venenos - Anabel Herrera

Anuncio
venenos
sacerdotisas se erigieron en mediadoras
entre el más allá y el mundo terrenal
gracias a su poder visionario (producido
por determinadas plantas). La presencia
de sustancias venenosas también se ha
detectado en los entierros ceremoniales,
según se ha podido observar en yacimientos de todo el mundo. Por ejemplo,
en una cueva de las montañas del Kurdistán iraquí se encontró la tumba del
conocido como Shanidar I, un neandertal que había sido enterrado con flores y
plantas como la efedra. El estudio de sus
huesos, de hace 60.000 años, desveló
que era discapacitado. Se cree que, debido a sus graves problemas de movilidad,
tal vez se le practicó la eutanasia mediante un brebaje con esta planta.
Veneno para vivir
farmacéutico italiano pesa productos en su establecimiento. Detalle de un fresco, s. xv.
Veneno En la piel
Sanar o morir. El veneno se ha utilizado desde los albores de la humanidad,
tanto con fines terapéuticos como para aniquilar a toda suerte de enemigos.
anabel herrera , Periodista
S
eguro que lo recuerdan. A finales de 2004, Viktor Yushchenko,
líder del partido Nasha Ukraina, estaba inmerso de pleno en
la campaña electoral por la
presidencia de Ucrania cuando, casi de
la noche a la mañana, sufrió una extraña
enfermedad. Rostro desfigurado, hinchado, de color grisáceo y con marcas
parecidas a las de la viruela. ¿Cómo era
posible? Tras varios análisis, un equipo
80 h i sto r i a y v i da
de médicos en Austria determinó que la
causa había sido una dioxina. Al parecer, el que fuera un atractivo político tan
solo unos días atrás había sido envenenado con este compuesto químico durante una cena con altos funcionarios
de los servicios secretos.
Yushchenko consiguió salvarse y presidir el país durante cinco años, pero tiene
altas probabilidades de padecer un cáncer o un ataque al corazón. Y es que su
cuerpo alberga una de las mayores concentraciones de dioxina que se han medido en una persona viva.
Veneno para morir
Aunque ahora hablemos de dioxinas, gases, virus y drogas creadas en el laboratorio, lo cierto es que las sustancias tóxicas
nos han acompañado desde nuestra historia más primitiva. La única diferencia
es que ahora son más sofisticadas y leta-
les. Los australopitecos, un género de
primates homínidos, probablemente fueron los primeros en ingerir accidentalmente veneno al alimentarse de hongos,
bayas o insectos, que ya albergaban toxinas hace cuatro millones de años. Ésta
Aunque los neandertales ya ponían veneno en sus flechas para cazar –y para
eliminar a sus enemigos humanos–, el
conocimiento de la ponzoña tuvo su
momento estelar en el antiguo Egipto.
Los médicos –por no decir curanderos y
brujos– trataban las dolencias con plantas y fármacos de origen animal, acompañados de oraciones e invocación a los
dioses. De esta época data el primer tratado clínico, el Papiro de Edwin Smith.
En él, el médico, astrólogo y arquitecto
Imhotep aconseja el uso de anestésicos
como la adormidera. La mandrágora,
el beleño y la hiedra fueron otras plantas de uso frecuente, y pronto se supo
que su efecto terapéutico o mortal dependía de la dosis suministrada.
Bien lo sabían los sacerdotes que participaban en el proceso de momificación.
viktor yushchenko durante una intervención
en el Parlamento ucraniano, 31 de marzo de 2009.
tancias tóxicas. Incluso encendían antorchas empapadas de cianuro para
envenenar el aire justo antes de cerrar el
recinto. De esta manera, si alguien lo
volvía a abrir, moría en el acto.
La tradición de las ponzoñas con fines
espirituales se mantuvo hasta que Hipócrates, el insigne médico de la antigua Grecia, sentó las bases de la medicina moderna. Según se puede leer en
su Corpus Hippocraticum, las drogas
no eran elementos sobrenaturales, sino productos que “actúan enfriando,
calentando, secando, humedeciendo,
contrayendo, relajando o haciendo
dormir”. Y concluye añadiendo que “lo
esencial es la proporción entre la dosis
activa y la dosis letal, pues solo la cantidad distingue el remedio del veneno”. De hecho, los griegos conocían el
poder de la potasa, el salitre, el mercurio, el sulfuro de arsénico y la famosa
cicuta, que acabó con la vida del filósofo Sócrates en el año 399 a. C.
para asesinar
LOS AUSTRALOPITECOS PROBABLEMENTE fueron Veneno
Pero si el conocimiento de las sustanloS PRIMEROS EN INGERIR VENENO por accidente cias tóxicas fuera un concurso, sin duda
podría ser la causa, según algunos paleobotánicos, de que se activara la formación de nuevas redes neuronales, dotándoles de una mayor inteligencia. Lo que
no podemos saber es si emplearon estas
sustancias a propósito, una vez conocidos sus efectos psicodélicos o calmantes.
Cuando nuestros antepasados llegaron a
la convicción de que no estaban solos en
el universo, los venenos empezaron a estar presentes en todas las culturas. Las
Su labor consistía en preparar los amuletos, que no solo acompañarían al difunto en el más allá, sino que también le
protegerían de los ladrones del más acá.
Los saqueadores de tumbas estaban a la
orden del día, así que los sacerdotes tuvieron que inventar todo tipo de trampas para ahuyentarlos. Distribuían venenos y narcóticos en los alimentos y
bebidas, o en las armas del ajuar funerario. Untaban paredes y pasillos con sus-
los ganadores serían los romanos. Militares, políticos, emperadores, ciudadanos libres, esclavos, comerciantes... Incluso los amantes despechados quitaban
de en medio a sus parejas a golpe de veneno. Algunas mujeres, en vez de divorciarse, suministraban a sus maridos un
vaso de leche con polvo de arsénico. El
divorcio era legal, pero ellas no recibían
nada en la separación, por lo que la viudedad resultaba más atractiva. Otras
iban más allá y los mataban con un re-
h i sto r i a y v i da 81
ciencia
venenos
Veneno, la solución fácil
Cicuta para
Alejandro Magno
El veneno ha ocupado un lugar preeminente
en la historia en numerosas ocasiones.
El rey de Macedonia murió de malaria,
encefalitis vírica, fiebre tifoidea y envenenamiento. Eso, claro, si nos creemos
todas las teorías. Si atendemos a las
que defienden la intoxicación, algunos
historiadores creen que ingirió cicuta
accidentalmente, al beber agua de un
pantano putrefacto de Babilonia (la
planta crece en aguas pantanosas).
Otros, en cambio, creen que su cocinero o su esposa le asesinaron con una
copa de vino que contenía estricnina.
Cleopatra y la Viagra... verde
¿Suicidio? ¿Asesinato? La muerte de Cleopatra está envuelta en un halo de misterio. Lo seguro es que la reina del Nilo coqueteó con sustancias tóxicas. Al parecer,
para que sus amantes no desfallecieran en el acto sexual, les suministraba cantaridina, que podríamos considerar como una primitiva Viagra. Se trata de un compuesto químico tóxico que se obtiene desecando y pulverizando la cantárida, un
insecto verde metalizado parecido al escarabajo. En dosis elevadas es mortal.
el gran corso y
su cóctel mortal
que le habría administrado arsénico paulatinamente con la bebida. Esto, junto con el
calomel y el ácido prúsico que Bonaparte
tomaba como laxantes, habría dado como
resultado un cóctel mortal. ¿Muerte por
laxante? Tal vez. Lo que sí sabemos es que
el conde heredó un millón y medio de francos en agradecimiento por sus cuidados.
dolas de magos y brujas, es decir, de herejes (lo que se penaba a menudo con la
muerte). Ya en la Edad Moderna, la propia Iglesia engendró una saga de papas
que utilizaron el veneno como herramienta habitual para llegar al poder.
A lo largo de todos estos siglos, determinar si una muerte había sido natural o
por envenenamiento resultaba extremadamente difícil. El doctor Mateo José
Buenaventura Orfila, menorquín de nacimiento pero parisino de adopción, fue
el autor del primer estudio toxicológico
moderno, en 1815. Sus investigaciones
no solo se centraron en esclarecer si un
individuo había muerto a causa del veneno: también fue capaz de determinar el
envenenamiento en personas vivas, y ha-
lló algunos antídotos. Él fue quien estableció la diferencia entre intoxicación y
envenenamiento o, lo que es lo mismo,
entre la ingestión accidental y la administración con intención criminal.
Murió en 1821, en la isla de Santa Elena. Estaba amarillo, había perdido mucho peso,
tenía cáncer en el estómago, hepatitis, fotofobia, desvanecimientos... ¿Pero qué mató a Napoleón? Es un misterio. Una teoría
extendida culpa al conde de Montholon,
torcido juego erótico, consistente en
untarles el pene con un lubricante hecho a base de aceite y estramonio, con
la excusa de potenciar el placer sexual.
El resultado era aturdimiento, alucinaciones y, finalmente, la muerte. De él y,
a veces, de ella, si es que no se había tomado un antídoto y era penetrada antes
de que el veneno hiciera efecto.
En Roma eran tan altas las probabilidades de ser envenenado, que entre las clases acomodadas se puso de moda acudir
a los banquetes con un catador, el praegustator. Él era el encargado de probar
todo lo que ofreciera el anfitrión a su
amo. Al principio estos catadores eran
esclavos, pero con la sofisticación de las
ponzoñas, el oficio se convirtió en todo
82 h i sto r i a y v i da
un arte, al que solo unos pocos podían
acceder. Eran mimados hasta el extremo.
De su formación se encargaban médicos
o botánicos, que les ponían en contacto
con los tóxicos a ciegas para que aprendieran a distinguirlos por su olor.
Veneno divino
Tras la caída del Imperio romano, la Edad
Media supuso un retroceso en las artes
médicas. El papel de la religión cobraba
fuerza, al tiempo que resurgían las supersticiones. Los sacerdotes paganos utilizaban drogas para alterar la conciencia
y comunicarse con los dioses o la naturaleza. La Iglesia católica no podía permitir
la competencia de credos, por lo que intentó exterminar a estas figuras acusán-
Veneno sofisticado
Con la revolución del estudio forense,
el número de víctimas descendió, pero
no se erradicó. El desarrollo de la farmacología en el siglo xix permitió la
síntesis de sustancias en el laboratorio,
como la morfina, la codeína, la mandrágora, la cafeína o la cocaína. Por primera vez, los médicos eran capaces de
calcular la dosis exacta a la hora de recetar un analgésico o un calmante, sin
peligro de excederse. Aunque estas in-
El infanticidio de los Goebbels
Cuando en abril de 1945 los soviéticos entraron en Berlín, Hitler y Eva Braun, recluidos en un búnker, decidieron suicidarse. Él se pegó un tiro y ella ingirió unas cápsulas
de cianuro. El ministro de Propaganda Joseph Goebbels, fiel a su promesa de morir con el Führer, acabó con la vida de sus seis hijos pequeños ayudado por su esposa
Magda, que les dio chocolatinas envenenadas con cianuro tras arroparlos y desearles
buenas noches. A continuación el matrimonio salió del búnker y se suicidó.
vestigaciones no siempre fueron bienintencionadas. En el siglo xx, tóxicos de
laboratorio como el gas mostaza y el
fosgeno se introdujeron en el campo de
batalla. Para hacernos una idea de la
magnitud de la tragedia, se calcula que
90.000 personas murieron y otro millón
quedaron con secuelas por su utilización
durante la Primera Guerra Mundial. En
la Segunda, los nazis experimentaron
con gases para alterar el sistema nervioso de sus enemigos y sus prisioneros. A
partir de los resultados de estos estudios,
fabricaron numerosos artilugios dignos
de una película de James Bond. Por ejemplo, había bolígrafos que, al ser presionados para escribir, inyectaban veneno a
través de unas minúsculas agujas.
Todavía hoy, el veneno ocupa de vez en
cuando las portadas de los diarios de todo el mundo, con casos como el del político ucraniano Viktor Yushchenko. Más
recientemente, en noviembre de 2006,
el ex espía del KGB Aleksandr Litvinenko
moría envenenado con polonio-210, un
elemento altamente radiactivo.
Para saber más
ENSAYO
Pedro. Los misterios de los
venenos. Barcelona: Ed. De Vecchi, 2008.
VALLEDOR DE LOZOYA, Arturo. Envenenamientos por animales. Madrid: Ed. Díaz de
Santos, 1994.
PALAO PONS,
h i sto r i a y v i da 83
Descargar