Señor Presidente: - Paula María Bertol

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Señor Presidente:
En 1993 el entonces Gobierno peronista de Menem y Cavallo privatizó el sistema
jubilatorio con el proyecto que tanto la mayoría oficialista del Senado y Diputados,
aprobaron, convirtiendo la ley 24.241.
Recuerdo que la bancada peronista fue apoyada por los diputados de la Ucede.
Nuestra representación votó en contra.
También recuerdo que diputados oficialistas que aprobaron la ley, hoy siguen
representando al pueblo desde el Partido Justicialista actual.
Porqué razón vamos a confiar en la conveniencia de aprobar este proyecto, si hace pocos
años decían que la jubilación privada era la panacea para los trabajadores frente a un
sistema estatal de reparto quebrado. Así sostenían.
Hoy afirman lo contrario.
Nos oponemos a proyectos que adolecen de la debida fundamentación técnica y la previa y
necesaria discusión política, cuando se trata del trabajo, del bolsillo de los trabajadores y de
la seguridad de la vejez.
Sí pensamos que en 14 años de vigencia del sistema es necesario estudiado y examinar sus
efectos, como lo esta haciendo Chile, de quien Menem y Cavallo copiaron el sistema.
No lancemos proyectos oportunistas que son más para la baranda, que para garantizar
jubilaciones dignas.
Hagamos un paréntesis y algo serio. El Gobierno quiere un país en serio.
Formemos una Comisión con representación del Congreso, del Ejecutivo y de reconocidos
y serios técnicos -que los tenernos- para que en el término de 180 días dictaminen y
propongan las modificaciones que de los aportes surjan.
Más de diez años de vigencia de la ley 24.241, la realidad socio-económica actual, las
proyecciones que en el tiempo tendrá, el contexto internacional en la materia, permiten y
obligan a realizar un minucioso y descarnado examen de uno y otro sistema, buscando él
más apto para responder a las demandas de la vejez o readecuando los mismos bajo una
sola consigna; el único protagonista de todo sistema jubilatorio es el jubilado y el
pensionado.
El titular de Met Life International, Oscar Schmidt, en la fuente citada, dijo: "si el país
donde nació el sistema (Chile) está estudiando ajustes, es lógico que los países que lo
siguieron también lo analicen". La información también registra, que ese país, analiza
reformas "para evitar que cerca de dos tercios de los mayores de 60 años, solo tengan,
apenas, una jubilación mínima o muy baja".
No obstante, de hecho existen medidas que ya se debieran adoptar, contribuyentes al
objetivo apuntado y prevenir nuevos desguaces del ahorro del trabajador; a saber:
1- Establecer cual sería el incremento de los haberes de los jubilados y pensionados del
sistema de reparto, si los aportes que reciben los A.F.J.P. se transfirieran al mismo.
2- Efecto que tendría sobre los haberes del sistema de reparto y obligaciones pendientes de
cumplimiento por ANSES (retroactividades, juicios y especialmente a partir del fallo
"Badaro Adolfo") si se le transfirieron las inversiones realizadas por la A.F.J.P. ($ 78.000
millones) con el aporte del trabajador.
3 - Dictar una ley que castigue a todo funcionario público o legislador que promueva,
sancione, promulgue o firme cualquier desviación de los fondos previsionales fueren estos
del sistema de reparto o de capitalización individual.
4- Sería útil que la Superintendencia de las A.F.J.P., informe mensual o trimestralmente,
publicando solicitadas en los periódicos del país, datos sustanciales que adornan su "Boletín
Estadístico Mensual", especialmente el monto de los haberes jubilatorios que perciben los
jubilados por el Sistema de las A.F.J.P., omitidos en esas minuciosas reseñas.
5- Conformar una Comisión en el Congreso Nacional que dictamine acerca de ambos
sistemas, proponiendo medidas que sirvan a este axioma: "el trabajo es la garantía de la
vejez"
Es tiempo de informar para que el trabajador conozca las distintas variables, así su opción
entre un sistema u otro estará más cercana al ejercicio de la libertad y también que los
poderosos de turno no se tienten de disponer a su arbitrio de recursos que por lo visto, hasta
ahora, se los consideró anónimos.
Quiero comenzar diciendo que con todas mis fuerzas, mi convicción y mi pasión voy a
procurar que encontremos un curso de acción común. Mis argumentaciones podrán ser
duras pero en modo alguno tienden a la agresión sino a la reflexión.
Esto fue posible porque desde el gobierno se ha iniciado una amplia campaña de
publicidad, respecto de la cual un diputado dijo que se merecería un premio Clío. A través
de ella se dice a todos los argentinos que el actual sistema jubilación está en quiebra, que es
irremediable y que por la exigüidad de los haberes pareciera que sobre los jubilados se
cierne un holocausto y que se ha instalado un cadalso para los actuales trabajadores.
Es decir que se va a poder optar entre el sistema de reparto y el de capitalización individual.
Creo que este es un agravio del justicialismo, ya que se sustentan en la ignorancia de los
trabajadores para tomarlos por sorpresa. Digo esto porque al plantearse la posibilidad de
optar se está dando a entender que existe libertad, pero para ejercerla hace falta saber de
qué se trata, porque si no hay libertad ni opción.
La otra novedad, la otra creación es que la Superintendencia de Administradoras de Fondos
y Pensiones, la que debe vigilar, ejercer el control de gestión y precaver que no haya
travesuras en el camino, estará subvencionada por las administradoras. Los controlados
financian a los controladores; es una innovación. Imagino que no habrá dependencia
económica de los controlados sobre los controladores por el flujo de dinero que
mensualmente tendrán que depositarles para que puedan funcionar. No hay dependencia
económica.
El sistema de reparto no sólo expresa la trama social argentina sino que genera una relación
intergeneracional que es la base sustancial de la vida nacional. Cuando el hijo aporta para
que su padre o abuelo pueda cobrar la jubilación, o para que la cobre el padre o abuelo de
un amigo, está contribuyendo al fortalecimiento de la trama social. ¿Es que nosotros
creemos realmente que el problema de la seguridad social se puede solucionar a partir del
individualismo -que no es liberalismo sino individualismo- que significa que cada uno
aporta para sí mismo?
Este proyecto de ley genera una gran trampa escondida o semi escondida en lo relativo a la
libertad de opción; se trata nada más ni nada menos que del gran olfato que, debo
reconocer, tiene el señor ministro de Economía. El posee un gran olfato para el dinero, no
para sí mismo sino para su política.
Entiendo que los dirigentes políticos debemos hacer un acto de contrición. Los políticos
hemos "timbeado" durante décadas con la esperanza de los jubilados. Tenemos que decirlo;
no incorporemos a esta “timba” la esperanza de los trabajadores.
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