tan lejos las hace aún peor, porque no puedo redimirlas con un abrazo. Pero, como ya habrás
notado, tengo una sorpresa.
Y no es sólo por la discusión. También porque había una oferta de vuelos de último
minuto :P Y porque realmente quería sorprenderte en tu cumpleaños, ¿y qué mejor regalo que
yo? Venga, ya sabes lo gallito que me pongo, será que no tengo abuela…
Ahora en serio… ¡¡Feliz cumpleaños!! Hoy te lo repetirán mil veces, pero ya eres toda una
mujer. Y estoy orgulloso de haberte visto crecer durante los últimos años. Primero, en el
instituto, como uno más del montón. Uno de los que te admiraban en la distancia y deseaba
que notaras mi existencia. Después, descubriendo y maravillándome de que fueras como eres.
Por desgracia, estamos demasiado acostumbrados a las películas en las que la tía buena (y sí,
sé que odias esa expresión) del insti trata a los demás como si fueran mierda y ella es una
diosa. Pero tú no eras así. Insegura hasta la saciedad, ruborizándote cuando notabas esas
miradas clavadas en tu cuerpo.
Y en la universidad… Después de todos nuestros altibajos, de nuestra amistad, de haberte
visto llorar por tíos que no merecían ni una palabra de tus labios… De nuestras reticencias a la
hora de empezar algo que sabíamos que sería maravilloso. Y ya ha pasado un año. ¿Ves? Te
dije que funcionaría. Vuelvo a casa, mi vida. Vuelvo a tu lado, ¿crees que serás capaz de
aguantarme ahora que vas a tener que verme continuamente? ¿Que no te bastará con colgar
el teléfono para deshacerte de mí cuando te enfades? Espero que la respuesta sea un “sí”. Y
perdona que no te lo haya dicho mirándote a los ojos. Quería ver cómo se te iluminaba la cara
al leerlo.
Y ahora ven, tu café y yo te estamos esperando…
Buenos días, mi vida. Feliz aniversario. Me abres la puerta? ;)
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