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Por Gilberto Álvarez Ramírez (Para ser leída el 7 de julio de 2016 con ocasión de la posesión como miembro correspondiente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia). EL RÉGIMEN DEL TERROR Y EL DERECHO EN LA ÉPOCA DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA El Terror representa una etapa de extrema violencia de Estado que dio lugar a que se pisotearan los nobles postulados de libertad, igualdad y fraternidad, proclamados por la Revolución Francesa, mediante procesos sumarios en los que miles de personas inocentes, acusadas de sospecha o traición a la República, fueron condenadas a morir en la guillotina, de la que entonces nadie podía escapar. ANTECEDENTES ANTIGUO RÉGIMEN La noción de antiguo régimen, llamada así por Alexis de Toqueville en su obra L´Ancien Régime et la Révolution, París 1858, y por Hipolyte Taine en Les origines de la France contemporaine, París 1875, hace referencia al régimen monárquico francés; tiene como sinónimo al rey como monarca absoluto, investido por derecho divino, por lo cual sólo responde ante Dios. Su autoridad no está limitada por poder alguno, excepto por los privilegios de que gozan la nobleza y el clero. En su persona recae la encarnación del Estado y sus súbditos le deben, en primer lugar, obediencia. Como lo afirma Jean-­‐Pierre Bois1 “los tres estamentos: el Clero y la Nobleza (estamentos privilegiados, 120.000 y 400.000 personas respectivamente) y el Tercer Estado, asombroso mosaico de más de 27 millones de hombres cuyo único punto en común verdadero es no pertenecer a ninguno de los otros dos estamentos” , constituía el componente de la Francia de 1789. 1 La Revolución Francesa. Jean-­‐Pierre Bois. Biblioteca Historia 16. Madrid, 1989, página 23 2 El régimen del Terror hace parte del período en que se produjo la Revolución Francesa, el cual tuvo ocurrencia entre los años 1789 y 1799. Comenzó con una grave situación económica y fiscal que propició un malestar general de los tres estamentos en que se dividía la población de Francia, disgustados con las condiciones caóticas que predominaban en todo el territorio nacional, aunque por razones diferentes, agudizado también por una crisis política y moral, que produjo un estallido popular contra los órdenes privilegiados del Clero y la Nobleza que ostentaban la dirigencia del ejército, la administración y la justicia. Ese ambiente de confusión se produjo por la participación de Francia en la Guerra de los Siete Años; el apoyo dado a los rebeldes de las trece colonias americanas que aspiraban a alcanzar su independencia de Inglaterra; el incremento de la deuda pública de la nación; la malas cosechas; el aumento de los impuestos y el descontento del Tercer Estado porque la Nobleza y el Clero no pagaban tributos. Todo ello obligó al rey Luis XVI a convocar a una asamblea representativa de los Estados Generales, un cuerpo de excepción sin autonomía que sólo se reunía y disolvía por iniciativa del rey, que era el único legislador del reino y garante de los privilegios. Ese organismo, que no se reunía desde el año 1614, estaba integrado por el Clero, la Nobleza y el Tercer Estado y fue convocado para obtener los recursos financieros necesarios para hacer frente a la emergencia. Cada estamento tenía derecho a un voto, por lo cual la Nobleza y el Clero siempre se unían para obtener la mayoría frente a un solo voto del Tercer Estado, con lo cual impedían cualquier iniciativa de éste, compuesto por la clase media emergente constituida por la burguesía que estaba en la cima del comercio, la industria y las finanzas, burgueses que cada vez crecían en número, poder económico y conciencia de clase y ejercían una atracción especial sobre las masas populares y sectores disidentes de la aristocracia, que aspiraban a concretar ese poder en la ley. Una vez realizadas las elecciones generales el Tercer Estado obtuvo un número de quinientos diputados, la Nobleza ciento ochenta y ocho y el 3 Clero doscientos cuarenta y siete2 , lo cual podría dar nacimiento a una constitución del pueblo si se concretara el voto por cabeza. Era costumbre entregar a los diputados unos folletos en los cuales los electores consignaban sus aspiraciones. En ellos la nobleza pedía mantener todos sus privilegios y el clero la conservación de sus bienes. El más famoso, el del abate Sièyes, expresaba: “¿Qué es el Tercer Estado? Todo. ¿Qué ha sido hasta el presente? Nada. ¿Qué quiere ser, en adelante? Algo.” 3 La asamblea se reunió el 5 de mayo de 1789 y en ella el Tercer Estado o estado llano, que se autoproclamaba representante de toda la nación y que había logrado duplicar su número de diputados, no quiso reunirse separadamente como estamento. Invitó a los diputados privilegiados del Clero y la Nobleza a que se integraran con él para verificar sus mandatos. Intervino Honoré Gabriel Riquetti, conde de Mirabeau (1749-­‐1791), elegido por el Tercer Estado, pues había sido rechazado por la clase aristocrática a la que pertenecía, debido a un pasado turbulento y escandaloso; destacó en la Asamblea por su oratoria, lo que le permitió atraer y captar el fervor de las clases populares. En uso de la palabra, proclamó: “el despotismo y los privilegios morirán a causa de mis mordeduras.” 4 Con el transcurso del tiempo se convertiría en el más grande orador político de los Estados Generales. Luego de varios intentos el estamento clerical se unió al Tercer Estado y el 27 de junio de 1789 Luis XVI ordenó a la nobleza que se uniera a los otros dos estamentos, con lo cual logró imponerse el anhelo del voto por cabeza a los privilegiados denominados <<aristócratas>> de la Nobleza y el Clero. En junio de 1789 los Estados Generales, compuestos por los diputados elegidos de los tres órdenes, se transformaron en Asamblea Nacional Constituyente, pero reconociendo que las resoluciones revolucionarias tendrían sanción real. Los diputados juraron no separarse y deliberar hasta dar a Francia una constitución del reino. El rey, en la sesión regia, 2 André Maurois. Obras Completas. **Historia II. Historia de Francia. José Janés Editor. Barcelona, 1951, página 306 3 André Maurois. op. cit, página 303 4 André Maurois, op. cit, página 304 4 anunció que los Estados Generales podían deliberar por órdenes y debatir sobre los impuestos, pero sin tocar los privilegios. El monarca, con el apoyo de los órdenes privilegiados, comprendió el peligro que se avizoraba; concentró sus tropas y trató de asestar un golpe que desembocó en los acontecimientos de la jornada del 14 de julio de 1789 con la toma de La Bastilla, hecho trascendental que repercutió en todos los lugares del reino, pues movilizó a las masas que se convirtieron en dueñas de la calle y protagonistas de la soberanía nacional. Aquel día Luis XVI estuvo de cacería y al despertarse a la mañana siguiente y escuchar el bullicio, preguntó al duque de Liancourt, “¿es una revuelta?”. Y éste le respondió: “No, sire, es una revolución”5 La Bastilla era una antigua fortaleza construida en el siglo XIV, en las afueras de París, que se utilizaba como prisión de Estado, por lo cual era odiada por el pueblo pues se tenía como símbolo de despotismo real. En el alzamiento y amotinamiento de las masas el gobernador y el preboste fueron asesinados por la turba que paseó y exhibió sus cabezas sobre picas por las calles de París. El efecto fue grandioso como primera gran jornada revolucionaria, dando lugar posteriormente, esa fecha del 14 de julio de 1789, a la fiesta nacional de Francia. El 17 de julio de 1789 el rey se dirigió desde Versalles a París, donde recibió la escarapela tricolor pero, como dijo Lindet, su aspecto “pueril y estúpido daba lástima”. 6 En agosto de 1789 la asamblea suprimió la división de la sociedad en órdenes y proclamó la Declaración de los derechos del hombre y del ciudadano, redactada por Mirabeau y Sièyes, en la que se pregonaba la libertad, la igualdad, la soberanía nacional y la inviolabilidad de la propiedad, lo que implicó la sepultura del antiguo régimen. “Jamás un régimen se suicidó tan rápidamente. En abril la monarquía parecía todopoderosa; en agosto no le quedaba casi nada de sus antiguas instituciones.” 7 5 André Maurois, op. cit, página 310 6 André Maurois. op. cit., página 311 7 André Maurois, op. cit., página 312 5 En la asamblea se precisaron las atribuciones del rey como monarca hereditario, se convierte en “rey de los franceses” (y no de Francia) y solo reina por la ley, autoridad superior, puesto que la soberanía reside en la Nación”8 porque ya no ostentaba la propiedad del reino sino la de jefe de los ciudadanos, atado a ellos por una especie de contrato. Se dividió a Francia en departamentos, y a éstos en distritos, cantones y municipios. El rey, pese a que había jurado ser <<fiel a la nación>>, trató de huir al extranjero pero fue detenido en Varennes el 17 de julio de 1791. La asamblea legislativa elegida en el otoño de 1791 ya no contaba con diputados de la aristocracia y los que fungían como tales eran favorables a la Revolución, constituyeron partidos y se reunían en los clubes para debatir los asuntos que estudiarían en la Asamblea. Como el rey tenía derecho a veto lo usó para oponerse a los decretos expedidos por aquélla y el 20 de junio de 1992 los jacobinos, los girondinos y los sans-­‐culottes parisinos prepararon una jornada para que Luis XVI retirara el veto, sin conseguirlo. Desde entonces el rey fue apodado como “señor Veto”. El 10 de agosto de 1792 los sans-­‐culottes parisinos y los federados invadieron el palacio de las Tullerías, ocupado por el rey y su familia, lo que implicó el fin de la monarquía y el arresto de Luis XVI, la reina María Antonieta y sus hijos. En septiembre de 1792, siendo aún Francia una monarquía, fue elegida una nueva asamblea nacional constituyente que tomó el nombre de Convención Nacional la cual, desde entonces, ejerció el poder ejecutivo y legislativo. Se reunió por primera vez el 20 de septiembre de 1792, convirtió a Francia en una República y tuvo a la religión como enemiga por el apoyo que el Papa profesaba a los contra revolucionarios. Persiguió y ejecutó a miles de sacerdotes no juramentados que denominó <<refractarios>> . Los que no perdieron la vida fueron obligados a jurar la Constitución Civil del Clero, renegar de su religión y contraer matrimonio. Se destruyeron iglesias y altares católicos, se proclamó un calendario republicano para reemplazar el cristiano que daba cuenta de los años transcurridos desde 8 Jean-­‐Pierre Bois. La Revolución Francesa. Biblioteca Historia 16. Hermanos García Noblejas. Madrid, 1989, página 59 6 el nacimiento de Cristo, el cual comenzó a regir en septiembre de 1792, año del derrocamiento de la monarquía. En ese calendario los meses se denominaron nivoso, pluvioso, ventoso, germinal, messidor, termidor, brumario, pradial, floreal, vendimiario, fructidor y frimario. La asamblea se erigió en Tribunal Revolucionario, con facultades extraordinarias para condenar sin pruebas, sin defensa alguna ni apelación, y el 16 de enero de 1793 juzgó a Luis XVI con la participación de setecientos veintiún votantes de los que trescientos ochenta siete lo condenaron a muerte, incluyéndose entre éstos el voto de Philippe, duque de Orleans y primo del monarca, que se unió a los republicanos, por tener “unas pretensiones no disimuladas a la corona y ofrecer la alternativa de un cambio de rama dinástica para aplicar unas reformas liberales”9 por lo que en las filas revolucionarias de la época se le apodaba “Felipe Igualdad”, por la traición a su clase y al rey. La pena capital impuesta al rey fue ejecutada el 21 de enero de 1793 y su cabeza fue desprendida del cuerpo por la hoja de la guillotina y luego paseada por la Plaza de la Revolución. Posteriormente el regicida “Felipe Igualdad” fue condenado también a morir en la guillotina, cuya ejecución se realizó el 6 de noviembre de 1793. La reina de Francia, María Antonieta, fue condenada a morir luego de dos días de juicio y el 16 de septiembre de 1793 fue decapitada por la pesada hoja de la guillotina en la Plaza de la Revolución, hoy Plaza de la Concordia. La Convención Nacional propugnaba por la defensa de la república y la nación; el 2 de junio de 1973 los sans-­‐culottes presionaron al partido de la Montaña para eliminar a los partidarios de la Gironda y el 5 de septiembre de 1793 implantaron el <<Terror>> para atacar a los enemigos de la Revolución. 9 Michel Péronnet, Vocabulario Básico de la Revolución Francesa, Editorial Crítica, Barcelona, 1984, página 136 7 EL TERROR El reinado del Terror fue el período de mayor represión y brutalidad ejercido por el gobierno revolucionario. Fue considerado como de emergencia, aduciendo legítima defensa. Se aplicó sin legitimidad constitucional, entre septiembre de 1793 y julio de 1794, para eliminar a los presuntos enemigos de la República. Para los efectos se creó el Comité de Salvación Publica para aplastar a los contra revolucionarios mediante medidas dictatoriales y arbitrarias ejercidas sin limitación alguna, lo cual costó la vida a unas 40.000 personas que perecieron principalmente en la guillotina. El Comité, en cabeza de los radicales jacobinos, llamados así porque se reunían en el convento de la orden de los jacobinos, que eran proclives a la abolición del sistema monárquico y proclamaban la creación de una república con derecho al voto universal, procedió a arrestar y luego ejecutar a los más prestantes miembros del moderado partido girondino, con lo cual sobrevino el que se denominó Régimen del Terror que cobró la vida de muchos inocentes haciendo correr ríos de sangre por toda Francia mediante fusilamientos, ahorcamientos, degollamientos y decapitaciones en la guillotina. Los girondinos, que eran oriundos de La Gironda, una zona de Francia ubicada al sur, pretendían obtener un acuerdo con la monarquía y la nobleza para limitar el poder del rey, pero sin otorgar derecho al voto de las clases populares que no pagaban impuestos. En el año 1793 hubo estallidos en varias provincias de Francia promovidos por sujetos contrarios a la Revolución que manifestaron militarmente su desagrado con la ejecución del rey y la abolición del sistema monárquico. Su resistencia se transformó en una rebelión conocida como Guerra de la Vendée, protagonizada por el Ejército Realista y Católico de esa región de Francia comandado por un joven militar de veintiún años, Henri du Vergier (1772-­‐1794), conde de La Rochejaquelein, que se enfrentó a las tropas republicanas en abril de 1793 donde lanzó el famoso grito de combate: “Mes Amis, si je avance, 8 suivez-­‐moi! Si je recule, tuez-­‐moi! Si je meurs, venguez-­‐moi!” (Amigos, ¡si avanzo, seguidme! ¡Si retrocedo, matadme! ¡Si muero, vengadme!)10 El Terror no fue algo planificado con anticipación sino que a él se llegó por la fuerza de los acontecimientos y se caracterizó por la improvisación. La violencia desmesurada se constituyó en un factor producto de emociones encontradas que condicionaron la conducta de los diputados del Tribunal Revolucionario. Hay que tomar en cuenta, además, que los ejércitos de Prusia y Austria, enemigos de la Revolución, se acercaban peligrosamente a París, por lo que el gobierno revolucionario, temiendo que los monárquicos entregaran la ciudad a los invasores, dispuso el arresto de muchas personas sospechosas, sin la observancia de un debido proceso, lo que atiborró las cárceles de prisioneros políticos que fueron asesinados por los revolucionarios. Fueron principales protagonistas del régimen del Terror los diputados Maximilien-­‐François-­‐Isidore de Robespierre (1758-­‐1794) abogado de Arrás, conocido como el “incorruptible”, caracterizado por su fanatismo ideológico, inflexibilidad y dogmatismo, miembro del Club de los Jacobinos, que fue elegido Presidente de la Convención, y Georges-­‐Jacques Danton (1759-­‐1794) abogado que ejercía su profesión en París, los cuales impulsaron la aprobación de una ley para infundir miedo en los supuestos enemigos de la Revolución, denominada Ley Marcial, que suspendió la Constitución y todos los derechos que ella garantizaba. Asimismo lo fueron Louis-­‐Antoine León Saint-­‐Just (1767-­‐1794, apodado el arcángel de la muerte, que se destacó por su radicalismo con los girondinos y por pedir, sin proceso alguno, la ejecución del rey, y Jean-­‐Paul Marat (1743-­‐1793) médico y periodista, denominado el “Amigo del Pueblo”, caracterizado por inspirar un derramamiento de sangre y la ejecución de centenares de supuestos contrarios a la Revolución y por elaborar listas negras, fue asesinado el 13 de julio de 1793. Los jacobinos, una vez asumido el poder, crearon el régimen del Terror para proferir sentencias y ejecuciones sumarias, el cual se instauró 10 Mémories de Madame la Marquise de Bonchamps, Paris. Baidouin Frére, Libraires-­‐Editeurs, PARÍS, 1823, página 41 9 oficialmente el 5 de septiembre de 1793, fecha en que la Convención Nacional expidió una Ley de Sospechosos que se publicó el 17 de septiembre siguiente. En ella se disponía el encarcelamiento de los miembros de la nobleza, incluyendo mujeres y niños, si no demostraban su adhesión a la República. Se dispuso la suspensión de la Constitución y todos los derechos que ella garantizaba para poder enviar a la guillotina mediante un juicio corto a toda persona sospechosa de ser contra revolucionario. Como herramienta de terror e instrumento de intimidación política se implantó el uso la máquina para decapitar, reservada a los miembros de la nobleza, denominada guillotina en honor de su creador Joseph Ignace Guillotin (1738-­‐1814), medico de profesión que fue elegido diputado por el Tercer Estado. Era un instrumento para matar que se había utilizado con algunas variantes en otros países, mitigaba las penas y evitaba el tormento de los condenados, por lo que puede decirse que fue un invento de la medicina. Fue propuesto a la Asamblea Constituyente, así: “Esta hacha, cuyo peso se había centuplicado gracias a dos pesas atadas bajo el patíbulo, se deslizaba entre dos ranuras con un movimiento horizontal y perpendicular al mismo tiempo, como el de la sierra, y por el peso de su caída separaba la cabeza del tronco con la rapidez del rayo. El dolor y el tiempo quedaban suprimidos en la sensación de la muerte.”11 Su uso representaba una puesta en escena, como si de una obra de teatro se tratara. Tenía como escenario el recorrido que debía hacer el condenado en carruaje, desde el lugar de su detención hasta el sitio de la ejecución, lo que era presenciado por el populacho enardecido que profería insultos contra el detenido; luego la ceremonia de la caída de la cuchilla y el corte de la cabeza que era levantada y exhibida por el verdugo después de la decapitación, con vivas a la República por parte de los espectadores de tan horrendo espectáculo, lo cual acontecía en París al borde de una estatua de la Libertad que reemplazaba a una imagen de Luis XV. 11 Daniel Arasse. La guillotina y la figuración del Terror. Editorial Labor S. A. Barcelona, 1989, página 47 10 Se dice que era tanta la hediondez producida por la sangre de los miles de decapitados en la Plaza de la Revolución, hoy Plaza de la Concordia, que las autoridades tuvieron que trasladar el centro de las ejecuciones a la Plaza del Trono, hoy Plaza de la Nación. Con la muerte del rey la guillotina se constituyó en un instrumento de justicia del pueblo; adquirió un macabro protagonismo debido a que el decapitado era de sangre real y su muerte se intuyó como una transmisión de su soberanía al pueblo. El ejército revolucionario llevó el Terror a todas las regiones de Francia y el Tribunal Revolucionario ordenó que las autoridades más importantes se ocuparan de limpiar de “sospechosos” los comités de vigilancia. Dispuso que a quienes actuaran en contra de los decretos expedidos por la Convención Nacional se les podía “dar muerte sin que mediara proceso alguno” 12 El Terror fue generalizado y se apoderó de los principales dirigentes revolucionarios con la muerte por decapitación de Danton y la ejecución de numerosos condenados que terminaron su vida devorados por la propia Revolución, por lo que sus protagonistas se mantenían en un constante temor. Robespierre fue declarado fuera de la ley por la Convención, la cual procedió a su detención junto con sus inmediatos colaboradores. De manera inmediata fue conducido a la tarima sobre la cual estaba ubicada la guillotina donde probó el filo de la hoja de acero que le cortó la cabeza. Con su muerte el régimen del Terror llegó a su fin. La Convención Legislativa dispuso borrar todo lo que existiera de aquel y procedió a reformar la Constitución. 12 David Andress, El Terror los años de la guillotina. Ensayo histórico Edhasa. Barcelona, 2011, página 384 11 CONCLUSIONES CONSECUENCIAS DEL TERROR El régimen del Terror fue un sistema organizado e institucionalizado por el gobierno revolucionario instaurado en Francia para reprimir desde lo más alto del Estado a los supuestos enemigos de la Revolución. Constituye el episodio más brutal y sangriento de la Revolución Francesa y en él se conculcaron los derechos fundamentales proclamados por la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. En ese período la Convención, con Robespierre como Presidente, puso el Terror a la orden del día pues no sólo se perseguía a los enemigos del pueblo sino también a cualquier sospechoso, sin necesidad de presentación de pruebas por parte del denunciante. La guillotina, ese invento que se dice producía una muerte inmediata, aceleró las ejecuciones. Pero no era la única forma de matar que se utilizó porque también se fusilaba, se ahorcaba y se sableaba a familias enteras que pagaron con su vida la fuga de algún emigrado. Muchos hombres, de “lo más selecto de Francia”, fueron víctimas del Terror por acusaciones que carecían de fundamento.13 El Terror estableció un gobierno revolucionario que suspendió las garantías constitucionales de 1791; detuvo el avance de los ejércitos extranjeros que amenazaban la estabilidad del nuevo régimen; combatió a la nobleza y clero refractario; terminó con la resistencia de los girondinos que se oponían a la nueva forma de gobierno; impuso la pena capital para aquellos que no apoyaban el sistema de gobierno republicano; se usó para perseguir, detener y guillotinar a sospechosos; cuando la guerra dejó de ser un problema y las victorias del ejército republicano garantizaron la seguridad de la República la mayoría de los diputados acordaron proferir orden de detención contra Robespierre. Éste fue apresado y guillotinado el 28 de julio de 1794, con lo cual llegó a su fin ese régimen de terrorismo de Estado. 13 André Maurois, op cit, página 304 12 CONSECUENCIAS DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA Abolió el feudalismo del Antiguo Régimen que se caracterizaba por la servidumbre y los privilegios de que gozaban la Nobleza y el Clero, que ostentaban todos los cargos directivos de la administración, la justicia, el ejército y la Iglesia, bien sea como ministros, jueces, mariscales, tenientes generales u obispos. Por su parte la condición de siervo se heredaba, el cual seguía vinculado con su señor, no podía heredar ni casarse libremente y estaba gravado con tasas especiales. Estableció un nuevo orden con fundamento en los postulados de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, que se inspiraba en la declaración de independencia de los Estados Unidos de 1776, lo que implicó el nacimiento de una nueva era. Proclamó y difundió los ideales de libertad, igualdad y fraternidad que imperan en las democracias modernas. Produjo el cambio político y social más importante de Francia, Europa y el resto mundo, que influyó en otros países. BIBLIOGRAFÍA FRANÇOIS FURET – MONA OZOUF. Diccionario de la Revolución Francesa. Alianza Diccionarios, 1989. JEAN-­‐PIERRE BOIS. La Revolución Francesa. Biblioteca Historia l6. Hermanos García Noblejas. 41. Madrid, 1989. GEORGES LEFEBVRE. La Revolución Francesa y el Imperio. Fondo de Cultura Económica. Bogotá, 1993. ANTONIO GONZÁLEZ-­‐PACHECO. La Revolución Francesa (1789-­‐1799). Editorial Ariel S. A. Barcelona, 1998. 13 JEAN-­‐PAUL MARAT. Textos escogidos. Editorial Labor S. A. Barcelona, 1973. STANLEY LOOMIS. París bajo el Terror junio 1793-­‐julio 1794. Editorial Juventud S. A. Barcelona, 1968. STEFAN ZWEIG. Obras completas. Clásicos y modernos. II Biografías. * María Antonieta. Editorial Juventud S. A. Barcelona. Madrid, 1952. RÉTIF DE LA BRETTONE. 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