LA CONTINUIDAD DE LA ACTIVIDAD EN EL ENVEJECIMIENTO

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LA CONTINUIDAD DE LA ACTIVIDAD
EN EL ENVEJECIMIENTO: DESAFÍOS
PARA LA COBERTURA DEL “RIESGO
DE VEJEZ”
Lic. Soc. Alejandra Gallo
Lic. Soc. Santiago Sosa
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Asesoría General en Seguridad Social
La continuidad de la actividad en el envejecimiento:
desafíos para la cobertura del “riesgo de vejez”
Lic. Soc. Alejandra Gallo
Lic. Soc. Santiago Sosa
Asesoría en Políticas de Seguridad Social
Asesoría General en Seguridad Social
Diciembre de 2012
I. Introducción
Las instituciones de seguridad social se han construido históricamente a través de una
codificación normativa de las diferentes etapas en la vida de las personas. La jubilación se
ha presupuesto como prestación que recibe la persona luego de una vida de trabajo. Es
decir, con la jubilación, el sistema prevé el retiro de la actividad laboral y la sustitución de
los ingresos en una nueva etapa de la vida, caracterizada por la desvinculación del sistema
productivo. La transición a la jubilación representa un evento crucial en el que se asigna la
entrada a una etapa de la vejez. Tal concepción se asocia a las representaciones sociales
que marcan un declinamiento (inherente al envejecimiento) de las facultades para el
trabajo, vinculado de manera más general con un alejamiento de las actividades (López,
24: 2006). Se presenta entonces, como cobertura de riesgo de vejez1, encarnando la
marca de una distinción actividad/pasividad a partir del logro de ciertos requisitos y la
voluntad del trabajador.
Ahora bien, como consecuencia de las transformaciones sociales que han ocurrido en las
últimas décadas, se ha instalado una diversidad de situaciones vitales en la etapa prevista
como retiro. Por ejemplo, cada vez es más frecuente la postergación del momento de retiro
más allá de la edad mínima legal, al tiempo que se ha tornado una posibilidad recurrente
que las personas continúen trabajando luego de la jubilación. Paralelamente, es posible
repensar la propia noción de decaimiento de la actividad tras la edad de retiro, si
entendemos la noción de trabajo de manera más amplia que la de empleo remunerado.
Así, podremos observar que la vida activa se prolonga durante muchos años luego del
momento prefigurado para la jubilación. Estos son solo algunos de los cambios que han
revelado una multiplicidad de situaciones en la transición actividad-jubilación que
problematiza su linealidad.
El estudio de distintas transiciones y continuidades en sincronía con el envejecimiento,
permite revelar nuevos aspectos sensibles a los mecanismos de protección social, pero
también señala algunas potencialidades para el desarrollo en una sociedad cada vez más
envejecida.
1 En
el Art. 3 de la ley 16.713 se señalan las contingencias cubiertas: “El sistema previsional al que refiere la presente
ley, cubre los riesgos de invalidez, vejez y sobrevivencia.”, determinando en el Art. 15 que las prestaciones serán:
“...las jubilaciones, el subsidio transitorio por incapacidad parcial, las pensiones, el subsidio para expensas funerarias
y la pensión a la vejez e invalidez”. (Ley 16.713: 1995)
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Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
Con esa intención, nos proponemos observar diversas configuraciones sociales de esta
etapa, de forma de ampliar la perspectiva de la oposición actividad-jubilación. Para ello
llevaremos adelante dos niveles de análisis. Por una parte, analizaremos distintas
situaciones en que se combinan la presencia/ausencia de actividad remunerada y
percepción de jubilación. A través de información provista por el Sistema de Indicadores de
Seguridad Social (SISS) y microdatos de la Encuesta Continua de Hogares (ECH)
profundizaremos la mirada de este período de transición, inicialmente, a partir de las
variables rama de actividad y afiliación, categoría ocupacional, informalidad e ingresos. Por
otra parte, en un segundo nivel de análisis, indagaremos en las actividades no
remuneradas que se realizan en la edad prevista para la jubilación y que son igualmente
significativas para dar cuenta de la continuidad del trabajo en la vejez, a veces
invisibilizada en la rígida díada de actividad-jubilación. Utilizaremos para ello el módulo de
uso del tiempo y trabajo no remunerado (MUT) incluido en la ECH en el 20072.
II. La continuidad de la actividad remunerada en el envejecimiento
La encuesta continua de hogares nos permite observar los niveles de participación
económica en todas las cohortes de edad, de acuerdo a la situación de actividad.
Enfocaremos el análisis en la situación de los tramos más envejecidos.
Observamos primeramente, que el cumplimiento de la edad mínima de jubilación no
implica obviamente el abandono inmediato de la actividad laboral. Un 58,2%3 de los
adultos mayores4 se encuentra jubilado. Es interesante señalar la diferencia entre adultos
mayores hombres jubilados (69,7%) y las mujeres (50,1%), producto de las características
diferenciales de las trayectorias laborales según género.
Las estadísticas sobre el empleo del tiempo son descripciones cuantitativas resumidas de cómo las personas
“pasan” o distribuyen su tiempo durante un período especificado, normalmente durante las 24 horas del día o los
siete días de la semana. Arrojan luz sobre lo que las personas hacen o las actividades que realizan y cuánto tiempo
dedican a cada una de esas actividades. (Naciones Unidas, 5: 2006)
3 Según datos extraídos del SISS.
4 Se los considera aquí desde los 60 años en adelante, por representar la edad mínima de requisito normal para el
acceso a la jubilación. La fijación ‘burocrática’ de la edad mínima de jubilación tiene amplias repercusiones en las
representaciones sociales sobre la vejez, como síntesis estructurante que vincula dimensiones biológicas, sociales y
subjetivas, que no necesariamente se desarrollan en la misma temporalidad (Filardo y Muñoz: 237).
4
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
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Asesoría General en Seguridad Social
GRAFICO I:
5
CONDICIÓN DE ACTIVIDAD SEGÚN TRAMOS DE EDAD . AÑO 2011
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
En términos poblacionales cabe destacar que aún hasta los 63 años, el número de adultos
mayores activos es superior al total de inactivos y recién a los 66 años los jubilados
inactivos comienzan a superar a los adultos mayores activos. Hay una diversidad de
tiempos y situaciones en las que se procesa el retiro y en algunos casos éste se posterga
hasta edades avanzadas, o incluso indefinidamente. Rodríguez y Rossel han estudiado
que si bien “entre los 60 y los 70 años, el grueso de la población transita desde el empleo
al retiro [...] el fenómeno más relevante es que la salida del mercado de trabajo y el acceso
al retiro no encuentra a todos por igual. [...] Si bien la trayectoria típica implica el pasaje del
empleo a la jubilación, algunos sectores de la población adulta mayor continúan trabajando
en la vejez” (Rodríguez y Rossel: 178). Estas diferencias están marcadas en general, por
las condiciones económicas, sociales y culturales alcanzadas a lo largo de la vida y en
particular, por las características de las trayectorias laborales (estabilidad, densidad de
cotización, entre otras).
II.1. Personas mayores y actividad
Si observamos la tasa de actividad al interior del conjunto de las personas adultas
mayores, podemos apreciar una esperable caída de la proporción de activos en el mercado
laboral a medida en que avanzan los tramos de edad considerados. Sin embargo, la
presencia de actividad en todos los casos es significativa; una proporción integrada al
mercado de trabajo paralelamente a las trayectorias de envejecimiento. También es
importante subrayar el porcentaje de adultos mayores en todos los tramos que, si bien se
encuentran inactivos respecto al empleo, realizan actividades clasificadas como
La categoría ‘Inactivo Otros’ incluye a los menores de 14 y a los inactivos estudiantes, rentistas, pensionistas, que
declaran realizar las tareas del hogar y otros.
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Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
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‘quehaceres del hogar’. Más adelante se retomará esta dimensión con más detenimiento,
junto al trabajo no remunerado.
CUADRO I:
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN ADULTA MAYOR POR CONDICIÓN DE ACTIVIDAD
SEGÚN TRAMOS DE EDAD. AÑO 2011
Inactivo
Inactivo
Adultos
Inactivo
Inactivo
Realiza
Actividad
Rentista y
Total
Mayores
Jubilado
Pensionista
Quehaceres
Otros
del Hogar
60-64
54,6
26,1
6,7
2,2
10,4
100,0
65-69
34,7
44,6
9,4
2,5
8,8
100,0
70-74
16,7
60,9
14,9
1,8
5,6
100,0
75-79
9,1
69,6
16,1
1,4
3,6
100,0
80+
3,6
73,2
20,1
1,3
1,9
100,0
26,6
52,2
12,8
1,9
6,5
Total 60+
100,0
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
Con independencia de la discusión acerca de las causas de la postergación de la jubilación
algunos años luego del cumplimiento de la edad mínima6, lo que buscamos señalar es una
diversidad de configuraciones sociales que resultan en maneras heterogéneas de procesar
el envejecimiento.
Hay diferencias importantes si analizamos estos indicadores según sexo, como se puede
apreciar en el CUADRO II. Se observa que un cuarto del total de adultos mayores se
encuentra activo en el mercado laboral. La diferencia entre sexos es pronunciada: un
37,2% de los hombres se encuentran activos junto a un 17,7% de mujeres. Asimismo, se
aprecian niveles muy bajos de desocupación en este tramo de edad
.
CUADRO II
POBLACIÓN ADULTA MAYOR SEGÚN CONDICIÓN DE ACTIVIDAD Y SEXO.
AÑO 2011
AM
Condición de Actividad
Ocupados
37,2
38,0
Desocupados
0,8
Hombres
Inactivos
62,0
Total
100,0
Ocupados
17,7
18,2
Desocupados
0,5
Mujeres
Inactivos
81,8
Total
100,0
Ocupados
26,0
26,6
Desocupados
0,6
Total
Inactivos
73,4
Total
100,0
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
La edad media real de jubilación en el BPS ronda en torno a los 63 años (BPS, 2011), mientras que la edad mínima
se sitúa en los 60 años.
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Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
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Asesoría General en Seguridad Social
Otra distinción relevante refiere a la actividad por la que la persona aporta, o debería
aportar al sistema de previsión social7. Observamos que en el sector de afiliación ‘Rural y
Servicio Doméstico’ es donde el retiro se ve más postergado, seguido por el sector de
‘Industria y Comercio’. Los aportantes a ‘Civil y Escolar’ y a las afiliaciones externas al BPS
no postergan su retiro más allá de los 70 años, salvo algunos profesionales que siguen
ejerciendo su profesión algunos años más.
CUADRO III:
DISTRIBUCIÓN DE APORTACIÓN POTENCIAL DE LAS PERSONAS ADULTAS
MAYORES SEGÚN ACTIVIDAD POR TRAMOS DE EDAD. AÑO 2011
Aportación
8
60 a 64
65 a 69
70 a 74
75 a 80
80+
Total
Potencial
Industria y
100,0
50,4
28,7
13,1
5,4
2,3
Comercio
Civil y
100,0
70,6
26,7
2,2
0,4
0,0
Escolar
Rural y Serv
100,0
48,3
26,9
13,2
7,6
3,9
Doméstico
Serv de retiro
Policial,
100,0
55,5
32,3
10,1
2,0
0,0
Militar y
Paraestatales
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
Del análisis de la categoría ocupacional de los adultos mayores activos, se desprende que
la mayoría lo hacen como asalariados (46,3%). Pero se trata de un valor menor al
correspondiente para toda la población (71,6%). En este sentido, la diferencia más
significativa para los adultos mayores ocurre en el trabajo por cuenta propia, en el que se
ocupan en un 42,1%, mientras que el valor general para toda la población es de 21,6%.
Luego hay una proporción más pequeña de adultos mayores patrones 9,9% (en los
hombres esta proporción es el doble que en las mujeres), pero que comparados con los
valores poblacionales (5,2%) resultan proporcionalmente mayores. Las transformaciones
en estas categorías ocupacionales en la vejez, se deben a que los ocupados en ellas
disminuyen en menor proporción a la disminución de las demás categorías (Rodríguez y
Rossel: 56). No se observan variaciones sustantivas en las categorías no remuneradas y
otras9.
En esta “aportación potencial” clasificamos a las personas según la aportación que se debería realizar según su
actividad, sea que se efectúe o no.
8 En algunos tramos se computó el valor 0 por no contar con la suficiente cantidad de casos para poder observar
valores estadísticamente significativos.
9 Incluye las Cooperativas y los Programas Públicos de Empleo.
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Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
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Asesoría General en Seguridad Social
CUADRO IV:
DISTRIBUCIÓN DE LA POBLACIÓN TOTAL Y POBLACIÓN ADULTA MAYOR OCUPADA
POR SEXO SEGÚN CATEGORÍA OCUPACIONAL. AÑO 2011
Total Población
Ocupados
Adultos Mayores
Hombre
Mujer
Total
Hombre
Mujer
Total
57,2
57,3
57,2
32,2
37,3
34,2
12,5
16,7
14,4
10,7
14,1
12,1
6,7
3,3
5,2
12,3
6,1
9,9
22,6
20,4
21,6
43,7
39,7
42,1
0,7
2,1
1,3
0,9
2,7
1,6
Otros
0,3
0,3
0,3
0,1
0,1
0,1
Total
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
100,0
Asal.
Privados
Asal.
Públicos
Patrones
Cuenta
Propia
No
remunerado
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
II.2. Personas mayores jubiladas y actividad
Cómo se ha mencionado, la jubilación es uno de los eventos que pautan la entrada en la
vejez10. En diversas definiciones se la relaciona con el declinamiento o el retiro de la
actividad laboral; esta noción recorre el lenguaje institucional, incluyendo a los jubilados
dentro del grupo de pasivos o dependientes. Sin embargo, la ECH nos permite observar
que un 15,3% de los adultos mayores jubilados se encuentra realizando alguna actividad
laboral (14,8% ocupados; 0,5% desocupados). Entre los hombres la cifra es un 20,7%,
mientras que en las mujeres es de 10,1%. (CUADRO V) De esta manera se torna visible
que el acceso a una jubilación no implica necesariamente una salida del mundo del trabajo.
Cabe resaltar que no es el único, y que además de la diversidad de posibilidades de continuidad/retiro del mercado
laboral, se debería tener en cuenta la influencia de otras pautas que configuran mayor heterogeneidad a los patrones
de envejecimiento. Se han señalado otros eventos que también podrían marcar simbólicamente la transición hacia la
mayoridad, como por ejemplo: el deterioro de capacidades físicas o cognitivas, la viudez o la llegada de nietos
(Rodríguez y Rossel: 22). Éstos podrían ocurrir simultáneamente sin que ocurra un retiro del mercado laboral o el
acceso a una jubilación o pensión.
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Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
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Asesoría General en Seguridad Social
CUADRO V:
POBLACIÓN ADULTA MAYOR JUBILADA SEGÚN CONDICIÓN DE ACTIVIDAD
Y SEXO. AÑO 2011
AM Jubilados
Condición de Actividad
Ocupados
20,0
20,7
Desocupados
0,7
Hombres
Inactivos
79,3
Total
100,0
Ocupados
9,7
10,1
Desocupados
0,3
Mujeres
Inactivos
89,9
Total
100,0
Ocupados
14,8
15,3
Desocupados
0,5
Total
Inactivos
84,7
Total
100,0
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
La cobertura contributiva de la contingencia vejez opera de manera diferencial según los
tipos de actividad codificadas en las distintas afiliaciones11: existen ciertas especificaciones
que señalan edades obligatorias de retiro o distintos requisitos de acceso a la jubilación.
Además, las distintas afiliaciones que conforman el sistema de seguridad social, permiten
que la persona realice actividades en más de una de ellas, y que mantengan estatus
simultáneos de actividad y pasividad. La incompatibilidad emerge de la jubilación en una
de las afiliaciones y la continuidad de la actividad en la misma, si bien existen excepciones
puntuales12. También es posible combinar años de aportación a distintas afiliaciones para
el cumplimiento de requisitos mínimos de la prestación de pasividad en una de ellas. Éstos
son solo algunos ejemplos que sirven para visibilizar la coexistencia de una concepción
universal de cobertura del riesgo vejez, con normativas específicas que aplican
compatibilidades y exclusiones de forma diferencial, de acuerdo a circunstancias diversas
de actividad/pasividad.
Jubilación e informalidad
Si bien están previstas algunas combinaciones que compatibilizarían legalmente la
actividad y la pasividad, observamos en el CUADRO VI que en la mayoría de los casos la
actividad se realiza de manera informal13. Más de tres cuartos del total de jubilados activos
El BPS administra las aportaciones: a) industria y comercio, b) la civil y escolar y d) la rural y servicio doméstico.
Luego, algunos grupos ocupacionales específicos se administran separadamente: e) policial, f) militar, g) profesional,
h) notarial y i) bancaria.
12 Principalmente en referencia a la posibilidad que los jubilados por servicios no docentes compatibilicen su
pasividad con tareas de docencia (no a la inversa).
13 Utilizamos el concepto de informalidad en el sentido de un trabajo que se realiza sin aportes (y por lo tanto, sin
cobertura) a la seguridad social.
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Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
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Asesoría General en Seguridad Social
no realiza aportes a la seguridad social por el trabajo que realiza14. Este dato contrasta con
los niveles poblacionales globales de informalidad, que son bastante menores (28,3%)15.
CUADRO VI:
ADULTOS MAYORES JUBILADOS ACTIVOS SEGÚN APORTEN O NO
POR SU TRABAJO PRINCIPAL Y SECUNDARIO. AÑO 2011
Jubilados
Trabajo Principal
Trabajo secundario
Aportan
No aportan
23,9
76,1
38,8
61,2
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
El análisis de los datos de jubilación e informalidad según tramos de edad muestra que, a
medida que aumenta la edad, la proporción de jubilados activos que no aportan es mayor,
alcanzando el 88,3% en las personas de más de 75 años, tal como puede observarse en el
CUADRO VII.
CUADRO VII:
ADULTOS MAYORES JUBILADOS ACTIVOS POR APORTE O NO EN
SU TRABAJO PRINCIPAL, SEGÚN TRAMOS DE EDAD. AÑO 2011
Tramos de
Aporta
No Aporta
Total
edad
60 a 64
34,0
66,0
100,0
65 a 69
23,5
76,5
100,0
70 a 74
16,5
83,5
100,0
75 y más
11,7
88,3
100,0
Total
23,9
76,1
100,0
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
Informalidad asociada a incompatibilidad de aportaciones
Podría pensarse que una informalidad más alta que la media puede deberse o bien a la
existencia de una situación de incompatibilidad con el cobro de pasividad, o bien quizás a
la ausencia del estímulo de una nueva acumulación de años para otra eventual prestación.
Es posible estimar cuantitativamente la presencia del primer argumento si observamos a
qué afiliación debería aportar el trabajador de acuerdo a la rama de actividad donde trabaja
(aportación potencial). Este análisis se basó en el trabajo principal declarado, pues
encontramos que si el jubilado no realiza aportes por el principal, tampoco lo hace por el
secundario.
La mayoría del trabajo de los adultos mayores jubilados se refiere a un puesto de trabajo. Solo un 3,3% de los
adultos mayores activos declaran tener un trabajo secundario.
15 Se trata de una estimación en base a la ECH, calculada en función de las proporciones aquí comparadas. Otros
estudios referidos exclusivamente al BPS, que abordan la evasión con metodologías específicas, llegan a valores
algo menores.
10
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
14
Asesoría General en Seguridad Social
CUADRO VIII:
PERSONAS MAYORES JUBILADAS QUE TRABAJAN Y NO
APORTAN, POR INSTITUCIÓN QUE SIRVE LA JUBILACIÓN, SEGÚN
LA RAMA A LA QUE APORTARÍA (TRABAJO PRINCIPAL).
AÑO 2011.
Jubilado BPS por:
No aportan
(aportación
potencial)
Jubilado
ParaRural y
estatales
y
Serv
otros
Doméstico
Total
Industria y
Comercio
Civil y
Escolar
Industria y
Comercio
26,2
5,0
7,8
6,3
45,3
Civil y Escolar
0,0
0,0
0,0
0,0
0,0
Rural y Serv
Doméstico
5,9
1,4
21,4
2,1
30,8
Total
32,2
6,4
29,2
8,4
76,1
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
Si sumamos los valores de incompatibilidad de las aportaciones potenciales, nos
encontramos con un 47,6% de jubilados que trabajan pero no podrían hacerlo en situación
de formalidad, lo cual explicaría los valores de informalidad tan altos señalados
anteriormente. Sumando el resto de las aportaciones potenciales, nos da un 28,4% de
informalidad que no surge por incompatibilidad, valor que equivale a la proporción de
ocupados que manifiestan no realizar aportes jubilatorios en la población total (28,3%).
Esto quiere decir que la diferencia que resulta de la informalidad particularmente alta de los
jubilados activos, se podría atribuir a la incompatibilidad del trabajo con la pasividad,
mientras que el resto equivale a los valores poblacionales del total de activos. Luego, el
23,9% restante representa jubilados que trabajan y aportan a otra afiliación, logrando una
nueva inserción laboral activa combinada formalmente con su estatus de ‘pasivo’.
En relación a la informalidad por incompatibilidad, cabe señalar que la codificación
institucional de sus criterios presenta grandes diferencias en la amplitud de actividades que
abarcan. Los tipos de aportación administrados por el BPS cubren a la gran mayoría de los
trabajadores y cada una de ellas guarda un amplio abanico de actividades, mientras que la
especificidad de las otras aportaciones es mucho mayor. Ello resulta en una estructura de
oportunidades distinta en relación a las trayectorias laborales en diversas actividades y las
reinserciones, observándose mayores dificultades de una nueva inserción en las
actividades correspondientes a Industria y Comercio, y Rural y Servicio Doméstico.
11
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
Informalidad asociada a una situación socioeconómica desventajosa
La continuidad de la inserción en el mercado de trabajo junto a la jubilación parece estar
asociada a la estrategia de complementar ingresos. A partir de la información de la ECH
del 2011, calculamos el promedio de ingresos monetarios personales de los adultos
mayores jubilados ($14.217)16. El promedio de ingresos de los jubilados activos es algo
superior: $18.944. Pero la diferencia se vuelve notoria cuando observamos el ingreso
promedio de los jubilados que aportan ($39.592) y los que no aportan ($12.849). Es decir,
se observan asociadas la precariedad de una nueva inserción (informal) en el mercado
laboral con una precariedad relativa de ingresos17, mientras que los jubilados que trabajan
y aportan, perciben ingresos monetarios bastante superiores promedialmente al resto de
las subpoblaciones consideradas. En el caso específico de los jubilados activos informales
por incompatibilidad, los ingresos personales promedio son aún menores: $11.796 para los
que continúan en Industria y Comercio y $10.665 para los que continúan en Rural y
Servicio Doméstico.
En este contexto, cabe reconsiderar la mayor presencia de informalidad de los jubilados
activos a medida que envejecen (tal como vimos en el CUADRO VII) como desventaja
adicional en su inserción en el mercado de empleo. Si además, consideramos la
proporción de ingresos por jubilación respecto a los ingresos personales de los jubilados
activos, observamos que los que no aportan a la seguridad social dependen en mayor
medida de su jubilación que los que sí aportan. Y es importante señalar, además, que a
mayor edad la jubilación cobra mayor peso en los ingresos personales de las personas
adultas mayores que continúan en actividad, así, entre quienes tienen entre 60 a 64 años
los ingresos por la jubilación constituyen el 56,9% de los ingresos en tanto entre quienes
tienen 75 años y más, representa el 62,1%, tal y como se observa en el cuadro IX.
CUADRO IX:
PROPORCIÓN DE INGRESOS POR JUBILACIÓN EN
INGRESOS PERSONALES POR TRAMOS DE EDAD. AÑO
2011
Tramos de
Aporta
No Aporta
edad
60 a 64
42,0
56,9
65 a 69
43,4
58,3
70 a 74
51,9
56,4
75 y más
55,1
62,1
Total
44,8
58,2
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos de la ECH, 2011
Hasta aquí se han explorado sumariamente, algunas de las particularidades del
envejecimiento y la continuidad en el mercado de trabajo, que representa la situación de
más de un cuarto de los mayores de 60 años. Ahora bien, en relación al resto de los
adultos mayores, cabe preguntarse si la noción de ‘inactivo’ como ‘no integrado al mercado
Se manejan pesos corrientes al 2011.
Hay que considerar que el monto $12.849 mencionado surge de la suma de todos los ingresos, incluidos los de
pasividad y actividad. Este promedio no llega al valor del monto promedio calculado de los jubilados inactivos
($13.365).
12
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
16
17
Asesoría General en Seguridad Social
laboral’ no esconde la visualización de actividades económicas que los adultos mayores
continúan realizando de manera no remunerada, a lo largo del proceso de
envejecimiento.
III. La carga global del trabajo en el envejecimiento
Consideramos hasta aquí diferentes situaciones en que se combinan la presencia/ausencia
de actividad remunerada y percepción de jubilación. El análisis del módulo Uso del Tiempo
del año 2007 nos permitirá un segundo nivel de análisis, al tornar observable el peso de
ciertas actividades económicas no remuneradas. Su inclusión problematiza la noción
clásica de trabajo, y resignifica la consideración de la actividad/pasividad en relación a la
vejez, visibilizando el importante valor en las distintas formas de trabajo que realizan las
personas adultas mayores para la actividad económica.
Frecuentemente cuando las ciencias sociales refieren al trabajo lo hacen como sinónimo
de empleo remunerado. Desde hace algunos años, esta conceptualización viene siendo
revisada, al incluirse en la categoría trabajo, formas no mercantilizadas del mismo. Una
herramienta útil para analizar y poner en relación los distintos componentes del trabajo, en
tanto el empleo como las tareas no remuneradas demandan un tiempo dado, es el análisis
del uso del tiempo18. “El desarrollo de investigaciones que se proponen abordar la
cuantificación del trabajo no remunerado busca recomponer el objeto trabajo redefiniéndolo
por sus dos dimensiones: la laboral y la doméstica.” (Aguirre, 2009:15). Gran parte de las
horas de trabajo semanales que realizan las personas corresponden a formas que, en la
medida en que se realizan dentro de la esfera hogareña, no reciben valor monetario pero
que son igual de significativas para el bienestar social (INE, 2008). Entre estas formas de
trabajo se encuentran: el trabajo doméstico, el de cuidado de niños y dependientes, el
comunitario y el trabajo que se realiza como ayudas para otros hogares. Es por ello, que
nos hemos propuesto estudiar el uso del tiempo que realizan las personas en edad de
jubilación, para poder dimensionar, a partir del estudio de actividades habitualmente
omitidas en la consideración de la noción clásica de trabajo, el volumen de trabajo que
realizan y problematizar, desde ese enfoque, la noción típica actividad/pasividad.
Con esa intención, analizaremos, por una parte, el tiempo semanal promedio 19 y la
participación de las personas adultas mayores en el trabajo remunerado. Por otra,
indagaremos en el volumen y la participación en el trabajo no remunerado. Por último, a
partir de la carga global del trabajo, pondremos en relación ambas formas de trabajo.
III.1 La dedicación al trabajo remunerado de las personas mayores
El análisis del tiempo semanal promedio de los adultos mayores dedicado al trabajo
remunerado muestra que, en comparación con la población total, las personas de 60 años
En Uruguay la primera Encuesta de Uso del Tiempo (EUT) la realizó la Universidad de la República en el año
2003, abarcando el departamento de Montevideo. En el año 2007, se aplicó para todo el país como un módulo
espacial en la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística. Para el año 2012 se prevé
replicar ese modulo.
19 El tiempo semanal promedio se calcula dividiendo el tiempo total que dedicaron las personas del tramo de edad
considerado a determinada actividad sobre el total de personas que declararon realizar esa actividad en el tramo de
edad analizado. (Ver INE, 2008)
13
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
18
Asesoría General en Seguridad Social
y más, vinculadas al mercado de empleo, realizan una menor, pero significativa, carga de
trabajo remunerado.
CUADRO X:
HORAS PROMEDIO DEDICADAS AL TRABAJO REMUNERADO
POBLACIÓN TOTAL Y ADULTOS MAYORES. AÑO 2007
TRAMOS DE EDAD
TOTAL
MUJERES
HOMBRES
14 - 59
42,0
36,6
46,5
60 y más
36,5
31,0
40,4
41,3
35,8
45,7
Pob. Total
Fuente: Elaboración propia en base a SISS e INE (2008)
Al desagregar los datos por tramos de edad, de acuerdo a la información presentada en el
CUADRO IX, de los adultos mayores que continúan activos en el mercado de empleo,
quienes tienen de 60 a 64 años dedican la mayor cantidad de horas semanales promedio
(37,8). A medida que aumenta la edad este volumen de horas va disminuyendo, al tiempo
que, como se ha visto it supra, también decrece el número de adultos mayores activos. En
todos los casos se observa una mayor dedicación horaria de los hombres frente a las
mujeres, acompañada de una más alta participación masculina en el mercado de empleo.
Nótese que a partir de los 65 años de edad, la proporción de hombres que participan del
mundo laboral duplica a las mujeres. Esto podría responder a historias laborales
discontinuas por parte de las mujeres adultas mayores en el mercado de empleo y a un
retiro más temprano de la actividad. (Ver Rodríguez y Rossel, 2009)
CUADRO XI
HORAS PROMEDIO DEDICADAS AL TRABAJO REMUNERADO AM POR SEXO, SEGÚN
TRAMOS DE EDAD. AÑO 2007
TOTAL
MUJERES
HOMBRES
Tramos de
Tiempo
Tiempo
Tiempo
edad
%Ocup
promedio
%Ocup
promedio
%Ocup
promedio
60-64
51,27%
37,8
38,36%
30,7
66,53%
46,5
65-69
33,49%
36,1
22,17%
26,4
47,12%
41,6
70-74
15,83%
27,0
10,69%
22,4
22,99%
30,0
75 y más
4.46%
30,2
2,89%
26,6
7,03%
31,8
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del MUT –ECH, 2007
III.2 La dedicación al trabajo no remunerado de las personas mayores
Según el documento Uso del Tiempo y Trabajo No Remunerado (INE, 2008), los adultos
mayores tienen una dedicación al trabajo no remunerado en horas semanales promedio
(27,2), apenas menor a la asumida por la población total (27,4 hrs.). Al observar el
comportamiento por género, sobresale la elevada carga de trabajo no remunerado que
asumen las mujeres (33,6 hrs.) frente a los hombres (17,9 hrs.).
14
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
CUADRO XII:
TASA DE PARTICIPACIÓN Y TIEMPO PROMEDIO EN HORAS SEMANALES, DEDICADO
AL TRABAJO NO REMUNERADO POR SEXO, SEGÚN TRAMOS DE EDAD. AÑO 2007
TOTAL
MUJERES
HOMBRES
Tramos de
Tasa de
Tiempo
Tasa de
Tiempo
Tasa de
Tiempo
edad
Participación promedio Participación promedio Participación promedio
14 a 59
91,3
27,9
96,7
37,6
85,3
15,5
60 y más
89,5
27,2
92,4
33,6
85,8
17,9
Pob. Total
90,9
27,4
95,7
36,3
85,4
15,7
Fuente: INE (2008) - Uso del tiempo y trabajo no remunerado
La información desglosada por tramos de edad, nos muestra que el tiempo promedio
dedicado a esta forma de trabajo encuentra su máximo entre los 60-64 años con un
volumen de 29,2 horas semanales y una tasa de participación de 93,3; y el mínimo en las
personas de 75 y más años, que dedican en promedio 23,2 horas con una tasa de
participación de 83,0. Esto permite concluir que incluso las personas de muy avanzada
edad continúan realizando un volumen importante de trabajo no mercantil.
En todos los tramos llama la atención el comportamiento diferencial por género frente al
trabajo no remunerado. En este sentido, la mayor diferencia, se constata en las personas
de 60-64 años, llegando a ser el trabajo no remunerado femenino más del doble que el
trabajo masculino. En los más veteranos, esta diferencia se acorta, siendo de 7,6 horas.
Resulta interesante, que la disminución total de las horas semanales dedicadas a formas
de trabajo no remuneradas se debe al decaimiento de la carga de trabajo femenina a
medida que aumenta la edad. Ésta pasa de 38,6 entre los 60-64 años, a 25,9 horas
semanales promedio en las mayores de 75 años, en tanto la dedicación de los hombres se
mantiene estable en el entorno de las 18 horas semanales. Esta diferencia tan marcada
entre los géneros se explica en el ejercicio de pautas tradicionales de la división del trabajo
que prima en estas cohortes, por las que se da una fuerte separación entre trabajo
doméstico y trabajo remunerado entre los sexos.
CUADRO XIII
TASA DE PARTICIPACIÓN Y HORAS PROMEDIO DEDICADAS POR AM AL TRABAJO NO
REMUNERADO POR SEXO, SEGÚN TRAMOS DE EDAD. AÑO 2007
TOTAL
MUJERES
HOMBRES
Tasa de
Tasa de
Tiempo
Tasa de
Tramos
Tiempo
Tiempo
Participació
Participació
promedi
Participació
de edad
promedio
promedio
n
n
o
n
60-64
93,3
29,2
96,5
38,6
89,4
17,3
65-69
92,7
29,3
97,8
37,6
86,6
17,9
70-74
92,6
29,0
95,5
36,1
88,5
18,3
75 y más
83.0
23.2
85.0
25.9
79.8
18.3
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del MUT - ECH, 2007
15
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
III.3 La carga global de trabajo
A partir del estudio del uso del tiempo dedicado al trabajo en sus distintas expresiones por
las personas de edad, es posible conocer la carga global de trabajo 20. Este indicador
permite observar la proporción de trabajo que se realiza dentro y fuera del mercado y las
horas semanales que demanda.
El análisis de los datos muestra que la carga global de trabajo disminuye conforme se
avanza en edad. Mientras los adultos mayores de entre 60 y 64 años asumen 48,8 horas
semanales totales (51,0 las mujeres y 46,3 los hombres), entre quienes tienen 75 años y
más el volumen semanal es de 19,2 horas. En todos los tramos etarios considerados la
carga global de trabajo asumida es significativa, lo que interpela en cierta medida, la
definición de inactividad que habitualmente acompaña la concepción de la vejez.
CUADRO XIV:
CARGA GLOBAL DE TRABAJO Y PROPORCIÓN DE TRABAJO NO REMUNERADO Y
REMUNERADO SEGÚN TRAMOS DE EDAD Y SEXO.
AÑO 2007
14-59
TNR
TR
CG
%TNR
%TR
Total
25,5
31,3
56,8
44,9%
55,1%
Mujeres
36,4
23,5
59,9
60,8%
39,2%
Varones
13,2
40,0
53,3
24,8%
75,2%
60 y más
Total
Mujeres
Varones
TNR
TR
CG
%TNR
%TR
24,4
31,1
15,4
8,5
4,5
13,9
32,9
35,6
29,3
74,2%
87,2%
52,5%
25,8%
12,8%
47,5%
Pob Total
Total
Mujeres
Varones
TNR
24
31,8
14,3
TR
26,8
21
34
CG
50,8
52,8
48,3
%TNR
47,2%
60,3%
29,5%
%TR
52,8%
39,7%
70,5%
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del MUT - ECH, 2007
La disminución de la dedicación semanal al trabajo se explica, fundamentalmente, en la
retirada de los adultos mayores del mercado de empleo, que pasa de 21,6 horas
semanales totales en el tramo de 60-64 años a 1,4 horas semanales totales en los
mayores de 75 años. Al interior de los adultos mayores, la mayor proporción del trabajo
que se desarrolla corresponde a la esfera no mercantil, siendo el 55,8% entre los adultos
de 60 a 64 años y el 93,0% entre quienes tienen 75 años y más. El estudio de la
información por género evidencia que, en todos los tramos de edad, las mujeres asumen
una mayor carga global de trabajo que los hombres.
Para la construcción de la carga global de trabajo se consideran el tiempo social de trabajo
remunerado y no remunerado. Este se calculó dividiendo el total de horas remuneradas y no
remuneradas trabajadas sobre el total de la población encuestada.
20
16
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
CUADRO XV
CARGA GLOBAL DE TRABAJO Y PROPORCIÓN DE TRABAJO NO REMUNERADO Y
REMUNERADO DE AM SEGÚN TRAMOS DE EDAD Y SEXO. AÑO 2007
60-64
TNR
TR
CG
%TNR
%TR
Total
27,3
21,6
48,8
55,8%
44,2%
Mujeres
37,3
13,7
51,0
73,1%
26,9%
Varones
15,4
30,9
46,3
33,3%
66,7%
65-69
Total
Mujeres
Varones
TNR
27,1
36,8
15,5
TR
13,3
6,6
21,3
CG
40,4
43,4
36,8
%TNR
67,2%
84,8%
42,1%
%TR
32,8%
15,2%
57,9%
70-74
Total
Mujeres
Varones
TNR
26,8
34,5
16,2
TR
4,6
2,6
7,4
CG
31,4
37,1
23,6
%TNR
85,4%
93,0%
68,7%
%TR
14,6%
7,0%
31,3%
75 Y MÁS
Total
Mujeres
Varones
TNR
TR
CG
%TNR
%TR
19,2
22,0
14,6
1,4
0,8
2,5
20,7
22,9
17,1
93,0%
96,4%
85,5%
7,0%
3,6%
14,5%
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del MUT - ECH, 2007
Para finalizar resulta interesante poner en relación la carga de trabajo total de los adultos
mayores y la realizada por las personas de 14 años y más, a fin de observar la proporción
de trabajo asumida por la población habitualmente catalogada como inactiva. Los datos
obtenidos muestran que las personas de edad asumen aproximadamente, el 16% del
trabajo que se genera.
17
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
GRAFICO II
PROPORCIÓN DE LA CARGA GLOBAL DE TRABAJO REALIZADA POR
ADULTOS MAYORES, AÑO 2007
16%
84%
Proporción de
trabajo aportado por
los adultos mayores
a la carga global
Proroción de trabajo
aportado por las
personas de 14 a 59
años a la carga
global
Fuente: Elaboración propia en base a microdatos del MUT - ECH ,2007
IV. Consideraciones finales
Las nociones de envejecimiento poblacional e individual, son frecuentemente connotadas
de forma negativa, asociadas a representaciones de ‘carga social’, ‘pasividad’ o
‘dependencia’. El estudio sistemático de estos procesos permite advertir el carácter
distorsionante de estas imágenes reificadas, y considerar los eventos de
actividad/pasividad en la vejez con sus distintas combinaciones y sus desafíos y
potencialidades.
La jubilación, como política de seguridad social de cobertura de riesgo de vejez, ha sido
construida a la luz de este imaginario, como transición discontinua de un estatus de
actividad a otro de pasividad. Hemos abordado el análisis de las diversas situaciones en
las que dicha transición ocurre, a través de dos niveles de análisis.
Primeramente se analizó información sobre diversas configuraciones de actividad y
pasividad de los adultos mayores y su relación con el evento jubilación. El análisis de la
información mostró inicialmente que alcanzar la edad de retiro no significa el abandono del
mercado de empleo, sea porque se posterga la edad de retiro o porque se jubila y se sigue
en actividad en forma simultánea. En concordancia con esto, se constató que en todos los
tramos de edad al interior de los adultos mayores se verifica una proporción significativa de
personas aún en actividad (en promedio, 26,6% en el 2011). La continuidad en el mercado
de empleo es algo mayor en los hombres que en las mujeres, producto de las
consecuencias de pautas de género diferenciales reflejadas en las trayectorias laborales
de estas cohortes.
18
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
Un hecho a resaltar es que la evidencia empírica mostró que incluso accediendo a una
jubilación, existe una proporción significativa de personas que permanece vinculada al
mercado de empleo (15,3%). Entre estos, se observaron altos niveles de informalidad
(76,1%). Ello se observa relacionado con la codificación de incompatibilidad de ciertos
estatus simultáneos de actividad/pasividad, que afecta en mayor medida a la población
cubierta por las aportaciones que administra el BPS respecto a las paraestatales y
servicios de retiro policial y militar.
La informalidad de los jubilados activos se observa asimismo, asociada a situaciones de
marcada disparidad en la percepción de ingresos. El promedio de ingresos de los jubilados
que continúan trabajando de manera informal, es menor que el promedio de ingresos de
los jubilados inactivos, por lo que hay un segmento poblacional que combina una inserción
laboral precaria pos-jubilación con una situación desventajosa de seguridad económica,
que debería ser considerada por la política de seguridad social. En este sentido, es
importante señalar que la alta proporción de ingresos derivados de las jubilaciones
respecto a los ingresos personales de esta población (58,2%), es mayor que en los
jubilados activos formales (44,8%). Es decir, además de tener ingresos menores 21
dependen en mayor medida de la prestación de jubilación. Asimismo, los niveles de
jubilación e informalidad aumentan con la edad, así como la dependencia respecto a la
prestación de pasividad, lo cual representa un factor de vulnerabilidad adicional a tener en
cuenta.
Profundizando en la noción de heterogeneidad de circunstancias vitales respecto a la
distinción actividad/pasividad, observamos que la transición actividad/pasividad conlleva
una complejidad aún mayor si se utiliza una definición más amplia de trabajo, que incluya
actividades fuera del ámbito de mercado. El análisis mostró que las personas adultas
mayores presentan una alta dedicación al trabajo no remunerado en horas semanales
promedio (27,2) y en tasa de participación (89,5). El desglose de los datos por género
evidenció la elevada carga de trabajo no remunerada asumida por las mujeres adultas
mayores (33,6 hrs.) frente a los hombres (17,9 hrs.). Es probable que esta diferencia
encuentre explicación en pautas tradicionales de la división del trabajo imperante en estas
cohortes, por las que la responsabilidad sobre el trabajo doméstico sigue recayendo,
fundamentalmente, sobre las mujeres. Al considerar la carga global de trabajo se observó
que un 16% de esta es asumida por las personas mayores, lo que cuestiona las nociones
de ‘inactividad’ que habitualmente definen el envejecimiento.
Un estudio posterior, que pretenda profundizar en este tema, debería indagar en dos
aspectos. Por un lado, describir y analizar qué actividades dentro del trabajo no
remunerado asumen las personas mayores. Un análisis pormenorizado del uso del tiempo
nos permitiría conocer qué volumen de trabajo doméstico, de cuidados a niños o
dependientes, y de ayudas para otros hogares, son realizados por las personas mayores,
visibilizando el valor económico de este trabajo, indiscutible en la medida en que asume
valor monetario cuando se desfamiliariza22. Al mismo tiempo, nos permitiría obtener
Se trata aquí de desigualdad y precariedad relativa de ingresos. Los fenómenos más notorios de pobreza en la
sociedad parecen afectar en menor medida a esta subpoblación, aunque a este respecto sería deseable seguir
investigando a partir de la construcción de medidas que consideren las características específicas del gasto en la
vejez.
22 Las tareas de cuidado y las labores domésticas son formas de trabajo que al realizarse en el ámbito de las familias
han sido tradicionalmente definidas como hogareñas por su valor afectivo, pero que al realizarse en el ámbito de
19
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
21
Asesoría General en Seguridad Social
información sobre la participación de estas personas en el trabajo de voluntariado o para la
comunidad que asumen.
Por otro lado, sería interesante conocer qué características específicas tiene el trabajo
desempeñado por los adultos mayores pertenecientes a contextos y situaciones
heterogéneas, a efectos de indagar en diferentes formas de envejecer. 23 Entendemos que,
en un contexto de envejecimiento avanzado, como el que atraviesa nuestro país, sumar
este tipo de trabajos puede contribuir a iluminar mejor el escenario de acción de las
políticas públicas que atiendan a esta población.
La heterogeneidad de situaciones observadas permite afirmar que el evento jubilación
marca una diferencia en los niveles de actividad, pero también se observan formas
heterogéneas de continuidad, tanto en el espacio social del mercado, como en las
actividades económicas no remuneradas. Es importante la consideración de estos
espacios grises por parte de la política de seguridad social, desde la perspectiva de la
heterogeneidad de las trayectorias vitales. Las determinaciones estatales de los eventos
de actividad/pasividad repercuten estructuralmente en las diversas dimensiones en las que
la sociedad construye sus procesos de vejez. Pero de la misma manera, la observación de
los procesos de envejecimiento repercute reflexivamente en las políticas de adecuación del
sistema.
mercado asumen un valor de cambio. En Uruguay, la actual discusión que se procesa en cuanto al Sistema Nacional
de Cuidados se propone reconsiderar e intervenir en los procesos de (des)familiarización y mercantilización de estos
servicios al redefinir el rol del Estado como garante del bienestar de sus habitantes.
23 Una deuda pendiente para el estudio de distintas situaciones y contextos es la generación de estadísticas que
permitan evaluar el grado de funcionalidad psíquico y físico de las personas. Como lo ha señalado Milosavljevic
(2007), para alcanzar una mejor caracterización de las personas de la tercera edad, es necesario recopilar
información en este sentido, a fin de poder dar cuenta de la relación entre el nivel de actividad y de salud de esta
población.
20
Comentarios de Seguridad Social Diciembre/ 2012
Asesoría General en Seguridad Social
V. Referencias Bibliográficas
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remunerado en Uruguay, UNIFEM: Montevideo.
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información), Uruguay.
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Milosavljevic, V. (2007): “Estadísticas para la equidad de género: magnitudes y
tendencias en América Latina” en Cuadernos de la CEPAL, Nº 92,
CEPAL/UNIFEM, Santiago de Chile.
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Estadística (2006): Guía de elaboración de estadísticas sobre el empleo del
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República Oriental del Uruguay, Poder Legislativo (1995): Ley 16.713, Diario
Oficial.
Rodríguez, F. y Rossel, C. (Cord) (2009): Panorama de la vejez en Uruguay.
Universidad Católica - IPES - UNFPA. Montevideo.
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