ECONOMÍA SOCIAL Y SINDICATO

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Unión General de Trabajadores
ECONOMÍA SOCIAL Y SINDICATO
Uno de los principios que orientan a la Economía Social en España es básicamente el de
la primacía de las personas y del fin social sobre el capital, que se concreta en gestión
autónoma y transparente, democrática y participativa, que lleva a priorizar la toma de
decisiones más en función de las personas y sus aportaciones de trabajo y servicios
prestados a la entidad o en función del fin social, que en relación a sus aportaciones al
capital social.
La importancia de la economía social, en la actualidad y en el futuro, viene dada por el
valor añadido que proporciona en comparación con las formas empresariales más
comunes.
Debemos tener presente que la economía social se encuentra integrada por un tipo de
empresas que, además de moverse con valores de mercado o empresariales clásicas, se
asienta sobre valores sociales o de democracia social.
Desde el comienzo de la crisis se han disuelto aproximadamente un 27% de empresas en
el sector de la economía social, y se contabilizan un 20% menos de puestos de trabajo.
Sin embargo, en sectores como la construcción el descenso se eleva hasta el 70%.
Estamos, por tanto, ante una forma empresarial más resistente a los efectos de las crisis
que el resto.
Esto significa que estamos ante sociedades en las que se otorga una mayor importancia a
las personas y a los trabajadores y a la consecución del objeto social que a la
maximización de los beneficios. Hay más preocupación por las personas que por la
cuenta de resultados.
Debe ser, por tanto, consustancial a la economía social que se construya sobre principios
de solidaridad; que las empresas que la integran generen empleo, de calidad y estable, y
que contribuyan, gracias a su base democrática, a la distribución igualitaria de la riqueza y
a la inserción social y profesional de aquellos grupos excluidos por las prácticas más
destructivas del actual mercado globalizado (discapacitados, jóvenes, mujeres,
inmigrantes, etc.).
Y en el contexto de especiales dificultades en que nos encontramos, son los valores que
caracterizan a la Economía Social los que verdaderamente nos hacen falta.
Unión General de Trabajadores
Por su parte, el sindicato es la expresión más legítima de la clase obrera organizada, y
que gracias a su unidad, organización y constancia en la lucha ha conseguido derechos
que, de otro modo, no hubiera sido posible.
El sindicalismo es consustancial con la democracia. De hecho, ha sido reconocido como
un derecho universal en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, en diversos
tratados internacionales y en las Constituciones de los Estados Democráticos. En
democracia, los sindicatos se convierten en un referente para la defensa de los
trabajadores frente a los intereses de los empresarios y, en su caso, de la Administración.
La Unión General de Trabajadores (UGT) nació hace más de un siglo como consecuencia
de la confluencia de los diferentes sindicatos y organizaciones gremiales y de oficio,
conformando la gran Confederación que es hoy en día.
La UGT ocupó desde su fundación un papel preponderante en la sociedad, no solo por su
actividad sindical, sino también por otro tipo de actividades inspiradas en sus principios
ideológicos que la llevaron a realizar una importante labor en la formación de los
trabajadores, en los servicios básicos de la vivienda, en sanidad, mutualismo, e incluso
contribuyó en la creación de un importante tejido industrial.
Es una organización centenaria, a caballo entre tres siglos, que se adapta a los tiempos,
pero siempre teniendo presentes los valores que son su razón de ser: lograr unos salarios
más justos, unas jornadas de trabajo más razonables, unas condiciones de trabajo y vida
más saludables. En definitiva, trabajar por la defensa del Estado de Bienestar y de los
valores solidarios.
En una situación de crisis económica como la actual, en la que no sólo se cuestionan
derechos laborales, sino sociales y democráticos, los sindicatos también profundizan en la
defensa de los principios de libertad, justicia social y democracia participativa. Esta es la
principal causa por la que los sindicatos se convierten en un objetivo a batir por parte de
quienes pretenden debilitar derechos aprovechando la disculpa de la crisis.
Podemos afirmar que la economía social es un magnífico ejemplo de economía
socialmente responsable y que se cimenta en un modelo económico que converge con el
que se defiende desde la Unión General de Trabajadores (UGT): un sistema que se
sustenta sobre la base de un crecimiento económico equilibrado y medioambientalmente
sostenible, en la generación de empleo de calidad y en una equitativa distribución de la
riqueza, teniendo como objetivos prioritarios: el pleno empleo, la mejora del poder
adquisitivo de los salarios y el favorecimiento de la cohesión económica y social.
Unión General de Trabajadores
Desde la Unión General de Trabajadores (UGT) se considera que otro modelo productivo
y, por ende, otra forma de economía y de empresas, es posible y necesaria, máxime
cuando estamos comprobando diariamente cómo el actual modelo de mercado global de
capitales no ha contribuido a la construcción de una sociedad más democrática, más
justa, más igualitaria y medioambientalmente sostenible.
El dialogo social y la negociación colectiva van a desempeñar un papel fundamental de
promoción y compromiso de calidad social y laboral reforzando los valores de una
sociedad donde la igualdad hombre-mujer, la equidad, la conciliación de la vida personal,
familiar y laboral, una seguridad social mínima garantizada, el derecho de protección
social en caso de perder el trabajo, y el derecho a la educación y a una formación
permanente, se constituyen con vocación universal.
Ya sabemos que estamos en una “economía de mercado”, pero no podemos aceptar su
extensión a una “sociedad del mercado”, es decir, a un mercantilismo que invada en su
expansión todos los estamentos, estructuras y valores de la sociedad, produciendo la
desregulación moral en el espacio social, haciendo zozobrar por último el sentido de la
ciudadanía. Hay un mercado global pero los derechos sociales no se han globalizado.
De igual manera, la forma y tipo de empresas que se nutren de los principios, objetivos y
medios que potencia el actual modelo productivo, debe de ser renovada o transformada
por otra forma de actuar más responsable socialmente.
Y en el tránsito hacia ese modelo productivo, hacia esas formas empresariales
socialmente responsables, podemos y debemos de fomentar la utilización de aquellas
sociedades que en la actualidad más se asemejan a ese modelo deseado: los diferentes
tipos que integran la economía social.
En definitiva, el sindicalismo y la economía social tienen ante sí varios retos, que conviene
abordar en un marco general desde las diferentes posiciones, como es analizar el papel
del sindicalismo y de la economía social en estos tiempos de crisis, buscar mecanismos
de colaboración en los temas de mutuo interés y ofrecer un servicio amplio de orientación
a los trabajadores y trabajadoras, ocupados y desempleados, sobre las posibilidades de
asociarse en autoempleo colectivo.
Antonio Guerrero Montemayor (UGT España)
Conferencia final del proyecto Mesmer (Bruselas, 13 de febrero de 2014)
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